1 DÉJATE ENCONTRAR POR LA VERDAD 1.- CANTO DE INICIO (con Exposición del SSmo., si es el caso): Dios está aquí, tan cierto como el aire que respiro, tan cierto como en la mañana se levanta el sol, tan cierto que cuando le hablo El me puede oír. (2) Jesús está aquí..... Su Espíritu está aquí.... Guía: En este encuentro de oración, delante de Jesús Eucaristía, vamos a orar y dejarnos invadir por aquel que es la VERDAD de la vida, de las cosas y de nosotros mismos. En lo íntimo de cada persona, en lo más adentro de nosotros hay un anhelo profundo de búsqueda de la verdad. Este anhelo encuentra respuesta solamente en Cristo Jesús, camino, verdad y vida. Lector 1: “Jesús entonces dijo a aquellos que habían creído en él y lo seguían: “si son fieles a mi palabra, serán de veras mis discípulos; conocerán la verdad y la verdad les hará libres”. ¿Quién de nosotros no ha traicionado alguna vez la verdad? Hemos preferido ir tras de nuestros intereses superficiales y hemos perdido la ocasión de encontrarnos con la verdad, por miedo, por respeto humano, por arrogancia, por amor a la comodidad o por dureza de corazón… Jesús nos invita a retomar de nuevo el desafío de dejar que él, la Verdad, nos apasione más que la defensas de nuestros intereses. Solamente en el encuentro con la verdad de los hechos y de nosotros mismos podremos encontrarlo a Él. 2.- ALABANZA Guía: Señor, quisiera conocerme a mi mismo en profundidad, conocer mis posibilidades de amar, mis capacidades de donarme a los demás. Todos: Te lo ruego, Señor, ayúdame en este camino de búsqueda Guía: Señor, dame en este día la posibilidad de encontrarme con mis hermanos Todos: Sean ellos para mí el signo de tu viva presencia Guía: Mi vida, Señor, es bombardeada por mil llamadas y provocaciones Todos: Ayúdame a distinguir tu voz amiga, entre tantas voces que me rodean. Salmo 139 2 (a cada estrofa todos repiten el estribillo) Todos: Mira mi corazón, Señor y pon tus manos sobre nosotros. Lector 2: Señor, tú me sondeas y me conoces, tú sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso, te das cuenta si camino o si descanso, y todos mis pasos te son familiares. Todos: Mira mi corazón, Señor y pon tus manos sobre nosotros. -Antes que la palabra esté en mi lengua, tú, Señor, la conoces plenamente; me rodeas por detrás y por delante y tienes puesta tu mano sobre mí; una ciencia tan admirable me sobrepasa: es tan alta que no puedo alcanzarla. Todos: Mira mi corazón, Señor y pon tus manos sobre nosotros. -¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu? ¿A dónde huiré de tu presencia? Si subo al cielo, allí estás tú; si me tiendo en el Abismo, estás presente. Si tomara las alas de la aurora y fuera a habitar en los confines del mar, también allí me llevaría tu mano y me sostendría tu derecha. Todos: Mira mi corazón, Señor y pon tus manos sobre nosotros. -Si dijera: "¡Que me cubran las tinieblas y la luz sea como la noche a mi alrededor!", las tinieblas no serían oscuras para ti y la noche sería clara como el día. Todos: Mira mi corazón, Señor y pon tus manos sobre nosotros. -Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre: te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable. ¡Qué maravillosas son tus obras! Tú conocías hasta el fondo de mi alma y nada de mi ser se te ocultaba, cuando yo era formado en lo secreto, cuando era tejido en lo profundo de la tierra. Todos: Mira mi corazón, Señor y pon tus manos sobre nosotros. 3 -Tus ojos ya veían mis acciones, todas ellas estaban en tu Libro; mis días estaban escritos y señalados, antes que uno solo de ellos existiera. ¡Qué difíciles son para mí tus designios! ¡Y qué inmenso, Dios mío, es el conjunto de ellos! Si me pongo a contarlos, son más que la arena; y si terminara de hacerlo, aún entonces seguiría a tu lado. Todos: Mira mi corazón, Señor y pon tus manos sobre nosotros. 3.- REFLEXIÓN Lector 3: Del libro “La oración es un riesgo” de Besnard. Si vives como si en tus actividades no está presente el Señor, no te sorprendas que tu oración quede ciega frente a la acción de Dios en tu historia. Si tu conducta es como la de un súbdito que ejecuta órdenes y leyes, no te sorprendas que no baje ni una gota de su misericordia a tus labios y no sientas sus dulzuras. Si tus acciones son motivadas por el miedo de un dueño y patrón, ¿cómo podrás ser disponible y gozoso bajo la mirada de su sobreabundante bondad? Si te quejas de él en todas las contrariedades de la vida, ¿cómo podrás complacerte cerca de él en la hora de la oración? Si dudas que él sea lo suficientemente poderoso para salvarte de tus pecados, ¿cómo podrás en la oración tener más que una conversación superficial e insignificante? Si no lo sientes como una quemadura en el alma, que te impulsa a amar más y mejor a tus hermanos, está claro que el contacto en la intimidad con Él será glacial. Si consideras su Palabra aún menos importante que las páginas del periódico y de las noticias cotidianas, pregúntate qué es lo que podrás decirte cuando tu pretenderás escucharlo. 4.- OREMOS JUNTOS Todos: Señor, hago mucha fatiga en reconocerte, cuando Tú te das y te revelas a mí. Me espero siempre que Tú seas semejante a ese dios que me imagino y espero que seas: poderoso, ambicioso, invulnerable, temible, vengador! Me desconcierto cuando Tú te revelas a mí, dulce y humilde corazón. Se me hace difícil verte en tu rostro de amante y solo en tu talante de misericordia. Te hecho en la cara que me abandonas, cuando Tú, en verdad, te abandonas enteramente a mí. Te acuso de callar, cuando en la verdad Tú estás gritándome tus caminos. Y me alejo de Ti, cuando tú te revelas en la cruz, porque no me gusta subir en la cruz, tras de ti. Tú serás para mí, siempre, un Dios escondido, hasta que buscaré de darte mi rostro, hasta que trataré de bajarte y hacerte semejante a mí, mientras Tú me ofreces tu rostro diferente del mío, y te manifiestes siempre en forma 4 sorprendente, con la verdad de ti mismo, y no con mi pequeña verdad, hecha de contradicciones. 5.- CANTO: EL SEÑOR ES MI FUERZA EL SEÑOR ES MI FUERZA, MI ROCA Y SALVACIÓN. (2) Tú me guías por sendas de justicia, me enseñas la verdad. Tú me das el valor para la lucha, sin miedo avanzaré. Iluminas las sombras de mi vida, al mundo das la luz, Aunque pase por valles de tinieblas, yo nunca temeré. Yo confío el destino de mi vida al Dios de mi salud. A los pobres enseñas el camino, su escudo eres Tú. El Señor es la fuerza de su pueblo, su gran libertador. Tú le haces vivir en confianza, seguro en tu poder. 6.- ESCUCHAMOS LA PALABRA Guía: Jesús conoce nuestra verdad, que está hecha de búsqueda, de ansiedades y de fracasos; y está siempre dispuesto a sentarse cerca de nuestro pozo, nos espera, para ofrecernos SU verdad, que da plenitud de vida. Escuchamos esta propuesta en el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana. Lector 4: Del Evangelio de Juan, capítulo 4: Jesús Llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber". Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. La samaritana le respondió: "¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos. Jesús le respondió:"Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva". "Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?". Jesús le respondió: "El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna". "Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no 5 tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla". Jesús le respondió: "Ve, llama a tu marido y vuelve aquí". La mujer respondió: "No tengo marido". Jesús continuó: "Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad". La mujer le dijo: "Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar". Jesús le respondió: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad". La mujer le dijo: "Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo". Jesús le respondió: "Soy yo, el que habla contigo". Palabra de Dios Todos: Te alabamos Señor. 7.- PARA REFLEXIONAR Guía: Jesús siempre toma la iniciativa del encuentro. Sabe esperar el momento en que cada uno, como la samaritana, tiene que acercarse al pozo, sediento y con el cántaro vacío. La mujer viene como siempre, para el agua de siempre, con el cansancio de siempre, con la seguridad de siempre, con los prejuicios de siempre, con una mirada furtiva hacia ese hombre solo, judío, que sorprendentemente se hace el sediento, y le pide de beber. Ella se siente molesta, despectiva, pero Jesús le ofrece un agua diferente, que llega de gozo y apaga la sed. Y ella curiosa: “dame de esa agua”. Allí quería llegar Jesús, que ella se sintiera necesitada, tras de la máscara de seguridad y despecho. Para sacarnos de nuestras necesidades, siempre hace falta tomar consciencia de que necesitamos otra agua, para la sed interior de la vida. No basta tener cosas inútiles, o siete maridos, o llenarse de superficialidades, para esconder nuestras reales necesidades. Te agarras a lo superfluo para negarte lo necesario. Necesitas de Jesús, pero tienes miedo de decírtelo a ti mismo. Necesitas ternura y amistad, pero asumes un rostro de dureza y seguridad. Necesitas libertad, y te amarras a las cadenas. Necesitas sabiduría de vida y te alimentas del glamur de las últimas telenovelas. Necesitas convicciones profundas y te dejas llevar solo por el sentimiento del momento. Necesitas conversión del corazón y pones parches y anestéticos de pequeñas devociones. Dichosa Samaritana que se dejó llevar por la sed interior, abrió su verdad de vida a Jesús y recibió la Verdad de Jesús, que renovó su existencia. 6 8.- OREMOS JUNTOS Guía: Respondamos: LIBÉRAME JESÚS Lector 5: - Del deseo de ser estimado - Del deseo de ser amado - Del deseo de ser buscado - Del deseo de honores y éxito - Del deseo de ser alabado - Del deseo de ser preferido - Del deseo de ser aprobado - Del temor de ser humillado - Del temor de ser rechazado - Del temor de ser despreciado - Del temor de ser olvidado - Del temor de ser abandonado Guía: Respondamos ahora: DAME LA GRACIA DE ACEPTARLO Y AMARLO, OH JESÚS Lector 5: - Que otros sean más estimados que yo - Que otros sean más amados que yo - Que otros sean preferidos a mi - Que otros crezcan en la opinión de la gente más que yo - Que otros sean más alabados que yo Guía: Respondamos: CONCEDEME, JESÚS Lector 5: - el conocimiento y la verdad de mi mismo - El recuerdo y la consciencia de tu misericordia - La persuasión de mi debilidad - La aceptación de tu voluntad - El rechazo de todo odio, envidia, resentimiento y celos - La prontitud en el perdón y en la comprensión - La prudencia de callar los defectos de los demás - La paz y la caridad con todos 9.- CANTO: HAZME UN INSTRUMENTO DE TU PAZ Hazme un instrumento de tu paz, donde haya odio lleve yo tu amor, donde haya injuria, tu perdón, Señor, donde haya duda, fe en Ti. MAESTRO, AYUDAME A NUNCA BUSCAR EL SER CONSOLADO, SINO CONSOLAR; SER ENTENDIDO, SINO ENTENDER; SER AMADO, SINO YO AMAR. 7 Hazme un instrumento de tu paz, que lleve tu esperanza por doquier; donde haya oscuridad, lleve tu luz, donde haya pena, tu gozo, Señor. Hazme un instrumento de tu paz, es perdonando que nos das perdón, es dando a todos como Tú nos das, muriendo es que volvemos a nacer. 10.- ESCUCHAMOS LA PALABRA Lector 6: Del evangelio de Mateo (Mt.5,33-48) Han oído que se dijo: ojo por ojo y diente por diente. Pero yo les digo que no enfrenten al que les hace mal; al contrario, a quien te abofetea la mejilla derecha, preséntale también la otra; al que te demande para quitarte la túnica, dale también el manto; al que te pida que te acompañe por un kilómetro, ve con él por dos. A quien te pida, dale y no des la espalda al que te pide prestado. Han oído que se dijo: ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo les digo: amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen. Así serán dignos hijos de su Padre que está en los cielos, que hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia sobre justos e injustos. Porque, si aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solo a sus amigos, ¿qué hacen de extraordinario? No hacen lo mismo los paganos? Ustedes sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto. Palabra del Señor. Todos: Gloria a Ti Señor Jesús. 11.- PARA REFLEXIONAR Lector 7: (De la “Historia de un alma”, de Santa Teresa del niño Jesús) “Los rayos luminosos de la verdad: Madre querida, quizás se maravillará como pensando a la verdad de las cosas, le escriba este pequeño acto de caridad, pasado ya desde tanto tiempo. Lo relato porque siento que a través de ello, debo cantar las maravillas del Señor. Una noche de invierno estaba realizando, como siempre, mi pequeño servicio con una hermana enferma. Hacía frío y estaba obscuro. De repente oí en la lejanía el sonido armonioso de un instrumento musical y me imaginé un amplio salón lleno de luces y fiesta, con chicas elegantes que bailaban y se trataban las unas a las otras como lo hacen en el mundo. Luego mi mirada se puso en la pobre enferma a quien estaba sosteniendo, y en lugar de la música escuchaba sus gemidos, y en lugar de luces y fiesta veía los ladrillo austeros de nuestro claustro, apenas iluminados por una pálida luz. No puedo expresar entonces lo que pasó en mi alma: el Señor la iluminó con los rayos de la verdad, que superan totalmente las luces tenebrosas de las fiestas de la tierra, y no acababa de creer en tanta felicidad. Para gozar mil fiestas mundanas, no hubiera dado ni 10 minutos de mi humilde servicio de caridad. Si ya en el sufrimiento, en 8 medio de la lucha, se puede vivir un instante de felicidad, que supera todas las alegría de la tierra, ¡Qué será en el cielo, cuando veremos en gozo y reposo eternos la gracia inefable que el Señor nos ha hecho, eligiéndonos para habitar en su casa?” 12.- ORACIÓN DIALOGADA Guía: Muchas veces también nosotros, Señor, sabemos reconocer el pecado de los demás, pero no nos damos cuenta que es también nuestro pecado. Frente a esta verdad nos consuela el hecho de que eres un Padre bueno y con este gozo en el corazón pedimos tu perdón. Lector 8: Por las veces en que he creído de poder amar solamente a los que piensan como yo, y despreciar a los que tienen otros pensamientos, Todos: Perdóname, Señor L.- Muchas veces he dejado hacer a otros lo que podría hacer yo, Todos: Concédeme, Señor, vivir con sinceridad la vida que me has donado y que Tú esperas que la done a los demás, en servicio y caridad. L.- Muchos me dicen que se puede vivir sin fe, sin compromisos, dejándose llevar por los instintos y las ganas del momento. Todos: Hazme gustar, Señor, cada día, la sed de agua viva, que Tú solo puedes concedernos. L.- Muchas veces me dejo convencer que para tener éxito y bienestar hace falta renunciar a ser personas coherentes con los propios ideales y aprovechar las ocasiones, Todos: Dónanos, Señor, la gracia de vivir con mayor coherencia. L.- Tengo normalmente buenos oídos para escuchar las voces de la diversión, de los amigos, del interés, de los bienes materiales, de las novedades mundanas, pero me hago sordo a tus Palabras y a tus llamados. Todos: Señor, habla, que tu siervo te escucha. Llámanos, porque estamos dispuestos a realizar tu voluntad en nuestra vida. 13.- PARA REFLEXIONAR Lector 9: De las Confesiones de San Agustín: “Estimulado a entrar en mi mismo, bajo tu guía, entré en la intimidad de mi corazón, y lo pude hacer porque Tu te has hecho mi ayuda. Entré y vi con el ojo del alma una luz intensa y que superaba mi misma mirada interior y mi entendimiento. No era una luz terrena o visible que resplandece delante de la mirada humana. Diría más bien todavía poco si dijera que era un luz mucho más fuerte de aquella común, o más intensa que penetraba todas las cosas. Era otra luz, mucho muy diferente de las otras luces de este mundo. Era la luz que me ha creado. Quien conoce la verdad conoce esta luz. ¡Oh eterna Verdad y verdadero Amor y amada eternidad! Tú eres mi Dios y a Ti anhelo día y noche. 9 Apenes te conocí y me elevaste en lo alto para ver lo que yo solo nunca hubiera podido ver. Has iluminado las debilidades de mi vida, resplandeciendo poderosamente dentro de mí. Temblé de amor y de temor. Me encontré lejos, como en una tierra extranjera, donde me parecía escuchar tu voz desde lo alto que me decía: “Yo soy la comida de los fuertes, crece y me tendrás. No me transformará a mí en ti, como pasa con la comida en el cuerpo; sino que será tú a ser transformado en Mí.” Buscaba la manera de encontrar la fuerza suficiente de para gozar de Ti, pero no la encontraba, hasta que no abracé al Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Jesucristo. Él me llamó y me dijo: “Yo soy el camino, la Verdad y la Vida”… Así tu sabiduría, por la cual has creado todas las cosas, se hacía alimento de nuestra debilidad de niños. Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te he amado. Tú estaba dentro de mí, pero yo estaba afuera de Ti y allí te buscaba. Y yo, bruto, me aventaba sobre las cosas bellas creadas por Ti. Tu estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Me tenían lejos de Ti aquellas creaturas que, si no existieran en Ti, ni existirían. Me has llamado, has gritado, has roto mi sordera. Me has encandilado, y finalmente has vencido mi ceguera. Has soplado sobre mí tu perfume y yo lo he respirado, y ahora te ansío. Te he gustado y ahora tengo hambre y sed de Ti. Me has tocado y ahora ardo del deseo de conseguir tu paz. 14.- OREMOS JUNTOS Todos: Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te he amado. Tú estaba dentro de mí, pero yo estaba afuera de Ti y allí te buscaba. Yo me aventaba sobre las cosas bellas creadas por Ti. Tu estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Me tenían lejos de Ti aquellas mismas creaturas que, si no existieran en Ti, ni existirían. Me has llamado, has gritado, has roto mi sordera. Me has encandilado, y finalmente has vencido mi ceguera. Has soplado sobre mí tu perfume y yo lo he respirado, y ahora te ansío. Te he gustado y ahora tengo hambre y sed de Ti. Me has tocado y ahora ardo del deseo de conseguir tu paz. Solo Tu Señor eres la paz 15.- CANTO: TÚ ERES MI SEÑOR (Sl. 15) Cantado: Tú eres mi Señor, ningún bien tengo sin Ti. Tú eres mi Señor, /no hay felicidad fuera de Ti (2). (cantado o rezado por un lector) El Señor es la porción de mi herencia, tú eres quien guarda mi suerte, cayeron mis cordeles 10 en parajes amenos y me encanta mi heredad. Todos: Tú eres mi Señor, ningún bien tengo sin Ti. Tú eres mi Señor, /no hay felicidad fuera de Ti L. Bendigo a Yavé que me aconseja, aún de noche me instruye, pongo siempre al Señor ante mis ojos, pues con Él no vacilo. Todos: Tú eres mi Señor, ningún bien tengo sin Ti. Tú eres mi Señor, /no hay felicidad fuera de Ti L. Por eso mi corazón se alegra, en Ti descanso seguro, me enseñarás el camino de la vida, a tu derecha delicias por siempre. Todos: Tú eres mi Señor, ningún bien tengo sin Ti. Tú eres mi Señor, /no hay felicidad fuera de Ti BENDICIÓN CON EL SSMO ( si es el caso).