verdad, memoria y lucha contra la impunidad

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COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
Colombia Nunca Más
Crímenes de Lesa Humanidad
ÍNDICE
Presentación
5
Propósitos y finalidades del proyecto COLOMBIA NUNCA MÁS
7
Crímenes de Lesa Humanidad
15
Modelos de la represión en el periodo 1966-1998
23
Victimizaciòn, evolución y modalidades de crímenes de lesa humanidad
en el periodo 1966-1998
29
La Memoria Histórica
39
La Impunidad
43
Consecuencias jurídicas y políticas de la Impunidad
51
Hacia la superación de la Impunidad
63
59 La Justicia
El primer informe del Proyecto
65
Bogotá, D. C., diciembre de 2003
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
VERDAD MEMORIA Y LUCHA
PRESENTACIÓN
Con la publicación de Verdad, Memoria y Lucha contra la Impunidad, el Proyecto COLOMBIA
NUNCA MAS presenta las perspectivas fundamentales con que adelanta su trabajo de
documentación sobre los crímenes de lesa humanidad en Colombia ocurridos durante el período
1966-1998.
Este documento busca devolver, parcialmente, la experiencia adelantada por el Proyecto a través de
sus propósitos y resultados; así como transmitir de modo ágil y claro los aspectos que configuran su
campo especifico de interés, tales como la caracterización de los crímenes de lesa humanidad como
crímenes de estado y su evolución por modalidad.
Con Verdad, Memoria y Lucha contra la Impunidad se resume la opción estratégica del Proyecto:
esclarecimiento de los hechos, salvaguarda de la memoria y superación de la impunidad a través de
la sanción a los responsables y reparación de lo destruido. En ese sentido, se explican con detalle
los mecanismos de la impunidad más recurrentes que la configuran como una política de control
social del estado y los valores desde los cuales se plantea su superación y se demanda la
reparación de las víctimas.
Finalmente, se referencian, a modo de síntesis, los contextos históricos, económicos y políticos de
los crímenes de lesa humanidad en las zonas 7a y 14a, ya publicadas como informe parcial en el
año 2000.
Toda la información presentada, tanto estadística como testimonial, así como los casos con que se
ejemplifican algunas modalidades de crímenes, ha sido documentada y reposa en las Bases de
Datos del Proyecto.
La presente publicación busca constituirse como una verdadera herramienta y un aporte a la lucha
contra la impunidad, de urgente reivindicación en la actualidad, para que NUNCA MAS se repita el
horror de los crímenes contra la humanidad en nuestro país.
PROPÓSITOS Y FINALIDADES DEL PROYECTO
COLOMBIA NUNCA MÁS
Colombia Nunca Más es una iniciativa que tiene propósito de aportar en la lucha contra la
impunidad de los Crímenes de Lesa Humanidad1 cometidos en Colombia, entre 1966 y 1998, desde
la perspectiva de la recuperación de la memoria histórica.
Desde su inicio el Proyecto se ha propuesto, entre otras tareas:

1
dar consistencia y confiabilidad a la información sobre los crímenes de lesa humanidad con
que cuentan las Organizaciones Sociales, Familiares de víctimas, Víctimas y las
Organizaciones de Derechos Humanos, en especial aquellas que la pongan a disposición del
CNM;
Cuando nos referimos a los crímenes de lesa humanidad, hablamos de infracciones que ofenden la conciencia ética de
la humanidad y niegan la vigencia de las normas indispensables para la coexistencia humana. Los crímenes de mayor
ocurrencia en nuestro país son las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones forzadas y las torturas.
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad


contribuir al análisis global sobre la realización de Crímenes de Lesa Humanidad en Colombia
mediante la documentación de contextos, procesos jurídicos y vivencias de las mismas
víctimas y organizaciones victimizadas; y,
estimular a las Organizaciones Sociales, Víctimas, Familiares de Víctimas y Organizaciones
de Derechos Humanos de Colombia a la creación de un movimiento social de lucha en contra
y por la superación de la impunidad en que se encuentran los Crímenes de Lesa Humanidad
en el país.
Esta iniciativa, que al comienzo llamamos Proyecto Nunca Más, es una realidad construida con el
trabajo y los deseos de justicia de mucha gente (no sólo aquí en Colombia), y va mucho más allá de
la documentación de los crímenes, siendo éste un proceso fundamental en la lucha contra la
impunidad.
Colombia Nunca Más pretende también aportar elementos de análisis que posibiliten comprender
las causas económicas y políticas de los crímenes, los contextos específicos de tiempo y lugar, de
acuerdo a la coincidencia de los conflictos que motivaron las violaciones, los actores involucrados,
los mecanismos utilizados para ejecutar los crímenes y garantizar su impunidad, y los daños
causados a las comunidades y organizaciones.
8
La labor de Colombia Nunca Más tiene por finalidad promover, potenciar y apoyar, expresiones
sociales organizadas de lucha contra la impunidad desde las víctimas, comunidades y
organizaciones afectadas. Estamos convencidos que este debe ser el sentido último de cualquier
proceso de recuperación de memoria histórica, y también que la solución a la crisis de derechos
humanos y la superación de la impunidad pasa por el rechazo claro de la sociedad colombiana a
este tipo de prácticas.
El despliegue del proyecto
Colombia Nunca Más es un proceso iniciado por varias organizaciones sociales y de derechos
humanos, convocado a nivel nacional y realizado por numerosas organizaciones sindicales,
campesinas, comunitarias, eclesiales, culturales, etc., de carácter local, regional y nacional, que se
fueron articulando a través de los equipos de trabajo que en diferentes regiones fueron conformados.
Durante este tiempo hemos documentado información de más de 41.000 víctimas de torturas,
desaparición forzada y/o ejecución extrajudicial en todo el país.
La idea del Proyecto Colombia Nunca Más surge en la etapa final de la campaña denominada
"Colombia Derechos Humanos Ya" que realizaron numerosas organizaciones sociales y de
Derechos Humanos no Gubernamentales a mediados de los años noventa. Estas pretendían hacer
una denuncia nacional e internacional de la múltiples y graves violaciones a los más elementales
derechos y de la total impunidad en que se encontraban por la sistemática conducta del Estado a no
hacer justicia, aún siendo el mayor agente responsable.
En el marco de la mencionada campaña se realizaron algunas actividades conducentes a conocer
las distintas experiencias de lucha contra la impunidad que se estaban impulsando en ese momento.
También hubo un acercamiento a lo que fueron las distintas Comisiones de la Verdad
implementadas en Sur y Centro América. Este acercamiento a llevó la conclusión de que habían sido
mecanismos ineficaces en la lucha por la superación de la Impunidad.
Para ese mismo tiempo en el país se estaban presentando algunas circunstancias que hacían
presumir alguna posibilidad de convocatoria a una eventual Comisión de Verdad para el caso
colombiano. En tal sentido, a las organizaciones sociales les asistían preocupaciones tales como la
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necesidad de hacer una documentación exhaustiva de los casos de Crímenes de Lesa Humanidad,
las condiciones creadas desde las instancias del Estado para que no fuera posible la realización de
investigaciones sobre estos crímenes y la posible negociación con los grupos insurgentes del
conflicto político militar que vive el país.
Los organismos de derechos humanos valoraban que de ser convocada una Comisión de Verdad,
sería imposible que lograra resultados conducentes a la disminución de la impunidad, al castigo a los
victimarios de lesa humanidad. Por eso, después de un año de discusiones, diez organizaciones de
derechos humanos, decidieron dar inicio a lo que hoy se conoce como el proyecto Colombia Nunca
Más.
9
El proyecto Colombia Nunca Más terminó siendo una iniciativa de 17 organizaciones no
gubernamentales de derechos humanos y sociales, en búsqueda de recuperar la memoria de las
víctimas de la última etapa de violencia política en nuestro país:
Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Colombia —ASFADDES—, Colectivo de
Abogados "José Alvear Restrepo", Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz, Fundación
Comité de Solidaridad con los Presos Políticos —CSPP—, Comité Permanente por la Defensa de los
Derechos Humanos —CPDH-, Comisión Interfranciscana de Justicia, Paz y Reverencia con la
Creación, Corporación Sembrar, Comité Regional de Derechos Humanos de Santander —
CREDHOS—, Fundación Reiniciar, Colectivo de Derechos Humanos Semillas de Libertad —
CODEHSEL—, Corporación Jurídica Libertad, Comunidades Eclesiales de Base y Grupos Cristianos
de Colombia —CEBS—, Humanidad Vigente Corporación Jurídica, Fundación Manuel Cepeda,
Asociación Nacional de Usuarios Campesinos Unidad y Reconstrucción —ANUC UR—, Asociación
Nacional de Ayuda Solidaria —ANDAS— y la Comunidad de los Misioneros Claretianos de
Colombia.
La información hasta ahora sistematizada por el proyecto Colombia Nunca Más, da cuenta de
aproximadamente 29.051 ejecuciones extrajudiciales, 3.843 víctimas de detenciones-desapariciones
y 8.513 víctimas de torturas, esto sin contar las victimas de otras infracciones. Los crímenes han sido
documentados mediante testimonios, denuncias, prensa y el análisis de procesos penales y
disciplinarios a más de la información general sobre las dinámicas económicas y políticas de las
regiones donde han sido cometidos.
Al analizar quienes eran las víctimas, es posible develar una realidad que sistemáticamente ha sido
ocultada por quienes detentan el poder, económico y político. Los diferentes sectores sociales que
se han organizado para buscar mejores condiciones de vida o las organizaciones de oposición
política que propendían por un cambio en las costumbres políticas y en la forma de ejercer el poder,
han sido sistemáticamente perseguidas y exterminadas, y los sobrevivientes, obligados al
desplazamiento o al exilio. En efecto, la información disponible evidencia el genocidio del movimiento
campesino, del movimiento indígena, de los trabajadores, de los movimientos cívicos regionales y de
los movimientos políticos de oposición, siendo uno de los casos más dramáticos el de la Unión
Patriótica y el Partido Comunista.
La impunidad de estos miles de crímenes ha sido garantizada a partir del diseño e implementación
de más de 80 mecanismos para impedir que sean conocidos y enjuiciados los responsables y
beneficiarios de los mismos; algunos de esos mecanismos son de rango constitucional o legal (fuero
penal militar, ausencia o indebida tipificación de los crímenes de lesa humanidad, por ejemplo); otros
son de hecho (antes, durante y después de los crímenes, y están encaminados a impedir incluso,
saber quién era la víctima, de qué lugar provenía, a cual organización social ó política pertenecía,
qué proyectos encarnaba), y varios están directamente relacionados con los desarrollos posteriores
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de las investigaciones judiciales o disciplinarias. En este campo, reiteradamente hemos encontrado
que en los hechos por los cuales es realizada alguna investigación, éstas son encaminadas
únicamente hacia los autores materiales, en tanto que los autores intelectuales o los beneficiarios de
los crímenes, son absueltos o no son vinculados a los procesos.
10
El paramilitarismo, mecanismo de impunidad por excelencia
Es necesario hacer mención directa de uno de los principales mecanismos de impunidad: el
paramilitarismo, cuyo origen se corresponde con directrices internacionales diseñadas en el marco
de la Doctrina de la Seguridad Nacional, a comienzos de los años sesenta.
La documentos al respecto expresan que Colombia estaba incluida en esta estrategia
contrainsurgente desde 1962. En el ámbito interno la implementación del modelo paramilitar se
remonta a finales del año 1965, bajo un manto de legalidad, otorgado por el decreto 3.3 6 8 de ese
año. Desde entonces, el paramilitarismo ha sido la manera usada por excelencia para "privatizar" la
práctica del terrorismo de estado, en aras de "salvaguardar" el statu quo de quienes detentan el
poder, manteniendo "limpia" la imagen del Estado que dicen defender.
Y sin embargo, sostener que el paramilitarismo es un designio de la jerarquía militar de alto nivel e
incluso una política de estado, comprobada la participación y connivencia del ejercito y otros
sectores del poder público en su instrumentalización, es solo un punto de partida. Queda por explicar
su crecimiento y consolidación, su expansión y diversificación regional, así como el grado de apoyo a
sus metas; determinar las modalidades del apoyo institucional y político por parte del Estado, del
apoyo operativo de las tropas y unidades militares, así como su funcionalidad económica. La
estrategia paramilitar no surge acabada, como definitivamente prevista, pues a través de los años ha
sufrido cambios.
11
Sobre el caminar del Proyecto Colombia Nunca Más
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El Proyecto COLOMBIA NUNCA MAS se hizo realidad con el trabajo y los deseos de justicia de
mucha gente. Pero es también mucho más. Es una idea, unos principios, una actitud. Incluso un
movimiento de gente alrededor de esa idea de justicia y de verdad; la memoria y la identidad de un
pueblo. De hecho, en numerosos países de América Latina decir NUNCA MÁS implica muchas más
cosas que una institución, un informe o un documento. Es el referente para un sentimiento
generalizado de saturación y de reacción frente a tantos crímenes de Estado.
Quienes, hacemos parte de esta iniciativa de lucha contra la impunidad por los crímenes de lesa
humanidad cometidos en Colombia, también somos conscientes de que a diferencia de Argentina,
Uruguay, Chile o incluso Guatemala, en Colombia seguimos en mitad del "camino de la niebla".
También tenemos claro que los procesos de recuperación de nuestra memoria no son indoloros;
remover en nuestro dolor y en nuestros recuerdos necesariamente nos va a producir una reacción.
Sin embargo, creemos que depende de nosotros y nosotras, que esta reacción se quede ahí, en un
dolor inmovilizante, o por el contrario suponga un paso a lo que llamamos la dignificación de las
víctimas, de sus vidas y de sus logros, para así contribuir a transformar la 'historia oficial' y convertir
los recuerdos individuales, escondidos, en memoria colectiva de todo un pueblo que no quiere repetir
ni permitir nuevas vergüenzas en nombre de la razón de Estado y que lucha para que NUNCA MAS
sean cometidas estas atrocidades.
Reconocemos que nuestros esfuerzos de
resistencia son necesariamente tímidos y
modestos. Pero no importa. Pensamos que es
mejor trabajar a la luz de una vela que sentamos a
esperar a que escampe la niebla. El dolor es
demasiado grande y queremos que nuestra
reacción sea de construcción de futuro, en lugar
de bloquearnos en el presente, en el odio o la
impotencia. Junto con los compañeros de
ASFADDES, estamos convencidos que "no hay
dolor inútil", tal y como enseña su lema.
Nos anima un terco e inmenso sentido de
esperanza, en que algún día serán posibles la
Dignidad y la Justicia en nuestro país; nos anima
también la permanente solidaridad de pueblos y
organizaciones hermanas, 12 que desde
diferentes partes del mundo, han acompañado a
las comunidades y organizaciones colombianas,
desde hace ya muchos años, muchas de las
cuales nos han precedido en la lucha para que
NUNCA MÁS sean cometidos crímenes de lesa
humanidad en sus países y tampoco en otros
lugares del mundo.
El campesinado, la principal víctima
El 17 de Enero de 2001 en el corregimiento
de Chengue del municipio de Ovejas, en el
departamento de Sucre, fueron asesinados
34 campesinos por miembros del Bloque
Norte de la estructura paramilitar conocida
como AUC. Los victimarios llegaron al sitio
a las 3:00 a.m. y ejecutaron a algunas de
sus víctimas con tiros de gracia; otros
fueron degollados con machete o
asesinados con macetas de piedra y palo; el
grupo de asaltantes incendió posteriormente
30 casas del lugar. Helicópteros militares
sobrevolaron la zona horas antes y minutos
después de la masacre. La Fiscal de
Sincelejo YOLANDA PATERNINA,
encargada de la etapa instructiva del
proceso fue asesinada en agosto de ese
mismo año.
Nuestra exigencia global consiste en crear hacia el futuro una Comisión de Esclarecimiento,
Juzgamiento y Reparación de los crímenes de lesa humanidad cometidos en Colombia, como
instrumento de lucha contra la impunidad. Contemplamos que ella pueda realizarse en cualquiera de
los escenarios posibles (las víctimas directamente frente al Estado o en el marco de los diálogos
entre el Estado y los movimientos insurgentes), para que allí sean resueltas las reclamaciones
realizadas, en armonía con la legislación internacional sobre derechos humanos ratificada por los
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Estados, incluido el colombiano; y de otra parte, para que sean resueltos todos los aspectos
planteados con relación a los crímenes de lesa humanidad cometidos en el pasado y de los cuales la
información del Proyecto Colombia Nunca Más es sólo una muestra.
13
DISTRIBUCIÓN DE LAS VÍCTIMAS SEGÚN AÑO DE AGRESIÓN
AÑO
ASESINATO
DESAPARICIÓN
TORTURA
TOTALES
1966
1967
1968
1969
1970
1971
1972
1973
1974
1975
1976
1977
1978
1979
1980
1981
1982
1983
1984
1985
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
TOTAL
33
15
4
25
50
52
48
201
115
67
99
162
114
113
99
156
504
672
528
727
1068
584
3324
2487
1880
1993
2744
2581
1919
1745
1487
2008
1447
29051
26
0
0
0
7
1
1
3
5
5
6
15
18
55
13
89
149
147
141
186
218
170
336
201
276
214
252
210
204
103
223
273
296
3843
29
14
7
8
67
79
89
203
59
150
288
186
376
1229
287
275
259
286
146
271
348
217
266
352
355
314
510
576
396
273
162
225
211
8513
88
29
11
33
124
132
138
407
179
222
393
363
508
1397
399
520
912
1105
815
1184
1634
971
3926
3040
2511
2521
3506
3367
2519
2121
1872
2506
1954
41407
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
CRÍMENES DE LESA HUMANIDAD
Son los actos inhumanos cometidos contra la población civil por motivos sociales, políticos, raciales,
religiosos o culturales. Cuando se habla de lesa humanidad se enfatiza en que son de especial
gravedad, puesto que atentan contra toda la especie humana, (laesae, significa injuriar, herir,
lesionar; son crímenes de humanidad injuriada, humanidad herida, humanidad lesionada) .
Los crímenes de lesa humanidad son actos de crueldad contra el género humano, que ofenden su
dignidad y destruyen su cultura, porque atacan lo más esencial del ser humano: su vida, su
integridad y su libertad. Entre los crímenes de lesa humanidad se cuentan: Asesinato, Exterminio,
Genocidio, Tortura., Esclavitud, Persecución, Discriminación, Deportación o traslado forzoso de
poblaciones. Detención arbitraria, Desaparición forzada de personas, Apartheid, Violación y otros
abusos sexuales.
16
¿Qué los diferencia de los crímenes comunes?
Los delitos comunes se encuentran ya prohibidos y son castigados por las leyes de todos los países.
Los diferencia el hecho que los crímenes contra la humanidad son actos GENERALIZADOS y
SISTEMÁTICOS contra la población civil:
• Generalizados, porque son crímenes que se cometen contra una gran cantidad de víctimas, ya sea
por la cantidad de crímenes o por un crimen con muchas víctimas.
• Sistemáticos, porque son crímenes que se realizan con arreglo a un plan o política preconcebidos,
que permiten la realización repetida o continuada de actos inhumanos.
Estas características se presentan desde el momento en el cual se realizan con la finalidad de
afectar derechos comunes a una categoría de personas, por ejemplo a las personas de una misma
raza, o religión, o grupo político o social.
El castigo de estos crímenes también busca proteger a las personas como miembros de una
colectividad y no sólo como individuos, de modo que el atentado contra una persona no se convierta
en una amenaza para el grupo social, político, religioso o racial al cual pertenece y en el cual se
desarrolla como ser humano. Se entiende entonces que se quiera proteger las riquezas propias de la
especie humana, como la variedad de razas, culturas, ideas políticas, religiones, formas de
organización, grupos étnicos, entre otras.
Características de los crímenes de lesa humanidad.
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Los crímenes de lesa humanidad constituyen atentados tan graves contra la especie humana y
contra el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, que se encuentran revestidos de
características especiales:
1. Son crímenes imprescriptibles, es decir, que no se extingue la oportunidad de denunciarlos
judicialmente con el paso del tiempo, y que en cualquier momento pueden ser enjuiciados sus
autores y hacer exigible el castigo y la reparación a que haya lugar por la ocurrencia de los mismos.
2. Los Estados tienen el deber irrenunciable de perseguir y capturar a los autores de crímenes de
lesa humanidad en el lugar donde se encuentren, sin importar que los crímenes hayan sido
cometidos o no en el territorio del Estado que realiza estas acciones Es decir, los autores de
crímenes contra la humanidad están sujetos a la justicia penal internacional.
3. Por lo tanto, los autores de crímenes contra la humanidad no tienen derecho a que otro Estado les
conceda asilo o refugio en su territorio o en los edificios diplomáticos del gobierno de ese país
(embajadas, consulados, entre otros).
17
4. Los autores de crímenes de lesa humanidad tampoco tienen derecho a ser cobijados en sus
acciones por ningún tipo de inmunidad diplomática o de gobierno y serán juzgados conforme a la
jurisdicción penal internacional. Por lo tanto podrá ser juzgado cualquier funcionario del Estado.
5. En el caso de realizarse un juicio, los criminales contra la humanidad no están cobijados por
ningún fuero o jurisdicción especial o privilegio que les permita ser juzgados por sus iguales como si
estos crímenes constituyeran actos de gobierno o de ejercicio legal del poder, puesto que la
gravedad de los mismos rompe automáticamente con la relación que pudiera existir entre los actos
del servicio del funcionario y los crímenes cometidos. Por ello, no podrán ser juzgados por tribunales
militares, comisiones del Congreso u otro tipo de juntas de funcionarios que garantice la solidaridad
entre servidores públicos de la misma especie: entre criminales y favorecedores de la impunidad.
6. Y último, los criminales contra la humanidad no tienen derecho a que sus actos puedan ser
perdonados por amnistías o indultos, ya que la atrocidad, ferocidad y barbarie que generalmente
conforman la naturaleza de sus crímenes debe ser castigada para retribuir socialmente el daño
realizado contra personas, organizaciones o grupos raciales, étnicos, culturales, religiosos o políticos
y para que, con el recuerdo de este cruel y triste pasado NUNCA MAS puedan volver a repetirse en
el futuro.
Los CLH como crímenes de Estado
¿Por qué proteger la humanidad? ¿contra quién o contra qué? Los crímenes de lesa humanidad, por
sus características y por los móviles que lo conforman, requieren la movilización de medios de
destrucción que sólo el EJERCICIO DEL PODER puede facilitar a sus autores.
Crímenes como el exterminio, el genocidio y el traslado forzoso de poblaciones sólo pueden
realizarse con el apoyo y recursos de instituciones y personal del Estado, de igual manera, sólo
estos medios pueden estorbar o impedir que se cometan los crímenes. El apartheid, por ejemplo, es
un crimen que sólo puede ser cometido por un Estado.
Por ello es descabellado el que se señale a particulares como posibles autores, ya que de hecho es
imposible que tengan la capacidad de llevar a cabo tales empresas sistemáticas sin la ayuda de
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aparatos estatales; en todo caso, si se señala como autor del crimen a un individuo, no hay que
perder de vista de que se trata principalmente de la autoridad de un Estado.
También pueden cometer crímenes contra la humanidad aquellas fuerzas particulares que tienen el
control de un territorio y que se movilizan libremente dentro de él, es decir, con la tolerancia del
Estado. puesto que también tendrían el deber de garantizar los derechos fundamentales y respetar la
dignidad humana de quienes habitan ese territorio.
18
Así, la perspectiva adoptada por el Proyecto COLOMBIA NUNCA MÁS revive la significación clásica
que asimila los crímenes contra la humanidad a los CRÍMENES DE ESTADO, razón por la cual sólo
pueden cometerlos las autoridades de un Estado y los particulares que actúen con su tolerancia o
por su instigación (provocación o estímulo), a los cuales está encargado en su conjunto la protección
de los derechos humanos.
En caso contrario, el traslado de esta protección a las manos de los particulares, al hacer de los
individuos en general los autores de los crímenes contra la humanidad, genera graves
consecuencias:
1. Se deja al concepto de derechos humanos sin estructuras garantes, es decir, queda privado de
instrumentos de protección, que son esencialmente jurídicos.
2. Se diluye la responsabilidad de los autores de crímenes contra la humanidad, por la diversidad y la
falta de carácter sistemático entre ellos. Es decir, niega la ejecución de una política o plan general de
acción para el logro de los crímenes.
3. Se abre la posibilidad de que cualquier persona o grupo de personas se convierta en "protector"
de los derechos humanos y que empiecen a ejecutar con su propia mano instrumentos judiciales y
sanciónatenos, dando cabida a la multiplicación de "grupos de justicia privada" o a la imposición de
"la ley del más fuerte".
El Proyecto COLOMBIA NUNCA MÁS busca recuperar la noción de que los Derechos Humanos
constituyen un área de defensa de los ciudadanos, en cuanto seres humanos, frente a un Estado
agresor.
Los Derechos Humanos garantizan que el Estado se convierta en la instancia a la que se le exige la
protección de la dignidad humana y de los derechos fundamentales de los individuos de un país.
Esta exigencia de derecho puede realizarse tanto con las leyes del país donde se cometieron
crímenes de lesa humanidad como con la intervención de la comunidad internacional, lo cual traduce
por un lado la deslegitimación del Estado agresor y por el otro la legitimación de hecho de esta
intervención como manifestación de solidaridad de la especie humana para la defensa de sus
atributos esenciales.
19
La responsabilidad estatal y la intolerancia
social como justificación del paramilitarismo
Los habitantes del municipio de Yarumal, en Antioquia, conocieron en la primera mitad de los años
90, el tenebroso v criminal accionar de un grupo paramilitar que fue conocido entre la población
como "Los 12 Apóstoles". Se trataba de las "Autodefensas del Norte Lechero", conformadas en
marzo de 1993 como un organismo local de la fuerza pública llamado Sección de Orden Ciudadano,
SOC, y que fuera creado para llevar a cabo labores de la mal llamada "limpieza social'. El grupo
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paramilitar, que contó con el auspicio de la Asociación de Comerciantes de Yarumal, ASOCOYA, así
como con el respaldo del cura párroco de la localidad, sacerdote Gonzalo Palacio, rué integrado y
promovido por miembros del Ejército v la Policía adscritos al Batallón Pedro Nel Ospina, a la Base
Militar Marconi, v a la Estación de Policía de Yarumal y la SubSIJIN del Distrito de Policía No 7 de la
misma población.
La acción de este grupo tenía sin embargo amplio antecedente. Durante los años de 1991 y 1992 se
presentaron una serie de muertes violentas, algunas de ellas ejecutadas por miembros del Batallón
Pedro Nel Ospina, ante las que la Procuraduría inició vanas investigaciones. Todas estas muertes se
dieron a partir de la llegada al municipio del Capitán del ejército Ratael Herney González Pérez,
conocido entre la comunidad como el capitán "represa' sindicado de comandar los operativos en que
eran asesinadas personas de la localidad cuyos cuerpos aparecían en la represa de Yarumal. Para
esa época se desempeñaba como Comandante del mencionado batallón el Teniente Coronel Tirso
Winfer Alejo Montealegre.
En actuación coordinada con el alcalde de la época v con los comerciantes, el Capitán González
Pérez y, después de su traslado, e! Teniente Franklin Alexander Téllez Arévalo de la Policía
Nacional, promovieron reuniones donde se hablaba sobre las medidas de segundad que se deberían
tomar. En ellas participaron, además de los miembros de las fuerza publica y algunas
personalidades, el párroco del municipio, padre Palacio.
En 1992 fue distribuido en el municipio un panfleto en el cual se manifestaba la creación de un grupo
de defensa que amenazaba con dar muerte a rodos los secuestradores y extorsionistas. En efecto,
para esta época se presentaron una serie de asesinaros de 20 personas socialmente
estigmatizadas, algunos reconocidos expendedores de drogas y ladrones. Así sucedió en el caso del
asesinato de 5 jóvenes, de los cuales, según miembros del ejercito nacional, dos eran guerrilleros y
los otros tres atracadores, quienes fueron desaparecidos forzadamente, torturados y posteriormente
asesinados en el municipio de Entremos, Antioquia, por ordenes del mismo Capitán González. En
una reunión de marzo de 1993, organizada por los comerciantes de la población a la que asistieron
el cura párroco y las autoridades policiales y militares, se planteó nuevamente la necesidad de
organizarse contra la delincuencia y de hacer aportes económicos. Fue así como se tomó la decisión
de contratar un grupo de hombres armados para eliminar a determinados delincuentes, dando
nacimiento a un organismo de "defensa ciudadana" llamado SOC (Sección de Orden Ciudadano),
que tenía por objeto inicialmente prestar vigilancia y dar seguridad a los establecimientos de
comercio, entidades publicas y personalidades del municipio, además de ayudar económicamente a
las fuerzas armadas tanto con dinero en efectivo como con muebles o enseres que necesitara el
Ejercito o la Policía para cumplir sus funciones, auspicio económico realizado por ASOCOYA
(Asociación de Comerciantes de Yarumal).
Desde su creación, el grupo paramilitar contó con poder y respaldo exorbitante. Se apoyaba en el
párroco de la localidad, quién era el coordinador del grupo, y tenía como financiadores y
organizadores a todos los comerciantes y personalidades del municipio como eran, entre otros, los
señores Alvaro Vásquez, Emiro Pérez, Nonato Vargas, Paúl Martínez y Ernesto Espinel. Además de
contar con la participación activa y omisiva de los miembros de la fuerza publica local en sus
acciones, estos mismo eran quienes señalaban qué personas deberían ser ultimadas a través de la
elaboración de listas y el suministro de información sobre las víctimas que los apóstoles requerían
para realizar su labor.
En el mes de julio del mismo año, comenzaron los asesinatos selectivos ejecutados por el grupo de
hombres armados pagados por la SOC, denominados «Autodefensas del Norte Lechero», pero al
que la población dio el nombre de "los doce Apóstoles" o "Los Apóstoles" por la participación activa
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del párroco de la localidad. El grupo de los doce Apóstoles tenía como finalidad "limpiar" el municipio
de Yarumal de "antisociales".
Como integrantes y ejecutores de las acciones se encontraban, entre otros, Wilson Díaz (Adjunto
Tercero del Ejercito nacional y agente de inteligencia civil D-3), Norvey Arias Arroyave «el Ruso»
(agente de la policía nacional), Leónidas Pemberthy, Hernán Darío Zapata y Henry de Jesús Muñera
Sierra. Esto explica que a los apóstoles se les viera entrar y salir con frecuencia del comando de
policía, o en el parque, cerca de la estación de policía, donde solían permanecer. A esta situación se
sumaba que los miembros de la policía omitían ejercer vigilancia en los sitios de injerencia del grupo,
y que el ejército colaboró con el adiestramiento, como quiera que en la base militar de Marconi el
grupo de Los Apóstoles efectuó vanas prácticas de tiro, bajo instrucción de miembros de la unidad
militar allí acantonada.
Las víctimas ultimadas por el grupo eran todas personas de condición social marginada: habitantes
de tugurios, delincuentes, consumidores y expendedores de drogas, presuntos auxiliadores de la
guerrilla, y otras veces simples parroquianos quienes resultaban eliminados en forma similar, sin que
se tomaran medidas oficiales para evitarlo. El ejemplo más sobresaliente es el de los residentes del
barrio San Judas, barrio de invasión en el que todos sus habitantes fueron amenazados para que
salieran de allí 21 o de lo contrario "les costaría la vida'. El hecho, de publico conocimiento, fue
denunciado. Una vez empezaron los asesinatos sólo quedaron dos familias que no tuvieron, aún a
costa de su propia vida, un lugar donde refugiarse. Este barrio de invasión había sido construido en
un terreno de propiedad de comerciantes del municipio.
Cuando Los Apóstoles salían a aplicar lo que llamaban la "sentencia del juicio" (pues habían
decidido que una persona debía morir), vestían de negro, utilizaban pasamontañas, y algunas veces
utilizaban prendas de uso privativo de las fuerzas armadas. La mayoría de los homicidios se
cometían a altas horas de la noche, pero también actuaban a plena luz del día y cerca de los
comandos de policía ante la toral inercia de las autoridades policiales.
Los miembros de la fuerza pública no solo apoyaban la labor de "limpieza social" de Los Apóstoles
omitiendo sus funciones, sino que fueron prácticamente los gestores del grupo y quienes elaboraron
las listas de personas que debían ser ultimadas. Su actuación tomó básicamente tres formas: la
primera, de colaboración en la deplorable labor de "limpieza social" y se presenta con el
adiestramiento del mencionado grupo en la base militar Marconi; en segundo lugar, los miembros de
la policía v de la Subsijin participaron activamente en algunos de los homicidios cometidos por los
Doce Apóstoles, pues en la población de Yarumal conocían como «el carro de la muerte» un
campero rojo que pertenecía a la Subsijin y en el cual se transportaban los miembros del grupo
paramilitar; la tercera forma de participación se llevaba a cabo mediante una serie de operativos
realizados por la fuerza pública en los que no se aplicaban procedimientos de captura a los
presuntos delincuentes, sino que constituyeron una forma de aplicación de hecho de la pena de
muerte.
La grave violación a los derechos humanos condujo a los habitantes de la zona a denunciar los
hechos ante la personería municipal. La personera era la única autoridad del municipio en la cual
confiaba la ciudadanía puesto que la credibilidad de las demás autoridades del municipio quedaba
cuestionada ante la omisión y la demora en la toma de decisiones sobre los hechos. A causa de las
investigaciones iniciadas, la personera municipal de Yarumal, fue amenazada de muerte a mediados
de octubre de 1993. La población quedaba así sin instancias ante las cuales denunciar los
asesinatos cometidos por este grupo paramilitar que en tan sólo 4 meses había cobrado la vida de
24 personas. Los criminales no se detuvieron. Entre junio de 1995 y agosto de 1994, fueron
asesinadas en Yarumal, aproximadamente, 65 personas, y al menos otra más fue desaparecida.
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MODELOS DE LA REPRESIÓN EN EL PERIODO 1966-1998
El concepto Modelos de la represión o modelos represivos busca caracterizar la evolución de las
prácticas violatorias de los derechos humanos en diversos periodos. Para establecer dichas
características, se tienen en cuenta diversos aspectos que en su interactuación y dinámica
configuran un modelo de control social y político mas o menos determinado, tales como el
tratamiento jurídico del delito político y al conflicto social; el tratamiento "practico" al conflicto social y
político en materia de violaciones graves en los procedimientos (allanamientos, detención,
interrogatorios, proceso judicial y derecho de defensa); las modalidades y cuantificación de Crímenes
de Lesa Humanidad; la identificación de los sectores sociales criminalizados; los mecanismos de
impunidad, de hecho y de derecho, implementados; y la operatividad represiva (operativos y planes
militares, operaciones encubiertas y paramilitarismo).
Un modelo represivo es pues, la estrategia represiva que en un periodo determinado articula el
Estado, y asume el conjunto del establecimiento, y constituye el marco fundamental en el cual se
producen los crímenes de lesa humanidad y el conjunto de las violaciones a los derechos humanos.
Hay que anotar, además, que el conflicto armado ha servido de marco de legitimación a la política
estatal a través de todas las etapas represivas:
"En efecto, la imagen del comunismo internacional" (como "enemigo externo" devenido "enemigo
interno"), la del "terrorismo" y la de una guerrilla degenerada por alianzas con el narcotráfico,
metalizada por la industria del secuestro y transformada en bandidaje contra la población civil",
sirven de alivio para legitimar todas las modalidades de atropellos y asesinatos contra personas
totalmente ajenas al accionar armado. Bajo la táctica de acusar como "colaboradores de la
subversión" a sindicalistas, líderes agrarios, dirigentes comunales, miembros de comunidades
eclesiales y militantes por los derechos humanos, se ha querido legitimarla destrucción de millares
de vidas"2
1966-1981, primer modelo represivo
Puede reconocerse un primer modelo de represión basado en una dominación centralizada,
institucional y en el cual el ejercicio de la represión se apoya predominantemente en formalidades
legales.
24
En este sentido, en la década de los años setenta las características del modelo represivo estuvieron
dadas por la configuración de una represión centralizada e institucional, hecha abiertamente a
nombre del estado: fundamentada en normas legales y ante todo en los decretos de estado de sitio.
Se ubica 1977 como el año que marca el inicio de agotamiento del modelo represivo pues a partir de
entonces: i. Surgen los paros cívicos como forma de protesta rural y urbana paralela a las huelgas
tradicionales, ii. Se da una mayor autonomía del estamento militar en el manejo del orden público, y
iii. Se fortalece el recurso a la legalidad de excepción como mecanismo de control político.
El registro en ese mismo año de casos de desaparición forzada marca la aparición de nuevas
modalidades de represión. En 1 979, a raíz del robo de las armas del Cantón Norte de Bogotá, se
generaliza la tortura contra los detenidos políticos. Por aquellos años comienza a crecer el número
de asesinatos políticos que efectúan fuerzas oficiales y escuadrones de la muerte. Los años 1981 /
82 marcarán la máxima intensidad de este modelo de control político. Ya para entonces, no parece
2
2 (Revista Justicia y Paz, Vol.5, No 4, 1992, p.11).
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suficiente la represión fundamentada en la legalidad de excepción vigente como mecanismo de
control de la población y comienza crecientemente a recurrirse a nuevos mecanismos ilegales. En
adelante se abrirán paso nuevas modalidades represivas.
Hacia 1982 tiene lugar una represión parainstitucional basada en grupos pretendidamente privados y
por ende, más descentralizada y que, con sus propias inflexiones, abre un nuevo modelo. El fracaso
del modelo anterior era evidente, no solo por el agravamiento de la situación de los derechos
humanos en el país, sino por el fracaso militar en exterminar la guerrilla; los cálculos
gubernamentales estimaban en 1.945 las personas alzadas en armas en 1976 pero admitían que en
1984 ya eran 3.682.
1982-1987, El imperio de la represión paraestatal
El modelo de represión que se configura en este periodo tiene como elemento fundamental el
desarrollo de formas extralegales y clandestinas de represión.
Es durante el gobierno Betancur, 1982-1986, cuando se "modifica el marco político y jurídico de la
acción represiva precedente", lo que implica que ya no se llevará a cabo por medios institucionales,
abiertos y legales, sino que por el contrario, mediante la consolidación de la represión paraestatal y
la guerra sucia, lo cual se traduce en el aumento de las desapariciones, de las amenazas y de los
asesinatos con móvil político y el paulatino retroceso en la cantidad de detenciones oficiales.
La llamada guerra sucia aparece contemporáneamente al proceso de paz que se impulsa en el
gobierno de Betancur y es en este marco en el que se consolida. Tal guerra sucia se desata
inicialmente contra guerrilleros amnistiados, abogados defensores de presos políticos, voceros
guerrilleros en las negociaciones, militantes políticos de izquierda, considerados todos simpatizantes
de la actividad guerrillera.
25
El levantamiento del Estado de Sitio, en junio de 1 982, la creación de la Comisión de Paz en
septiembre siguiente y la promulgación de la Ley de Amnistía de noviembre del mismo año, marcan
en buena parte el ambiente político que conducirá de los diálogos con la guerrilla a los acuerdos de
paz firmados por varias organizaciones guerrilleras y el gobierno nacional entre marzo y agosto de
1984, y a los inicios de lo que se conoció como el Diálogo Nacional a comienzos de 1985.
La reacción a este clima de "proceso de paz" corrió paralela. Los asesinatos y demás crímenes en
este periodo rebelan las nuevas formas de represión que sobrevendrían. Surge con ello el terror
paramilitar de modo desembozado, muchas de estas estructuras irregulares reivindican los cada vez
más numerosos asesinatos y desapariciones, al igual que se generalizan las "listas negras" de
amenazados a muerte entre dirigentes y militantes de organizaciones gremiales, políticas y
humanitarias, religiosas y culturales.
Es claro que en un principio, lo que vino en llamarse "guerra sucia" constituyó una manifestación de
algunos sectores opuestos a la política de paz y apertura de nuevos espacios políticos. Pero la idea
de que es una "guerra" desatada por particulares es una generalización que oculta los vínculos y
participación de las autoridades militares con el accionar paramilitar. Un vínculo demostrado ya en
los informes confidenciales del DAS de 1983.
Después de una primera etapa, la guerra sucia se dirige contra nuevos sectores tales como los
líderes sindicales y magisteriales, así como a periodistas. La toma del Palacio de Justicia, en
noviembre de 1985, parece configurar una inflexión a partir de la cual tiende a agravarse la represión
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paraestatal, la cual vuelve a agudizarse luego del fracaso del proceso de paz, en 1 987, y golpea
particularmente a defensores de derechos humanos.
Pero el recurso paramilitar tiene también explicación como recurso para eludir la deslegitimación
jurídica del Estado y garantizar con mayor efectividad la impunidad de los victimarios. Diversas
estructuras paramilitares se constituyen en los nuevos agentes represivos y desde un principio
queda establecida la vinculación de militares activos en aquellas, tal y como lo develaría el informe
de la Procuraduría General de la Nación de febrero de 1983 en el que se señalaba a 1 63 personas
como miembros del grupo MAS, entre las que se encontraban 59 miembros de las Fuerzas Armadas
en servicio activo.
En esta etapa, los paramilitares se sirvieron así mismo del sicariato para la comisión de los crímenes
en una práctica que se vio fortalecida por el desempleo absoluto y la consecuente lumpenización de
los jóvenes urbanos. Por lo demás, este recurso les permitió con éxito la salvaguarda de sus
identidades.
1984-1985 fueron los años de mayor auge del paramilitarismo en este periodo, una vez sellada su
alianza con el narcotráfico. Provisto de tales recursos, se garantizaría la posterior consolidación de
sus estructuras en diversos territorios del país.
26
Rasgo esencial del funcionamiento paramilitar en el modelo represivo es la libertad de acción de
estos grupos en las zonas más militarizadas del país. De 1982 a 1987 se define un periodo en el que
se recurre a disposiciones legales que autorizaban a discreción la entrega de armas de uso privativo
a los civiles por razones de seguridad nacional, como es el caso de la ley 48 de 1968. Por lo demás,
los militares habían desarrollado disposiciones internas que reglamentaban la acción de dichos
grupos de civiles armados, entre las que está la 005 del 9 de abril de 1969.
En cuanto a las víctimas de este segundo modelo represivo, también puede distinguirse una lógica
de dominación distinta a la del primer periodo. Si en los años setenta se implementa la violación a los
derechos humanos contra el campesinado, en su mayor parte mediante asesinatos, mientras en la
ciudades se recurría a la detención y condena por legislación de excepción, en los años ochenta, al
tiempo que se intensifica, la guerra sucia se urbaniza crecientemente, y si bien los campesinos
siguen siendo las victimas mayoritarias, las victimas urbanas se diversifican. En este contexto se
consolida la acción criminal de los escuadrones de la muerte como mecanismo de la llamada
"limpieza social" dirigida contra sectores socialmente vulnerables: indigentes, prostitutas,
drogadictos, etc.
Así mismo, este segundo modelo represivo cambia el encarcelamiento arbitrario de los opositores
políticos y su sometimiento a todas las formas de tortura, por la desaparición forzada y el asesinato.
Se buscaba castigar, en primer lugar, a los "amnistiados", y luego, a las fuerzas políticas que, como
la Unión Patriótica, fueron creadas en dicha coyuntura, así como a las diversas manifestaciones del
movimiento popular, en un accionar contundente y persuasivo.
1988-1993, la articulación entre represión formalmente legal y represión
paraestatal
1988 marca un año de inflexión hacia una nueva combinación de aspectos jurídico políticos,
tratamiento al conflicto social y político, modalidades de CLH y operatividad represiva tanto de la
tropa regular como de la paramilitar.
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Entre los elementos del contexto político en el inicio de este periodo destaca la ruptura parcial de la
tregua, en julio de 1987. Luego vendrá la formación de la Coordinadora Guerrillera que se da en
momentos de auge de movimiento sociales campesinos y urbanos entre 1987y 1988.
La sanción del "Estatuto en defensa de la democracia", decreto 0180 del 27 de enero de 1988,
constituye un verdadero retorno a la legislación de estado de sitio. El Estatuto, reactivaba formas de
acción represiva legal que se articulaban con la persistencia de las formas represivas paraestatales.
La ambigua definición de "terrorismo" que se hacía en el mencionado decreto, lo convertía en
instrumento de represión política "legal" en la medida que la mayoría de las modalidades de protesta
social o política de una u otra forma quedaban cobijadas por la calificación de "terrorismo" y cuyo
tratamiento penal se hacía exageradamente severo.
27
Del mismo modo, una amañada interpretación de tales disposiciones permitía el retorno a las
detenciones arbitrarias, los allanamientos y capturas sin orden judicial, la conducción de detenidos a
lugares no previstos por la ley, los interrogatorios ilícitos y la tortura. Al mismo tiempo, las formas
paraestatales de represión se despliegan por la geografía nacional. Desapariciones, asesinatos
políticos, atentados, intimidaciones y amenazas, en este periodo son principalmente de
responsabilidad paramilitar.
La masacre se adopta como la modalidad más recurrente por el paramilitarismo a partir de 1988.
Masacres como las de Mejor Esquina, Córdoba, con 3 8 campesinos asesinados; la de Coquitos, en
Turbo, Antioquia, que cobró la vida a 25 campesinos más, o la de Segovia, Antioquia, donde fueron
asesinados 43 habitantes del municipio, entre otras, todas ocurridas en dicho año, anuncian lo
dramático e indiscriminado de las modalidades represivas que se sobrevienen y en las que los
grupos paramilitares cumplen importante papel.
La generalidad y sistematicidad de esta modalidad operativa por parte del paramilitarismo alcanzó
tales niveles que pueden sintetizarse sus "denominadores comunes": los asesinos tienen datos
exactos de sus víctimas, abandonan el lugar del crimen sin prisa ni inconvenientes, nunca son
detectados por los retenes o la presencia de la policía o el ejército, aterrorizan la población y generan
entre ella, un sentimiento de indefensión a lo que se agrega que en muchas ocasiones las masacres
están precedidas de operaciones militares en los días previos.
En el correr de este tercer modelo represivo, se articula la expresión "judicialización del conflicto
armado" con el que se hizo referencia a la distorsión en la administración de justicia provocada por
introducir a su ámbito características, procedimientos y motivaciones más propias de lo castrense, es
decir, trasladar la guerra al campo judicial. Sobreviene entonces la configuración de una rama judicial
ampliamente manipulada por el Poder Ejecutivo a través de la implementación de normas procesales
distintas a las contempladas por la justicia ordinaria, desconociendo derechos procesales y donde la
instrucción de los procesos es conducida, en la práctica, por las fuerzas armadas.
1994-1998 y hasta hoy: legitimación estatal, reingeniería militar
y legalización del paramilitarismo
El modelo represivo que comienza en 1994 puede cerrarse en 1998 para efectos del periodo
trabajado por el Proyecto Colombia Nunca Más, pero en realidad sus características sobrepasan esa
fecha y bien podemos extenderlo hasta el presente.
La estrategia de legalización de las estructuras paramilitares y la legitimación misma del
paramilitarismo como recurso en el mantenimiento del orden público da al periodo que comienza en
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1994 una de sus principales características. El procedimiento del Estado orientado a legitimar y
legalizar el paramilitarismo, no tiene otro propósito que reincorporarlo.
28
Los antecedentes inmediatos se remiten a la tibia discusión de la legalización del paramilitarismo en
tiempos de la administración Barco, cuando se conocieron voces que señalaban que la
intensificación de la actividad de los grupos paramilitares en el ejercicio de la represión amenazaba
la estabilidad misma del régimen político y con ello se profundizaba su crisis.
Tras la objeción del gobierno Samper a la aprobación de Ley sobre Desaparición Forzada, se
anuncia, en diciembre de 1994, el respaldo legal a las llamadas "Asociaciones Comunitarias de
Vigilancia Rural", Convivir. Como fue anotado en su momento, la medida no hacía otra cosa que
legalizar el esquema paramilitar precedente reafirmando típicos elementos constitutivos del
paramilitarismo: su coordinación por la fuerza pública, así como su dotación de armas; su
legitimación como recurso defensivo; y, la financiación conjunta por los sectores público y privado. El
propio gobierno Samper anunciaría, a fines de 1995, el comienzo de un proceso de diálogos y
negociación con los paramilitares, planteando que una negociación con dichas estructuras debía
considerarse como un paso necesario dentro de una política de paz.
En un proceso de diversas vías, la reciente gestión de diálogos con el paramilitarismo no puede
entenderse más que como una inminente búsqueda de legalizar la impunidad a su favor, en
detrimento del conocimiento de la verdad, la acción de la justicia y la reparación integral de las
víctimas, en última instancia, ocultar la responsabilidad estatal en el despliegue de la estrategia
paramilitar. En conjunto, se trata de soslayar la discusión acerca de su carácter delincuencial y de su
responsabilidad en la comisión de crímenes contra la humanidad.
El segundo elemento del modelo represivo tiene mucho peso en el desmonte y reincorporación de
las referidas estructuras irregulares. El ejército colombiano ha sido sometido a intensos procesos de
reingeniería y sus presupuestos han conocido incrementos sin precedentes. A estas medidas, que
venían desde los comienzos de los anos noventa, se suman los reiterados "impuestos de guerra" y
otros aportes forzosos, pero la medida definitiva la constituye el hecho de que las fuerzas armadas y
de policía han sido las principales beneficiarías de la inyección de recursos provenientes de la
implementación del Plan Colombia, a tal punto que hacen del país el tercero del mundo en recibir
ayuda militar de los Estados Unidos.
Los abundantes recursos han permitido aumentar la capacidad de combate de la tropa regular, su
inteligencia, sus equipos de comunicación y su despliegue, pero ellos se han acompañado
igualmente del reforzamiento de medidas legales que han ampliado sus competencias en el control a
discreción del orden público, como lo evidencia la promulgación de las Zonas de Consolidación y
Rehabilitación, que, en los hechos, funcionan todavía en algunas regiones.
El telón de fondo que articula funcionalmente los dos elementos señalados es una agresiva campaña
de legitimación estatal que reclama la adscripción total de la población a las razones de Estado
frente al tratamiento exclusivamente militar dado a la insurgencia, al tiempo que sostiene una
campaña de criminalización de la protesta popular que se acompaña de la judicialización de sus
dirigentes.
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VICTIMIZACIÓN, EVOLUCIÓN Y MODALIDADES DE CRÍMENES
DE LESA HUMANIDAD EN EL PERIODO 1966-1998
Equis-equis
—No, no es él.
—Sí, sí es él.
—No, no es él. No es posible que esto pueda ser él. —Mira la cicatriz de la vacuna.
—No, no es él. —Mira la corona de la muela que le puso Miguel hace seis meses.
—No, no es él. —Yo pienso que si es él. Que esta vez si es él.
—No, no es él. Como podría ser él si no tiene ojos. Como podría ser é1 si no tiene sus manos laboriosas.
Como podría ser él si le han cortado sus semillas de hombre.
Como podría ser él sin su guitarra ni su canción, sin aquel ceño duro ante el peligro, sin aquella sonrisa en el
trabajo. sin su voz pronunciando el pensamiento, sin su tonta manía de regalarme llores. Como podría ser él.
No es él. Te digo que no es él. No quiero que sea él.
Manuel José Arce
ASESINATO
EL ASESINATO es un homicidio perpetrado en forma deliberada y arbitraria por un agente estatal,
por un particular que actúa con el apoyo, la anuencia o la tolerancia de un agente estatal, o por un
particular que actúa gracias a la ausencia de garantías y de protección de la víctima por parte del
Estado, o por autores no identificados, en hechos en los que es evidente la intención de castigar o
impedir las actividades o posiciones ideológicas de la víctima o su pertenencia a determinadas
organizaciones, o a sectores sociales estigmatizados como "indeseables" o "perjudiciales para la
sociedad".
Multinacionales, medio ambiente y crímenes de lesa humanidad
El día 3 de diciembre de 1998, CARLOS HERNANDO VARGAS SUÁREZ, en su calidad de director
de la Corporación Autónoma Regional de la Onnoquía, debía sostener una reunión en la Universidad
Javeriana de Bogotá con los representantes de las compañías petroleras que tienen asiento en la
Orinoquía colombiana v con los ministerios del Medio Ambiente y Minas y Energía. Los temas
centrales de dicha reunión eran, por un lado, la situación del proyecto Estero de Lipa en Arauca, y de
otro, las compensaciones que las compañías Bntish Petroleum, Perenco, Petrobras y Occidental
estaban debiendo a rodos los campos petroleros de Arauca, Casanare y el Meta, consistente en una
inversión del 1% de costo de cada proyecto y que debía ser ejecutada a través de obras para el
restablecimiento del medio ambiente por los incalculables daños que causa la explotación del
petróleo. Para entonces las deudas ascendían a una fuerte suma en dólares.
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
En los días anteriores a la importante reunión, Carlos Hernando había manifestado a sus amibos y
seres queridos, sus preocupaciones y temores frente a la magnitud de los intereses en juego por el
rema petrolero, debido a que la actividad de proteger los recursos naturales estorbaba a las
empresas petroleras en la región. Resaltaba que cuando él empezó a estudiar el tema petrolero con
más profundidad comprendió que era un asunto especialmente conflictivo.
Creía que la industria petrolera tenía una gran deuda con la región, puesto que los costos
ambientales de dicha actividad no habían sido compensados por las compañías. Vanas veces
manifestó que debían tener cuidado, refiriéndose al grupo político que él lideraba, porque se estaban
pisando "callos" al destapar temas neurálgicos.
Particularmente le preocupaba la reacción de las empresas petroleras por el cobro de las
compensaciones ambientales ya que él consideraba que había corrupción en el manejo de esos
dineros. Una de las exigencias de Carlos Hernando era que las compensaciones que se cancelaban
en dinero no ingresaran al rubro de la Corporación sino que fueran manejados directamente por la
comunidad. Tenía también preocupación por la presencia de grupos para-militares en la reglón v su
asociación con las empresas petroleras, tal como se había denunciado en los medios de
comunicación.
Con la BP en particular, se estaba discutiendo el proyecto de inversiones por la compensación de la
reinyección de aguas. Así mismo lo relativo a la solicitud de una licencia ambiental global para toda
el área de la Orinoquía, la que Carlos Hernando había negado, haciendo un pronunciamiento público
en una audiencia que se realizó en Yopal en las instalaciones del SENA.
31
Con la Empresa Perenco de Colombia S.A. Carlos Hernando, en representación de Corporinoquia,
estaba discutiendo aspectos relacionados con el resarcimiento de los daños ocasionados al medio
ambiente a raíz del derrame de más de 4-000 barriles de crudo sobre el río Cravo Sur, en hechos
ocurridos en agosto de 1998. Se estaba mirando la posibilidad de formar un parque ambiental en
Centro Gaitán como medida de compensación ante el accidente.
Desde el mes de octubre de 1998, Carlos Hernando había manifestado su interés en hacer una
publicación en los medios de comunicación para denunciar la real situación con las empresas
petroleras por el tema de las compensaciones, la corrupción v el deterioro ambiental de la región.
Sostenía que existía corrupción, si bien cada empresa petrolera que estaba obligada a la
compensación formalmente desarrollaba grandes proyectos de reforestación sobre determinada
cuenca hidrográfica, en realidad las reforestaciones eran mucho menores de lo que aparecían en los
documentos y la Corporación Autónoma de La Orinoquía, durante la administración de Orlando
Piragauta, había sido utilizada o manipulada para certificar que dichas reforestaciones se habían
llevado a cabo tal y como se habían relacionado en los documentos, cuando en realidad eran mucho
menores. La corrupción se presentaba por parte de los funcionarios de la Corporación así como por
los de las empresas petroleras. También se configuraba la corrupción por cuanto se había creado un
negocio ilícito en virtud del cual algunos funcionarios de la Corporación pudieron recibir dineros a
cambio de certificar algunas reforestaciones que nunca se efectuaron e incluso se habían constituido
viveros y toda una industria alrededor de la reforestación para defraudar a la entidad o para obtener
favores económicos por parte de las empresas petroleras.
Otra situación que enfrentaba Carlos Hernando, en su calidad de director de Corporinoquia, se
relacionaba con el ecosistema del Estero de Lipa de Arauca por el desarrollo de la explotación
petrolera a cargo de la empresa Occidental de Colombia, el cual se encontraba sumamente frágil.
Cuando entró a revisar ese proyecto encontró una serie de irregularidades tanto en el otorgamiento
de las licencias ambientales, como en el control que debían realizar las autoridades sobre el impacto
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de la petrolera en el medio ambiente. Al respecto manifestó mucho temor debido a que el
Representante a la Cámara Alfredo Colmenares, con mucha influencia en la región, se podría ver
afectado si se destapaban los malos manejos que se le había dado a este proyecto petrolero.
Dentro de este mismo proyecto con la empresa Occidental surgió otro inconveniente debido a que
Carlos Hernando negó la aprobación de una licencia ambiental para la ocupación de un cause
natural, con lo que se podía afectar aún más el desarrollo de la exploración petrolera por esa
empresa multinacional.
Carlos Hernando no pudo llegar a su cita en Bogotá. El 2 de diciembre, un día antes, el director de
Corporinoquia, líder político e ingeniero de 49 años, fue asesinado con disparos de pistola 9 mm por
dos miembros de la estructura paramilitar conocida como Autodefensas Unidas del Casanare. Los
asesinos fueron reconocidos como Rodys Fernelly Cuevas Arenas y Jorge Eugenio Reinoso García,
alias Iván, quienes luego emprendieron la huida por la salida a la Compañía Parker Drilling. El hecho
se presentó hacia la 1:15 de la tarde en el barrio la Campiña a unos 1.000 metros del Comando de la
Policía de Yopal, cuando Carlos Hernando se desplazaba en compañía de su conductor, quien
resultó herido.
32
El día anterior al crimen, habían sido vistos en los alrededores de la sede de Corporinoquia dos
individuos, uno de ellos identificado como José Gabino Ortiz Granados. Se pudo establecer
igualmente que Rodys Fernelly y Jorge Eugenio, alias Ivan, luego del asesinato, se dirigieron a la
casa de José Gabino donde permanecieron hasta el anochecer. Alias Ivan, se duchó, dejando en el
interior del baño un escapulario con el número de su identificación personal.
En su estadía en el inmueble comentaron a José Gabino la ocurrencia del crimen y el interés de la
Empresa British Petroleum Company en que ese hecho se cometiera. Al respecto manifestaron que
un funcionario de la empresa petrolera había hablado con el comandante de las Autodefensas
Unidas del Casanare Dagoberto Segura Monsalve, alias Chubazco, para que le hiciera el "trabajo"
de desterrar a como diera lugar al director de Corporinoquia, ya que éste instauraría una denuncia
como representante del medio ambiente, lo que le costaría mucho dinero a la multinacional.
Alias Chubazco coordinó con Tibaldo González Lalema, miembro de la estructura paramilitar que
comandaba, para que fuera el encargado de organizar a las personas que debían cumplir la orden.
Todo esta información era conocida por José Gabino a quien no le dieron dinero por la ejecución de
ese crimen y además porque fue en su vivienda donde se ocultaron los paramilitares luego del
asesinato. Cuando la Gobernación de Casanare ofreció cien millones de pesos para quien diera
información sobre los autores del hecho, José Gabino decidió ir a colaborar ante las autoridades. Los
paramilitares se enteraron de sus movimientos y el I O de febrero de 1999 lo asesinaron en la ciudad
de Yopal.
No obstante toda la información acopiada, las autodefensas del Casanare, comandadas por alias
Chubazco, emitieron un comunicado público en el cual señalan a las Farc y el ELN de ser los autores
del asesinato.
33
Cuatro casos de victimización de defensores de derechos humanos
• El 25 de agosto de 1987, HÉCTOR ABAD GÓMEZ y LEONARDO BETANCUR TABORDA,
miembros del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, del Comité de
Derechos Humanos de Antioquia y profesores de la Universidad de Antioquia, fueron asesinados en
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Medellín por un sicario que les disparó en repetidas ocasiones en momentos en que acompañaban
el traslado del féretro de Luis Felipe Vélez Herrera, presidente de la Asociación de Institutores de
Antioquia, asesinado horas antes en la sede de la Asociación de Institutores de Antioquia ADIDA.
• El 18 de abril de 1988, el Abogado penalista y defensor de derechos humanos JOSÉ EDUARDO
UMANA MENDOZA fue asesinado en Bogotá por paramilitares. Dos hombres v una mujer llegaron al
edificio Los Conquistadores del barrio Nicolás de Federmán, donde Eduardo residía y reñía su
oficina, y se identificaron con el vigilante como periodistas de un noticiero de televisión que tenían
cita para hacer una entrevista, portando una cámara de filmación, a lo cual el vigilante los anunció y
su ingreso fue autorizado. Al llegar al apartamento, amordazaron a la secretaria y la encerraron en el
baño. se dirigieron a la oficina privada del penalista y le propinaron tres impactos de bala en la
cabeza, utilizando un arma con silenciador. Luego los victímanos salieron, sin que ningún vecino ni el
vigilante se percataran de lo ocurrido.
• El 13 de Octubre de 1996 fue asesinado JOSUÉ GIRALDO CARDONA, defensor de derechos
humanos, fundador y miembro del Comité Cívico del Meta, miembro de la Comisión
Intercongregacional Justicia y Paz y dirigente político de la Unión Patriótica, por un paramilitar en
Villavicencio (Meta). Fue atacado en momentos en que se hallaba frente a su residencia ubicada en
el barrio Batata, junto a sus dos hijas y en compañía de un ciudadano norteamericano. Josué recibió
seis impactos de bala. La víctima, quien fue gerente de la Empresa de Licores del departamento,
venía recibiendo constantes amenazas de muerte por parte del ejército y de los grupos paramilitares,
que lo obligaron a salir del país, tiempo en el cual desarrolló importantes actividades de denuncia en
el orden internacional sobre la grave situación de derechos humanos particularmente en su región.
• El 27 de febrero de 998, el abogado JESÚS MARÍA VALLE JARAMILLO, Presidente del Comité
Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos de Antioquia, fue asesinado por
paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC-, organización comandada por Carlos
Castaño Gil, en el interior de su oficina, ubicada en el centro de la ciudad de Medellín (edificio Colón,
oficina 405), hacia las 2:1 5 p.m. Castaño mismo fue quién ordenó el asesinato. Jesús María había
denunciado el accionar de los grupos paramilitares y su estrecha relación con el Ejército y con
autoridades civiles del departamento, especialmente en el municipio de Ituango.
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DESAPARICIÓN FORZADA
34
DESAPARICIÓN FORZADA es la privación de la libertad a una persona, cualquiera que fuere su
forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúan con la
autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la
negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con
lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales a que tiene
derecho esa persona.
(Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, 1993)
La persecución política como móvil del crimen de desaparición forzada
MERCEDES NEVADO fue desaparecida por cuatro hombres vestidos de civil que se identificaron
como agentes del B-2 pertenecientes al Ejército en Puerto Nare, Inspección de La Sierra, Antioquia,
el 11 de jumo de 1987 a las 2:30 p.m., cuando se bajaba de un autobús de servicio público adscrito a
la empresa Coonorte identificado con el No 486, en el que viajaba desde la ciudad de Medellín. Los
cuatro hombres que la esperaban la subieron a un carro y nunca más se ha vuelto a saber de ella.
Las autoridades militares negaron conocer lo sucedido y posteriormente el MAS reivindicó el hecho.
Mercedes, de 65 años de edad y dirigente de la Unión Patriótica, se había dedicado a establecer los
responsables del asesinato de su hijo, JAIME NEVADO. La líder de la Unión Patriótica, había
denunciado la complicidad de elementos pertenecientes al Ejército adscritos al batallón Bombona,
con sede en Puerto Berrío, en el asesinato de su hijo por lo cual había sido amenazada y hostigada
desde ese entonces.
En efecto, el 22 de julio de 1982, mientras departía con su hijo menor en el parque principal del
municipio de Puerto Berrío, Antioquia, Jaime Nevado fue asesinado de vanos disparos por el
sargento del ejército José Edimburgo Díaz Arteaga. Jaime, sociólogo de la Universidad Nacional y
estudiante de derecho de la Universidad Autónoma Latinoamericana de 35 Medellín, era en ese
momento Concejal del mismo municipio por el Partido Comunista.
El asesino se refugió en el batallón de infantería No 39 Bombona, luego de ser herido en una pierna
por un agente del DAS quien lo persiguió. Dicho agente y el inspector municipal de policía, fueron al
batallón a reclamar que les fuera entregado el sicario, pero el coronel Visbal, comandante de la
sección de inteligencia de la Brigada (B-2), negó tenerlo en dichas instalaciones a pesar de que
mucha gente en el pueblo había visto entrar al victimario a dicho lugar.
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En horas de la noche de ese mismo día, el sargento Díaz Arteaga fue conducido al hospital de esta
localidad a causa de las heridas que presentaba. El militar no pertenecía al batallón Bombona
comandado por Luis Eduardo Torres Mesa, sino que estaba adscrito al batallón de infantería No 16
Patriotas, con sede en Honda, Tolima, cuyo comandante era el Teniente Coronel Alvaro Hernán
Velandia Hurtado.
Velandia Hurtado, a su vez, durante ese año estuvo relacionado con vanos asesinatos y
desapariciones en la misma región, los cuales eran reivindicados por la estructura paramilitar Muerte
a Secuestradores, MAS; en 198 5 este oficial sería denunciado como uno de los creadores y líderes
del mencionado grupo paramilitar por el Procurador General de la Nación quien afirmaría que la suya
era una «procuraduría de opinión» y por tal motivo no se adelantó investigación disciplinaria ni penal
contra el militar.
Los familiares de Jaime interpusieron las denuncias pertinentes, pero éstas no fructificaron. Por el
contrario,en junio de 1987, Mercedes fue desaparecida. La respuesta que recibió el concejo
municipal de Puerto Berrío ante sus denuncias por la desaparición de la dirigente fue el asesinato de
vanos de sus integrantes por parte del MAS y las amenazas del mismo grupo paramilitar que obligó
a otros al exilio. Igual suerte corrieron dos abogados que inicialmente llevaron el caso.
TORTURA Y/O TRATOS CRUELES E INHUMANOS
36
TORTURA refiere a todo acto por el cual se inflija intencionalmente a una persona dolores o
sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de ella o de un tercero
información o una confesión, de castigarla por un acto que ha cometido, o de intimidar o coaccionar
a esa persona o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación, cuando
dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio
de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o aquiescencia.
(Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, Resolución 39/46 de la
Asamblea General de la ONU, 10 de diciembre de 1984, art. 1.)
Tortura y sevicia a testigos de crímenes
El 5 de mayo de 1991, el ex-informante del B-2, ex-paramilitar y principal testigo de la masacre de
Trujillo DANIEL ARCH-A CARDONA de 25 años y el guerrillero del EPL MAURICIO CASTAÑEDA
GIRALDO de 14 años, conocido como «El Escorpión», fueron detenidos, torturados, asesinados con
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sevicia y desaparecidos en una acción conjunta de miembros de la Policía Nacional, el alcalde de
Trujillo, miembros del Batallón de Artillería No 3 «Batalla de Palace», narcotraficantes y paramilitares
reconocidos de la región. La detención se presentó aproximadamente a las 2:30 p.m. en un
establecimiento público ubicado en el casco urbano del municipio de Trujillo,
Según se pudo establecer por algunas declaraciones y testimonios de algunas personas que
evidenciaron o participaron en los hechos, Daniel y Mauricio se habían trasladado desde la ciudad de
Pereira a la de Trujillo en busca de un laboratorio de cocaína, con viáticos de la DEA, a cambio de
una retribución monetaria ofrecida por ese organismo.
Una vez detenidos por dos agentes de la policía, uno de ellos identificado como Luís Carlos Ortiz,
fueron conducidos, a la vista de vanas personas, a la estación de policía de dicho municipio. Estos
policías, ]unto con el agente Diego Jaramillo Restrepo, quien se desempeñaba ese día como el
comandante de la guardia, no registraron a las víctimas en el Libro de Radicación de Retenidos, sino
que procedieron a informar al Comandante de Policía de Tuluá Capitán Guzmán, alias Gallina, sobre
la detención, mientras el alcalde municipal Rubén Darío Agudelo Puerta por vía telefónica hacia lo
propio al mayor del Ejército adscrito al Batallón de Artillería N"3 «Batalla de Palace», Alirio Antonio
Urueña Jaramillo.
Uno de los victimarios, en testimonio rendido ante la Procuraduría Delegada para los Derechos
Humanos, a propósito de las torturas practicadas a los dos detenidos ilegalmente, relató:
«En horas de la noche, procedió el capitán Guzmán a embarcar a Daniel y a Mauricio en la
camioneta y a conducirlos a la salida de Trujillo, cerca del cementerio y cerca de la finca La Granja y
entregarlos a los paramilitares Norberto Claros alias Mico ROJO o Mono Claro; Alberto Bermúdez
alias 'El Tuzo', Alberto Chica quien vivía en Tuluá, Ornar Rodríguez y Jesús María Gómez.
«...a mí me tocó prácticamente recogerlos en Trujillo con otro compañero. Los conducimos a la 57
hacienda Villa Paola, allí los mataron, les rajaron las cabezas a cachazos v los tuvieron toda una
noche. Yo me acuerdo muy bien que me pedían agua... un compañero no aguantó más y les metió
unos planazos, y ya se callaron y ya no volvieron a decir nada en toda la noche. Al otro día se
reunieron la mayor parte de la mafia vallecaucana, podría decir que en esta reunión estuvo Alcides
Arévalo, estuvo Orlando Henao y estuvo 'la vaca' de Cartago, estuvo Diego Montoya Sánchez, alias
'Carolo' y Henry Foraica (Henry Loaiza Ceballos, alias el alacrán o foraica), Mauricio Espinosa;
Garcés, más conocido como Carlos Alberto, Carlos Alberto Garzón. Toda esta gente cuando llegaron
allí primero comenzaron a torturarlos, les mocharon una oreja y se las tiraron a un perro, las otras
orejas se las mocharon y las mascó Henry Foraica. Después les dieron plomo en los píes, les
llenaron los pies de plomo y, pues, en una especie de tortura, y ese man estaba muy ofendido con él,
por haberlo traicionado. Después les prendieron candela a los pies, de las rodillas pa' abajo les
prendieron candela; después los siguieron otra vez a golpes, planazos, los cortaban por el pecho con
navajas y ya les prendieron candela de la cintura para abajo. A este Daniel ya después el hombre
quedó vivo todavía y ya le echaron gasolina; él pidió agua y le echaron gasolina en la boca y lo
prendieron nuevamente. Ya cuando ahí lo prendieron, empezaron a abrir fuego contra ellos, o sea a
darles bala, el hombre murió. Después que murió ya lo cogimos nosotros y yo estuve allí, y yo me
tocó ayudarlo a arrastrar, pues yo no lo partí, lo partieron los compañeros; lo que hicieron es que
aparte de las coyunturas le parten los brazos en cada parte y las piernas y toda esa vaina y no dejan
sino el tronco y le mochan la cabeza también. Es lo más duro eso, lo mochan con una macheta de
esos que llaman 'pacora'. Eso lo metieron a ese man, entre una caneca, lo llenaron de piedras y lo
tiraron al (río) Cauca. Fuera de eso siguieron muchas cosas más ahí pues vo he hecho muchos
trabajos más con esa gente... las vueltas que nosotros hicimos de Daniel, el patrón las pagó.
Pagaron entre Diego Montoya y Foraica 60 millones...».
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LA MEMORIA HISTÓRICA
"El Valle de la Memoria es atravesado por un turbio río subterráneo. El río no corre, parece que sus aguas
caminaran a saltos por la pesadez, como si fuera un tío de barro y algas; camina y salta como si cientos de
manos lo estuvieran empujando desde atrás, y el río se contrae y torna cierto impulso para mandar sus aguas
unos metros adelante.
Un río que sólo arrastra babaza y espumas, y en las curvas que encuentra en el recorrido, deja este las
blancuzcas de todos los olvidos que ha logrado reunir. El olvido que cae sobre la memoria del hombre como
avalancha de polvo que produce el derrumbe de una inmensa roca;
el olvido como resignación que se vierte sobre un par de manos piadosas que aspiran a la absolución de
culpas ajenas; el olvido cómplice que enmudece y ciega la mirada del hombre que sentado sobre su
eternidad, le queda el rostro adherido al vidrio de una ventana; e1 olvido '\
decretado por la Ley de la
República o por ciertos historiadores que ocultan el polvo que cubre los hechos históricos; el olvido como
terapia colectiva que cierra momentáneamente el círculo del miedo y del terror; el olvido termina por colocarle
cruces de muerte en el pecho a la memoria del hombre".
Arturo Alape
La memoria es esencialmente una facultad humana por medio de la cual se retienen las ideas y se
recuerda los sucesos del pasado. A nivel general la constituyen los hechos de la historia que son
registrados y divulgados socialmente entre un grupo de personas o colectividad. Pero también, a
nivel particular, es la manera en que se reconstruyen los hechos del pasado a partir de la experiencia
personal en que estos hechos fueron registrados y apropiados.
La memoria tiene un sentido colectivo de incorporación de valores, recuerdos edificantes o
ejemplares del pasado, necesarios para vivir el presente. Estos valores son la tradición sobre la cual
se construye el presente. Pero esta construcción no es realizada sólo por una concepción de la
historia sino que es la disputa entre sujetos sociales por los contenidos de esos valores y esa
tradición.
40
Para el Proyecto COLOMBIA NUNCA MÁS, la recuperación de la memoria es la lucha por la
reivindicación de los valores supremos de la vida y de la dignidad humana. Esto significa mantener
vivo el recuerdo de los crímenes de lesa humanidad para que estos no se repitan, pues la lucha
contra el olvido es uno de los aspectos más importantes de los derechos humanos. Significa además
apropiarnos de un sentido de la historia que nos manifieste la necesidad de mantener el recuerdo de
lo vivido, de reconstruir los hechos como lulos conductores para obtener la verdad, la justicia y la
reparación de las ofensas causadas con los crímenes.
Sin embargo, la memoria es amputada y mediatizada por los intereses de quienes detentan el poder
mediante el encubrimiento, ocultamiento, manipulación y falsificación de las versiones de los hechos,
que al acumularse terminan por constituirse en una Memoria Oficial. La amenaza y el señalamiento
contra las víctimas hacen que su memoria no se conozca socialmente, e impiden el esclarecimiento
de la verdad, la aplicación de la justicia y los procesos de reparación.
Además, la imposición del terror contribuye a que las víctimas no realicen el duelo necesario de sus
seres queridos asesinados y desaparecidos, a que las organizaciones sociales no se reconozcan en
su contexto histórico y a que el tejido social se destruya por completo.
La crueldad de los crímenes y de los modelos de poder impuestos conllevan a una amnesia colectiva
de los que experimentaron en carne propia el sufrimiento y que terminaron por resignarse al olvido
de lo ocurrido por temor a represalias. Se establece la impunidad de los crímenes por obra del
encubrimiento de los victimarios, la manipulación de los procesos judiciales y la distorsión de la
memoria.
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Recuperar la memoria histórica ¿Para qué?
La desmemoria
A cierta altura, un bisabuelo encuentra a su bisnieto.
El bisabuelo está completamente loco (sus pensamientos tienen el color del agua) y sonríe con la misma
beatífica sonrisa de su bisnieto recién nacido. El bisabuelo es feliz porque ha perdido la memoria que tenía. El
bisnieto es feliz porque no tiene, todavía, ninguna memoria. He aquí, pienso, la felicidad perfecta. Yo no la
quiero.
Eduardo Galeano
El Proyecto COLOMBIA NUNCA MÁS busca recuperar la memoria histórica a través de la
documentación de los crímenes de lesa humanidad cometidos en Colombia a partir del año 1966.
Para la documentación de los crímenes se ha realizado una recolección de la información de los
casos violatorios de los derechos humanos a través 41 del testimonio de las víctimas y de los
testigos de los crímenes, la identificación de los victimarios, la información de los archivos judiciales
y los documentos e investigaciones realizados por las organizaciones sociales, el seguimiento a los
medios de comunicación, la investigación de las dinámicas políticas y económicas a nivel nacional y
regional que guardan relación con los crímenes, la reconstrucción de las historias individuales y los
procesos colectivos destruidos, la construcción de una versión alternativa a la historia oficial y el
apoyo de las organizaciones locales.
Lo anterior se logra, además, con la determinación de los procesos históricos a partir de los cuales
se mueven los factores de poder y de la política de Estado que pretende mantener la opresión por
medio de la impunidad, el olvido y el terror.
La finalidad de esta tarea es la de identificar las causas que generan los crímenes de lesa
humanidad en Colombia; establecer los espacios sociales en que se realizan los crímenes; rescatar
la memoria de las víctimas, sus sueños y proyectos, y dignificarlas; contribuir con esta información a
que diversos organizaciones sociales fortalezcan un movimiento social contra la impunidad y en
búsqueda de justicia, que construyan nuevas relaciones de autoridad con el Estado y una pluralidad
de relaciones sociales en Colombia; articular la memoria histórica a la memoria de los movimientos
sociales; elaborar el presente del sufrimiento para sanar las heridas, expulsar el temor y recuperar
las luchas populares.
Este es el camino que el Proyecto COLOMBIA NUNCA MÁS considera necesario para que las
víctimas y las organizaciones sociales puedan acceder a la Verdad, luchar contra la impunidad,
reparar el daño causado y reconstruir el tejido social destruido.
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
LA IMPUNIDAD
En una atmósfera social y política en la que prevalece la impunidad, es probable que el derecho a la
reparación que tienen las víctimas de violaciones flagrantes de los derechos humanos y las
libertades fundamentales sea una mera ilusión
Theo van Boven, Relator Especial de la ONU
E/CN. 4/Sub. 2/1992/8, párr. 11
La impunidad se conoce generalmente como falta de castigo a determinados crímenes que de
acuerdo a la legislación nacional e internacional deberían tenerlo. Para el caso de los crímenes de
lesa humanidad, la impunidad presente hace parte de una misma estrategia generalizada y
sistemática de ataque a una colectividad por motivos raciales, religiosos, sociales o políticos.
Cuando se afirma que la impunidad hace parte de la misma estrategia de terror estatal queremos
significar que este es un eslabón más dentro de la cadena de comisión de crímenes de lesa
humanidad; ya no sólo es el asesinato, la desaparición forzada, la tortura, el genocidio sino también
todas las garantías que ofrece la estructura jurídica y política para que los responsables no sean
juzgados por sus maniobras deshonrosas contra la humanidad. Los victimarios son estimulados a
continuar con sus conductas, pues mucho más que castigo encuentran premios.
La impunidad no es sólo consecuencia de la fragilidad institucional o de la ineficacia del aparato
judicial colombiano, sino una habilidad del estado para silenciar y ocultar su responsabilidad en la
comisión de crímenes de lesa humanidad.
La tramoya está montada y tiene su maquinaria trabajando: homicidas absueltos, jueces y fiscales,
trasladados, ascensos y condecoraciones a miembros de la fuerza pública comprometidos en 44
acciones paramilitares, procesos de investigación en los que el responsable es juez y parte (como en
el caso de la justicia penal militar), organizaciones de víctimas y defensores de derechos humanos
atacados en su integridad, medios de comunicación portavoces de la fuerza pública y de los grupos
paramilitares y un innumerable etcétera lleno de indignidad.
La impunidad no sólo es la falta de investigación y sanción a los victimarios, sino que desde el
mismo hecho del crimen se presentan mecanismos para amparar a los criminales como utilización
legal o ilegal de civiles en operaciones de la fuerza pública, amenazas a las víctimas y testigos de
crímenes de lesa humanidad para que no denuncien los hechos, la no atención a llamados de la
ciudadanía sobre posibles comisiones de crímenes de lesa humanidad, inmovilidad de las
autoridades, reacciones tardías u omisiones ante ataques paramilitares.
Mecanismos de Impunidad
Se han llamado mecanismos de impunidad a las diferentes formas de evitar la denuncia e
investigación de crímenes de lesa humanidad y que han sido diseñadas por los responsables para
evitar ser sometidos a juicio.
Los mecanismos de impunidad han sido identificados en la práctica por los defensores de derechos
humanos durante más de 20 años. Las investigaciones hasta ahora realizadas, y las del Proyecto
COLOMBIA NUNCA MAS en particular, demuestran que son sistemáticos, reiterativos y
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ampliamente conocidos y aplicados por los miembros de la fuerza pública y los responsables civiles
de la política de seguridad, así como por sus encubridores en las instituciones del Estado 3.
Si bien estos mecanismos no son parte de la verdad oficial que se permite conocer al público sobre
el funcionamiento de los organismos de seguridad del Estado, aquí señalamos brevemente algunos
de ellos.
Mecanismos de impunidad de derecho:
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
Someter el conocimiento de crímenes de lesa humanidad a la justicia penal militar.
Indebida penalización de los crímenes de lesa humanidad en la legislación interna.

Impedimento para que las víctimas, sus familiares y las organizaciones puedan hacerse parte
de los procesos judiciales, los cuales son reservados. 45
Consagración de la figura de la "obediencia debida" de los subalternos frente a los
comandantes para que a los rangos bajos no se les aplique una sanción frente a los crímenes
de lesa humanidad.

Mecanismos de impunidad de hecho:
Utilización abusiva de las facultades de policía judicial por parte de la fuerza pública para obtener
información de las víctimas, facilitar el crimen y obstaculizar la identificación de los responsables. Es
realizado por medio de detenciones ilegales, seguimientos constantes, allanamientos
indiscriminados, interrogatorios prolongado y operativos de inteligencia.

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
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
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

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

3
Participación en los crímenes de diferentes instituciones de la fuerza pública.
Refugio de los victimarios en batallones, estaciones de policía, bases militares y otros edificios
estatales.
Presencia de patrullas militares en lugares donde han ocurrido masacres, intimidando a la
población y prohibiendo la circulación de personas y alimentos.
Obligar a las víctimas de tortura a firmar constancias de buen trato.
Torturas sicológicas o que no dejan huella y que no pueden identificarse en medicina legal.
La no atención de las autoridades frente a los temores de la población de que ocurran
crímenes e incursiones paramilitares.
Ocultamiento de la identidad de los victimarios en cuanto al nombre, rango o institución de la
que hace parte, así como uso de capuchas.
Utilización de sicarios y paramilitares para realizar los crímenes y no vincular así a la fuerza
pública.
Vendar los ojos de las víctimas, impidiendo la identificación del victimario.
Trasladar detenidos a bases militares para incomunicarlos y no dar razón de su paradero.
Libre movilización de los victimarios portando armas con complicidad de la fuerza pública, que
injustificadamente retira sus tropas y se acuartela sin dar respuesta armada a los criminales.
Camuflar a las víctimas con prendas del ejército para hacerlas pasar como militares.
Alteración de la escena del crimen.
Producción de comunicados públicos que desvían la atención de los hechos. 46
Los mecanismos de impunidad lian sido expuestos ampliamente en la Ponencia de Fiscalía de la Sesión de Instrucción
del Proceso en Colombia delTribunal Permanente de los Pueblos realizado en noviembre de 1989, así como en la
Relatoría y Ponencia sobre mecanismos institucionales de impunidad de la Sesión Final del mismo Tribunal. También
tienen como base el artículo de Javier Giraldo S. J. "Lo que en Colombia se llama justicia.", publicado en la Revista
Justicia y Paz
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Abandono de cadáveres en zonas de difícil acceso o en un sitio retirado de donde habitaba la
víctima.
Establecer períodos de recuperación a los torturados para que se sanen y no puedan
denunciar.
No dejar constancia de los operativos.
Amenazas a víctimas y testigos de crímenes para que no denuncien.
Mecanismos de impunidad de encubrimiento:
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
Dar órdenes verbales para realizar los crímenes. »:• No registrar a las personas detenidas.
Realizar informes falsos sobre supuestos enfrentamientos entre víctimas y victimarios,
simulando ataques guerrilleros, fuga de delincuentes o desconocimiento de órdenes de "alto".
Acusar a las víctimas, haciéndolas aparecer como peligrosos delincuentes.
Conceder el retiro a miembros de la fuerza pública implicados en crímenes contra la
humanidad, para que no sean investigados.
Conceder ascensos, condecoraciones y felicitaciones a los culpables de los crímenes, para
desviar la atención.
Montaje de procesos judiciales contra testigos y víctimas de crímenes.
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Mecanismos de impunidad en la. investigación:
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Amenazas o atentados contra las víctimas y testigos de crímenes contra la humanidad que
denuncian, así como contra amigos, familiares, abogados defensores y funcionarios judiciales
que participan en el proceso judicial.
La no realización de investigaciones por parte de las autoridades alegando duda frente a la
inexistencia de los hechos, los cuales se atribuyen a inventos de las víctimas o a traumas
sicológicos anteriores a los crímenes.
Otorgar credibilidad absoluta a los informes oficiales, sin siquiera comprobarlos.
No orientar las investigaciones frente a funcionarios de altos cargos o rangos.
Demora injustificada de la investigación y en la práctica de pruebas. 47
No hacer pública la información sobre el resultado de las investigaciones.
Hacer declaraciones públicas en que se absuelve a los acusados, desconociendo las pruebas
de la investigación.
Utilización de/testigos falsos contratados y manipulados por los victimarios.
Hacer la investigación sobre los hechos solamente, sin investigar las estructuras criminales y
sus fuentes de financiación.
Mecanismos de impunidad desde el poder ejecutivo (gobierno):


Reconocimiento público de la responsabilidad del Estado en la realización de crímenes de
lesa humanidad, sin castigar a los responsables ni reparar a las víctimas y familiares. Los
reconocimientos son usados para dar una imagen de respeto a los derechos humanos y de
acatamiento a la justicia
No retirar de sus cargos a los funcionarios públicos implicados en graves violaciones a los
derechos humanos, a pesar de que el Presidente de la República está autorizado legalmente
para hacerlo.
¿Por qué es necesario luchar contra la impunidad de los
crímenes de lesa humanidad?
Porque la impunidad no es un problema solamente jurídico, responde a toda una estructura y
disposición del poder que tiene graves consecuencias de carácter político y cultural. Al legitimar de
hecho conductas que destruyen de raíz la convivencia civilizada, deja desprotegidos a los
ciudadanos —empezando por las víctimas— frente al victimario. Con la impunidad, el mensaje para
la sociedad es que no hay campo para la resolución democrática de los conflictos, y por ende, es un
factor de desmovilización social.
A partir de la impunidad se construye una conciencia histórica deformada, se instaura el olvido
compulsivo y se prohíbe la memoria histórica; la verdad es reemplazada por la amnesia frente al
terror.
48
La impunidad como política y procedimiento judicial
Los indígenas de la comunidad Caguán-Dujos, en el departamento del Hulla, venían disputando a los
terratenientes Hernán y Oliverio Lara Perdomo la propiedad y tenencia de un resguardo del que
éstos últimos se habían apoderado y en cuyos predios habían constituido la empresa Agropecuaria
el Trapichito Ltda., de la que Gilberto Vargas Trujillo era el administrador. La comunidad indígena
conformada por 27 familias se instaló en una Isla sobre el río Magdalena denominada Cuba en la
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hacienda El Trapichito, hecho que fue denunciado por el administrador ante la policía judicial el 2 de
enero de 1986.
A pesar de que en el proceso penal los indígenas demostraron la constitución del resguardo Caguán
Dujos mediante escritura No. 107 de agosto 8 de 1868 y del 50 de diciembre de 1870, dichos títulos
fueron descalificados por el Juez que conoció del proceso y en consecuencia ordenó el desalojo de
los predios de la hacienda.
Los indígenas habían sido objeto de varios desalojos de la finca por parte de la Policía Nacional y del
administrador de la hacienda. En el último, efectuado el 27 de abril de 1986, el subteniente de la
policía Iván Gregory Molina y Gilberto Vargas Trujillo los amenazaron de muerte si no desocupaban
dichos predios. A este policía se le adelantó proceso disciplinario ante la Procuraduría Delegada
para la Policía Nacional bajo el Radicado No 020-60169.
El 19 de octubre de 1986 se había programado otro desalojo de la finca, pero la presencia en el lugar
de campesinos y otros sectores sociales solídanos con los indígenas impidió la diligencia. A cambio,
se realizó una reunión en la Gobernación del Hulla entre los presuntos propietarios de la hacienda, el
administrador, el apoderado de éstos, representantes de los indígenas y su apoderado judicial y, por
parte del gobierno, la Secretaria de la Presidencia de la República para asuntos indígenas v un
delegado del Plan Nacional de Rehabilitación, la cual concluyó en el aplazamiento del desalojo hasta
el I 5 de enero de 1988.
A pesar de lo pactado, los hostigamientos hacia los indígenas no cesaron. El día 19 de agosto de
1987 la Policía de Neiva detuvo arbitrariamente, tildándolos de subversivos, a Gerardo Ovalle y a
José Onofre Niñeo indígenas de la comunidad Cagüan-Dujos pero negó tenerlos en su poder. Solo
después de que tanto al Gobernador del Departamento como el Procurador Regional intercedieran,
24 horas después, fueron dejados libres.
Un par de meses después, el 22 de octubre de 1987, el indígena y gobernador del Cabildo El
Caguán -Los Dujos CARLOS ARTURO PÁEZ LIZCANO, de 39 años, el indígena y jornalero
SALVADOR NiNCO MARTÍNEZ, de 22 años y los líderes comunitarios y catequistas de la parroquia
Jesús Obrero de Neiva NEVARDO FERNÁNDEZ OBREGÓN, de 24 años y Luz ESTEI.A VARGAS
TIERRA-DENTRO de 23 años, todos miembros del Comité de Solidaridad y Emergencia con los
Indígenas y Campesinos salieron, aproximadamente 49 a las 7:30 de la mañana, de la Plaza de San
Pedro en Neiva hacia la vereda Los Rosales en el municipio de Campoalegre. Llegaron a la
cabecera municipal de Campoalegre, se dirigieron a la sede de FUNDACOM, donde les
suministraron dinero para desplazarse hacia la finca San Carlos, en el municipio de El Hobo. De allí
salieron a eso de las 12 del medio día y desde ese momento se desconoció su paradero. El viaje
hacia la finca San Carlos tenía la misión de apoyar y brindar solidaridad a unos indígenas y
campesinos que buscaban solucionar un conflicto agrario.
En vista de que no regresaban a su comunidad en el tiempo previsto, los indígenas y los religiosos
franciscanos decidieron emprender una serie de acciones ante la Procuraduría, el comando de la
policía y la cárcel, las dos últimas dependencias ubicadas en el mismo edificio que la Alcaldía de
Campoalegre. Los agentes de la policía negaron en-todo momento la detención de las víctimas y de
otras personas en las instalaciones del comando y la cárcel, pero los mismos indígenas observaron,
sin precisar de quien se trataba, personas que pedían auxilio desde el interior del lugar.
Habitantes cercanos al lugar presenciaron que al anochecer del 22 de octubre fueron sacados del
comando de policía cinco personas sin que se pudieran identificar. Ese mismo día, 22 de octubre, los
agentes de la policía Darío Avila y Pastor Cáceres salieron en misión de inteligencia a la cabecera
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municipal del Hobo. Cuando fueron interrogados, estos agentes se contradijeron respecto a los
lugares que visitaron y a sus fechas de regreso. El mismo 22 de octubre había partido una patrulla
del F2 de la policía proveniente de Neiva, al mando de José Patrocinio Santander Sánchez, con
misión para el municipio de Garzón pero que en realidad se dirigió al municipio de Campo-alegre.
Tres días después de su desaparición, es decir el 2^ de octubre de 1987, los cadáveres de los cuatro
miembros del Comité de Solidaridad fueron hallados en predios de la finca San Carlos
específicamente en la quebrada la Jabonera, kilómetro 62 de la vía que del municipio de El Hobo
conduce al de Gigante. Tras su detención y desaparición, habían sido torturados y luego asesinados
con sevicia por agentes de la Policía Nacional. Los cuerpos presentaban graves señales de tortura y
estaban incinerados para dificultar su identificación. A las víctimas les fueron colocadas dos bombas
explosivas de fabricación casera y junto a ellas el cuerpo de otra persona cuya identidad no se
estableció.
Por la simultaneidad establecida en los procedimientos, no es arbitrario deducir una estrecha
coordinación entre las autoridades policiales de Neiva, Campoalegre y El Hobo para que el crimen
pudiera consumarse plenamente. Para colmo, el sargento retirado de la policía que por entonces era
alcalde de El Hobo «olvidó» tomar las huellas dactilares en el levantamiento de los cadáveres para
proceder a su identificación.
Tanto el Juez Octavo de Instrucción Criminal Ambulante de Hulla, como la Procuraduría Delegada
para la Policía Nacional, cerraron el círculo de la impunidad. En efecto, se orientó la investigación
judicial de la autoría material contra el administrador de la hacienda El Trapichito (cuando sólo cabría
presumir en él una autoría intelectual); se aceptaron las extremadamente negligentes diligencias de
levantamiento de los cadáveres y necropsias, sin ordenar ni exhumación de cadáveres ni práctica de
pruebas de balística; no se quiso ni identificar ni interrogar al personal de servicio en el Comando de
Policía de Campoalegre, a pesar de la insistencia de los familiares y organizaciones de Derechos
Humanos; se descartaron todos los indicios que comprometían a los miembros de la Policía 50 que
se desplazaron de Neiva a Garzón el 22 de octubre, así como los que se desplazaron de
Campoalegre a El Hobo; ni siquiera las evidentes contradicciones e incoherencias que saltan a la
vista en las pocas declaraciones tomadas, les movieron a establecer alguna hipótesis.
CONSECUENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS DE LA IMPUNIDAD
Javier Giraldo M.S.J. Comisión Intercongregacional de Justicia y Paz
En los últimos años hemos ido percibiendo un movimiento progresivo de desjuridización de los
derechos humanos. Creo que nadie ha estado ajeno a este debate. Los «Estados y sus intelectuales
orgánicos» han ido transfiriendo a la sociedad en su conjunto la responsabilidad garante de la
vigencia de los derechos humanos, sacando el concepto mismo de su marco histórico-jurídico,
referido a las relaciones ciudadano/estado, para reubicarlo en el campo infinito de las relaciones
ciudadanos/ciudadanos, campo que antes estaba reservado a la ética social.
Es evidente que entonces el mismo concepto de derecho queda puesto en cuestión: o el «derecho»
es una enunciación de principios que apela al comportamiento ético de los ciudadanos, o es un
instrumento de exigibilidad, protegido por un sistema concreto y funcional de garantías que tiene
fuerza vinculante para el Estado.
Pero este movimiento de desjuridización de los derechos humanos no aparece como un caso atípico
ideal: los estados se están "desestatizando" y están transfiriendo a sectores de la sociedad,
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particularmente a los que tienen injerencia decisiva en el mercado, las decisiones más
fundamentales que afectan la vida social y aún lo que antaño se llamó "soberanía", es decir, el
manejo autónomo de sus recursos dentro de sus fronteras. Tal "desestatización" —todos lo
sabemos— es el vector fundamental del neoliberalismo y de la llamada globalización de la
economía.
Los Estados muestran entonces, una tendencia a responsabilizarse, a liberarse de una manera o de
otra de la fuerza vinculante que tiene para ellos los "derechos humanos", a transferir esas
responsabilidades a otras instancias difusas o a entidades no estatales; a rediseñar su papel y su
imagen. A veces asumen características de "victimas" de las violaciones a los derechos humanos; a
veces simulan el papel de "árbitros de buena voluntad" entre los ciudadanos, en esta tendencia a la
irresponsabilidad hay que encontrar una de las raíces más profundas de la impunidad.
52
En esa imagen de un Estado que "no es ya el garante", y, por lo tanto el violador potencial, en
estricto sentido, de los derechos humanos, se apoya la tendencia consecuente de restarle
importancia, de relegar a bajo rango la función de investigar, enjuiciar y sancionar a los agentes del
Estado comprometidos en la violaciones graves a los derechos humanos.
Dicha tendencia general es implementada en estrategias mucho más operativas que convergen en el
Para-estatismo. Así como se privatizan progresivamente las diversas funciones, empresas y
servicios que eran estatales, también se privatiza la "violación a los derechos humanos" y, por la
misma vía, se privatiza la seguridad ciudadana, llegando ya a los umbrales de la privatización de la
justicia, que comenzará, como se ha anunciado, con la privatización de la administración
penitenciaría.
Una de las manifestaciones más atrevidas del Para-Estado es justamente el para-militarismo, cuyo
origen y fundamento se asienta en la necesidad de encubrir las acciones del Estado que no se
ajustan a la ley y que por lo tanto deben aparecer como "ajenas al Estado".
Pero el Paramilitarismo se ha ido pasando, en el curso de menos de dos décadas, de "escuadrón de
la muerte", al cual se podrían transferir con estrategias de imagen y de encubrimiento todos los
crímenes del Estado, a ser leído como una instancia "justiciera", única que se va mostrando "eficaz"
en el campo de una "justicia vindicativa", y que va ganando vertiginosamente terreno en el campo de
la legitimación social: sus líderes gozan de un amplio poder de expresión en los Mass Media, de
tolerancia e impunidad absoluta, y sus cuarteles generales son fortalezas protegidas por todos los
poderes del Estado. Son ya "interlocutores políticos" para el Estado y la clase empresarial los mira
ya casi como único sistema de "justicia" operativo, aunque en el discurso público se guarde todavía
algún recato al respecto.
Cuando constatamos estas tendencias imperantes, sobre todo en los sectores sociales que son las
reales instancias de decisión, tenemos que preguntarnos: ¿y entonces qué es el sistema judicial?,
¿en qué ha parado, o en qué va a parar la administración de justicia?, ¿qué queda de la estructura
jurídica del Estado, de sus principios, de sus instrumentos, de sus instituciones, de su racionalidad,
de sus prácticas?, ¿cree alguien todavía en la "justicia"?, ¿funciona todavía la justicia?, ¿tiene un
futuro la justicia y el Derecho?
Son preguntas demasiado densas y graves. No podemos eludirlas, pero quizás, a veces, da miedo
enfrentarlas. Sería mil veces preferible continuar creyendo que el "Estado de Derecho" continua
siendo un "Estado de Derecho". Esto nos daría más seguridad como seres humanos, y sobre todo
como intelectuales para quienes la vigencia de realidades racionalmente aceptables es tan vital, casi
una necesidad de supervivencia, al menos de equilibrio psíquico elemental.
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53
No quiero desconocer al Estado de Derecho, pero tampoco puede dejar de tener en cuenta lo
profundamente erosionado que se encuentra, aunque continúe siendo el fundamento de nuestros
discursos y convicciones.
Si me perdonan la expresión pleonástica, hay que decir que la impunidad no ha transitado
impunemente por nuestros caminos. Ha dejado huellas profundas. Ha erosionado instituciones y
estructuras; ha afectado el mundo de las relaciones sociales y políticas; ha diseñado el Estado; ha
resquebrajado peligrosamente el pedestal del Derecho y la justicia pulverizando una de las columnas
más fundamentales de su base: la de su operatividad.
Si para el mundo empresarial se va erigiendo como única "justicia" operativa aquella del Para-Estado
o sea, el paramilitarismo, para el mundo de las víctimas simplemente la justicia "no existe".
Continúan existiendo cortes, tribunales, juzgados y fiscalías; sus presupuestos crecen
vertiginosamente para asimilar las nuevas tecnologías electrónicas. Los expedientes se acumulan en
grandes depósitos que comienzan a explorar la posibilidad de transformarse en archivos
informáticos. Pero los métodos para llegar a la verdad y a la justicia van en contravía de dicho
"progreso".
El refinamiento para deformar la verdad y para evadir la justicia también ha progresado. En la puerta
de entrada de los expedientes se fueron atrincherando el atentado, la intimidación y el soborno. La
"Justicia sin rostro" y los decretos de "recompensas" hicieron del testimonio humano una mercancía
envilecida que se compra y se vende, unas veces para "acusar", otras para "exonerar". Los
investigadores judiciales descubrieron que podían llenar voluminosos cuadernos interrogando a
quienes no vieron ni oyeron y así salvar sus compromisos laborales pero absteniéndose de
interrogar a quines vieron, oyeron y participaron.
Aquella expresión clásica que antes manifestaba la satisfacción de un juez que había descubierto
una verdad: "según la regla de la sana crítica", sigue figurando en las sentencias,
desvergonzadamente, como preámbulo de las más absurdas argumentaciones que pisotean la
lógica y la ética. El principio de "cosa juzgada", en lugar de proteger a víctimas de injustas
persecuciones, se utiliza para cerrar como en un cofre de acero las más aberrantes y corruptas
sentencias. Las leyes de "descongestión de la justicia" no han hecho sino refinar los mecanismos de
impunidad y favorecer que el paso inactivo del tiempo, en espera de la prescripción se pueda
calificar como "administración de justicia".
La "justicia" Penal Militar continua dándole vigencia a una de las figuras más antijurídicas de la
historia, como es la del sindicado convertido en juez de sí mismo. Los escenarios del conflicto
armado acostumbraron al actor armado estatal a actuar como juez de lo divino y de 54 lo humano
sobre su "adversario", a quien proyecta en la población civil desarmada para compensar sus
frustraciones bélicas y para ejercer una venganza visceral contra enemigos indeterminados. Todo ha
sido intentado para trastocar la justicia: el cambio de las identidades de las víctimas y el ocultamiento
de las identidades de los victimarios; la transformación de los escenarios de los crímenes; el control
por parte de los victimarios de las pruebas fundamentales; la eliminación o la intimidación de
testigos, familiares y abogados; todo culmina con el "broche de oro" de un proceso penal contra el
denunciante, única "acción judicial" que resulta efectiva en numerosos casos.
¿Quién puede aún creer en la justicia?
Hoy día, en Colombia, a quien busque alguna verdad, lo ultimo que se le ocurriría sería recurrir a un
expediente judicial. Ninguna "verdad" más lejana de la verdad que la "verdad procesal".
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La impunidad dio al traste con la justicia; la secuestró, la puso a su servicio, la violó y la destruyó. La
convirtió en una prostituta que da lástima, cuya regeneración parece ya imposible.
Esta es la realidad que, creo, da miedo enfrentar: los destrozos causados por la impunidad en el
ámbito de la justicia, en el ámbito del Estado de Derecho; en el ámbito del Derecho mismo,
haciéndolo nugatorio.
¿Cómo reparar los destrozos jurídicos causados por la impunidad? Creo que no se nos ocurre sino
soluciones que quedan atrapadas en el mismo túnel donde la impunidad mantiene atrapada a la
justicia. Sólo si la impunidad fuera erradicada, la justicia tendría alguna opción de reconstruirse. Sin
embargo, todo da a entender que el Estado posmoderno escogió como uno de los pilares justamente
la impunidad.
Esto nos lleva a reflexionar en el carácter de medio e instrumento que tiene la justicia en cuanto
institución. En el conjunto de su instrumental y de sus rituales ciertamente la humanidad ha invertido
muchos siglos para buscar cómo convertirla en un medio de convivencia y en un medio de expresión
de principios óticos de aceptación bastante universal. Sin embargo, lo que hoy constatamos en
nuestras sociedades carcomidas por la impunidad es que la justicia sufrió una ruptura interna entre
los fines y principios que supuestamente la regían y el uso de su instrumental o de sus medios mas
característicos. Aquí es donde se manifiesta el fondo de la crisis. Sus medios e instrumentos fueron
domesticados por otros intereses, por otras fuerzas, por otros poderes que realmente dominan la
sociedad, pero que rechazan los principios éticos que regían la institución de la justicia.
Y la sociedad que se está expresando en la crisis de la justicia es una sociedad en la que sus capas
dominantes o sus instancias decisorias han logrado un alto nivel de encubrimiento y 55 de
domesticación de la ruptura entre lo real y lo formal. Es una sociedad que ha logrado hacer convivir
pacíficamente, durante períodos nada despreciables, formalidades y discursos democráticos con
impresionantes mecanismos de opresión de grandes capas sociales. Es una sociedad donde el
discurso y la normatividad protectora de la "dignidad humana" y de los "derechos humanos" logró
convivir con las más despiadadas formas de genocidio, de exterminio de posiciones disidentes, de
guerras contra "enemigos internos" que constituyen las mayorías nacionales, de todo tipo de
discriminaciones y de crímenes de lesa humanidad.
Y esa ruptura nos está advirtiendo dramáticamente que los valores que se buscaba proteger a través
del aparto de la justicia, ya no se puede proteger por esos medios. Nos está diciendo
dramáticamente que hay necesidad de reinventar caminos para acceder a la verdad, a la justicia y a
la reparación y, de paso, rediseñar el Estado.
Y, por lo menos mientras el Estado se reconstruye o se reinventa, la sociedad civil tiene el desafío de
no claudicar en la búsqueda de la verdad (por fuera de los expedientes y de los procesos judiciales);
en la búsqueda de una pedagogía social sancionatoria, regeneradora y reconciliadora, y en la
búsqueda de procesos de reparación y de reconstrucción de lo que se destruyó.
Las comisiones de verdad han sido un paso, nada satisfactorio, en esa búsqueda de la verdad. Los
poderes estatales han limitado al máximo sus potencialidades, pero han abierto un camino. ¿No
habrá que pensar ya en su total autonomía frente a aparatos de Estado totalmente erosionados,
desechos e ilegitimados por la impunidad?
Los Tribunales de Opinión, los Tribunales Éticos, e incluso los Tribunales Penales Internacionales
con todas sus limitaciones, ¿No han abierto también caminos en el campo de las sanciones sociales,
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en el campo de la solidaridad internacional, en el de una jurisdicción universal para todo aquello que
afecta la dignidad y la seguridad fundamentales del ser humano como tal?
Las experiencias de solidaridad internacional en la reconstrucción de comunidades y pueblos
destruidos, ¿no ha abierto también caminos en el terreno de una reconstrucción de tejidos sociales y
de destrozos morales?
Creo que todo esto nos muestra que tampoco la sociedad se ha cruzado de brazos ante la crisis de
la justicia. Pero todos estos caminos son aún tímidos, balbucientes, inseguros, temerosos,
marginales y a veces vergonzantes. Quizás nos falta enfrentar con más decisión un juicio o la misma
justicia. ¿No será ya el momento de llevar a la justicia ante tribunales formales y tomar distancia, de
una forma explícita y decidida, de sus corruptos desempeños que la hacen un instrumento de
impunidad?
56
Pasando a las consecuencias políticas de la impunidad quiero señalar, en primer lugar, uno de los
efectos más profundos y quizás al mismo tiempo más invisibles, que la impunidad tiene sobre una
sociedad, y es el condicionamiento de su futuro.
Por encima de todo, la impunidad condiciona a la sociedad frente al futuro, haciendo que ese futuro,
sea moldeado fundamentalmente de acuerdo con los principios, con la ideología y con el modelo de
ordenamiento social queridos por los victimarios.
En general, los crímenes de lesa humanidad tienen unos efectos psicosociales muy profundos, que
no son fáciles de percibir. Las mismas víctimas y sus allegados, en su gran mayoría no son
conscientes del efecto que los crímenes tienen en sus opciones políticas, en sus opciones
ideológicas, en sus opciones éticas y aún estéticas y religiosas y en la misma opción profesional o
laboral hacia el futuro, pues tales efectos actúan principalmente en niveles subconscientes.
Podríamos expresar esos efectos en una frase simbólica, puesta en boca de las víctimas o de sus
familiares, allegados o amigos: "Nunca transitaremos por los mismos caminos por donde transitaron
los desaparecidos, los asesinados, los torturados o los prisioneros". Este es el precio necesario que
hay que pagar al instinto de conservación, pero que se oculta tras la multitud de opciones
aparentemente sin relación alguna con los crímenes o con su impunidad y que, desde ese nivel casi
imperceptible moldea y determina la sociedad del futuro a la medida querida y señalada por los
victimarios. Este me parece que es el efecto más grave y profundo de la impunidad.
Para contrarrestar efectos tan graves y tan hondos, la sociedad necesita una deslegitimación muy
profunda de los crímenes del pasado y de los mecanismos que los facilitaron. Necesita
estigmatizarlos y exorcizarlos, y esto no se logra de ninguna manera sin una sanción social muy
firme, muy profunda y muy prolongada.
Es claro que la sanción sola, desligada de los procesos de reparación y de reconstrucción del tejido
social destruido, puede cargar el acento sobre aspectos vindicativos de la justicia y promover
revanchismos y retaliaciones. Por ello es tan importante también examinar qué fue lo que se
destruyó, para poder emprender procesos reales de reconstrucción/reparación. Si examinamos con
sinceridad y profundidad esas ruinas que es necesario reparar, encontraremos allí cosas muy
importantes que fueron destruidas y que tienen relaciones muy profundas con la democracia: la
confianza con los miembros de las mismas comunidades; la libertad de conciencia, de palabra y
opinión; la dignidad del ser humano y la inviolabilidad de sus derechos fundamentales; la viabilidad
de las organizaciones de base; las posibilidades de protesta social; la concepción teórico práctica del
poder público como garante de los derechos humanos; las relaciones ciudadanos/Estado; si todas
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estas ruinas no se 57 reconstruyen, la impunidad logra sus efectos más perversos: condicionar la
sociedad del futuro a la medida de las pretensiones de los victimarios.
Uno de los slogan en boga, que vehículan subconscientemente la impunidad, es el que afirma que
mejor que reconstruir ruinas es mejor edificar cosas nuevas. La novedad y lo novedoso siempre tiene
atractivos subyugantes para las personas y las sociedades. Pero tenemos que caer en la cuenta de
que "nuevas edificaciones" fueron diseñadas en las tinieblas del subconsciente colectivo y hechas
atractivas mediante mecanismos subliminales, por los mismos victimarios que destruyeron con saña
las utopías que dieron sentido á la vida y las luchas de las víctimas.
¿Cómo defendernos de esos atractivos de "lo nuevo" que estigmatiza tan fácilmente el pasado como
"lo equivocado", lo "anticuado", lo "pasado de moda", lo "desfasado", lo "que sólo trajo destrucción y
muerte", lo "quijotesco", lo "ilusorio", lo "irrealista", lo "utópico" y a través de todos esos epítetos
vergonzantes se la silencia, y sepulta la memoria de las víctimas con sus proyectos históricos
esterilizándolos frente al futuro?
Es aquí donde se impone profundizar sobre el papel de la memoria histórica y sobre su fecundidad
política. Ya al menos en los documentos de trabajo de la subcomisión de la ONU para la prevención
de discriminaciones y protección de minorías, se ha empezado a afirmar este principio: "la memoria
de sus sufrimientos es algo que pertenece al patrimonio cultural de todo pueblo ". También el Papa
Juan Pablo II, al conmemorar el 50 aniversario de la II Guerra Mundial, el 11 de junio de 1995
afirmaba: "Mantener vivo el recuerdo de cuanto sucedió es una exigencia no sólo histórica, sino
también moral. No hay que olvidar. No hay futuro sin memoria. No hay paz sin memoria".
Una de las estrategias más acariciadas de los victimarios, una vez consumados los crímenes es la
del olvido. Las leyes de amnistía para los victimarios han logrado darle a la amnesia un estatus
jurídico que consagra la impunidad en el registro especifico del Derecho, pero eso no basta ni es lo
principal. El papel de la amnesia, en la estrategia de los victimarios, mira ante todo la esterilización
política de las víctimas, de sus proyectos, de sus sueños y de sus utopías. Tal cauterización del
pasado es necesaria para que pueda imponerse el proyecto socio-político de los victimarios sin
alternativas que le compitan.
Todavía son débiles nuestros análisis concretos sobre la relación entre amnesia y los modelos de
sociedad. La memoria ha llegado a tener gran importancia en el mercadeo de la informática: se nos
ha convencido, en el mundo del marketing de la importancia de expandir progresivamente la
"memoria Ram" y la "memoria Rom", pues, si no la expandimos, ¿cómo podrán asegurar su
rentabilidad las multinacionales de la informática? Pero nadie nos invita a expandir nuestra memoria
histórica, única manera de desesterilizar nuestras víctimas 58 frente al futuro; único antídoto que nos
permitiría asimilar desde el subconsciente el modelo de sociedad que imponen los victimarios; único
lente que nos permite contemplar los destrozos y las ruinas de humanidad que es necesario
reconstruir. La memoria de las víctimas; la memoria de los crímenes; la memoria de las luchas y
contextos dentro de los cuales se produjeron tantas injusticias y tantos sufrimientos, es una
interpelación permanente a nuestras sociedades; es una toma de conciencia de lo que NUNCA MÁS
debe volverse a tolerar; es una toma de conciencia sobre los valores que fueron destruidos y sobre
lo que es necesario reconstruir y reparar.
A mi modo de ver, este es el gran desafío para enfrentar los efectos políticos de la impunidad:
responder a la estrategia del olvido con la estrategia de la memoria4
4
Tomado de: Memorias del Seminario Latinoamericano sobre Impunidad, poder judicial y derecho a la justicia. Vol.III.
Bogotá, abril 25-26 de 1997.
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HACIA LA SUPERACIÓN DE LA IMPUNIDAD
"Reconciliarse significa romper la espiral de la venganza intergeneracional, sustituir la viciosa espiral
descendente de la violencia por la virtuosa espiral ascendente del respeto mutuo. La reconciliación
puede romper el círculo de la venganza a condición de que se respeten los muertos. Negarlos es
convertirlos en una pesadilla. Sin apología, sin reconocimiento de los hechos, el pasado nunca
vuelve a su puesto y los fantasmas acechan desde las almenas"
M. Ignatieff
Los efectos que genera la impunidad sobre la sociedad son demasiado graves por su integral! dad:
destruyen el tejido social, los valores culturales, la acción política, producen desarraigo y
desesperanza, estimulan una cultura del dolor y de la no alternativa. El Estado, para mantenerse, ha
debido amordazar con la muerte al opositor político, al campesino, al indígena, al sindicalista, al líder
cívico.
La lucha contra la impunidad pasa forzosamente por la reconstrucción de los sueños y banderas de
las víctimas, del país que se pensaban y peleaban en su cotidianidad; reproducir las luchas, los
deseos y las utopías de las víctimas, desenmascarar al Estado y desentrañar sus intereses.
Para el Proyecto Colombia Nunca Más existen unos criterios éticos y políticos que deben ser tenidos
en cuenta en la superación de la impunidad como base de un proceso de reconciliación:
VERDAD:
La búsqueda de la verdad implica un compromiso ético con las víctimas que consiste en aclarar las
razones de tipo económico, político o social de las agresiones del Estado, quienes favorecieron y
encubrieron los crímenes de lesa humanidad, descubrir su sistematicidad, establecer la participación
de actores nacionales e internacionales dentro de la dinámica de estos delitos: descubrir la identidad,
los móviles y los contextos del verdugo.
60
La verdad también contiene la identidad, proyectos de vida, compromisos de lucha,
responsabilidades en la construcción de un mejor país. La verdad hace un reconocimiento moral,
político y ético con los que siempre están presentes en la memoria y trasegar del pueblo.
CASTIGO A LOS RESPONSABLES:
El castigo a los responsables entraña la exigencia al Estado por la aplicación de los tratados
internacionales en materia de Derechos Humanos.
"... reestructurar el barrio de manera que queden zonas verdes, como una forma de reparar todo
el daño que le han hecho ... ¿Dígame cómo se repara? Eso que él no pudo ver nacer a su hijo, no
lo acompañó en sus primeros pasitos, nada de eso ¿quién le devuelve eso? ¿cómo se le repara?
A Patricia que se quedo sola ¿cómo? A Patricia le pueden dar los millones de este mundo, le
pueden servir para muchas cosas, pero ¿quién le devuelve la fe en la vida? A nosotros como
familiares ¿quién nos devuelve la fe en la policía? ... Yo si creo que tendría que ocurrir un cambio
de mentalidad... yo si creo que con un trabajo primero que todo si se puede decir uno, debería
tener como tres ejes. Uno que sería de investigación, de reconocimiento, más en profundidad de
la realidad del barrio y por decir algo, de familias. Otra que diga por ejemplo la fase de
recuperación emocional, porque yo si digo que cuando uno tiene claro que es que la muerte no
justifica muchas cosas, que la muerte no es la solución de los problemas, para eso uno tiene que
haber hecho todo un proceso de recuperación, haberle hecho hasta un buen duelo a su muerto".
Testimonio de víctima.
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Esta exigencia demanda que frente a los crímenes de lesa humanidad deben existir investigaciones
serias en materia penal, administrativa y disciplinaria que lleven al enjuiciamiento de los
responsables materiales e intelectuales; que debe haber un rechazo público para que se entienda
que estos crímenes no se deben consentir en el marco de una sociedad justa.
REPARACIÓN INTEGRAL:
La reparación integral es un derecho de las víctimas y de las organizaciones sociales que se debe
dar en los aspectos político, económico, moral y social y se debe desarrollar en los niveles personal,
familiar y social. Se requiere que el Estado genere las condiciones para que halla un
acompañamiento económico, jurídico, social y psicológico a las víctimas de los crímenes de lesa
humanidad.
Las dimensiones de la reparación
Entre algunas dimensiones de la reparación se encuentran:


RESTITUCIÓN. Restablecimiento de la normalidad existente antes de los crímenes (el goce
de la libertad, la vida familiar, el empleo, el retorno del exilio o el desplazamiento, entre otros).
Hacia la superación de la impunidad 6 I

COMPENSACIÓN. Donación de bienes que compensen danos irreparables, físicos o
psíquicos (oportunidades perdidas de empleo o de educación, la reputación, los gastos por
servicios jurídicos, médicos o psicológicos).

REHABILITACIÓN. Atención médica y sicológica integral, así como psicosocial.

GARANTÍA DE NO REPETICIÓN. Cesación de las violaciones, disolución de los grupos
paraestatales, depuración de organismos de seguridad, publicidad de lo sucedido, sanción de
los victimarios, garantías para el ejercicio de derechos ciudadanos y control efectivo a
funcionarios del Estado.

SATISFACCIÓN. Proclamación de la verdad; recepción de disculpas públicas del Estado; y
homenajes a las víctimas en conmemoraciones y monumentos, para restablecer su dignidad.
La base de todo proceso de reparación integral es la reconstrucción del tejido social afectado por el
terrorismo de Estado que se ha dirigido a atemorizar e inmovilizar a los movimientos sociales y
populares de oposición. En la actualidad, la reparación que contempla el sistema judicial es
estrictamente estimada en dinero y sólo pocas víctimas la han obtenido. Ni siquiera existe para las
organizaciones sociales y políticas exterminadas.
Buscar los escenarios para que se escuchen las reclamaciones populares y que se construyan otros
modelos de sociedad son los fundamentos de toda reparación y reconciliación.
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LA JUSTICIA
La violencia garantiza: "Todo seguirá igual".
No se oye otra voz que la de los dominadores,
y en el mercado grita la explotación: "Ahora es cuando empiezo".
Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora:
"Jamás se logrará lo que queremos".
Quien aún este vivo no diga "Jamás".
Lo firme no es firme. Todo no seguirá igual.
Cuando hayan hablado los que dominan,
Hablarán los dominados.
Bertolt Brecht
La justicia es normalmente conocida como una capacidad de dar a cada uno lo que es suyo, lo que
le corresponde. La justicia es el equilibrio entre las personas, no sólo vistas individualmente sino
como miembros de un grupo que actúa en sociedad y que manifiestan sus intereses y necesidades.
En Colombia, la justicia se ha visto como la administración de una verdad reunida en las normas de
los códigos y las leyes, asimilando esa sola verdad para ser impuesta sobre el conjunto de la
sociedad.
El desequilibrio que hay en la sociedad colombiana no sólo se expresa en los crímenes de lesa
humanidad que se cometen a diario contra campesinos, sindicalistas, educadores, artistas,
defensores de derechos humanos, opositores políticos, indígenas, afrocolombianos, trabajadores y
todos aquellos que luchan por un espacio de participación en las decisiones de su comunidad y de
su país.
64
Los crímenes de lesa humanidad son, principalmente, la manifestación más violenta de una forma de
sociedad excluyente y represiva que se manifiesta a diario en la reducción de los derechos laborales;
el desarraigo de los campesinos de sus parcelas; la violencia racial contra las comunidades étnicas
que habitaron el territorio nacional desde los tiempos en que no se tiene memoria; la desinformación
permanente que recibimos a diario en la gran prensa y los medios de comunicación que manipulan a
su antojo la verdad y ocultan las raíces de la desigualdad entre los colombianos; la violencia
cotidiana y abusiva que nos imponen las multinacionales de alimentos, de la banca y de los servicios
públicos, con la participación activa de las instituciones de gobierno; la corrupción generalizada del
partido político en el poder (el bipartidismo liberal-conservador) y su clientela que mantiene
marginadas las luchas cívicas y políticas alternativas, y bloquean su participación al tildar de
"subversivas" o "ridículas" sus propuestas, etc.
Esta exclusión permanente ha hecho que en Colombia la noción de "derechos" se limite a la limosna
que quieran dar los gobernantes a los gobernados. Esta marginación permanente transformó la
democracia en el triste espejo que sólo se refleja en época de elecciones.
¿Qué significa en este contexto "exigir justicia"? Las víctimas de crímenes de lesa humanidad y sus
familiares exigen no sólo que los procesos penales, administrativos y disciplinarios lleguen a
establecer los responsables de sus muertos, desaparecidos y torturados. ¿Acaso el castigo a un
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criminal contra la humanidad puede devolver la sonrisa de un hijo? ¿Pueden el dinero reconstruir la
voz del desaparecido? ¿Una destitución puede devolver la vida de los asesinados? "Exigir justicia"
frente a los crímenes de lesa humanidad no puede reducirse a exigir que el aparato de justicia del
estado funcione.
Exigir justicia es ante todo propugnar por:

la transformación de la sociedad enferma e intolerante que echó a perder la vida de miles de
personas por cuenta de los intereses de aquellas elites que viven del sufrimiento y la
desmemoria para eternizarse en el poder y enriquecer sus arcas.

El cambio de las normas y de los códigos existentes, que no son más que la expresión
permanente de la moral viciosa de los gobernantes.

la participación de todos los sujetos sociales, para que puedan expresar sus ideas e inconformismos, y realicen desde aquel espacio el cambio social en que puedan equilibrarse
más las desigualdades.

Sólo así puede lograrse la justicia, abriendo un espacio para las víctimas y sus familiares,
para sus sueños y sus ideales. Sólo así puede pararse la máquina de muerte establecida.
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EL PRIMER INFORME DEL PROYECTO
Recoged de las tierras el confuso latido del dolor, las soledades, el trigo de los suelos desgranados:
algo germina bajo las banderas:
la voz antigua nos llama de nuevo. Bajad a las raíces minerales y a las del metal desierto, tocad la
lucha del hombre en la tierra, a través del martirio que maltrata las manos destinadas a la luz.
No renunciéis al día que os entregan los muertos que lucharon. Cada espiga nace de un grano
entregado a la tierra, y como el trigo, el pueblo innumerable junta raíces acumula espigas, y en la
tormenta desencadenada sube a la claridad del universo.
Pablo Neruda
Los tomos publicados
Dada la magnitud de la labor emprendida, y por las limitaciones propias de una experiencia como
esta, a pesar de nuestra pretensión original de presentar los resultados de la investigación dando
cuenta de todo el país, Colombia Nunca Más presentó en el año 2000 un primer informe acerca de
dos zonas del país, sin perder la visión nacional de la estrategia de exterminio a que ha sido
sometido el pueblo colombiano.
Por razones metodológicas, Colombia Nunca Más definió zonificar el país de acuerdo con una lógica
que obedece, más que a la división político-administrativa vigente, a lo que han sido las dinámicas
económicas y políticas, así como a las formas de represión implementadas desde el Establecimiento,
para exterminar los procesos de organización que desde lo popular han sido generados como
alternativas de resistencia y dignidad.
66
Dicho informe, que se publicó en tres ejemplares y corresponde a dos zonas del país, contiene una
caracterización de lo que ha sido el ciclo de violencia iniciado en este país a partir de 1966, los
valores a partir de los cuales reaccionamos frente a esa realidad, que son la Verdad y la Justicia, las
razones por las cuales desde la perspectiva de la recuperación de la memoria histórica investigamos
sólo los crímenes de lesa humanidad, y también la experiencia de dos zonas que han sido
especialmente martirizadas por el terror oficial, como son los departamentos del Meta y el Guaviare
y, las regiones del Nordeste Antioqueño y del sur del Magdalena Medio.
Este primer informe recogió así misino los planteamientos que a lo largo del proceso han realizado
los familiares de las víctimas, las organizaciones sociales, y las organizaciones de derechos
humanos, en torno a los principios universales de la lucha contra la impunidad, esto es, en relación
con la Verdad, El castigo a los responsables y la Reparación integral, y que se sintetizan en primer
lugar, en la exigencia de poder conocer quiénes eran las víctimas, quienes fueron los victimarios y
quienes los beneficiarios de los crímenes, así como las razones económicas y/o políticas de los
mismos; en segundo lugar, en la exigencia irrenunciable de que los responsables sean castigados
penalmente, y por último, en que las víctimas, sus comunidades y organizaciones, sean reparadas
integralmente.
En lo que sigue presentamos sucintamente el contenido de los dos tomos.
La zona 7a. Departamentos de Meta y Guaviare
En relación con los departamentos de Meta y Guaviare, que constituyen la zona 7a, inicialmente se
hace una contextualización histórica, económica y política, a partir de una de sus principales
características como es el nomadismo de sus pobladores.
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
En efecto, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, es posible identificar once oleadas migratorias,
unas veces desde fuera hacia la zona y otras como desplazamiento al interior de la misma, que se
han convertido en sucesivas colonizaciones marcadas por dinámicas de violencia y exclusión.
Las causas de estas oleadas de colonización es diversa: la primera oleada fue por atracción laboral
tras la llegada a la zona de empresas nacionales y extranjeras; al salir las empresas de la región, se
quedaron quienes habían llegado entrando en contradicción con los colonos que se habían asentado
antes y con los nativos.
Entre 1948 y finales de la década de los sesenta, se generan nueve oleadas migratorias; unas, como
resistencia autodefensiva de las comunidades atacadas por el Ejército y la Policía y 67 relacionadas
también con el surgimiento de las guerrillas liberales, y por el desplazamiento causado durante el
periodo clásico de la violencia; tres de ellas impulsadas por programas gubernamentales con un
diseño claramente contra-insurgente —anticipándose incluso a lo que en los años ochenta fueron las
"aldeas estratégicas" en Guatemala—; otra originada en los ataques contra las comunidades de
campesinos de influencia comunista en la región de Marquetalia (Tolima) que darían origen la
colonización de la región del río Ariari.
A partir de los años setenta se inició la undécima oleada colonizadora como consecuencia de la
llegada a la zona de los cultivos de marihuana y de cocaína, que si bien aumentaron los ingresos de
los colonos, en términos proporcionales fortalecieron principalmente a los comerciantes y a los
narcotraficantes mismos, generando gran concentración de tierra, al tiempo que se incrementó el
control de los militares.
Con la llamada "bonanza coquera" llegaron a la región de la serranía de La Macarena y al Guaviare
(San José del Guaviare y Miraflores, principalmente) grandes oleadas de migrantes, ya no solo de
colonos desplazados, sino de campesinos pobres, desempleados y rebuscadores de mejores
condiciones, quienes se asentaron en los márgenes de los ríos de la región, y también en Vista
Hermosa.
De otra parte, en el marco de los procesos colonizadores, particularmente los referidos a los de
agresión contra las comunidades campesinas por parte del Estado y los terratenientes, se dan las
condiciones para que rápidamente en la zona se arraigue la guerrilla de las FARC, creada en 1964,
al punto de ubicar su Secretariado General en jurisdicción de La Uribe (Meta).
La presencia militar en la zona se remonta a 1950, año en que fue creado el Batallón de Infantería 21
Vargas, unidad que será protagonista de primer orden en los ciclos de violencia que sufrirá esta
región en las décadas siguientes. Ya en 1951 un capitán denunciaba la práctica sistemática del
asesinato de presos políticos, "infelices indefensos que esperaban ser entregados... para ser
juzgados". En 1962, al ser creada la VII Brigada, el Batallón Vargas fue ubicado en Granada;
posteriormente fueron creadas otras unidades militares con jurisdicciones más pequeñas a las que
tuvo el Batallón Vargas.
En el contexto anterior, militares de la VII Brigada participaron en el exterminio de las comunidades
indígenas de la región de Planas, al oriente del departamento del Meta. Era común el asesinato de
indígenas por parte de los colonos terratenientes que buscaban agrandar sus hatos, y por ello
organizaban incluso torneos de caza de indígenas, conocidos como "Guahibiadas". Cuando los
indígenas se organizaron fueron violentamente reprimidos por los colonos, con ayuda de otros
funcionarios de seguridad y de la administración departamental. Ante esto, realizaron un
levantamiento en armas, que en poco tiempo fue ahogado en sangre por los militares, quienes con el
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
pretexto de perseguir a los alzados en armas cometieron numerosos hechos de ejecuciones
extrajudiciales y torturas, principalmente.
Posteriormente, una de esas unidades de la VII Brigada, el Grupo de Caballería Guías de Casanare,
según las investigaciones oficiales fue de las primeras en desarrollar estructuras paramilitares, al
mando 68 del teniente Carlos Vicente Meléndez Boada. Posteriormente la VII Brigada se alió el
narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha para combatir la insurgencia de las FARC, y después con
Víctor Carranza, también esmeraldero y narcotraficante, quien en muy poco tiempo se afianzó
además como el promotor de la principal estructura paramilitar.
La referida alianza criminal se amplió a los sectores políticos tradicionales, al evidenciar el
vertiginoso crecimiento electoral alcanzado por la Unión Patriótica, movimiento político surgido en
1985, fruto de las negociaciones entre las FARC y el gobierno, durante la presidencia de Belisario
Betancur. Fue tal la reacción del Establecimiento, que después del proceso electoral de 1986 —en el
que la UE logró mayorías en varios concejos municipales, así como en las asambleas
departamentales de Meta y Guaviare— casi mil personas fueron asesinadas, en hechos selectivos o
en mascares, y otras 230 fueron desaparecidas, por su vinculación real o aparente con la Unión
Patriótica. Una cantidad indeterminada se vio obligada al desplazamiento interno o al exilio, para
salvaguardar la vida. Al término de un una década de genocidio (1985-199 6),el predominio político
había sido nuevamente "conquistado" por los dos partidos tradicionales, principalmente por el partido
liberal.
El proceso de exterminio habría sido imposible sin el concurso del conjunto de los organismos
encargados de investigar, enjuiciar y sancionar los crímenes, a pesar del total esclarecimiento de los
hechos, de confesiones muy detalladas de autores materiales y del hallazgo en predios de Víctor
Carranza de cadáveres de personas desaparecidas, de caletas de armas, de sitios de entrenamiento
de su estructura paramilitar. En síntesis, la impunidad judicial y disciplinaria se constituyó en la última
fase del genocidio de la Unión Patriótica en el Meta y el Guaviare, y también de las diferentes
expresiones de organización que en esta década existían o fueron creadas.
Al comienzo de los años noventa, como intento de respuesta cívica en demanda de garantías para
detener el exterminio del pueblo de la zona 7a, fue creado el Comité Cívico de Derechos Humanos
del Meta, del cual participaban más de 30 organizaciones sociales: sindicatos, cooperativas, de
profesionales, estudiantiles, etc. Esta iniciativa corrió la misma suerte que la UP a partir del momento
en que sus miembros visitaron la Procuraduría Regional para presentarse como defensores de
derechos humanos y realizar los contactos necesarios para el desarrollo de sus labores. De
inmediato comenzaron las amenazas, los atentados, las desapariciones y los asesinatos. Casi
siempre las labores de "inteligencia" fueron realizadas por miembros de los organismos de seguridad
del Estado, aunque los autores materiales fueron paramilitares de la estructura de Víctor Carranza.
A fínales del periodo de investigación, 199 6-1998, se constata la llegada a la región de las
estructuras paramilitares, ya de carácter nacional, articulando así el modelo paramilitar desarrollado
en esta región durante década y media, a una organización con mando nacional, las Autodefensas
Unidas de Colombia —AUC—, una vez más con la directa participación activa u omisiva de la Fuerza
Pública. De hecho, el hoy general Jaime Humberto Uscátegui está vinculado a las investigaciones
por tres de las cuatro más graves masacres cometidas en los municipios de Mapiripán y San Carlos
de Guaroa, entre 1997 y 1998.
69
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
ZONA SÉPTIMA
DISTRIBUCIÓN DE LAS VÍCTIMAS SEGÚN SECTOR SOCIAL
Sector Social
Campesinos
Comerciantes
Empleados
Empresarios
Estudiantes
Hacendados
Indígenas
Jornaleros
Obrero
Profesionales
Trab. Informal
Otros
Sin dato
Totales
Asesinato
Desaparición
Tortura
Otras Mod.
Total
423
20
49
1
10
4\
16
0
5
14
21
3
419
985
106
9
11
0
1
0
6
1
8
2
5
0
81
230
120
1
10
0
1
0
13
0
1
1
13
0
48
208
98
4
13
0
1
0
2
0
5
12
0
0
165
300
747
34
83
1
13
4
37
1
19
29
39
3
713
1.723
La. zona. 14*. Magdalena Medio y Nordeste Antioqueño
La otra zona que el Proyecto Colombia Nunca Más presentó en su primer informe, la zona 14a, está
conformada por 14 municipios que organizamos en tres sub-zonas, dadas sus características
económicas, organizativas y políticas:
Sub-zona del MAGDALENA MEDIO que comprende los municipios de Puerto Boyacá,
(departamento de Boyacá); Cimitarra (en Santander); Yondó, Puerto Nare, Puerto Triunfo y Puerto
Berrío (en Antioquia).
Sub-zona del BAJO NORDESTE ANTIOQUEÑO que comprende los municipios de Remedios y
Segovia.
Sub-zona del ALTO NORDESTEANTIOQUEÑO que comprende los municipios de Amalfi, Anorí,
Caracoli, Cisneros, Maceo, San Roque, Vegachí, Yalí y Yolombó.
La zona está caracterizada económicamente por las grandes riquezas que alojan sus tierras, y en su
explotación y control tienen raíz los intensos conflictos sociales que han protagonizado sus
habitantes: el petróleo, el oro, las inmensas y exclusivas reservas forestales, sus cualidades para la
agricultura y la ganadería. La abundancia de minerales como el plomo, la plata, el mármol, las
calizas, el cuarzo y el hierro, han atraído la atención de la inversión extranjera, que ha mirado con
codicia hacia allá y calculado la cuantía de la riqueza que se puede obtener explotando cada uno de
los recursos allí presentes. Los grandes inversionistas nacionales y los narcotraficantes también 70
miraron hacia allí, en una alianza marcada por el interés del enriquecimiento particular sin escatimar
en los costos sociales que esto pueda tener para los pobladores de la zona.
COLOMBIA NUNCA MAS Crímenes de Lesa Humanidad
En medio de ese interés desaforado por apropiarse de las riquezas de la zona, a partir de los años
veinte comienzan a establecerse enclaves industriales: en Yondó y en Cimitarra se instala la
compañía petrolera anglo-holandesa Shell-Condor; en Puerto Boyacá la Texas Petroleum Company;
en Segovia la empresa minera británica Frontino Gold Mines, luego vendida a norteamericanos;
luego se instalan en Puerto Nare y Puerto Triunfo, Cementos del Nare y la Compañía Colombiana de
Carburos, empresas nacionales de explotación del cemento y el mármol.
La explotación de las riquezas naturales fue exigiendo la puesta en marcha de grandes proyectos de
infraestructura, como los oleoductos "Colombia" y "Ocensa" que atraviesan el Nordeste antioqueño;
centrales hidroeléctricas como Porce II que está ubicada también en el Nordeste; además se
construyeron grandes troncales como las importantes transversales de Antioquia que atraviesan la
zona y proyectos de explotación maderera como el "Carare-Opón".
Todos estos procesos de explotación de recursos naturales y de construcción de infraestructuras
atrajeron grandes oleadas migratorias que fueron conformando una población heterogénea desde el
punto de vista racial, étnico y cultural, de ancestros indígena, africano y español. El modelo de
desarrollo fue siempre elitista y excluyente, de explotación intensiva de la mano de obra, a la cual
favorecían las grandes masas de desempleados que afluían tras el señuelo de las grandes
inversiones.
En la exclusión a que son sometidas las grandes masas de población, hunden sus raíces los
movimientos y luchas de los excluidos, que van desde los reclamos salariales hasta la rebelión
armada.
Ya desde los años 30 se registran en la zona organizaciones reivindicativas y políticas que
proponían alternativas al modelo de explotación, o al menos trataban de arrancarle a las empresas y
al gobierno concesiones más acordes con los derechos de las mayorías: los sindicatos de
trabajadores de las empresas explotadoras de petróleo en Puerto Boyacá, Cimitarra y Yondó, el de
trabajadores cementeros en Puerto Nare, el de mineros en el Nordeste, organizaciones políticas
como el Partido Comunista en Segovia, que en medio de las condiciones socio-políticas de la época
hacían de este tipo de organizaciones experiencias muy audaces, cercanas al heroísmo, por irrumpir
en una sociedad señorial y fuertemente represiva, sumergida en una ideología de dominación.
A comienzos de los sesenta las expresiones reivindicativas y las expresiones políticas comenzaron a
articularse más profundamente. Las luchas adquirieron un carácter más político y la represión se
incrementó de manera exponencial. La organización social buscó en los movimientos cívicos, las
nuevas organizaciones sindicales, las juntas de acción comunal, las formas de resistencia armada y
las organizaciones políticas, alternativas de organización y lucha contra un sistema injusto al que
eran sometidos. Acciones como los paros cívicos y los bloqueos de vías fueron las formas 71
aplicadas por las comunidades para reclamar unas condiciones de vida dignas. Todos estos
movimientos fueron reprimidos por el Establecimiento que en su afán por seguir protegiendo a los
privilegiados persigue, encarcela y asesina a los partícipes de estas organizaciones o de las
acciones emprendidas por ellas.
En la década de los setenta las luchas cívicas se consolidaron y se perfilaron fuerzas políticas
alternativas a los partidos tradicionales. Por su parte, las organizaciones insurgentes, nacidas en la
segunda mitad de la década anterior, comenzaron a hacer sentir su influencia en algunas zonas.
El Partido Comunista y sus alianzas electorales como la UNO (Unión Nacional de Oposición)
lograron mayorías de votos en 1976 y 19 7 8.Tomaron fuerza las luchas campesinas durante la
década, con el arraigo de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos —ANUC— y más tarde
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de la ANAPO SOCIALISTA, organizaciones que conjugaron lo reivindicativo y lo político. Se
incrementó el numero de sindicatos, especialmente agrícolas y la experiencia cooperativa, que
canalizó muchas luchas cívicas, también hizo parte de este crecimiento de organización social en la
zona.
Durante la década de los ochenta, la insurgencia armada multiplicó sus frentes e influencia en el
Magdalena Medio y en el Nordeste Antioqueño. Por otra parte, la Unión Patriótica ganó militancias
significativas en toda la zona, mayorías en concejos municipales de varias poblaciones del
Magdalena Medio y del Alto y Bajo Nordeste de Antioquia, y alcaldías populares en Segovia,
Remedios y Yondó. Otros movimientos de base se consolidaron dentro de la agudización del
conflicto social, político y militar, como la Asociación de Trabajadores Campesinos de Cimitarra, las
Juntas Cívicas en los pueblos del Nordeste, las tomas de tierras en Yondó y los movimientos de
protesta en Puerto Berrío que organizaron marchas históricas.
Pero al mismo tiempo el Estado afinó sus instrumentos represivos contra todos los sueños de los
sectores empobrecidos e hizo derroche de violencia y de terror. En Puerto Boyacá montó desde
comienzos de la década el más audaz experimento paramilitar que integró a los gremios económicos
más poderosos con las fuerzas armadas, los narcotraficantes, mercenarios internacionales, y lo más
descompuesto de la delincuencia común, para convertir al otrora baluarte de las luchas populares en
"la Capital Antisubversiva de Colombia", como lo alardeó en una gigantesca valla colocada a la
entrada del poblado. Esta experiencia piloto consagró al paramilitarismo como estrategia nacional de
seguridad.
El control militar de la zona fue unificado bajo la dirección de la Brigada XIV, creada en 1983, la cual
inició su accionar al unísono con el proyecto paramilitar piloto de Puerto Boyacá. Pocos meses
después de creada, esta Brigada fue establecida en Puerto Berrío. Serían famosos por sus
estrechas relaciones con el paramilitarismo y por la brutalidad de sus acciones los Batallones:
Bombona (con sede en Puerto Berrío y una Base en Segovia); Bárbula (con sede en Centro
Calderón, junto a Puerto Boyacá); Rafael Reyes (con sede en Cimitarra); Palagua (con sede en
Segovia); Héroes de Tacines (con sede en Segovia) .A principios de los noventa recorrieron la zona
las Brigadas Móviles 1 y 2, dejando huellas de sangre y de terror por doquier.
72
El pueblo de esta zona también sufrió en carne propia el genocidio político contra la Unión Patriótica,
que comenzó en los mediados de los ochenta y se prolongó en todos los noventa, decreciendo sólo
en la medida en que los poblados iban quedando "limpios" de opositores políticos y de dirigentes
populares, y en que los partidos tradicionales reconquistaban su hegemonía parapetados en el
terror.
Los militantes sociales que sobrevivieron al terror cerraron filas, en los noventa, alrededor de las
organizaciones locales y regionales de defensa de los derechos humanos, para salvar de la
hecatombe los últimos reductos de la resistencia: la defensa de vida y de la integridad de los
inconformes. La masacre de los defensores de la vida cerrará la década de los noventa en una
sucesión frenética de atentados y funerales, ya sólo referidos en los medios masivos a través de
minúsculos párrafos de rutina y de cliché.
En este proceso sobresale el gobernador de Antioquia, Alvaro Uribe Vélez, autor del Decreto 0717
de 1996, mediante el cual otorgó a las Fuerzas Armadas exageradas facultades de control sobre la
población de los municipios de Segovia y Remedios. Pretextando "proteger" a la población la
entregaba al total arbitrio de sus victimarios, precisamente como respuesta a una masacre que los
mismos militares habían realizado.
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Pero toda esta brutal represión nunca hubiera sido viable si los demás poderes del Estado hubieran
ejercido sus funciones constitucionales. Tanto el poder legislativo como el judicial y las otras
instancias del ejecutivo, se convirtieron en apoyo incondicional del Terrorismo de Estado, así fuera
solo por el abandono de sus deberes constitucionales, ejercido por las Fuerzas Armadas y sus
proyecciones paramilitares.
ZONA 14 - DISTRIBUCIÓN DE VÍCTIMAS POR PERIODOS Y
MODALIDAD DE AGRESIÓN
PERIODO
70-75
76-81
82-87
88-93
94-98
TOTALES
ASESINATO DESAPARICIÓN TORTURA
49
40
578
308
283
1258
4
16
143
33
34
230
59
321
146
132
81
739
TOTALES
112
377
867
473
398
2227
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