Una visión ilusfilosófica de la Carta de los Derechos fundamentales

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IV JORNADAS INTERNACIONALES
SOBRE DERECHOS HUMANOS Y
LIBERTADES FUNDAMENTALES
Sesión: Viernes 8 de noviembre (Tercer panel)
Una visión iusfilosófica de la Carta de los
Derechos Fundamentales de la Unión Europea.
JOSÉ ANTONIO SANTOS ARNÁIZ
UNIVERSIDAD REY JUAN CARLOS
Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas
Departamento de Derecho Público
C/ Velilla, 13, 2º. Izq.
28032 – MADRID
Tfnos.: 91/7764906 – 636410837
E-mail: [email protected]
RESUMEN
La
Carta
de
los
Derechos
Fundamentales de la Unión Europea de
2000 se sustenta en una serie de valores,
principios y derechos que en esencia
presentan un contenido moral, influyendo
de manera decisiva en su desarrollo y
futura aplicación y cuyo máximo
exponente es la dignidad humana.
En el continente europeo, a partir del Tratado de la Unión
europea, se empieza a acuñar el término ciudadanía, estando
indefectiblemente unido al de los Derechos fundamentales. En esta
sociedad de respeto de los Derechos Humanos, debemos abogar
por una mayor solidaridad y tolerancia con el diferente, ya sea por
razón de su raza, orientación sexual, etc.
También, debemos de hacer hincapié en los derechos
sociales “olvidados” por las tradiciones constitucionales, en cuanto a
su efectividad, más teniendo en cuenta que vamos hacia una
globalización que no tiene marcha atrás, entendiéndola en el sentido
de internacionalización. Por ello, se debe comenzar por la base de la
sociedad (europea) que son los Derechos fundamentales. Los
mismos constituyen el núcleo central de la moralidad legalizada en la
norma fundante básica y en los principios en que se plasman.
El problema de la Carta sigue siendo, en mayor medida, su
valor jurídico vinculante que, al igual, que el resto de aspectos
mencionados, junto con alguno más, serán tratados en mayor
profundidad en este estudio desde una perspectiva iusfilosófica.
I. ASPECTOS INTRODUCTORIOS
La democracia es realmente necesaria en cualquier Estado
que se precie de tal, siendo el canal en el que los valores, principios
y derechos se desarrollan correctamente. Así podemos traer a
colación las palabras de Karl Popper en su libro La sociedad abierta
y sus enemigos donde expresaba “la democracia no debe ser
contemplada como un lujo, algo que un país puede permitirse sólo
una vez que ha alcanzado un cierto grado de desarrollo; por el
contrario la propia democracia es un requisito previo para el
progreso.”
Los Derechos Humanos son básicos en todas las sociedades
democráticas, y se asientan sobre los valores de la libertad, la
seguridad jurídica y la solidaridad, configurándose como marco de
todos ellos la dignidad humana, justicia y libre desarrollo de la
personalidad. Estos ideales filosóficos en el Derecho aparecen en la
Declaración Universal de Derechos Humanos de 10 de diciembre de
1948, representando ésta “la manifestación de la única prueba por la
que un sistema de valores puede ser considerado humanamente
fundado y, por tanto, reconocido; ésta prueba es el consenso acerca
de su validez”1.
En consecuencia, puede resaltarse la importancia de la
fundamentación moral, la cual se íntimamente liada al Derecho.
Cabe abrir un breve paréntesis para introducir en el Derecho la
argumentación moral. Así el profesor Ronald Dworkin nos habla de
la relevancia del razonamiento moral que impregna cualquier
razonamiento jurídico, ya que en última instancia los principios que
los tribunales desarrollan y aplican son específicamente morales 2 .
Los valores superiores y derechos fundamentales a nivel
estatal, europeo o universal, representan los principios
fundamentales que, junto con las reglas, conforman el conjunto de
normas que llamamos Derecho. Entonces no podemos entender un
sistema como democrático, ni un Derecho como justo 3, si no existe
una protección de los Derechos Fundamentales. La Declaración de
Derechos Humanos al crearse, “trataba de fijar, con carácter
internacional, una especie de mínimos éticos que aunque no
creaban obligaciones legales a los Estados, habrán de servir como
una declaración de principios, llamada a convertirse, en palabras, de
Eleanor Roosevelt en la Carta Magna de la Humanidad”4 .Se
desprende de estas afirmaciones cierto paralelismo con la Carta de
los Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 7 y 8 de
diciembre de 2000 firmada y proclamada en Niza. Por varias
razones, siendo la primera de ellas que ambas carecen de valor
jurídicamente vinculante, lo cual no es obice para atribuirle una
naturaleza meramente programática. En segundo lugar, cabe
ponerse
de
relieve
que
la
Carta
proclamada en Niza podría venir a significar el Preámbulo de una
_________
1. Ver al respecto Bobbio, N.: Presente y porvenir de los derechos humanos, en El
tiempo de los de derechos, trad. de Rafael de Asís, pp. 63 y ss.
2. Vid. la obra de Dworkin, R.: Los derechos en serio, Ariel, Barcelona, 1995.
3. Kaufmann, A. en la presentación de su obra Rechtsphilosophie, Beck, Munich, 1997
considera el término derecho justo como un pleonasmo y no le falta razón.
4. Otero Parga, M.: Reflexiones en torno a los derechos humanos en el Siglo de Oro
español, Anuario de Filosofía del Derecho, nueva época, Tomo XVII, Madrid, 2000. p.463.
futura Constitución Europea5. Aunque fue firmada en Niza, ya antes
el Proyecto
de Carta fue estudiado por el Consejo Europeo en Biarritz los días
13 y 14 de octubre y que “viene a colmar un vacío, unánimemente
subrayado, una
laguna existente en la Comunidad Europea, carente de una propia
Declaración de Derechos aplicable a las eventuales vulneraciones
de los Derechos Fundamentales por las instituciones y órganos
comunitarios”6 .Esta proclamación representó uno de los pocos
éxitos del Consejo Europeo de Niza, debido a que el resto de puntos
al llevar a cabo, como la reforma de las instituciones comunitarias
para adecuarlas a los países candidatos, la simplificación de los
Tratados, la obligatoriedad de la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea y otros temas no se pudieron
realizar por los egoísmos nacionales de determinados países que
no estaban dispuestos a ceder en términos de solidaridad, en pos
del interés general con respecto a sus posturas.
La Carta constituye, en palabras de Romano Prodi, “una
victoria en términos sustanciales y una victoria en términos de
método”7. Primeramente, se trata de una victoria de método, al
haberse abandonado la farragosa técnica de la conferencia
intergubernamental, recurriéndose a la creación de un amplio grupo
de trabajo que ha hecho confluir a toda la legitimación política de la
Unión, habiendo miembros de instituciones comunitarias, Jefes de
Estado o de Gobierno de los Estados miembros y representantes de
los parlamentos nacionales, con la participación de la sociedad civil 8.
En lo concerniente a la victoria sustancial, viene a significar la
voluntad de la Unión de reconocer y plasmar una serie de valores
indivisibles y universales, derechos y libertades fundamentales
basados en los principios de la democracia y del Estado de
Derecho9. Pero, en cuanto al efecto vinculante debemos atender al
Tratado de la Comunidad Europea (en adelante TUE) en general, y
a su artículo 6 en particular.
II. CIUDADANÍA, DERECHOS FUNDAMENTALES Y TOLERANCIA
A partir del TUE comenzó a utilizarse el término
de
ciudadanía europea, el cual “se adoptó por establecer, para toda
persona que ostentase la nacionalidad de un Estado miembro” 10.
Este concepto aparece unido al de los
__________
5. Se están poniendo los mecanismos en marcha con el fin de que tengamos pronto una
Constitución Europea, de ahí la cumbre de Cerdeña en la que se elaboró un borrador de
Constitución de corte federal.
6. Vid. Rodríguez Bereijo, A.: La Carta de derechos fundamentales de la Unión
Europea, Noticias de la Unión Europea, núm. 192 (2001), p.10.
7. Información extraída de la entrevista concedida por el Presidente de la Comisión
Europea al Boletín Europeo de la Universidad de la Rioja, núm. 7/8, marzo, 2001. p.4 y 5
8. Hemos de destacar dos notas como son el consenso al que se ha llegado ante tanta
pluralidad de partes. Por otro lado, la rapidez con que se ha llevado a cabo, siendo tan sólo
necesario un año y seis meses para su elaboración.
9. Por el contrario, es necesario señalar que el Estado ha pasado a ser, en ocasiones, la
principal fuente de violación de derechos humanos y, por lo tanto, de conceptualizarse los
derechos humanos como límites al abuso de poder. En este sentido vid. Asís Roig, R.: Las
paradojas de los derechos fundamentales como límites al poder, Debate, Madrid, pp. 39y
ss.
10. La ciudadanía de la Unión se encuentra realizado sobre cuatro contenidos dispares
que tras su introducción por el Tratado de Maastricht con esta denominación se encuentra
en los artículos 17 y ss. Que son la circulación y residencia (art. G, art. 8 A); Sufragio activo
y pasivo en las elecciones locales y al Parlamento Europeo (art. G, art. 8 C) y derecho de
petición ante el Parlamento Europeo y ante el
Derechos
Fundamentales
formando
“un
binomio
inseparable”11. Ambos
conceptos, que hoy podemos considerar restrictivos, intentan ser
superados por la Carta de Derechos Fundamentales para la Unión
Europea”12.Así, vemos que el término ciudadanía europea aparece
como capítulo en dicha Carta (arts. 39 al 46) que no viene sino a
recoger derechos ya reconocidos en otros textos
del ordenamiento jurídico comunitario. A poco que analicemos
dichos artículos, nos damos cuenta que el precepto que presenta
mayor relación con la ciudadanía es el que reconoce el derecho a
circular y residir libremente en el territorio de los Estados miembros
(art. 45). En este sentido, resultan bastante elocuentes las palabras
de Luis María Díez Picazo al afirmar que “no deja de
ser preocupante que el discurso de la ciudadanía se ha puesto de
moda en Europa precisamente en el momento en que el continente
ha dejado de ser una tierra de colonizadores y emigrantes para
comenzar a ser tierra de destino de masas desheredados”13.
Estas aseveraciones vienen a enlazar, a nuestro modo de
ver, con el concepto de tolerancia y multiculturalismo, siendo la
primera la consecuencia necesaria de constatar nuestra falibilidad
humana14 como “primer principio del derecho natural”15. Podemos
afirmar que ”la tolerancia no puede nunca ser indiscriminada, no
resultando factible tolerar lo intolerable”16. Al respecto “para Voltaire y con razón- hay una insensatez, la intolerancia, difícil de tolerar. En
realidad, es aquí donde encuentra su límite la tolerancia. Si
concedemos a la tolerancia el derecho a ser tolerada, destruimos la
tolerancia y el Estado constitucional. Éste fue el destino de la
República de Weimar”17.
Para que haya tolerancia tiene que existir un acto de
tolerancia de ahí que Garzón Valdés diga “la intolerancia no sólo
sería la negación interna de la tolerancia, sino una condición sine
qua non de esta última, algo que ya no resulta curioso, sino hasta
paradógico”18. Lo crucial es fijar “los límites de lo intolerable, pues la
intolerancia no puede confundirse ni con la simple indiferencia ante
lo que ocurre a nuestro alrededor ni con la indulgencia cómplice con
crímenes y desafueros”19.
_________
Defensor del Pueblo (art. G ,art. 8 C). En este sentido es interesante López Garrido, D.: El
Tratado de Maastricht. Estudio introductorio. Tratado de la Unión Europea. Resolución del
Parlamento Europeo.
Paquete Delors II formando parte de la obra Código de la Comunidad Europea, tomos I y
II, 1992. pp. 40 y ss.
11. Vid. Rodríguez González, J.P.: La ciudadanía europea como presupuesto de la Carta
de los Derechos Fundamentales, Persona y Derecho, núm. 45, 2001, p. 45.
12. Ibidem, p. 46.
13. Díez Picazo, L.M.: Constitucionalismo de la Unión Europea, Civitas, Madrid, 2002. p.
29.
14. Entendiendo este término, como principio ético en toda discusión racional, quizá uno
está equivocado y el otro tiene razón, aunque es probable que ambos estén errados.
15. Así lo considera Popper, K.: Tolerancia y responsabilidad intelectual, incluido en el
libro En busca de un mundo mejor, Paidós, Barcelona, 1994. p. 243.
16.Vid. Ollero Tassara, A.: Tolerancia y verdad, Revista Chilena de Derecho, Vol. 24,
núm. 1, 1997. p.116.
17. Vid. Popper, K (op. cit. en nota 15) p. 244.
18. Vid. Garzón Valdés, E.: No pongas tus sucias manos sobre Mozart. Algunas
consideraciones sobre el concepto de tolerancia, Claves de la razón práctica, núm. 19,
1992. p.22.
19.: Al respecto Savater, F.: La tolerancia, institución pública y privada, Claves de la
razón práctica, núm. 5, 1990. p. 30.
III. LA DIGNIDAD: ¿CABE LA FUNDAMENTACIÓN MORAL EN LA
CARTA?
Una vez hechos estos comentarios podemos mencionar algo sobre
el resto de los capítulos de la Carta, destacándose el capítulo
primero referente a la dignidad que desprende un gran contenido de
moralidad por todos sus poros, aunque lo mismo ocurre en el resto
de los apartados, pero en menor medida. Así, cabe preguntarse si
los Derechos Humanos son propiamente derecho o simple
exhortación moral? En realidad, la moral aquí invocada hay que
entenderla en clave anglosajona, como criterios o valores crecientes
a la convivencia social que cuentan con efectivo arraigo”20. En este
sentido, se cabría hacer otra pregunta ¿son jurídicos los Derechos
Humanos? La verdad es que “negar carácter jurídico a determinados
ordenamientos equivaldría a negar su evidente efectividad” 21. En
efecto, los Derechos Humanos son plenamente jurídicos y como
toda realidad jurídica encierra una dimensión judicial, la cual siempre
va a tener consecuencias limitativas. Los derechos vienen,
inseparablemente, acompañados de deberes obligándonos a no
poder hacer todo lo que queremos pretender al tener que mantener
una convivencia social.
El profesor Pérez Luño mantiene una postura de
fundamentación iusnaturalista de los Derechos Humanos que
nosotros compartimos y para este autor “suponen una versión
moderna de la idea tradicional de los derechos naturales y
representan un avance en su proceso de positivización” y aún va
más allá diciendo que “si con la expresión derechos morales se
quiere justificar la confluencia entre las exigencias o valores éticos y
las normas jurídicas, lo único que se hace, en el fondo es afirmar
uno de los principales rasgos definitorios del iusnaturalismo”22. Este
fundamento de los Derechos Humanos recogido en la Carta de los
Derechos Fundamentales de la Unión Europea es iusnaturalista al
ser anterior al derecho positivo desechándose, por tanto, el
positivismo como fundamento de los Derechos Humanos.
Un aspecto concreto de la Carta que es objeto, en la
actualidad, de variados dilemas morales, se trata de la “prohibición
de la clonación reproductora de seres humanos” (art. 3 párrafo
segundo). Aquí se ponen de relieve las tres corrientes de opinión
típicas (como en otros tantos temas). Por un lado, los que están a
favor de la clonación reproductora de seres humanos con todos los
perjuicios que ello podría conllevar. En segundo lugar, los partidarios
de la prohibición de la clonación. Y por último, los que admiten una
postura ecléctica, aceptando la clonación reproductora en
determinados casos23.
__________
20.Vid.Ollero Tassara, A.: Derechos humanos y metodología jurídica, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1989. p. 132.
21. Vid. Ollero Tassara, A.: ¿Tiene razón el Derecho?, Congreso de los Diputados,
Madrid, 1996. p.382.
22. Vid. al respecto Pérez Luño, A.E.: Derechos humanos, Estado de Derecho y
Constitución, Tecnos, Madrid,1984. pp178 y 179.
23. A pesar de todos estos debates, a día de hoy, no existen estudios científicos que
constaten el haberse hecho posible la clonación de seres humanos, aunque en los medios
de comunicación se hablaba el caso de un médico italiano había llevado a cabo la
clonación humana. Todo ello, fue alimentado por ciertos sectores de la comunicación.
IV. LIBERTAD, IGUALDAD Y MATRIMONIO: EN CONCRETO, LA
DISCRIMINACIÓN POR RAZÓN DE GÉNERO
En el capítulo de la Libertad vemos que se han llevado a cabo
algunas actualizaciones e introducciones respecto del Convenio
Europeo de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de
1950 como, por ejemplo, el derecho a la protección de datos de
carácter personal que le afecten, al igual que el acceso y la
rectificación de los mismos (art. 8).
Un aspecto a destacar es el articulo 9 referente al derecho a
contraer matrimonio y a fundar una familia en el que se omiten las
acepciones mujer y hombre propias del Convenio Europeo de
Derechos Humanos (en adelante CEDH). A la vista está que la
evolución social propició este cambio de redacción, para abarcar los
casos que reconocen las disposiciones normativas de ciertos
Estados miembros. En al Carta no se está admitiendo explícitamente
el matrimonio entre homosexuales, pero se deja una puerta abierta
adaptándose así a las actuales realidades sociales.
“El matrimonio es, sin embargo, en Europa un valor
constitucional clásico, que no sólo se manifiesta como modo de
convivencia, sino también y al mismo tiempo como presupuesto
tipológico de unas bases fiable para la educación conjunta de los
hijos”24. En el CEDH se configura el matrimonio y la familia como un
derecho único. Ello, no es obice para que no nos abramos y dejemos
a un lado las posturas dogmáticas y aceptemos otros tipos de
familia, ya sean homosexuales o monoparentales.
Los argumentos esgrimidos, anteriormente, vienen a enlazar
con el artículo 21 de la Carta, englobado dentro del capítulo
dedicado a la igualdad. En el citado precepto se prohibe toda
discriminación, en general, y en particular, la que es por razón de
sexo. Aquí vemos que la orientación sexual se podía encuadrar en
esta redacción, dejándose una luz en el camino hacia la admisión
del matrimonio de homosexuales.
Así, podemos atender al artículo 52 párrafo tercero 25 de la
Carta en el que se da la posibilidad de que el Derecho de la Unión
conceda una protección más amplia a la aparecida en el CEDH. En
palabras de Tettinger “resulta más bien dudoso que el artículo 52 en
su párrafo tercero pueda actuar como freno de emergencia, ya que
todavía no está en condiciones de afirmar que el Derecho de la
Unión garantice en este ámbito una amplia protección”26.
Es reseñable el artículo 23 in fine de la Carta que reconoce el
principio
__________
24. Vid. Tettinger P.J.: La Carta de los
Derechos Fundamentales de la Unión
Europea, Persona y Derecho, núm. 45,
2001. p.34.
25. El citado artículo reza de la siguiente manera: En la medida en que la presente
Carta contenga derechos que correspondan a derechos por el CEDH, su sentido y alcance
serán iguales a los que le confiere dicho Convenio. Esta disposición no impide que el
Derecho de la Unión Europea conceda una protección más extensa.
26. Op. cit. en nota 24. p.34.
de discriminación positiva, encuadrándose en la igualdad de trato
formal como diferenciación la cual debemos separarla de la igualdad
de trato como equiparación. Esta última, “se expresa en el principio
de no discriminación, y afecta a aquellas condiciones de las
personas que siendo distintas entre unas y otras no se consideran
relevantes y no justifican un trato desigual”27. Aquí estamos en la
diferencia de caracteres como es el caso de discriminación por razón
de género28, aunque también están los rasgos físicos y
circunstancias de los seres humanos que tienen que ver con la
pertenencia a una raza, a una religión respectivamente. En este
caso, la igualdad consiste en que no se tomen en cuenta esos
elementos físicos, socio-económicos o culturales, para diferenciar
conductas y su regulación jurídica.
Por eso cuando la igualdad se manifiesta de forma positiva,
entonces hablamos de discriminación positiva o inversa que
equipara a personas que se distinguen por esas condiciones que no
consideran relevantes; y negativamente, no discriminando por las
mismas razones.. En la igualdad positiva se va a privilegiar al
colectivo desfavorecido y dará lugar a perjuicio a personas
concretas, siendo el sistema de cuotas una de sus formas.
Ésta es “la igualdad de trato como diferenciación que puede
limitarse a su dimensión formal, como igualdad ante la Ley” 29. El
hecho de beneficiar a determinados colectivos que presentan una
inferioridad de condiciones por razones culturales, físicas o de
situación encuentra un importante apoyo en la solidaridad que
impulsa una protección especial para superar la inferioridad de
mujeres, menores, consumidores o minusválidos. Se pretende con
esta situación crear derechos en los que estos son los titulares
únicos y, entrando en juego la igualdad, con el fin de que no se
pueda hablar de discriminación de los no comprendidos en esta
situación especial.
V. DERECHOS DE LA SOLIDARIDAD: LABORALES Y SOCIALES
En referencia al capítulo sobre la solidaridad podemos
observar, a poco que nos fijemos, un suculento catálogo de
derechos laborales y sociales, configurándose ambos como
derechos de la solidaridad. Los mismos podríamos decir que se nos
aparecen, en la actualidad, como “la dimensión humana del mercado
global”30. La solidaridad como la conocemos hoy31, nace como
reacción a las teorías economicistas, a la economía política de
mercado y a la mano invisible que mueve el mercado.
__________
27. Vid. Peces-Barba, G.: Curso de Derechos Fundamentales. Teoría General,
Universidad Carlos III y BOE, Madrid, 1999. p.285.
28. En mayor profundidad sobre el tema ver Ollero Tassara, A.: Discriminación por razón
de sexo. Valores, principios y normas en la jurisprudencia constitucional española, Centro
de Estudios Constitucionales, Madrid, 1999.
29. Op. cit. en nota 27. p.286.
30. Vid. Espada Ramos, M.L.: Los derechos sociales en la Unión Europea: mercado o
justicia, Anales de la Cátedra Francisco Suárez, núm. 35, 2001. p. 23.
31. Peces-Barba, G. en su Curso de
Derechos
Fundamentales
entre
solidaridad de los antiguos y de los
modernos. Esta postura es criticada por
ciertos autores que la solidaridad de los
antiguos sería una”prehistoria” o
precedentes de la solidaridad actual. Se
trata de una transposición histórica con
los peligros que ello conlleva.
Es destacable el acierto de esta Carta, en la redacción de
estos derechos al no configurarlos como derechos prestacionales. Si
lo hubiera hecho, esta situación conduciría “bien al cumplimiento de
solemnes promesas constitucionales, bien a la ingobernabilidad de
las finanzas de las finanzas públicas”33. Los derechos de la
solidaridad encuentran su fundamento , de forma general, en la
dignidad humana y, en particular, en la justicia social.
El problema de estos derechos es en cuanto a su realización
y efectividad, pero no en lo referente a su legitimación. Ello tiene su
razón de ser en que estos derechos precisan de una norma jurídica
que los desarrolle. Son destacables, en este sentido, las palabras de
Luis María Díez Picazo al afirmar que “la Carta no configura
prestaciones directamente exigibles; pero, para acentuar los
aspectos de organización y participación imprescindibles para la
efectividad de estos derechos laborales y sociales, la proclamación
de los derechos dista de ser una operación retórica, pues tiene un
inequívoco significado jurídico”32.
En ciertos casos, la Carta se limita a dar directrices a los
poderes públicos, sirva de ejemplo el artículo 37 que versa sobre la
protección al medio ambiente y el artículo 38 referente a la
protección de los consumidores. Estamos ante un mandato de
optimización caracterizado por la indeterminación de la
consecuencia jurídica. Es decir, se conoce el supuesto de hecho o
fáctico, pero permanece en la sombra la concreta obligación 33. Estas
normas no prescriben una conducta concreta, sino sólo la obligación
de perseguir ciertos fines cuya plena satisfacción tampoco se
exige34.
En cambio, los principios de la política y de la justicia son
normas abiertas en las cuales está determinada la consecuencia
jurídica, aunque no el supuesto de hecho. Es propio de la
jurisdicción, mientras que los principios como mandatos de
optimización expresan intereses, siendo de la política o legislación.
VI. CONCLUSI0NES
Hasta ahora la Unión Europea no disponía de un catálogo de
Derechos Fundamentales. La circunstancia es que nos encontramos
ante un texto, desprendido del lenguaje, un tanto barroco que
caracteriza los Tratados constitutivos, pero que carece de toda
fuerza vinculante. Su estilo está emparentado más con la claridad y
concisión que con la complejidad. A pesar de ello presenta muchas
ventajas al encontrarnos una estructura abierta, lo que le permite
adaptarse más fácilmente a las realidades sociales del momento y
tener un carácter más perdurable.
__________
32. Vid. Peces-Barba, G.:Op. cit. en nota 13. p.27.
33. Es de interés al respecto Alexy, R.: Teoría de los derechos fundamentales, Centro
de Estudios Constitucionales, Madrid,1993.
34. Vid. en este sentido Prieto Sanchís, L.: Ley, principios, derechos, Dykinson, Madrid,
1998. p. 55.
En consecuencia, estamos ante un texto constitucional que
difiere bastante de otro gran texto como es el CEDH, en cuanto a su
estilo de redacción y contenido de los derechos. La carta presenta
cláusulas generales propias de las constituciones, conllevando la
posibilidad de realizar más interpretaciones. En lo que a los
derechos se refiere nos encontramos, en general, que la Carta
reconoce derechos de forma concisa y el convenio de manera más
farragosa.
Volviendo al problema central del valor jurídico vinculante de
la Carta, el Consejo Europeo de Niza de 2000 no lo consideró
oportuno aunque cabía la posibilidad de “haber insertado los
artículos de la Carta en el Tratado de la Unión bajo un intitulado de
Derechos Fundamentales o podía haberla incorporado mediante un
Protocolo anejo al Tratado”35. Tampoco se hizo la fórmula de haberlo
incluido en el artículo 6 del párrafo segundo.
La insatisfacción que genera el pensar que la carta resulte
vinculante a través de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia ha
llevado al sector federalista del Parlamento Europeo a aprobar
Proyectos de Constitución de la Unión Europea. A pesar de todo, se
continúan haciendo esfuerzos para crear una Constitución Europea
para el 2003, de ahí el proyecto de constitución europea presidido
por Giscard D´Estaing.
En definitiva, es realmente necesario que la Unión Europea
posea una estructura constitucional estable, inspirada en los
principios fundamentales recogidos en un texto claro, simple y, sobre
todo, legible36. Por lo que es imprescindible una constitución y la
actual Carta de los Derechos Fundamentales podría ser el núcleo
básico de esta unidad constitucional.
__________
35. Vid. Del Pozo Ruíz, F.: Diez Notas a propósito de la Carta de Derechos
Fundamentales de la Unión Europea, Boletín Europeo de la Universidad de La Rioja, núm.
7/8, marzo, 2001. p.71.
36. Op. cit. en nota 7. p. 5.
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