CELEBRACION_DE_LAS_EXEQUIAS2011

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CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS
INTRODUCCIÓN:
Tras la Reforma del Vaticano II, la Liturgia
de la Muerte y de las Exequias1 viene
reordenada y circundada por la nota
característica de toda la teología litúrgica de
este Concilio, es decir, el Misterio Pascual2.
La constitución Apostólica del Concilio
Vaticano II concerniente a la sagrada
liturgia “Sacrosanctum Concilium” en el
número ochenta y uno3 pide que se una
renovación en cuanto la forma de
considerar y de celebrar el misterio de la
muerte. De ahí, que lo que toca a la liturgia
de la muerte aparece en el ritual de los
enfermos4.
1.- La Liturgia de las Exequias:
a) Notas históricas:
La celebración de las exequias cristianas se inspiró ampliamente en los usos paganos de la
época5. Por ejemplo, de los romanos, se tomó el banquete fúnebre "Refrigerium"6 el cual se
Del latín: “Exequi” = Acompañar.
Los ritos van a preponderar la resurrección como meta final de la vida, de allí el color litúrgico blanco, el
cirio pascual, la aspersión del agua bendita, el nuevo orden de lecturas, los ritos de despedida que apuntan
más a la misericordia de Dios y hacia la esperanza de la vida eterna, que al castigo, la pena y el sufrimiento.
3
SC 81. El rito de las exequias debe expresar más claramente el sentido pascual de la muerte cristiana y
responder mejor a las circunstancias y tradiciones de cada país, aun en lo referente al color litúrgico.
4
Ritual del Sacramento de la Unción y el Cuidado Pastoral de los Enfermos (1974), en los capítulos IV-VIII.
5
Alrededor de la tumba y en la casa del difunto se desarrollaban una serie de ceremonias, que comenzaban
con un banquete ritual, el “silicernium”, y duraban nueve días. Con posterioridad, el banquete se repetía
periódicamente, o bien el día del cumpleaños del difunto “dies natalis” o bien el día de los difuntos, durante
las fiestas llamadas “parentalia” y “lemuria”. En estas ceremonias participaba figuradamente el propio
difunto, a quien se invocaba de diversas maneras y al que se ofrecían alimentos y bebidas como libaciones.
6
En el paganismo se trataba de “refrigerar” el cuerpo del difunto derramando líquidos como vino, leche, miel
para que se conservara el cuerpo… algunas veces se colocaban tubos que iban desde el cuerpo ya sepultado
del difunto hasta la superficie de la tumba y a través de ellos hacer llegar esos fluidos. Otras tantas se
colocaban sobre la tumba misma (como el tradicional día de muertos).
1
2
efectuaba junto al sepulcro del difunto a los tres, siete y treinta días de su muerte7, con el fin de
hacer memoria del difunto8 con un banquete familiar9.
Los cristianos de Roma desde el siglo II unieron este banquete a la Celebración de la
Eucaristía. Sin embargo, los cristianos tenían una esperanza distinta a la de los paganos10 ya
7
Originalmente, en el uso pagano, eran a los 3, 9 y 40 días después del fallecimiento, pero al cristianizar la
costumbre se pasó a los 3, 7 y 30 días: 3 la Trinidad, 7 los días de la semana, 30 los días del mes.
8
Se trata de acompañar al difunto, por un lado su alma que viaja por el mundo de los muertos, pero también
la descomposición de su cuerpo:
Al Instante de la muerte:
1. El corazón se detiene.
2. La piel se queda rígida y adquiere un color grisáceo.
3. Todos los músculos se relajan.
4. La vejiga e intestinos se vacían.
5. La temperatura corporal cae normalmente unos 0.83ºC por hora a no ser que haya factores
medioambientales que lo impidan. El hígado es el órgano que se mantiene caliente durante más tiempo, por lo
que se suele medir su temperatura para establecer el momento de la muerte si el cuerpo se encuentra dentro de
este período de tiempo.
A los 30 minutos:
6. La piel se vuelve púrpura y con aspecto ceroso.
7. Los labios, y las uñas de los dedos palidecen por la ausencia de sangre.
8. La sangre se estanca en las partes bajas del cuerpo, formando una mancha de color púrpura oscuro llamada
lividez.
9. Las manos y los pies se vuelven azules.
10. Los ojos comienzan a hundirse hacia el interior del cráneo.
A las 4 horas:
11. Comienza a aparecer el rigor mortis.
12. El enrojecimiento de la piel y el estancamiento de la sangre contínua.
13. El rigor mortis comienza a tensar los músculos durante unas 24 horas, tras las cuales el cuerpo recuperará
su estado flojo.
A las 12 horas:
14. El cuerpo está en estado de rigor mortis total.
A las 24 horas:
15. El cuerpo adquiere la temperatura del ambiente que le rodea.
16. En los hombres, fallecen los espermatozoides.
17. La cabeza y el cuello adquieren un color verdeazulado.
18. Este color verdeazulado comienza a extenderse al resto del cuerpo.
19. En este momento comienza el fuerte olor a carne podrida.
20. El rostro de la persona se hace esencialmente irreconocible.
A los 3 días:
21. Los gases de los tejidos corporales forman grandes ampollas bajo la piel.
22. La totalidad del cuerpo comienza a hincharse y crecer de forma grotesca. Este proceso puede acelerarse si
la víctima se encuentra en un ambiente cálido o en al agua.
23. Los fluídos comienzan a gotear por todos los orificios corporales.
A las 3 semanas:
24. La piel, cabello y uñas están tan flojas que pueden extraerse con facilidad.
25. La piel se agrieta y revienta en múltiples zonas a causa de la presión de los gases internos.
26. La descomposición continuará hasta que no quede nada excepto los restos óseos, lo cual puede tardar
apenas un mes en climas cálidos y dos meses en climas fríos. Los dientes son a menudo lo único que queda
años o siglos después, ya que el esmalte dental es la sustancia corporal más dura que existe. La mandíbula es
así mismo la más densa, por lo que generalmente también perdura.
9
Costumbre arraigada en las iglesias de la Reforma que después de enterar el cadáver se reúnen,
generalmente en casa de este a una comida, con el fin de restaurar con alimento, la pérdida del difunto. El
origen de este rito lo encontramos en el silicernium.
2
que la liturgia de la muerte está en perspectiva de la resurrección. Esto lo manifestaban con el
vestido blanco y no el negro11 que los paganos usaban para guardar el luto. En vez de las
lamentaciones fúnebres12, preferían el canto de salmos e himnos, incluso en Oriente se
acostumbraba el "aleluya", tal lo atestigua san Juan Crisóstomo13 cuando señala que todo lo
hacen como si se tratara de un evento gozoso.
Conforme la Iglesia fue uniendo a su liturgia los ritos de los pueblos donde iba predicando el
evangelio14, las exequias cristianas van asumiendo elementos de luto, en tal medida que la
esperanza cristiana en la resurrección queda fuertemente oscurecida. El miedo y el terror
delante del "Dies Irae" del Juicio Final15 caracterizaron ampliamente la actitud de los fieles y
hasta el texto de algunas oraciones. Tal miedo, movió a los fieles a orar intensamente por el
sufragio16 de las almas de los difuntos a fin de que se vieran libres de los castigos del Infierno
y de los sufrimientos del Purgatorio.
Sacrosanctum Concilium 34 y 8117 pedirán que se cambie esta postura, a fin de recuperar la
original esperanza en la Resurrección. E, incluso, que los signos respalden esta actitud de
confianza.
Finalmente la Congregación para el Culto Divino, publicó el 15 de Agosto de 1969 el “Ordo
Exequiarum”.
10
1Ts 4, 13
Negro para simbolizar el acompañamiento que se hace del difunto por el inframundo… por eso era
costumbre que las viudas siguieran vistiendo de negro, unidas a sus maridos difuntos.
12
Los romanos tomando los usos helénicos acompañaban los cuerpos de los difuntos camino a la necrópolis
con músicos encabezando la procesión y plañideras cerrando la procesión misma.
13
Sermón a Berenice y Prosdoce; PG 50, 634.
14
Los sentimientos de culpa por no vivir la gracia como se debe a los bautizados incrementó los sentimientos
de culpa en la comunidad cristiana que no tardó en recuperar los antiguos usos de los funerales paganos, sobre
todo irlandeses sintiendo pena y dolor al no saber la suerte del alma del difunto cargada, la más de las veces,
de pecados.
15
Dies Irae ("Día de la ira") es un famoso himno latino del siglo XIII atribuido al franciscano Tomás de
Celano (1200-1260), amigo y biógrafo de San Francisco de Asís. También se han considerado como posibles
autores al Papa Gregorio Magno, San Bernardo de Claraval o los monjes dominicos Umbertus y Frangipani.
Suele considerarse el mejor poema en latín medieval, y difiere del latín clásico tanto por su acentuación (no
cuantitativa) como por sus líneas en rima. El metro es trocaico. El poema describe el día del juicio, con la
última trompeta llamando a los muertos ante el trono divino, donde los elegidos se salvarán y los condenados
serán arrojados a las llamas eternas. Este himno se usó como secuencia en la Misa de Réquiem de rito romano
hasta la revisión del Misal Romano de 1970.
16
Votación por la cual el alma del difunto se podría ver libre de sus penas y así ser admitido en el cielo. De tal
modo que a mayor número de “votos” (oraciones, misas, etc.) podía ganarse el favor.
17
34. Los ritos deben resplandecer con noble sencillez; deben ser breves, claros, evitando las repeticiones
inútiles, adaptados a la capacidad de los fieles y, en general, no deben tener necesidad de muchas
explicaciones.
81. El rito de las exequias debe expresar más claramente el sentido pascual de la muerte cristiana y responder
mejor a las circunstancias y tradiciones de cada país, aun en lo referente al color litúrgico.
11
3
b) El Nuevo Ordenamiento de la Liturgia de las Exequias:
La muerte de un bautizado, de un miembro del Cuerpo de Cristo, no es un evento que solo
pueda afectar al círculo familiar o de amistad del difunto, sino a toda la comunidad cristiana
(Iglesia Local parroquial).
En las exequias la comunidad expresa un servicio profundo de amor fraterno y honra el
cuerpo, que tras el bautismo, fue hecho templo del Espíritu Santo18. Unidos a Cristo, muerto y
resucitado, para que nosotros tuviésemos vida19, las exequias se convierten en un anuncio del
mensaje Pascual (aspecto teológico), al mismo tiempo que la comunidad ora por el difunto y
consuela a sus familiares y amigos (aspecto antropológico).
c) La Vigilia Fúnebre:
En muchas partes del la Tierra, entre la noche de la muerte y los funerales, los parientes y
vecinos se reúnen20, ya en la casa del difunto, ya en la capilla funeraria o en la Iglesia para
elevar particulares oraciones, guiadas ya sea por un sacerdote, o por un laico.
Estas celebraciones tiene la forma de una Liturgia de la Palabra, en la cual, después de algunas
oraciones iniciales (un salmo y una oración) se tiene la lectura de la Palabra de Dios, o de
varias lecturas intercaladas por cantos o salmos y oraciones. También, eventualmente de
pequeños mensajes y en ocasiones, incluso del Credo. Se concluye con la oración de los fieles
y una oración conclusiva.
En otros lugares, se acostumbra el rezo del Rosario, el cual puede ser acompañado por varias
lecturas que den luz, acerca del misterio que se vive.
Entre nuestra gente, es muy común que solo las mujeres se ocupen de la oración, casi siempre
una secuencia de Rosarios; mientras que los varones hacen ronda a fuera de la casa o de la
capilla. Afortunadamente, este comportamiento ha ido poco a poco disminuyendo. Falta,
ahora, inyectarle este espíritu de confianza filial y alegre esperanza.
Sería muy acertado, que las parroquias tuvieran un grupo de Exequias. Fieles probados en su
virtud y templanza que pudieran guiar a los familiares y amigos en la profunda vivencia de
estos momentos. E, incluso, en su oportunidad prepararlos para una Reconciliación previa a
los funerales a fin de que puedan participar activamente en los mismos.
Se acostumbra, además llevar flores y en ocasiones velas. Pero, poco a poco, la costumbre de
llevar algo para que los familiares puedan comer ha ido desapareciendo, en la medida en que
se amplía el uso de las capillas funerarias y sus cafeterías adjuntas e incluso en algunas
18
Ya no se trata de la cárcel del alma como Platón señalaba.
Jn 10, 10 “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia…”
20
Una de las razones de esto, anclados en la superstición, es que el cuerpo del difunto podía ser sustraído por
espíritus errantes del féretro para manifestarse a través de ellos. Para ayudarse en esta tarea colocaban velas
alrededor del féretro para evitar que se acercaran.
19
4
parroquias se ha introducido la costumbre de que los amigos del difunto cooperen para una
causa social en vez de mandar flores.
d) La Misa Exequial21:
En muchas partes se conserva el uso de celebrarla inmediatamente antes de la sepultura, en
presencia del cuerpo del difunto o de sus cenizas22. Cuando así ocurre, se coloca solamente el
cirio pascual en la cabecera del féretro, a fin de simbolizar y reforzar la esperanza en la
resurrección de Cristo.
La Misa Exequial puede desarrollarse de tres maneras:
1) Tres estaciones:
En la casa o capilla donde ha sido velado el difunto (rezo de salmos y oraciones); en la
Iglesia (La Celebración Eucarística) y, por último en el cementerio (Ultima
Recomendación y Despedida). Cada estación sigue un rito.
2) Dos estaciones:
En la capilla, donde se desarrolla generalmente una celebración de la Palabra o Misa, y
en el Cementerio23, junto a la tumba, donde se hace la “Última Recomendación y
Despedida”.
3) Una sola estación:
En la casa del difunto o en la capilla funeraria. Se trata de una celebración de la
Palabra, incluía en ella, la “Última Recomendación y Despedida”. La Misa exequial
vendrá después de la sepultura, sin la presencia del cuerpo.
Cuando el sacerdote está presente en el cementerio, puede antes de que se deposite el cuerpo
del difunto, bendecir la tumba y, en el momento en que el féretro sea descendido entonar un
21
Cuando se le niegan las exequias a alguien, se entiende con ello que no podrán en el futuro celebrarse misas
por el sufragio de su alma. Las exequias se niegan a los pecadores públicos, de aquellos que se tiene, si no la
certeza, al menos la convicción de que murieron alejados de la gracia de Dios, declarando con ello que su
alma no está en el cielo con Dios.
22
En algunas ocasiones esta misa puede celebrarse sin la presencia del cuerpo o de las cenizas (cuando estos
no existen porque han desaparecido por razones trágicas. Pero también, por la excases del clero puede
celebrarse después del entierro o de la deposición de las cenizas… en el entendido de que puede haber
muchas misas de sufragio, pero solo una con el carácter de exequial.
23
Cementerio y panteón es el nombre que se le da a los lugares de orden civil donde se deposita el cuerpo de
los difuntos para ser sepultados. Campo Santo es el nombre que se le da a los lugares cristianos donde se
sepulta los cuerpos de los difuntos en espera de la resurrección. La iglesia inició la costumbre de sepultar en
su atrios o criptas intentando frenar las costumbres paganas de hacer fiestas (Epulo) que comúnmente
terminaban en borracheras y excesos en los cementerios.
5
canto de esperanza, o guiar el rezo del Credo o del Padrenuestro, que se concluye con una
oración y un canto.
Entre nuestra gente existe el gesto de arrojar un poco de tierra al féretro ya depositado en la
tumba, cuando éste es puesto directamente sobre la tierra, en señal de devolver a la tierra, lo
que de ella se ha formado, alimentado y desarrollado24. Cuando es depositado sobre gavetas de
concreto, se arrojan flores, ya sea parangonando el gesto y sentir anterior, o interpretando un
gesto de afecto y de esperanza.
Sobre las tumbas se erigen, generalmente, crucifijos, en señal de esperanza de que éstos que
allí yacen, se levantaran gloriosos el día final. Pero, además es señal de victoria, ya que Cristo,
muerto y resucitado ha vencido sobre la muerte y el pecado25.
Finalmente, se pide que en las exequias no se haga mucha mención sobre la vida del difunto,
que tampoco se haga distinción de acuerdo a la clase social y que se tenga tal moderación en
los monumentos fúnebres que lo que en ellos se destinaba, ahora se aplique para las obras de
caridad.
e) Las Celebraciones Exequiales de los Niños muertos antes del uso de la razón:
De un ritual así, se tiene conocimiento, en la Iglesia Romana, a partir del siglo XV. Tal, no
contenía ninguna oración por el niño, ya que este no podía pecar, por tanto, se estaba seguro
que gozaba en la presencia de Dios. Por ello, no existía antes del Vaticano II una Misa por tal
motivo.
La SC 82 pide que se haga algo al respecto, otorgándole a estos niños una Misa propia, a
semejanza de la exequial de los adultos, pero con oraciones y textos bíblicos propios y aptos.
En la primera estación se tiene una oración especial para pedir por los papás y familiares del
niño. Lo mismo es para los familiares de los niños muertos antes del bautismo. Pero, la
24
Esta costumbre sincretista la encontramos muy arraigada entre los musulmanes: Se aconseja que todo
aquel que haya asistido al funeral arroje tres puñados de tierra sobre la tumba, según hizo el Profeta (s.a.s),
a través de un relato de ibn Mâÿah que dice: “El Profeta Mahoma en cierta ocasión asistió a un funeral y al
término del mismo se acercó a la tumba del mismo y arrojó tres puñados de tierra cerca de la cabeza del
difunto”. Abû Hanîfa, ash-Shâfi’î y Ahmad, sostienen que al arrojar el primer puñado se debe decir, “De
esto (es decir, la tierra), os Hemos creado”, tras el segundo decir, “A ella te Hemos hecho retornar”, y tras
el último puñado decir, “Y de ella te Haremos resurgir de nuevo”. Esto está basado en un hadîz en el que el
Profeta Mahoma pronunció estas frases cuando su hija Um Kulzûm murió y fue depositada en la tumba;
sin embargo, hay quien opina que se trata de un hadîz débil y que por tanto no hace falta decir nada en
particular al arrojar los tres puñados de tierra.
Los ritos cristianos de la inhumación no contemplan esta costumbre muy arraigada con ideas mágicas
como encerrar al difunto para que su espíritu no pueda salir del sepulcro y que vaya a estar vagando por la
eternidad.
25
Lc 24, 6-7: “No está aquí, ha resucitado. Recuerden cómo les habló cuando estaba todavía en Galilea,
diciendo: "Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y
al tercer día resucite"”.
6
diferencia se encuentra en las oraciones y textos que mueven a una catequesis en torno a la
necesidad del bautismo para la salvación.
El color litúrgico es el blanco.
f) Las Celebraciones Exequiales de los Niños muertos antes del bautismo:
Si no se tenía unos textos litúrgicos para los funerales de los niños (sin uso de razón) menos se
tenía para los no bautizados y los no nacidos (fetos) que se consideraban fuera de la
participación en la vida eterna y, que eran confinados en el Limbo26.
Afortunadamente la luz que arrojaron documentos del Concilio Vaticano II como la Lumen
Gentium, la Sacrosanctum Concilium y la Gaudium et Spes, se logró una visión y una misión
más amplia de la Iglesia que acoge con misericordia el llamado “Bautismo de Deseo”27 que
“La esperanza de salvación para los niños que mueren sin el bautismo”, el título del documento de 41
páginas, preparado por la Comisión Teológica Internacional y aprobado por Benedicto XVI el 19 de abril de
2007, la conclusión de los teólogos confirma que los niños sin uso de razón que mueren sin ser bautizados
tienen abiertas las puertas del Paraíso.
El documento supera la concepción del limbo, lugar en el que, según algunas escuelas teológicas, estos niños
gozaban de una felicidad natural, pero no tenían la visión de Dios, pues refleja “una visión demasiado
restrictiva de la salvación”. Por eso, defiende la tesis que subraya cómo la misericordia de Dios “quiere que
todos los seres humanos se salven”.
Al reflexionar sobre la misericordia de Dios, los expertos de la Comisión Teológica Internacional
fundamentan la “esperanza de que los niños fallecidos sin bautismo se salven y gocen de la visión beatífica”,
pues la exclusión de los niños inocentes del Paraíso no parece reflejar el especial amor de Cristo por los “más
pequeños”.
La Comisión Teológica Internacional comenzó a estudiar la cuestión del limbo en 1994, cuando era presidida
por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, quien en 1984 ya había considerado que el limbo no era más que
una hipótesis teológica, surgida en el siglo XIII.
El documento precisa que “los niños no ponen obstáculo personal alguno al camino de la gracia redentora”;
por este motivo, “Dios puede dar la gracia del Bautismo”.
27
Niños, natos o nonatos, que mueren sin el bautismo de agua. ¿Pueden llegar a la visión beatífica en el
cielo?. Esta pregunta ha sido discutida por siglos y dio lugar al concepto teológico llamado "limbo" que,
aunque muy conocido, no es ni nunca fue dogma de la Iglesia.
Aunque el magisterio de la Iglesia no se ha definido sobre esta cuestión, hay principios de la doctrina Católica
que deben ser tomados en cuenta. El Segundo Concilio de Lyons (1274) y el Concilio de Florencia (1438-45)
explícitamente definen que aquellos que mueren con “sólo el pecado original” (Peccato vel solo originali) no
alcanzan el cielo.
Pero en muchos casos la falta de bautismo no es por negligencia ni rechazo. Sabemos que, de acuerdo a la
voluntad salvífica universal de Dios, de alguna forma El da a todas las personas la oportunidad de alcanzar el
cielo. Por eso hay que considerar las palabras del Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática sobre la
Iglesia:
Aquellos que, sin tener culpa propia, no conocen el Evangelio de Cristo o de su Iglesia, pero que sin embargo
buscan a Dios con un corazón sincero, y, movidos por la gracia, tratan a través de sus acciones de hacer Su
voluntad, como la conocen a través de los dictados de su conciencia - ésos también podrán conseguir la
salvación eterna” (Lumen Gentium, 16)
El Catecismo de la Iglesia Católica enseña:
En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como
hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los
hombres se salven (Cf. 1Tim 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: "Dejad que los niños
se acerquen a mí, no se lo impidáis" (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación
26
7
hace valer los sentimientos y la disposición de los frustrados padres cristianos de haber
bautizado a sus hijos.
g) Las Exequias en el caso de Cremación:
El uso de la cremación era antiguo28, pero la costumbre cristiana de la inhumación hizo que la
práctica desapareciera en Occidente. Sin embargo, a mediados del siglo XIX se volvió poco a
poco a reutilizar este sistema. A lo cual, la Iglesia se opuso, e incluso amenazaba con la
negación de las exequias a quienes así actuaran29.
El sentir de la Iglesia era la posibilidad de que la cremación viniera como un desprecio o una
negación de la resurrección del cuerpo30.
Una Instrucción de la Congregación del Santo Oficio, hoy de la Fe, el 8 de Mayo de 1963
(AAS 56(1964)822s.) autorizó a que se celebraran las exequias en presencia de las cenizas del
para los niños que mueren sin Bautismo. Por eso es más apremiante aún la llamada de la Iglesia a no impedir
que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo Bautismo. -Catecismo 1261.
28
Cuando el imperio romano inició su expansión, sus muertos caídos en batalla, eran posteriormente
exhumados por sus adversarios para ensañarse con ellos profanando sus tumbas. Por tanto, la costumbre
romana de cremar a sus difuntos nace en las legiones romanas, además creían que el fuego hacía sus espíritu
se liberaran más rápidos de los vestigios de esta vida y así poder atravesar el “Lago de la Muerte”. Siglos más
tarde, con la introducción del cristianismo se regresará a la costumbre de la inhumación.
29
Congregación del Santo Oficio: 19 de Junio de 1926.
30
Código de Derecho Canónico de 1917, Canon 1203 § 1-2: “§ 1. Los cuerpos de los fieles difuntos han de
sepultarse, reprobada su cremación. § 2. Si alguno mandare en cualquier forma que su cuerpo sea
quemado, es ilícito cumplir esa voluntad; y si se hubiera puesto en algún contrato, testamento u otro acto
cualquiera, téngase por no puesta”.
Código de Derecho Canónico de 1917, Canon 1240 § 1, 1-5: “§ 1. Están privados de la sepultura
eclesiástica, a no ser que antes de la muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento: 1. Los
notorios apóstatas de la fe cristiana, o los notoriamente afiliados a una secta herética o cismática o a la secta
masónica u otras sociedades del mismo género; 2. Los excomulgados o entredichos después de la sentencia
condenatoria o declaratoria; 3. Los que se han suicidado deliberadamente; 4. Los que han muerto en el duelo
o de una herida en él recibida; 5. Los que hubieran mandado quemar su cadáver; 6. Otros pecadores
públicos y manifiestos”.
Según el Código de derecho Canónico de 1917 estaba moralmente prohibido para un católico pedir que su
cuerpo sea incinerado y nadie estaba obligado a respetar la voluntad de un difunto católico:
- “los cuerpos de los fieles difuntos deben ser sepultados, estando la cremación reprobada”.
- “deben ser privados de sepultura eclesiástica aquellos que testamentaron que su cuerpo debería ser
cremado”.
La Iglesia consideraba este acto como gravemente culpable, comparado al de un pecador público, a la
apostasía, a la excomunión y al suicidio. Debe entenderse que incluso si las leyes civiles la permiten, así como
permiten el divorcio, el aborto, la eutanasia y los matrimonios entre homosexuales, no por ello son ley de
Dios ni de su agrado. Lo mismo en cuanto atenta contra la seguridad pública porque después de una
incineración ninguna autopsia hallará la prueba del crimen sobre el cuerpo del delito.
Lo que se considera con respecto al cuerpo entero lo debemos tener en cuenta con respecto a cada uno de sus
órganos y miembros, así como también los fetos de los niños abortados y los óvulos fecundados.
El papa Pío IX escribió que la cremación era un rito bárbaro, impío y escandaloso, gravemente ilícito.
8
difunto, siempre y cuando el motivo de la cremación no haya sido en contra de la fe31 como es
cuando éstas son esparcidas sin dejar rastro de ellas32, o cuando se conservan en las casas33.
El rito que se sigue es el siguiente:
1) Se mantiene todo el ritual tal cual de las exequias y en lugar de llevar a sepultar se
lleva a la sala de la cremación. Luego, en sencilla ceremonia34 se deposita, ya sea en
un cementerio o en una cripta, pero nunca en la propia casa.
31
La actual posición de la Iglesia es en este tema, como en otros muy importantes, contraria a la enseñanza
clara y precisa que fue la suya siempre: “La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre
de sepultar el cadáver de los difuntos; sin embargo, no prohíbe la cremación, a no ser que haya sido elegida
por razones contrarias a la doctrina cristiana” (Código de Derecho Canónico, canon 1176 §3).
32
"La Iglesia permite la incineración cuando con ella no se cuestiona la fe en la resurrección del cuerpo" (CIC
2301).
Aunque la Iglesia claramente prefiere y urge que el cuerpo del difunto esté presente en los ritos funerales,
estos ritos pueden celebrarse también en presencia de los restos incinerados del difunto.
Cuando por razones válidas no es posible que los ritos se celebren en presencia del cuerpo del difunto, debe
darse a los restos incinerados el mismo tratamiento y respeto debido al cuerpo humano del cual proceden.
Este cuidado respetuoso significa el uso de un recipiente digno para contener las cenizas; debe expresarse en
la manera cuidadosa en que sean conducidos y en el sitio de su colocación final. Los restos incinerados deben
ser sepultados en una fosa o en un mausoleo o en un columbario (nicho).
La práctica de esparcir los restos incinerados en el mar, desde el aire o en la tierra, o de conservarlo en el
hogar de la familia del difunto, no es la forma respetuosa que la Iglesia espera y requiere para sus miembros.
(Orden de Funerales Cristianos, Apéndice No. 2, Incineración, No. 417).
33
La Conferencia Episcopal Italiana (CEI), el 9 de noviembre 2009, no se opone a la cremación de los
muertos; pero sí es contraria ya sea a que las cenizas se conserven en urnas en las casas o sean esparcidas al
viento, pues de esta forma se viola la obra de misericordia que obliga a los católicos a proporcionar santa
sepultura a los difuntos.
La CEI recordará en el documento que la incineración fue aprobada en 1963 por el Papa Pablo VI, al
considerar que es una práctica que no contradice la doctrina de la Iglesia sobre la resurrección, pues no afecta
el alma del difunto "ni impide a la omnipotencia de Dios reconstruir el cuerpo".
El Episcopado italiano, sin embargo, explica que es contraria a la devoción católica la norma aprobada por el
gobierno italiano el 2001, que permite que las cenizas se puedan guardar en una urna en casa o ser esparcidas
en el viento, la tierra o el agua.
El documento explicará que el mantener las cenizas en casa no sólo acaba con el importante rito de
acompañar al difunto hasta el camposanto, "que une a la comunidad de creyentes"; sino que lo lógico es que
las cenizas reposen en el cementerio, el "lugar de los muertos" y no en la casa familiar, que es el "el lugar de
los vivos".
Esparcir las cenizas, según los Obispos italianos, responde a un rito pagano, que supuestamente simboliza la
unión del muerto con la "gran alma de la madre tierra", y que se opone a la obligación cristiana, establecida
por el mismo Señor Jesús, de dar sepultura a los difuntos.
34
Las cenizas, que son la última expresión material de lo que fue el cuerpo, tienen una enorme carga
simbólica porque remiten a la memoria de lo que la persona significó para sus familiares y amigos. Una
adecuada pastoral integra el momento de depositar las cenizas con un rito que exprese el valor de la despedida
y la esperanza en la futura resurrección.
Si ello ocurre inmediatamente después de la cremación, se puede recurrir a las sugerencias que brinda el
Ritual de las Exequias para el Rito de la Sepultura (52-54), por lo que después del salmo que acompaña la
procesión hasta el cinerario puede decirse una breve monición, la oración de los fieles, el Padre Nuestro y la
Oración conclusiva. El mismo Ritual (5) aconseja que "en ausencia del sacerdote o diácono, reciten ellos
mismos las oraciones y salmos acostumbrados".
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2) Se lleva a cremar el cuerpo, se le recibe en la iglesia para la Misa Exequial, con sus
adaptaciones como lo pide el ritual y, se depositan en la cripta o se llevan al
cementerio.
3) Una vez celebrada la Misa exequial ya no podrán recibirse en cualquier otra misa las
cenizas, ni siquiera en los aniversarios.
4) No pueden los familiares conservar relicarios con parte de las cenizas de sus difuntos,
ni tributarles veneración como si fuesen santos.
CONCLUSIÓN:
En la triple dimensión que tenemos de la Iglesia: peregrina, purgante y triunfante los ritos
exequiales tienen la intensión de no abandonar a su suerte el alma del difunto, sino por la fe y
la esperanza cristianas acompañarlo a su encuentro definitivo con Dios. Intercediendo, unidos
al sacrificio de Cristo para que no le sean imputados sus pecados, ni sea encontrado culpable
de los mismos.
La Iglesia no mira tanto a la muerte como carencia, sino como puerta, instrumento, paso para
la vida eterna, por tanto sus ritos miran a la esperanza gozosa de la resurrección.
Las conmemoraciones del “dies natalis” aniversario de la muerte es visto como el día del
verdadero nacimiento a la vida eterna. La celebración anual de los fieles difuntos que
celebramos el 2 de noviembre unido a la fiesta del 1 de noviembre por todos los santos, más
que ausencia debe manifestar la confianza cristiana de la vida eterna.
La Iglesia no distingue entre la inhumación del cuerpo, de la deposición de sus cenizas, pero
en ambos casos, esto no puede suceder en el hogar. Las cenizas del difunto deben ser
colocadas ya sea en el panteón o en algún lugar previsto por la iglesia para ello como son las
criptas en los templos.
Los niños (sin uso de razón) y por lo tanto que no han caído en el pecado después del
bautismo y que mueren deben ser recibidos en la Iglesia para la celebración de sus exequias
pero no con el tono en el que se le sigue a un difunto adulto. Para ellos, los niños, la Iglesia
tiene la certeza de su participación en la vida eterna, y ese debe ser el tono en que se celebre
sus exequias. Lo mismo con los niños, incluso con los no nacidos (fetos) de las familias
cristianas se siguen sus exequias en la confianza de la fe de sus padres.
Finalmente debemos entender que la Misa Exequial es única y que no se puede repetir, todas
las demás celebraciones se entienden como conmemoraciones o misas de sufragio, pero los
ritos de la misa exequial (presencia del cuerpo del difunto o sus cenizas, cirio pascual,
incensación, aspersión, última recomendación, etc.) son privativos de esa única misa.
Una cosa es que el sacerdote, en razón de tiempo o de distancias, no pueda celebrar ante la
presencia del cuerpo o de sus cenizas la misa exequial y otra, que se prohíba la misma. La
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prohibición debe venir de la autoridad eclesiástica35 y no del arbitrio del sacerdote. Prohibir las
exequias es una declaración oficial de la Iglesia de que tal persona está condenada en el
Infierno y por lo mismo, la Iglesia en cuanto tal no puede acompañar a nadie a la condenación
eterna.
35
Código Derecho Canónico1184 § 1. Se han de negar las exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la
muerte hubieran dado alguna señal de arrepentimiento:
1 a los notoriamente apóstatas, herejes o cismáticos;
2 a los que pidieron la cremación de su cadáver por razones contrarias a la fe cristiana;
3 a los demás pecadores manifiestos, a quienes no pueden concederse las exequias eclesiásticas sin escándalo
público de los fieles.
§ 2. En el caso de que surja alguna duda, hay que consultar al Ordinario del lugar y atenerse a sus
disposiciones.
1185 A quien ha sido excluido de las exequias eclesiásticas se le negará también cualquier Misa exequial.
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Arquidiócesis de Monterrey
SECRETARIADO DE PASTORAL LITÚRGICA
Recuerdo de Los Fieles Difuntos
Este rito es para ser utilizado
en la visita a los fieles Difuntos en el Camposanto
o en las criptas donde se conservan sus cenizas.
INVOCACIÓN
DIOS MIO VEN EN MI AUXILIO.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
GLORIA AL PADRE, AL HIJO Y AL ESPIRITU SANTO.
R. Como era en un principio ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
SALMO
R. SÓLO EN DIOS HE PUESTO MI CONFIANZA.
Sólo en Dios he puesto mi confianza, porque de él vendrá el bien que espero. El es mi
refugio y mi defensa, ya nada me inquietará. R.
Sólo Dios es mi esperanza, mi confianza es el Señor: es mi baluarte y firmeza, es mi Dios y
salvador. R.
De Dios viene mi salvación y mi gloria; él es mi roca firme y mi refugio. Confía siempre en
él, pueblo mío, y desahoga tu corazón en su presencia. R.
ORACIÓN
S
eñor, gloria de los fieles, vida de los justos y Padre de quien murió y resucitó para
salvarnos, mira con bondad a nuestro(s) hermano (N.y N.), y pues creyó en la
resurrección futura, concédele gozar de la felicidad eterna. Por Cristo nuestro Señor.
R. Amén.
Padre nuestro…
Dios te salve María…
Gloria al Padre…
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DALES SEÑOR, EL ETERNO DESCANSO.
R. Y brille para ellas la luz eterna.
QUE DESCANCE(N) EN PAZ.
R. Así sea.
MEDITEMOS LA PALABRA DEL SEÑOR
Estaremos con el Señor para siempre.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los tesalonicenses
4, 13-14. 17-18
H
ermanos: No queremos que ignoren lo que pasa con los difuntos, para que no
vivan tristes, como los que no tienen esperanza. Pues, si creemos que Jesús
murió y resucitó, de igual manera debemos creer que, a los que murieron en Jesús, Dios los
llevará con él, y así estaremos siempre con el Señor.
Consuélense, pues, unos a otros, con estas palabras.
Palabra de Dios.
R. Te alabamos, Señor.
REFLEXION
1. ¿Por qué visitamos la sepultura de nuestros familiares y amigos?
Porque no sólo manifestamos nuestro público cariño a su recuerdo y por cuánto
hicieron y compartieron con nosotros. También lo hacemos porque creemos en la
resurrección, ya que la sepultura no es un lugar de derrota, es el CAMPO SANTO,
donde aguardamos la resurrección de los que han muerto.
2. ¿Por qué adornamos con velas y flores sus sepulcros?
Porque creemos y celebramos la vida, porque sabemos que sus almas viven y que
nos aguardan a que nosotros también concluyamos nuestro peregrinar. Las velas son
el signo de la calidez, de la vida, de la presencia, de la vigilancia, de la espera. Las
flores, son el signo de la alegría, de la ternura, del reconocimiento, de la
tranquilidad, de la paz.
3. ¿Por qué inscribimos sus nombres en las lápidas?
Para que su memoria no desaparezca de entre nosotros, porque sabemos que desde
el bautismo su nombre está inscrito en el libro de la vida.
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4. ¿Por qué rociamos con agua bendita sus sepulcros?
Porque creemos en la gracia del Bautismo por el cual nuestro familiar o amigo fue
hecho hijo de Dios y recibió en prenda la inmortalidad junto a Dios en el cielo.
PRECES
Aclamemos a Cristo, el Señor, que al morir en la cruz borró el pecado y al salir del sepulcro
destruyó la muerte:
R. Tú, Señor, eres nuestra vida y nuestra resurrección.
Oh Cristo, Hijo del hombre, que, cuando moriste en la cruz, quisiste tener a tu madre como
compañera en tu pasión y cuando resucitaste, la llenaste de gozo, levanta y robustece la
esperanza de los decaídos. R.
Oh Cristo, Hijo de Dios vivo, que resucitaste de entre los muertos a tu amigo Lázaro, lleva
a una resurrección de vida a los difuntos que rescataste con tu Sangre preciosa. R.
Oh Cristo, consolador de los afligidos, que enjugaste las lágrimas de la madre viuda que
lloraba la muerte de su hijo, haciendo que resucitara, consuela también ahora a los que
lloran la muerte de sus seres queridos. R.
PADRE NUESTRO
Ahora elevemos nuestras mentes al Padre celestial y digamos la oración del Señor, para
pedir la venida del reino y el perdón de nuestros pecados.
Luego se rocía con agua bendita el sepulcro.
Padre nuestro...
T
e pedimos, Señor, que este sepulcro colocado bajo tu sombra protectora sea lugar de
descanso y esperanza; que aquí descansen en paz los cuerpos de nuestros difuntos,
hasta que resuciten inmortales en la gloriosa venida de tu Hijo; que aquí el pensamiento de
los vivos se eleve a la esperanza de lo eterno; desde aquí suban hasta ti las oraciones de los
fieles, como sufragio para los que duermen en Cristo y como alabanza incesante de tu
misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.
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CONCLUSIÓN
Dale, Señor, el descanso eterno.
R. Y brille para el(la) la luz eterna (3).
El Señor nos bendiga nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
Ediciones SAPAL
Monterrey, N.L., México
Octubre del Año del Señor 2011
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