SENTENCIA Nº 460/2009 AUDIENCIA PROVINCIAL SECCIÓN PRIMERA

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AUDIENCIA PROVINCIAL
SECCIÓN PRIMERA
ALICANTE
PLZ. DEL AYUNTAMIENTO, nº 4-2ª planta
Tfno: 965.93.59.39-40
Fax: 965.93.59.51
NIG: 03014-37-1-2007-0003267
Procedimiento: Rollo Sala (sumario) Nº 000022/2007- Dimana del Sumario Nº 000002/2007
Del JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA E INSTRUCCION
NUMERO 6 DE ORIHUELA
SENTENCIA Nº 460/2009
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Ilmos/as. Sres/as.:
Presidente:
D. xxxxxxxxxxxx
Magistrados/as:
D. xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
D. xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
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En Alicante, a Dieciocho de junio de dos mil nueve.
Sección primera de la Audiencia Provincial de Alicante integrada por los
Ilmos/as. Sres/as. anotados al margen, ha visto la causa instruida con el numero
Sumario nº 000002/2007 por el JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA E
INSTRUCCION NUMERO 6 DE ORIHUELA, por delito de Maltrato familiar,
contra, representado/s por el/la Procurador/a Sr./a., y defendido/s por el/la
Letrado/a Sr./a.; en libertad por esta causa, siendo parte en las presentes
diligencias el Ministerio Fiscal representado por , actuando como Ponente el
Iltmo. Sr. Magistrado D..
I. ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- En sesión que tuvo lugar el día 15/6/09 se celebró ante este
Tribunal juicio oral y público en la causa instruida con el número Sumario nº
2/2007 por el JUZGADO DE PRIMERA INSTANCIA E INSTRUCCION NUMERO
6 DE ORIHUELA, practicándose en el mismo las pruebas propuestas por las
partes que habían sido admitidas.
SEGUNDO.- El Ministerio Fiscal en sus conclusiones definitivas califico los
hechos como constitutivos de:
- Un delito de violencia de género, maltrato familiar, artículos 153. 1 y 3 del
Código Penal.
- Un delito continuado de amenazas condicionales, articulo 169. 1º del
Código Penal.
- Un delito relativo a la protección de los animales domésticos, maltrato
animal, artículo 337 del Código Penal.
- Un delito de incendio, artículo 351.1 del Código Penal., siendo
responsable el procesado como autor, art. 27 y 28 del C.P, con la concurrencia de
la circunstancias mixta de parentesco, como agravante, respecto del delito de
amenazas y el de incendio, artículo 23 del C.P., procediendo la imposición al
procesado:
- Por el delito de violencia de género, a pena de 1 año de prisión, accesoria
de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante
el tiempo de la condena, privación del derecho a la tenencia y porte de armas por
tiempo de 3 años. Conforme a lo previsto en el artículo 57 C.P, procediendo la
imposición al acusado, como pena accesoria, de la prohibición de aproximarse a
xxxxxxxxxxxx, así como a sus dos hijos, xxxxxxxxx, a su domicilio, lugar de trabajo
o a cualquier otro sitio público o privado en el que pudieran encontrarse, a una
distancia inferior a 1000 metros, así como la prohibición de comunicarse con los
mismos por cualquier medio, y la prohibición de acudir a la localidad de Callosa de
Segura, donde aquellos tienen su domicilio, por un plazo que exceda en 5 años a
la duración de la pena de prisión que le sea finalmente impuesta.
- Por el delito de amenazas, la pena de 3 años y 6 meses de prisión, accesoria de
inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el
tiempo de la condena. Conforme a lo previsto en el artículo 57 C.P, procede
imponer al acusado, como pena accesoria, la prohibición de aproximarse a
xxxxxxxxxxx, así como a sus dos hijos, xxxxxxxxxxx, a su domicilio, lugar de
trabajo o a cualquier otro sitio público o privado en el que pudieran encontrarse, a
una distancia inferior a 1000 metros, así como la prohibición de comunicarse con
los mismos por cualquier medio, y la prohibición de acudir a la localidad de Callosa
de Segura, donde aquellos tienen su domicilio, por un plazo que exceda en 5 años
a la duración de la pena de prisión que le sea finalmente impuesta.
- Por el delito de maltrato animal, la pena de 5 meses de prisión, accesoria de
inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el
tiempo de la condena, e accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio de
profesión industria o comercio que tenga relación los animales por 2 años.
- Por el delito de incendio, la pena de 17 años de prisión, inhabilitación absoluta
durante el tiempo de la condena. Conforme a lo previsto en el artículo 57 C.P.,
procede imponer al acusado, como pena accesoria, la prohibición de aproximarse
a xxxxxxxxxxx, así como a sus dos hijos, xxxxxxxxxxxx, a su domicilio, lugar de
trabajo a cualquier otro sitio público o privado en el que pudieran encontrarse, a
una distancia inferior a 1000 metros, así como la prohibición de comunicarse con
los mismos por cualquier medio, y la prohibición de acudir a la localidad de Callosa
de Segura, donde aquellos tienen su domicilio, por un plazo que exceda en 9 años
a la duración de la pena de prisión que le sea finalmente impuesta.
TERCERO.-
La defensa del procesado en sus conclusiones definitivas
solicitó la libre absolución de su defendido por entender no había incurrido en
delito alguno.
II. HECHOS PROBADOS
xxxxxxxxxx, mayor de edad y con antecedentes penales cancelables, y
xxxxxxxx, mantuvieron una relación sentimental durante un año y medio
aproximadamente, durante la que convivieron en un piso perteneciente a la mujer,
sito en la calle xxxxxxxxxxxxxxxxx, junto con dos hijos menores de esta, que
terminó en junio de 2007.
El día 6 de enero de 2007, día de Reyes, xxxxxx salió a dar un paseo con
un perro propiedad de xxxxxxxxx y a su vuelta, sobre las 13 horas, con un palo
que traía, dio varios golpes a esta en diversas partes del cuerpo, tras lo cual, le
dijo que se vistiera que se iban a la calle. Cuando estaba vistiéndose en el
dormitorio, la echó sobre la cama y le puso el palo en el cuello en ademán de
asfixiarla, al tiempo que le decía que la iba a ahogar.
Una vez vestida, salieron y xxxxxxxxxx la llevó en su turismo a la
localidad de Granja de Rocamora, donde paró en una gasolinera, diciendo a
xxxxxxxxx que fuera a comprar unas cervezas que trajo. Mientras las consumía,
xxxxx pidió a xxxxxxx 4.000.000 de pesetas para irse a Palma de Mallorca, porque
le había arruinado la vida, y poniéndole una navaja en los riñones, le dijo que si no
se los daba mataría a sus padres, hijos y hermano.
xxxxxxxxxxxx le pidió volver a casa para dar un medicamento a su hijo y
una vez de nuevo en la casa, xxxxxxxxx le dijo que mirara lo que hacía con la
perra y cogiendo a un cachorro que le habían regalado hacía unos días, lo
estampó contra el suelo y le pisó la cabeza, matándolo, que aumentó la sensación
de pánico en aquella.
Seguidamente, siendo ya las horas de la tarde, sobre las 18 o 19 horas,
fueron a Cox, población próxima, en que residía un hermano de ella, xxxxxxx, en
la actualidad fallecido, a pedirle el dinero, bajo la misma intimidación de muerte
que le repetía. Se entrevistaron con el hermano, sin conseguir el dinero, por lo que
xxxxxxxxxxx fue a casa de un vecino, amigo de su padre, xxxxxxxxxxxx, a pedirle
dicha cantidad, diciéndole que lo necesitaba para darlo a un hombre que la tenía
amenazada de muerte y la esperaba fuera, sin que aquel le hiciera caso,
Aprovechando que xxxxxxxxxxx se había quedado en la calle, llamó por teléfono a
sus hijos para decirles que se fueran de casa, porque Juan se mostraba muy
agresivo y temía les hiciera algo al volver. Los hijos se fueron a casa de una
amiga. Finalmente, xxxxxxxxxxxx, acompañada por xxxxxxxxx que continuaba
amenazándola de atentar contra ella y sus familiares, fue a casa de su padre con
la misma petición de dinero, quien tampoco la atendió.
Después, fueron al bar xxx, de la misma localidad de Cox, del que eran
clientes, donde estuvieron discutiendo, hasta que transcurrido más de media hora,
aprovechando que Juan había ido al aseo, xxxxxxxxxxx, nerviosa, dijo a la dueña
del establecimiento que se iba a esconder en un rincón del local y que cuando
saliera Juan le dijera que se había marchado, como hizo cuando este abandonó
solo el bar.
xxxxxxxxxxxx se fue a la casa de la amiga donde se habían refugiado sus
hijos, con los que pasó la noche allí, en el curso de la cual, recibió diversas
llamadas de teléfono de xxxxxxxxxxx, sin responder a ninguna de ellas, hasta que
en la tarde del día 7 de enero decidió contestarle, porque quería hablar con él,
pensando que se habría tranquilizado. Juan le pidió que volviera a la casa o haría
algo gordo y aquella le respondió que iría acompañada por algún amigo, lo que
molestó a Juan que insistió en que regresara sola o prendería fuego a la casa y la
rajaría a ella y a sus acompañantes; razón que hizo desistir a xxxxxxxxxx de volver
a encontrarse con él, quedándose en la misma casa de la amiga con sus hijos,
hasta que le avisaron que su vivienda estaba llena de humo, yendo con sus hijos
hacia allí, donde comprobó que estaba ardiendo.
xxxxxxxxxx tras hablar con xxxxxx, sin conseguir que regresara al piso en
que habían convivido, sobre las 23 horas, entró en él y prendió fuego a un sillón
de la salita, un sofá del salón y al cabezal y colchón del dormitorio común,
marchándose seguidamente.
La salida del humo apercibió a los vecinos del fuego, quienes llamaron a la
Policía Local, Guardia Civil y bomberos. Los Policías municipales que se
personaron primeramente, entraron en el domicilio del que salía el humo, para
comprobar que no había nadie y alertaron a los vecinos del edificio, compuesto de
tres plantas, con tres viviendas por planta, cuyos ocupantes lo desalojaron;
llegando enseguida los bomberos que procedieron a adoptar las medidas
oportunas para salvar a posibles ocupantes y a apagar el incendio, que por los
focos diferentes en que se había iniciado presentaba todas las características de
haber sido provocado.
El fuego no se propagó más allá de las dependencias en que se
encontraban los tres focos de ignición, aunque el humo se expandió por otras
dependencias de la vivienda, aunque sin afectar totalmente a todas ellas; saliendo
también hacia la escalera del inmueble, que resultó afectada por su expansión por
el hueco de la misma.
Cuando llegó xxxxxxxxxxxx al lugar del incendio se entrevistó con los
Agentes y les explico lo que había sucedido a lo largo de los dos días anteriores,
mostrándoles las señales que tenía de los golpes que le había propinado
xxxxxxxxx, siendo conducida a un centro médico donde le diagnosticaron lesiones
consistentes en hematomas en la frente, hombro izquierdo y región externa del
muslo izquierdo que le producían algias, curando previsiblemente a los doce días,
sin impedimento, con la primera asistencia.
Los desperfectos ocasionados por el incendio fueron tasados en 9.346,50
euros.
xxxxxxx renunció a cualquier indemnización por estos hechos.
xxxxxxxxxxx estuvo privado de libertad por esta causa del 9 de enero de
2007 a 7 de enero de 2008.
III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS
PRIMERO.- Los hechos declarados probados son constitutivos de: a) un
delito de malos tratos en el ámbito familiar (art. 153.1 y 3 C. Penal) por la agresión
propinada a la perjudicada
cuando el acusado regresó de pasear al perro al
mediodía aproximado del día 6 de enero de 2007; b) un delito continuado de
amenazas condicionales del artículo 169,1º del mismo texto legal; c) un delito
relativo a la protección de animales domésticos, por la muerte del cachorro, del
artículo 337 del Código penal; y d) un delito de incendio del artículo 351 del
Código penal.
a) El delito de maltrato familiar
se produce por los golpes que el
acusado dio a la víctima con el palo que portaba cuando regresó de pasear al
perro, antes de iniciar el periplo en coche para conseguir la cantidad de dinero que
le pidió más tarde. La prueba decisiva de su comisión radica en la declaración de
la perjudicada que se ha mostrado firme, segura, convincente en su declaración
del plenario, en que ha reproducido, esencialmente, la misma versión que ha
mantenido a lo largo del proceso, ofreciendo detalles precisos de todos y cada uno
de los diferentes episodios a que se vio sometida en el transcurso del día de
Reyes; exponiendo su redisposición a no denunciar los hechos por temor a que el
procesado pudiera cumplir sus intimidaciones contra ella y sus familiares más
allegados y, porque esperaba que depusiera su actitud y recobrara la tranquilidad,
de modo que solo se decidió a comunicar todo lo ocurrido cuando vio que había
cumplido su amenaza de quemar la vivienda, siendo entonces cuando recibió
asistencia médica de sus lesiones por el maltrato y de su estado nervioso por el
desenlace de los acontecimientos de los dos días. Por eso, la versión de la
perjudicada acerca de los golpes que le dio cuenta con la corroboración objetiva
del parte e informes médicos que confirman lesiones consecuentes con los golpes
que denuncian, sin que la aclaración de los Forenses en el acto del juicio a
instancias de la defensa, haya destruido esa corroboración, porque se han referido
a la forma de los hematomas producidos por un palo cuadrado, cuando parece
que el que utilizó el acusado era redondo; y con la objetiva de los Policías Locales
e hijos, que observaron las señales de los golpes en su cuerpo.
Ese añadido probatorio, permite tener por acreditada la comisión de ese
delito, que se produce por la relación sentimental, duradera y estable, que unía a
los contendientes y porque tuvo lugar cuando se encontraba presente la hija
menor de la pareja, que conlleva la apreciación de la agravación específica del
número 3 del artículo 153 del Código penal, al haberse cometido el hecho en el
domicilio de la víctima, que también era común, siendo indiferente a estos efectos,
que los hijos que estaban en el mismo, durmiendo, no se apercibieran del
incidente.
b) El delito de amenazas condicionales (art. 169,1º, inciso segundo, C.
Penal). El delito de amenazas se comete por el anuncio consciente de un mal
futuro, injusto, determinado y posible, con el único propósito de crear una
intranquilidad de animo, inquietud o zozobra en el amenazado, pero sin la
intención de dañar materialmente al sujeto mismo (STS 16-4- 2003), siendo el bien
jurídico protegido la libertad y la seguridad, es decir, «el derecho que todos tienen
al sosiego y a la tranquilidad personal en el desarrollo normal y ordenado de su
vida».
Dicho delito, tipificado en los arts. 169 a 171 se caracteriza, según reiterada
jurisprudencia (por todas STS 14-2-2003) por los siguientes elementos: 1º) una
conducta del agente integrada por expresiones o actos idóneos para violentar el
ánimo del sujeto pasivo, intimidándole con la comunicación de un mal injusto,
determinado y posible, de realización más o menos inmediata, que depende
exclusivamente de la voluntad del sujeto activo; 2º) es un delito de simple
actividad, de expresión o de peligro, y no de verdadera lesión, de tal suerte que si
ésta se produce actuará como complemento del tipo; 3º) que la expresión de dicho
propósito por parte del agente sea serio, firme y creíble, atendiendo a las
circunstancias concurrentes; 4º) que estas mismas circunstancias, subjetivas y
objetivas, doten a la conducta de la entidad suficiente como para merecer una
contundente repulsa social, que fundamente razonablemente el juicio de la
antijuridicidad de la acción y la calificación como delictiva.
Es evidente que el comportamiento del acusado durante el transcurso del
extenso período de tiempo en que se desarrollaron los hechos,
la acusada
accedió a su pretensión de que consiguiera la cantidad que le solicitaba movida
por el miedo que le producía las continuas y diversas intimidaciones que le hacía
alusivas a la vida e integridad física de sus familiares más próximos y ella misma,
que le producían un estado de sometimiento y le impedía reaccionar con
normalidad, lo que explica el que siguiera sus indicaciones durante todo un día y
acudiera a varios domicilios de parientes y amigos para distraer su atención, en
espera de que depusiera su actitud intimidatoria, a pesar de la inicial amenaza de
asfixiarla con el palo, con que comenzó la larga y reiterada formulación de
amenazas, de entre las que no puede excluirse la cruel muerte de la perrita, que
no tenía otra finalidad que demostrarle de lo que sería capaz si no accedía a sus
pretensiones dinerarias.
La exigencia de una cantidad pecuniaria por medio de la amedrentación a
que sometió a la víctima, supone la aplicación de la modalidad condicional de la
amenaza que define el artículo 169, 1º del Código Pernal, aunque en su forma
atenuada de la no consecución del objetivo.
El mantenimiento reiterado de esa intimación permanente permite apreciar
la concurrencia de la continuidad delictiva (art. 74,1 C. Penal) que interesa el
Ministerio Fiscal.
La verosimilitud de la perjudicada encuentra soporte probatorio en el
testimonio del vecino amigo de su padre, que, si bien en principio se ha mostrado
reticente a recordar los hechos, ha terminado por reconocer que en su casa se
presentó una chica, que dijo ser hija de su buen amigo, con la pretensión de que le
diera cuatro millones de pesetas, con la excusa de que había un hombre fuera que
la amenazaba de muerte, no haciéndole caso, ampliando su referencia familiar
con datos precisos y concluyentes, como la muerte del hermano de la perjudicada,
que refuerzan la versión de esta.
No priva de credibilidad a su relato como pretende la defensa, el que se
mantuviera durante todo el día junto al acusado, a pesar de tener varias ocasiones
de alejarse de él, porque la alteración psíquica que produce una situación
reiterada de sobrecogimiento ante el temor de que sus familiares fueran dañados,
justifica el comportamiento anómalo que se aprecia en las personas sometidas a
situaciones similares, habiendo explicado debidamente la perjudicada el por qué
de su proceder, dado que trataba de ganar tiempo para que el procesado
recobrara la tranquilidad y terminara su tribulación.
Y la realidad de su pánico se demuestra con la llamada que hizo a sus
hijos para que se pusieran a salvo de un probable ataque del agresor, cuando
regresaran al domicilio, resultando sus palabras totalmente convincentes para
aquellos, porque, en otro caso, no se habrían apresurado a refugiarse en lugar
seguro.
c) El delito relativo a la protección de animales domésticos (art. 337
C. penal), se cometió por la muerte cruel y despiadada del cachorro que el
acusado había conseguido unos días antes, con la única explicación lógica de
aumentar el miedo de la testigo del hecho, pues no puede interpretarse de otro
modo la frase que le dirigió antes de aplastarle la cabeza con el pie, tras estrellarlo
contra el suelo, a modo de advertencia de lo que podría sucederle a ella cuando
era capaz de hacerle eso al perro, cuidado. Por eso le dijo “mira lo que hago con
la perra”.
No cabe la menor duda de que esa acción tiene pleno encaje en el
precepto citado, que sanciona a quienes causaran la muerte a animales
domésticos con ensañamiento e injustificadamente. La brutalidad y fiereza que
mostró para matar al animal concuerdan directamente con la finalidad del
precepto, que trata de impedir esos comportamientos salvajes e inciviles con
animales de compañía, como es la perrita atacada, cuando no hay causa que lo
justifique, como sucede en este caso, en que la crueldad se acrecentó por el
objetivo intimidatorio que perseguía el causante
La prueba del suceso se basa, una vez más, en la verídica y creíble
declaración de la víctima, que, en este episodio, encuentra ratificación en las
palabras del reo, que ha admitido espontáneamente que el animal estaba
agonizando, aunque no lo mató.
d) Delito de incendio. La trascendencia del incendio y su expansión por
zonas comunes del edificio suscita la cuestión relativa a cuál de las modalidades
del artículo 351 del Código Penal procede aplicar en este caso.
Se suscita la posibilidad de aplicar las modalidades atenuadas que prevé
este precepto para supuestos fácticos subsumibles en el mismo, en función de
que junto a su modalidad básica, admite un subtipo atenuado en el parágrafo final
del párrafo 1º que permite rebajar la pena inicial en un grado; y una modalidad
más debilitada aún, en el párrafo 2º, que remite al artículo 266, incluido en el
capitulo de los daños contra la propiedad ajena, que prevé una pena de prisión
más reducida.
Toda la polémica que suscita este precepto pivota en torno a la
consideración del “peligro para la vida e integridad física de las personas”
produzca el incendio causado.
Cualquiera que sea la modalidad que se considere aplicable al caso
concreto que se enjuicia, la Jurisprudencia ha entendido, que "El delito de incendio
del art. 351 del Código Penal (...) se caracteriza por un elemento objetivo,
consistente en la acción de aplicar fuego a una zona espacial, que comporta la
creación de un peligro para la vida e integridad física de las personas, y por un
elemento subjetivo, que estriba en el propósito de hacer arder dicha zona espacial,
y en la conciencia del peligro para la vida y para la integridad física de las
personas originado (STS 2201, de 6 de marzo de 2002). El delito de incendio se
sustenta sobre un doble bien jurídico, el patrimonio y la puesta en peligro de la
vida e integridad física de las mismas, considerando que el peligro para la vida e
integridad física de las personas desencadenado por el fuego, a que se refiere el
art. 351 del CP, no es el necesario y concreto (exigido en cambio para el delito de
estragos en el art. 344 del CP), sino el potencial o abstracto. La consideración de
delito de riego abstracto se ha acentuado en la medida en que en el inciso
segundo del art. 351 se prevé una atenuación de la pena cuando la entidad del
peligro sea menor. Conforme a la doctrina expuesta en la Sentencia 381/2001 de
13.3, el tipo del art. 351 del CP no exige la voluntad de causar daños personales.
La intención del agente en este delito ha de abarcar solo el hecho mismo de
provocar el incendio, y el peligro resultante para las personas que debe ser
conocido por el autor". (sT.S. 1284/98 de 31 de octubre, 1457/99 de 2 de
noviembre; 1208/2000 de 7 de julio, citadas por la de 20 octubre 2008).
Los informes obrantes en la causa califican el incendio de intencionado por
presentar tres focos diferentes de iniciación. El incendio se causó en un bloque de
viviendas habitadas, en horas nocturnas,
en que es previsible que todos los
ocupantes se encuentren descansando en las mismas, como ocurrió en la
realidad, teniendo que ser desalojados todos los habitantes del edificio, por la
expansión del humo hacia la escalera común del inmueble, sin que sus efectos
llegaran a afectar a otras viviendas del edificio. Esta circunstancia, unida a las
características de los focos de ignición, centrados en un sillón de una habitación,
un sofá del salón y el cabecero y colchón de la cama del dormitorio, de tan escasa
potencia, que las llamas no se trasmitieron a los restantes elementos de las
dependencias de la vivienda, las cuales solo se vieron afectadas por los efectos
de la difusión del humo, que no llegó a extenderse por la totalidad de sus
habitaciones; sin que tampoco se utilizara ningún producto acelerador de la
combustión, permite afirmar que el medio empleado suponía un menor riesgo de
propagación, que disminuía objetivamente el peligro potencial para los habitantes
del inmueble, que se vio, además, reducido por la rápida intervención de las
fuerzas del orden, próximas al lugar del hecho, quienes con toda rapidez
colaboraron a la evacuación de los vecinos, evitando que alguno pudiera resultar
afectado por el fuego.
Y la menor trascendencia del incendio se deduce, también, de que los
propios Policías Locales que llegaron primeramente al lugar accedieron
directamente a la vivienda siniestrada, a cuerpo limpio, antes de la llegada de los
bomberos, sin necesidad de servirse de instrumentos o medios de protección
contra incendios; además de que los daños causados en la vivienda no son
cuantiosos, ni derivados de la destrucción que genera el fuego, sino debidos
fundamentalmente al humo, y que resultan proporcionados a una propagación
reducida del incendio. Todo lo cual, contribuye a calificar el hecho como de menor
intensidad y subsumirlo en el subtipo atenuado del párrafo 1º del artículo 351 del
Código Penal.
No procede reducir más la relevancia del suceso, porque aunque esta
misma Sala en sentencia de 28 de noviembre de 2008 (sentencia 749/08) aplicó la
penalidad del artículo 266 en un caso de incendio, se trataba de un fuego
provocado en un plano inferior sustentador del edificio, una especie de
semisótano, en el que resultó afectado solamente el primer piso, siendo
evacuados sus habitantes, por la humareda que se produjo, sin que se apreciara
un auténtico riesgo de peligro para los mismos.
En el caso enjuiciado, resuelta más acorde aplicar esa modalidad atenuada
específica, porque el riesgo potencial o abstracto para los habitantes del inmueble
fue evidente, a pesar de que ninguno de ellos resultara personalmente afectado
por el fuego, excepto uno de los Policías Locales y un vecino, que, según parece,
necesitaron asistencia por inhalación de gases tóxicos del incendio, sin mayor
trascendencia.
Y esa situación objetiva, que debió ser advertida por el autor, conocedor de
las condiciones del edificio por residir en él desde hacía tiempo, implica la
aplicación del artículo 531,1 del Código Penal, aunque en la forma atenuada
indicada, porque el elemento diferenciador que distingue el inciso 1º del inciso 2º
del art. 351.1, no es la existencia o no de "peligro real" o "efectivo" para la
indemnidad física de las personas generado por el incendio, pues el elemento del
peligro es común a ambos incisos, sino la mayor o menor entidad del peligro
causado por la acción incendiaria para la integridad física de las personas (s.T.S.
8 octubre 2008). “Consecuentemente, apreciándose peligro para vida o integridad
física de las personas y habiéndose iniciado el fuego en condiciones de
propagación, ha sido bien aplicado el artículo 351, sin perjuicio de que se hayan
valorado las circunstancias de los hechos y, concretamente, el haber procedido las
moradoras de la vivienda a la inmediata extinción del fuego, para aplicar el inciso
segundo del párrafo primero “ (s.T.S. 31 enero 2008)
Y más concretamente, la sentencia del Tribunal Supremo de 29 de mayo de
2007, considera que la concurrencia del riesgo contra el bien jurídico protegido por
el tipo, no empece que al analizar las circunstancias del suceso, sobresale una
con especial importancia a estos efectos, cual es el hecho probado de que en el
interior del local donde se encontraban las personas amenazadas por el fuego que
-repetimos- ya empezaba a penetrar, había una salida de emergencia que, si bien
estaba cerrada con llave y con la persiana metálica también cerrada, pudieron ser
abiertas por el encargado del local lo que permitió la salida de aquéllas y su
puesta a salvo. Este dato -sin duda relevante- no excluye la realidad del peligro
típico, pero sin duda lo mitiga y, por ello, permite la aplicación del referido subtipo
atenuado, que debe beneficiar a ambos acusados.
Aplicando estos criterios resulta más adecuado subsumir este suceso en la
modalidad atenuada del párrafo final del apartado 1º del artículo 531.
SEGUNDO.- De los anteriores delitos responde en concepto de autor el
procesado xxxxxxxxxxx, conforme a lo dispuesto en el artículo 28 del mismo
Código.
La prueba de la autoría se desprende de la verosimilitud de las
manifestaciones de la víctima, unida a los restantes elementos incriminatorios que
se describen en cada uno de los tipos penales analizados en el anterior
fundamento jurídico.
La defensa discute con mayor vehemencia la culpabilidad de su patrocinado
en la comisión del delito de incendio, por parecerle que solo hay simples indicios
que la apoyen. Tales indicios adquieren la condición de prueba plena atendiendo a
la amenaza que formuló en su conversación telefónica con la perjudicada, en la
que mencionó expresamente que quemaría la vivienda, siendo confirmada esa
afirmación de la víctima por su hijo que escuchó la conversación, porque se
encontraba al lado de su madre cuando el acusado la profirió. Y la inmediatez de
la producción del fuego en la vivienda a que se refería el acusado, provocado en
tres focos diferentes, por alguien que tenía que tener acceso libre a la vivienda,
como era el procesado que poseía llaves de la misma, y en muebles definidos de
diversas dependencias de la casa, permite atribuirle la causación del mismo, sin
género de duda, al no apreciarse ninguna otra causa o persona interesada en su
producción, una vez descartada por los servicios de bomberos el carácter
espontáneo o casual del fuego.
TERCERO.- Concurre la circunstancia mixta de parentesco, en calidad de
agravante, como modificativa de la responsabilidad penal de xxxxxxxxxxxxxx, en
los delitos de amenazas e incendio. No procede apreciar esta agravante en el
delito de maltrato familiar, porque la relación afectiva forma parte integrante del
tipo penal y se produciría una vulneración del principio non bis in idem.
El fundamento de esta circunstancia se funda en tres reflexiones: a) la
naturaleza del delito, que hace referencia al contenido objetivo del injusto; b) a los
efectos del mismo, que se conectan con el desvalor del resultado más o menos
tolerable en el ámbito familiar y c) a los motivos, que afectan al tipo subjetivo y a la
mayor reprochabilidad de la culpabilidad del sujeto.
En general, a efectos de apreciar esta circunstancia, singularmente en su
aspecto agravatorio, se estima por la doctrina y la jurisprudencia, que no basta con
que concurra dicho parentesco entre agresor y víctima, sino que hace falta un
plus: que dicha relación parental está basada en un vínculo afectivo que el agresor
desprecia. Aquí se encuentra la esencia de su desvalor. Por ello, frente a la
concepción formalista que otorga prioridad al vínculo sobre la relación afectiva,
ahora se pone el acento en el componente subjetivo de esta última, la relación
afectiva, de suerte que para que la agravante no sea aplicable, no resulta
imprescindible la ruptura jurídica de la relación conyugal, bastando el cese
comprobado de la misma. Pero tampoco puede hacerse equiparable esta relación
afectiva con la existencia o concurrencia de cariño o afecto, lo que le privaría de
toda virtualidad práctica porque nadie va a atentar contra un pariente querido, sino
que lo relevante es la existencia de un sentimiento especial derivado de la
representación de los deberes morales que la convivencia familiar de los parientes
determina - STS 1025/2001 de 4 de abril -.
La regla general, en consecuencia, es que en las agresiones físicas entre
cónyuges debe aplicarse la agravante de parentesco cuando se mantenga la
situación de convivencia y también en supuestos de separaciones recientes, (S.
407/1996, de 11-5-96 y S. núm. 919/1998 de 3-7-1998), pues en estos casos
concurre y subsiste el incremento del desvalor de la conducta derivado del mayor
vigor o entidad del mandato que impide cualquier clase de maltrato a los familiares
así como la mayor relevancia de los efectos psíquicos que la agresión determina
sobre la víctima.
Es por ello por lo que en la doctrina reciente de esta Sala se insiste en que
no puede excluirse la aplicación de la agravante por "el simple deterioro de las
relaciones personales entre los cónyuges" (STS 22-09-2000, núm. 1429/2000), o
por "la existencia de frecuentes discusiones en el seno de un matrimonio o de una
pareja de hecho" (STS 10-02-2000, núm. 115/2000), o por encontrarse los
cónyuges "en una situación tensa a causa de sus desavenencias" (STS 03-071998, núm. 919/2998).
En el mismo sentido la STS 780/2002 de 6 de mayo declara que: "....En
coherencia con lo acordado en Junta General de 18 de febrero de 1994, ha
declarado que si bien es cierto que la concurrencia de la agravante no puede
asociarse mecánicamente a la mera concurrencia o subsistencia formal del vínculo
conyugal, tampoco debe condicionarse con idéntico automatismo a la pervivencia
del cariño o del afecto, que, por lo general, no se dan en los que agreden
físicamente a su cónyuge. La razón de ser de la agravante de parentesco cuando
se mantenga la situación de convivencia es que, en tales supuestos, la agresión
acentúa significativamente el desvalor de la conducta, a causa del mayor vigor o
intensidad del mandato que proscribe cualquier clase de maltrato a los familiares;
y sus efectos negativos en el psiquismo de la víctima son de mucha mayor entidad
(STS 1025/2001, de 4 de junio)....".
En el caso de autos, con independencia de la existencia de diferencias
entre la pareja, es lo cierto e indubitado que ambos compartían el mismo domicilio,
y en este escenario es patente la concurrencia de la agravante que se cuestiona
por el recurrente. (s.T.S. 10 abril 2006)
El vínculo afectivo que unía al acusado con la víctima conlleva la aplicación
de la circunstancia mixta de parentesco definida en el artículo 23 del Código penal,
como agravante, en aplicación de la doctrina citada, que debe surtir sus efectos
agravatorios tanto en el delito de amenazas, por el carácter eminentemente
personal de su naturaleza, como respecto del incendio, “por obedecer tanto a
razones objetivas derivadas del lazo de sangre, como a las subjetivas de una
mayor perversidad” (s.T.S. 28 abril 2006) y porque los motivos que le movieron a
incendiar la casa estaban estrechamente ligados con su relación sentimental como
venganza de la negativa de la compañera a reunirse con él; y en este mismo
sentido de apreciar la relación afectiva como agravante de parentesco en un
supuesto de incendio se pronuncia la sentencia de la Audiencia Provincial de
Sevilla de 31 de mayo de 2006, dado que el artículo 23 remite para su aplicación a
la naturaleza y motivos que indujeron al culpable a la comisión del hecho y, no
cabe duda, que el acusado incendió la casa en contemplación de aquella
vinculación sentimental con la víctima.
En la determinación de la pena, se aplicará en su mitad superior en el delito
de maltrato familiar por la concurrencia de la agravación específica de comisión en
el domicilio familiar (art. 66,3º
C. Penal), delito al que le será aplicable la
penalidad complementaria que dispone el precepto que lo regula, así como la
prohibición de acercamiento y comunicación prevista en los artículos 57 y 48 del
mismo texto legal; mitad superior de la mitad superior que ha de aplicarse en el
delito de amenazas, por la condición de continuidad que las determina (art. 74.1 C.
Penal) y por la aplicación de la agravante de parentesco (art. 66,3º C. penal); y en
cuanto al delito de incendio, atendiendo a la reducción del subtipo atenuado en
que subsumimos el asunto, la pena correspondiente será la inferior en grado a la
básica, que se impondrá en su mitad superior por la apreciación de la agravante
de parentesco (art. 66,3º C. Penal); imponiéndose en la mitad inferior la
correspondiente al delito relativo a la protección de animales domésticos, por no
concurrir circunstancias modificadoras del mismo (art. 66, 6º C. Penal), aunque no
en su grado mínimo, por la brutalidad del acto.
CUARTO.- Conforme a lo dispuesto en el artículo 116 del Código Penal
declaramos la responsabilidad civil de xxxxxxxx, sin que haya lugar a fijar
indemnización por la renuncia de la perjudicada y no haberse formulado petición al
respecto.
QUINTO.- Condenamos a xxxxxxxx al pago de las costas del juicio (arts.
123 C. Penal y 239 y 240 Lecrim).
En atención a todo lo expuesto, visto además lo dispuesto por los artículos
24, 25 y 120.3 de la Constitución, los artículos 1 y 2, 10, 15, 27 a 34, 54 a 58, 61 a
67, 70, 73 y 74, 110 a 115 y 127 del Código Penal, los artículos 142, 239 a 241,
741 y 742 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y 248 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial, la Sección primera de la Audiencia Provincial de Alicante.
FALLAMOS
Que condenamos al procesado xxxxxxxxxxxxx como autor criminalmente
responsable de:
a) un delito de maltrato en el ámbito familiar del artículo 153 1 y 3 del
Código penal, concurriendo la agravación específica de comisión en el domicilio
de la víctima, a las penas de diez meses de prisión, con su accesoria de
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo, durante el tiempo de la
condena, privación del derecho a la tenencia y porte de armas durante dos
años y seis meses; y a la prohibición de acudir a la localidad de Callosa de
Segura y de acercarse a xxxxxxxxxxxx y a sus hijos, xxxxxxxxxxx, a sus
domicilios y lugares de trabajo, a menos de quinientos metros, y a
comunicar con ellos por cualquier medio, durante cuatro años posteriores al
cumplimiento de las penas de prisión impuestas en su totalidad;
b) un delito continuado de amenazas condicionales del artículo 169,1º,
inciso 2º del Código Penal, con la concurrencia de la agravante de parentesco, a
la pena de dos años y seis meses de prisión, con su accesoria de
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo, durante el tiempo de la
condena;
c) un delito de muerte injustificada y con ensañamiento de un animal
doméstico del artículo 337 del Código Penal, a la pena de cuatro meses de
prisión, con su accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio
pasivo, durante el tiempo de la condena e inhabilitación especial para el
ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los
animales, por un año; y
d) un delito de incendio del artículo 351, párrafo 1º, inciso 2º del Código
penal, concurriendo la agravante de parentesco, a la pena de siete años y seis
meses de prisión, con su accesoria de inhabilitación especial para el derecho de
sufragio pasivo, durante el tiempo de la condena.
Condenamos al acusado al pago de las costas del juicio.
Acordamos el mantenimiento de las medidas cautelares de protección
de la víctima dictadas por auto de 7 de enero de 2008,
en este
procedimiento, en tanto no adquiera firmeza esta sentencia.
Aplicamos al acusado el tiempo de privación de libertad sufrido por esta
causa.
Contra esta sentencia solo se puede interponer recurso de casación.
Así por esta nuestra sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.
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