ACEPTAR A UN HIJO TAL COMO ES, NO COMO LO SOÑAMOS Hasta el padre más afectuoso y mejor intencionado tiene problemas en aceptar a su hijo incondicionalmente. Sin embargo, esta aceptación es fundamental para la seguridad del niño. Andrea López E. “Algunas de las lecciones más profundas que mis padres me dieron no involucraron ni una sola palabra. Mi madre tenía un pánico mortal a las serpientes. Yo era un Boy Scout que me fascinaba el aire libre, incluyendo las serpientes. Estaba trabajando un verano para obtener mi insignia de mérito de reptil, y guardaba mi apreciado botín, una serpiente negra, en una pecera de vidrio en el garaje. Todos los días yo ponía la serpiente al sol para que se calentara. Un día la coloqué afuera en el sol y me fui a explorar el bosque que existía alrededor de nuestro hogar, olvidando completamente la serpiente y no me acordé que era el día en que mi madre lavaba ropa y la pecera se encontraba en el camino donde ella la colgaba. Mi madre colgaba la ropa haciendo grandes desvíos alrededor de la serpiente. Pasó el día y se acercaba la noche y ella recordó una conversación que habíamos tenido acerca de los reptiles que eran animales de «sangre fría». Básicamente que no tenían un control interno para mantener sus cuerpos a una temperatura determinada. Esto significaba que si una serpiente permanecía afuera en el sol demasiado tiempo, se sobrecalentaría y moriría. Como yo no volvía y el día era cada vez más caluroso, mi madre comenzó a preocuparse por la serpiente. No es que ella tuviera algún interés en particular por la serpiente. Ella habría estado más feliz si estuviera muerta. Sin embargo, ella sabía que si mi serpiente moría significaría que yo no recibiría mi insignia de mérito de reptil. Finalmente, pensando en lo que me quería, ella reunió todo el coraje posible, tomo una sábana de las que tenía colgada y la tiró sobre la pecera donde estaba la serpiente, y manteniéndose a mucha distancia de la temida bestia, la arrastró hacia la sombra del garaje, para salvar la vida de la serpiente y mi insignia de mérito. En ese acto notable, mi madre me enseñó el significado del amor sacrificante de familia sin decirme ninguna palabra”. Con este testimonio personal, el Dr. John Haas, catedrático y teólogo norteamericano, padre de 9 hijos, ilustra la importancia de la aceptación incondicional de un hijo. Hasta el padre más afectuoso y mejor intencionado tiene problemas en aceptar a su hijo incondicionalmente. Ser padre significa poner en práctica muchas de las propias fantasías sobre el tipo de padre que se quiere ser y el tipo de hijo que se quiere tener. Tener un niño que continuamente frustra esos sueños puede crear rabia y hostilidad; e incluso cierta culpa al pensar de esa forma de un hijo al que se adora. Entrevista a Paulina Fuentes, psicóloga del colegio Monte Tabor y Nazareth, responde a las dudas más frecuentes a la hora de aceptar a un hijo por lo que es. - ¿Por qué es tan importante aceptar a un hijo incondicionalmente? Lo más fundamental como padres es reconocer la originalidad que trae cada hijo e ir descubriéndola. Para que el niño desarrolle esa originalidad, necesita que seamos 1 incondicionales a lo que él trae. No sólo tenemos que conocer lo que él es, sino que no poner cortapisas y dejarlo que se despliegue desde su interioridad. Por otro lado, el amor incondicional de los padres permite al hijo crecer y desarrollarse en seguridad. El niño que siente que lo quieren por lo que es asume desafíos y trata de alcanzar metas más grandes. Se podría decir que el amor incondicional es la plataforma desde la cual despega una persona, es lo que da confianza para hacerlo. - Pero el amor incondicional, que parece casi obvio en la teoría, no es tan fácil de llevar a la práctica. Es verdad que es difícil practicarlo. Uno como padre si bien quiere mucho a un hijo, tiene muchas expectativas sobre él. Se puede caer en meter a todos los hijos en el mismo saco y esperar que reaccionen de una misma manera. El amor incondicional parte por observar a cada hijo, ver cómo se desarrolla y actúa frente a distintas situaciones. - ¿Por qué cuesta tanto aceptar a un hijo que no es lo que se esperaba? Yo creo que más que lo que se esperaba, son conductas del hijo que en determinado momento a uno le sorprenden o molestan. Puede que el niño sea más insolente, más flojo, menos deportista o más ermitaño de lo que yo como padre aspiraría. - ¿Cree que en la aceptación influyen los problemas que han tenido los padres en sus propias vidas? Por ejemplo, una madre que luchó siempre contra los kilos y se angustia cuando su hija de 8 años quiere otro pedazo de torta. Influyen las experiencias que hemos vivido los padres, pero más las exigencias del mundo actual. Lo que vale es el éxito, las mejores notas, ser deportista y popular entre los amigos. Con esto, le pedimos a los niños muchas veces más de lo que pueden dar. Sin embargo, si los padres tuvimos aceptación de nuestros propios padres, va a ser más fácil que se la entreguemos a nuestros hijos. - El niño que se siente aceptado por lo que es, ¿es distinto del que no? Sí, se nota en la seguridad del niño, en el desplante y en la libertad para poder optar y en que se atreve más. Cree en lo que siente, en sus juicios y percepciones. Se atreve a asumir riesgos, acepta sus errores y ve la vida con optimismo. Cuando se ve un niño muy sumiso, muy recatado, que cumple muy bien todas las normas, puede ser que sólo responda a lo que el sistema le pide. El niño aceptado se equivoca igual que el otro, pero tiene una mayor seguridad para poder desplegarse. - Según Piet van Bremen, autor de “Lo que cuenta es el amor”, si no acepto a un hijo, no puedo educarlo, pues éste se cierra ya que intuye, con toda razón, “esta persona es una amenaza para mí y tengo que protegerme”. Es cierto, cualquier persona que siente que lo rechazan, se cierra. Busca otros lugares donde sentirse cómodo que pueden ser con amigos, que no siempre son los mejores. El niño se aleja de la familia porque ésta no le da protección y no lo valora por lo que es. Para que el hijo no se cierre, hay que conocerlo. Averiguar qué lo anima, cuáles son sus fortalezas. Sólo se puede aceptar lo que se conoce. Son de gran ayuda las conversaciones en que los padres les contamos a los hijos cómo éramos a su edad. - ¿Son los padres el espejo primario de la autoestima de un hijo? 2 Los padres son los grandes constructores de la autoestima. Para saber quién uno es, se necesita que alguien lo diga. Los primeros en decirnos quienes somos son los padres: “Eres bueno para el fútbol” o “Tú nunca lo vas a lograr”. Estas son frases que van construyendo la imagen que se tiene de uno mismo. Luego, en la etapa escolar influyen mucho los comentarios de los amigos, por lo que el niño debe tener una buen imagen de su persona. CUATRO IDEAS PARA AVENIRSE CON EL HIJO 1. Deje de asumir toda la responsabilidad Los padres tendemos a asumir demasiado crédito en los éxitos de nuestros hijos y mucha culpa en sus fracasos. El temperamento (las cualidades con que nació el niño) juega un rol importante en su comportamiento. Sus pares, profesores y el medio en que se desarrolla también influyen. 2. Busque lo positivo Cuando se está decepcionado de un hijo, es común olvidarse de sus cualidades. Si ve un océano de defectos, busque islas de destrezas. También observe el lado bueno de algo que le desagrade de un hijo. Por ejemplo, un niño cauteloso raramente corre riesgos innecesarios. Un perfeccionista, no comete errores tontos en su tarea de matemáticas. 3. Re-escriba el guión Ponga atención a los mensajes que manda sin querer y examine cualquier pensamiento negativo que tenga sobre su hijo. Cuestionar continuamente el comportamiento de un niño –“¿Cómo le tienes miedo a eso?” o “¿Por qué eres tan gruñón?”- sólo lo frustrarán y confundirán. El niño no sabe por qué; sólo está siendo sí mismo. 4. Marque los límites correctos No asuma que sabe lo que siente su hijo. No son una misma persona. La visión clara se pierde cuando mezcla sus preocupaciones con las del niño. Puede que se le parta el corazón porque a su hijo no lo llamaron para la selección de fútbol del colegio, pero puede que a él no le importe. Uno puede angustiarse porque su hija pasa los recreos en la biblioteca, pero ella puede ser feliz haciéndolo. BILLY ELLIOT Esta película inglesa trata precisamente sobre la aceptación y apoyo incondicional de un padre por su hijo. Billy rompe la tradición de una familia de mineros del carbón que se dedican a boxear en el club local. Billy cambia los guantes que había usado su abuelo y su padre por zapatillas de ballet. Como sabe que su padre se opondría, toma clases de ballet a escondidas. Éste no tarda en enterarse y se lo prohíbe, argumentando: “Los niños juegan fútbol, aprenden boxeo o lucha libre, pero no aprenden ballet”. Sin embargo, una serie de acontecimientos lo hacen darse cuenta de que el ballet es la verdadera vocación de su hijo. A pesar de lo que piensa, no sólo acepta lo que le gusta a Billy, sino que hace el sacrificio de unirse a los rompehuelgas de la mina en que trabaja y empeñar las joyas de su difunta esposa para juntar dinero, y así llevar al niño a una audición al Royal Ballet de Londres. Cuando Billy es aceptado por el Royal Ballet, ríe junto a su padre por primera vez en la película. [Revista Hacer Familia (Chile) Nro.80] 3