¿Eichmann en Caracas?

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¿Eichmann en Caracas?
Maciek Wisniewski :: 05/12/2015
No solo los grandes medios latinoamericanos
promueven el golpe en Venezuela. También los
españoles. Pero la palma, como siempre, se la
lleva 'El País'
Ingenuo, creo que esa sería la palabra correcta. Pensé que las comparaciones y los paralelos
históricos eran para contextualizar y ayudar a entender los últimos acontecimientos. Pero al parecer
para lo único que sirven es para dar un macanazo en la cabeza a un enemigo político.
Cada mañana abro un periódico y encuentro algo para confirmarlo. Cuando parece que ya llegamos
al límite de las comparaciones absurdas –y del uso y abuso de la historia–, siempre aparece algo
nuevo y el límite se mueve (¿hasta qué punto?).
No sé si la hay, pero si en el libro de los récords Guinness hubiera una categoría de las
comparaciones más descabelladas del mundo, seguramente ganaría la derecha venezolana. Como la
holgada ventaja sobre el oficialismo (como supuestamente auguran las encuestas previas a las
elecciones parlamentarias del domingo 6 de diciembre).
La capacidad de la oposición en Venezuela de generar acusaciones absurdas es asombrosa,
inquietante. Hace poco pensé que después de la comparación de este país con... Sudáfrica de la era
del apartheid (sic) por ser una sociedad igualmente atormentada e insomne –cualquier cosa que
signifique esto– hecha por un columnista X, no encontraría nada mejor por un tiempo.
Por supuesto, todo es culpa del tirano Maduro, sin importar que por años la derecha se refería a
Chávez como macaco y miraba con disgusto cuando éste introducía mulatos y negros al ámbito
dominado por la élite política criolla [que no es precisamente blanca].
Pero poco después el mismo columnista comparó a Franklin Nieves, ex fiscal arrepentido y refugiado
en Miami, involucrado –supuestamente– en fabricar las evidencias contra el opositor Leopoldo
López, con... Adolf Eichmann. ["Nieves confiesa lo obvio, lo conocido por todos. La noticia es el valor
institucional de su confesión. Su arrepentimiento sirve políticamente, es un golpe al régimen de
Maduro y Cabello ... Pero, como Eichmann, Nieves decidió obedecer", El País]
La frontera de las comparaciones se desplazó. Otra vez. Un gran paso adelante, pero en la dirección
conocida, ya que la misma oposición por años y sin ningún rigor comparaba a Chávez con Hitler (y
con Stalin a la vez).
Y si Nieves era Eichmann –figura clave en organizar el holocausto, después de la guerra refugiado
en Argentina, secuestrado por los israelíes [como la banda que son], procesado en Jerusalén y
colgado–, Maduro, su jefe, también era Hitler.
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Para apoyar su razonamiento, el columnista X invocó –por supuesto– a Hannah Arendt y su concepto
de la banalidad del mal, acuñado para describir a Eichmann al observar su proceso (véase:
Eichmann in Jerusalem. A report on the banality of evil, 1963, 336 pp.), siendo, según él, inevitables
los paralelos entre ambos: “‘burócratas banales’ que acataron las órdenes sin pensar y/o hacer
juicios morales”.
Cuando pensé –otra vez– que por un rato nada iba a batir éste récord, el columnista Y –ya de veras
es de terror agarrar un periódico–, denunciando "la mentira sistemática" de Maduro, invocó –otra
vez– a... Arendt, Eichmann y a Rudolf Höss, otro criminal banal –ex comandante de Auschwitz,
atrapado, procesado en Varsovia y colgado–, inscribiendo al gobierno venezolano en toda esta línea
del mal.
Según él, por ejemplo, la persecución y culpabilización de los colombianos por los problemas
internos en Venezuela –al tratarse de “la misma búsqueda del ‘chivo expiatorio’”– es comparable
con... lo que los nazis hacían con los judíos (sic).
Y para apoyar esta su reflexión sobre el problema del mal, aseguró que al ser un hijo de
sobrevivientes del holocausto tiene una aversión intuitiva al relativismo moral (y –se supone– un
particular conocimiento del tema).
Pues yo –para decirlo sin rodeos– encuentro repugnantes estas comparaciones (además de
históricamente infundadas).
En Venezuela hay muchos problemas y la lucha política es aguda de ambos lados. Maduro carece de
mucha sutileza discursiva [no habla para la academia,habla para la gente], pero el país no está en el
nivel del Tercer Reich...
Y si ya entramos en un tono personal: como nieto de sobreviviente del campo de concentración en
Dachau y víctima de experimentos seudomédicos –el mismo Dachau, en cuya vecindad Eichmann
recibió su entrenamiento militar (Arendt, p. 32) y empezó su carrera del burócrata del genocidio–, y
alguien que creció en los terrenos del antiguo gueto de Lodz, al cual Eichmann organizaba
transportes (p. 92) y visitó en una ocasión (p. 211), siento –por supuesto intuitivamente– que estos
paralelos no sólo exceden las fronteras del buen gusto, sino que contribuyen a lo que pretenden
combatir: el relativismo moral (e histórico).
Detrás de este tipo de denuncias y reflexiones cuasifilosóficas sobre los profundos mecanismos del
mal, que se sirven de los más descabellados ejemplos históricos, no hay nada más que un afán de
difamar al adversario y propinarle un garrotazo.
La banalidad del mal, un concepto bastante ambiguo –que pensadoras como Seyla Benhabib o Judith
Butler tratan de descifrar hasta hoy–, se presta particularmente a este tipo de atracos.
En este sentido no deja de ser polémico. Tal como lo fue desde su nacimiento, cuando se acusó a
Arendt –sobre todo en Israel– desde banalizar el holocausto hasta malinterpretar a Eichmann. Corey
Robin sintetiza bien estas controversias en su excelente ensayo 'The trials of Hannah Arendt' (The
Nation, 12/5/15).
Una de ellas fue la crítica al gobierno israelí por convertir todo en un juicio-espectáculo. Según
Arendt, los fiscales fueron sometidos a las órdenes del Ejecutivo: la acusación no fue por lo que
Eichmann hizo, sino por lo que los judíos sufrieron (p. 4), de acuerdo con el deseo de Ben-Gurion de
montar un proceso histórico del antisemitismo, lo que fue para ella mala historia y retórica barata
(p. 17).
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Así que si nos apegamos a su lectura y si le creemos al ex fiscal Nieves, que asegura que la orden de
condenar a López a la máxima pena posible –finalmente quedó sentenciado a 13 años de prisión por
incitar a la violencia a fin de provocar La Salida del gobierno constitucional– vino del mismo Maduro,
en vez de Eichmann, el ex fiscal sería comparable más con... sus colegas israelíes.
Pero, claro, un paralelo así –aunque más riguroso– no cumpliría el propósito que era nazificar al
chavismo, ¿verdad?
@periodistapl. Extractado por La Haine
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http://www.lahaine.org/mundo.php/ieichmann-en-caracas
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