la construcción de sistemas de inteligencia eficaces, eficientes y

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Ponencia presentada en el Seminario sobre Investigación y Educación en Estudios de Defensa
y Seguridad 2002. CHDS/NDU Brasilia, 7 al 10 de agosto del 2002.
El futuro de la Seguridad Democrática
ante el terrorismo en Guatemala.
Panel: Terrorismo y Repercusiones hemisféricas: Argentina, Brasil, Ecuador y
Guatemala en perspectiva comparada.
Ana Glenda Táger Rosado
WSP- Internacional, Oficina para América Latina
11 Ave. 5-5 Zona 10, Ciudad Guatemala, Guatemala, C.A.
[email protected]
Ana Glenda Tager Rosado, es socióloga, graduada de la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Actualmente se
encuentra cursando estudios de doctorado en Sociología por la misma Universidad. Se desempeña como Oficial de Proyectos del
WSP-Internacional, en la Oficina para América Latina. Anteriormente participó en el Proyecto Hacia una Política de Seguridad
para la Democracia: Creación de una plataforma de diálogo para las relaciones cívico-militares, de Flacso sede Guatemala, WSP,
IGEDEP, PNUD/UNOPS. Ha sido profesora de la materia de Sociología Política en la Facultad de Ciencia Política de la
Universidad Rafael Landívar y de Sociología en la Facultad de Sociología de la Universidad del Valle de Guatemala. Ha sido
también Investigadora en el Proyecto Política Militar y Agenda de Seguridad del Área de Estudios Políticos y de Seguridad de
FLACSO-Guatemala, así como asistente en el Programa de Verificación sobre el cumplimiento de los acuerdos con relación a las
poblaciones desplazadas y repatriadas en Guatemala y Asesora de la Defensoría de los derechos de la Mujer de la Procuraduría de
los Derechos Humanos. Se ha desempeñado como Agregada Cultural y de Turismo en la Embajada de Guatemala en España.
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RESUMEN:
Se analizan las perspectivas conceptuales del término terrorismo,
enmarcando su importancia en el contexto guatemalteco a raíz de los
atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos. Se explorarán las
imbricaciones que éste fenómeno, de carácter exógeno, pueda tener en
los ámbitos de seguridad y defensa, tanto a nivel legal, operativo como
doctrinario. Por otro lado se pretende plantear la importancia de
relacionar la lucha antiterrorista con la vigencia de los derechos
humanos.
Sumario:
I. Conceptualización del Terrorismo; II.. Debate actual en Guatemala; a. Remilitarización del Estado; b Securitización
de amenazas que no tienen un grado de existencialidad; c .El papel de los Organismos de Inteligencia Civil y de
Inteligencia Militar; III.Terrorismo y Seguridad Democrática.
Introducción
El contexto geopolítico de la etapa post guerra fría con elementos novedosos tales como la
globalización, las innovaciones tecnológicas, etc., ha traído consigo un cambio en los
paradigmas, que ha implicado un cambio en las Agendas de Seguridad. El debate actual en
Latinoamérica se centra en el hecho de que el bien a defender por la seguridad es el ser humano
como ente social, abandonando la antigua concepción de seguridad basada en agendas estrechas,
características de los regímenes autoritarios en donde privaba la defensa del Estado, como fin en
sí mismo.
La emergencia de amenazas no tradicionales (terrorismo, narcotráfico, trasiego de armas,
cambios medioambientales, uso fraudulento de tecnología de la información, etc.), debido a las
nuevas condiciones del panorama internacional, así como el proceso de democratización en el
que se han visto envueltos los países latinoamericanos, ha hecho también necesario un proceso de
adaptación de la institucionalidad de la seguridad, acorde con las nuevas necesidades.
Los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 en Estados Unidos marcan un nuevo
escenario para la seguridad a nivel internacional, que en el caso de Latinoamérica en general y en
2
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el de Guatemala en particular, han supuesto un revés a los generalmente tímidos avances
alcanzados en materia de seguridad.
El terrorismo, que ha adquirido un papel preponderante en las Agendas de Seguridad
internacionales, está siendo introducido como amenaza potencial en la Agenda de Seguridad de
algunos países como Guatemala, que se ven de ésta manera impelidos a tomar acciones y adoptar
medidas de cara a la nueva situación, sin que realmente ésta sea una amenaza real, obedeciendo
simplemente esta inclusión a influencias externas.
Con ello, se ha iniciado un debate en el que se plantea la polémica sobre el futuro de la seguridad
democrática1 de cara al nuevo escenario.
I. Conceptualización del Terrorismo
¿Que se entiende por terrorismo? En un primer nivel la definición en sí de este término conlleva
cierta complejidad, pues lo que para unos es terrorismo, para aquellos que lo ejercen puede no
serlo. De tal manera, el concepto de terrorismo, dependerá en gran medida de una percepción
subjetiva.
No obstante, a nivel conceptual existe literatura especializada al respecto y de este modo tenemos
que para Chomsky terrorismo es el uso de medio coercitivos dirigidos a poblaciones civiles en un
esfuerzo por lograr objetivos políticos, religiosos u otros2. A esto agrega la definición sobre
terror que se hace en el código de Estados Unidos y en los manuales del ejército estadounidense
como “el uso calculado de la violencia o de la amenaza de violencia para lograr objetivos
políticos o religiosos a través de la intimidación, la coerción o la provocación de miedo”.3
1
El término Seguridad Democrática indica la condición de bienestar que se genera por la acción de desarrollo que
promueve el Estado, y la definición de políticas de desarrollo cuyas medidas específicas están destinadas a procurar
la condición de bienestar.
2
Chomsky, Noam. 11/09/2001, Barcelona, RBA Libros 2001.
3
Tomado del Discurso pronunciado por Noam Chomsky en el Massachussets Institute of Technology el 18 de
octubre del 2001.
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Giddens define el terrorismo como “la amenaza o el uso de la violencia con fines políticos por
parte de individuos o grupos que, de otro modo, no tienen poder político formal”4.
Según Fernando Reinares “el terrorismo configura una modalidad específica de interacción social
violenta que se consuma contra la voluntad de quienes la sufren directa o indirectamente y que
tienen un componente físico esencial dado por los daños o lesiones tangibles producidos sobre
personas y cosas y su concomitante impacto psíquico, el que, en general, resulta extraordinario
tanto en el plano individual como social. El terrorismo es un fenómeno de carácter político dado
que configura una forma de intervención directa o indirecta en las relaciones de poder
establecidas entre actores y grupos sociales mediante la cual sus agentes afectan o intentan
afectar de alguna manera el alcance y el contenido del aparato estatal y de las actividades
gubernativas”. 5
Esta forma de violencia pueden utilizarla tanto quienes ostentan la capacidad, ya sea o no
legitimada, de hacerse obedecer por los demás, o sus allegados, como aquellos que se encuentran
en posiciones más bien subordinadas dentro de un determinado sistema de dominación. Para este
autor “la relativa eficacia del terrorismo en las sociedades complejas de nuestros días deriva, en
buena medida, de la publicidad que genera el mensaje que con ella desea transmitir y los estados
mentales que provoca tanto entre las elites como en el resto de la población”. 6
Para Raúl Sohr
“el terrorismo consiste en ataques cargados de simbolismo más que en operaciones de verdadera
efectividad militar”. 7
En cuanto a las víctimas del terrorismo, éstas corresponden comúnmente a objetivos vulnerables
y en estado de relativa indefensión que raramente coinciden con los destinatarios últimos de la
violencia.8
4
Giddens, Anthony. Sociología. Madrid, Alianza Universidad Textos, 1996.
Marcelo Fabián. El 11 de septiembre del 2001: El terrorismo transnacional y la militarización de la seguridad en
Argentina. Universidad Nacional de Quilmes.
6
Reinares, Fernando. Terrorismo y Antiterrorismo, Barcelona, Paidós, 1998. pp. 39.
7
Sohr, Raul. Las guerras que nos esperan, Santiago, Ediciones B, 2000 p. 123
8
Op. Cit. Reinares, Fernando. P. 17
5
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Existen diferentes usos políticos del terrorismo que se desenvuelven en el marco de disputas o
conflictos políticos desarrollados tanto en el ámbito interno de determinado Estado como en el
plano internacional. Reinares señala los siguientes:
Terrorismo insurgente que es el practicado con la intención de alterar sustancialmente una
determinada distribución de poder; y Terrorismo vigilante que busca preservar el orden político
establecido.
Por otro lado, las acciones terroristas pueden ser utilizadas como recurso táctico que es cuando
dichas acciones constituyen un método auxiliar o forman parte de un combinado de actividades
notablemente más amplio; y como medio estratégico que es cuando las acciones terroristas se
utilizan de forma preferente o tendencialmente exclusiva.9
Chomsky define los tipos de terrorismo de la siguiente manera: El terrorismo internacional,
cuando el acto o las actividades de apoyo implican cruzar fronteras nacionales; el terrorismo a
gran escala, dirigido contra grupos grandes; el terrorismo a pequeña escala, enfocado hacia los
individuos; el terrorismo de Estado y el terrorismo individual.
“Cuando el terrorismo se convierte en una forma de violencia estratégicamente predominante o
un método casi exclusivo de acción política por parte de ciertos actores, se está ante la presencia
de un grupo u organización terrorista”.10 Estos grupos terroristas poseen ciertas características
orgánico-funcionales. Se trata de grupos estructurados, ilegales, clandestinos y reducidos.
El terrorismo puede llevarse a cabo por actores muy diversos, individuales o colectivos. Los
actores que pueden utilizar el terrorismo como medio de acción política pueden ser:

Los Estados: La violencia terrorista de origen estatal aparece como un instrumento
complementario en las tareas gubernamentales de control social. Este tipo de acción es
cuasi monopolizada por el Estado a través de sus agencias o fuerzas armadas regulares y,
9
Ibid., p 20
Ibid., p. 18
10
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en consecuencia, no implica, a diferencia de las organizaciones terroristas, fuerzas o
grupos ilegales y clandestinos.

Grupos políticos no-estatales: el terrorismo de origen no-estatal es generalmente utilizado
para socavar la estabilidad de un régimen establecido y socavar su destitución por otro o
bien para dificultar el mantenimiento del orden público tratando de generar una situación
de caos que erosione la credibilidad de las autoridades y haga perder legitimidad a un
determinado régimen o situación de dominio.11 Un ejemplo de esta modalidad son los
grupos insurgentes o guerrilleros, grupos revolucionarios y determinadas organizaciones
criminales.
El terrorismo en el siglo XX se ha vinculado estrechamente con los movimientos guerrilleros.
Para Giddens, la única diferencia auténtica entre los dos es que las guerrillas se conciben
generalmente en operación contra objetivos específicamente militares, y los terroristas contra
objetivos civiles, pero esta distinción se desdibuja en la práctica.
Para Reinares, las
organizaciones guerrilleras buscan conseguir el paulatino control de áreas geográficas en las que
instaurar una administración paralela a la oficial que se desea abolir, mientras que el terrorismo,
se esfuerza por ocupar la mente. La guerrilla se configura como un fenómeno que tiende a
establecerse en áreas rurales de difícil acceso y eventualmente fronterizas con otros países,
mientras que el terrorismo político se practica primordialmente en zonas mas modernizadas como
ciudades densamente pobladas que facilitan el anonimato, movilidad, blancos y audiencia
inmediata.
Por otro lado “la criminalidad organizada comparte con los grupos terroristas algunos rasgos de
importancia. En ambos casos conforman asociaciones estructurales, clandestinas y reducidas, con
ciertas modalidades semejantes en lo relativo al reclutamiento, despliegue operativo,
estructuración celular, producción de inteligencia y planeamiento, organización logística y
conducción, así como el financiamiento clandestino e ilegal de sus actividades”.12
11
12
Ibid
Op. Cit., Saín, Marcelo Fabián.
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II. Debate actual en Guatemala
Tras los atentados del 11 de septiembre, los presidentes de Centroamérica mostraron su
solidaridad y expresaron sus condolencias al Gobierno y pueblo de los Estados Unidos de
América, dando sus primeras muestras de apoyo al votar la resolución 5611 de la Asamblea
General de Naciones Unidas así como las dos resoluciones adoptadas en el marco de la OEA el
21 de septiembre.
Pocos días después, junto con el Primer Ministro de Belice, acordaron sumarse a los esfuerzos
mundiales contra el terrorismo. Acordaron mejorar los mecanismos de intercambio de
información concernientes a posibles acciones terroristas, así como reforzar la seguridad en las
fronteras, puertos marítimos y aeropuertos, ejercer mayor control sobre el flujo migratorio y
fortalecer la legislación penal para que se tipifique como delito la asociación con grupos o
personas terroristas13.
Con este fin, los Presidentes convocaron a reuniones a la Comisión de Seguridad de
Centroamérica (SICA), en la cual se elabora el Plan Centroamericano de Cooperación Integral
para prevenir y contrarrestar el terrorismo y actividades conexas, y a los Directores de la Policía
Nacional y de la Conferencia de las Fuerzas Armadas Centroamericanas (CEFAC).
A resultas de estas reuniones cada país de la región elaboró sus propios planes de seguridad en
materia terrorista, llevando a cabo las modificaciones legales pertinentes y creando figuras
institucionales ad hoc.
De esta manera, la figura del terrorismo internacional entró en las agendas de Seguridad de los
países de Centroamérica y en el de Guatemala en particular.
Ver la Declaración “Centroamérica unida contra el terrorismo”, redactada en la Reunión de Presidentes de la
región centroamericana en la Escuela Agrícola Panamericana El Zamorano, Tegucigalpa, Honduras, el de
septiembre del 2001.
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Quizá sea bueno recordar lo que al respecto se comentó en del diario estadounidense The New
York Times el día 28 de diciembre del 2001 en un editorial dedicado a Guatemala. Titulado“La
moda antiterrorista”, habla sobre la política antiterrorista de la administración del presidente Bush
y de las similares implementaciones de ésta en diversos países.
Según el diario “la
administración Bush anunció la implementación de tribunales militares y otras limitaciones de
libertad en su lucha contra el terror”, agrega que “el mal uso de esta campaña por parte de
Washington no está limitada a países donde el terrorismo es un problema. Gobiernos y militares
inescrupulosos invocan la amenaza del terrorismo para acallar a la oposición o crear nuevas leyes
draconianas”. “Un ejemplo es Guatemala, donde la gran amenaza terrorista en potencia proviene
hoy de los militares y de oficiales militares en retiro. Estos hombres han mantenido una política
de intimidación y, en algunos casos, de muerte a activistas de derechos humanos e indígenas
mayas”.
“Como resultado de los ataques del 11 de septiembre, este grupo ha adquirido un
aumento de poder. En noviembre a petición de Estados Unidos, Guatemala implementó una
nueva Comisión antiterrorista, la cual será liderada por un militar retirado”.
En efecto, a raíz de los atentados del 11 de septiembre, el 17 de octubre del 2001, la Presidencia
de la República creó la figura del Coordinador Interinstitucional de Seguridad, quien en
coordinación con los Ministerios de Defensa Nacional, Relaciones Exteriores, Gobernación y la
Secretaría de Análisis Estratégico de la Presidencia, tiene por objeto crear un sistema que
contemple la elaboración de planes, entrenamiento de personas, equipo, desarrollo de
procedimientos para disminuir las vulnerabilidades, mediante la realización de operaciones de
protección contraterroristas.
Según el Acuerdo Gubernativo Número 429-2001, “el Gobierno de la República preocupado por
el aumento de acciones terroristas en varias regiones del mundo y con el ánimo de cumplir con el
mantenimiento de la paz, la libertad, el respeto y defensa de los derechos humanos, al
fortalecimiento de los procesos democráticos e instituciones internacionales que garanticen el
beneficio mutuo y equitativo entre los Estados, acuerda la creación de la Coordinadora
Institucional de Seguridad como ente que dependerá directamente del Presidente de la República
para coordinar la planificación de las estrategias para prevenir, por todos los medios legales, la
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preparación o consumación en el territorio nacional de actos de terrorismo nacional e
internacional”
Las líneas básicas de la coordinadora son proponer al Presidente de la República las políticas y
estrategias para prevenir la comisión de actos terroristas; las acciones necesarias para impedir el
financiamiento y la preparación de actos y grupos terroristas; intercambiar información
operacional en este tema con entidades internacionales de similar naturaleza;
proponer las
acciones de prevención en contra de ataques terroristas; promover la coordinación de las
iniciativas en el plano nacional, regional e internacional para reforzar las respuestas ante las
amenazas a la seguridad y a la paz internacional; promover las acciones que tiendan a reforzar las
Políticas de Gobierno en materia de migración, narcoactividad y antiterrorismo en puertos aéreos,
marítimos y terrestres.
Para este cargo de coordinador interinstitucional de seguridad cargo fue nombrado el general
retirado Miguel Ángel Calderón, cuyo nombramiento ha sido fuertemente contestado desde
diversos sectores de la sociedad civil y de organizaciones de Derechos Humanos, pues este
militar, ex-alumno de la Escuela de las Amétricas, estuvo en activo durante la etapa más dura de
la represión y es así mismo un experto en tácticas contra-insurgentes. Pero mas allá del perfil de
este militar, su nombramiento viola directamente los Acuerdos de Paz de Guatemala, que llaman
explícitamente al control civil de la seguridad pública.
El debate actual sobre los efectos que el 11 de septiembre ha traído a la sociedad guatemalteca,
así como los problemas que a su seguridad interna y a los Derechos Humanos están derivando de
la política seguida por el Presidente Alfonso Portillo en materia de terrorismo, se pueden
estructurar en una creciente re-militarización del Estado (en donde militares en activo y en
situación de retiro han consolidado una posición de fuerza frente al poder civil); la securitización
de amenazas que no tienen un grado de existencialidad (el tratamiento dado al terrorismo y su
manipulación hacia otros sectores) y el papel de los Organismos de Inteligencia Civil y Militar
(la preponderancia de la Inteligencia Militar y el menoscabo sistemático de la Civil)
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a. Re-militarización del Estado
El hecho que en Guatemala no existe consenso de que el terrorismo sea una amenaza para el país,
a pesar de las acciones tomadas a nivel gubernamental en lo referente a esta materia, donde se le
otorga incluso la categoría de amenaza existencial para el Estado, hace que el tema se securitice 14
y sean los miembros de las Fuerzas Armadas los encargados de la contención de dicha amenaza.
Esto entraña el riesgo de una re-militarización de la sociedad, en un país en el que aún persisten
los efectos de la militarización y del autoritarismo que se vivió durante los treinta y seis años de
enfrentamiento armado.
Durante ese período, el Estado guatemalteco desarrolló una política estatocéntrica en materia de
seguridad, la cual se orientaba a la defensa de su régimen político como elemento principal a
preservar, lo que condujo a que el estado autoritario en aras del mantenimiento del orden público
adoptara una serie de medidas que se caracterizaron por la represión y por un control a todo nivel
de la sociedad.
Al constituirse los movimientos insurgentes como el mayor problema al que el Estado debía
enfrentar, la seguridad pasó a depender directamente de las fuerzas armadas, quienes en su
intento de control llegaron a militarizar todas las instituciones y cuerpos encargados
del
mantenimiento del orden público. Esto llevó a ejercer un control sobre la ciudadanía por parte
del Estado y a que las políticas de seguridad interna y externa fueran generadas por el Ministerio
de la Defensa Nacional.15
Para Bernardo Arévalo “Securitización es la acción de proyectar la política más allá de las reglas establecidas,
enmarcando un tema como un correspondiente a un tipo especial de política o por encima de la política. Este
concepto descansa en la concepción de que cualquier tema público puede ser ubicado en un espectro que de lo no
político (aquello que no atrae la atención estatal ni se vuelve en tema de debate y decisión pública) a lo político
(aquello que cae en el ámbito de las políticas públicas, requiriendo decisiones y/o asignación de recursos por parte de
niveles gubernamentales) a lo securitizado (aquello que constituye una amenaza existencial o vital y por lo tanto
requiere medidas de emergencia que exceden los límites del procedimiento político regular).” Arévalo, Bernardo, et.
al. Seguridad Democrática en Guatemala: Desafíos de la Transformación. Facultad Latinoamericana de Ciencias
Sociales, FLACSO-sede Guatemala y Centro Internacional de Investigaciones para el desarrollo CIID. Guatemala,
2002. En imprenta.
15
Tager, Ana Glenda y Mérida, Mario. Privatización de la Seguridad en Guatemala, en La Privatización de la
Seguridad, estudio de casos. International Alert. 2002. En imprenta.
14
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La firma de los Acuerdos de Paz, significaron una posibilidad de adecuación de la institución
armada a un sistema democrático. El AFPC16 estipuló, en su numeral 35, que “La misión del
Ejército de Guatemala queda definida como la defensa de la soberanía del país y de la
integridad de su territorio; no tendrá asignadas otras funciones y su participación en otros
campos se limitará a tareas de cooperación”. Así mismo “ deberá adecuar su doctrina,
medios, recursos y despliegue a sus funciones y a las prioridades de desarrollo del país”.17 Esto
expresa la necesidad de restringir sus funciones únicamente a la protección de amenazas externas
en función de la soberanía y la integridad territorial. Lamentablemente este compromiso no ha
podido ser cumplido, porque para ello era indispensable que se llevaran a cabo reformas en la
Constitución actualmente vigente. Éstas se propusieron junto con un paquete de reformas
adicionales de diverso contenido y sometido a referéndum, que fue rechazado por la población.
Por consiguiente sigue todavía vigente el Artículo 244 de la Constitución Política de la
República. Integración, organización y fines del Ejército en donde se establece que: “El Ejército
de Guatemala es una institución destinada a mantener la independencia, la soberanía y el honor
de Guatemala, la integridad del territorio, la paz y la seguridad interior y exterior”.
Este artículo deja una puerta para que las Fuerzas Armadas sigan interviniendo en cuestiones de
carácter interno lo que les permite involucrarse en tareas relacionadas con la “lucha
antiterrorista”. Y no solo esto. La abundancia de cargos políticos ocupados por militares en
situación de retiro ha llegado a ser notoria y su ejemplo mas evidente es el del Ministerio de
Gobernación, cuyo titular es el ex Ministro de Defensa, Gral. Arévalo Lacs junto con diversos
cargos de su cartera.
La cuestión de la imagen en un país que ha sufrido durante tantos años la presencia de militares
asociados al poder, plantea una preocupación adicional ya que se teme una vuelta al contexto del
conflicto armado donde “las organizaciones o personas que expresaban una voz de oposición,
fueron vinculadas casi indiscriminadamente por los organismos de seguridad del Estado con la
guerrilla y fueron tildadas de terroristas. De igual manera, las acciones que grupos de distinto
16
El Acuerdo sobre Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática -AFPCfue suscrito por el Gobierno de la República y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca -URNG- en la
ciudad de México el de septiembre de 1996.
17
El subrayado es mío.
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carácter, en el ejercicio de sus libertades constitucionales, y que demandaban del Estado el
cumplimiento de los derechos humanos o reivindicaciones socioeconómicas se vieron dentro de
este modelo, clasificadas de igual forma como terroristas.” 18
El problema fundamental, radica en que las Fuerzas Armadas mantienen una constante pugna con
el poder civil deseando mantener esferas de autoridad ajenas a cualquier control que no venga
desde dentro de la propia institución militar. A ello se suma la crónica debilidad de la sociedad
civil guatemalteca, traumatizada por décadas de violencia donde persiste el miedo a la hora de
abarcar ciertas cuestiones como las relativas al Ejército. Éste saca constante provecho de esta
situación haciendo todo lo posible por mantener el control de ciertos resortes del poder, como,
aferrándose al articulo 244 de la Constitución, interviniendo en asuntos de orden interno, de
seguridad ciudadana. El afán por seguir manteniendo esta preeminencia les ha llevado a un
flagrante incumplimiento de los Acuerdos de Paz, manteniendo un despliegue operacional que
responde escrupulosamente a la estrategia contrainsurgente, hecho que ha sido denunciado en
numerosas ocasiones por actores nacionales e internacionales, especialmente por Minugua.19
En este marco es donde se produce el debate en torno al terrorismo y el aprovechamiento a favor
de sus intereses que el Ejército pueda hacer de su control, pues todo hecho perpetrado en el
interior del país ya sea por una organización terrorista o por una organización criminal, configura
un delito, y por lo tanto debe ser abordado como tal por las instituciones de seguridad policial a
través de la legislación vigente en esta materia. El ataque de cualquier organización terrorista o
criminal transnacional sobre ciudadanos o habitantes de nuestro país constituye un hecho
atentatorio de la seguridad interior, aún tratándose de organizaciones formadas, constituidas o
conducidas desde el exterior. Para Fabián Saín, “los riesgos y amenazas de carácter criminal
comprometen el accionar de organizaciones no estatales, al mismo tiempo que los riesgos y
amenazas vulneratorias de la defensa nacional implican acciones militares regulares de
instituciones estatales. La diferencia no está dada por los medios utilizados ni por el ámbito
geográfico de desarrollo o despliegue sino por el tipo de acción y por los sujetos de la misma”.20
18
Dempsey James y Ramírez John. Guatemala, la Respuesta al Terrorismo. Sedem, Guatemala 2001.
Informe de la Misión de Naciones Unidas para Guatemala -MINUGUA- sobre la Situación de los compromisos
relativos al Ejército en los Acuerdos de Paz. Mayo del 2002.
20
Saín, Marcelo Fabián. Op. Cit. pag. 28
19
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b.- Securitización de amenazas que no tienen un grado de existencialidad
La relación entre los intereses nacionales y la Política de Seguridad determina la identificación de
los riesgos que enfrenta un Estado. Es decir, que la decisión de lo que es catalogado como riesgo,
amenaza o vulnerabilidad debe depender de los intereses que estén siendo afectados por cualquier
componente interno o externo al Estado.
Los intereses nacionales en su acepción genérica se identifican con aquellos componentes que un
Estado erige como fundamentales, en función del bien común de la sociedad en su conjunto y le
impregna una importante valoración subjetiva en cuanto a su carácter de imaginario cohesionador
de los diferentes intereses colectivos. En la medida en que dichos intereses sean expresión
consensuada de los diferentes componentes de la sociedad, el régimen en el cual operan tendrá
mayor o menor legitimidad.
En este sentido es necesario abordar cómo una amenaza –menor, mayor o vital- puede convertirse
en una amenaza existencial para un Estado. La línea divisoria entre un problema y una amenaza,
la cual debe ser atendida bajo parámetros determinados en situaciones especiales, es el “umbral” .
Cruzar ese umbral significa securitizar un tema.
En Guatemala las acciones tomadas en nombre del combate al terrorismo plantean dos
problemas. Por un lado el hecho de que el terrorismo sea colocado en nuestra Agenda de
Seguridad sin que éste sea una amenaza real para el Estado, y por otro, la securitización de temas
como el crimen organizado en todas sus formas de expresión, así como el tema migratorio.
Dentro de los puntos expuestos por el Embajador de Guatemala ante la Organización de Naciones
Unidas, como parte de la política de nuestro país para enfrentar la situación del terrorismo
internacional a futuro, se menciona lo referente al combate del crimen organizado. “El combate
sin cuartel contra el terrorismo también entraña combatir el crimen, el tráfico de estupefacientes y
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el lavado de dinero, dados los vínculos reales o potenciales que existen entre estos flagelos que,
cada vez más, adquieren un carácter transnacional.”21
El combate al crimen organizado es también función del Coordinador Institucional de Seguridad
encargado del terrorismo, ya que se le encomienda el combate al narcotráfico y al
narcoterrorismo, la actualización de la información sobre formas de lavado de dinero y el
combate
a la delincuencia organizada (asaltabancos, secuestradores y otros grupos
delincuenciales).
A pesar de que en muchos casos se puedan establecer vínculos entre organizaciones terroristas y
del crimen organizado, por el hecho de ser organizaciones que comparten rasgos comunes, esto
no hace que la criminalidad adquiera un carácter diferente a lo establecido en el código penal y
por lo tanto ser contenido por las fuerzas de seguridad policial.
Es el mismo caso el referente al tema de migración, que a raíz de los atentados en Estados Unidos
en septiembre del año 2001 toma un interés destacado en lo referente a controles migratorios,
(controles estrictos y centralizados sobre el ingreso de ciudadanos extranjeros al país, así como el
control físico sobre pistas de aterrizaje, aeropuertos, puertos, sitios de ingresos fronterizos y
pasos clandestinos en las fronteras). La necesidad de Estados Unidos de mantener el mayor
control de flujo migratorio ilegal, hace de Guatemala un país importante en uno de sus frentes de
lucha.
Stephen McFarland, Ministro Consejero de la embajada de EE.UU. en Guatemala, expresó que su
país espera que se apruebe una ley contra el lavado de dinero, así como que se avance en el
cumplimiento de las leyes contra la migración ilegal y se adopten acciones contra el terrorismo y
las diversas formas del crimen organizado.22
21
Discurso pronunciado por el Embajador de Guatemala Gert Rosenthal en el quincuagésimo sexto período de
sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas. (Punto-166 del Temario) Nueva York, 1 de Octubre del
2001.
22
Mc Farland, Stephen. La Visión de los Estados Unidos acerca del Problema del Terrorismo y su impacto sobre
Guatemala. Discurso pronunciado en el simposium del Ministerio de la Defensa “El Terrorismo Internacional y la
visión guatemalteca en el contexto”. Guatemala 19 de octubre del 2001.
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c. El papel de los Organismos de Inteligencia Civil y de Inteligencia Militar
En el cierre del III Curso de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas impartido en el Centro
Superior de Estudios de la Defensa de España (Ceseden), el general jefe de la Escuela Superior
de las Fuerzas Armadas, general de División del Ejército del Aire Severino Gómez, habló sobre
el concepto tradicional de seguridad, destacando que la política de Defensa se plantea desde la
perspectiva de la participación internacional y de reducir las posibles causas de la inestabilidad,
haciendo hincapié que esos planteamientos exigen un mayor porcentaje de intervención política,
diplomática, de inteligencia y policial que la puramente militar.23
El mayor peso estratégico en la lucha contraterrorista lo tienen los Organismos de Inteligencia.
El terrorismo es una estrategia de lucha que puede ser utilizada por diversos grupos y como tal no
debe ser tratado como una amenaza a la seguridad que conlleve una guerra al estilo convencional,
puesto que no implica una lucha entre Estados, sino que se dirige a grupos específicos en donde
los servicios de Inteligencia son vitales para su contención.
Así, el protagonismo en el combate contra el terror por parte de los servicios de inteligencia es
capital. No obstante y aprovechando la situación creada tras los sucesos del 11 de septiembre se
ha abierto un debate fundamental, cuya dicotomía radica en: seguridad o libertades adquiridas,
siendo en el propio Estados Unidos el primer país en plantearse. En efecto, el fracaso de los
servicios de inteligencia en detectar e impedir los atentados, movió al presidente Bush a asegurar
una mayor capacidad de acción y de recursos económicos para éstos, trayendo consigo una
minimización de los controles a la que se habían visto sometidos durante las últimas tres décadas.
Esto ha generado el lógico temor por parte de las organizaciones de derechos humanos y de la
sociedad civil, ya que se estaría entrando en el campo de la inteligencia política, denunciando el
hecho de que una merma en los controles a los Organismos de Inteligencia no sólo no garantiza
su efectividad, sino que además, levanta temores respecto a la posible violación de valores que
sustentan un Estado democrático de derecho.
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Este mismo debate se ha trasladado a Guatemala. Ya en el contexto del conflicto armado, los
aparatos de inteligencia estuvieron a la vanguardia de las acciones anti-subversivas, y aún hoy, a
pesar de la finalización de éste y los compromisos adquiridos por el Estado en los Acuerdos de
Paz, los órganos de Inteligencia no sólo no cuentan con ningún tipo de control externo, sino que
la redefinición de sus ámbitos de acción, especialmente el del servicio de inteligencia de Ejército,
siguen siendo un asunto pendiente.
Como anota Kruijt, las “guerras internas” y las luchas contra el “terrorismo interno” en América
Latina coincidieron mayoritariamente con los gobiernos cívico-militares de mano dura.
El
instrumento de control por excelencia de esos gobiernos fue el conjunto de servicios paralelos: de
inteligencia militar, de los cuerpos de seguridad del Estado, de los cuerpos policiales y parapoliciales, de los agrupamientos paramilitares. El sistema de inteligencia y de seguridad se
expandió como cerebro y columna vertebral de la lucha contrainsurgente y antiterrorista, de tal
modo que sus nexos oficiales y extra-oficiales fueron difícilmente distinguibles. La inteligencia
militar y civil, casi siempre unificadas bajo órdenes del Ministerio de la Defensa fueron dirigidas
contra enemigos internos dentro del territorio nacional”.24
El
Acuerdo de Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad
Democrática -AFPC-, firmado pocos meses antes del logro de la paz, por el Gobierno de
Guatemala y la URNG el 19 de septiembre de 1996 en México, establecen las bases para la
reconversión del sistema de inteligencia
Como un
elemento de vital importancia para la
transformación del sector seguridad en Guatemala, está la reforma del Sistema de Inteligencia.
El Acuerdo AFPC, especifica que el país deberá contar con tres organismos de Inteligencia: la
Dirección de Inteligencia del Estado Mayor de la Defensa Nacional, (circunscribiendo sus labores
a las que se deriven de la defensa nacional), el Departamento de Inteligencia Civil y Análisis de
Información -DICAI- (que dentro del Ministerio de Gobernación será el responsable de recabar
información para combatir el crimen organizado) y la creación de una Secretaría de Análisis
Estratégico de la Presidencia (dependiente del Presidente de la República y de carácter civil).
23
Diario El País, 28 de junio del 2002.
Kruijt Dirk. Políticos Militares, Proyectos Militares y Escuelas Cívico Militares en Arévalo de León compilador,
Función Militar y Control Democrático, Conferencia Internacional. Guatemala, 2000, Editorial aManuense.
24
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Lamentablemente aún está pendiente la creación del DICAI, la delimitación de funciones de cada
uno de los organismos, la definición del ente que los coordinará, la institucionalidad en materia
de controles democráticos y lo referente a la carrera del Sistema de Inteligencia. Por ello a pesar
de las reformas propuestas por el AFPC en esta materia, la inteligencia de Estado en Guatemala
sigue siendo una asignatura pendiente y necesaria para la democratización del país.
A esto hay que agregar, que tras el 11 de septiembre del 2001, la Inteligencia Militar ha
consolidado aun más su predominio sobre la Inteligencia Civil sobre todo en el caso de la
Secretaría de Análisis Estratégico (SAE), que tras superar innumerables trabas de toda índole,
empezaba tímidamente a afianzarse en sus funciones.
Asimismo, la Inteligencia Militar ha
instrumentalizado la nueva situación, para abortar todo intento de control democrático externo,
aduciendo que éstos solamente perjudican el papel efectivo de la inteligencia en la lucha
antiterrorista.
Parecido, aunque con complejidades diferentes, es lo sucedido en el ámbito de la
inteligencia policial. Ésta, está compuesta por el Servicio de Investigación Criminal (SIC) y el
Servicio de Información Policial (SIP), que nunca llegaron a unificarse en el Departamento de
Inteligencia Civil y Análisis de Información (DICAI) previsto en los Acuerdos de Paz.
La
situación actual de ambos organismos es de total debilidad frente a la Inteligencia Militar.
No
solo ésta se inmiscuye en asuntos relativos a la seguridad interior, sino que además la presencia
de militares - Ministro de Gobernación Gral. Arévalo Lacs, entre otros-
en altos cargos, ha
hecho que se creen nexos entre la inteligencia policial y la militar, mermando la operatividad y
eficacia de la primera en beneficio de la segunda. Por supuesto, el tratamiento de actividades
anti-terroristas que esta siendo manejado por el Ejército, ha desplazado de este ámbito a la
inteligencia policial.
La consolidación de la democracia en Guatemala aún se sitúa como el principal reto político del
siglo XXI, siendo una de las problemáticas de este proceso lo referente al control del sistema de
inteligencia, que en el futuro cercano resultará problemático no solamente por su relación
histórica con los regímenes autoritarios, sino además por ser un tema complejo en la mayoría de
democracias consolidadas.
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III. A modo de conclusión
En el marco del concepto de seguridad democrática el objeto referencial es la persona humana en
el sentido integral, como individuo que interactúa con su entorno social y natural. La claridad y
definición de esta premisa es clave, el punto nodal de la discusión, pues de ella se nutre la política
de seguridad del Estado y de la cual se derivarán directrices sustantivas, como el tipo de
amenazas que hay que atender y cómo enfrentarlas.25
Para Guatemala el fin de la Guerra Fría generó la necesidad de formular una nueva Agenda de
Seguridad para adecuarla a los cambios internacionales prevalecientes; y adaptar la
institucionalidad respectiva, constituyéndose la seguridad democrática como la alternativa al
concepto estatocéntrico de seguridad prevaleciente durante los años del enfrentamiento armado.
No obstante, y a pesar de que estos cambios se establecen en los Acuerdos de Paz, es patente la
ausencia de una Agenda Nacional consensuada con la cual poder superar la compleja imbricación
de elementos que pertenecen al pasado autoritario, con otros que se perfilan en la aspiración de
un régimen democrático enmarcado en el Estado de derecho.
En Estados débiles como el guatemalteco, esta nueva coyuntura que se inicia a raíz de los
atentados de septiembre del 2001, hace que el tratamiento de este tema signifique un peligro más
para la joven democracia y un obstáculo para las transformaciones institucionales propuestas en
los Acuerdos de Paz.
Por ello es importante plantear desde la sociedad una alternativa conjunta que plantee una opción
diferente a la impuesta desde el exterior , donde se nos establecen las amenazas que deben
contener nuestras agendas y la institucionalidad necesaria para contenerlas, lo que posibilita el
peligro de volver a lógicas del pasado de las cuales aún no podemos salir.
25
González Patricia. Apuntes para un Diagnóstico de Seguridad Democrática en Guatemala, en Arévalo, Bernardo,
et. al. Seguridad Democrática en Guatemala: Desafíos de la Transformación. Op. Cit.
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Debemos tener claro que la guerra contra el terrorismo no debe desviarnos del camino trazado en
los Acuerdos de paz tendentes a establecer una institucionalidad basada en el respeto a la
democracia y a la libertad.
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