“NUESTRA HISTORIA-70” - Union de Promociones

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“NUESTRA HISTORIA-70”
En el presente envío nos apartamos de la cronología histórica que hemos seguido hasta el Boletín
Nro 26, debido a la necesidad de analizar y evaluar un fallo de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación (CSJN), vinculado estrechamente con el desarrollo de la “Guerra Revolucionaria” de los
años 70, cuya temática venimos desarrollando desde nuestro inicio.
BE1-Peligroso fallo de la Corte. Boletín Especial de fecha 11 mes de julio de 2005
“Autorizadas voces de alarma , ante un fallo de la CSJN que vulnera nuestras leyes”.
El fallo en cuestión, dado a conocer el 14 de junio del corriente año, declaró la inconstitucionalidad de las leyes
de “Punto Final” y de “ Obediencia Debida”y su contenido constituye un definido ataque a las garantías
constitucionales, a la seguridad jurídica y a la equidad en las relaciones del Estado con los ciudadanos.
La extensión del mismo hace imposible su publicación en este medio. No obstante, creemos fundamental
hacerles conocer las opiniones de reconocidos juristas, que merecen su lectura y consideración, en
particular porque las leyes referidas fueron dictadas por el Congreso de la Nación 18 años atrás y
confirmadas varias veces por el Tribunal Supremo, que ahora falla en otro sentido.
El 26 de junio próximo pasado el diario La Nación publicó el siguiente artículo:
“PELIGROSO FALLO DE LA CORTE ” Por el Dr. Jorge Reinaldo Vanossi
“ La aplicación retroactiva de las Convenciones Internacionales de Derechos Humanos resulta
improcedente en el derecho argentino pues, según el Art. 27 de la constitución Nacional, los tratados
deben cumplimentar los principios de derecho público establecidos en la Constitución. Ello comprende
todas las garantías que expresa o implícitamente surgen de la primera parte de esa Constitución, entre
las que se encuentran el principio del juez natural, la cosa juzgada, la prohibición de juzgar dos veces
por la misma causa, la irretroactividad de las leyes penales, los beneficios de la ley penal más benigna,
etc. Todas esas garantías forman parte del derecho penal liberal, consagrado en los Estados regidos por
democracias constitucionales y que ahora, nosotros, tiramos por la borda en un acto supremo de
anomia.
La reforma constitucional de 1994 no dispuso la primacía de las normas internacionales sobre las
garantías constitucionales. Por el contrario, el inc. 22 del Art. 75 estableció respecto de aquellas
normas ( las Convenciones de Derechos Humanos) que “en las condiciones de su vigencia, tienen
jerarquía constitucional, no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben
entenderse complementarias de los derechos y garantías por ella reconocidos”.
No corresponde revisar la constitucionalidad de esas leyes, porque la Corte las declaró constitucionales
hace muchos años. Las llamadas leyes del perdón ya se han aplicado y han surtido efectos. Y
declararlas ahora inconstitucionales, o anularlas como lo ha hecho también el Congreso, significa
dejar de lado principios que están también en la Constitución y en tratados internacionales. La decisión
de la Corte se contrapone al Preámbulo de la Constitución ya que no contribuye a consolidar la “paz
interior”.
Por eso, cuando se necesitó tomar aquellas decisiones, dijimos que una sociedad democrática, ansiosa
de vivir plenamente en democracia, debía hacerlo bajo la justicia y no bajo el olvido. Pero una sociedad
igualmente democrática y ansiosa de vigorizar una democracia tenía y tiene absoluta necesidad de no
permanecer prolongando indefinidamente el desasosiego sobre inocencia o culpabilidades.
En cuanto a los indultos, una vez dictados, producen un efecto que ya no se puede modificar por medio
de una determinación judicial. Es una facultad del Presidente, que podrá o no gustar, pero está en la
Constitución. Aún en el caso de indultos a procesados, sólo el destinatario podría cuestionarlo
alegando a su favor la necesidad de cumplimentar el principio de inocencia”.
Estas fundadas y categóricas críticas al fallo que nos ocupa han sido acompañadas por las opiniones de
prestigiosos juristas como los doctores Agustín Gordillo, Miguel Padilla, Alberto Rodríguez Varela,
Gregorio Badeni y otros constitucionalistas de nota, incluyendo el Colegio de Abogados de la Ciudad
de Buenos Aires, que por medio de un comunicado de prensa afirmó: “…que no hay tratado
internacional alguno que posibilite jurídicamente aplicar leyes penales retroactivamente, quitar el
beneficio otorgado por leyes de amnistía a los imputados y dejar sin efecto el principio de cosa juzgada,
todos derechos y garantías reconocidos en la primera parte de la Constitución...”
Ante el análisis de estas críticas, nos surge entonces una duda elemental: ¿cómo es posible que el
tribunal de mayor jerarquía jurídica de la nación haya hecho tabla rasa con tres principios
universales del derecho? (aplicación de la ley mas benigna, no juzgar dos veces por el mismo hecho y
aplicación de ley anterior al caso juzgado) ¿estaremos frente a un fallo ideológico?
El conocido penalista Dr. Florencio Varela en un artículo publicado en La Nación el viernes 24 de junio
último dice: la gravedad de este pronunciamiento se debe a que, por al nivel de conocimiento que del
derecho tienen los jueces firmantes del fallo en positivo, no se puede aceptar la ignorancia o el error
y sí, una intencionalidad política que puede implicar la comisión del delito de prevaricato, toda vez
que han dictado a sabiendas una resolución contraria a la ley que ellos mismos han invocado para
fundar el fallo.
Si aceptamos como válido aunque sea sólo alguno de los graves reparos formulados por los juristas
indicados, si se elude el derecho constitucional argentino, poniendo por encima de él los tratados
internacionales, si se desconocen arbitrariamente garantías reconocidas por nuestra Ley fundamental, que
nos amparan para preservar la libertad, explícita o implícitamente y si por añadidura, se desconoce el
esfuerzo de nuestros prohombres para que se reconozcan y se respeten esas “garantías individuales”,
tenemos que pensar que, efectivamente, éste es un fallo ideológico y, más grave aún, nos
encontramos saliendo peligrosamente del “estado de derecho”.
Esta sentencia, que es trascendente por los efectos que producirá, es un mal precedente en cuanto
vulnera las garantías que protegen al individuo frente al Estado. Tal vez el común de los ciudadanos
no lo sepa, pero así como hay una distorsionada interpretación de la “teoría de los derechos humanos”, ya
han habido inexplicables fallos antijurídicos. Entre otros: se desconoció la “propiedad privada” (depósitos
bancarios. “Fallo Bustos”), se negó la extradición del “terrorista etarra” Lariz Iriondo por un lado y por el
otro se condenó al chileno Arancibia Clavel, por delitos de terrorismo.
Nosotros creemos que este fallo “no está sólo y va más allá”, pues forma parte de una peligrosa intención
de politizar las resoluciones del más alto tribunal en la dirección de las conveniencias del Poder Ejecutivo,
aún vulnerando los principios y garantías constitucionales y entrando en una riesgosa zona de
inseguridad jurídica .
Consideraciones finales
Nuestra historia viene mostrando una falta de continuación en los objetivos y políticas de Estado,
tanto en los gobiernos de “jure” como de “facto”, dando lugar a ciclos de signos contrarios, donde
cada gobierno criticó al anterior y comenzó un camino distinto.
En el ámbito judicial, estas críticas fundadas al fallo de la CSJN, permiten pensar que cuando
termine el ciclo del actual gobierno podría haber una revisión de lo actuado, llegándose al extremo
que se condene a personas por leyes posteriores a los hechos que se juzgan (jurisprudencia al
respecto hay). Y así seguiremos profundizando nuestra decadencia hasta llegar a un final
impredecible, atentatorio aún con la existencia de la Nación.
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