DEPENDENCIA DE LAS EXPLICACIONES DE LOS ALUMNOS DE ESQUEMAS DE CONOCIMIENTO ESPECÍFICOS Y GENERALES Benarroch, A. * y Marín, N. ** * Departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales. E.U. Formación del Profesorado de Melilla. C/ Alfonso XIII, s/n. 52005 Melilla. ** Departamento de Didáctica. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de Almería. Carretera de Sacramento, s/n. 04120. La Cañada de San Urbano. Resumen: En este trabajo se valora positivamente el uso de modelos cognoscitivos del alumno para fundamentar las propuestas didácticas que se plantean en el ámbito de la Didáctica de las Ciencias Experimentales; después se revisan los modelos más influyentes, para terminar realizando una exposición aglutinadora que contempla las manifestaciones específicas y generales de la cognición del alumno. 1. Introducción En el ámbito de la Didáctica de las Ciencias se ha reclamado en repetidas ocasiones en los últimos años (Perales, 1992; Riviere, 1992; Pozo y otros, 1991a) la conveniencia e incluso la necesidad de trabajar con un modelo cognoscitivo del estudiante que fuera capaz de explicar las características asociadas a las concepciones del alumnado. Aunque muchas características que presentan las concepciones puedan ser interpretadas mediante el entramado teórico piagetiano (por ejemplo, Criscuolo, 1987; Monk, 1991), el enfoque del Movimiento de las Concepciones Alternativas (MCA) ha preferido romper y desligarse de toda teoría que intente dar una imagen racional y unitaria del sujeto que conoce y que se educa (Pozo y otros, 1991a; Hashweh, 1988; Millar, 1989; Abimbola, 1988; Posada, 1996, Sebastia, 1989, entre otros); este enfoque ha apostado, por el contrario, por acumular conocimientos empíricos de los estudiantes en ámbitos específicos (Marín, Jiménez Gómez y Solano, 1996). Siguiendo la línea de trabajos anteriores (Marín y Benarroch, 1994; Marín, Jiménez Gómez y Benarroch, en prensa), pretendemos romper con el intencionado divorcio, utilizando vías racionales de acercamiento entre ambas posturas en el marco de la estructura del conocimiento del estudiante. Mostraremos que, aunque seguimos estando lejos de conocer el funcionamiento cognitivo del sujeto, desde las principales teorías psicológicas usadas en la fundamentación de la Didáctica de las Ciencias Experimentales, es posible concluir que la combinación de aspectos del conocimiento generales y específicos podría suponer un marco explicativo de mayor validez para explicar los hechos experimentales conocidos sobre la cognición del sujeto. 2. La importancia de los modelos cognoscitivos en el ámbito de la Didáctica de las Ciencias No es nada nuevo afirmar que, actualmente, los fundamentos más utilizados en el dominio de la Didáctica de las Ciencias vienen desde la Historia y Filosofía de las Ciencias (por ejemplo, Gil, 1983; Matthews, 1994, Solomon, 1994; Gil, 1996; Marín, 1996). Las teorías cognoscitivas y, en concreto, las teorías de aprendizaje en Ciencias, poseen, por el momento, bastante menos peso a la hora de fundamentar modelos de enseñanza, propuestas didácticas u orientaciones para delimitar el conocimiento del alumno (por ejemplo, López Rupérez, 1990; Pozo, 1993; Perales, 1993; Moreira, 1994; Marín, 1997). Cuando hablamos de la conveniencia de utilizar un modelo cognoscitivo, no nos referimos a las aportaciones de los trabajos sobre concepciones del alumnado; cierto es que en algunos de ellos se habla de "esquemas alternativos", "reglas de razonamiento", "modelos explicativos", etc, (Jiménez Gómez, Solano y Marín, en prensa), pero sólo son exportaciones de significantes que dejan u obvian los contextos teóricos cognitivos que le 1 dan el significado (Marín, Jiménez Gómez y Solano, 1996), por lo que la cognición es observada y descrita "desde lejos" (Marín, 1997). Al menos dos líneas de investigación importantes se verían beneficiadas si se trabajara con modelos cognoscitivos del sujeto suficientemente contrastados: a) Búsqueda y delimitación de los conocimientos del alumno sobre los contenidos académicos. Es usual hacer la búsqueda y delimitación de las concepciones del alumnado sin apreciar los aspectos generales de la cognición del alumno (nivel cognoscitivo u operacional, memoria a corto plazo y DIC); dichos aspectos han sido, por un sector amplio de investigaciones, sistemáticamente olvidados u omitidos, centrando su interés principalmente en la búsqueda de aquellas ideas del alumno relacionadas con los contenidos conceptuales de Ciencias (Marín, 1995). Sin embargo, hemos mostrado reiteradamente (por ejemplo, Marín y Jiménez Gómez, 1992; Marín y Benarroch, 1994; Marín, Jiménez Gómez y Benarroch, 1997) que cuando se utiliza como único referente el contenido de enseñanza el cual es objeto de búsqueda, la información tomada del alumno es usual que resulte sesgada y tergiversada. Más aún, la ausencia de un modelo cognoscitivo que guíe la búsqueda de información en el alumno ha llevado a un techo en este tipo de investigación que hemos puesto en evidencia (Marín y Benarroch, 1994; Jiménez Gómez, Solano y Marín, en prensa): los resultados de los trabajos más recientes no aportan novedades respecto a los realizados en la primera mitad de los 80. Sería necesario salirse del punto de vista que se obtiene del contenido académico de las concepciones que tiene el alumno a fin de evitar tergiversaciones y sesgos, y utilizar un nuevo referente que ofrezca esquemas más adecuados para interpretar los datos del alumno; por tanto, debería obtenerse de un contexto teórico cuyo objeto de estudio sea el sistema cognoscitivo del alumno. El contexto teórico que ha estudiado con mayor extensión y profundidad el pensamiento individual es la Epistemología Genética de Piaget (Pozo y otros, 1991b), por lo que, en principio, parece lógico utilizarlo para realizar el diseño de las técnicas de recogida de datos en el alumno y, sobre todo, para especificar y desarrollar los modos de interacción más efectivos para una recogida de datos significativos entre situaciones físicas y alumno. b) Propuestas didácticas realizadas desde la perspectiva del conocimiento científico. Estas propuestas se fundamentan en la analogía "el alumno trabajando como [pequeño] científico": el alumno llevando a cabo actividades análogas a las del científico va a mejorar su aprendizaje en Ciencias puesto que este modo de trabajar ha mostrado su eficacia a lo largo de la historia de la Ciencia. Esta analogía descansa en la existencia de ciertas semejanzas entre los mecanismos de aprendizaje del alumno y los que se ponen en juego en la producción científica del investigador y también, en el hecho de que las orientaciones didácticas fundamentadas en la Historia y Filosofía de la Ciencia han mostrado ser eficaces al aplicarlas a contextos prácticos de enseñanza (Gil, 1993). Se podría afirmar entonces que la existencia de elementos diferenciadores entre el conocimiento del alumno y del científico harían perder cierto grado de validez didáctica a la analogía anterior y, en efecto, resulta que los mecanismos necesarios para superar distintas limitaciones cognoscitivas del sujeto son bien diferentes a los utilizados para el desarrollo y evolución de las teorías científicas (Marín, 1997). En efecto, las connotaciones diferentes entre los contenidos cognoscitivos del sujeto y los que son propios de la producción científica, hacen que la Epistemología del individuo no pueda presentarse como un caso particular, ni se pueda reducir a una Epistemología de la Ciencia. Cada una aborda tipos diferentes de conocimiento, el cotidiano y el científico. Como en toda analogía, sus limitaciones comienzan a ser evidentes allí donde se hacen más palpables sus diferencias con el sector de lo real que pretende modelizar. Por esto, las orientaciones didácticas fundamentadas en la Epistemología de la Ciencia, son válidas en tanto permiten una primera aproximación para solucionar los problemas de enseñanza en Ciencias, pero en la medida que existe un mayor acercamiento a la realidad cognoscitiva que se pone en juego en el proceso de enseñanza, sería más adecuado llevar a cabo la 2 fundamentación didáctica con un contexto teórico cuyo objeto de estudio sea la formación del conocimiento individual. Sin negar las mejoras didácticas que suponen las propuestas desde la perspectiva científica, sería necesario realizar una verdadera acomodación de los procesos de enseñanza a las peculiaridades cognoscitivas del alumno, complementando la perspectiva científica con otros contextos más cercanos al sujeto, como es la utilización de un modelo cognoscitivo. Este modelo debe tener capacidad, tanto de orientar en la búsqueda de información del alumno (Marín, 1995) como de acomodar las distintas propuestas de enseñanza a las peculiaridades cognoscitivas del mismo (Marín, 1997). Además, el modelo cognoscitivo debería aglutinar las manifestaciones específicas y generales del aprendizaje del alumno puesto que el conocimiento espontáneo o natural de éste no es tan homogéneo como lo describía Piaget, ni tampoco tan heterogéneo como pretende el MCA: las operaciones mentales se manifiestan muy dependientes del contenido y existen correlaciones significativas en tareas formales que no pueden predecir las concepciones, es decir, los datos parecen reclamar niveles de generalidad intermedia entre ambos puntos de vista (Pozo y otros, 1991a). A continuación se revisa el modo de abordar los aspectos específicos y generales de la cognición del sujeto, en las corrientes más influyentes en el dominio de la Didáctica de las Ciencias Experimentales (Aliberas y otros, 1989). 3. Factores responsables de las respuestas del sujeto según la causalidad piagetiana. En la formulación de las explicaciones físicas de los sujetos (causalidad), Piaget considera que la intervención del sujeto es sumamente importante. Los factores intrínsecos del sujeto que influyen en la causalidad serán aquéllos que posibilitan su pensamiento tanto en el sentido dinámico (esquemas operatorios) como estático (factores figurativos). Respecto a la necesidad de las operaciones, nos dice Piaget: "Explicar un fenómeno físico supone, ciertamente, el empleo de operaciones, pues la investigación de la causalidad siempre llega a superar lo observable y a recurrir a enlaces inferidos y, en consecuencia, operatorios" (Piaget y García, 1973, p.7). La importancia de los factores figurativos del pensamiento es muchas veces minimizada por las interpretaciones que otros autores hacen del trabajo piagetiano pero no por el propio Piaget. Por citar un ejemplo, la percepción del color o de texturas granulares en la materia, son aspectos destacados en las investigaciones piagetianas como elementos que facilitan la atribución precoz de las operaciones mentales y por tanto del éxito de la explicación causal. Ahora bien, de lo que acabamos de decir, podría inferirse que las explicaciones causales capaces de ser forjadas por un sujeto dependen para Piaget, casi exclusivamente de su propio pensamiento. Esta ha sido la lectura más generalizada que se ha hecho de la causalidad piagetiana y la que ha dado pie a la mayoría de las críticas. No obstante, si la intervención del sujeto y de sus operaciones mentales es imprescindible para explicar un fenómeno físico, no se agota con ella. Es necesario conocer sobre todo al objeto, pues, como dice Piaget, "la explicación causal depende más de los objetos que del sujeto" (op. cit. p.8), de modo que, "[las propiedades del objeto] pueden tanto resistirse como ceder al tratamiento operatorio empleado por el sujeto" (op. cit. p.7). En definitiva, explicar un fenómeno físico supone para Piaget, hacer uso de los esquemas de conocimiento del sujeto, tanto operatorios como figurativos, y, sobre todo, se requiere además que el objeto ceda a dicho tratamiento operatorio. Por tanto, Piaget reconoce en su última etapa, la importancia del contenido de la tarea en el tipo de respuesta causal elaborada por el sujeto. El factor principal que hace que un contenido ceda al tratamiento operatorio empleado por el sujeto es la posibilidad de la manipulación directa del fenómeno implicado: "la atribución de las operaciones a los objetos, por consiguiente el éxito de las explicaciones causales, está en función de las acciones causales del mismo sujeto y de la finura de las regulaciones activas o regulaciones materiales que aseguren sus aciertos" (Piaget y García, 1973, p.130). Así se explican, por ejemplo: 3 # El adelanto que tiene lugar en las explicaciones sobre contenidos mecánicos respecto a otros contenidos como calor o electricidad donde las regulaciones conscientes del sujeto son mucho menos activas y amplias. # El retraso en las explicaciones sobre nociones corpusculares de la materia respecto a las explicaciones sobre separación y reunión de objetos macroscópicos. Las operaciones implicadas son de idéntica naturaleza en ambos casos: composiciones aditivas simples y operaciones infralógicas (o de desplazamientos de las partes), pero en el caso de microobjetos imperceptibles la dificultad estriba en la imposibilidad de ejercer cualquier acción (volveremos sobre este aspecto más adelante). # El desfase entre nociones de conservación de distinto grado de objetivización. Así, la conservación de la longitud se alcanza antes que la conservación del peso, y ésta antes a su vez que la del volumen. Desde nuestros intereses, destacamos que el mismo Piaget señala la insuficiencia de su modelo cognoscitivo para dar cuenta de las respuestas del sujeto. Aunque da una explicación, ésta resulta claramente insuficiente y, sobre todo, es a posteriori, careciendo de instrumentos que permitan predecir dichas respuestas a priori (Marín, 1995). Señala Pascual-Leone (1983) que al no tener unos constructos al efecto, la teoría piagetiana no puede explicar la influencia del contenido sino a posteriori y, consecuentemente no puede dar cuenta de los desfases y diferencias individuales. 4. Factores responsables de las respuestas del sujeto según el modelo ausubeliano. Ausubel considera que la capacidad de aprendizaje no es solamente función de las ideas potencialmente significativas que posee el sujeto en relación con la materia específica de estudio, sino que dicha capacidad también depende del desarrollo cognoscitivo del sujeto que aprende, entendido éste como: "la influencia de todos los efectos genéticos, la experiencia incidental anterior y todo el aprendizaje previo sobre las pautas y el acrecentamiento de las capacidades cognoscitivas" (Ausubel, Novak y Hanesian, 1983, p.188). En este desarrollo cognoscitivo, Ausubel considera que se pueden distinguir: "Niveles o etapas cualitativamente diferentes de madurez cognoscitiva...cuyo cambio ocurre gradualmente en cierto punto crítico dentro de un cambio cuantitativamente continuo"(op. cit. p. 187). Por ello, Ausubel descarta que puedan ser enseñados todos los conceptos a niños preoperacionales y de operaciones concretas, aún cuando se pretendiera hacer a un nivel intuitivo (op. cit. p.221). Novak (1985, p.116), en cambio parece diferir algo en este punto pues señala que estos niveles o etapas son "formas de funcionamiento cognitivo aparentemente diferentes desde el punto de vista cualitativo [pues...] las diferencias cuantitativas en la diferenciación cognitiva parecen suponer una capacidad funcional cualitativamente diferente". En resumen, Ausubel considera que la capacidad de aprendizaje de un área concreta viene determinada tanto por el desarrollo cognoscitivo general como por la historia pasada de aprendizaje previo en dicha área, lo que determina sus ideas particulares. Ello explica porqué, al enfrentar a un adulto maduro cognoscitivamente a las tareas de un curso introductorio de astronomía, inicialmente se desempeñe a un nivel concreto e intuitivo, pero que rápidamente (mucho más de lo que lo haría un joven de 11 años de edad) pase a hacerlo de manera abstracta. Aunque las ideas particulares sobre la astronomía sean similares tanto para el adulto como para el joven de 11 años, la transferencia originada por el mayor desarrollo cognoscitivo del adulto, facilita el aprendizaje de esta materia en particular. Llámese desarrollo cognoscitivo general o esquemas operatorios, no es descabellado hacer la lectura de que Ausubel coincide con Piaget en la intervención de unos esquemas generales del sujeto que explican su competencia cognitiva. 5. Factores responsables de las respuestas del sujeto según el Procesamiento de la Información en sus versiones neopiagetiana y no neopiagetiana. 4 Las investigaciones de la Ciencia Cognitiva sobre la memoria hace un énfasis especial en que la información contenida en la memoria a largo plazo posee un alto grado de organización en la cual cumplen un papel esencial los esquemas mentales. "Estos representan todo el conocimiento genérico adquirido a través de nuestra experiencia pasada con objetos, situaciones, acciones, conceptos, etc. En cierto modo, los esquemas son como modelos del mundo exterior, que representan el conocimiento que tenemos acerca del mismo" (Sierra y Carretero, 1990, p. 145). A pesar de los distintos significantes usados (esquemas, scripts, frames,..), Rumelhart y colaboradores han elaborado sus propiedades unificadoras a cualquiera de estos constructos (citado por Sierra y Carretero, 1990, p.145). Entre dichas propiedades, señalan que dichos esquemas "son modulares, de manera que afectan a un área específica del dominio cognitivo". Un esquema puede estar formado por subesquemas, ligados unos con otros según sistemas relacionados. Lo que parece claro además, es que cuando se caracteriza el proceso de adquisición de saberes que tiene lugar en las situaciones de enseñanza/aprendizaje como un proceso de construcción, revisión y coordinación de esquemas, el término "esquemas" no debe confundirse con los esquemas operatorios piagetianos. Los esquemas aludidos en el aprendizaje constructivista son "esquemas de conocimiento", que, como señala Coll (1983, p. 194) podrían definirse como la representación que posee una persona en un momento determinado de su historia sobre una parcela de la realidad; pueden ser más o menos válidos, esto es, pueden explicar un conjunto más o menos amplio de fenómenos de la realidad, y en su elaboración podrían intervenir los esquemas operatorios piagetianos. Sin embargo, tal y como señala este mismo autor, es necesario apuntar una diferencia sustancial entre ambos tipos de esquemas: "Mientras los esquemas operatorios se construyen espontáneamente en la dirección de un equilibrio cada vez mayor dando lugar a modos de interacción entre el sujeto y la realidad progresivamente más ajustados y ricos, la construcción espontánea de los esquemas de conocimiento no presenta casi nunca esta propiedad; de aquí, la necesidad y la voluntad de intervenir en su elaboración; de aquí, en suma, la existencia misma del aprendizaje escolar"(op.cit.p.196). Asimismo, Driver (1986) también distingue entre los esquemas conceptuales de la línea del procesamiento de la información y los esquemas "abstractos" de la orientación piagetiana o evolutiva. Para esta autora, el aprendizaje de cualquier contenido no está mediatizado por los procesos de pensamiento abstractos, sino por los esquemas conceptuales que el que aprende tiene acerca de la situación particular en cuestión. Por último, hacemos alusión a la línea del Procesamiento de la Información en su vertiente neopiagetiana, y, en concreto a la Teoría de Pascual-Leone. Esta teoría también considera a los esquemas los componentes básicos del sistema cognitivo del sujeto, es decir, las unidades de información que utilizamos y almacenamos (PascualLeone, 1979). Los esquemas pueden ser cognitivos (entre los que se distinguen los figurativos, operativos y ejecutivos), motores y afectivos (Carretero, 1983, p. 214). Así pues, se admite con Piaget la existencia de esquemas figurativos y operativos, añadiendo los ejecutivos para explicar el funcionamiento cognitivo. Los esquemas ejecutivos son representaciones internas equivalentes a los planes o estrategias que se utilizan para resolver un problema. Pascual-Leone intenta superar el carácter estructuralista de la teoría piagetiana, proponiendo la existencia de siete operadores constructivos, responsables de la selectiva activación de los esquemas utilizados para responder a una situación. No obstante, en línea con nuestra argumentación sobre los elementos del sujeto responsables del funcionamiento cognitivo, destacamos aquí la importancia adjudicada desde esta teoría tanto a los esquemas operatorios (activados mediante el operador L) como a los esquemas específicos de contenido (activados mediante el operador C), además de otros factores idiosincrácticos de los individuos que se han mostrado influyentes desde otras perspectivas (estilo cognitivo, por ejemplo). 6. Conclusiones Como se ha podido mostrar, las principales corrientes psicológicas actualmente influyentes en la Didáctica de las Ciencias son compatibles con la idea de que las explicaciones de los sujetos están mediatizadas tanto por factores generales, ligados al nivel de desarrollo del individuo, como por factores específicos, ligados al contenido concreto de las tareas. Se puede constatar esta información en el cuadro 1. Factores generales Factores específicos 5 Piaget Esquemas operatorios Elementos figurativos Ausubel Nivel de desarrollo cognoscitivo Ideas particulares Proc. de la Información (neopiagetianos) Esquemas operatorios Esquemas figurativos Esquemas específicos Esquemas modulares de conocimiento Proc. de la Información (no neopiagetianos) Cuadro 1: Comparación de los factores cognoscitivos de las corrientes psicológicas analizadas Ciertamente, Piaget no hace hincapié en este último tipo de factores, aunque en su última etapa pone de manifiesto la importancia de las "resistencias de los objetos", y, por tanto, de la causalidad, entre las estructuras del sujeto. Por su parte, Ausubel da importancia a ambos tipos de factores en la estructura cognoscitiva del sujeto, aunque con distinto grado de ponderación. La Psicología del Procesamiento de la Información en su vertiente neopiagetiana trabaja con ambos tipos de esquemas. En cambio, la Didáctica de las Ciencias y, en concreto, el Movimiento de las Concepciones Alternativas, más deudoras de las vertientes no piagetianas del Procesamiento de la Información, aboga por rechazar toda alusión al constructo piagetiano de los esquemas operatorios, o, en su defecto, a los factores generales del conocimiento. De todo lo dicho hasta el momento, desde nuestro punto de vista, hay tres factores de la cognición del alumno que merecen ser destacados por su especial relevancia para entender los datos que se poseen sobre las explicaciones del alumno: • Por un lado, tal y como se señala en el punto de vista piagetiano, los esquemas operatorios y elementos figurativos puestos en juego a la hora de dar una explicación causal: • Los esquemas operatorios son responsables, en parte, de la capacidad de transformación de los datos contenidos en las tareas. Se constituyen por abstracción refleja de las coordinaciones de las acciones y de esquemas más específicos. • Los elementos figurativos (percepción, imitación diferida, juego simbólico, el dibujo, la imagen mental, los significantes) son los responsables de la traducción de movimientos y transformaciones en términos de simples sucesiones de estados. • Por otro lado, existiría un factor cognoscitivo que determina la dependencia de la respuestas del sujeto del contenido específico involucrado en la tarea (Marín, 1994); • Los esquemas específicos o esquemas dependientes del contenido son responsables de las propiedades consabidas de los objetos. Son alcanzados por abstracción simple o empírica de la interacción física del sujeto con su medio, la cual aporta una conceptualización en cierto modo descriptiva de los observables, cuya generalización da lugar a leyes o hechos generales. Existen semejanzas entre los esquemas específicos postulados y los esquemas de los que habla Driver (1988); las semejanzas pueden apreciarse en los dos aspectos siguientes: a) La mayoría de sus características figurativas, unidireccionales, causalmente contiguas, estáticas (Driver, 1988; Gustone y Watts, 1989) se pueden catalogar de preoperacionales, por lo que podrían ser, en principio, el complemento de las operaciones mentales que serían sensibles al contenido. b) Son muy persistentes al cambio promovido por un proceso de enseñanza-aprendizaje o simplemente por las interacciones sujeto-objeto (Clough y Driver, 1986), por lo que no se pueden considerar productos eventuales o "in situ" de la estructura cognoscitiva o susceptibles de variaciones al modificar los factores que intervienen en la tarea. 6 Ahora bien, la diferencia fundamental es el mecanismo de cambio de dichos esquemas específicos: • Para Driver, dichos esquemas activos han de ser sustituidos mediante una instrucción específicamente diseñada para este fin, por los esquemas académicamente aceptados. Se concibe así el cambio conceptual como el cambio de una forma a otra distinta de pensar acerca del contenido en cuestión. • Nuestra hipótesis es que los esquemas específicos van evolucionando progresivamente; en un determinado momento, dichos esquemas, ligados a lo figurativo y descriptivo, se dejan operativizar dando lugar por un lado, a respuestas más elaboradas, y por otro, a nuevos esquemas asimiladores (Marín, 1995). Estos nuevos esquemas asimiladores posibilitarían nuevas abstracciones empíricas y por tanto nuevos esquemas específicos. En dicha evolución, hay momentos importantes como aquél donde se da la coordinación entre varios esquemas específicos para dar lugar a un nuevo esquema a modo de modelo causal necesario. Ante una parcela de la realidad que se intenta alcanzar, el sujeto se comporta de una forma sistemáticamente progresiva: En primer lugar, gracias a las abstracciones empíricas de la fase "intra-factual", adquiere los primeros esquemas específicos. A continuación, las abstracciones reflexivas ligan de manera "inter-factual" estos esquemas específicos entre sí, y también con otros esquemas. De este modo, se amplía la extensión del dominio de conocimiento. Después de una o varias fases inter-factuales, procede, por último, una fase "transfactual" donde la abstracción "reflexionada" da lugar a una explicación causal necesaria (Piaget y García, 1982). En concreto, trabajos en curso sobre la naturaleza corpuscular de la materia, dirigidos por estos supuestos teóricos ponen de manifiesto de un modo bastante concluyente que en un determinado nivel de esquemas operatorios, los esquemas específicos experimentan enriquecimientos progresivos. También se pone de manifiesto que distintos niveles de esquemas operatorios permiten formas de abstracción diferente en el sujeto y, en consecuencia, nuevos esquemas específicos, al tiempo que los antiguos experimentan cambios cualitativos importantes. Esto viene a significar que un marco teórico en Didáctica de las Ciencias fundamentado en ambos tipos de esquemas podría ser de mayor validez que un trabajo pragmático o que abogue exclusivamente por esquemas específicos del conocimiento. 7. Bibliografía ABIMBOLA, I.O. (1988). The problem of terminology in the study of student conceptions in science. Science Education, vol.72, nº2, pp. 175-184. ALIBERAS, J., GUTIÉRREZ, R. e IZQUIERDO, M. (1989). Modelos de aprendizaje en la didáctica de las ciencias. Investigación en la Escuela, Nº9, pp. 17-24. AUSUBEL, D.P., NOVAK, J.D. y HANESIAN, H. (1983). Psicología educativa. Un punto de vista cognoscitivo. Méjico: Trillás. CARRETERO, M. (1983). Las teorías neopiagetianas, pp. 207-224. En A. Marchesi, M. Carretero y J. Palacios. Psicología evolutiva. 1. Teorías y métodos. Madrid: Alianza Editorial CLOUGH, E. E. y DRIVER, R. (1986). A Study of Consistency in the Use of Students' Conceptual Frameworks Acroos Different Task Contexts. Science Education, Vol.70, Nº4, pp. 473-496. CRISCUOLO, G. F. (1987). ¿Pueden interpretarse las preconcepciones a la luz de las teorías del aprendizaje?. Enseñanza de las Ciencias, Vol.5, Nº3, pp. 231-234. DRIVER, R. (1986). Psicología cognoscitiva y esquemas conceptuales de los alumnos. Enseñanza de las Ciencias, Vol.4, Nº1, pp. 3-15. DRIVER, R. (1988). Un enfoque constructivista para el desarrollo del curriculum en Ciencias. Enseñanza de las Ciencias, Vol.2, Nº6, pp. 109-120. GIL, D. (1993). Contribución de la historia y de la filosofía de las Ciencias al desarrollo de un modelo de enseñanza/aprendizaje como investigación. Enseñanza de las Ciencias, Vol.11, Nº2, pp. 197-212. GIL, D. (1996). New Trends in Science Education. International Journal of Science Education, Vol.18, Nº8, pp. 889-901. GUNSTONE, R.F. y WATTS, M. (1989). Fuerza y movimiento, pp. 137-167. En Driver, R. y otros. Ideas científicas en la infancia y la adolescencia. Madrid: Morata/MEC. 7 HASHWEH, M.Z. (1988). Descriptives studies of students' conceptions in science. Journal of Research in Science Teaching, Vol.25, Nº2, pp. 121-134. JIMÉNEZ GÓMEZ, E., SOLANO, I. y MARÍN, N. En prensa. Estudio de la progresión en la delimitación de las "ideas" del alumno sobre fuerza. Enseñanza de las Ciencias. LÓPEZ RUPÉREZ, F. (1990). Epistemología y didáctica de las ciencias. Un análisis de segundo orden. Enseñanza de las Ciencias, Vol.8, Nº1, pp. 65-74. MARÍN, N. (1994). Elementos cognoscitivos dependientes del contenido. Revista interuniversitaria de formación del profesorado, Nº20, pp. 195-208. MARÍN, N. (1995). Metodología para obtener información del alumno de interés didáctico . Almería: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Almería. MARÍN, N. (1996). Referentes teóricos para fundamentar la enseñanza de las Ciencias. Actualidad Educativa, Vol.III, Nº1, pp. 26-33. MARÍN, N. (1997). Fundamentos de Didáctica de las Ciencias Experimentales. Almería: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Almería. MARÍN, N. y BENARROCH, A. (1994). A comparative study of Piagetian and constructivist work on conceptions in science. Int. J. Sci. Educ., Vol.16, Nº1, pp. 1-15. MARÍN, N. y JIMÉNEZ GÓMEZ, E. (1992). Problemas metodológicos en el tratamiento de las concepciones de los alumno en el contexto de la filosofía e historia de la Ciencia. Enseñanza de las Ciencias, Vol.10, Nº3, pp. 335-339. MARÍN, N., JIMÉNEZ GÓMEZ, E. y BENARROCH, A. (1997). Delimitación de "lo que el alumno sabe" a partir de objetivos y modelos de enseñanza. Enseñanza de las Ciencias, Vol.15, Nº2, pp. 215-224. MARÍN, N., JIMÉNEZ GÓMEZ, E. y SOLANO, I. (1996). Características metodológicas en la búsqueda de concepciones en Mecánica. XVII Encuentros de Didáctica de las Ciencias Experimentales, La Rábida (Huelva). MATTHEWS, M.R. (1994). Historia, Filosofía y Enseñanza de las Ciencias: la aproximación actual. Enseñanza de las Ciencias, Vol.12, Nº2, pp. 255-277. MILLAR, R. (1989). Constructive criticisms. International Journal of Science Education, Vol.11, pp. 587-596. MONK, M. (1991). Genetic epistemological notes on recent research into children's undertanding of light. International Journal of Science Education, Vol.13, Nº3, pp. 255-270. MOREIRA, M.A. (1994). Diez años de la revista Enseñanza de las Ciencias: de una ilusión a una realidad. Enseñanza de las Ciencias, Vol.12, Nº2, pp. 147-153. PASCUAL-LEONE, J. (1979). La teoría de los operadores constructivos, pp. 208-228. En Juan Delval. Lecturas de psicología del niño. Madrid: Alianza Universitaria. PASCUAL-LEONE, J. (1983). Problemas constructivos para teorías constructivas, "La relevancia actual de la obra de Piaget y una crítica a la psicología basada en la simulación del procesamiento de información", pp. 363-392. En M. Carretero y J.A. García Madruga. Lecturas de psicología del pensamiento. Madrid: Alianza Editorial. PERALES, F.J. (1992). Desarrollo cognitivo y modelo constructivista en la enseñanza-aprendizaje de las ciencias. Rvta. Interuniversitaria de Formación del Profesorado, Nº13, pp. 173-189. PERALES, F.J. (1993). La resolución de problemas: una revisión estructurada. Enseñanza de las Ciencias, Vol.11, Nº2, pp. 170-178. PIAGET, J. y GARCÍA, R. (1973). Las explicaciones causales. Barcelona: Barral. POSADA, J.M. 1996. Hacia una teoría sobre las ideas científicas de los alumnos: influencia del contexto. Enseñanza de las Ciencias, Vol.14, Nº3, pp. 303-314. POZO, J.I. (1993). Psicología y Didáctica de las Ciencias de la Naturaleza ¿concepciones alternativas?. Infancia y aprendizaje, Nº62, pp. 187-204. POZO, J.I., GÓMEZ CRESPO, M.A., LIMÓN, M. y SERRANO SANZ, A. (1991a). Procesos cognitivos en la comprensión de las ciencias: las ideas de los adolescentes sobre la Química. Madrid: CIDE (MEC). POZO, J.I., SANZ, A., GÓMEZ, M.A. y LIMÓN, M. (1991b). Las ideas de los alumnos sobre ciencia: una interpretación desde la psicología cognitiva. Enseñanza de las Ciencias, Vol.9, Nº1, pp. 83-94. RIVIERE, A. (1992). Sobre "Psicología de la instrucción, razonamiento y conocimientos específicos", "Comentarios a la ponencia de M. Carretero y al.". Infancia y aprendizaje, Nº59, pp. 31-33. SEBASTIA, J.M. (1989). El constructivismo: un marco teórico problemático. Enseñanza de las Ciencias, Vol.7, Nº2, pp. 158-161. SIERRA, B. Y CARRETERO,M. (1990). Aprendizaje, Memoria y Procesamiento de la Información: La Psicología Cognitiva de la Instrucción. En Coll, C., Palacios, J. y Marchesi, A. Desarrollo psicológico y educación II. Psicología de la Educación. Madrid: Alianza Editoral. pp. 141-159. SOLOMON, J. (1994). The rise and fall of constructivism. Studies in Science Education, nº23, pp. 1-19. 8 9