TRAS LA DERROTA ELECTORAL DEMOCRATA, SE AGUDIZAN

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TRAS LA DERROTA ELECTORAL DEMOCRATA, SE AGUDIZAN LAS
DIVISIONES EN EL SINDICALISMO ESTADOUNIDENSE, EN LOS MESES
PREVIOS AL CONGRESO DE LA AFL-CIO.
El sindicalismo estadounidense consideraba que una victoria demócrata en las
elecciones presidenciales del 2 de noviembre era una cuestión de supervivencia.
Desde una tasa de afiliación del 38% de los trabajadores en los años
cincuenta, el sindicalismo estadounidense ha ido retrocediendo hasta un 13% actual, y
el 9% en el sector privado. La crisis del sector manufacturero tradicional a partir de los
años 70 en el noreste y centro- norte ha sido un factor clave en este declive. Pero sin
duda la dificultad de afiliar trabajadores en los nuevos sectores productivos y sus
regiones geográficas (Sur y Oeste) ha sido manifiesta. La falta de legislación que
proteja el derecho a la afiliación sin despido, y por supuesto la falta de protección del
trabajador ante el despido por huelga legal, han dificultado enormemente la tarea
afiliativa, con multitud de empresas con política escrita de “no sindicalización” de su
personal. La revista progresista más prestigiosa de EE.UU., “ The Nation” ha llegado a
postular que el sindicalismo americano perdió el carro al no incluirse el derecho a la
libre sindicalización en los movimientos pro-derechos de los 60 y 70, junto a las luchas
por la no discriminación por raza y/o género. Según The New York Times, las
desigualdades económicas en EE.UU. nunca han sido mayores desde el mandato de
Herbert Hoover, que presidió la Gran Depresión. Son muchos los que consideran que
esa desigualdad creciente guarda una relación directa con el bajo nivel de
sindicalización y negociación colectiva.
No obstante, a pesar de las dificultades existentes, de los 60 sindicatos
afiliados a la AFL-CIO (13 M de trabajadores), algunos están creciendo, de manera
significativa, en sectores difíciles y en zonas geográficas nuevas. La más importante
es la SEIU (Service Employees International Union) que organiza en USA, Puerto Rico
y Canadá, y que ya es el sindicatos de más afiliados de EE.UU. ( 1,6 M). Este
sindicato es especialmente conocido por su trabajo afiliativo en la sanidad privada, y
en personal de mantenimiento de edificios. ( Fue tema de la película “ Pan y Rosas” de
Ken Loach, 2000). Otra es el Hotel Workers’ Union, cuya regeneración comenzó con
una campaña agresiva que logró afiliar a prácticamente la totalidad de los empleados
de cocina de los hoteles de Las Vegas, Nevada. Este sindicato se fusionó con el
sindicato del sector textil, para crear UNITE HERE. Ambos sindicatos tienen en
común políticas afiliativa y de negociación agresivas, como su primera prioridad, así
como campañas específicamente dirigidas a trabajadores inmigrantes en general,
hispanos en especial.
En esta campaña electoral presidencial, Kerry había comprometido su apoyo a
legislación facilitando la entrada de sindicatos a centros de trabajo (Employee Free
Choice Act), y se comprometió a eliminar las rebajas fiscales que reciben las
empresas americanas que exportan puestos de trabajo fuera de USA. Bush, por otro
lado, persigue agresivamente la eliminación del pago de horas extras a un número
importante de trabajadores, con incrementos asociados de jornada laboral.
El sindicalismo estadounidense trabajó, y mucho, en esa campaña electoral,
tanto a nivel de contribución económica como a nivel de la participación activa de los
cuadros sindicales en campañas, en registrar votantes, y a la hora de sacar el voto,
colaborando sobre todo con asociaciones demócratas de base. Según the New York
Times, el sindicalismo americano desembolsó $150 M para intentar lograr la elección
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de Kerry. La AFL-CIO fue especialmente activa en la campaña, no solamente como
central, sino con sus organizaciones regionales. Sin su trabajo, es difícil pensar que
Kerry hubiese ganado en Estados tan importantes como Michigan y Wisconsin. Según
datos de la AFL-CIO, 65¨% de los afiliados a un sindicato votaron demócrata, 68% en
los estados SWING ( en juego). Un 90% de los afilados encuestados habían recibido
información electoral de su sindicato. Esas cifras sitúan al trabajador afiliado como el
3er bloque más importante de voto demócrata en esas elecciones, tras AfricanoAmericanos (90% Kerry), y Judíos (80% Kerry).
Evidentemente, la entrega del sindicalismo a la campaña electoral no fue igual por
parte de cada organización, aunque por primera vez en décadas, todas las
organizaciones afiliadas a la AFL-CIO pidiesen el voto al candidato demócrata, sin
excepción. La organización central de la SEIU desembolsó ella sola $60M, su
organización de Nueva York otras $10M. En Nevada, prácticamente todo el esfuerzo
demócrata se basaba en el trabajo de los cuadros del Hotel Workers’ Union, apoyada
por el SEIU, llegando otras organizaciones demócratas ( incluyendo el propio partido
demócrata) tarde y mal. Aún así, en este Estado Bush ganó por solamente 2,6 puntos
( aunque haya quién considera que Kerry ganó Nevada en votos emitidos, No en votos
contados, base para una investigación en marcha en Nevada de posible fraude
electoral por BlackBox Voting.org, una ONG dedicada a la vigilancia de la seguridad
de elecciones que utilizan voto electrónico).
En resumen, el sindicalismo americano sale de las elecciones claramente
derrotado, en un panorama donde se podría decir que una mayoría de americanos han
votado en contra de sus propios intereses tanto económicos como de seguridad,
donde 75 % de los votantes a Bush creen aún que Iraq ordenó los atentados del 11 de
septiembre, y donde una de las mayores fuentes de vertebración social y de
información han sido las iglesias. 65% de los afilados a sindicatos votaron demócrata,
pero los afiliados son solamente un 9% de los trabajadores del sector privado, y están
concentrados en el nor-centro-este. Es natural que este escenario favorezca, en un
periodo pre-Congresual, una agudización de su sensación de crisis.
El 10 de noviembre, en una reunión del Consejo Ejecutivo del AFL-CIO
convocada por el John Sweeny, su presidente, Andrew Stern, el presidente de la
SEIU, presentó el “New Unity Partnership” – una plataforma de sindicatos pidiendo un
programa de acción- renovación. En caso de no ver una renovación seria de la AFLCIO, su sindicato más grande y de mayor crecimiento amenazaba con irse de la
Confederación.
Los puntos más salientes de la propuesta son:
-
la priorización de la organización y afiliación de trabajadores:
Dedicar el AFL-CIO $25M a la organización de los trabajadores de WalMart (cadena de comercio que es el primer empleador de EE.UU.,
radicalmente anti-sindicalización, conocido por bajos salarios,
contratación de sin-papeles a salarios más bajos aún, discriminación por
razón de género, inadecuada cobertura sanitaria, venta de productos
fabricados en fábricas del 3er Mundo que no cumplen condiciones
mínimas, etc.: empresa emblemáticamente anti-sindical).
Campaña Prioritaria para lograr que todo trabajador que se quiera afiliar
lo pueda hacer. (Encuestas indican que hasta 50M de trabajadores
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estadounidense se afiliarían a un sindicato si no temiesen represalias,
incluyendo el despido.) No se apoyaría a ningún político que no se
comprometiese claramente con reforma de la legislación laboral en ese
sentido, entre otros.
Devolución de la mitad de las cuotas a sindicatos “líderes” en sectores y
centros
determinados
expresamente
para
campañas
de
afiliación/organización.
Ayudas económicas a sindicatos destinados a la organización en
sectores y regiones nuevos.
- Cambio Organizativo
Coordinación entre y Fusiones de sindicatos miembros.
Partiendo de una enorme fragmentación y solapamiento sindical,
con 15 diferentes sindicatos afiliados organizando en el sector de
transporte, otros 15 en construcción, 13 en empleados públicos, 9 en
manufactura, 30 en sanidad, etc., y que solamente 15 de los 65
sindicatos tienen más de 250 000 miembros, y 40 menos de 100 000, y
que a la hora de negociar para sus miembros a menudo firman
acuerdos contradictorios entre si, y que no hay limitación de los sectores
en los que un sindicato pueda organizar ( pueden incluso organizar
varios sindicatos afiliados diferentes en una misma empresa), propone:
El desarrollo de aquí a 2006 de un plan para el AFL-CIO.
El Consejo Ejecutivo de la AFL-CIO tendría la autoridad de
reconocer 3 sindicatos líderes con capacidad de organizar una industria
o sector determinado, exigiéndoles un plan de trabajo para ello.
Tras consulta con la afiliación, la AFL-CIO tendría la autoridad de
exigir que la negociación colectiva de un sector determinado sea
coordinado, O fusionar sindicatos, o pasar la afiliación de trabajadores a
otro sindicato que sea la fuerza sindical principal en su sector de
trabajo. También podrá vetar cualquier fusión sindical que suponga un
debilitamiento de la representación de trabajadores.
El desarrollo obligatorio por los sindicatos “líderes” de planes
estratégicos de afiliación/organización.
Prohibición de que un sindicato firme condiciones que rebaje lo
firmado por otro sindicato afiliado en una misma empresa.
Reforzar las organizaciones regionales: Participación obligatoria de los
sindicatos miembros en las delegaciones regionales de la AFL-CIO y
fortalecimiento de las mismas (Las delegaciones regionales del AFLCIO “Local central labor councils” dependen directamente de la AFLCIO, y la participación de los sindicatos afiliados a la organización NO
ES obligatoria).
- Esfuerzos específicos para la diversidad en la afiliación
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Asegurar una afiliación diversa:
inmigrantes, minorías, mujeres,
discapacidades, edad, orientación sexual.
- Una Campaña específica para una mejora y una extensión de la atención
sanitaria
- Trabajar en el sindicalismo internacional para fortalecer las organizaciones
sectoriales internacionales, y la coordinación internacional por empresa.
Dotar de más contenido el sindicalismo internacional.
RESPUESTAS
Las reacciones no se han hecho esperar. El sindicato de Maquinistas
rápidamente contestó que si se implementaba el plan, ellos se irían de
la AFL.-CIO. El punto más controvertido sin duda alguna ha sido el de
fusiones, y cambio de adscripción de afiliados, por autoridad de la AFLCIO, con o sin el consentimiento de las organizaciones implicadas,
aunque se especifique la consulta previa a la afiliación. En el “Labor
Log” ha aparecido un ejemplo de un sindicato pequeño, el de
constructores de ascensores, que tiene solamente 25 000 miembros,
pero que representan casi la totalidad de los trabajadores del sector,
para ejemplificar un sindicato pequeño que afilia, organiza, y negocia.
También ha sido criticada la idea de que los sindicatos afiliados
posiblemente tengan que pagar cuotas a las organizaciones regionales
de la AFL-CIO. No hay críticas al resto de las propuestas, al menos
inicialmente. Parece que la posibilidad de fusión forzosa ha debilitado el
debate sobre el fondo de lo planteado: como llegar a más trabajadores.
Sweeny, que fue elegido en su día como candidato pro-reforma, ha
reaccionado. Recogerá varias de las propuestas, incluyendo
probablemente la de incrementar sustancialmente los recursos
económicos destinados a organizar trabajadores. Concretamente, el día
de la presentación formal del plan, el Consejo Ejecutivo aprobó la
constitución de un Comité para el Cambio, que deberá presentar
propuestas concretas al Consejo Ejecutivo de febrero. Asimismo,
Sweeny reiteró su candidatura a un nuevo mandato en el Congreso de
la AFL-CIO en junio.
Actualización, ante la visita del Presidente de Unite Here a España.
Desde noviembre, se han unido más sindicatos a las propuestas del SEIU y
UNITE HERE, concretamente, los Teamsters, y el Laborers’
International Union. Opuestos a la renovación de John Sweeney como
Presidente del AFL.-CIO, inicialmente propusieron al presidente de la
rama hotelera de Unite Here, John Wilhelm, como su candidato al
puesto. Estos sindicatos juntos representan el 35% de la afiliación
sindical de EE.UU., pero no tendrán mayoría en el congreso del
AFL.CIO.
Sweeny insiste en que él es la persona indicada para llevar a cabo
reformas, pero que no es factible devolver un 50% de la cotizaciones a
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las organizaciones afiliadas (la propuesta supondría devolver $50M a
sindicatos miembros). De hecho, tras haber llegado la AFL-CIO incluso
a hipotecar edificios para financiar la campaña presidencial demócrata,
la organización está en un momento económico crítico, lo que le ha
llevado a despedir plantilla de su estructura.
Las organizaciones en “rebeldía” aseguraban hasta hace pocos días
que si la AFL-CIO no buscaba un candidato alternativo a Sweeney,
comprometido con nuevas reformas, estaban dispuestos a irse del AFLCIO, tras el Congreso este julio.
No obstante, hace tres días, el discurso ha cambiado sutilmente. En vez
de hablar de la imposibilidad de aceptar a Sweeney como Presidente,
ya se limitan a decir que “apoyaremos a dirigentes dispuestos a
acometer reformas profundas,” a la vez que John Wilhem ya no parece
dispuesto a presentar su candidatura (perdida de antemano) al
Congreso.
Con este ruido de fondo, el Presidente de Unite Here, Bruce Raynor,
hombre fuerte de los “rebeldes, ” llega a España este mes, tras haber
pedido a CC.OO. la gestión de una entrevista de él con la dirección de
ZARA, para facilitar la entrada a esa empresa en USA, cara a afiliación,
y para pedir negociación colectiva para el personal de Zara en EE.UU.
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