los tiempos medievales

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EN LOS TIEMPOS PREHISTÓRICOS
Tal vez siguiendo los valles fluviales del Viar y del Huéznar y procedentes de las terrazas del
Guadalquivir, hicieron su aparición en nuestras tierras los primeros grupos de individuos
pertenecientes al género «homo».
Los indicios más remotos de su presencia hasta ahora encontrados, parecen pertenecer a
grupos de primitivos cazadores que utilizaron ya como habitación las Cuevas de Santiago, en la
orilla cazallera de la Rivera de Benalija. Dichos indicios se refieren a dos cuchillos de 7 cm.
longitud, una astilla tallada y una punta del tipo «musteriense». De estos restos, hallados a finales
del pasado siglo, nos dio cuenta D. Feliciano CANDAU, habiendo sido catalogados, según este
autor, en el Museo de Historia Natural de Sevilla con los números 76, 119, 111, y 72,
respectivamente (1). Estos objetos, y siempre según el Sr. CANDAU, fueron encontrados en
niveles bastante superficiales del suelo de la cueva. A la vista de estos datos, sólo podemos
arriesgarnos a afirmar que hombres del Paleolítico Medio o Superior habrían habitado territorios
que comprenden hoy el término municipal de Cazalla de la Sierra.
Las noticias se hacen más seguras y fiables para la siguiente etapa del Neolítico. Ello es
debido a los trabajos realizados por el Departamento de Arqueología de la Facultad de Geografía e
Historia de la Universidad de Sevilla, bajo la dirección de Dª Pilar ACOSTA, en el yacimiento de la
Cueva Chica de Santiago (2). Los resultados obtenidos en el estudio del mencionado yacimiento
han contribuido a formular, según la directora de las excavaciones, un nuevo planteamiento sobre
los inicios del Neolítico en el Sur peninsular. Según los datos proporcionados por las estratigrafías
de ésta y de otras cuevas (Nerja, Dehesilla, etc.) parece necesario concluir que en el VI milenio
(5.940 a.C. es la fecha aportada por el C-14), si no antes, se inicia una civilización de productores,
que poseen muy tempranamente unas cerámicas con decoración de relieves y de tratamiento a la
almagra, que no tienen, al parecer, relación alguna con el Neolítico cardial de otros lugares de la
Península.
Este neolítico de las Cuevas irá evolucionando durante el V y IV milenios a.C. hasta ser
suplantado paulatinamente por el Calcolítico con la aparición de la metalurgia del Cobre en un
momento, que según los análisis del C-14, tendría lugar a finales del IV milenio a.C. (3).
En fin, las Cuevas de Santiago, por lo descrito y otros datos más, se nos presentan como el
gran templo de la Prehistoria cazallera, lo que, unido a su belleza natural, le concede un enorme
atractivo como monumento a cuidar y conservar.(4).
Pero la presencia de culturas neolíticas en Cazalla de la Sierra no es exclusiva de esta área
limítrofe de nuestro término municipal. Como ha puesto de manifiesto D. Manuel Carlos PÉREZ
GÓMEZ (5), en los alrededores de nuestro núcleo urbano actual, son cada vez más abundantes los
hallazgos (fortuitos y a ras de suelo) de útiles pulimentados relacionados con pobladores
neolíticos, lo que podría colocarnos en la hipótesis de la existencia de un asentamiento más o
menos permanente, ya para esta época, en lo que hoy es el casco urbano. Hachas, azuelas,
moletas, etc. han aparecido en la Fuente del Altar, La «Malena», Cerro «Panchón», Molino del
Monte, cruce del Camino de las Laderas con el de la Carrasquilla, y, no hace mucho, en la misma
Fuente Nueva. Lugares, como se puede apreciar, todos muy cercanos a la población actual. El
tema está por estudiar y por excavar.
Aunque las formas neolíticas permanecieron en la zona durante mucho tiempo, poco a poco
comienzan a aparecer elementos culturales novedosos que nos indican la entrada en otra etapa.
Son los rasgos de la Edad del Cobre o Época Calcolítica. Este fenómeno se inicia, como ya
apuntamos, a finales del IV milenio a.C.
A dicha fase cultural parece corresponder la generalización de la vida al aire libre, aunque las
cuevas continúen siendo importantes lugares de habitación, como lo demuestran las estratigrafías
de la Cueva Chica de Santiago. Características de esta fase son el apogeo de la industria lítica del
sílex, con piezas que intentan imitar a las de cobre; el predominio de la cerámica lisa sin
decoración y de variada forma y tamaño; la presencia de «idolillos», sobre todo en hueso, y las
necrópolis dolménicas, que a veces pretenden ser fechadas en época neolítica.
Ejemplos de dólmenes han quedado localizados en la Dehesa del Valle Bajo, a orillas del
Pantano del Pintado. Su descubrimiento tuvo lugar de modo casual en el año 1965. A pesar de que
no fue sometido a una investigación sistemática y profunda, el entonces Delegado Provincial de
Excavaciones Arqueológicas, D. Francisco COLLANTES DE TERÁN, informó, a la vista de los datos
manejados, que estábamos ante un dolmen «con dos galerías situadas, respectivamente, en forma
de T, construidas con piedras de gran tamaño y de una longitud de diez metros en su rama más
larga» (6). Dentro del dolmen, y pese a la pequeña extensión excavada, se encontraron numerosos objetos junto a los restos de varios esqueletos, como clara manifestación de enterramiento
colectivo, dato que ha llevado a pensar en una cronología neolítica. Entre los útiles hallados en su
interior se encuentran «vasijas de barro cocido de las más diversas formas y tamaños, cuchillos de
sílex, hachas del mismo material, algunas interesantes y bellas; una medalla-lápida (ídolo-placa?)
con grabados, etc.» (7).
Posteriormente, «y a poco más de un kilómetro del emplazamiento del primer dolmen, se han
practicado investigaciones en un montículo muy parecido al que cubría a aquél, y según todos los
signos parece se puede afirmar que debajo de una capa de tierra de no mucho espesor existe otro
dolmen similar al primitivamente descubierto...» (6).
Ya a la Plena Edad del Bronce (en el II milenio a.C.), parecen pertenecer las sepulturas de
«cistas» que localizadas en la finca «Berlanga», en un cerro situado junto al Valle de la Paloma,
cercano a la Rivera de Huezna, fueron examinadas por los señores Machado y Macpherson en el
año 1869. Se trata de sepulcros individuales de forma rectangular, formados por cuatro o más
lascas verticales y otra horizontal que las cubre (7). Similares características podrían tener los
enterramientos hallados en Arroyo Nogales, La Viñuela (?), Los Carboneros (?), etc., lugares de los
que se poseen constantes referencias bibliográficas pero escasa evidencia arqueológica, al menos
por nuestra parte, restos que necesitan de una confirmación y estudios actualizados.
Que la riqueza minera de la zona fue posiblemente conocida y aprovechada por los hombres
de este período podría atestiguarlo el pico minero de diorita encontrado por D. Félix Zabalza y del
que también da noticia D. Feliciano CANDAU (8). Este dato podría estar relacionado con la ya
inserción de la zona en el área cultural tartésica, en el período que los arqueólogos denominan
Bronce Final, desde comienzos del primer milenio antes C.. No obstante, el influjo tartésico en
nuestro territorio no debió ser demasiado intenso a tenor de la escasez de noticias (arqueológicas
y literarias) que poseemos al respecto.
De la época de las colonizaciones se ha hablado de la existencia de restos fenicios en las
recientes excavaciones realizadas en la Cartuja. De ello sólo poseemos referencias indirectas.
Como afirman D. Miguel PUYA y D. Juan M. CAMPOS, «la plata fue muy explotada por los
cartagineses, citándose en la provincia de Sevilla las minas de Ilipa (Alcalá del Río), cuyo
emplazamiento desconocemos pero que hemos de localizar lógicamente en algún lugar inmediato
de la Sierra Norte» (10).
Dicha afirmación podría tener alguna conexión con las antiguas explotaciones mineras de
nuestro término municipal.
NOTAS
(1) CANDAU PIZARRO, Feliciano. Prehistoria de la Provincia de Sevilla.1894.
(2) ACOSTA MARTÍNEZ, Pilar. Estratigrafla. Prehistoria en la Cueva Chica de Santiago en
Cazalla de la Sierra (Sevilla). Simposium de Prehistoria Peninsular. Córdoba, Octubre de 1976.
(3) ACOSTA MARTÍNEZ, Pilar. «El paso a la Economía de Producción» en Prehistoria y
Antigüedad. Cuadernos de trabajo del Seminario permanente de Historia de Andalucía. Carpeta 1.
Tema 2. Fol. VIII. Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Sevilla, 1982.
(4) PÉREZ GÓMEZ, Manuel Carlos. «Apuntes sobre un desconocido asentamiento prehistórico
en Cazalla». Revista de Cazalla, 1991.
(5) Sobre las Cuevas de Santiago véase: VARIOS AUTORES. Sevilla y su Provincia. Ediciones
GEVER. Sevilla,1983. Tomo II. Págs. 27, 28, 29, 50.
(6) OSUNA JIMÉNEZ, José M.ª. «Dólmenes en Cazalla». Revista de Cazalla, 1966.
(7) CAÑAL Y MIGOLLA, Carlos. Sevilla prehistórica. Págs.155 y 163.
(8) CANDAU. Ob. cit. pág. 112.
(9) VILLALBA RAMOS, Antonio. «La Cartuja de Cazalla, cinco siglos de historia y sigue».
Revista de Cazalla, 1991.
(10) En VARIOS AUTORES. Sevilla y su Provincia.... Pág.104.
EN EL TIEMPO DE LOS ROMANOS
Entre los pueblos prerromanos que controlaron la comarca, superpuestos a los turdetanos, se
encuentran los CÉLTICOS, según cuenta Plinio en su «Historia Natural». Es por esto por lo que el
mencionado autor llama a la región que se localiza entre el Guadiana y el Guadalquivir, de una
manera genérica, Beturia Céltica. Siguiendo a Plinio, quienes han venido escribiendo
tradicionalmente sobre la Historia de Cazalla, han expresado que los topónimos «Callentum» y
«Callenses Emánicii» podrían estar relacionados con asentamientos o pobladores próximos al
espacio geográfico que hoy ocupa nuestro municipio. No obstante, hasta el momento, no existe
prueba arqueológica alguna que pueda atestiguar tal afirmación. Es más, los recientes estudios
historiográficos sobre esta época tienden a localizar tanto al mencionado topónimo como al
referido gentilicio en lugares próximos al Coronil (Sevilla).
Lo que sí parece ser cierto es que nuestra zona queda bajo dominación romana desde
mediados del siglo II a. C. Quedaba próxima a la Vía de la Plata, y se cuenta que uno de los
ramales de dicha Vía atravesaba nuestro territorio, posiblemente el que «procedente de Alanís,
seguía por El Pedroso y Mulva (‘Munigua’) hasta la ciudad de Carmona, donde enlazaba con la Vía
Augusta» (1). Según D.Manuel RAMOS y la tradición popular, existen restos de esa vía de
comunicación en el semiderruido puente sobre el Regajo del Sotillo, frente al actual cementerio,
más tarde cruce de cañadas medievales.
En tiempos del emperador Augusto parece que estos territorios quedan circunscritos jurídica
y administrativamente al Conventus Corduvensis, perteneciente a la provincia de la Bética.
Es bastante probable, como afirman D. Javier GÓMEZ y otros (2), que explotaciones mineras
como las de Puerto Blanco se llevasen a cabo ya en esta época.
A pesar de que CEAN BERMÚDEZ apunte en sus «Antigüedades romanas...» (págs. 263 y 279)
que Cazalla conserva vestigios de población romana, esto no ha podido ser verificado en el casco
urbano. Sin embargo, en lo que se refiere al término municipal, según el Catálogo Artístico y
Arqueológico de la Provincia, existen en varios puntos, restos de ladrillos, tegulae, cerámica, etc..,
aunque no en cantidad suficiente como para acreditar la existencia de un centro urbano de
mediana importancia, lo que ciertamente compagina con el modo de vivir de los celtas de la
Beturia, que según el testimonio de Estrabón habitaban, todavía en su tiempo, en aldeas o «vicos»
de poco vecindario (3). Como se recoge en el citado Catálogo y siguiendo a Ceán Bermudez, en la
ermita del Monte existió un pedestal de estatua con inscripción, en honor del emperador Caracalla,
dedicado a la «República de los Reginenses», que se localiza en la cercana Reina (Badajoz), y cuya
fecha debe localizarse en el año 213 d.C.. Según esta misma fuente, también procede de este
municipio un «cipo» con inscripción geográfica conteniendo el epitafio de Lucio Sergio Aelio
Rústico, natural de Naeva (Cantillana actual). Dicho cipo se encontraba en el momento en que se
redactó el mencionado Catálogo, en casa de los hijos de D. Antonio Collantes de Terán, en Sevilla.
Sin embargo, los restos de esta época mejor conocidos son aquéllos de los que nos da
noticias D.Francisco COLLANTES en la Revista de Cazalla de 1952 (4). Este autor considera los
hallazgos realizados en el Cortijo de Monsalvete (propiedad entonces de D. Ventura Carmona
Paredes) como pertenecientes a un tipo de explotación agraria de las denominadas «villae», de
cuyo funcionamiento y significación en el mundo romano nos habla en el referido artículo. Nos dice
Collantes que en el repecho de la loma situada frente al caserío de la finca se hallaron en
diferentes ocasiones los restos de una necrópolis constituida por pobres sepulturas formadas de
lascas de la piedra propia del terreno, colocadas de plano y cubiertas por varias losas, generalmente dos. El ajuar funerario en ellas o no existe o es muy pobre: en una apareció una «lágena»
de barro, y en otra un arete de cobre o bronce posiblemente de un pendiente o fíbula. A unos 5
metros de una de las sepulturas aparecieron restos de un muro de mampostería de 0,65 m. de
grueso y que hacia el S.O. formaba ángulo recto; es posible que pudiera formar parte de un
recinto que delimitase, bien el conjunto de la necrópolis, bien el terreno acotado para una serie de
tumbas. En el caserío de la finca se han hallado en ocasiones restos de «tegulae» o tejas planas y
otros materiales de construcción: allí posiblemente estuvo el edificio de la «villa» a que
corresponden los enterramientos aparecidos.
De los siglos V y VI también existen restos materiales. Es el caso de un par de vasijas de
barro expuestas en el Museo Arquelógico Provincial de Sevilla, de las que ignoramos el lugar
exacto en que fueron encontradas. Igualmente pertenecen a este momento histórico dos lápidas
cinerarias, de las que desconocemos su depósito actual, cuyas transcripciones fueron publicadas
por HUBNER en «Inscripciones Hispaniae Christianae». Se refieren dichas lápidas a los
enterramientos de dos niños, Servandus y Licinia, de cuatro y once años, respectivamente, y se
fechan en los años 527 y 528 de la Era. Como en los casos anteriores, tampoco tenemos
referencia del lugar donde fueron halladas.
Durante estos últimos siglos, parece que el antropónimo con el que se designaba a los
habitantes de la zona era el de «Hermandici Emanici».
NOTAS
(1) RAMOS, Manuel. «Cazalla de la Sierra. Apuntes sobre su Historia Monumental y Artística».
Revista de Cazalla. 1972.
(2) GÓMEZ GONZÁLEZ, Javier y otros. «Sevilla en la época romana». En Sevilla y su
Provincia. Ed. GEVER. Tomo II. Pág. 158.
(3) HERNÁNDEZ DÍAZ, José, y otros. Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de
Sevilla. Sevilla,1939-1955.
(4) COLLANTES DE TERÁN, Francisco. «Tumbas de la época romana en Monsalvete (Cazalla)».
Revista de Cazalla, 1952.
LOS TIEMPOS MEDIEVALES
Es bajo lo islámico, cuando Cazalla de la Sierra va a dar importantes pasos para llegar a
configurarse en la localidad que hoy podemos conocer.
En primer lugar su propio nombre. Sobre su origen existen diversas teorías: unos hablan de
KALA, otros de CAZABA, etc. Pero quizás las más válida podría ser aquélla que establece su
evolución a partir del vocablo latino CASTELLA, que por «mozarabización» ha derivado en
CASTALLA («QASTALLA» es el nombre que dan los cronistas árabes a Castilla, mera transcripción
del nombre latino-romance al árabe). Como CASTALLA aparece en la «Primera Crónica General», y
de ahí directamente en CAZALLA (1). Cómo se ha producido la evolución de la que estamos
hablando queda constatado en las obras de José Mª de MENA (2), Alonso ZAMORA VICENTE (3) y
Ramón MENÉNDEZ PIDAL (4).
Igualmente, será en este período cuando Cazalla conozca su más sólido y definitivo
asentamiento, que surge a partir de la formidable fortaleza de traza almohade, cuyos restos están
presentes en una puerta formada por dos arcos de herradura apuntados dentro del alfiz, entre los
que hay una bóveda de cañón rebajado. Según Hernández Díaz las primeras hiladas del arco
exterior son horizontales, empezando el dovelado a unos dos tercios de su altura. Esta puerta, en
la actualidad da acceso al corral de la iglesia parroquial, en cuya torre, y sirviendo de base a la
ampliación de la misma, se ven claramente dos almenas pertenecientes a un torreón de la muralla
del castillo. Los demás restos son trozos de lienzos de muralla y cimientos, sobre parte de los
cuales se edificó la que fue cárcel del Partido Judicial, construida totalmente dentro del recinto de
la antigua fortaleza (5).
Es posible que algo más tarde se desarrollara en torno a la mencionada fortaleza, en dirección
Este, el arrabal del AZAHIN (topónimo que aún perdura), que corre paralelo a las Huertas del Moro
o del Azahín (6).
[Plano del trazado hipotético del Castillo de Cazalla de la Sierra (Tomado de RAMOS,
Manuel. «Cazalla de la Sierra. Apuntes sobre su Historia Monumental y Artística». Revista de
Cazalla, 1972)]
La Cazalla de esta época musulmana, concretamente bajo la autoridad del Estado Cordobés,
perteneció al distrito administrativo o «cora» de Firris, la cual abarcaría aproximadamente lo que
es hoy toda la Sierra Morena sevillana, situada al Oeste de Fash al-Ballut o «Campo de las
Encinas» (Sierra Morena de Córdoba) y al Sur del distrito de Laqant (Fuente de Cantos, Badajoz).
Autores árabes de la época, como al-Razi, nos dan interesantes datos sobre los recursos con
los que contaban los habitantes de la zona. Así, nos dice que entre septiembre y primeros de
octubre se comenzaban las labores y las siembras, y que existían importantes campos de cereales.
Nos hablan también de la abundancia de molinos de grano (posiblemente los de la Rivera de
Huezna). También resaltan los cronistas musulmanes la riqueza maderera y las numerosas
variedades de árboles, tales como el castaño, el avellano y el cerezo. Asimismo, hacen mención a
minas de hierro y, posiblemente, de plata y a canteras de mármol blanco (7).
Años antes de la conquista de la ciudad de Sevilla, entre 1246 y 1247, Cazalla es incorporada
al Reino castellano-leonés. Como dice Mercedes BORRERO al respecto, «hay un hecho común en la
acción reconquistadora de las zonas serranas (del antiguo Reino de Sevilla), y es que, salvo raras
excepciones, se las conquista sin lucha. Es decir, son territorios tardíamente incorporados al Reino
castellano y su sumisión se debió, por decirlo de una manera plástica, al cerco. Esta forma de
conquista pudo tener muy bien su razón de ser en la propia dificultad que la región tenía para su
penetración desde Castilla» (8). A partir del cerco llegaron las capitulaciones o acuerdos de
rendición, que entre otras cláusulas recogían la posibilidad de permanencia de la población
residente. Este fue el caso de la vecina Constantina y, de igual modo, pudo haber ocurrido en
Cazalla.
En 1253, Alfonso X concedía al Concejo de Sevilla por término, entre otros lugares, a Cazalla,
que en 1260 recibía el fuero toledano (9). No obstante, el 21 de noviembre de ese mismo año, y
por privilegio del monarca castellano, Cazalla pasaba a poder del Arzobispo D. Remondo y del
Cabildo Catedralicio. Según los autores del Catálogo (10), esta medida debió dar origen a pugnas
entre los dos Cabildos (el catedralicio y el municipal), pues más tarde dos nuevos privilegios de
Alfonso X (del 16-XII-1279 y del 11-1-1280) vuelven a ratificar la permuta efectuada por ambos
Cabildos sobre la villa y castillo de Cazalla, que definitivamente pasará a manos del Concejo,
cediendo éste a cambio la villa de Almonaster. (Estos privilegios se encuentran en los Archivos de
la Catedral y del Ayuntamiento de Sevilla).
Queda, pues, Cazalla dentro de la Tierra del Concejo de Sevilla, en calidad de concejo
semiautónomo, cuyos emblemas (dos aves, que parecen ser palomas, y un castillo) quedan
reflejados en su sello. Su castillo no figura entre aquéllos en los que el Concejo de Sevilla tenía la
facultad de nombrar alcaides, contenidos en los Ordenamientos de Alfonso XI. Dada la pobreza
relativa de la zona (en relación con las ricas tierras de campiñas incorporadas en el siglo XIII),
Cazalla hubo de tener una repoblación más bien tardía. Asimismo, podría haber sufrido una cierta
recesión demográfica con la expulsión de la población mudéjar autóctona, en sintonía con lo
ocurrido con la villa de Constantina. Juan de MAL-LARA, entre la historia y la leyenda, nos dice que
«era un lugar desierto, cuando se ganó la sierra del poder de Moros que la tenían sin título o
nombre más de que había una fortaleza antigua, toda derribada y las paredes della levantadas»
(11). Para el tiempo del Rey D. Pedro, a mediados del siglo XIV, este mismo autor nos da la cifra
de sesenta vecinos.
Para la primera mitad de este siglo XIV se conservan interesantes descripciones de los
montes de la zona, ricos en caza mayor, con presencia de osos, en el famoso Libro de la Montería
de Alfonso XI (12).
Parece ser que es por esta época (al filo de 1350) cuando tiene lugar la construcción de la
primitiva iglesia mudéjar, base del actual templo parroquial, de la que aún se conservan, además
del ábside poligonal, unos tramos de arcadas a los pies y la torre fachada. Según D. José
GUERRERO LOVILLO «como el castillo poseía sólo una puerta de acceso, abierta en lado de
poniente, se abrió una segunda puerta en la muralla, mudéjar y abierta al este, con probable
intención de facilitar el acceso a la iglesia desde el otro sector del pueblo, el más antiguo, el barrio
de la Villa» (13).
Ya en la primera mitad del siglo XV se observa un paulatino crecimiento demográfico que en
la segunda mitad se hará más intenso. El padrón de cuantías de vecinos de 1430 recoge una cifra
de 407 vecinos (unas 2.000 almas) (14), siendo la villa más poblada de la Sierra sevillana. En
relación con ello, el casco urbano seguía desarrollándose fuera de los muros del castillo, ahora en
dirección Oeste, hacia la actual Plaza del Concejo, a lo largo de la cañada que discurría
transversalmente por la ladera norte de la fortaleza. Por estas fechas podría haber estado
conformada ya la Judería, nombre con el que se conoció, hasta bien entrado el siglo XX, la actual
calle Virgen del Monte.
Desde el punto de vista económico, el sector ganadero tenía una gran importancia en la
zona, ligado al aprovechamiento de los pastos y bosques comunales. En este sentido, hay que
recordar los constantes incidentes y litigios en los que se ven envueltos los cazalleros con sus
vecinos de la Tierra del Maestre de Santiago (Fuente del Arco), a principios del siglo XV, entre los
años 1402-1403, en disputa por las «yerbas» posiblemente de los Llanos de Santiago, llegando a
tomar los «santiaguistas» en prenda la boyada de los de Cazalla (15). También tuvieron gran
significación económica una agricultura de extensas rotaciones y las explotaciones colmeneras,
actividades que serán reguladas desde época muy temprana, sobre todo las relacionadas con —los
procedimientos de rozas y quemas de monte bajo.
Desde mediados del siglo XV, el auge demográfico y económico de la villa es fácil de
constatar. Sobre todo pasados los episodios de las disputas entre los bandos del Duque de
Medinasidonia y del Conde de Arcos (Casas de Guzmán y Ponce de León), entre los años 1471 y
1474.
En efecto, la población, en un espacio de casi cincuenta años, está a punto de doblarse,
alcanzándose en torno al año 1480 la cifra de 703 vecinos (algo más de 3.500 habitantes) (16).
Este aumento de pobladores está lógicamente ligado a la buena coyuntura agraria que vive la
zona. En el sector cerealístico la mayor cosecha de estos últimos años del siglo XV se alcanza
en 1479, que supera las 17.000 fanegas, según las estadísticas del diezmo eclesiástico (17).
Pero será el sector vitícola el que indiscutiblemente marque la pauta en el crecimiento que
estamos describiendo. Según D. Miguel Angel LADERO la cosecha de 1494 alcanzó un valor de
2.322.000 maravedíes, lo que a un precio de 31 mrs. por arroba, suponen unas 75.000 arrobas,
ocupando valores muy cercanos a los de Jerez y Sanlúcar, mayores productores del antiguo Reino
de Sevilla.
Relacionado con este desarrollo de la vid y con la producción vinícola, se registra cada vez
más la presencia de hacendados y comerciantes foráneos en nuestras tierras, como es el caso de
Francisco de Bobadilla, arcediano de Canarias, según queda reflejado en un documento del Archivo
Municipal de Sevilla, en el que solicita al Concejo sevillano le sea devuelto el depósito que había
hecho en la Alhóndiga para poder sacar tres cargas de pez con destino a su hacienda de Cazalla de
la Sierra (18).
Pero no es sólo la actividad agraria lo importante dentro de la economía de Cazalla de la
Sierra. También fueron muy rentables y de explotación constante los molinos de la rivera de
Huezna, como lo demuestran las cuentas de propios del Concejo de Sevilla.
Lo mismo podría decirse de la actividad comercial. En efecto, como apunta LADERO «el
almojarifazgo concejil (a menudo una imposición sobre primera venta de una ‘veintena’ -5%-,que
podemos asimilar a las ‘alcabalas viejas’ , y en ningún caso pagaban los vecinos del lugar donde
se efectuasen las ventas), entre 1486-1502, en Cazalla se mantuvo en un importe en torno a los
30.000 maravedís» (19).
Por otra parte, debido a la importancia que la zona poseía como punto de comunicación con
Extremadura en Cazalla de la Sierra, al igual que en Alanís y en Constantina, se cobraba un
importante «portazgo».
Por último, cerrando el capítulo medieval y abriéndose una nueva etapa histórica, al compás del
proceso repoblador de las tierras de Cazalla ya comentado, van haciendo su aparición algunas
fundaciones monásticas, como es el caso de la Cartuja de Santa María de la Concepción, entre
1479-1483. Esta se instala en un antiguo «Castillejo», que domina el amplio valle por el que
transcurre el regajo así llamado. Las edificaciones del mencionado convento no comienzan hasta
1503, fecha en la que la Cartuja de Sevilla le concedió la última y más importante de sus
donaciones, consistente en tierras y huertas en el término municipal de Guillena, con lo que el
monasterio podría asegurarse su sustento. Al año siguiente, en 1504, es designado primer prior D.
Bartolomé Guerrero (20).
NOTAS
(1) CARMONA GRANADO, Antonio. «El Pueblo, sus calles, sus nombres». Revista de
Cazalla,1983. Págs.87 y ss.
(2) MENA, José Mª. de. La Pronunciación sevillana. Sevilla, 1975. Pág.47.
(3)
ZAMORA VICENTE, Alonso. Dialectología Española. Ed.Gredos. Madrid, 1974. Pág. 27.
(4) MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. Manual de Gramática Histórica española. Espasa-Calpe.15.
edic. Madrid, 1977. Pág. 24.
(5)
HERNANDEZ DÍAZ, José, y otros. Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia
de Sevilla. Sevilla, 1939-1955.
(6)
El origen y significado de este topónimo nos es totalmente desconocido. En la
documentación de finales del siglo XVI aparece con la grafía «ASSAIN» o «ASSAYN».
Pudiera tener alguna relación con la palabra árabe «assamm» y hacer referencia a los
«zaínos» o «gente de piel morena». Sería el equivalente a la «Morería» de la vecina
Constantina... Son simples divagaciones.
(7) Referencias tomadas de Historia de Andalucía. Ed. CUPSA-Planeta. Barcelona, 1980.
Tomo 1. Págs. 291-323.
(8) BORRERO, Mercedes. «Un concejo de la tierra de Sevilla: Fregenal de la Sierra (siglos XIIIXV)». Revista Archivo Hispalense nº 183. Excma. Diputación de Sevilla. Sevilla, 1977. Pág.4.
(9) GONZÁLEZ JIMÉNEZ Manuel. «Orígenes de la Andalucía Cristiana» en Historia de
Andalucía. Ed. CUPSA-Planeta. Barcelona, 1980. Vol. II. Pág. 270.
(10) HERNÁNDEZ DÍAZ y otros. Ob. cit.
(11) MAL-LARA, Juan de. «Recibimiento que hizo la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de
Sevilla a la C.R.M. del Rey Felipe II, N.S.» Impreso en Sevilla. 1570.
(12)
JIMÉNEZ CUBERO, Salvador. «La Montería en las Sierras de Cazalla, en el siglo XIV».
Revista de Cazalla, 1989.
(13)
GUERRERO LOVILLO, José. «La Iglesia Parroquial de Cazalla». Revista de Cazalla, 1972.
(14)
Según estudios de COLLANTES DE TERÁN, Antonio, en Historia de Andalucía. Ob. cit. Vol.
III, pág. 84.
(15)
Archivo Municipal de Sevilla (A.M.S.). Papeles del Mayordomazgo. 1402-3:18-51-64-6997.
(16)
COLLANTES... Ob. cit., pág. 84.
(17)
LADERO QUESADA, Miguel Ángel, y Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ. Diezmo eclesiástico y
producción de cereales en el Reino de Sevilla (1408-1503). Universidad de Sevilla. Sevilla,
1979. Anexo: Cuadro III.
(18)
A.M.S. Sección 16.’ 859.
(19)
(20)
LADERO QUESADA, Miguel Ángel. Los mudéjares en Castilla y otros estudios de Historia
Medieval Andaluza. Capítulo «Los propios de Sevilla (1486-1502)». Universidad de
Granada. Granada, 1989. Pág. 327.
Más información sobre el tema en CUARTERO Y HUERTA, Baltasar. Historia de la Cartuja
de Santa María de las Cuevas, de Sevilla, y de su filial de Cazalla de la Sierra. Real
Academia de la Historia. Madrid, 1950-4. Tomos 1-II.
TIEMPOS DE RIQUEZAS: EL SIGLO XVI.
Siguiendo la tendencia que venía apuntándose desde el siglo anterior, el XVI parece ser la
época en que Cazalla de la Sierra va a alcanzar sus más altas cotas de desarrollo: la demografía,
la economía, el urbanismo, el arte..., así lo atestiguan.
El número de pobladores no dejó de aumentar a lo largo de toda la centuria, llegándose a
alcanzar cifras superiores a las que el municipio tiene en la actualidad. Los máximos parecen
lograrse en las décadas de los años setenta y de los ochenta, con cotas próximas a los 7.000
habitantes.
Es por este crecimiento por lo que Cazalla, desde época temprana, envía una numerosa
emigración a las Indias. Ofrecemos a continuación una muestra de la prolija nómina de cazalleros
que viajaron al nuevo continente:
— MARÍA HERNÁNDEZ, hija de Alonso González y Alegre Hernández. Pablo de Ledesma,
Gonzalo de Cazalla y Pablo y Jorge (esclavos). Año 1512.
— FRANCISCO SÁNCHEZ, hijo de Hernán Martin de Guadalcanal y Juana Martín de Abad
(1513)
— JUAN GALIANA, hijo de Juan Sánchez Galiano y de Elvira Sánchez de Aguilar (1515).
— JUAN TELLO, hijo de Francisco Tello y de Catalina Martínez (1513) (1).
— Diego CABALLERO EL MOZO marcha a Santo Domingo en 1524, como soldado.
- Diego GALLEGO se va a Puerto de Nombre de Dios, en América Central, también como
soldado.
- Antonio RODRÍGUEZ DE CAZALLA se marcha en 1536 y participé como soldado en la
conquista de Nueva Granada.
— En la expedición del Río de la Plata también estuvieron presentes algunos cazalleros como:
Alonso de AGUILAR, su hermano Francisco y su primo Juan; Juan y Francisco ARANDA, Francisco
FERNANDEZ CASTILLEJO, Nicolás CABRERA, Diego GARRIDO, Juan HEREDIA, Cristóbal MUNOZ,
Alvaro PALACIOS, Salvador SALINAS; Juan y Cristóbal SALMERÓN; etc.
— Francisco SÁNCHEZ BARANDERO, sacerdote, que pasó al Río de la Plata para evangelizar.
— Alonso CALVO, que va en 1540 a Méjico con otros paisanos (2).
A finales de siglo todavía continuaba el flujo migratorio indiano:
— Pedro FORERO, hijo de Bartolomé Sánchez de Uznaga y de Teresa Forero, criado de D.
Femando de la Cueva y Escobedo, Gobernador de Costa Rica. Pasa a Costa Rica en la nao «Maese
Diego Escobedo». Flota General Sancho Pardo (A.G.I. Contratación 5.538. Lib.I.F. 214v as.11). 8Febrero-1594.
— Francisco HERNÁNDEZ SANTANTÓN, hijo de Bartolomé Sánchez de la Ollera, soltero,
criado de D. Miguel García, clérigo presbítero. Pasa a cualquier parte de las Indias en la nao
«Maese Antón Ramírez». Flota General Sancho Pardo (Idem. Lib. III, f. 207, as. 6). 7 de Marzo de
1594.
— Diego del CASTILLO, hijo de Lope Sánchez y de Catalina del Castillo. Se despachó a la
provincia de Veragua, soltero y criado de Iñigo de Aranzu (Gobernador y Capitán General de dicha
provincia). Nao «Maese...» (Idem. Lib. III, f. 207, as.6) 5 de
Febrero de 1594.
— Doña Isabel de TORRES, hija del Dr. (Licenciado, testado) Bartolomé de Torres y de D.ª
Ana Núñez. Pasa a Honduras a hacer vida maritable con Tomás de Carmona, su marido, residente
allí. Lleva consigo a D. Lucía de Torres, su hermana, soltera. Flota General Sancho Pardo 1594.
(A.G.I. Li. 1, f. 158v, as. 6). 27 de Junio de 1594 (3).
De todos los que hicieron las Américas durante este siglo, unos alcanzarían mayor notoriedad
que otros. De entre los que se encontraron en el primer caso habría que destacar a:
ALONSO DE CABRERA, nacido en Cazalla, en tomo a 1517, no se sabe exactamente la fecha.
Participante en la expedición de Orellana al Amazonas (1542), siendo uno de sus once
supervivientes. En los relatos de Francisco de Isasaga (escribano de la expedición) se habla de él
como de un hidalgo de Cazalla, de 24 años. Dichos relatos le confieren un notable valor y amor al
riesgo.
Según habla de él Ricardo MAJÓ FRAMIS (4) terminó sus días en América:
«Nótase a un tal Alonso de Cabrera, nacido en Cazalla, perseguido por Pedro de Puelles en Quito
cuando hubo regresado de esta expedición amazónica y que estuvo en Xaqui Xaguana, contra
Gonzalo de Pizarro. Era viejo, vecino de Cuenca en Indias, hidalgo, orgulloso y pobre, después de
haber pesado el oro en balanzas quintanas, más aptas para pesar el cobre o el hierro. El rey le
otorgó una pensión de 800 pesos de oro. Era soltero, un soltero anciano, especie de célibe
dedicado toda la vida a los amores de su espada». Sobre su vida se conserva un Escrito de
Peticiones a los poderes reales, en el que se hace mención de las hazañas realizadas por Cabrera,
y que tiene fecha de Agosto de 1569; de él se hizo una transcripción completa en la Revista de
Cazalla de 1953 (5).
PEDRO LÓPEZ DE CAZALLA. En el diario «ABC» de Sevilla de 3-5-1958 (6), José María OSUNA
se hacía eco de un artículo aparecido en el periódico «El Comercio», de Lima. En dicho artículo se
menciona una especie de «certamen» destinado a estimular la explotación vitivinícola en el Perú,
celebrado en el año 1560. En él se premiaría con dos barras de plata de a 300 ducados cada una a
aquél que lograse obtener vino por primera vez en el nuevo continente. El agraciado que consiguió
el tan perseguido propósito fue Pedro LÓPEZ DE CAZALLA, de la «Hacienda MARCAHUASI», cerca
del Cuzco. A partir de aquí, nada se sabe de los antecedentes de este personaje, que viene
considerándosele como natural de Cazalla y primer bodeguero peruano. Hoy es mayor su fama, al
menos local, que el nivel de las investigaciones sobre su persona.
DIEGO GÓMEZ CHACÓN, hijo de Hernando y Violante, nació en Cazalla de la Sierra entre los
años 1610 y 1630, siendo bautizado en la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de Consolación. En
tierras americanas llegó a ocupar el cargo de Alcalde de Yucatán, resaltando en su tarea la
construcción de un importante camino (que aún subsiste), a través del cual quedaron para
siempre unidas las provincias de Yucatán (México) y Guatemala. Hay referencia documental de la
celebración de su matrimonio en la Iglesia Parroquial de San Miguel, de Marchena, y del
nacimiento también en Marchena de un hijo al que le fue impuesto el nombre de Rodrigo (7).
Otros muchos se quedan en el tintero, pero tanto porque rebasarían las pretensiones de este
trabajo como porque haría falta un estudio más exhaustivo sobre el fenómeno, cerramos aquí las
líneas dedicadas a la emigración americana.
No obstante, durante este siglo XVI no todo es emigración. Cazalla también se convierte en
receptora de gentes venidas de fuera, aunque en este caso no por propia voluntad. Nos referimos
a la inmigración de moriscos procedentes del Reino de Granada, que tras su expulsión de aquel
lugar por las revueltas de 1568, vinieron a parar a esta villa. Este fenómeno queda constatado en
una inscripción de Bautismo del Archivo Parroquial (8).
El final del siglo, en cambio, traerá la tendencia demográfica contraria, es decir, descenso del
número de pobladores. Este hecho se refleja en la caída de los nacimientos. Esta tendencia
negativa se mantendrá prácticamente a lo largo de la primera mitad de la siguiente centuria.
Desde el punto de vista económico, Cazalla de la Sierra conocerá en este siglo XVI una
coyuntura favorable, basada, entre otros factores, en las altas ganancias generadas en tomo a la
producción vitivinícola.
Efectivamente, el comercio americano estaba ocasionando una gran demanda de caldos, lo
que atrajo a nuestra zona a avezados mercaderes-exportadores, que a su vez se convertían en
cosecheros, y que estaban, en ciertos casos, ligados a los sectores eclesiásticos de la ciudad de
Sevilla. Familias como los Vera, Céspedes, Calvo, etc. pueden considerarse claros ejemplos de
este fenómeno (9).
A partir de las cuentas decimales del Atlas de Pierre PONSOT se observa que las mayores
cifras de producción vinícola tienen lugar a mediados del siglo, concretamente entre los años 1545
y 1574. En casi todos los años de ese período se registran valores decimales superiores a las
20.000 arrobas. El año de mayor recaudación es precisamente el de 1574, en el que el diezmo
asciende a 7.074.685 maravedíes, que es el valor de 83.231 arrobas de vino. Cifras como éstas
jamás volvieron a repetirse en la historia económica de Cazalla. Por lo general, es raro el año de
este siglo en el que la recaudación decimal desciende las 10.000 arrobas.
Por otra parte, las altas tasas de beneficios que se alcanzaban en la comercialización del vino
nos la refiere Tomás de MERCADO, quien nos dice que «el vino puesto en Cazalla, do vale dos
reales la arroba lo venderán a cinco como se lo paguen en Tierra Firme o en México», apuntando
que esas ganancias excesivas no podían justificarse ni por los costes de fletes que hubieran de
pagar los comerciantes ni por los nesgos de la mar que hubieran de sufrir: «cincuenta pipas de
vino entregadas en Cazalla valían, a quince cada una, setecientos ducados. Véndenlas a treinta
pagados en Nueva España, lo cual excede mucho lo que costana asegurar las pipas de ida y plata
de vuelta» (10). Como dice A. M. BERNAL el negocio del vino movió importantes caudales y dejó
los más sustanciosos que se repartían cosecheros y comerciantes vinculados con Indias.
Ahora bien, no toda la economía cazallera participaba de estos rasgos mercantilistas, puesto
que amplios sectores aún se desenvolvían en un proceso productivo dirigido fundamentalmente al
autoconsumo y al abastecimiento de un mercado comarcal o simplemente local.
Aun así, es a resultas del negocio vinatero por lo que se ven surgir en los campos de Cazalla
a lo largo del siglo XVI y siguientes, monumentales haciendas cuyas edificaciones magnificaban la
vida rural. Los estudios de Juan AGUDO lo ponen de manifiesto (11). Gran número de ellas poseen
intactas sus estructuras y muchos de sus elementos. «Castañarejo», «El Inquisidor», «Tres
Vigas», «El Molino del Marqués», «El Molino del Monte», «El Bonito» y tantas otras, imposibles de
enumerar aquí, son muestras exactas de esos emporios vitivinícolas que plagaron la sierra
cazallera. Todas son dignas de ser visitadas, restauradas y conservadas para bien y prestigio de lo
rural, dado su enorme valor etnográfico. La mayor parte de ellas contaban con lagares de viga,
lagareta e importantes bodegas y, en algunos casos, con calderas para la quema de vinos (cuando
los excedentes lo permitían) y alambiques para la posterior obtención del aguardiente. Estos vinos
de Cazalla gozaron de gran fama, siendo objeto de constantes citas en las obras de la literatura de
nuestros clásicos (Cervantes, Lope de Vega, etc.). José María OSUNA, Antonio MERCHÁN y José
María MARTÍN CORNELLO han dado perfecta cuenta de ello en sus artículos de la Revista de
Cazalla y en otras publicaciones.
Pero no solamente son los campos, el casco urbano también alcanza por estos tiempos una
notoria expansión y engrandecimiento, tanto cuantitativo como cualitativo.
Desde el punto de vista de la extensión, durante este siglo, Cazalla de la Sierra habrá de
rebasar los cursos de agua (los que hoy corren por nuestras alcantarillas) que parecían
encorsetarla en época medieval. Así, se construye todo un arrabal de nueva planta al N.O. de la
villa, de gran superficie, siendo necesario atravesar el arroyo del Ejido (que corre en dirección
Norte-Sur) para llegar hasta él desde el centro de la población. Nos referimos al Barrio Nuevo, de
gran belleza y sencillez, con trazado ortogonal, que trepa por ladera de fuertes pendientes en
busca de las aguas de la Fuente también llamada Nueva.
Del mismo modo, la población crecerá hacia el Norte y N.E., aunque de una manera menos
brusca que en el caso anterior, con la construcción de amplios complejos de edificaciones
religiosas:
Convento de Madre de Dios (12), actualmente de Hermanas de la Doctrina Cristiana, cuyas
dependencias ocuparían en otros tiempos, posiblemente, toda la manzana de edificios que hoy se
encuentra delimitada por las calles Llana, Velarde, Ejido y Andalucía.
Convento de San Diego (13), también conocido como de San Francisco, por albergar en él a
una comunidad de religiosos de la Orden Tercera, que posteriormente sería llamado de «Los
Diezmos», por haber tenido seguramente alguna relación con el cobro o recaudación de este
impuesto. Poseía un extenso cortinal, cuyas huertas regaban aguas procedentes de la Recacha.
Monasterio de Santa Clara (14), ya extramuros e inmediato a la villa, construido junto a la
pequeña ermita de San Ginés, hoy del Carmen (15).
También se extiende la villa hacia el N.E., originándose un plano semirradial aproximado, en
esta zona, cuyo centro queda establecido en las dos salidas («Llanillo» y «Pozo Pozuelo») de los
caminos que llevan al Valle de la Rivera de Huezna, y cuyos radios serían las calles de San
Francisco, Baño, Pedraza (actual Andrés Muñoz), Guzmán (actual «Los Nenes»), Cuesta del
Pozuelo y Cuesta del Vicario, todas ellas enlazadas por ejes transversales o «travesías».
Pero no sólo es extensión lo que consigue el casco urbano de Cazalla durante este período.
Será también monumentalidad y belleza. Muchos espacios intraurbanos son objeto de
remodelación y de profundas reformas.
El caso más sobresaliente es el de la iglesia parroquial: si a una posible mezquita se le había
superpuesto una iglesia gótico-mudéjar en el siglo XIV (como señalábamos en líneas anteriores),
ahora ésta, a su vez, en el siglo XVI servirá de base para que, a partir de ella, se eleve un
grandioso templo renacentista. Martín de Gainza, cantero de origen vasco, había servido como
aparejador a las órdenes de Diego de Riaño desde 1529 en las obras de la Catedral de Sevilla. En
1535, una vez muerto el maestro, fue él quien tuvo que hacerse cargo de completar las obras
inconclusas, precisamente en las partes más comprometidas como eran las cubiertas. Fiel a las
trazas establecidas, terminó, de manera singular, la cubrición cupulada de la Sacristía Mayor.
«Estrechamente relacionada con esta Sacristía Mayor, la iglesia nueva de Cazalla de la Sierra se
comenzó en 1538, completándose dos tramos con planta de salón y bóvedas reticuladas en
cuadrados y rombos... derivadas de las laterales del presbiterio de la Sacristía Mayor de la
Catedral de Sevilla, junto con pilares de estirpe siloesca..., consiguiéndose uno de los espacios
más bellos del renacimiento andaluz. Probablemente Gainza llevó a cabo una vez más el proyecto
del maestro Diego de Riaño» (16).
El Convento de San Agustín se fundó por los años de 1588 en una ermita nombrada de Ntra.
Sra. de la Soledad (17) «y se ignora qué fue la causa de desamparar este nuevo convento, pues
en el año de 1612 se pasaron a la casa del Conde de Cantillana, que se la cedió a los religiosos
agustinos, quedándose el expresado conde con el título de patrono» (18).
Es posible que la iglesia-ermita de San Benito se construyera también por estos años finales
del siglo XVI, aunque hay quien la localiza a principios del XVII (19). En ella tenían lugar
numerosos oficios religiosos durante los primeros días del mes de Mayo, por celebrarse en sus
alrededores (el Campo del Moro), por estas fechas, importantes ferias y mercado ganadero, de
gran trasiego y muy visitados por forasteros (20).
En el terreno de las ideas, en el siglo XVI, la gente de Cazalla estuvo inserta en los
movimientos y corrientes de la época: jerónimos, mínimos, heterodoxia, alumbrados,
misticismo..., parecen conformar un panorama de ebullición y controversia intelectual.
No conocemos la relación que pudieron haber tenido con nuestra localidad los individuos de la
familia Cazalla ajusticiados por la Inquisición toledana, ni el consejero erasmista de Carlos V Dr.
Cazalla. Pero sí que Juan de CAZALLA, escritor místico nacido en nuestra población, publicaba en
1528 en Sevilla un libro titulado «Lumbre del Alma», aunque desconocemos si tuvo alguna
relación con los «alumbrados».
Sí está clara la participación en el movimiento iluminista del Dr. Cristóbal Mejía,
clérigo vecino de Cazalla, que se verá envuelto en los procesos del Tribunal del Santo
Oficio que tuvieron lugar en la cercana Llerena entre los años 1574 y 1578 (21).
Nombrar también a Francisco TAMAYO, eminente orador, mínimo, autor del libro «De las
grandezas y prerrogativas de Jesucristo», vertido al francés por J. Baudonus, publicado en Lyon en
1615 y en Madrid en 1614 (22).
Por último, citar a Juan Zamorano, jesuita, teólogo y jurista, y a una de las cumbres del
misticismo sevillano, la clarisa María de la Antigua, nacida en Cazalla en 1566, autora de
«Desengaños de Religiosas y Almas que tratan de la virtud», «Arte de Bien Morir» y de más de
1.300 cuadernos (23).
NOTAS
(1) Tomado de LORA GÓMEZ, Carlos. Alanís en la Historia y en la leyenda. Cap. «Aportación
de la Sierra Norte a la Colonización de América». Alanís, 1989. Págs. 120-1.
(2) Extraídos de la conferencia pronunciada por José María de MENA en Abril de 1991 en la
Biblioteca Municipal de Cazalla, con motivo de la clausura de la Feria del Libro de ese año.
(3) En CASTRO Y TOSSI, Norberto de. «Aportación de Cazalla a la Colonización de CentroAmérica». Revista de Cazalla, 1951.
(4) MAJÓ FRA1MIS, Ricardo. Vida de los Navegantes y Conquistadores españoles del siglo
XVI. Ed. Aguilar. Tomo 1.
(5) Más referencias sobre ALONSO DE CABRERA en las Revistas de Cazalla de 1950 y 1970.
(6) Reproducido por dos veces en las Revistas de Cazalla de 1958 y 1976.
(7) Datos procedentes de la Revista de Cazalla de 1948.
(8) Textualmente la inscripción de bautismo dice: «En viernes veinte y nueve de Diziembre
de mill y qº y setenta años baptizé yo Juan Garçia de Cantos clérigo cura en esta Sancta Yglesia de
Nª Sª de Consolación desta villa de Caçalla de la Sierra a Petronila hija de los moriscos q/ su mag.
enbió a este pueblo. No se supo quien era su padre ni madre, críala María de Real moça q/ fue y
esclava de Jº de Real el Viejo, fue su padrino francisco garçia odrero hijo de roy Garçia de Alanís.
Testigos: Lorenço Nuñez clérigo maiordomo y Jº Baptista sacristan todos vecinos desta dicha y’ de
Caçalla». A.P.C.S. BAUTISMOS. Libro 2, año 1570, fol. 217.
(9) En GARCÍA FUENTES, Lutgardo. «Cien familias sevillanas vinculadas al tráfico indiano
(1650-1700)». Revista Archivo Hispalense nº 185. Excma. Diputación Provincial de Sevilla. Sevilla,
1977. En pág. 53: «VERA, Pedro de. -Canónigo de la Catedral; hijo de D. Andrés de Vera y Montes
de Oca y Doña Elena Vera Lora, ambos de Cazalla de la Sierra. Sus abuelos tanto maternos como
paternos, también eran de Cazalla (*). Exportó vinos en las décadas de 1660 a 1680, en
cantidades que ascendieron a 9.502 arrobas». En «Notas biográficas de exportadores...».
(*) Archivo de la Santa Iglesia Catedral. Letra P. NY 35.
(10) Citado en BERNAL, A.M. Historia de Andalucía. Ed. CUPSA-Planeta. Barcelona, 1980.
Tomo IV. Pág. 252.
(11) AGUDO, Juan, en VARIOS AUTORES. Sevilla y su Provincia. Ediciones GEVER. Sevilla,
1983.
(12) «La iglesia es de una sola nave dividida en cinco tramos, cubiertos con bóveda de cañón
con arcos fajones y lunetos, más un presbiterio que presenta una media naranja sobre pechinas.
Dos portadas, de estructura similar y flanqueadas por gruesos pilares, se abren en el muro
derecho. Ambas presentan arcos de medio punto entre pilastras. A los pies del muro se levanta la
espadaño, realizada en ladrillo y formada por dos cuerpos.... El claustro anejo presenta una doble
galería porticada en la que se advierten elementos mudéjares junto a otros de procedencia
renacentista y barroca».
MORALES, Alfredo y otros. Guía Artística de Sevilla y su Provincia. Excma. Diputación
Provincial de Sevilla. Sevilla, 1981. Págs. 567-568.
(13) Dos citas de interés sobre la historia de este convento:
«El convento de padres franciscanos observantes se fundó por los años de 1493 en un
monasterio que hablan desamparado los monjes jerónimos, que se dice fue el primero que tuvo la
orden de San Jerónimo en España. En este dicho convento permanecieron los religiosos
franciscanos 95 años, hasta el 1588, que, habiendo labrado el que al presente tienen, se hizo la
traslación del viejo al nuevo, a quien pusieron por titular San Diego. Lo costeó el pueblo con sus
limosnas y a expensas de corazones piadosos».
En TOMÁS LÓPEZ. Diccionario Geográfico de Andalucía: Sevilla. Edición de Cristina Segura
Graíño. Ed. Don Quijote. Sevilla, 1989. Pág. 53.
«El convento de San Francisco de Cazalla de la Sierra, fue fundado por Diego de Torres,
Maestro de Artes, Catedrático de Salamanca, que falleció el 28 de Diciembre de 1503 y se enterró
en la iglesia del mismo, pero después del milagro obrado en un niño en 1588 le vemos llamarse
«Convento de San Diego», pues a este santo que es San Diego de Alcalá se le atribuye».
(Notas mecanografiadas que en su momento nos pasó el desaparecido Oscar Nogales
Pacheco.)
Desde el punto de vista artístico y arquitectónico la edificación se caracteriza:
«La iglesia está compuesta por una sola nave que se cubre con bóveda de cañón con lunetos,
presentando la capilla mayor planta cuadrada y bóveda vaída... Su espadaño, elevada sobre el
muro de los pies, en el que se abre una portada de esquema clasicista, está realizada en ladrillo,
presenta dos cuerpos, el inferior con vano serliano y el superior flanqueado por volutas con
pináculos, decorándose con labores de cerámica.... El antiguo claustro conventual.., posee arcos
de medio punto sobre columnas toscanas».
MORALES, Alfredo, y otros. Ob. cii Págs. 568-569.
(14) Según Tomás LÓPEZ el Convento de Santa Clara se fundó por los años de 1569 y se
concluyó su fábrica en el año de 1571. Fue fundado por Diego de Almansa y Doña María Gayangos
y Ulloa, según consta en la «Historia de la Santa Provincia de los Angeles....» del Monasterio de
Guadalupe en pág. 565.
La iglesia es de una sola nave con cubierta de bóveda de cañón, bóveda semiesférica en el
antepresbiterio y otra de cuarto de esfera en el ábside. Hoy hace las veces de salón de actos y
biblioteca del nuevo Instituto de Enseñanza Secundaria.
Aun se conserva parte del claustro principal del convento, que presenta dos pisos con
columnas de mármol que soportan arcos de medio punto y escarzanos, encuadrados por alfiz.
(MORALES, A. Ob. cit. Pág. 568.)
(15) «Pequeño edificio de una sola nave, dividida en tres tramos, con capilla mayor
cuadrada. Las cubiertas son bóveda semiesférica sobre el presbiterio y bóveda de cañón con
lunetos y arcos fajones en la nave. A los pies, sobre una sencilla portada adintelada rematada por
frontón roto, se sitúa una espadaño. El edificio pudo ser una primitiva obra mudéjar, a la que
corresponderían los muros exteriores de la capilla mayor que presentan contrafuertes.... »
(MORALES, A. y otros. Ob. cit. Pág. 568.)
(16) VILLAR MOVELLÁN; Alberto. «Arquitectura en Andalucía Occidental. La generación de
Hernán Ruiz El Joven» (Págs. 343-344), en BERNALES BALLESTEROS; Jorge, y otros. Historia del
Arte de Andalucía. El arte del Renacimiento. Urbanismo y Arquitectura. Ed. GEVER. Sevilla, 1990.
Una detallada descripción de los valores artísticos y arquitectónicos del edificio lo encontramos en
el ya citado artículo de GUERRERO LOVILLO de la revista de Cazalla de 1972.
(17) Localizada en la actual calle Iglesia, en ella estuvo (ya en el presente siglo) una fábrica
de sillas de López-Cepero, la primitiva Escuela Profesional y después, en su solar, la residencia de
ancianos que hoy conocemos. Sobre esta primitiva fundación véase mi artículo «Notas sobre la
Historia del Convento de San Agustín de Cazalla de la Sierra» en la Revista de Cazalla de 1988.
(18) LÓPEZ, Tomás. Diccionario Geográfico de Andalucía: Sevilla. Ed. Don Quijote. Sevilla,
1989. Pág. 53. Sobre las características artísticas del edificio ver MORALES, Alfredo, y otros. Ob.
cit. Pág. 568.
(19) MORALES..., Pág 568.
(20) Puede verse al respecto nuestro artículo «San Benito, centro de antiguas ferias». Revista
de Cazalla,1985.
(21) OSUNA JIMÉNEZ, José María. «De nuestro siglo XVI. El episodio de los «Alumbrados» de
Llerena». En Obras Completas. Tomo II. Págs. 132-136. Fundación Blas Infante. Sevilla, 1987.
(22) SERRANO ORTEGA, Manuel. Guía de los Monumentos HistóricoArtísticos de los pueblos
de la provincia de Sevilla. Sevilla, 1911.
(23)
MARTIN CORNELLO, José María. «Sor María de la Antigua (1566-1617). Revista de
Cazalla de 1991.
CAZALLA DE LA SIERRA. SIGLO XVII: CRISIS Y REESTRUCTURACIÓN.
El siglo XVII se inicia dentro de una coyuntura demográfica negativa, que habiendo
comenzado en la última década del siglo anterior continúa hasta tocar fondo, al parecer, en 1649,
año en que la población ya no es superior a los 3.500 habitantes.
El testimonio del Bachiller Francisco de Torres en contestación al cuestionario de Tomás
López, fechable un siglo después, es clarividente al respecto: «Esta villa hacia dos o tres siglos fue
muy populosa; se asegura tuvo más de 120 vecinos, y antes de la peste de 1649, en que quedó
casi del todo arruinada, pasaba de 70 vecinos. Desde dicho año hasta el presente ha ido
aumentando el vecindario...» (1). El presente del Sr. Bachiller era el año 1785.
Dichos datos no parecen corroborados por los que aporta un Padrón de pecheros elaborado
para hacer frente al Repartimiento de los servicios ordinario y extraordinario del año 1649 (2).
Tomando este Padrón con todas las precauciones que son necesarias ante cualquier fuente de tipo
fiscal, hemos de decir que el número de vecinos que arroja es de 749, a los que hay que añadir 73
forasteros y hacendados. De ello resulta, si aplicamos el coeficiente 4,5, un total de 3.370
habitantes. Prácticamente la mitad de los que contábamos para la centuria anterior, por lo que se
puede hablar claramente de una profunda recesión demográfica.
Esta misma fuente documental es de gran validez a la hora de aproximarnos al conocimiento
de la sociedad cazallera de la época.
En dicha relación aparecen hasta 21 individuos del estado de hijosdalgos, que por esta causa
están exentos de contribuir en el citado Padrón. Pertenecen a familias que integrarán la clase
dirigente prácticamente hasta mediados del siglo XIX. Son los Forero de Guzmán, Cerón, Tirado,
Toledo, Calvo, Vargas, Faxardo, Ponce de León, etc.
Es de resaltar también el gran número de viudas que se presentan como cabezas de familia,
lo cual puede tener explicación en el mayor índice de mortandad entre los varones como efecto de
la peste.
En la mayoría de los casos se reseña el oficio y dedicación de los integrantes en el
Repartimiento. Son casi cincuenta los oficios distintos registrados. Abundan los individuos en los
que no se especifica la dedicación (hasta un total de 60). Pero entre las que se apuntan predomina
la de «harriero», seguida de las de zapatero y «remendón», junto a la de hortelano, más atrás
quedan las de sastre, hornero, barbero y carpintero; contando también con buena representación
los albañiles, tenderos, mesoneros, odreros, herreros y herradores, carreteros y cabreros y
cabriteros. Así hasta un total de cincuenta, como ya dijimos.
La crisis de población que sufría la localidad parece estar imbricada en una crisis generalizada
que afecta igualmente al resto de las estructuras. Aunque sobre el fenómeno las hipótesis son
contradictorias, bajo todas ellas subyace la idea de profundos cambios y reestructuraciones que
inciden en nuestro pueblo de la misma manera que en el resto de Andalucía (3).
Por una parte, y siguiendo a L. GARCÍA FUENTES, vemos cómo los vinos de Cazalla, en
particular, y los de la Sierra, en general, vienen siendo desbancados del comercio indiano por los
del Aljarafe. Estos últimos «se impusieron del tal manera que en la segunda mitad del siglo XVII
es muy raro encontrar remesas de caldos que se inscriban como de origen serrano en los registros
de los navíos de las flotas de Indias». Los caldos del Aljarafe estaban gravados con cantidades
inferiores a los de Cazalla porque la aduana de Sevilla los declaraba de un valor inferior al de los
caldos serranos. Así, en 1655, la pipa de vino (unas 27,5 arrobas) de Cazalla se valoraba en
12.000 maravedíes, mientras que la del Aljarafe lo era en tan sólo 9.000. De esas cantidades
habían de deducirse el impuesto de averías y demás. Está claro, por tanto, que los vinos de
Cazalla se encontraron, en estos momentos, con más dificultades para mantenerse en la carrera
de Indias.
Paralelamente a esto, Antonio Miguel BERNAL nos habla de una «ampliación de los viñedos en
la Sierra Norte, no tanto por la demanda de vinos (en lo que coincide con las apreciaciones de
GARCÍA FUENTES), sino por los aguardientes, que aparecen por el desarrollo de los alambiques»
(5). Nosotros no diríamos que aparecen, sino más bien que saldrían del marco exclusivamente
doméstico y de autoconsumo para generar una pequeña industria local. El Repartimiento de 1649
reseñado más arriba anota a un individuo con el oficio específico de aguardentero.
El aguardiente ocupará, en esta segunda mitad del siglo XVII, un capítulo importante en las
exportaciones al Nuevo Mundo, sobre todo a partir de los años setenta. Su precio de tasación en la
aduana sevillana superaba al de la arroba de aceite. Así, en 1655 la arroba de aguardiente tenía
fijado un precio de 308 maravedíes, mientras que la de aceite estaba a 300 (6).
Según BERNAL, el éxito del aguardiente tuvo que ser importante, ya que en 1674 un anónimo
arbitrista proponía se suprimiesen los impuestos que lo gravaban, pues su solo consumo podría
reactivar el sector (7) Hasta qué punto el aguardiente, su producción, tenía cierta importancia en
esta época es algo que está aún necesitado de una profunda investigación a partir de nuestras
propias fuentes documentales.
Por último, reseñar que la vida cotidiana en la segunda mitad de este siglo iba por derroteros
de que:
Aún iban cazalleros a las Indias y quedaban allí como residentes, cual es el caso de D. García
ALVAREZ DE TOLEDO, hijo de D. Juan de Toledo y Golfín y de Doña Francisca de Ortega (8)...
Se vendían oficios públicos, como el caso de Sebastián de LORA VREÑA, que vende su oficio
de «rexidor» a Joseph de PALMA (9)...
Un portugués, D. Antonio AMORÍN Y MATOS, natural de Viana de Camiño, en el Reino de
Portugal, era el administrador del impuesto de los Reales Servicios de Millones (10).
Doña Ana CALVO DE SAN RAFAEL, hija legítima del regidor Melchor VALERO GAVILAN y Doña
Beatriz CALVO, comienza a profesar como monja en el Convento de Madre de Dios (11).
El terremoto de 9 de Octubre de 1680 causó daños como que «...se cayó un lienzo de pared
de la Iglesia Parroquial; y en el Convento de monjas de Madre de Dios se cayó el dormitorio al
tiempo que estaban en él algunas religiosas, mas quiso la Magestad de Dios no maltratase a
ninguna. Quedaron algunas paredes y casas del lugar atormentadas, y en el Convento de San
Francisco se abrieron las paredes de la Iglesia...» (12).
En fin, un interesante siglo: crisis, cambios y no pocos sobresaltos y calamidades.
NOTAS
(1) LÓPEZ, Tomás. Ob. cit. Pág. 56
(2) Archivo de Protocolos Notariales de Cazalla de la Sierra (A.P.N.C.S.). Cazalla de la
Sierra.1649.
(3) BERNAl, A. M. «Andalucía en la llamada «crisis del XVII»». En Historia de Andalucía. Ed.
CUPSA-Planeta. Barcelona, 1980. Pág. 185.
(4) GARCÍA FUENTES, Lutgardo. El comercio español con América .1 650-1700. Sevilla,
1982. Pág. 59.
(5) BERNAL, A. M. Ob. cit. Pág. 208.
(6) GARCÍA FUENTES, Lutgardo. Ob. cit. Pág. 61.
(7) BERNAL, A. M. Ob. cit. Pág. 208.
(8) A.P.N.C.S. Escribanía de Francisco Vázquez. ll-Marzo-1671.
(9) Idem .4-Marzo-167 1.
(10)
Idem.5-Marzo- 1671.
(11)
Idem. 7-Enero- 1671.
(12)
«Segunda y verdadera relación, en la qual se da cuenta de los estragos y ruinas
que hizo el temblor de tierra el día 9 deste presente mes de Octubre, en las ciudades, villas y
lugares de estos Reinos». Impreso en Sevilla por Juan Cabeças, año 1680. Biblioteca Capitular y
Colombina. ms. 82-5-21. ff.146-146 bis v.
Tomado de MORALES PADRÓN, Francisco. Memorias de Sevilla (Noticias sobre el siglo VII:
1600-1678). Publicaciones del M.P.C.A. de Córdoba. Córdoba, 1981. Apéndice documental VI. Año
1680. Pág. 177.
EL SIGLO XVIII: RECUPERACIÓN Y VILLA EN CORTE
En líneas generales, el siglo XVIII se define como la centuria de la lenta recuperación y de los
intentos reformistas.
En nuestra localidad esto se manifiesta en ciertas transformaciones del paisaje agrario,
aunque éste sigue manteniendo una notable permanencia; en un pausado avance demográfico y
en algunos cambios urbanísticos significativos.
Para el estudio del paisaje agrario de este siglo contamos con una fuente de tipo estadístico
de incalculable valor. Nos referimos a las Repuestas Generales del llamado Catastro del Marqués
de la Ensenada (1).
A partir de esta documentación, y según pusimos de manifiesto en otro momento (2),
podemos afirmar que las tierras de mayor extensión eran las dedicadas a la labor de los cultivos
de cereal, que ocupaban algo más del 50% de la superficie productiva. Es evidente que estas
tierras no estaban en cultivo permanente. De ellas una mínima parte producía «sin intermisión»;
casi la mitad daba una cosecha cada seis años; y más de la mitad sólo era roturada cada quince o
veinte años, permaneciendo en barbecho la mayor parte del tiempo, hasta que recubierta
nuevamente por el monte, volvía a ser rozada para su puesta en cultivo. Estas superficies, en sus
largos períodos de descanso, eran la base del sustento de una importante cabaña lanar y caprina
Las áreas de regadío, aun siendo insignificantes, se mostraban como las más rentables. Se
localizaban en los alrededores del pueblo («a un tiro de bala») y de los caseríos rurales, así como
en los numerosos cortinales del interior del casco urbano. Consistían estas tierras en huertas, con
variados cultivos estacionales y abundantes árboles frutales, y zonas productoras de «linaza» y
«frixones».
Como venimos comentando en capítulos anteriores, el viñedo ocupó tradicionalmente una
importante extensión de nuestro terrazgo. Pagos como «La Malena», Juncarejo, La Garganta,
Castañarejo, Valdelaosa, incluso El Obispo, fueron tierras dedicadas a la vid. Había más de cuatro
mil aranzadas de viñas. De éstas, más de un tercio era catalogada como de primera calidad, es
decir, con una producción de 25 arrohas de vino por aranzada. Se derivaba de ellas una
producción vinatera que podría llegar a alcanzar las 80.000 arrobas. La aranzada se componía de
1.500 cepas, o el equivalente a tres hoces.
El olivar era, en aquellos tiempos, un cultivo que empezaba a hacerse notar. En esta época la
superficie catastrada no llega a las 1.000 aranzadas (60 pies de olivo por aranzada). De ellas,
alrededor de un tercio era todavía infructífera por ser estacas de reciente plantío. Cada aranzada
era capaz de producir entre tres y cuatro arrobas de aceite, según cálculos de la época, que
habrían de salir de los cinco molinos aceiteros que por entonces funcionaban. Los pagos más
importantes de olivar se localizaban en Trasierra, Cartuja y propiedades de otras órdenes
religiosas, como las de Santa Clara o los Agustinos.
También existían plantíos de zumaque, arbusto cuyos frutos tenían facultades medicinales y
para el curtido de pieles. Llegaban a sumar éstos la extensión de unas cuatro fanegas. Las
superficies ocupadas por castañares, alamedas, fresnos y pinares, muy repartidas, llegaban a
superar las trescientas aranzadas.
Había tierras de aprovechamiento fundamentalmente ganadero, aunque también tenían usos
agrícolas y aportaban recursos madereros. Eran las dehesas. Por lo general, de propiedad
concejil, eran piezas básicas dentro de este sistema agrario. Según la especie ganadera que
soportaban podrían clasificarse en:
— boyales, función que realizaban las dehesas del Campo (junto con Llano Moreno y la
Atalaya), del Valle y de Dos Hermanas, así como los Llanos de Santiago y Hornigueros.
— carniceras, más próximas al casco urbano, eran las de Realejo, el Berrocal y el Alcornocal.
— potriles y yeguares, en los terrenos de la Dehesa del Prado y Valdecucos.
Todos estos terrenos gozaban de buenos pastos, abrevaderos y abundante arbolado: encinas,
alcornoques, chaparros, quejigos, etc.
En fin, siguiendo aproximadamente una amplia franja que recorría los límites del término
municipal, se localizaban las tierras baldías, de propiedad comunal y aprovechamiento
silvopastoril, aunque también podían ser el soporte de la hoja de sementera que se repartía entre
los vecinos cuando las exigencias así lo demandaban. Estos terrenos ocupaban casi la cuarta parte
del término y en ellos se localizaban numerosos títulos de colmenas de apropiación privada.
En este panorama agrario vivían los más de cuatro mil habitantes que componían la población
de Cazalla de la Sierra, en mitad del siglo XVIII, de ellos 743 jornaleros y gran cantidad de
labradores, pequeños y medianos propietarios.
En el sector de las transformaciones encontramos un importante número de artesanos, entre
los que destacan 79 panaderos y los casi 40 zapateros, entre maestros y oficiales. Abundan
también los molineros, horneros, barreros y carpinteros.
En el sector del comercio sobresalen los traficantes en madera, los taberneros y los
mesoneros.
En relación con los transportes existían 75 arrieros y 83 carretas cosarias y algunos
«verederos».
La sanidad estaba servida por dos médicos, un cirujano, seis sangradores y dos boticarios con
sus oficiales y por tres establecimientos asistenciales: un «hospitalillo» para transeúntes y
mendigos, el Hospital de la Caridad, para hombres, y el Hospital de San Juan, para mujeres.
A la educación se dedicaban un maestro de primeras letras y los monjes del Convento de San
Agustín, que daban clases de latinidad.
La administración pública también abarcaba un gran número de individuos.
El estado eclesiástico encuadraba dentro del sector secular a más de treinta individuos, siendo
el clero regular mucho más numeroso, dentro del cual destacaba el Convento de San Francisco,
con 52 religiosos de comunidad.
En fin, un predominante sector agrario, un diversificado número de oficios artesanos y un
importante sector servicios, tanto por su número como por el peso específico de sus integrantes
en esta sociedad (3).
Una situación similar a la descrita pudo ser la que encontró la Corte de Felipe V, veinte años
antes, cuando se estableció en la villa por espacio de dos meses: del día 13 de Junio al 20 de
Agosto de 1730 (4)
Una noticia entre partidas, en el folio 38 del Libro 23 de Bautismos del Archivo parroquial de
Cazalla de la Sierra nos da una breve pero pormenorizada semblanza de la estancia del rey Borbón
y su comitiva.
En esa pequeña crónica se notifican los lugares donde residieron los monarcas y las más
importantes personalidades que les acompañaban, así como sus divertimentos y distracciones,
seguidas de las inscripciones de bautismos de hijos de cortesanos que tuvieron lugar en la villa
(5).
Desde el punto de vista urbanístico, el siglo XVIII ve surgir, amén de importantes casas
solariegas (calle Parras) y reformas en la iglesia parroquial (se cubren con bóvedas de cañón con
lunetos los tramos de la primitiva iglesia mudéjar y se levanta la actual portada lateral), un nuevo
diseño del que venía siendo y seguiría siendo por muchos años el centro de la vida social
cazallera: su Plaza Mayor. Son de esta época las edificaciones de las antiguas Casas Consistoriales
(actuales Juzgados) (6) que limitan la plaza por su ala norte. También son de esta época las casas
que forman su flanco meridional. El casco urbano no ofrecerá otras modificaciones destacables que
las descritas. Su extensión se mantendrá, aproximadamente, dentro de los limites alcanzados a
fines del siglo XVI.
No obstante en las afueras, casi a una legua de la villa, en la segunda mitad de este siglo
XVIII tiene lugar la construcción de la Ermita de la Virgen del Monte (7). Ésta se localiza en un
bello paraje en las laderas del valle de la Rivera de Huezna, recibiendo romería anual durante el
mes de Agosto.
NOTAS
(1) Archivo General de Simancas. Dirección General de Rentas. Libro 563. Ff. 329r- 384v.
(2) Véase al respecto nuestro artículo «Los Campos de Cazalla a mediados del siglo XVIII».
Revista de Cazalla de 1991.
(3) Información más detallada sobre este asunto en: CARMONA GRANADO, Antonio. «Cazalla
de la Sierra a mediados del siglo XVIII: la dedicación de sus gentes». Revista de Cazalla, 1987.
(4) Este tema ha tenido siempre mucho eco en la historiografía local, habiendo sido objeto de
frecuentes referencias, tanto en, la Revista de Cazalla como en la prensa provincial. Entre lo
publicado cabe destacar:
OSUNA JIMÉNEZ, José Mª. «Una curiosa crónica de 1730:Cazalla, Corte de Felipe V». «ABC»
de Sevilla. 15-2-1962.
MARTÍN CORNELLO, José Mª. «Cazalla de la Sierra. Residencia veraniega de la Corte española
en 1730». Revista de Cazalla .1976. (Antes había sido publicado en «ABC»).
Otras noticias relacionadas con la estancia regia y sobre los avatares del viaje pueden ser
consultadas en: LLORDEN, Andrés. O.S.A. «Memorias testamentarias de un corregidor andaluz. (El
rey Felipe V en Andalucía)». Revista de Archivo Hispalense, n.0 113. Págs. 217-246. Excma.
Diputación Provincial de Sevilla. 1972.
(5) Advertir (hablando de visitas regias) que también en Febrero de 1526 había pasado por
Cazalla otra comitiva real, la presidida por la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos I,
según se refiere en los Anales de Ortiz de Zúñiga. Citado en SÁNCHEZ MANTERO, Rafael. «La
Sevilla Imperial» en Sevilla y su provincia. Ediciones GEVER. Sevilla, 1983. Tomo II. Pág. 340.
(6) «. . .La fachada está dividida en cinco módulos, el central más ancho, por medio de
grandes pilastras toscanas cajeadas, rematándose el conjunto por una balaustrada ciega. Al centro
se dispone la portada, que en el cuerpo inferior presenta columnas toscanas pareadas enmarcando
un arco de medio punto, y en el superior un balcón con columnas jónicas rematado por un ático
con un escudo. A ambos lados de la puerta el muro tiene cuatro vanos, con forma de ventana en
el piso bajo y de balcón en el alto».
MORALES, Alfredo, y otros. Ob. cit. Pág. 571
(7) «Presenta una sola nave, precedida de un pórtico y capilla mayor con camarín. Aquélla se
cubre con bóveda de cañón con arcos fajones y lunetos, y ésta con una media naranja sobre
pechinas. La construcción data de la segunda mitad del siglo XVIII, aunque se acometieron
reformas en el siglo XIX.
El retablo presenta un solo cuerpo dividido en tres calles por medio de estípites y se decora
con pinturas de la vida de la Virgen, pudiéndose fechar el conjunto en el segundo tercio del siglo
XVIII. La ima gen de la titular que ocupa el camarín central es obra moderna de vestir.
En los muros de la nave aparecen una serie de lienzos que representan parte de un
apostolado y la Inmaculada, todos ellos pertenecientes al siglo XVIII.
Frente al pórtico que precede a la iglesia existe una fuente en la que se sitúa un retablito de
azulejos sevillanos dedicado a la Virgen del Monte, fechado en 1756».
MORALES. A., y otros. Ob. Cit. Págs. 569-570.
En el mencionado retablillo existe una representación de un pastor al pie de la Virgen y una
leyenda que dice: «Milagro que hizo la Virgen Nª. Sra. del Monte. Año 1756. El dia 20 de abril
estando Salvador Tegeiro allanando el risco para hacer plazuela descubrió una fuente. Salvador
Tegeiro.»
En los últimos años se ha realizado una importante restauración en la edificación, decoración
y mobiliario.
EL XIX, SIGLO DE PROFUNDAS TRANSFORMACIONES
Para el siglo XIX, para su estudio, las fuentes documentales de carácter local son más ricas y
abundantes que para épocas anteriores, puesto que al Archivo parroquial y al Archivo de
Protocolos Notariales hay que añadir ahora el Archivo Municipal, que guarda para este período
toda la sección de Actas Capitulares (1).
De esta centuria de cambios tres fenómenos parecen sobresalir entre los demás,
condicionando en gran medida la Cazalla de nuestros días: la demografía, las desamortizaciones y
la industria y los transportes.
El aumento de la cantidad de pobladores a lo largo del siglo queda patente en los siguientes
datos:
año
1823
1845
1857
1887
habitantes
6.112
6.350
7.750
8.600
Es evidente, a partir de estas cifras, el desarrollo demográfico de la localidad, sobre todo en
la segunda mitad. Los máximos del siglo XVI han sido rebasados. No obstante, en los últimos años
del siglo nos volveremos a encontrar con un descenso de la población, a pesar del cual Cazalla
estará ya siempre por encima de los 7.500 habitantes hasta la época de las emigraciones de los
años cincuenta y sesenta del siglo siguiente.
Otro de los grandes acontecimientos que marcarán el porvenir de los cazalleros serán las
Desamortizaciones. Mediante ellas pasarán a manos del Estado extensas superficies de tierras de
propiedad eclesiástica y concejil. Con lo que se desarticula, de alguna manera, el sistema agrario
tradicional.
Apuntemos algunas notas sobre el proceso desamortizador de los bienes eclesiásticos en
Cazalla.
La ley de desamortización más conocida es la de Mendizábal del año 1837, llamada Ley de
Bienes Nacionales. No obstante antes de su promulgación, el clero y las instituciones religiosas
radicadas en la localidad ya habían visto desaparecer la mayor parte de su patrimonio, cuando no
su propia existencia. Efectivamente, desde principios del siglo y aún antes, el clero secular,
institutos, cofradías y hermandades, bien por venta bien por incautación, han quedado
notoriamente mermados en sus propiedades, tanto rústicas como urbanas. Son constantes y
abundantes los documentos de ventas recogidos en el Archivo de Protocolos que así lo
manifiestan.
Poco antes en 1835, el Conde de Toreno, mediante una ley de restricción de establecimientos
religiosos, puso en venta las fincas de aquéllos con menos de doce individuos. Ésta afectó a
Cazalla con la supresión de dos conventos, que posiblemente fueron los de San Agustín y San
Francisco. Cuando entra en vigor la ley de Mendizábal, la situación de la propiedad rústica de la
Iglesia en Cazalla es la siguiente: La Cartuja poseía unas 20 hectáreas; el monasterio de Santa
Clara alrededor de 425 has. (308 lo eran de olivar); el Convento de Madre de Dios, cerca de 80
has. y la Iglesia Parroquial, en torno a las 10 has.
En su conjunto, abarcan aproximadamente el 9% de la superficie del término municipal. Estas
tierras serán adquiridas en su mayor parte por forasteros que, en general, no se instalarán en
Cazalla (2).
El segundo proceso desamortizador se lleva a cabo en la segunda mitad del siglo, en virtud de
leyes que se promulgan desde primeros de Mayo de 1855 (la llamada ley Madoz) a Julio de 1878.
Afectará a los bienes concejiles y tendrá para nuestra localidad repercusiones más amplias y
profundas que el proceso anterior, por una serie de razones:
1ª. Abarcará una mayor cantidad de tierras, aunque de menor calidad que las eclesiásticas:
afecta a cerca de 15.000 fanegas (unas 10.000 Has.), que solían localizarse en la franja limítrofe
del término municipal y suponen casi el 30% de la extensión de dicho término. Son los pagos de
La Atalaya, Dehesa del Campo, Los Cinchos, Garrapanes, El Pintado, La Ganchoza, Dehesa del
Valle, Llanos de Santiago, Dos Hermanas, Poca Pez, Los Prados, Las Eras, etc.(3).
2ª. Se desamortizan tierras que eran de aprovechamiento de la mayoría de los vecinos
(dehesas boyales, bienes comunales) (4).
3ª. Da acceso a la propiedad de la tierra de una manera generalizada a una nueva clase
social, la burguesía agraria, que se coloca en la dirección de los asuntos locales (5).
Esta desamortización generará una gran contestación social, puesto que, en adelante,
amplias capas de la población sólo tendrán acceso a la tierra a través de su salario. Los terrenos
comunales que no llegaron a venderse y quedaron en manos del Ayuntamiento habrían de ser
pocos y de pésima calidad a juzgar por las quejas de los ganaderos (6) y de la agitación social
desencadenada por la ausencia de tierras para dar a labor a labradores, pegujaleros pobres (7)
que obligan a las instituciones municipales a buscar nuevas medidas, distintas a las tradicionales,
para paliar el paro estacional. Desde ahora todo este movimiento social será contrario a la
dinámica generada por el nuevo sistema.
En el capítulo de la industrialización el caso más llamativo es el del nacimiento y desarrollo de
las instalaciones siderúrgicas de Fábrica del Pedroso, situadas en la confluencia de los cursos de la
Rivera de Huesna y el regajo de San Pedro, cuyas aguas se utilizaron como fuerza motriz en el
funcionamiento de dicho complejo.
Estos altos hornos, junto a los de Marbella y Ojén en la provincia de Málaga, significaron por
un tiempo la más avanzada siderurgia de España. Las cifras de producción dadas por J. NADAL así
lo ponen de manifiesto:
«La hegemonía siderúrgica andaluza se mantuvo por espacio de treinta años. El retraso
impuesto a la modernización de las ferrerías del norte por la guerra civil (guerras carlistas) rebasé
los límites estrictos del conflicto
Las cifras de producción disponibles ratifican seis lustros de
predominio meridional: en 1844, Rio Verde-Málaga, con 7.829 t., y Pedroso, con 1.368 t.,
aportaron el 85’5% de todo el hierro colado español..». (8).
En el Diccionario de Pascual MADOZ se nos hace una exhaustiva descripción de las
instalaciones técnicas de la Fábrica (9). También se nos dice que dichas instalaciones ocupan
continuamente 160 hombres, «sin contar los que están empleados en elaborar 90,000 qq. de
carbón vegetal y en su conducción, como en la de 50.000 qq. de carbón de piedra, 110.000 de
mineral y fundente y 30.000 de hierros a diferentes puntos..., que dan continuamente
entretenimiento a 6 carros de mulas de la compañía y a unas 70 carretas de bueyes... además de
la carretería de los pueblos de las inmediaciones, que se ocupa mucha parte del año en dicho
acarreo: hay grandes temporadas en que se emplean 200 carretas y más de 400 caballerías en
este ejercicio entre carboneros, operarios, conductores y demás se sostienen más de 2.000 almas
con la fábrica» (9), en la que también trabajaba una «brigada de 60 negros».
«El brillante aspecto que ha tomado esta fábrica, desde el año 1832, es debido a los
conocimientos nada vulgares de su director facultativo, el comandante de artillería D. Francisco
Antonio de Elorza. Conociendo lo útil que es a esta clase de establecimientos la adquisición de
terrenos y fomento del arbolado, ha influido para que la compañía posea en la actualidad como 4
leguas cuadradas de terrenos, poblados en su mayor parte de árboles, y algunos con plantones de
sus almácigas de álamos negros, castaños, fresnos, plátanos, acacias, arces, aleras, nogales,
hayas, robles y otras muchas clases: se han guiado los árboles naturales del país, como son las
encinas, alcornoques y quejigos; se han hecho grandes siembras de piñones desde 1832 en unas
1.000 fanegas de tierras, elevándose ya muchos pinos que pueden aprovecharse...» (9).
Entre las posibles causas de la decadencia de esta industria, que a finales de siglo apenas
funcionaba (y de la que sus dos chimeneas aún se mantienen erguidas), pudo haber estado su
desconexión de los circuitos mercantiles, tanto de aprovisionamiento como de venta, y la
competencia de las ferrerías del norte, que absorbieron la mayor parte de los capitales destinados
a la siderurgia. El ferrocarril y el telégrafo no llegaron a estas tierras hasta las últimas décadas del
siglo (10).
Sobre la política local en este siglo XIX las Actas Capitulares de nuestro Archivo Municipal dan
fe con exhaustividad de los acontecimientos y avatares ocurridos desde los preparativos de la
población ante la ocupación francesa (11), pasando por el alzamiento de 1868, hasta las múltiples
gestiones contra la puesta en venta de la Dehesa Boyal del Campo. La sola enumeración de tantos
y tantos hechos ocuparía de por sí las páginas de una publicación exclusiva. Tan sólo apuntar que
de unos Ayuntamientos, de principios de siglo, encabezados por la pequeña nobleza local, se ha
pasado, en el último tercio, a otros dirigidos por la pequeña burguesía urbana y la burguesía
agraria locales (Pérez Fonseca, Naranjo, Manglano, Prieto, Canela, Castillo, etc.).
Entre la multitud de aspectos socioculturales de este siglo destacamos:
— la figura del deán López Cepero (12).
— la presencia en nuestras tierras del bandolerismo romántico, reflejado en la persona de
Juan Caballero (13).
— la publicación, entre otras, a finales del siglo de periódicos como «El Clamor del Pueblo»,
que se autoconsideraba «republicano-progresista» y defensor de los intereses del distrito de
Cazalla, dirigido entre 1894 y 1904 por Francisco de Vera (14).
NOTAS
(1) CARRERA ROSENDO, Carlos y Francisco GIL SALVADOR. Inventario del Archivo de
Cazalla. Colección «Archivos Municipales Sevillanos» nY 4. Excma.Diputación Provincial de Sevilla.
Sevilla, 1985.
(2) En estas notas hemos seguido los datos aportados por la obra LAZO DÍAZ,
Alfonso. La Desamortización de las tierras de la Iglesia en la provincia de Sevilla
(1835-1845). Diputación Provincial de Sevilla e Instituto de Estudios Sevillanos.
Sevilla, 1970. Págs. 66, 82, 119, 120, 147, 152, 197, 198.
(3) Boletín Oficial de Propiedades y Derechos del Estado de la Provincia de Sevilla nY 2.348.
31-Octubre-1892.
(4) Archivo Municipal de Cazalla de la Sierra. «Antecedentes sobre la exención de venta de
los terrenos comunales de esta villa». 15-Noviembre-1885.
(5) «La Unión Agrícola» intentó, al menos, que los propietarios fuesen vecinos de la localidad.
Dicha sociedad anónima se constituyó para «la adquisición, pago y distribución de los terrenos de
este término que, como procedentes del Estado, han sido rematados en subaste pública...».
Archivo de Protocolos Notariales de Cazalla de la Sierra. Escribanía de D. Matias Pompas y Lozano.
1893.
(6) A.M.C.S. Actas Capitulares. 15-Octubre-1893.
(7) A.M.C.S. Actas Capitulares. 16-Noviembre-1893.
(8) NADAL OLLER; Jordi. El fracaso de la Revolución Industrial en España.1814-1913.
Barcelona ,1975. Pág.170.
(9) MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones
de ultramar. Voz CAZALLA DE LA SIERRA. Tomo VI. 1847.
(10)
En relación con el tema también puede consultarse: ORTIZ GONZÁLEZ, Julio.
«~Qué fue de Fábrica del Pedroso?». Revista de Cazalla de 1979.
(11)
Puede verse: CARMONA GRANADO, Antonio. «De cuando la Guerra contra los
franceses». EL CHORRILLO (Hoja de Información Local). Febrero,1993.
(12)
Dicho personaje, que pasó largas temporadas (forzosas y voluntarias) en Cazalla,
ha sido profusamente historiado tanto a niveles locales (Revistas de Cazalla de 1949 y de 1984)
como regionales (Regla MERCHÁN CANTISÁN, José María OSUNA, Manuel RUIZ LAGOS, etc.).
(13)
de 1976.
MENA, José Maria de. «Cazalla y el bandolerismo Romántico». Revista de Cazalla
(14)
BRAOJOS GARRIDO, Alfonso. «La prensa comarcal». «ABC» de Sevilla. 14-Mayo1980. Pág.17.
EL SIGLO XX: “NUESTRO PASADO RECIENTE”
Al igual que ocurría con el pasado siglo, en el XX la abundancia de fuentes para su estudio,
en este caso incrementadas, hacen que tengamos que abordar su exposición aplicando nuestra
mayor capacidad de síntesis posible, deslizándonos de una manera rápida sobre aquellos
acontecimientos que podamos considerar de más interés, siendo conscientes de su tratamiento
superficial.
En su primer tercio, el siglo XX presenta una serie de hechos que, de alguna manera, marcan
la vida social de los cazalleros.
En torno al problema de la tierra (generado en la centuria anterior, como tuvimos ocasión de
ver) y a las relaciones sociales que de él se derivan, giran tres fenómenos claves: Caciquismo
(Partido Conservador), Sociedad Obrera Agrícola (1) y la creación y puesta en práctica de las
Colonias y Cooperativa Agrícola de Galeón (2). Posteriormente existirían más repartos de «tierras»
como el de las Solanas del Valle. Las consecuencias de la privatización de los comunales y la
expansión del nuevo sistema económico hacían estragos en los asalariados del campo.
El segundo y tercer decenios del siglo serán de gran importancia para el desarrollo de la
industria de los anisados de Cazalla, que alcanzarán en tomo a la Exposición Iberoamericana de
Sevilla de 1929 una gran expansión y fama, siendo premiadas algunas de sus marcas en el
mencionado Certamen. Se dedicaban a dicha actividad por aquel entonces unas catorce fábricas
(año 1916), de carácter mediano y pequeño, a veces familiar.
En el año 1900, el número de habitantes ascendía a 7.782; diez años después se cuentan
8.044, que pasan a ser 9.686 en 1920, llegándose prácticamente a los 10.000 pobladores en
1930, cifra, que según los datos que poseemos, jamás se había alcanzado en la historia de Cazalla
de la Sierra.
Paralelamente a este desarrollo demográfico, en los años veinte se observa un conjunto
importante de mejoras urbanísticas en la ciudad (título honorífico concedido en 1917):
— 1928, instalación del servicio de aguas potables, de iniciativa privada (3).
— entre 1927-1928, plantación de los Morales, en el Parque del Moro, donde deja de
celebrarse la Feria, que venía haciéndolo en dicho lugar durante siglos.
— 1926-1927, construcción del actual cementerio en el cruce y descansadero de las Cañadas,
dejando de utilizarse el de Santa Clara, que llevaba unos cincuenta años funcionando.
— alcantarillado de los cursos de agua que corrían por algunas calles (Ejido, etc.)
— 7 de Agosto de 1928: Acuerdo municipal encomendando al arquitecto de Sevilla Sr.
Lupiáñez la redacción del Proyecto del Parque del Carmen, que se inaugurará al año siguiente,
sirviendo desde entonces de recinto ferial.
También, en este sentido, ocurrieron cosas menos agradables y que fueron duramente
satirizadas por las murgas carnavalescas. Nos referimos a la retirada y venta de la fuente llamada
de las Monjas, que fue desmontada de la calle Llana para ser instalada en el Carmen.
Posteriormente, el Ayuntamiento cambia de idea y pone la fuente en venta mediante subasta
pública. Fueron licitadores el Sr. Dupont, de Sevilla, y el Conde de Castilleja de Guzmán,
llevándose la fuente el primero por 2.000 pesetas (los «ocho mil reales» que decía la murga) (4).
A principios de siglo se había instalado «la fábrica de la luz», junto al actual Matadero
Municipal (5).
Los primeros automóviles circularon entre 19 19-1920; la instalación del teléfono interurbano
(los primeros teléfonos, claro está) ocurría entre 1928-1929; a la vez que se mauguraban las
primeras agencias locales de la banca nacional.
Otros datos que podrían citarse, ya dentro del ámbito cultural, son las publicaciones del
periódico local «Punto y Coma», hacia 1913; de la «Revista del Distrito», por 1917, y en los años
veinte «La Voz de la Sierra». En la memoria de los cazalleros coetáneos quedó el brillante
Concurso de Bandas de Música celebrado en 1929, con motivo de la inauguración del kiosko del
Carmen (6).
El periódico «El Liberal» de 10 de Abril de 1931 en el apartado «Elecciones Municipales»
recoge el ambiente preelectoral que se vivía en nuestra localidad, resaltando la oratoria del
farmacéutico Gabriel Viciana en el mitin del Centro Republicano, que presidía Hilario Brito. Atrás
quedaron los actos de afirmación del partido «Unión Patriótica» en el Casino de Cazalla, que,
ampliamente, fueron objeto de crónica en el diario «La Unión» del 12 de Septiembre de 1927, en
la que se alaban los discursos de Antonio Merchán, López-Cepero y García Bernal, junto con las
declamaciones del poeta extremeño Luis Chamizo.
Con la llegada de la II República vuelve a ponerse de manifiesto el problema de la tierra, en
el marco de la nueva ley de Reforma Agraria. Ligado a ello están los acontecimientos de los
«Llanos de Santiago», en el fondo, según instancias oficiales del momento, una reclamación de
antiguos terrenos comunales por parte del Ayuntamiento, que presidía Manuel Martín de la Portilla.
El diario «La Región» de 20 de Marzo de 1933, en sus páginas 3 y 4, recoge un amplio reportaje,
desde su versión conservadora, de los mencionados hechos de Noviembre de 1932.
El mismo Martín de la Portilla, en su condición de alcalde del municipio cabecera del Partido
Judicial, participó el 5 de Julio de 1936 en la Asamblea Regional encargada de aprobar el proyecto
de Estatuto de Autonomía para Andalucía que Blas Infante defendió (7).
El 18 de julio de 1936 se aborta el intento de control del pueblo por parte de elementos
antirrepublicanos. En los primeros días del mes de Agosto, después de un conato fallido, logran
entrar en la población columnas de las tropas sublevadas procedentes de El Pedroso, saltando
sobre las barricadas de adoquines abandonadas por los defensores, como muestra la portada de
un «ABC» de la época. La muerte se hizo dueña de Cazalla en aquellos tiempos.
En los años de la postguerra se afirman las estructuras caducas anteriores. Tras las épocas
de hambruna de los años cuarenta, siguen los buenos precios agrícolas de los cincuenta, las obras
públicas, con los embalses de El Pintado y La Ganchoza (8), y un cierto mantenimiento industrial
amparado en la autarquía y ligado a los anisados (subsistían unas quince fábricas), la madera y el
corcho.
En todas estas circunstancias, Cazalla de la Sierra logra alcanzar, según el censo de 1950,la
cota demográfica más alta de su historia: 11.347 habitantes. Ya por estos años el casco urbano
había continuado creciendo hacia el Norte, con la construcción de las Casas Baratas, a espaldas
del exconvento de Santa Clara (9).
El Censo de 1960 arroja todavía una población de 10.109 habitantes. En estos años sesenta
se municipaliza el servicio de abastecimiento de aguas, se remodela la «pobre» Plaza Mayor (por
aquellos años «de los Mártires»), surge el primer edificio de cinco plantas y se crea un Centro de
Enseñanzas Medias (en las antiguas instalaciones de la Cárcel del Partido judicial, hoy EscuelaHogar «El Castillo»). Antes se fundó la Escuela de Formación Profesional.
Con todo, no se logra impedir el éxodo de miles de cazalleros (el Censo de 1970 da ya una
cifra de 6.567 habitantes) a tierras extrañas: Madrid, Barcelona, Francia, Alemania
es la
emigración. Gente que no se volverá a ver por Cazalla, salvo, si hay suerte, en las fiestas de
Agosto.
El censo de 1981 cuenta 5.288 pobladores, número semejante a los de la primera mitad del
siglo XIX. En treinta años (1950-1980) la población ha descendido más del 50%.
La emigración ha cesado. El Padrón municipal de 1986 da la cantidad de 5.357 habitantes,
parece que ya no hay sitio a donde ir. Pero el envejecimiento de la población hace que disminuyan
los nacimientos y continúe el descenso demográfico, aunque más pausado. El último Censo de
1991 informa de 5.147 habitantes.
Hoy quedan el desempleo, medidas municipales para paliarlo, cooperativas, industrias de
transformación corchera, construcción, explotaciones agropecuarias y cinegéticas, campos
alambrados, iniciativas de turismo rural, visitantes los fines de semana y en verano, etc...
El casco urbano sigue con su inercia Norte-Sur: el Paseo del Carmen ya es una «plaza», el
Parque del Moro pierde poco a poco la lucha contra los habitáculos humanos, la Caridad-Biblioteca
se ha «retransformado», la Plaza Mayor se ha empedrado, etc., etc...
De José María Osuna se han publicado sus Obras Completas a cargo de la Fundación Blas
Infante; han visto la luz algunos libros de poetas locales; la Revista de Cazalla sigue publicándose;
el Equipo franco-español de la Casa de Velázquez nos dejó su obra «Supervivencia de la Sierra
Norte de Sevilla» (10). Ferias y carnavales van a más...
Del pasado siguen permanenciendo muchos elementos: paisajes, monumentos,
costumbres..., y la historia continúa. Vive gente en Cazalla de la Sierra Morena de Sevilla.
NOTAS
(1) Fundada en 1917, ligada a la UGT. Sobre esta organización sindical se conserva su
Reglamento fundacional, que fue impreso en La Popular, imprenta de R. Tena, en 1918. Tenía su
domicilio social en Cervantes,1, y los miembros de su Comisión gestora fueron: Rafael Fontán,
Manuel Morales, José Caballero, José Escalera, José Cortés, Antonio Pacheco, Antonio Alcaide y
Manuel Ruda.
(2) Una descripción pormenorizada de este fenómeno, aunque tendenciosa, puede
encontrarse en: REiN SEGURA, Carlos, y Manuel RUEDA MARIN. «La Colonia Agrícola de Galeón».
Revista de Cazalla de 1943.
Otra visión, desde distinto ángulo, tanto histórico como ideológico, en VARIOS AUTORES. «El
cultivo de la viña, la fabricación del aguardiente y la Colonia Agrícola de Galeón: estudio etnológico
de la evolución y crisis de las actividades tradicionales de Cazalla de la Sierra (Sevilla)». Etnografía
Española n.º2. Ministerio de Cultura, 1982. Págs. 187-254.
(3) DOMÍNGUEZ MARTÍN, Manuel. «El Agua». Revista de Cazalla de 1990.
(4) Puede verse sobre estos temas nuestro artículo de la Revista de Cazalla de 1989
«Anécdotas históricas de hace unos sesenta años....Una fuente y un kiosko».
(5) PÉREZ, José María. «El alumbrado eléctrico a principios de siglo». Revista de Cazalla de
1990.
(6) Es interesante al respecto el artículo de D. Manuel TRUYO ALVAREZ, «Cazalla desde
1913». Revista de Cazalla de 1948.
También sobre el asunto del Concurso de Bandas de Música se presenta fotografía y
componentes de la Banda de Cazalla de 1929 en la Revista de Cazalla de 1984.
(7) Más datos sobre este tema en la Revista de Cazalla de 1984.
(8) Consultar LLAVE REINA, Jorge Damián. «Cómo se proyecté y se construyó El Pintado».
Revista de Cazalla de 1988.
(9) DOMÍNGUEZ MARTÍN, Manuel. «Barriada de Nª Sra. del Carmen». Revista de Cazalla de
1988.
(10) Publicado por Ministerio de Agricultura, Junta de Andalucía y Casa de Velázquez. Madrid,
1986.
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