Informe Jurídico REAL DECRETO LEY 20_2012

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HERRIZAINGO, JUSTIZIA ETA
HERRI ADMINISTRAZIO SAILA
DEPARTAMENTO DE INTERIOR
JUSTICIA Y ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
INFORME JURÍDICO EN RELACIÓN A LO DISPUESTO EN EL ART. 2 DEL REAL DECRETOLEY 20/2012, DE 13 DE JULIO, DE MEDIDAS PARA GARANTIZAR LA ESTABILIDAD
PRESUPUESTARIA Y DE FOMENTO DE LA COMPETITIVIDAD
Se solicita informe jurídico en relación a lo dispuesto en el art. 2 del Real Decreto-Ley
20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento
de la competitividad (en adelante, RD-Ley 20/2012), que se limitará, dada la escasez de tiempo
que media para su elaboración, a un breve examen tanto de los fundamentos de su
inconstitucionalidad, como de la concurrencia normativa que resulta de su aprobación,
atendiendo a la vigencia de la Ley 6/2011, de 23 de diciembre, por la que se aprueban los
Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma de Euskadi para el ejercicio 2012 (en
adelante, Ley 6/2011).
El Real Decreto Ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad
presupuestaria y de fomento de la competitividad, se publicó en el Boletín Oficial del Estado de
fecha 14 del mismo mes y año.
El artículo 2 del Real Decreto-Ley 20/2012 establece con carácter imperativo que en el año
2012 el personal del sector público “verá reducida sus retribuciones en las cuantías que
corresponda percibir en el mes de diciembre como consecuencia de la supresión tanto
de la paga extraordinaria como de la paga adicional de complemento específico o pagas
adicionales equivalentes de dicho mes”.
Dicho precepto se dicta con carácter básico, al amparo de lo dispuesto en los artículos
149.1.13ª y 156.1 de la Constitución.
El Consejo de Gobierno de fecha 24 de julio del mismo año, disconforme con el
contenido de éste y otros preceptos del RD-Ley 20/2012, acordó interponer Recurso de
Inconstitucionalidad, acudiendo previamente a la vía establecida en el apartado 2 del Artículo 33
de la Ley reguladora del Tribunal Constitucional.
Mediante Acuerdo de la Comisión Bilateral de Cooperación Administración del EstadoAdministración de la Comunidad Autónoma del País Vasco, celebrada el 24 de septiembre de
2012 se acordó iniciar las negociaciones encaminadas a resolver las discrepancias suscitadas
en relación a dicho Real Decreto Ley, y designar un Grupo de Trabajo para proponer a la
Comisión Bilateral de Cooperación la solución que proceda.
El Grupo de Trabajo se halla a día de hoy pendiente de reunión en la que se fijen las
posiciones de las partes y se alcance un eventual acuerdo.
Procede, por ello, extractar en primer lugar el análisis jurídico del artículo 2 del RD-Ley
20/2012:
-1Donostia-San Sebastián, 1, – 01010 VITORIA-GASTEIZ
Tef. 945 01 86 46 – Fax 945 01 87 03
1.
Examen de los fundamentos de inconstitucionalidad del artículo 2 del RD-Ley
20/2012.
El Real Decreto-Ley 20/2012, introduce medidas que afectan a sectores de lo más
diversos, desde el declarado fin de garantizar los objetivos de estabilidad presupuestaria.
Este Real Decreto-Ley prevé medidas coyunturales que afectan directamente a los
gastos de personal del sector público, y otras de vocación estructural, también vinculadas al
empleo público, cuya incidencia económica resulta indirecta e incierta.
En el análisis de las repercusiones que en el ordenamiento jurídico autonómico en
materia de función pública pueda tener el contenido del RD-Ley 20/2012, de 13 de julio, de
medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, es
preciso pronunciarse sobre la legitimidad constitucional de la invocación de los títulos ex
artículos 149.1.13ª y 18ª CE y del artículo 156 CE, relativos a las bases y coordinación de la
planificación general de la economía y bases del régimen jurídico de las Administraciones
Públicas y del régimen estatuario de sus funcionarios, respectivamente, así como a la limitación
de la autonomía financiera de las Comunidades Autónomas por mor de los principios de
coordinación con la Hacienda estatal y de solidaridad entre todos los españoles.
En una rápida aproximación, necesitada sin duda de un examen de mayor profundidad,
cabe concluir que la supresión de la paga extraordinaria en los términos en que se plasma en el
RDL 20/2012 se sitúa extramuros de la competencia estatal por no respetar los límites que la
jurisprudencia constitucional establece para la válida invocación del artículo 149.1.13ª y 18ª CE,
lo que inevitablemente exige una referencia, siquiera breve, a la norma básica por excelencia en
la materia, Estatuto Básico del Empleado Público (en adelante, EBEP).
Ha de recordarse que el Capítulo III (artículos 21 a 30) del EBEP sólo reconoce al
Estado la posibilidad de cuantificar las retribuciones básicas de los funcionarios1, lo que no obsta
a una vigilancia eficaz del gasto público, al amparo de la competencia que el Estado ostenta ex
artículo 149.1.13ª CE, a cuyo efecto define como parámetro de control el incremento de la masa
salarial –comprensiva del total de retribuciones- al que expresamente alude la norma básica y
sobre el que han de operar las magnitudes de crecimiento, congelación o reducción que
establezcan las respectivas Leyes de Presupuestos Generales del Estado que resultarán
vinculantes para todas las Administraciones Públicas.
El artículo 21.2 del EBEP establece en esta línea que “No podrán acordarse incrementos
retributivos que globalmente supongan un incremento de la masa salarial superior a los límites
fijados anualmente en la Ley de Presupuestos Generales del Estado para el personal”, lo que
supone incorporación a la norma básica de una dilatada doctrina constitucional en torno a los
artículos 149.1.13ª y 156.1 CE y a la coordinación financiera de las Comunidades Autónomas
por la Hacienda estatal que, vinculada con las retribuciones de los empleados públicos, ha
venido justificando las limitaciones impuestas por las Leyes de Presupuestos Generales del
Estado a los incrementos retributivos -“en razón de una política de contención de la inflación a
1 Para el personal laboral, el artículo 27 EBEP prevé que “las retribuciones del personal laboral se determinarán de acuerdo con la legislación
laboral, el convenio colectivo que sea aplicable y el contrato de trabajo, respetando en todo caso lo establecido en el artículo 21 del presente
Estatuto”.
Informe jurídico en relación a lo dispuesto en el art. 2 del Real Decreto-ley 20/2012, de 13 de Julio,
de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad
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través de la reducción del déficit público, y de prioridad de las inversiones públicas frente a los
gastos consuntivos, se establezcan por el Estado topes máximos globales al incremento de la
masa retributiva de los empleados públicos” (SSTC 63/1986, FJ 11; 96/1990, FJ 3; 237/1992, FJ
3; 171/1996, FFJJ 2 y 3; 62/2001, FJ 4; 24/2002, FJ 5; 222/2006, FJ 3)-.
Ha de aclararse que la expresión incremento de la masa salarial a que se refiere el
artículo 21.2 EBEP deja expedita la posibilidad, reconocida a las distintas Comunidades
Autónomas, de distribuir los incrementos/decrementos retributivos entre sus empleados de la
manera que estimen más conveniente, siendo aquél ejercicio de su legítima competencia y de la
básica autonomía financiera que la CE les reconoce en su artículo 156.1.
El artículo 21.2 EBEP, en tanto opera sobre la magnitud global omnicomprensiva del
total de retribuciones, sirve de eficaz muro de contención al incremento incontrolado del gasto
de personal, permitiendo a las Comunidades Autónomas el margen de actuación preciso que
subyace a la autonomía financiera constitucionalmente reconocida y que encuentra singular
expresión en el reconocimiento ineludible de su autonomía de gasto.
Por lo demás, y en referencia al artículo 149.1.18ª CE, cabe señalar que la
coyunturalidad y temporalidad con que el artículo 2 del RDL 20/2012 concibe la reducción de las
retribuciones y la supresión de la paga extraordinaria resultan ajenas a la doctrina constitucional
en torno a la válida invocación del artículo 149.1.18ª CE e impiden su consideración como norma
materialmente básica al amparo de dicho título.
El mandato del artículo 2 citado excede de las fronteras en que ha de moverse el núcleo
de lo básico, aquel mínimo común denominador, expresión de los intereses generales, en cuya
defensa también está llamada a participar la Comunidad Autónoma.
El Estado, con el artículo 2 de repetida cita, ha agotado la regulación sobre la detracción
retributiva que materializa, obviando la competencia autonómica y su deber de reservar un
ámbito sustancial para que las Comunidades Autónomas puedan ejercer sus propias
competencias normativas en materia de retribuciones.
El artículo cuestionado hace caso omiso de las posibilidades de consecución del objetivo
de contención del gasto a través de criterios generales de regulación, como dictan los cánones
de la legislación básica y, muy al contrario, dicta una norma de detalle.
No responde, por tanto, al esquema del común denominador normativo necesario para
asegurar la unidad fundamental prevista por las normas básicas.
El precepto termina por absorber totalmente el espacio sustantivo que deriva de los
artículos 10.4 y 44 EAPV. El artículo 2 convierte la paga extraordinaria, bien que
coyunturalmente, en una suerte de retribución básica cuyos contornos define el Estado en su
totalidad -mediante la simple prohibición de su percepción-, suplantando a la Comunidad
Autónoma en una regulación que sólo a ella compete (la determinación de si se abona o no) y
sin que tal proceder encuentre acomodo en lo dispuesto en el artículo 23 EBEP, que con una
dicción inequívoca conceptúa como tales única y exclusivamente el sueldo asignado a cada
Subgrupo o Grupo de clasificación profesional y los trienios (a la que cabe sumar, por mor del
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artículo 22.2 EBEP, únicamente los componentes de sueldo y trienios de las pagas
extraordinarias).
Por lo que toca al artículo 149.1.13ª CE, el citado título habilita al Estado para establecer
sus objetivos de política económica general y articular medidas concretas necesarias para
coordinar en el conjunto del territorio determinados aspectos de aquella política, llegando a
incorporar al ámbito de poder del Estado una facultad para reconducir a la unidad del sistema
económico determinadas actuaciones integrantes del ámbito de competencias de las
Comunidades Autónomas.
El Tribunal Constitucional, atendiendo a una interpretación eminentemente finalista, ha
venido legitimando constitucionalmente normas dictadas al amparo de esta regla competencial
desde la verificación de la existencia de una conexión entre aquéllas y el logro de objetivos de
política económica general del Estado, e incluso desde la simple constatación de la incidencia de
la norma en la economía.
La cuestión es determinar si cualquier medida que encuentre fundamento en un objetivo
de política económica general resultaría per se constitucionalmente legítima a la luz del artículo
149.1.13ª CE, lo que, de admitirse en términos absolutos, supondría reconocer al Estado la
posibilidad de subvertir el orden de distribución competencial que deriva de la CE desde el
argumento de la conexión de una concreta previsión legislativa o de mera ejecución con fines de
ordenación general de la economía.
La respuesta a esta cuestión se presenta nítida desde la jurisprudencia constitucional
que dibuja un marco de intervención estatal constreñido por límites insuperables, cuyo
quebrantamiento deslegitima de raíz la norma que se dicte al amparo del repetido título.
Su vínculo directo con la problemática que suscita el artículo 2 RD-Ley 20/2012 avala la
oportunidad de una exposición, siquiera somera, de la doctrina constitucional en torno al artículo
149.1.13ª CE:
1. La proscripción del vaciamiento de la competencia autonómica o de su irrazonable
limitación, que deslinda el uso legítimo de la ilegítima invocación del repetido título competencial
(por todas, SSTC 144/1985, FJ 4; 103/1989, F. 9.a) y 118/1996, FJ 11).
La consecución de objetivos de política económica ha de instrumentarse a través de, no
a pesar de los sistemas de distribución de competencias (STC 61/1997, FJ 24 d)).
2. La invocación del artículo 149.1.13ª CE en su vertiente de coordinación en materia
económica únicamente es legítima cuando sea preciso asegurar que la actuación de las
Comunidades Autónomas no resulte contradictoria con los objetivos y líneas directrices de la
regulación en la que se plasman las bases de la planificación en el conjunto del Estado y no
comprometa su eficacia para lograr la realización de dichos objetivos y líneas directrices.
3. Las normas que el Estado dicte al amparo del artículo 149.1.13ª CE han de servir
ineludiblemente a los fines de unidad económica, de política económica general y han de tener
una incidencia relevante en la actividad económica. Ha de tratarse de medidas que tengan una
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de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad
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conexión directa con los fines de política económica general perseguidos y que sean necesarias
para su consecución.
Como tiene dicho el Tribunal Constitucional “la necesaria coherencia de la política
económica exige decisiones unitarias que aseguren un tratamiento uniforme de determinados
problemas en orden a la consecución de objetivos de política económica general y evite que,
dada la estrecha interdependencia de las actuaciones llevadas a cabo en las distintas partes del
territorio nacional, se produzca un resultado disfuncional y disgregador” (SSTC 186/1988, FJ 2;
152/1988, FJ 2 y 196/1990, FJ 3)-.
En lo que respecta al artículo 156.1 CE y al artículo 2.1.b) de la Ley Orgánica 8/1980, de
22 de septiembre, de Financiación de las Comunidades Autónomas, la doctrina constitucional
corrobora cuanto ha quedado dicho cuando argumenta que tales disposiciones no autorizan al
Estado a adoptar “cualquier medida limitativa de la autonomía financiera de las Comunidades
Autónomas sino, en todo caso, de aquellas medidas que tengan una relación directa con los
mencionados objetivos de política económica dirigidos a la consecución y mantenimiento de la
estabilidad y el equilibrio económicos” (SSTC 63/1986, FJ 11; 96/1990, FJ 3; 237/1992, FJ 4 y
171/1996, FJ 3).
El Tribunal Constitucional ha tenido ocasión de trasladar la doctrina que acaba de
exponerse en torno a los artículos 149.1.13ª y 156.1 CE a la concreta problemática vinculada a
la imposición de límites porcentuales a los incrementos retributivos de los empleados del sector
público.
Su posición se revela rotunda, como ya ha quedado expuesto en líneas precedentes,
imponiendo al Estado un mandato genérico y abstracto, referido al volumen total de las
retribuciones de todo el personal al servicio de las Administraciones, siendo éste el límite
insalvable que se impone al Estado, cuyo exceso, por referirse a la cuantía de una determinada
retribución –más allá de las que resultan básicas al amparo de lo dispuesto en el artículo
149.1.18ª CE-, a la supresión de un concreto concepto retributivo o a su suspensión temporal,
resultará materialmente inconstitucional.
Intervención estatal posible y legítima constitucionalmente siempre que se constriña a
limitaciones rigurosas que impiden, en el ámbito de las competencias que ostenta la Comunidad
Autónoma del País Vasco, cualquier posibilidad de vaciamiento de la competencia exclusiva ex
artículo 10.4 EAPV, que le permite el diseño estructural y coyuntural de su propia política
retributiva.
El análisis del artículo 2 RD-Ley 20/2012 a la luz de los anteriores criterios aboca a la
conclusión de su inconstitucionalidad material.
La consecución de objetivos de coordinación presupuestaria no permite una intervención
del Estado que termine por anular la competencia autonómica, debe instrumentarse
necesariamente a partir de magnitudes globales, no incidiendo en una concreta retribución como
hace el artículo 2 RD-Ley 20/2012.
El precepto sitúa a la Comunidad Autónoma en una posición de mero ejecutor de una
medida de política retributiva que sólo a ella corresponde adoptar. La norma obvia
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de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad
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deliberadamente el margen de decisión que corresponde a la Comunidad Autónoma y las
distintas posibilidades de actuación que a ésta se le presentan para dar cumplimiento al objetivo,
a la directriz de política presupuestaria que persigue el Gobierno.
Cuando el objetivo de política económica, y así lo tiene dicho la doctrina constitucional,
sólo exige para su reconducción a parámetros de coordinación asumibles una intervención
estatal mínima, -que a día de hoy se sitúa en el control del gasto de personal a través de los
topes retributivos que se imponen sobre el conjunto de las retribuciones, tal y como establece la
norma básica (artículo 21.2 EBEP)- aquélla se constituye en límite infranqueable a partir del cual
la intervención del Estado se torna en ilegítima intromisión.
La supresión de la paga extraordinaria en los términos en que aparece formulada en el
artículo 2 del RD-Ley 20/2012 infringe el principio de autonomía financiera de la Comunidad
Autónoma del País Vasco reconocido en el artículo 156.1 CE, en relación con la autonomía
política proclamada en los artículos 2 y 137 CE, que encuentra proyección en la capacidad de la
Comunidad Autónoma de ordenar el gasto en su propio presupuesto, tal y como reconoce el
artículo 44 EAPV. Maniata a todo el sector público que se ve impedido para hacer efectiva una
retribución que forma parte de las decisiones propias de su ámbito de autonomía que incluyen
las referidas a cuestiones nucleares de política retributiva de su personal.
El Consell de Garanties Estatutáries de Catalunya en su Dictamen 11/2012, de 22 de
agosto, sobre el Real Decreto-ley 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la
estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, alcanza conclusiones análogas a
las que acaban de exponerse en su análisis del artículo 2 RDL 20/2012, en tanto concreta
excesivamente el procedimiento de aplicación de la reducción salarial prevista en el apartado 1,
vulnerando, se dice las competencias propias de la Generalitat y, concretamente, su autonomía
de gasto2.
2.
Examen de la concurrencia normativa que resulta de la aprobación del RD-Ley
20/2012.
La Ley 6/2011, de 23 de diciembre, por la que se aprueban los Presupuestos Generales
de la Comunidad Autónoma de Euskadi para el ejercicio 2012, en su artículo 19.5, refiriéndose a
las pagas extraordinarias, establece que “se percibirán en los meses de junio y diciembre, en las
cuantías de sueldo y trienios que se determina en el apartado 7 de este artículo, y de una
mensualidad del complemento de destino y del complemento específico o concepto equivalente
en función del régimen retributivo de los colectivos a los que este apartado resulte de aplicación”.
2
El referido Dictamen se pronuncia en los siguientes términos: “Así, de acuerdo con esta doctrina [en referencia a la doctrina constitucional
contenida en STC 171/1996, de 30 de octubre y 222/2006, de 6 de julio], propia del esquema de bases estatales y desarrollo autonómico,
también aplicable con carácter general al artículo 149.1.13 CE, la medida global no debe agotar las competencias de la Generalitat. Y ello se
convierte en incuestionable cuando desde la perspectiva de la finalidad u objetivo de la norma no se aprecia ningún motivo que justifique una
formulación absoluta que excluya la capacidad de intervención del Gobierno de la Generalitat
De este modo, nada debería haber impedido que si el ejecutivo catalán ya había aplicado una reducción general de la masa salarial, del capítulo I
de los presupuestos para el 2012 (concretamente el 2,5%; Acuerdo de Gobierno de 29 de mayo, por el que se adoptan medidas excepcionales
de reducción de gastos de personal para el ejercicio 2012 y se adecua el Acuerdo de Gobierno de 28 de febrero de 2012), ahora pudiera ordenar
la gestión de su hacienda de modo que considerara más idóneo para hacer frente a su política financiera y de personal. Y ello, sin necesidad de
estar limitada por las instrucciones estatales, teniendo en cuenta que estas en ningún caso se convierten en condición necesaria para alcanzar
los objetivos de estabilidad presupuestaria que persigue el artículo 2 RDL 20/2012. Así, según nuestro criterio, la reducción salarial debería
haberse formulado en términos compatibles con una implementación más abierta por parte de la Generalitat, en vez de estar configurada de
manera cerrada, haciendo prevalecer el impacto público de la afectación de la paga de Navidad sobre la opción abierta de las bases, que se
habría manifestado respetuosa con el orden competencial”.
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Dicha prescripción legal ha devenido contraria a las determinaciones básicas contenidas
en el RD-Ley 20/2012, desde a fecha de su entrada en vigor (15 de julio de 2012), dado el
carácter imperativo del artículo 2 del RD-Ley 20/2012 y su condición de norma formalmente
básica, a la luz de la declaración que en tal sentido incorporan los artículos 1.4 y 2.7 del Real
Decreto-Ley. La materia regulada en la Ley 6/2012 y ahora en el Real Decreto Ley 20/2012
están sujetas a reserva de ley en virtud del artículo 103 CE.
La cuestión radica ahora en decidir de qué manera afectan a la regulación autonómica
vigente, el RD-Ley 20/2012.
El análisis ha de abordarse a partir del principio de competencia y de la separación de
ordenamientos.
En la materia que nos ocupa la CAE ostenta la competencia ex artículos 10.2 y 10.4
EAPV, sin perjuicio éste último de la atribución al Estado de la competencia sobre las bases del
régimen jurídico de las administraciones públicas y del régimen estatutario de sus funcionarios
que, en todo caso, garantizarán a los administrados un tratamiento común entre ellos –ex art.
149.1.18ª CE.
Nos encontramos así con dos normas válidas dictadas por el respectivo titular de la
competencia en ejercicio de ésta, pero contradictorias, lo que suscita la cuestión de la aplicación
preferente de una de ellas. El art. 149.3 CE, último inciso, establece que “el derecho estatal será,
en todo caso, supletorio del derecho de las Comunidades Autónomas”.
Sin necesidad de ahondar más en la cuestión, baste señalar que respecto de las
relaciones entre ordenamientos jurídicos –el estatal y el autonómico- la doctrina del Tribunal
Constitucional (por todas, STC 66/2011, de 16 de mayo, en tanto resume la doctrina
constitucional) se ha expresado al respecto, señalado que:

La modificación de la legislación básica estatal no determina el desplazamiento o la
pérdida de eficacia de la norma autonómica, sino su inconstitucionalidad sobrevenida.

Es al Tribunal Constitucional a quien corresponde controlar de manera exclusiva y
excluyente la constitucionalidad de las leyes autonómicas sin que sea posible su
inaplicación por parte de los órganos jurisdiccionales: STC 163/1995 (en cuestión de
inconstitucionalidad planteada por el TSJ de Andalucía relativo a la no conformidad de la
Ley andaluza 2/1989 de espacios naturales protegidos con una norma básica anterior, la
Ley 4/1989, de conservación de los espacios naturales y de la flora y fauna silvestres).

Los órganos integrantes del poder judicial no pueden inaplicar una ley autonómica sin
plantear la cuestión de inconstitucionalidad, puesto que entrañaría una vulneración de
los derechos fundamentales a una tutela judicial sin indefensión y al proceso debido
(STC 173/2002, en recurso de amparo promovido por la Generalidad de Cataluña;
doctrina reiterada en STC 58/2004).
En otras palabras, no se ajusta a la doctrina constitucional (STC 1/2003) sobre las
consecuencias que la modificación sobrevenida de las bases estatales genera sobre la norma
autonómica la consideración de que la norma básica estatal desplaza, en virtud del principio de
prevalencia, a la norma autonómica. Cualquier decisión judicial de inaplicar (STC 173/2002) una
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ley postconstitucional vigente entraña, entre otros, una vulneración del derecho a la tutela judicial
efectiva por tratarse de una resolución “no fundada en derecho”.
Ni el poder judicial ni los órganos concernidos de la administración competente están
facultados para negar eficacia a la norma autonómica cuyo desplazamiento sólo puede resultar
consecuencia de su depuración por el TC, función constitucional que le corresponde de forma
exclusiva (STC 73/2000, FJ 16). La posición tradicionalmente mantenida por los Tribunales
ordinarios (por todas, SSTS de 7 de abril de 2009, de 15 de diciembre de 2009 y 26 de octubre
de 2010) resolviendo los conflictos que se le plantean en virtud de un proceso de elección de la
norma aplicable que, de facto, supone el desplazamiento de una ley plenamente eficaz
desconoce la doctrina constitucional y, en consecuencia, no merece acogida en este informe, sin
perjuicio de que dejemos constancia de aquélla.
Como defiende autorizada doctrina3, frente a la posición de los Tribunales ordinarios
parece que ha de imponerse la doctrina constitucional dado el carácter último de la intervención
del TC, que ha arbitrado un remedio para atajar las decisiones judiciales discrepantes.
En definitiva, la eventual inaplicación (y consiguiente aplicación directa del Real DecretoLey) de lo dispuesto en la Ley 6/2011 sería una decisión no fundada en Derecho y no tendría
acomodo en el ordenamiento, y para que el artículo 2 del Real Decreto-Ley 20/2012 sea
realmente eficaz es ineludible la interposición de una Ley autonómica que expresa y formalmente
determine la supresión de la paga extraordinaria correspondiente al mes de diciembre,
modificando así lo dispuesto en el Art. 19.5 de la Ley 6/2011.
Este es nuestro informe que emitimos y sometemos a cuantos otros se consideren mejor
fundados en Derecho, en Vitoria-Gasteiz, a veintiuno de noviembre de dos mil doce.
Mirari Erdaide Gabiola
Letrada
Jose Antonio Razquin Lizarraga “A vueltas con la cláusula de prevalencia del derecho estatal: sobre la inaplicación judicial de Leyes
autonómicas”. Revista Aranzadi Doctrina 10, feb/2012
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