INTERPONE RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD. Excelentísima Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires: MARIO LUIS CORIOLANO, Defensor de Casación Penal, en la causa Nº 7.917 "HERNANDEZ, Guillermo Alberto s/Recurso de Casación" en trámite ante la Sala II del Tribunal de Casación Penal, a VV.EE. respetuosamente me presento y digo: I.-OBJETO Que vengo por el presente a interponer Recurso Extraordinario de Inconstitucionalidad (arts. 479 y siguientes del C.P.P., art. 161 inciso 1º de la Constitución de la Pcia. de Bs. As.). II.-LEGITIMACION PARA RECURRIR La misma surge de lo establecido en el art. 5º de la Ley 12.161, modificatoria del art. 18 de la Ley 12.061, art. 481 del C.P.P. y art. 87 del Reglamento del Trámite del Recurso de Casación y la Acción de Revisión. III.-ADMISIBILIDAD El presente recurso es admisible toda vez que se interpone en legal tiempo y forma contra la resolución dictada por la Sala II del Tribunal de Casación Penal mediante la que se rechaza el recurso de casación interpuesto por el Defensor Oficial, de la Unidad de Defensa Nº 5, Departamento Judicial San Isidro, Dr. Luis Ruben Molinari.- 1 En cuanto al plazo y la forma, destaco además que he manifestado ante el órgano del cual emana la resolución que impugno, mi intención de deducir recurso ante este Excmo. Tribunal. La fundamentación de los motivos que lo sustentan se desarrollan en el capítulo correspondiente (arts. 483 y 484 del C.P.P.). La resolución del Tribunal de Casación por la cual se declara inadmisible el recurso de casación intentado resulta confirmatoria del auto interlocutorio dictado por la Cámara de Apelaciones y Garantías departamental por el cual se revoca la declaración de inconstitucionalidad del art. 171 inc. f) del apartado 2º del C.P.P. (ley 12.405 modificatoria de la 11.922) y en consecuencia la excarcelación concedida a Guillermo Alberto Hernandez. Si bien es cierto que la resolución del Tribunal de Casación recurrida no es sentencia definitiva, la misma debe ser equiparada a tal. En efecto, el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley procede contra "sentencias definitivas" del Tribunal de Casación (art. 494 del C.P.P.). En este sentido, se entiende por tales las definitivas en sentido propio y las equiparables conforme lo normado por el art. 482 del mismo ordenamiento adjetivo. A su vez, esta Corte ha agregado un tercer supuesto dentro del cual quedarían comprendidas aquellas decisiones que causen un agravio de imposible o insuficiente reparación ulterior. 2 Conforme a ello, ha sostenido en el Acuerdo P. 72.188 -voto del Dr. Hitters- que "...esta Corte, por vía pretoriana ha añadido lo que podríamos definir como una tercera causal, entrando en este casillero las sentencias que causan un agravio de imposible o insuficiente reparación ulterior (Ac. 47.117, sent. del 16-VIII-1994, voto del doctor Vivanco)”. Más adelante sostiene el doctor Hitters que "..en puridad de verdad lo que interesa es saber si al recurrente le queda -o no- otra vía jurídica para solucionar su agravio..." Finalmente agrega dicho magistrado que el principio de la inexistencia de "otra vía jurídica para solucionar el agravio" debe ser esgrimido con razonabilidad, "puesto que si el camino pergeñado por la ley adjetiva es muy tortuoso, y si se presume que en caso de ser utilizado por el damnificado, la solución será tardía o ineficaz; en esas situaciones excepcionalísimas, el pronunciamiento aunque por su contenido no sea definitivo produce -como en esta causa- el efecto de tal, y por ende debe ser equiparado a sentencia definitiva...".En la presente causa el señor Juez de Garantías declaró la inconstitucionalidad del art. 171 inc. f) apartado 2º del C.P.P. y concedió la libertad a mi asistido bajo caución juratoria. El Fiscal de la causa interpusó recurso de apelación contra dicha resolución y la Cámara de Apelaciones y Garantías departamental revocó la declaración de inconstitucionalidad y la libertad del imputado. La defensa interpuso recurso de casación contra dicha decisión, el cual fue declarado inadmisible por no constituir la resolución impugnada "sentencia definitiva". 3 Entiendo que la resolución que deja sin efecto la declaración de inconstitucionalidad y revoca la libertad configura un agravio de imposible o insuficiente reparación ulterior. Sostengo que el agravio sería de imposible reparación ulterior atento a que Hernandez se encuentra actualmente en libertad, producto del efecto suspensivo de los recursos (art. 431 del C.P.P.), la cual en caso de no recurrirse la decisión del Tribunal de Casación sería inmediatamente revocada. En este orden de ideas resulta obvio que esperar a resolver si es justa o no la liberación de un procesado a una vez finalizado el juicio y junto con la sentencia carece de sentido pues, para esa época, la violación de sus derechos ya se habrá consumado y no será posible su subsanación. Es en este sentido que el auto recurrido ocasiona a mi asistido un gravamen no susceptible de reparación ulterior, pues de no impugnarse la decisión se operará de inmediato la privación de la libertad y entonces el gravamen ya se habrá producido. Por ello mismo es que debe ser equiparado a sentencia definitiva a los fines de determinar la admisibilidad del recurso impetrado. El Tribunal de Casación sostuvo que resoluciones como la presente no constituyen sentencia definitiva ni equiparable a tal. Si, como sostuvo el doctor Hitters en el Acuerdo P. 72.188, lo que interesa es saber si al recurrente le queda o no otra vía jurídica para solucionar su agravio, del presente caso surge con claridad la inexistencia de esa "otra vía", lo que permitiría incluir dicha decisión en lo que denomina "tercera causal" añadida por la Suprema 4 Corte por vía pretoriana a los fines de habilitar el carril extraordinario. En este aspecto cabe recordar que cuando se ha intentado impugnar este tipo de decisiones del Tribunal de Casación mediante recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley VV.EE. ha declarado la inadmisibilidad de los mismos en forma sistemática en virtud de tratarse de "cuestiones procesales" ajenas al recurso de inaplicabilidad de ley restringido actualmente al tratamiento de la violación a la ley sustantiva (Ac. 81.970 "Gonzalez, Marcelo A. y Carrillo, Walter N. Rec. de Casación. Rec. inapl. De ley"). Asimismo, se interpuso ante VV.EE. en su oportunidad en un supuesto similar al presente una demanda de inconstitucionalidad, la cual fue rechazada por entender que la misma importaría la consagración de un remedio impugnatorio de las decisiones que fueron adoptadas en las instancias ordinarias y que deben ser objeto de cuestionamiento por los cauces procesales que el ordenamiento prevé específicamente para tales supuestos (I 2.292 "Cabrera, Julio cesar contra Provincia de Buenos Aires sobre Inconstitucionalidad art. 171 inc. "f" del C.P.P. Ley 11.922 y modificatorias"). Es decir, se han intentado todas las vías posibles a fin de someterle a VV.EE. el planteo de inconstitucionalidad del art. 171 inc. f) apartado 2º del C.P.P., resultando el recurso extraordinario de inconstitucionalidad (art. 489 del C.P.P.) la única vía para tal planteo. Concluyendo, el criterio sostenido por la Cámara de Apelaciones y Garantías departamental en el resolutorio por el cual se revocó la declaración de inconstitucionalidad de la norma mencionada y la libertad Hernandez prisión preventiva hace que el 5 mismo no sea "provisorio", tornando a la cuestión en "no renovable". Por otra parte, al entender el Tribunal de Casación que las decisiones sobre la libertad durante el proceso no constituyen "sentencia definitiva" a los fines del recurso casatorio sumado a las decisiones de VV.EE. en materia de recurso de inaplicabilidad de ley y demanda de inconstitucionalidad, le ha quitado al recurrente toda "otra vía jurídica para solucionar su agravio". Es por lo expuesto que entiendo que se encuentran perfectamente perfilados los recaudos exigidos para la habilitación de la vía extraordinaria provincial, conforme la creación pretoriana de la Suprema Corte antes mencionada (P.72.188, Ac. 47.117, sent. del 16-VIII-1994, voto del doctor Vivanco). Finalmente debe regir a favor de la admisión de este recurso que la resolución del Tribunal de Casación Penal que implícitamente resuelva en contrario sobre un planteo de inconstitucionalidad torna admisible al recurso previsto en el art. 489 de la Ley 11.922 y modificatorias (conf. Ac. 77.076 "Moreyra" del 16 de agosto de 2000). Los distintos precedentes de esta Suprema Corte indican que el camino recursivo seguido por la defensa oficial del imputado Hernandez ha sido el adecuado para acudir ante VV.EE. Es decir, previo tránsito por el Tribunal de Casación Penal de la Provincia cuestionando la constitucionalidad de una ley local, se obtuvo una resolución que –aun implícitamente– resuelve en contra de los intereses del litigante. No hay dudas sobre la admisibilidad de este recurso extraordinario a la luz de los pronunciamientos de este 6 tribunal y que ante el pronunciamiento del "a quo", ahora a la defensa le queda como única vía para reparar su agravio constitucional, la prevista en el art. 161 inc. 1º de la constitución (arts. 479, 489 del C.P.P.). IV.-ANTECEDENTES Surge de los presentes actuados, que la Cámara de Apelaciones y Garantías del Departamento Judicial de San Isidro por resolución de fecha 17 de julio de 2001 revocó la declaración de inconstitucionalidad del art. 171 ap. 2º inc. f) del C.P.P. (ley 12.405) y la libertad de Hernandez dispuesta por el "a quo". Contra dicha resolución el señor Defensor Oficial, Dr. Luis Ruben Molinari interpuso recurso de casación reiterando el planteo de inconstitucionalidad de la norma del art. 171 ap. 2º inc. f) del C.P.P. y solicitando se deje sin efecto la revocatoria de la libertad del imputado. En su oportunidad, el señor Defensor Adjunto de Casación, Dr. Gustavo A. Herbel amplió los fundamentos del recurso. El Tribunal de Casación, a fs. 19/22 declara inadmisible el recurso de casación en virtud de lo resuelto en el Acuerdo Plenario nº 5627.Contra dicho pronunciamiento, interpongo el presente recurso extraordinario de inconstitucionalidad.V.-PROCEDENCIA La totalidad del abanico de derechos y garantías consagrados en la Constitución Nacional incluyendo aquellos que han ingresado por vía de los Tratados Internacionales incorporados 7 mediante el art. 75 inc. 22 de la C.N., son receptados por la Constitución de la provincia de Buenos Aires a través del art. 11. Dicho artículo establece que: "Los habitantes de la provincia son iguales ante la ley, y gozan de los derechos y garantías que establece la Constitución Nacional, los que emanen en su consecuencia a través de los tratados celebrados por la Nación y los que se expresan en esta Constitución" (cfr. el precedente de VV.EE. "Bárcena, Alicia S. c. Provincia de Buenos Aires" del 20/09/00). La cláusula provincial resulta ser la materialización necesaria de los arts. 5 y 31 de la C.N. El primero establece que "Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sistema representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías de la Constitución Nacional..."; en tanto que el segundo establece la jerarquía legislativa al sostener que "Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son la ley suprema de la Nación: y las autoridades de cada provincia están obligadas a conformarse a ellas, no obstante cualquiera disposición en contrario que contengan las leyes o constituciones provinciales...". A partir de la estructura normativa transcripta, se concluye en la afirmación efectuada al comienzo, vale decir, que los derechos y garantías contenidos en la Constitución Nacional integran los derechos y garantías de la Constitución provincial. Es decir, pues, que constituye el marco mínimo que la Constitución Nacional exige a la provincial. Esta última no puede descender por debajo de dicho límite, mientras que siempre estará facultada para superarlo, o sea, facultada para otorgar más derechos y garantías que la Nacional. 8 Dicho esto, cabe afirmar que cuando una ley provincial resulta contraria a cualquier derecho o garantía reconocido por la Constitución Nacional, dicha ley es inconstitucional tanto respecto de la Constitución Nacional como de la Constitución Provincial. Si una ley provincial desconoce algún derecho o garantía reconocido por la Constitución Nacional que no tiene receptación expresa en la Constitución Provincial, igualmente se deberá entender que contraría a esta última en virtud del ingreso que los derechos y garantías nacionales tienen en la Carta Provincial mediante su art. 11. Habiendo expuesto lo anterior a modo de introducción, pasaré a desarrollar el tema que motiva este recurso de inconstitucionalidad. A) Violación al principio de igualdad (art. 16 de la Constitución Nacional y art. 11 de la Constitución Provincial).Como derivación lógica del principio de inocencia (art. 18 de la Constitución Nacional) se ha reconocido el derecho del imputado de permanecer en libertad durante la tramitación del proceso. A ello cabe añadir que el art. 21 de la Constitución Provincial establece que toda persona podrá ser excarcelada bajo caución o fianza, y que una ley establecerá las condiciones de la fianza. El instituto de la excarcelación no resulta un beneficio concedido graciosamente por el juez sino que constituye un derecho derivado del principio de inocencia (art. 18 de la CN y art. 10 9 de la C.Pcial.) y del derecho a la libertad del art. 14 y a la igualdad del art. 16 de la CN y del resto de los derechos y garantías contenidos en los tratados internacionales de Derechos Humanos incorporados a la Carta Magna por vía del art. 75 inc. 22 y del art. 10 y 11 de la C. Pcial. Al respecto ha sostenido la Corte Nacional: "Que desde sus primeras decisiones (Fallos: 16:118) este tribunal ha interpretado que la garantía de la igualdad consagrada en la Constitución Nacional consiste en aplicar la ley a todos los casos ocurrentes según sus diferencias constitutivas, de tal suerte que no se trata de la igualdad absoluta o rígida sino de la igualdad para todos los casos idénticos, lo que importa la prohibición de establecer excepciones que excluyan a uno de los que se concede a otros en las mismas circunstancias [...] Que en este sentido, la garantía de la igualdad exige que concurran ‘objetivas razones’ de diferenciación que no merezcan la tacha de irrazonabilidad” (Fallos 302:484 y 313:1638, cons. 11 del voto del Dr. Belluscio), (Revista La Ley año LXIII, Nº 79, lunes 26 de abril de 1999, 98.639-CS, diciembre 22-998 Nápoli, Erika y otros). En consecuencia, el art. 171 inc. f) del CPP (ley 12.405) lesiona indefectiblemente el principio de igualdad (art. 16 CN y art. 11 C.Pcial.), pues quien comete un robo con violencia en las personas, realiza una acción que tiene conminada una pena en abstracto cuyo máximo es de seis años, encontrándose en igual situación que quien comete una estafa (art. 172 del CP), el que otorga una dádiva (art. 258 CP), el funcionario que se enriquece ilícitamente (art. 268 (2)). Sin embargo, mientras que quienes cometen estas acciones podrán ser excarcelados en virtud del art. 169 inc. 1º del CPP, quien comete un robo simple con violencia en las personas (art. 10 164 del CP) no podrá gozar del derecho a la libertad atento lo normado por el art. 171 inc. f) del CPP, que deniega la excarcelación exclusivamente en función del delito cometido. Las normas procesales pueden establecer presunciones –que siempre serán iuris tantum– acerca de la existencia de peligros procesales. Así, de la elevada magnitud de la pena en expectativa se podrá inferir la existencia de un peligro de fuga del imputado. Es evidente que la denegatoria de libertad del inciso f) del art. 171 del CPP (ley 12.405) no se funda en ninguna presunción acerca de posibles peligros procesales, ya que la magnitud de la pena en expectativa del delito previsto en el art. 164 del CP es idéntica a la de la figura prevista en el art. 172 del CP para la estafa. Sin embargo, mientras el imputado por el delito de estafa podrá ser excarcelado por el art. 169 inc. 1º del CPP al imputado de robo simple se le denegará la libertad por el art. 171 inc. f) del CPP, en clara violación al principio de igualdad (art. 16 CN y art. 11 de la C. Pcial.). Como se ha sostenido anteriormente, la sanción de la ley 12.405 –en particular, la inclusión del inciso f) del art 171 del CPP– respondió a cuestiones más propias de la denominada "alarma social" o "clamor popular", que nada tienen que ver con la custodia de los fines del proceso (ver mensaje de elevación del P.E. 1091/2000, p. 4). Por lo tanto, la denegatoria de excarcelación fundada en el art 171 inc. f) del CPP -ley 12.405- por el delito de robo simple con violencia en las personas (art. 164 del CP) importa un trato desigual de la persona de mi asistido respecto de quienes se encuentran en idénticas situaciones, como sería el ya mencionado 11 supuesto del imputado por el delito de estafa (art. 172 del CP), o –lo que resulta más absurdo aún– el caso de quien es imputado por robo simple, pero, con fuerza en las cosas (art. 164 del CP), que si bien cuentan con la misma escala penal en abstracto, estos últimos gozarían del derecho a la excarcelación. B) Violación del principio republicano (art. 1 de la Constitución Nacional y art. 1 de la Constitución Provincial) y del principio de inocencia (art. 18 de la Constitución Nacional y art. 10 de la Constitución Provincial) El art. 18 de nuestra Carta Magna impide la aplicación de una pena a una persona sin una sentencia judicial que la ordene, producto de un proceso previo en el cual se ha declarado su culpabilidad. La norma provincial correspondiente es el art. 10 de la C.Pcial. que establece que "Todos los habitantes de la Provincia son, por su naturaleza, libres e independientes y tienen derecho perfecto de defender y ser protegidos en su vida, libertad, reputación, seguridad y propiedad. Nadie puede ser privado de estos goces sino por vía de penalidad, con arreglo a la ley anterior al hecho del proceso y previa sentencia legal del Juez competente". Entonces, si una persona es culpable únicamente cuando así ha sido declarado por sentencia judicial, esto quiere decir que antes de ese momento dicha persona es no-culpable, vale decir, inocente. Por otra parte, si se puede privar a una persona del goce de sus derechos (vida, libertad, reputación, propiedad, etc.) solamente por vía de penalidad –previa sentencia judicial– quiere decir, entonces, que solamente cuando se la declara culpable puede ser privada del goce de aquellos. Por lo tanto, ninguna persona, mientras considerada aún inocente, puede ser 12 privada de dicho goce. Este razonamiento puede resultar obvio y elemental –y así debería ser–, pero nuestra realidad se encarga de demostrar que no lo es. La consecuencia lógica de esta cláusula, que contiene el denominado “principio de inocencia”, es que el imputado no puede ser tratado como culpable durante el proceso. La llamada “presunción de inocencia” no ha podido ser afirmada al punto de eliminar toda posibilidad de coerción sobre el imputado durante la persecución penal. Prueba de esto es la posibilidad de arresto por orden escrita de autoridad competente (art.18 CN) o de detención del art. 16 de la C. Pcial. El hecho de reconocer la posibilidad del uso de la coerción sobre el imputado durante el proceso, obliga a trazar claros límites entre la coerción material –de competencia del legislador nacional (art. 75 inc. 12 de la CN)– y la coerción procesal –de competencia del legislador provincial (art. 121 de la CN)–. Coerción durante el proceso significa la aplicación de la fuerza pública no a modo de sanción por el incumplimiento de un deber jurídico, sino a fin de realizar con éxito la actividad tendiente a comprobar una infracción hipotética y, eventualmente, a actuar la sanción correspondiente, vale decir, a averiguar la verdad y aplicar la ley sustantiva. La coerción en derecho material se resume en la sanción del derecho ante la acción antijurídica (y culpable). Al mismo tiempo, doctrinaria y legislativamente se ha asignado a tal sanción determinados y diferentes fines como, por ejemplo, la devolución del injusto cometido al delincuente (retribución); la readaptación, reinserción, 13 resocialización, etc. del delincuente (prevención especial); el infundir un temor generalizado en la sociedad (prevención general negativa); o el restablecimiento de la confianza en la norma o estabilización normativa (prevención general positiva). De todos estos fines que la doctrina ha asignado a la pena como consecuencia del delito, el único que tiene receptación positiva expresa es el denominado "prevención especial" o "ideologías re" a través del art. 5.6 de la Convención Americana de Derechos Humanos. Dicho artículo establece que "Las penas privativas de la libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la readaptación social de los condenados". Dos son –al menos– las exigencias que el derecho a la libertad ambulatoria y el principio de inocencia plantean a la posibilidad de privar de la libertad a una persona durante el procedimiento penal: la excepcionalidad de la medida, que hace referencia a la estricta necesidad de dicha medida y a que los peligros procesales no pueden ser evitados con otra medida menos gravosa, y la proporcionalidad, que se refiere por un lado a la relación entre una condena eventual y la medida de coerción aplicada, y por otro al limite temporal de la medida de coerción (cfr. Maier, Julio. Derecho Procesal Penal. Tº I . Fundamentos. Ed. Del Puerto, Bs.As. p. 510 y ss.). La proporcionalidad de la medida de coerción personal está contenida en la regla 17 de las Reglas Mínimas de Mallorca que establece: "En relación con la adopción de las medidas limitativas de derechos, regirá el principio de proporcionalidad...", que ha sido receptado por el art 146 inc. 3º del CPP ley 11.922 en cuanto exige 14 "Proporcionalidad entre la medida y el objeto de tutela". Puede inferírselo, también, a partir del art. 16 de la Constitución Provincial –en tanto sólo autoriza la detención si el hecho merece pena corporal– en relación con el art. 21 del mismo cuerpo legal que establece que podrá ser excarcelada la persona que diere caución o fianza suficiente, debiendo una ley determinar las condiciones y efectos de la fianza. Tiene, asimismo, basamento constitucional como derivación necesaria del principio republicano de la razonabilidad de los actos de gobierno (art. 1 de la Constitución Nacional y art. 1 de la Constitución provincial). Una coerción desproporcionada es, en consecuencia, irrazonable y por lo tanto, contraria a la forma republicana de gobierno. La ley 12.405, que modificó el régimen excarcelatorio del Código de Procedimiento Penal (ley 11.922), incorporó el inciso f) al art. 171 y establece que "se denegará la excarcelación cuando se trate de imputación de delito cometido [...] con violencia en las personas, en los casos de robo simple del art. 164 del Código Penal". Como se sabe, el delito contemplado en el art. 164 del Código Penal tiene previsto, en abstracto, una escala penal que va de un mínimo de un mes de prisión a un máximo de seis años de prisión, por lo que torna ampliamente viable la aplicación del instituto de la suspensión del proceso penal a prueba (art. 76 bis del CP) o bien del instituto de la condenación condicional (art. 26 del CP). Por consiguiente, la aplicación de una medida de coerción procesal resulta ampliamente más gravosa que el objeto que pretende cautelar 15 (aplicación de la ley sustantiva), deviniendo en consecuencia desproporcionada y, por ende, irrazonable. No debe aceptarse que sea más lesivo el medio (prisión preventiva) utilizado para garantizar el fin, que el fin mismo (aplicación de la ley sustantiva, de la que resulta la posibilidad de la suspensión del proceso o de la ejecución de la pena). Como conclusión de lo expuesto, con la aplicación del art. 171 inc. f) del CPP (Ley 12.405), mi asistido se verá restringido en el goce del derecho de libertad con el objeto de asegurar la aplicación de la ley sustantiva, la cual –muy probablemente– se traducirá en la aplicación de la suspensión del proceso a prueba o bien en la aplicación de una condena de ejecución condicional, de lo que resulta la paradoja de que "se lo encierra para asegurar su libertad". La medida de coerción dispuesta contra la persona de Hernandez basada en la norma procesal citada, desconoce las exigencias constitucionales que vinculan a toda medida cautelar para evitar que la misma se convierta en coerción material, como lo son la excepcionalidad que hace a la estricta necesidad de su dictado, y la proporcionalidad. Por lo que, la coerción dispuesta contra mi asistido ya no es procesal sino material. Surge la imperiosa necesidad de recordar las certeras afirmaciones del Profesor Hassemer, "la prisión preventiva es privación de libertad frente a un inocente. Entre juristas penales no deberían existir dudas acerca de que ni siquiera la sospecha más vehemente podría estar en condiciones de restringir el principio de inocencia. Antes de la condena con autoridad de cosa juzgada la presunción de inocencia rige siempre, o no 16 rige(...)quien no defiende la presunción de inocencia aún en caso de sospecha vehemente del hecho en forma radical, le quita valor al procedimiento principal, y eleva los resultados del procedimiento instructorio, provisionales y adquiridos con instrumentos jurídicamente menos idóneos, a la categoría de sentencia condenatoria(...)Quien lucha contra la criminalidad prematuramente, es decir, antes de la sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, por medio de la prisión preventiva, no respeta el principio de inocencia, le quita valor al procedimiento principal y lesiona el fundamento jurídico" (Hassemer, Winfried, "Critica al derecho penal de hoy", Ed. Ad-Hoc, p. 117).C) Violación de los arts. 28, 75 inc. 12 e inc. 22 -art 2 y 7.5 de la CADH- de la Constitución Nacional, 1, 10, 11, 21 y 22 de la Constitución provincial. Ya he mencionado que la única posibilidad de diferenciar la coerción procesal de la coerción material es atendiendo a sus diferentes fines. Toda aplicación de la coerción durante el proceso que no responda a la custodia de sus fines –averiguación de la verdad y actuación de la ley sustantiva–, responderá ineludiblemente a fines propios de la coerción material –por discutibles que sean–, y se transformará en un anticipo de pena al imputado, violando la presunción de inocencia y el debido proceso, ya que se estaría privando del goce de sus derechos a un sujeto que aún no ha sido declarado culpable, asignándole a dicha privación, asimismo, fines propios de la pena, tarea esta última de competencia exclusiva del legislador nacional (art. 75 inc. 12 de la C.N.). Utilizar las medidas cautelares del proceso penal para alcanzar fines específicos del derecho de fondo repugna al 17 Estado de Derecho. En este sentido, ha sostenido la Corte de la Nación: "Que la potestad legislativa para, con amplia latitud, ordenar y agrupar, distinguiendo y clasificando, los objetos de la legislación (Fallos 238:60; 251:53, entre otros –La Ley, 90-120; 107-356–) y establecer así regímenes excarcelatorios diversos, sólo encuentra justificación en tanto esté orientada a que la prisión preventiva –como medida de corrección procesal– conserva su fundamento de evitar que se frustre la justicia"(Revista La Ley op.cit. Napoli, Erika y otros). Como dije, ni la Constitución Nacional ni la Constitución Provincial han llegado a excluir la posibilidad de encierro durante el trámite del proceso. El uso de la coerción procesal fue establecido con la salvedad de que únicamente se justificaría para custodiar los fines del proceso. Cualquier medida de coerción personal –o denegatoria de la libertad– que no responda a esta finalidad desnaturaliza el instituto de las medidas de cautela procesal. Si bien los derechos y garantías no son absolutos y admiten ser reglados en su ejercicio, dicha reglamentación no puede desnaturalizar el derecho o garantía que regla (art. 28 de la Constitución Nacional y art. 11 de la Constitución Provincial) al punto de neutralizarla. Establecer la calidad de no excarcelable para el delito de robo simple cuando se trata del supuesto de comisión con violencia en las personas, importa desnaturalizar el derecho a la libertad y el principio de inocencia, hasta el punto de extinguirlos. Así sostuvo la Corte de la Nación, en el precedente Nápoli, Erika antes citado con relación a la ley 24.410 (que 18 reformó el art. 316, párr. 2º "in fine", del Código Procesal Penal de la Nación que impedía la concesión de la excarcelación a quien resultare imputado de los delitos previstos en los arts. 139, 139 bis y 146 del Código Penal) que "como conclusión de lo expuesto, la ley 24.410 viola el derecho a la igualdad (art. 16 de la Constitución Nacional) de Erika E. Nápoli ya que la priva del régimen general de excarcelación por la sola naturaleza del delito y con prescindencia de si con ello se frustra la acción de la justicia..." (Revista La Ley, op. cit. Napoli, Erika y otros –el subrayado me pertenece–). Esta tendencia legislativa a transformar el principio de libertad durante el proceso en un excepcionalísimo privilegio y utilizar la coerción durante el proceso para alcanzar fines ajenos a la evitación de los peligros procesales, no es nueva: Así, en la Italia fascista "El Código Rocco amplió enormemente las hipótesis de captura obligatoria y automática, suprimió los términos máximos y con ellos el instituto de la excarcelación por transcurso de los plazos y condicionó a la valoración de las cualidades morales y sociales de la persona tanto la emisión como la suspensión de la orden de captura facultativa...La prisión preventiva asumía así la fisonomía de una verdadera medida de prevención frente a los peligrosos y los sospechosos o, peor aún, de una ejecución provisional o anticipada de la pena...El elemento más perturbador y aberrante fue sin duda la invención fascista de la obligatoriedad de la captura..."(Ferrajoli, Luigi. Derecho y Razón Teoría del Garantismo Penal, Ed. Trotta, pag. 553), (el subrayado me pertenece). La StPO (Ordenanza Procesal Penal), en su redacción original , distinguía únicamente dos motivos de detención: sospecha de fuga y peligro de entorpecimiento. La reforma procesal penal nacional-socialista de 19 1935 agregó otros dos motivos que no coincidían con el fin de la prisión preventiva: peligrosidad permanente y repercusión en la opinión pública. Con ello existía un motivo de detención cuando en virtud de la gravedad del hecho y de la repercusión provocada por él no parecía tolerable dejar en libertad al acusado..."(Roxin, Claus Derecho Procesal Penal, Ed. Editores del Puerto, p. 259). Resulta evidente que la previsión legal del art. 171 inc.f) del CPP que establece que se denegará la excarcelación en los casos de robo simple cometidos con violencias en las personas, obedece a una reacción espasmódica del poder político ante la repercusión periodística de determinados hechos. Así lo ha confesado el Poder Ejecutivo en el mensaje de elevación del proyecto de ley, en cuanto afirma que se modifica el régimen de excarcelación "adunándole tres supuestos muy sensibles a la ciudadanía", entre los que se encuentra el inciso f) del art. 171 del C.P.P. (p. 4 del mensaje de elevación citado). En este sentido es palmaria la contradicción de este argumento con lo sostenido por la C.I.D.H.: "En vista de que la detención preventiva representa la privación de la libertad de una persona que todavía goza de la presunción de inocencia, debe basarse exclusivamente en la probabilidad de que el acusado abuse de la libertad condicional y proceda a la fuga, y en el hecho de que la libertad condicional de un acusado pueda llegar a convertirse en un riesgo significativo. Sin embargo, la privación de libertad previa a la sentencia no debe basarse únicamente en el hecho de que un presunto delito es especialmente objetable desde el punto de vista social." (Informe 12/96. Argentina Caso 11.245). Es evidente la similitud entre esta normativa y los antecedentes históricos mencionados, aunque no es necesario remontarse a hechos lejanos en el tiempo y en el espacio como son el 20 fascismo y el nacionalsocialismo, ya que también en nuestro país contamos antecedentes legislativos y jurisprudenciales tan burdos y groseros como los antes referidos. Uno de esos casos es el art. 315 inc. 5º del CPrCr de Corrientes que establece "La excarcelación no se concederá en los siguientes casos:...5)cuando el delito fuere de hurto o robo de más de una cabeza de ganado mayor o menor". En oportunidad de denegarle la excarcelación a un imputado de abigeato, un juez de dicha provincia tuvo la posibilidad de argumentar en defensa de dicha norma procesal sosteniendo que "La repercusión social que en nuestro medio eminentemente pecuario tiene el hurto de ganado, el temor, la inseguridad, el clamor de que los supuestos delincuentes entran por una puerta y salen por la otra, justifican plenamente la reglamentación en tal sentido del derecho al arresto y la restricción a la libertad ambulatoria en estos casos. Es una reacción contra el exceso de la libertad ambulatoria que se le daría a los imputados de ciertos delitos". Por suerte el mencionado imputado de abigeato contó con una Cámara de Apelación que recordó la vigencia de la Constitución Nacional sosteniendo que "No se debe, por ende establecer normas que obstan a la excarcelación por la índole del delito. Ello significaría aceptar un criterio sustantivista que desnaturaliza el fin meramente asegurativo de la excarcelación" (Jurisprudencia Argentina 1994-I, p. 356). Hace varios años ya, el profesor Cafferata Nores, advertía sobre las finalidades diferentes de la pena y de la prisión preventiva y del peligro que implicaba la confusión de dichas finalidades por parte de los legisladores provinciales. Así decía: "Surge claro que, criterios como los expuestos, tratan a la prisión preventiva como una medida ejemplar que tranquiliza a la comunidad inquieta por el delito, 21 restituyéndole la confianza en el derecho, medida que se impone como un castigo, a fin de evitar que los terceros caigan o que el imputado recaiga en el delito. Convierten así a la prisión preventiva en una retribución aleccionadora que previene futuras violaciones de la ley penal, acalla la alarma que el delito despierta en la comunidad y permite la readaptación social del delincuente. Para nada extraña entonces cuando, quienes piensan de este modo, sostienen que la prisión preventiva es una "anticipación cautelar de la pena sobre la condena" o menos sofisticadamente concluyen que "se ofrece como una primera e inmediata sanción [...] a) La ilegitimidad de esta postura se advierte de su simple cotejo con el art. 18 de la C. Nacional. Esta norma al establecer que nadie puede ser penado sin juicio previo, veda directamente la posibilidad de castigar antes del juicio [...] Quien pretende reprimir durante el proceso olvida que la pena no puede ser previa al juicio, sino previo el juicio [...] b) No puede sostenerse que la necesidad de restituir la calma a la sociedad y restablecer su confianza en la ley, legitime la confusión entre pena y encarcelamiento preventivo. La constitución ha desechado la posibilidad de sanción inmediata al delito, sostenida por estas teorías, interponiendo entre el hecho y la pena un plazo que es "ocupado" por el proceso [...] Ha preferido la alarma social que puede causar la libertad del sospechoso, por la mucho mayor que causaría el conocimiento de que se ha adelantado pena a un inocente. Se ha optado por la seguridad de la sanción justa antes que la imprudente espectacularidad de la represión inmediata [...] Lo que sí debe producirse de inmediato, es la reacción estatal frente a la noticia de la posible comisión de un delito. Ella es suficiente para satisfacer el sentido público de justicia antes del juicio definitivo [...] c) Sería igualmente inválido argumentar que la presunción judicial de la culpa del imputado, exteriorizada, por ejemplo, en el auto de procesamiento, sea suficiente para aplicarle una sanción [...] Si la pena 22 encuentra su fundamento en la culpabilidad, para que aquella sea científicamente admisible, ésta deberá acreditarse de modo cierto; y para que sea jurídicamente aplicable, esta certeza deberá contenerse en una sentencia dictada luego de un proceso. Antes de esta resolución, el imputado goza de un estado jurídico de inocencia (Constitución Nacional art. 18 contrario sensu) que enerva la pretensión de considerarlo o tratarlo como "culpable" hasta que la condena dictada en el juicio previo lo "declare" tal [...] d) Cabe señalar finalmente que ‘a las legislaturas provinciales les está prohibido mientras se trate de delitos, utilizar criterios de política criminal para decidir por su cuenta y por vía indirecta (prohibición de la excarcelación) la mayor o menor gravedad de una acción hipotética en el ámbito de la sociedad en la cual sirven’ o transformar, por ejemplo, mediante su ‘actividad normativa la acción autónoma del autor del encubrimiento por la de partícipe de un determinado delito’. Esta atribución se encuentra reservada al congreso de la Nación (actual art. 75 inc. 12 CN) prohibiéndose a las provincias su ejercicio (actual art. 126 C.N.). (conforme Cafferata Nores, José. La Excarcelación, Edit. Lerner 1977, pag. 27/29, pag. 179/181 y sus citas). El Dr. Zaffaroni ha sido también uno de quienes más tempranamente alzó la voz a favor de la inconstitucionalidad de la denegatoria de excarcelación por la índole del delito, sosteniendo que "No es admisible que haya delitos que sean "inexcarcelables" por razones de prevención general, porque la prevención general es cuestión del derecho de fondo [...] Ya es suficientemente intolerable que en la práctica se convierta en la verdadera pena, dada la lentitud procesal, que la prisión preventiva o el procesamiento devengan en condena y que la sentencia definitiva pase a desempeñar el papel de una revisión, como para que este hecho sea reforzado por el propio texto 23 de la ley procesal, fundado en argumentos preventivos generales" (Zaffaroni, Eugenio, Inconstitucionalidad de los llamados delitos inexcarcelables, Doctrina Penal, 1984, Ed. Depalma). Sobre las excepciones a la excarcelación fundadas en ciertos tipos de delitos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso nº 35 "Suarez Rosero", sostuvo que "Aunque las dos primeras disposiciones del art. 114 bis del Código Penal ecuatoriano asignan a las personas detenidas el derecho a ser liberadas cuando existan las condiciones indicadas, el último párrafo de dicho artículo contiene una excepción a dicho derecho [...] La Corte considera que esa excepción despoja a una parte de la población carcelaria de un derecho fundamental en virtud del delito imputado en su contra y, por ende, lesiona intrínsicamente a todos los miembros de dicha categoría de inculpados [...] La Corte hace notar, además, que, a su juicio, esa norma per se viola el artículo 2 de la Convención Americana, independientemente de que haya sido aplicada en el presente caso [...] En conclusión, la Corte señala que la excepción contenida en el art. 114 bis citado infringe el art. 2 de la Convención por cuanto el Ecuador no ha tomado las medidas adecuadas de derecho interno que permitan hacer efectivo el derecho contemplado en el art. 7.5 de la Convención". Nuevamente, considero conveniente recordar las palabras de Hassemer, quien dijo que "la prisión preventiva no puede perseguir objetivos del derecho penal material. La persecución de fines de prevención general o especial presupone que se encuentre firme el presupuesto de ese derecho penal material: la culpabilidad de afectado. La evitación de un peligro de reiteración, la intimidación, o la integración normativa de la generalidad o los esfuerzos de resocialización solo pueden ser ejecutados sobre una persona con 24 respecto a la cual el derecho penal se ha asegurado de su culpabilidad en forma conforme al ordenamiento" (Hassemer, op. cit. p.118).Más recientemente, en un comentario a un fallo de un Juez de Garantías de esta Provincia que declaró inconstitucional el inciso f) del art. 171 de la ley 12.405, el Dr. Jorge R. Montero (h.) afirmó con claridad inmejorable que "Ni la prisión preventiva ni el proceso penal, en el paradigma constitucional, pactista y legal, pueden ser utilizados como armas para luchar contra la delincuencia" (La Ley, Suplemento de Jurisprudencia Penal, Nº 53 del 31 de agosto de 2000). En conclusión, cuando se hecha mano de la prisión preventiva para procurar alcanzar fines que sólo cabe asignar a la pena, el legislador provincial está usurpando facultades propias del legislador nacional (art. 75 inc. 12 de la CN), resultando dicha normativa, por tanto, inconstitucional. La relación entre la eficacia en la persecución penal y el respeto por los derechos y garantías por parte del poder punitivo del Estado configura una situación de conflicto, que constituirá siempre un baremo inmejorable para constatar el grado de desarrollo o evolución del Estado de derecho. "El orden interno de un Estado se revela en el modo en que está regulado esa situación de conflicto: los estados totalitarios, bajo la antítesis errónea Estado–ciudadano, exagerarán fácilmente la importancia del interés en la realización, lo más eficaz posible, del procedimiento penal. En un Estado de derecho, en cambio, la regulación de esa situación de conflicto no es determinada a través de la antítesis Estado–ciudadano; el Estado mismo está obligado por ambos fines –aseguramiento del orden a través de la persecución penal y protección de la esfera de libertad del ciudadano–" 25 (Roxin, Claus, op. cit., p. 258). Nuestro Estado, antes que Estado Legal de Derecho es un Estado Constitucional de Derecho y, en ese orden, la legalidad debe ser estricta, es decir, que no basta con que se observe el procedimiento estatuido para la sanción de las leyes, sino que dicha ley debe estar en concordancia con el sistema de derechos y garantías de nuestra Constitución. Nuestra Carta Magna –como se mencionó– consagra el derecho a la libertad, el principio de inocencia como lógica contracara de la necesidad de un juicio previo en el que se declare con certeza la culpabilidad de una persona para poder –recién entonces– aplicarle una pena, y adscribe a la forma Republicana que reclama la razonabilidad de los actos de gobierno. En ese orden de ideas, considero que establecer legislativamente la “inexcarcelabilidad” para el delito de robo simple con violencia en las personas con fundamentos propios del derecho de fondo (art. 75 inc. 12 de la CN) y que nada tienen que ver con posibles peligros procesales, vulnera el derecho a la libertad (art. 14 CN y art. 10 de la C.Pcial.), igualdad (art. 16 de la CN y art. 1 de la C.Pcial.), la presunción de inocencia y la garantía del juicio previo y del debido proceso (art. 18 de la CN y art. 10 de la C.Pcial), desdibujando la naturaleza de cautela procesal de la prisión preventiva, para transformarla, de esa manera, en una pena anticipada. La consecuencia de la sanción de este tipo de leyes es que para aplicarle una pena a mi asistido, como imputado de robo simple con violencia en las personas, los órganos del Estado ya no se encuentran obligados a realizar un "juicio" y probar con certeza 26 su culpabilidad a través de la “sentencia", sino que con una mera probabilidad podrán privar en el goce de sus derechos (libertad, vida, propiedad, etc.) siendo aún inocente, sin que exista peligro procesal alguno, asignándole a dicha privación fines propios de la pena, por lo cual la sentencia resultaría sólo ser una revisión de la prisión preventiva. Para ese momento, el principio de inocencia habrá sido aniquilado bajo el argumento de que es el precio que debemos pagar a cambio de nuestra seguridad individual. Una seguridad tan costosa ya no será seguridad. La Corte de la Nación ha sostenido en el precedente citado "Que, en tales condiciones, la limitación de la libertad personal durante el proceso motivada en el reproche o en la repulsa social de ciertas conductas –por más aberrantes que puedan ser– como remedio tendiente a combatir el auge de determinada delincuencia ante la necesidad de mayor protección de determinados bienes jurídicos, importa alterar los ámbitos propios de las distintas esferas constitucionales para el ejercicio de prerrogativas legiferantes y desvirtúa la naturaleza cautelar de la prisión preventiva al convertirla en una verdadera pena anticipada, pues la aspiración social de que todos los culpables reciban pena presupone, precisamente, que se haya establecido previamente esa calidad (Fallos 303:267, cons. 8º, párr. 2º –La Ley, 1981-B, 533–)" (Revista La Ley, op.cit. -Nápoli, Erika y otros). Por último, resta recordar la claridad semántica del art. 57 de la Constitución provincial que establece "Toda ley, decreto u orden contrarios a los artículos precedentes o que 27 impongan al ejercicio de las libertades y derechos reconocidos en ellos, otras restricciones que las que los mismos artículos permiten, o priven a los ciudadanos de las garantías que aseguran, serán inconstitucionales y no podrán ser aplicados por los jueces" (el resaltado me pertenece). Por todo los argumentos vertidos, entiendo que el art. 171 inc. f) del CPP incorporado por ley 12.405 contraría los arts.1, 10, 11, 21, 22 de la Constitución provincial y los arts. 1, 14, 16, 18, 75 inc.12 y 22 de la Constitución Nacional, y que debe ser declarada su inconstitucionalidad de conformidad a lo establecido en el art. 57 de la C. Pcial. antes transcripto. VI.-PETITORIO En razón de todo lo dicho solicito de la Excelentísima Suprema Corte de Buenos Aires: 1.-Tenga por interpuesto en legal tiempo y forma el presente Recurso Extraordinario de Inconstitucionalidad. 2.-Haga lugar al mismo, declarando la inconstitucionalidad en este caso del art. 171 inc. f) del C.P.P. y se deje sin efecto la revocatoria de la libertad concedida a mi asistido bajo caución juratoria. Proveer de conformidad SERÁ JUSTICIA. 28