Declaración de inconstitucionalidad, de oficio, del artículo 17, inciso

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AUTO INTERLOCUTORIO NÚMERO: 173. VILLA MARIA, 23/08/2013. Y VISTOS: Estos autos
caratulados “VILCHES AMELIA MARIA c/ CRISTOBAL SEGURO DE RETIRO S.A. – MEDIDAS
CAUTELARES – MEDIDA AUTOSATISFACTIVA” (Expte. N° 620002, iniciado el día 11 de junio de
2012), de los que resulta: 1) Que a fs. 01/07 comparece la Sra. Amelia María Vilches, en
calidad de derechohabiente de su extinto esposo José Luis Aquino, con el patrocinio de los
Dres. David Bazan Carricaburu y Alfredo Roberto Sosa, a requerir Medida Autosatisfactiva o
Tutela Anticipada en contra de la Compañía de Seguro de Retiro “San Cristóbal Seguro de
Retiro S.A” tendiente a obtener el pago de la indemnización prevista por el art. 15 inc. 2,
apartado 2 de la Ley de Riesgos del Trabajo. Solicita se declare la inconstitucionalidad de los
arts. 15 inc. 2, apartado 2 y 19 inc. 1 ley 24557, decretos reglamentarios y disposiciones de la
Superintendencia de Riesgos del Trabajo que los reglamentan, por ser violatorios de la
Constitución Nacional (en adelante CN), en especial de los arts. 14 bis, 16 y 17 de dicho
cuerpo, al establecer que el pago de la indemnización por muerte se efectúe a los
derechohabientes mediante la forma de una renta mensual. Expresa que el sistema de pago
en renta avasalla en forma flagrante el libre albedrío de las víctimas de infortunios laborales,
al no cobrar el total indemnizatorio en un pago único. Agrega, que es una persona de bajos
recursos económicos, que padece una incapacidad laboral del ochenta por ciento (80%) de la
T.O. (situación que acredita con un certificado médico del Dr. Rosso). Afirma que no ha
cuestionado desde el principio el sistema de pago en renta ya que por la urgencia y gravedad
de la situación de la compareciente, con el fin de percibir la indemnización prevista por
incapacidad laboral total y permanente, se le impuso por ley la celebración de un contrato de
renta vitalicia. Reafirma el planteo de inconstitucionalidad en cuanto a la modalidad del pago
cuotificado que prevé el art. 15, inc. 2 reclamando el pago único del saldo indemnizatorio.
Repele la “teoría de los actos propios” por entender que no es aplicable al presente caso.
Manifiesta que se encuentran cumplidos los presupuestos básicos para la procedencia de la
medida autosatisfactiva que peticiona y cita en apoyo jurisprudencial precedentes dirimentes
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (en adelante CSJN) y uno específico dictado por
este Tribunal. Solicita la imposición de costas en caso de oposición de la demandada.
Acompaña profusa prueba documental para avalar su reclamo. En síntesis, esta es la postura
del actor a cuyo contenido íntegro me remito (art. 329 del CPC de Cba). 2) Que el Tribunal,
atento el tenor de la demanda y a los fines de garantizar la defensa en juicio, el debido
proceso y la búsqueda de una tutela jurídica efectiva, decidió instruir el reclamo bajo el
espectro de un proceso sumario (Art. 31 y cc del CPT), corriendo vista a San Cristóbal Seguro
de Retiro S.A. de la demanda, conjuntamente con la totalidad de las copias de la documental
ofrecida. 3) Que a fs. 46/58 comparece la accionada mediante apoderado – Dr. Pablo Ignacio
Olcese - contestando la demanda, rechazando la procedencia de la misma, negando todas y
cada una de las afirmaciones formuladas que no fueron motivo de un reconocimiento
expreso. Relata que su representada no mantuvo ninguna relación jurídica con el Sr. José Luis
Aquino, ni con su empleador, ni amparó la responsabilidad civil del mismo. Manifiesta que las
compañías de seguro de retiro no son obligadas al pago de las prestaciones por fallecimiento,
y también que los fondos de la compañía son de su propiedad y no de los asegurados. Destaca
que el contrato de seguro de retiro constituye un vínculo de seguro entre asegurado y
asegurador, totalmente extraño a las normas del derecho del trabajo. Manifiesta que la actora
conocía sus derechos, y en el ejercicio de los mismos, eligió a la demandada para celebrar el
contrato de seguro de renta vitalicia, que es para ambas partes irrescindible. Postula que estos
actos propios efectuados por la actora, al exigir a su representada como aseguradora, son
relevantes en orden al rechazo de la acción, manifestando que se ajustó al diseño legal y al
contrato celebrado, lo que hace improcedente pretender revocarlos. Sostiene que la
jurisprudencia citada por la contraria es inaplicable al caso. Acompaña prueba que avala su
postura. En síntesis, esta tesis del demandado a cuyo contenido íntegro me remito (art. 329
del CPC de Cba). 4) Que atento la postura asumida por las partes, el Tribunal ejerciendo la
función de director del proceso que tiene asignado por ley, decidió fijar audiencia a los fines
del art. 58 del CPC de Cba., la que se llevó adelante (fs. 62) sin poder arribar a un acuerdo
conciliatorio. 5) Que a fs. 63 comparece nuevamente la actora solicitando, en esta
oportunidad, la aplicación del régimen recientemente sancionado de Ley de Riesgos del
Trabajo (ley 26773) que avala su reclamo inicial y que el mismo debe operar
automáticamente. 6) Que atento al pedido efectuado por la compareciente y el nuevo marco
jurídico emanado de la ley 26773, el tribunal (a fs. 64) fija nueva audiencia en los términos del
art. 58 del CPC de Cba. por remisión del art. 114 del CPT, con el objetivo de que las partes
reflexionen sus posturas. Para el caso de no conciliar, fija también audiencia de alegatos. 7)
Que en oportunidad de realizarse la audiencia conciliatoria (fs. 66), las partes manifiestan no
avenirse, en consecuencia formulan alegatos ratificando sus posturas jurídicas iniciales. 8) Que
corrida vista al Ministerio Público Fiscal, dictamina que el sistema de renta periódica no
satisface el objetivo reparador de la norma, es incompatible con el principio protectorio y con
los requerimientos de condiciones equitativas de labor, e impide a la derechohabiente el
ejercicio de un ámbito de libertad constitucionalmente protegido, en el que se inserta la
formulación de su proyecto de vida modificado traumáticamente por la muerte de su cónyuge
en infortunio laboral, considerando que los arts. 15, inc. 2º y 19, inc. 1 de la ley 24557, son
inconstitucionales (fs. 68/69). 9) Que encontrándose la causa a estudio para resolver, el
Tribunal verificado la necesidad de contar con información actualizada de la prestación
económica que recibe la actora, los fondos originariamente recibidos y los que actualmente
existen en poder de la demandada, dictó la medida de mejor proveer la que consistió en
informar: 1) Fecha y monto del dinero total recibido al momento de iniciar la relación
contractual con la actora. 2) Monto total del dinero abonado a la actora desde el inicio de su
cobertura hasta el mes de julio del corriente año, desagregando mes a mes los pagos
realizados. 3) Estimación de la cuantía mensual de la prestación que la actora recibiría en el
próximo año (fs. 74). 10) Que cumplida la medida ordenada (fs. 80) y corrida vista a la actora
esta expresa que la demandada hace caso omiso a la resolución que estipula que sus
asociadas abonen las prestaciones dinerarias de renta periódica en un pago único cuando
previamente consten cuestionamientos o requerimientos administrativos o judiciales del
trabajador o sus derechohabientes. Que del historial se evidencia que las rentas mensuales no
superan el salario mínimo, vital y móvil. Solicita se aplique el RIPTE desde junio/2011 – fecha
desde la cual debería la actora haber percibido todo en un solo pago – hasta el día del efectivo
pago. Vuelto los autos a despacho queda el presente en condiciones de resolver. Y
CONSIDERANDO: Que preliminarmente se debe destacar una singularidad de la contienda
jurídica que se ventila en autos pues en el transcurrir del proceso se ha producido un profundo
cambio normativo –esto es la sanción de la ley 26.773, titulada “Régimen de Ordenamiento de
la reparación de daños derivados de los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales“que tiene trascendencia dirimente en la resolución del mismo. Así el planteo inicial de la
actora era la declaración de inconstitucionalidad de varias normas que hoy ya se encuentran
derogadas. Por ello, el Tribunal –una vez sancionada la nueva ley- entendió pertinente
establecer una audiencia a fin de que las partes pudieran reflexionar sus posturas jurídicas y,
en su caso, acercar algún tipo de respuesta al planteo inicial de la Sra. Vilches. Pese a la
derogación de los artículos que establecían la arquitectura jurídica del sistema de renta
vitalicia, las partes han seguido anidando sus posturas procesales iniciales, la actora en la
repulsión constitucional de tal estructura normativa ya disuelta y la demandada en el respeto
y vigencia del sistema normativo que regula los contratos de seguros y renta vitalicia, aplicable
por derivación legislativa originada en la sección derogada de la Ley de Riesgos del Trabajo. II)
Que más allá de las referencias legales, la actora ha presentado y sostenido un agravio
constitucional que se deriva de la reglamentación que regula la forma de pago de la
indemnización de la que fue acreedora, la que denuncia vulnera su derecho de propiedad, su
proyecto de vida y el derecho a una reparación justa del daño ocasionado a su grupo familiar.
Por ello, habiéndose pedido el ejercicio jurisdiccional del control de constitucionalidad sobre
la reglamentación que une contractualmente a las partes, con el objeto de elaborar una
resolución basada en la Constitución Nacional y el derecho derivado de los DDHH, respetando
el axioma constitucional del Debido Proceso y bajo el influjo del principio procesal “Iura Novit
Curia” es que este Tribunal entiende que la “traba de la litis actualizada”, el conflicto a
resolver, se circunscribe a determinar si en este caso debe aplicarse el inciso 1 del art. 17 de la
ley 26.773 (“Las prestaciones indemnizatorias dinerarias de renta periódica, previstas en la
citada norma, quedan transformadas en prestaciones indemnizatorias dinerarias de pago
único, con excepción de las prestaciones en ejecución.”), o en línea opuesta, repeler el mismo
por considerarlo agraviante a los preceptos y mandas contenidos en nuestra Carta Magna. III)
Que de la lectura del artículo 17.1 de la ley 26.773, surge claro que el legislador ha establecido
un principio general compuesto por la expresión “Las prestaciones indemnizatorias dinerarias
de renta periódica, previstas en la citada norma, quedan transformadas en prestaciones
indemnizatorias dinerarias de pago único” pero a su vez ha generado una excepción al mismo
cuando dispuso “las prestaciones en ejecución” (sic). Es decir, para el legislador hay un
universo de titulares de derechos constitucionales aún no satisfechos completamente
(trabajadores accidentados o derecho-habientes) que quedarán fuera de la manda general del
sistema indemnizatorio (“pago único”) y que son todos aquellos que vienen percibiendo tales
prestaciones indemnizatorias en forma de “renta periódica” (tal como es el caso de la actora,
Sra. Amelia María Vilchez). En concreto: para poder resolver el presente litigio, se impone
realizar el escrutinio de constitucionalidad de la excepción contenida en el art. 17 inciso 1) de
la ley 26.773 que desplaza del “pago único” a aquella “prestaciones en vigencia”; es decir se
debe determinar si la excepción instrumentada violenta o no el “axioma de la igualdad”, pilar
fundante e ineludible del sistema de derechos contenido en nuestra Carta Magna. Para tal fin,
alineado en la sostenida e inevitable doctrina de nuestra Corte Federal (léase precedentes
“Banco Comercial de Finanzas”, “Mill de Pereyra” y más recientemente de manera
contundente en “Rodríguez Pereyra”), este Tribunal –verificando en la causa la existencia de
los requisitos ineludibles requeridos por tal doctrina- procederá a efectuar “de oficio” el
control de constitucionalidad de la ley en cuestión, recurriendo para ello a la gradación y
jerarquía que se deriva del actual plexo axiológico y normativo de nuestro sistema jurídico
constitucional y convencional. IV) Que desde el marco teórico, en abono a la solución del
presente caso, se torna procedente desgranar “el axioma constitucional de la igualdad”. La
igualdad como principio y pauta de regulación de derechos, se encuentra incluida
esencialmente en el artículo 16 de la Constitución Nacional. A la par, existen otras
disposiciones constitucionales específicas que refieren a la igualdad, como por ejemplo los
arts. 1, 4, 14, 14 bis, 17, 20, 28, 37, 42, 43, 75 incs. 19 y 23 CN, entre otros. La reforma del año
1994, introdujo expresamente la jerarquía constitucional de diversas disposiciones
internacionales que también declaraban la igualdad, tanto en su faz estática como en su faz
dinámica, como por ejemplo los arts. II y XII de la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre, los arts. 1.1, 8.2, 13, 17.2, 17.4, 17.5, 24 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos (CADH), la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación Racial, los arts. 1, 2, 4, 7, 10, 16.1, 21, 23, 25 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (DUDH), el art. 30 de la Convención sobre los Derechos
del Niño (CDN), los arts. 2.1, 3, 4.1, 8.1, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
los arts. 2.2, 3 y 7 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la
Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW), entre los más destacados. Toda esta ramificación normativa impone un claro
mandato que excede la concepción clásica de los derechos individuales, implicando una
imperativa obligación al Estado –en sus diferentes ámbitos de poder- de regular, resguardar,
promover, reparar y salvaguardar el bastión de la igualdad como base y sustento para el
desarrollo de la sociedad. Al respecto, es pacífica la doctrina de nuestra CSJN, desde antaño,
cuando sostiene que la garantía de igualdad ante la ley radica en consagrar un trato legal
igualitario
a
quienes
se
hallan
en
una
razonable
igualdad
de
circunstancias.
Consecuentemente, se debe tratar a los iguales en iguales circunstancias de modo semejante,
y solo la Constitución Nacional admite generar diferencias cuando la misma responda a
garantizar el efectivo goce de los derechos de aquellos que se los considera distintos. Para
nuestro Tribunal Cimero es discriminatoria una distinción cuando carece de una justificación
objetiva y razonable o cuando ostenta finalidades persecutoria o indebidos privilegios (Entre
muchos otros, cfr. Fallos: 16-118; 155-96; 286-97; 322-1349). V) Que a los fines de analizar
una regulación legislativa específica, la doctrina –judicial y autoral- es conteste en sostener
que el interprete debe aplicar el llamado “Test de Razonabilidad Cualitativa e Instrumental”, el
que señala al legislador la imposibilidad de introducir categorías o clasificaciones que
enmascaren o sostengan discriminaciones que no se compadezcan con las circunstancias
particulares que rodean al derecho reglamentado; es decir, se exige al legislador que no se
establezcan las llamadas “categorías sospechosas” las que sufren de una inicial presunción de
inconstitucionalidad y para avalarlas deberán responder a un fuerte interés público el que es
satisfecho y acometido con la desigualdad generada. En síntesis, la selección de los criterios
que marcan las desigualdades entre los derechos de las diversas circunstancias y de las
diversas personas, deben ser observados, a través de un estricto control de razonabilidad a fin
de evitar discriminaciones arbitrarias; reglamentar de otra manera implica directamente que
esas diferenciaciones sean injustas, por tanto cuestionables constitucionalmente. VI) Que
desde el pórtico constitucional referenciado, nos adentraremos ahora al confronte y análisis
de la ley 26.773, en su artículo 17.1, adelantando nuestra conclusión: la excepción contenida
en el citado artículo flagrantemente viola el axioma de la igualdad y consecuentemente
vulnera y lesiona los derechos constitucionales que busca reglamentar. Exponemos las razones
que fundamentan nuestra posición: 1) Que el legislador al establecer la excepción contenida al
pago único (art. 17.1), no expone ninguna razón reglamentaria que permita avalar el trato
diferenciado de dos clases de titulares de derechos constitucionales de similar entidad
jurídica. Es decir, la norma no justifica el trato “diferente” que concede, al generar una
“categoría sospechosa” y por lo tanto –como se dijo- inicialmente tal categoría reglamentaria
aparece arbitraria y debe ser observada negativamente. Nos expresamos más claramente: el
Parlamento no ha expuesto cuál es el “fuerte interés público” que se procura satisfacer con la
desigualdad generada, haciendo “padecer” las secuelas de la discriminación que la misma
contiene a aquellos beneficiarios que aún no han visto agotado su crédito resarcitorio por el
infortunio padecido. No se advierte –porque no se ha expresado- una justificación axiológica
constitucional que habilite el descarte del llamamiento al “pago único” de aquellos que aún
deben satisfacer parte de su prestación, respecto a aquellos que aún no han recibido la misma
cuando en esencia ambos tienen la misma entidad jurídica como “sujetos de tutela
preferente”. La exclusión normativa no supera la “razonabilidad cualitativa” que impone el
proceso constitucional de reglamentación de derechos, ya que no guarda coherencia entre la
finalidad perseguida (nuevo sistema de reparación de los infortunios) y los medios ideados
para la consecución de esos fines respectos a algunos de sus beneficiarios (aquellos que aún
no han percibido la totalidad de su crédito). 2) Que si se confronta el texto del art. 17.1 con la
integralidad de la ley 26.773 se podrá advertir que la excepción allí contenida queda
“desacoplada” tanto de los “objetivos” de la ley como del “principio general” que fundamenta
la nueva arquitectura de reparación de daños laborales. Más rotundamente: en el art. 1 de la
ley se dice que los objetivos de la misma son “la cobertura de los daños derivados de los
riesgos del trabajo con criterios de suficiencia, accesibilidad y automaticidad de las
prestaciones dinerarias” y en el art. 2 se establece tajantemente que “… El principio general
indemnizatorio es de pago único, sujeto a los ajustes previstos en este régimen.”. Es decir, el
Parlamento incurre en una “contradicción instrumental” –según enseña la técnica legislativa
parlamentaria- pues establece dentro de la propia estructura legislativa que crea, sin
fundamento ni valoración diferenciada, una manifiesta oposición entre los objetivos, el
principio general y la regulación específica de un supuesto particular (el que corresponde a
“las prestaciones en vigencia”). 3) Que más arbitraria luce aún la excepción del art. 17.1
cuando se la aprecia desde la interpretación finalista o teleológica de la norma. Si se consultan
los antecedentes parlamentarios, se verá claramente que la excepción en análisis es
incoherente y refractaria con la voluntad de la ajustada mayoría legislativa que postulaba la
norma, cuando exponía una única excepción al principio general y que nada tiene que ver con
la particularidad contenida en el art. 17.1. En este sentido, el miembro informante de la ley
(Sr. Diputado País) expresaba: “Esta ley que hoy vamos a sancionar elimina la renta
periódica”(…)Muchas ART vinculadas con compañías de seguro de retiro seguían mandando a
los trabajadores esta suerte de rentas vitalicias que eran un gran negocio financiero pero una
pésima reparación para los trabajadores. Cualquier trabajador que tuviera una incapacidad
superior al 50 por ciento tenía que cobrar a través de una renta vitalicia y no la indemnización
efectiva en el momento. Lo que buscamos es eliminar directamente todo el sistema de renta
periódica, salvo las prestaciones dinerarias durante el proceso de consolidación del daño o
de curación.” (el destacado nos pertenece) (Cfr. Debate Parlamentario, Diario de Sesiones,
Orden del día 1072/12, Cámara de Diputados de la Nación). Por lo visto, y según la propia
voluntad del legislador, la excepción del art. 17.1 tampoco encuentra “validación” en el
andamiaje axiológico que el Parlamento ha erigido para la nueva regulación de los infortunios
laborales, pues solamente se excluiría del pago único las prestaciones dinerarias conocidas
como “prestaciones temporarias” (art. 13, ley 24,557, art. 5 ley 26.773 y reglamentación
pertinente, tal como ha quedado el sistema actualmente).´4) Que mucho más alejada de la
“pauta constitucional” aparece la excepción de art. 17.1 ley 26.773 si se la confronta con la
doctrina judicial emanada por nuestra C.S.J.N. en la larga ristra de inconstitucionalidades que
le ha endilgado a la reglamentación de los infortunios laborales (léase, entre otros los
precedentes "Castillo", "Aquino", "Millone", “Díaz”, “Suárez Guimbard”, “Silva”, “Llosco”,
“Ascua”). El Alto Tribunal decididamente ha reinstalado la convicción de que la Constitución
Nacional no es un conjunto de letras, artículos, frases, o parágrafos desprendido y aislado del
sentir social; la doctrina elaborada por la CSJN –en torno a los riesgos del trabajo- ha
patentizado conocidamente el clásico adagio que impone que los derechos constitucionales
deben conservarse incólumes en su integridad esencial; no pueden ser extinguidos ni
degradados por el legislador quien no está constitucionalmente habilitado para desnaturalizar
aquello que debe resguardar, como lo ha hecho reiteradamente con las diferentes normativas
de la LRT, y tal como a nuestro modo de ver acontece con el presente art. 17.1 de la nueva ley
26.773. Concretamente: la excepción contenida en el art. 17.1 violenta el significativo
estándar constitucional marcado por la Corte respecto al trabajador siniestrado o su grupo
familiar, el que se asienta en el Derecho Internacional de los Derechos Humanos, el principio
“Pro Homine”, el Principio de Progresividad y la centralidad jurídica de la persona. La
excepción al excluir del sistema general a aquellos ciudadanos que sustancialmente
pertenecen al colectivo social “siniestrados” que es el que la ley atrapa, les niega con la letra
de la ley lo que la letra de la Constitución Nacional y Los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos les reconoce y concede. 5) Que una última observación constitucional denota la
flagrante violación que el legislador ha realizado del mandato específico contenido en el art.
75. inciso 23 de la Carta Magna, el que busca hacer realidad la “igualdad real” mediante
acciones positivas que disminuyan o aminoren la falencia en el goce de derechos
constitucionalmente consagrados. La citada norma constitucional textualmente reza: “Legislar
y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de
trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los
tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los
niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad”. (el destacado nos
pertenece). No queda ninguna duda, que la nueva ley al insistir en un “sistema de cerrojo” y
no habilitar algún mecanismo que permita al titular del derecho –si en la situación fáctica se
verifica la discapacidad, la necesidad o la presencia de un sujeto de especial protecciónrecurriendo a una “solución distinta” al pago en renta periódica, como podría ser la
percepción en “pago único”. El legislador sigue insistiendo en una formula reglamentaria
(similar a la derogada en la ley 24.557) -que ha sido reiteradamente reprochada por una
amplísima doctrina tanto la judicial como la autoral- que palmaria se da de bruces con lo
preceptuado por el artículo 5º del Convenio 17 de la OIT (de jerarquía superior a la ley en
análisis) en cuanto regula la posibilidad de percibir la indemnización de manera integral y
completa. 6) Que a modo de síntesis argumental, destacamos que la excepción del art. 17.1 de
la ley 26.773 es violatoria al retículo axiológico de nuestra Carta Magna y a los principios que
se derivan de los Tratados de Derechos Humanos y Convenios Internacionales que nuestra
país ha firmado, que su regulación es refractaria al sistema reglamentario establecido por
nuestra Carta Magna (arts. 19, 28, 75,12 y 75,23) por carecer de razonabilidad cuantitativa e
instrumental respecto de los derechos que busca dinamizar y por violentar arbitrariamente el
régimen de la igualdad, al tratar legislativamente de manera diferencial a titulares de derechos
de similar entidad, generando contrastes que se tornan absurdos y –en el caso concreto de
cada damnificado- violatorios a un conjunto de derechos constitucionales de su titularidad
(propiedad, proyecto de vida, reparación de los daños, igualdad ante la ley, entre otros). El
legislador, aunque no lo ha dicho de manera expresa, ha decidido que parte de los
trabajadores siniestrados conformarán el “ineludible costo colateral” que la sociedad deberá
pagar (cediendo aquellos fracciones de sus derechos constitucionales) para satisfacer las
presiones y los “lobbys” corporativos y económicos que permanentemente asechan al mundo
del trabajo y que en expresión del grupo mayoritario que postuló la ley, permitirá “ordenar” el
sistema para que el mismo siga vigente. VII) Que las pruebas acercadas en autos consolidan
aún más la resolución que se postula, en cuanto a la contingencia económica por la que
atraviesa la viuda del trabajador fallecido quien a la fecha no cuenta con casa propia a lo que
se suma su endeble salud física y su incapacidad motriz, circunstancias todas que ameritan ser
valoradas en un conjunto integral y que determinan la presencia -en el caso concreto- de la
necesidad de satisfacer el pago del saldo de la indemnización debida de manera diferenciada
al establecido en el art. 17 inciso 1) de la ley 26.773 a fin de poder cumplir acabadamente con
lo preceptuado en el art. 75.23 de la CN como con el art. 5 del Convenio 17 de la Organización
Internacional del Trabajo. VIII) Que también se expondrán las razones del rechazo a las
defensas esgrimidas por la demandada, en especial su línea argumental central cuando afirma
que su relación contractual con la actora es ajena al mundo del trabajo y como tal debe ser
contemplada a la luz de la legislación específica. La demandada enarbola la inaplicabilidad de
la doctrina judicial refractaria a la LRT, buscando ocultar una clara posición dominante frente a
la hoy actora en oportunidad de “hacerla ingresar” al subsistema jurídico de los seguros y
renta vitalicia. Con esta actitud lo que está pretendiendo simple, burda y desprejuiciadamente
es ampararse en el axioma de la “seguridad jurídica” cuando desde hace más de ocho años es
conocedora, o debió serlo, de la fragilidad, vulnerabilidad y cuestionabilidad que el sistema
jurídico primario (LRT y normas reglamentarias) venía teniendo en la jurisprudencia argentina.
Cualquier estudiante medio de abogacía pudo prever desde hace años que las relaciones
contractuales de los contratos de renta vitalicia serían inexorablemente revisadas a la luz de la
poderosa jurisprudencia de nuestro Alto Tribunal ya referenciada. Por ello, requerir el respeto
a la tan vapuleada “seguridad jurídica” (es decir aplicar la doctrina de los actos propios en
contra de la reclamante) bajo el imperativo del cumplimiento formal de leyes que –como en
este caso- se las califica como inconstitucionales es improcedente y como tal debe ser
rechazada. IX) Que al elaborar estas reflexiones y asumir la resolución que se dicta, no se
desconoce la pacífica doctrina elaborada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que
sostiene que la declaración de inconstitucionalidad de una norma se presenta como el último
remedio a fin de valorar los actos u omisiones estatales, debiendo tal proceder, ser
interpretado y valorado de manera restrictiva, por constituir un caso de gravedad
institucional. No obstante, convencido este Tribunal entiende que las inconstitucionalidades
son “heridas” que laceran y lesionan el sistema jurídico; son infracciones que los poderes del
Estado no han podido resolver en tiempo y en forma, que de permanecer presentes en el
sistema, perturban la vida cotidiana de los ciudadanos y finalmente la salud social de la
comunidad toda. Frente a ello, al Poder Judicial le cabe la responsabilidad política de
resguardar los derechos de los ciudadanos que se respaldan en nuestra Constitución, cuyo
goce no puede verse vedado, obstruido o perturbado por arbitrarias reglamentaciones que
buscan satisfacer presiones o intereses corporativos específicos. Para este Tribunal, efectivizar
esta consigna significa plasmar en la dimensión humana del trabajador siniestrado o de su
grupo familiar vacante un valor constitucional cardinal del Estado de Derecho: el paradigma de
la centralidad de la dignidad de la persona como esquema estructural de la protección jurídica
institucional. Este paradigma no sólo debe declamarse en ámbitos académicos, normativos o
discursivos sino que impone verse reflejado –con especial dimensión y sensibilidad- en la
resolución acuciante del caso concreto que se materializa en aquel ciudadano que se ve
obligado a concurrir a la justicia por la desaprensiva inobservancia del legislador al momento
de reglamentar su derecho, como es en este caso el derecho a la reparación del infortunio
laboral por muerte. Por el planteo conceptual realizado, el análisis de las constancias de autos,
la doctrina y la jurisprudencia citada y las normas constitucionales invocadas juzgo inexorable
la declaración de inconstitucionalidad del art. 17.1 de la ley 26.773 y consecuentemente
ordenar pagar a la demandada San Cristóbal Seguro de Retiro S.A el capital pendiente de pago
de manera integra y total, monto que deberá computarse como se describe en el acápite
siguiente. X) Que la prueba colectada en autos (tanto la ofrecida por las partes como la
requerida por el Tribunal en medida de mejor proveer) es coincidente en la acreditación de
que la demandada San Cristóbal Seguro de Retiro S.A a la muerte del trabajador fallecido
recibió de parte de Prevención ART S.A. trescientos veintiocho mil sesenta y tres pesos con
26/100 ($ 328.063,26) y que al mes de junio del presente año lleva abonado en forma de
prestación de renta periódica la suma total de cuarenta y ocho mil doscientos quince pesos
con 79/100 ($ 48.215,79), por lo que el saldo adeudado a valor histórico asciende a la suma de
doscientos setenta y nueve mil ochocientos cuarenta y siete con 47/100 pesos ($ 279.847,
47). Ahora bien, cancelar el monto adeudado a sumas históricas sin ajustar el mismo importa
un detrimento y menoscabo en el capital adeudado; no se trata de que el acreedor –en este
caso de un crédito laboral- perciba de más sino que perciba su acreencia sin el deterioro de la
desvalorización dineraria. Ajustar una suma de dinero adeudada a fin de mantener incólume el
capital obligado no implica un sobrecosto ni encarecerla, solo incumbe mantener el valor real
y efectivo de aquella (Cfr. Cammisa, Augusto, Intereses Moratorios Judiciales, Ed. Advocatus,
Cba, 2005). Realizar el ajuste a través de una “actualización” no es imponer una nueva
consecuencia dañosa a resarcir o “castigar” un incumplimiento de deudor, sino que es
materializar de manera palpable una pauta de justicia y equidad en la relación mantenida por
los litigantes, en este caso buscando mantener incólume –o lo más indemne posible- el valor
del capital adeudado. Por ello ajustar o actualizar no es sinónimo de encarecimiento sino que
justamente su efecto es otro, mantener ileso el monto adeudado. Este concepto económico
no es raro para el derecho de daños, y menos para el actual régimen de reparación de
infortunios laborales (léase ley 26.773) en el que se valora consecuencias perniciosas del
efecto inflacionario, previendo de manera expresa en su articulado el ajuste y la actualización
(mediante dos modalidades, arts. 8 y 17.6). Más claramente: el legislador está reconociendo
que en el escenario económico actual, es necesario la actualización y además indicando cuál
será el método para evitar el deterioro del capital adeudado por los rubros que surjan de
dicha normativa. En función de lo expuesto, mandar a pagar a valores históricos sin
contemplar esta situación sería imponerle un menoscabo a los derecho-habientes del
trabajador fallecido, por lo que la presente resolución debe contemplar algún tipo de
actualización a fin de que aquellos no perciban una indemnización menguada. En esta
dirección, y sin pretender transitar la frondosa discusión de la aplicación temporal del RIPTE
como barómetro de actualización, este Tribunal -dado las características propias de la
controversia que se está resolviendo- entiende prudente recurrir a los índices oficiales
elaborado por el INDEC, en el rubro que mide el “Índice de Costo al Consumidor”, en su
versión “Nivel General”, el que deberá ser aplicado al capital histórico adeudado desde el mes
de junio de 2011 hasta la fecha del dictado de la presente resolución, entendiendo como pago
a cuenta de dicho monto las prestaciones que la demandada ya ha abonado correspondiente a
los meses de julio y agosto del corriente año, las cuales no constan en el informe requerido a
fs. 79 de autos y por lo tanto no se pueden cuantificar en esta etapa del proceso. No podrá
decir la demandada que tal actualización le es agraviante, pues ella como toda sociedad
comercial profesional dispuso de las herramientas financieras para dirigir sus activos –entre
los que estaba el capital propiedad de la Sra. Vilchez- a inversiones rentables que justamente
le sirvieron para resguardarse del efecto inflacionario y para obtener réditos cuyos resultados
sin duda superan con creces y holgadamente los índices que informa el Indec, por lo que aún
empleándose dicho mecanismo de ajuste se advierte que su aplicación no generará perjuicio
de entidad para la aseguradora en el monto que finalmente deberá abonar a la actora. XI) Que
las costas del presente proceso son impuestas por el orden causado ya que la demandada
procedió dentro de la "legalidad objetiva" que imponen las normas vigentes, y en
consecuencia pudo tener suficientes razones de interpretación que justificaran repeler la
acción incoada (art. 28 primer párrafo in fine CPT). Observando que ninguno de los abogados
actuantes ha cumplimentado con lo establecido en el art. 27 ley 9459, previo a regular los
honorarios profesionales, intímese a los letrados intervinientes a que manifiesten su condición
tributaria ante el Afip. Por todo lo antes dicho, SE RESUELVE: 1) Declarar la
inconstitucionalidad del art. 17 inciso 1 de la ley 26.773. 2) Ordenar a la firma San Cristóbal
Seguro de Retiro S.A a abonar a la Sra. Amelia María Vilchez el capital histórico pendiente de
pago cuyo monto asciende a la suma de doscientos setenta y nueve mil ochocientos cuarenta
y siete pesos con 47/100 ($ 279.847,47) correspondiente a la indemnización originariamente
establecida en la ley 24.557 de manera integra y total con más la actualización que se ordena
en el acápite pertinente. 3) Imponer las costas del presente proceso por el orden causado,
invitando a los letrados intervinientes a que manifiesten su condición tributaria ante el Afip,
difiriendo la regulación de honorarios para cuando se cumplimente la presente intimación.
Protocolícese y hágase saber.
Marcelo J. Salomón
Juez
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