pensando el poder desde los movimientos sociales latinoamericanos

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PENSANDO EL PODER DESDE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES LATINOAMERICANOS
Construyendo otra globalización desde el sur y desde abajo1
Marco Raúl Mejía J.
Planeta Paz
Expedición Pedagógica Nacional
“Existe una postmodernidad en la derecha, pero también existe una postmodernidad de izquierda y
no, como casi siempre se insinúa, cuando no se insiste que la postmodernidad es un tiempo
demasiado especial que suprimió clases sociales, ideología, izquierdas y derechas, sueños y utopías.
Y uno de los aspectos fundamentales para la postmodernidad de izquierda es el tema del poder, el
tema de su reinvención que trasciende el de la modernidad, el de su pura conquista.”
Paulo Freire2
Esta cita, del gran pedagogo latinoamericano con dimensiones mundiales y padre de esta generación
de educadores populares que se constituyeron en las prácticas de movimientos sociales de las cuatro
últimas décadas del siglo anterior y que sirvieron como formas de construcción del poder, me sirve
como abrebocas para plantear este escrito en el cual intento mostrar que el capitalismo globalizado ha
transformado muchas de las condiciones de existencia de los movimientos sociales y de sus luchas
por el poder. Igualmente, que cualquier acción que se desarrolle en la esfera de la sociedad y ubique
su trabajo en contextos específicos tiene tras de sí alguna concepción de poder que debe ser
pensada para evitar caer, sea en simples acciones exentas de intereses o en actividades ingenuas
que terminan por convertirnos en “idiotas útiles” del proyecto en marcha y de sus formas de poder y
control.
1. Tesis
a. La globalización en marcha ha creado un nuevo escenario político, económico, social y
cultural a partir de una profunda reformulación de las fuerzas productivas en torno a las
cuales se desarrolla el capitalismo. En ese sentido, la tecnología reorganiza y reestructura
ese escenario construyendo nuevas relaciones sociales que al tenor de la hegemonía en la
administración neoliberal de éste, termina produciendo una reestructuración del ejercicio del
poder en el contexto actual. Allí asistimos a un nuevo orden global, una nueva lógica, unas
nuevas formas de soberanía y unas nuevas estructuras de poder que replantean las
relaciones que existieron en la teoría crítica entre imperio y nación.
b. Estos cambios producen una crisis en los paradigmas de la izquierda, que se ve obligada a
construir nuevos referentes teóricos y prácticas para la disputa y construcción del poder en la
sociedad globalizada. El nuevo horizonte mundial de dominación y poder hace que las reglas
que se habían querido conquistar desde los derechos humanos económicos, sociales,
culturales y ambientales (DHESCA) han iniciado un franco retroceso, y muchos de los
planteamientos de organización política, sindical y de los movimientos sociales exijan ser
replanteados para dar respuestas coherentes con los cambiantes tiempos, lo que lleva a
inventar nuevas formas de organización, de lucha, a reconstruir algunas de ellas, y en últimas,
a salir de los esquemas preconcebidos con los cuales se organizó la lucha en el capitalismo
manufacturero anterior.
1
Versión ampliada de la Ponencia presentada en la Conferencia Internacional sobre educación para la paz:
“Construyendo la paz desde la sociedad civil”, 14-16 de noviembre de 2003. Casa Galán, Bogotá, DC.
Organizada por Defensoría del Pueblo e InWEnt.
2 Freire, Paulo. Pedagogía da Indignação. Cartas pedagogicas e outros escritos. São Paulo, SP. Fundación
Editora da UNESP (FEU). 2000.
c.
En ese sentido, el conflicto, bajo sus múltiples características, toma forma en esta
globalización, y las guerras bajo diversas especificidades (Afganistán, Irak, Colombia,
Filipinas, entre otras) comienzan a constituirse como parte de la disputa por la reconstrucción
de ese nuevo orden global. No en vano la teoría del terrorismo en este tiempo toma auge y
comienza a ser construida como uno de los ejercicios en los cuales se desvirtúan muchas de
las luchas críticas y anticapitalistas del pasado.
d. Los movimientos sociales populares están frente al ejercicio de recomponerse, reconociendo
cómo en este proceso de reestructuración se produce una transformación de los sentidos, las
significaciones, las formas de organización, las formas de lucha, elementos importantes para
poder entender de qué manera se convierten en actores de negociación y poder. Por ello, en
un país como el nuestro pensar cualquier proceso de paz requiere que el conflicto armado no
sea entendido en la lógica de las élites y exige de los sectores sociales populares la
construcción de sus agendas para poder incluirse a partir de ellas de cara a cualquier
negociación que haga posible la refundación de nuestra institucionalidad.
e. Por ello, se puede afirmar de que no existe ninguna acción exenta de poder. Esto debe
tenerlo muy claro cualquier persona, movimiento u organización en su concepción para saber
hacia dónde están orientando sus prácticas, ya que en este tiempo la tecnocracia se ha ido
constituyendo como una forma de poder con un discurso sobre el conocimiento que lo
muestra como sujeto que conoce y sabe, objetivo y sin intereses. Volver a recuperar el
análisis por el poder significa reconocer cómo lo técnico también está movido por intereses.
2. Breve acercamiento a las concepciones de poder
En una forma muy breve intentaré mostrar esos tres grandes troncos desde los cuales hoy en la
sociedad se hacen interpretaciones sobre el poder. Busco hacerlo en cuanto ser capaz de reconocer
el tipo de teoría que subyace a las prácticas. Es importante para determinar pautas de acción y
maneras de resolver procesos específicos de organización, de movilización y las estrategias desde
las cuales organizamos los procesos que tenemos en marcha.
a. El poder como legitimidad. En esta visión enmarcaría diferentes autores que se mueven en
una perspectiva de legitimar lo que existe y que colocan sólo un margen de modificación muy
limitado al establecimiento. Y esto, a partir de sus propias reglas. En ese sentido, se
acercarían bastante a una especie de pensamiento liberal de realización de ese proyecto
como modernidad. Allí estarían tres autores muy representativos de esta corriente, como
Parsons, Arendt, y Luhman.
Para estos pensadores, la eficacia del poder es que es un arquetipo de dominación legítimo, y
como tal puede producir consensos y logra proporcionar un funcionamiento general de la
sociedad y como tal organiza la persecución de metas colectivas y la discusión de los
conflictos e intereses y por eso va a poder en forma muy específica hacer uso de la coerción y
la fuerza como parte de su legitimidad.
Su representatividad y legitimidad pertenece a un grupo, no a particulares y existe sólo si está
unido al grupo. Si desaparece éste, el poder también desaparece, por ello éste va a ser el
origen de la legitimidad de la democracia como sistema político.
El poder es visto en esta concepción como un bien social que debe ser aceptado o
rechazado, ya que va a ser una pieza clave en el engranaje entre los sistemas y los
subsistemas sociales, que va a permitir la cohesión y unidad del sistema, porque no es
posible una existencia por fuera de ellos.
b. El poder como estructura dominante. Aparece contraria a ésta una versión que desde el
marxismo y distintas corrientes críticas intentan plantear el poder como un proceso estructural
en la sociedad que aparece sobredeterminado en la relación económico-política con muy
2
poca capacidad de desarrollar procesos alternativos si no se rompe la forma y el ejercicio del
poder gestado por la hegemonía. Allí estarían autores como Poulantzas, Miliband, y Milles.
El poder en esta concepción es una resultante de los procesos de dominación y explotación
que se dan en la sociedad. Por ello no es explicable sin las clases ni las élites que configuran
los polos dominantes en la sociedad contemporánea a partir de la contradicción entre el
capital y el trabajo asalariado. Es esta relación la que hace derivar en el grueso de la sociedad
los procesos de organización y de vinculación institucional del poder.
Desde esta mirada, la política y el poder se ejercitan por los grupos de control y dominación.
Esto hace que queden al margen los actores individuales y colectivos en cuanto ellos
simplemente están inmersos y no forman parte determinante de esa construcción del poder
en la sociedad. Cambiarlo va a requerir tener el control de las formas dominantes de la
economía y la política para producir un cambio en las relaciones sociales que ellos generan.
En esta perspectiva, el poder siempre es una práctica social de las élites, quienes estructuran
y controlan la institucionalidad que crean para poder producir su dominación. En ese sentido,
es un poder ilegítimo y como valor es contrario a la democracia.
c.
El poder existente en todas las relaciones sociales. En esta versión, el poder no tiene lugar en
sitios específicos, sino que existe en toda la sociedad tomando formas de control y
contracultura, por ello tiene manifestaciones de micro-poder y se vive también como formas
de contrahegemonía. En esta visión colocaría autores tan diversos que irían desde Gramsci,
Foucault hasta Derrida.
En esta concepción, el poder existe y se da en la acción. Por ello es coextensivo al cuerpo
social y es intrínseco a las relaciones sociales y por consiguiente no va a tener una única
forma. Este carácter multiforme requiere teorías específicas para analizarlo, ya que el poder
está más allá del castigo y la coerción, y como toma múltiples formas, es definitivo para la
producción de la vida social.
En esa matriz de múltiples formas de poder se nos hace visible como multiplicidad de
relaciones de fuerza y propias del dominio en que se ejerce. Por ello, hay que ir al conflicto ya
que se da en un juego de luchas y enfrentamientos incesantes. Allí las transforma, refuerza,
invierte, revierte. Por eso cuando se hacen los análisis se encuentra que está en lo individual,
en las instituciones, en las interacciones, siendo el ejercicio social de la fuerza desde
innumerables puntos. En ese sentido, no es un movimiento institucional, una estructura. Si
vemos los análisis foucaulianos, lo ve en las prisiones, en la sexualidad, en el manicomio, en
la forma de evaluar en la escuela. Es decir, toma múltiples formas de dispositivos sociales.
En esta concepción esos dispositivos sirven no porque estén al servicio de una estructura
mayor, sino porque en el lugar específico cumplen el papel de ser utilizados en las estrategias
mayores. Por ello, las resistencias comienzan a ser las manifestaciones no sólo de una
oposición sino de la búsqueda de estrategias diferentes de ese contrapoder dominante
organizando otras formas de poder. Las resistencias aparecen como esas formas en las
cuales se comienza el enfrentamiento a las formas de poder que signifiquen dominación
social (desde las formas de poder existente en la esfera doméstica y privada hasta las formas
más estructurantes de la sociedad).
Igualmente, frente al fenómeno de la globalización en marcha y las modificaciones que él
comienza a realizar en los centros de decisión y en las relaciones sociales que se constituyen,
aparecen interpretaciones que intentan explicar la nueva manera de constitución de ese
poder. Las más significativas se dan en el intento de comprender cómo los fenómenos
comunicativos y tecnológicos generan una reestructuración de la existencia de los Estadosnación, de las formas internacionales del control (imperialismo) y de la nueva manera como lo
local comienza a tejer los nuevos nodos de la resistencia.
3
Pudiéramos agrupar en tres grandes concepciones esas que se reestructuran para dar cuenta
de estos tiempos.
i.
Un poder oculto que crece
En esta concepción se mueven autores liberales y antisistema, que ven con preocupación
cómo los procesos de control que se generan en las formas de la tecnología y su
invisibilidad pueden significar un peligro para el Estado democrático, ya que al disponer
éste de los recursos y los medios, hace que se oculten muchas de sus acciones para
evitar su control público. Es una especie de resurgimiento por los medios electrónicos del
Gran Hermano, de Orwell El autor más representativo de esta corriente es el
recientemente fallecido Norberto Bobbio.
Se señala que este poder invisible se manifiesta como un poder que tiene la característica
de ocultarse para ser más invisible. Es una especie de ideología de la ocultación, que
hace ver todo lo que el Estado desarrolla como si fueran los intereses colectivos,
haciendo pasar la libertad de unos pocos por la libertad del sistema y la igualdad
puramente formal convertida en igualdad sustancial o de oportunidades, ganando una
creciente capacidad para conocer los comportamientos de los ciudadanos mediante
medios electrónicos cada vez más perfeccionados.
El poder que se genera es básicamente un poder oculto y que crece en el Estado y
también en el anti-Estado. En esa invisibilización centran su fortaleza (servicios secretos y
grupos terroristas). En este ocultamiento el poder tiende no sólo a esconder, sino incluso
a invisibilizar sus auténticos intereses. Si todo lo tiene vigilado por los medios electrónicos
y controlado a través del ejercicio comunicativo, aparece una disolución de lo público por
vía de la aparente visibilidad que se da en los medios de comunicación. Por ello, éstos
también deben ser controlados.
En esta perspectiva, el único antídoto es la crítica pública, planteándose que los medios y
el uso del control electrónico tienen que ser sometidos a una veeduría que tenga la
posibilidad de aumentar la capacidad de la ciudadanía para controlar las acciones de los
gobiernos. Igualmente, frente al abuso del poder de la información (que es nuevo y
distinto al de la fuerza), se hace necesario construir nuevas reglas sobre los límites de
este poder y de un Estado no simplemente en las reglas del mercado para ejercer un real
control.
ii.
Un nuevo orden biopolítico
Asistimos a la emergencia de un nuevo orden que no es sólo el del mercado global,
político y económico, sino también una nueva estructura jurídica, cultural y social. Ésta
nueva forma de existencia no se puede dar sin un poder que garantice su eficacia, lo que
hace que adquiera características de imperial (la organización de un capitalismo en plena
reestructuración). Es decir, enmarca una nueva forma de poder e implica la renovación de
las ciencias que han interpretado el poder para lograr explicar la manera como acontece
la nueva organización de ese poder global. El autor más representativo de esta corriente
sería el italiano Antoni Negri.
Las características de ese nuevo orden mundial son la reestructuración de lo que siempre
se conoció como signos de soberanía, los poderes militar, monetario, comunicacional,
cultural, lingüístico, han sido reestructurados en cuanto el nuevo imperio, que es distinto
al imperalismo, construye desde sus organismos multilaterales la creación de nuevas
relaciones coloniales camufladas en el señuelo de la modernización. Esto se hace a
expensas de pueblos que hasta ahora estaban ajenos al proceso eurocentrado de la
civilización capitalista, generando una agresividad de las naciones fuertes respecto a las
naciones pobres y debilitando los Estados-nación, en cuanto se le comienzan a escapar
las tres características sustanciales de la soberanía: militar, política y cultural. Ellas han
4
comenzado a ser reabsorbidas o reemplazadas por los poderes centrales del imperio
(principalmente las empresas transnacionales y la emergencia de los capitalistas
transnacionales).
En ese sentido, este nuevo orden biopolítico del imperio es diferente al orden anterior
centrado en el Estado político de la nación y sus dispositivos de control central invaden
todos sus aspectos de la vida: medio ambiente, relaciones sociales, culturales, afectivas,
de género, emocionales, etc., generando un nuevo tipo de poder deslocalizado, movible y
flexible, que es el que va a garantizar ese control global.
Esta transición no es sólo del capitalismo, ya que la globalización es también una
resultante de las luchas de los movimientos sociales, especialmente del tercer mundo y
de los grupos explotados y coartados al interior del socialismo real. Sus luchas contra las
formas del control mecanizado del trabajo (taylorismo y estalinismo) aceleraron la
revolución tecnológica, lo que a su vez condujo a la socialización y a la informatización de
la producción.
Por ello, nos encontramos al interior hoy del mercado mundial y todos estamos en el
“adentro”, allí todos somos explotados y dirigidos, no en otro lugar. Es decir, estamos
frente a la emergencia de un nuevo territorio de poder y resistencias éstas generarán las
luchas para desestabilizar y desestructurar el imperio.
iii.
El poder como redes de resistencia y autonomía
En esta visión, todos estamos en la globalización, somos globalización y las fuerzas de la
nueva rebeldía se construirán con un fuerte enraizamiento de lo local. En ese sentido, la
globalización es el escenario que dará paso a la creación de organizaciones que a la vez
serán herramientas de objetivos y valores a alcanzar mediante proyectos alternativos. Las
comunidades se ejercitarán en lo alternativo, no hay que esperar a tener más poder. Allí
se aprenderá el nuevo estilo y el ejercicio del otro mundo posible. Esta lógica que mueve
a diferentes movimientos sociales, algunos de ellos muy presentes en el Foro Social
Mundial, tienen una forma de concreción en los “caracoles zapatistas”.
Este nuevo poder no se puede construir bajo la lógica del poder del Estado que
aprisionaba las posiciones revolucionarias y reformistas dejando huérfano de autonomía
al protagonista principal: campesinado, proletariado, negritudes, mujeres, indígenas,
jóvenes y demás actores sociales. Por ello, se hace necesario construir poder en una
doble lógica: a través de las redes de los pueblos autónomos y la integración de órganos
de poder como autogobierno. Todos en una forma alternativa, como manera de fortalecer
la capacidad de resistencia de los pueblos, construyendo su poder.
Se construye la capacidad de crear sistemas alternativos más allá de la simple protesta y
denuncia, hacia movimientos en un ejercicio en el cual reafirman la dignidad de personas
y colectividades como un elemento de fuerza no negociable. Se articulan autonomías allí
donde viven y desde lo local se convierten en procesos para enfrentar la dictadura del
mercado y la colonización mercantil de la vida, mostrando la posibilidad de una
reestructuración del poder desde abajo y por los de abajo, juntando todas las luchas que
se dan en múltiples sitios y en los más variados niveles: “los caracoles se organizan para
no perderse en las partes, para ver el conjunto y para actuar en el conjunto articulado de
los pueblos, de su resistencia y del mundo todo”.
Esta construcción del poder desde las más pequeñas comunidades hace que éstas a su
vez sean transición hacia otras luchas pero a su vez resultante de la comprensión de las
luchas más amplias de la globalización, ya que lo que hace es enfrentar la
homogenización mostrando cómo frente a la variedad del mundo existe variedad de
luchas, que hacen manifiesta la diversidad negada por las formas hegemónicas del
proyecto global en curso.
5
A manera de conclusión
Pudiéramos decir que el poder se estructura como una categoría que nos sirve para analizar
la manera como se dan en la sociedad relaciones de fuerza. En ese sentido, opera en el
contexto de las prácticas sociales de los actores individuales y colectivos. Es decir, ese
encuentro son relaciones sociales que pasan a través del conflicto y se establecen mediante
una serie de fuerzas que van en uno u otro lugar.
Por ello, hablar “desde abajo” o “desde arriba”, significa el lugar de la opción desde donde se
percibe la configuración del conflicto, y por lo tanto, la manera como se estructuran miradas y
acciones también se pueden denominar de “izquierda” o “derecha”. En ese sentido, el poder
no es sólo dominación, ya que son fuerzas en conflicto que negocian, luchan, resisten, se
emancipan y en ese escenario los actores sociales se colocan creando sentidos. Por eso
podemos afirmar que es en esa lucha en donde a través de sus apuestas y sus agendas se
constituyen los actores y los movimientos.
En esa medida, el ejercicio del poder se da en un juego de opciones, intereses, y conflictos en
donde los actores individuales y colectivos toman determinaciones de participación en sus
vidas y en los procesos sociales. El conflicto va a aparecer como la manifestación del conflicto
entre intereses, necesidades, satisfactores, coherentes con el proyecto que se tiene de ser
humano, y va a ser un ejercicio directo o indirecto pero internalizado en los actores, ya que va
a alterar la praxis en la cual se mueve la persona o el grupo. Es ahí donde entran en juego las
luchas de legitimación para construirse como actor e interlocutor en el ejercicio del poder y ahí
se decide cómo juego, si construyendo resistencias, si negociando, si construyendo coacción,
si conquistando espacios, es decir, construyo un escenario social para que mi lucha tenga un
sentido y una posibilidad.
3. Izquierdas y derechas repiensan el poder
La globalización es reconocida por algunos como la profundización de la fase de internacionalización
del capital produciendo una modificación de la escala de las relaciones sociales. Algunos la llaman el
capitalismo de tercera revolución industrial y le colocan como características la construcción de una
nueva centralidad en la información y el conocimiento, generando un trabajo no redundante en la
sociedad, lo que genera una gran masa de perdedores que son aquellos individuos “descartables”
porque no cumplen con los estándares de información y conocimiento requeridos para este
capitalismo.
Igualmente, aparece una terciarización de la economía caracterizada con una baja en la tasa de
obreros en el mundo (que hacían el trabajo simple) avanzando hacia unos asalariados del
conocimiento, ya que la máquina de crecimiento se hace más desde una inclusión educativa y
tecnológica, que a su vez exige una reestructuración de los procesos que se dan en las
institucionalidades de socialización incluida la escuela. Por ello, el capitalismo globalizado refunda la
escuela sobre esas nuevas bases.
Por eso, algunos temas de la agenda socialista clásica salen de la discusión o entran en un debate
sobre cómo realizar hoy a la luz de las nuevas fuerzas productivas las luchas y la contestación. Por
ejemplo, la discusión sobre la información qué tipo de mercancía es. Algunos llegan a afirmar que es
una falsa mercancía. Qué significa que su valor resida en la interacción social, cómo explicar que no
tiene un soporte físico mercantilizado, lo que genera la emergencia de soportes virtuales, preguntas
sobre cómo estas nuevas fuerzas productivas descualifican, cómo construyen poder de otra manera y
la pregunta sobre cómo van a integrarse esas nuevas batallas de los movimientos sociales
antisistémicos y cómo van a construir el mundo que los configura. Esto va a exigir una relectura desde
múltiples lugares.
6
En ese sentido, se reconoce la globalización como una reestructuración del capitalismo mismo, que
introduce un nuevo tipo de relaciones económicas, políticas, sociales, de construcción de sociedad
civil, reformulando el escenario en el cual se constituye lo político. Es el reconocimiento de que
estamos frente a una nueva materialidad que fija nuevas condiciones y que transforman los sentidos,
la significación, la organización, la lucha, y por lo tanto la manera como se construyen las alternativas.
Por ello, un primer ejercicio importante es reconocer la manera como existe ese capitalismo
globalizado de nuestro tiempo y la necesidad de hacer una lectura de él que nos permita construir las
apuestas alternativas. Introduzcámonos un poco en algunas de esas líneas.
a. Una nueva organización del trabajo. Existe hoy una discusión muy fuerte sobre si estamos en
el post-fordismo o ya en el toyotismo.3 Permítanme mostrar cómo algunos de los
planteamientos del toyotismo han transformado la organización educativa y le exigen al
sindicato laboral modificar sus estrategias. Seguiré para esta reflexión algunos de los
principios de ese toyotismo.
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Principio de fábrica mínima. Esto ha producido un fenómeno de descentralización de la
producción, cada vez en unidades productivas mínimas. En el caso de la escuela, ha sido
para el caso de nuestro país el conformar el proceso educativo desde la institución escolar
colocando allí una centralidad de unidad de toma de decisiones, evaluación, debilitando la
forma como existe el control del estado-nación centralizado. Esto le va a requerir al sindicato
pensar cómo el proceso organizativo tiene bases que se han modificado, y sobre las
anteriores reposa hoy en alguna medida la estructura sindical, que es profundamente débil en
la institución escolar. Va a tener que rescatar a ésta como una nueva especialidad territorial
en la cual va a jugar parte de su configuración y de su futuro.
Principio de producción “justo a tiempo”. En este principio el capitalismo ha aprendido las
lecciones de la crisis de la década del 30 del siglo pasado. Ya no hay mercancías en las
bodegas, toda la producción está vendida a cinco o diez años. Cuando este principio va hacia
la escuela comenzamos a verlo en decretos de promoción automática, legislación en donde
sólo pierde el año el 5% de los estudiantes, todo esto, bajo parámetros en donde la educación
comienza a ser pensada en un proceso de largo aliento y que dura a lo largo de la vida. Este
planteamiento va a exigir a las organizaciones gremiales preguntarse no sólo por el proyecto
de calidad capitalista y el problema del tiempo escolar efectivo, sino ante todo, le va a exigir
un planteamiento sobre la organización y secuencia del proceso.
Principio de calidad total. Bajo este criterio, hay una reorganización del sistema productivo
que acaba mandos medios y construye el proceso productivo desde equipos de trabajo que
se hacen responsables del proceso de calidad centrado en el producto específico que se
produce. Cuando esto va a la escuela, la escuela comienza a estar centrada en la disciplina
del saber, pero además guiada por estándares y competencias globales, que homogeneizan
el saber por conocimiento. Como la centralidad es el producto en el conocimiento, aparece
una pérdida del valor de la pedagogía. Esto va a exigir a las organizaciones gremiales
plantearse seriamente el problema de la profesionalización del docente en torno a su área del
saber y el lugar de la pedagogía como saber específico del educador y una nueva
estructuración sobre movimiento pedagógico gremial.
Principio de control estadístico de la producción. Esta producción controlada para garantizar
la calidad requiere la introducción de elementos que permitan construir puertos de llegada y
de salida. Por eso se establecen sistemas de evaluación nacional e internacional con
patrones comunes y muchos de ellos con enfoques censales y positivistas. Esto va a requerir
tener una capacidad teórica de respuesta en la esfera de la investigación y la evaluación para
presentar propuestas alternativas.
Principio de trabajador flexible. El capitalismo globalizado ha derrumbado la idea del trabajo a
través del empleo. Lo único que existe es una “empleabilidad” que yo salgo a cubrirla a partir
3
El toyotismo es un modelo de organización del trabajo que desplazó el modelo fondista, modelo industrial de la
segunda mitad del siglo XX, en donde la introducción de innovaciones tecnológicas implicaban la sustitución de
factores de menos productividad por otros de más productividad. El toyotismo, experimentado en Japón en la
fábrica de Toyota, construye su organización desde la idea de calidad, producto justo a tiempo, producción en
pequeñas unidades productivas, con control estadístico de la producción y regulación del tiempo de producción.
7
de mis competencias. En ese sentido, el nuevo trabajo es temporal, sin seguridad social, con
contrato a término definido. Cuando esta realidad va a la educación, aparecen los maestros
con órdenes de prestación de servicios, las madres comunitarias, y esto va a plantear al
sindicato un serio reto, porque el tipo de contratación sobre lo que construyeron lo gremial
comienza a deshacerse y se plantean cómo organizar en la sociedad a quienes cumplen
funciones educativas o verán paulatinamente disminuidos los miembros de su organización,
es decir, se exige un cambio de la concepción de lo gremial.
La globalización y el neoliberalismo han transformado de manera importante las maneras
como puede realizarse la acción colectiva. Aparecen una serie de temas emergentes que
deben ser trabajados por quienes intentan tener una perspectiva crítica. La pregunta sobre
cómo promover una política de democratización no territorial de asuntos globales está a la
orden del día, ya que los asuntos globales están modificando profundamente la existencia de
la ciudadanía y la democracia.
Igualmente, aparecen nuevos escenarios que requieren de un tratamiento para ser incluidos
en los asuntos en discusión, elementos como la sociedad civil, las nuevas tecnologías, el
medio ambiente, el genoma humano, van a incidir sobre discusiones éticas y políticas que se
desarrollan en estos tiempos.
b. Las políticas sociales del neoliberalismo. Una de las características que tocan profundamente
a los movimientos sociales es la manera como el Estado de Bienestar ha venido siendo
desmontado por lo que algunos llaman el Estado del Mal-estar. El cambio importante que se
ha producido acá es una redefinición del espacio de lo político. El neoliberalismo y sus
políticas han quitado la palanca en la cual se sostenían muchos de los movimientos y ha
colocado una construcción de otros agentes para que desarrollen esas políticas creando tipos
de conflicto nuevos. Allí están las iglesias, las asociaciones de consumidores, las ONG y otros
colocados como agentes sustitutos del Estado, generando una desestabilización de las
formas organizativas y de los lenguajes de la protesta. Esto genera a su vez situaciones de
violencia que en la lógica social terminan cumpliendo el papel de reestructuradores sociales y
culturales, fenómeno muy visible en todos los procesos de negocios de las clases emergentes
a través de las economías clandestinas.
El neoliberalismo ha hecho un ajuste en lo social, por ello se ha dedicado a atender a los más
pobres de los pobres y han construido aparatos para realizar esas prácticas sociales del
ajuste. En ese sentido, vienen experimentando con política social. Esto lo vemos en el
proyecto de Red de Solidaridad en Colombia, el Fondo de Inversión de Solidaridad en Chile,
la Comunidad Solidaria en Brasil, el Programa Nacional de Solidaridad en México, lugares en
los cuales las élites están transformando las bases de lo social del pasado.
Esto no se realiza sin buscar socavar las bases de la movilización y la protesta que fueron la
fuerza de su constitución en el pasado, es decir, asistimos a una reestructuración del
fundamento social y cultural de la organización de lo que en el pasado dio base a los
movimientos sociales. Por ello, el neoliberalismo está construyendo en ese ajuste un nuevo
sentido y significado de ciudadanía y democracia que tienen como ejes una nueva clientela
social centrada en los más pobres de los pobres y una promoción de la individualidad, en
donde su propuesta es el crecimiento personal y allí éste se convierte en la ideología de
quienes realmente son capaces de autogestionarse. Estamos frente a la construcción de una
nueva forma de subjetividad fundada en el individuo, la autoayuda y la ciudadanía activa. Por
eso, ese sujeto se autoconstituye en función del mercado y el funcionamiento de la economía.
Se transforman las bases de la movilización produciendo una despolitización de ellas, no son
las organizaciones sociales las que prestan esta atención, sino técnicos, ONG profesionales,
que terminan haciendo el papel de mediadores entre el Estado y los movimientos a nombre
de su capacidad técnica, que ha hecho tabula rasa del discurso político y de la identidad para
cumplir simplemente funciones de formación productiva. Este peso del ajuste se hace
8
especialmente sobre grupos de mujeres, jóvenes, grupos étnicos (indígenas, negros) y
pobres, generando otras formas de la exclusión y la segregación.
c.
Los movimientos sociales y la resistencia. Como hemos visto en el punto anterior, este
capitalismo va cerrando lo social y va conduciendo a una involución en el proceso civilizatorio.
Somos atropellados por la acumulación digital flexible, que curiosamente tiene su punto
tecnológico de mayor desarrollo en el mundo del Norte, lejos de nuestras economías, aunque
en conexión con los sectores sociales que han entrado en ese mercado, generando en
nuestras realidades una especie de endemia del trabajo caracterizado por una informalidad
crónica. Estas realidades es importante plantearlas, en cuanto el neoliberalismo no es un
desvío de la organización del capitalismo, sino es una apuesta del capital financiero que está
en la hegemonía y hace una reestructuración del lugar de los países en el proceso actual.
Por ello se pone a la orden del día la construcción de una nueva agenda que permita
enfrentar este capitalismo y nos coloque en lo que pudiera ser un escenario posible
postcapitalista. Ésta va a ser una de las mayores dificultades, porque muchas de las personas
se han quedado en la modernización de este capitalismo (que tiene crisis recesiva, depresión
prolongada y empobrecimiento de las mayorías) como si fuera la única posibilidad cayendo en
el síndrome del pensamiento único con el cual el señor Fukuyama nos anunció el fin de la
historia haciéndonos creer que éste era el único mundo posible.
Construir las formas de lucha y resistencia de este tiempo requiere una reflexión profunda, ya
que tomarán su forma e identidad en la manera como éstas van a estar predeterminadas por
las formas que toma la ofensiva globalizadota y neoliberal. En ese sentido, dejará de ser
homogénea, sus resultados serán múltiples, así como las configuraciones de resistencia. Esto
va a exigir salir de los estereotipos del pasado, en cuanto figuras que generaron los controles
y los comienzos de la articulación de la política.
Son muy visibles hoy las maneras como han sido reformulados por el neoliberalismo la
ciudadanía, la democracia, la política social, y ha reestructurado y reorganizado la sociedad
civil. En ese sentido, esta reestructuración de las nuevas condiciones creadas por la
globalización, no sólo en el lenguaje sino en una apropiación del lenguaje y de prácticas,
llevan también a una apropiación del sentido y del lenguaje haciendo que éste se convierta en
un lenguaje polisémico. Allí vamos a tener que resolver problemas como que estamos ante
una reconfiguración de los movimientos sociales, qué nivel de reestructuración necesitan
para dar respuesta a esta mundo cambiante, cuáles de las luchas mantienen su vigencia,
cuáles de su forma de protesta, cuáles tienen que ser reinventadas para golpear espacios
significativos, el cómo de la participación de ONG y organizaciones de la cooperación son
sólo vehículos y aparatos para el ajuste social o hay allí también un juego de disputa de poder
que no puede ser leído en blanco y negro. ¿Cuál es la forma de gestión de esos movimientos
para hacer hoy efectiva su lucha? ¿Cómo quedan la diversidad de actores en este nuevo
escenario? ¿Cuál es el nuevo lugar de los intelectuales? ¿Qué tipo de activismo configura
estos procesos?
Ya existe una diferenciación básica desde los movimientos sociales que en América Latina se
configuraron en la década del 70 y 80 del siglo pasado, que dejan sus primeras lecciones,
para diferenciarnos de lo que ha sido la representación de éstos en el mundo del Norte. Y de
ahí tendremos que extraer las primeras lecciones para reconfigurar estos procesos. Las
principales diferenciaciones serían:

La normativa política. Ésta no se construye en la pura representación europea del poder. En
nuestra realidad las clases, los partidos, van mucho más allá ya que los sectores sociales han
ido construyendo unos espacios de lo público distinto a lo público construido entre lo público y
el estado ciudadano. Han ido apareciendo otras dimensiones del poder más trabajadas en las
relaciones sociales inmediatas en la que han sido bastante prolíficos nuestros grupos sociales
ancestrales y los grupos negros.
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No es construir lo político de occidente. Nuestra lucha social no puede ser entendida como
simplemente ampliar y construir en nuestras latitudes el proyecto liberal occidental, ya que en
nuestra realidad las formas de allá, de partidos, de parlamentos, de democracia y ciudadanía
han servido como una mediación para construir el control y la exclusión de las élites que
generaron una dominación prolongada a través del ejercicio de la democracia euroamericana.
Las élites se aprovecharon y lo privado se apoderó de lo público. Construyeron un control
elitista del poder y encontraron en el populismo una forma de control dirigido por ellos. Los
movimientos cuestionaron este tipo de democracia y buscaron ir hacia formas de democracia
directa para ampliarla y construir de otra manera o buscaron lo representativo de otra manera.
Una diferenciación precaria. Los movimientos sociales latinoamericanos mostraron cómo
Estado, economía y sociedad civil eran parte de un mismo proyecto de élites y encontraron
que frente a un Estado tan precario en representatividad era necesario construir una idea de
ciudadanía democrática en el cual los derechos no se plantearan sólo frente al Estado sino
frente a una sociedad estamentaria que a nombre de la democracia reproducía su
estratificación. Por ello desafiaron las élites y encontraron caminos de reestructuración de los
mismos movimientos.
Igualmente, la crisis del ’90 en la fragmentación que se produjo y en el debilitamiento de los
movimientos y organizaciones centralizados, nos van dejando una serie de enseñanzas que
comienzan a ser parte de la reconfiguración de esos movimientos en el presente y que
avizoran esas nuevas maneras de organizarse. Los principales elementos serían:
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Emergencia de organizaciones no centralizadas. Estos movimientos tuvieron que volver a
constituirse a partir de lo local, algunos de ellos muy centrados sobre la vida cotidiana y se
generaron procesos educativos sobre socialización y procesos de interacción. Ello dio origen
a que tuvieran que tomar sus agendas de otra manera, ya que tuvieron que adaptar los
nuevos temas, pensar cómo fueron cooptados otros, apropiarse de una nueva manera de ser
de la realidad y las formas más locales de organización fueron dando pie a una serie de redes
que emergían como una primera forma de encuentro y de intercambio en donde los procesos
centralizados y controlados por hegemonías daban paso a un ejercicio más plural y de
discusión amplia.
Las preguntas por la sociedad civil. Largo ha sido este camino de constitución de este actor
en medio de la irrupción de miles de ONG y de formas de organización de las élites. Por eso,
este concepto establece un nuevo territorio habitado por otras configuraciones en las cuales
el Estado establece de otra manera su relación con la sociedad estableciendo desde el
gobierno formas duales de representación, por ejemplo, con el acceso al gobierno y no al
poder del PT en Brasil, configurando un campo en donde además el neoliberalismo hace
tenues las relaciones entre sociedad civil y Estado. Hoy, para cualquier movimiento y
organización no le bastan las simples descalificaciones. Se hace necesario construir ese
espacio fronterizo de alianzas y acciones que desbordan la separación tajante del pasado
entre Estado-dominación y Sociedad civil-controlada, dominada por esa forma de relación.
La construcción de lo público. Durante mucho tiempo, en los escenarios del poder, lo público
estuvo configurado desde las relaciones del Estado y sus derechos y deberes en un puro
horizonte de satisfacer las necesidades de quienes vivían bajo la protección de él. Aparece
una nueva forma de lo público, más ligada a la identidad de los sectores, que se están
rehaciendo por la manera como lo reconfigura la misma globalización y sus procesos de
organización, dando paso en las identidades a otra manera de constitución de actores
sociales y de lo público. Allí se hace claro que emergen nuevos espacios mucho más allá de
la esfera pública estatal proveedora de satisfactores ante las necesidades, emergiendo un
espacio donde adquieren nuevos significados las exclusiones, que ya no se dan sólo en el
campo de lo político, sino que las nuevas identidades perfilan la reconstitución de los
intereses haciendo que éstos, como las identidades, se carguen también de otro tipo de
conflictividad a ser resuelta.
Emergencia de problemas específicos. Si repasamos los puntos enunciados anteriormente,
nos damos cuenta que esos elementos que aparecen en la discusión hacen más compleja la
teoría de la participación y en alguna medida la constitución de esos espacios en los cuales
las reivindicaciones ya no pertenecen a uno u otro sector sólo por la configuración de clase.
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La misma manera como se da la sociedad civil, la apropiación de las nuevas tecnologías, los
problemas del medio ambiente, nos muestran que la gente no simplemente quiere ser
cooptada para desarrollar esos elementos en un horizonte de cooptación, sino que está
buscando también el derecho a través de ellos y la manera como se los plantea a redefinir el
actual sistema político y a construir una propuesta en donde estos nuevos aspectos y muchos
otros entren en la definición de un sistema político diferente. En esta perspectiva, es una
respuesta también al ajuste que vienen realizando en la experimentación de las nuevas
políticas sociales por parte de las élites.
d. Releyendo izquierdas y derechas. A veces, una lectura fácil del neoliberalismo no nos permite
ver cómo él ha colocado en el centro la heterogeneidad de actores sociales que permite la
sociedad de mercado, y en ese sentido, a cada uno lo coloca en un juego en donde debe
maximizar su ventaja y minimizar su desventaja. Curiosamente, sin tener que obligar al otro
para que entregue sus intereses. Aquí hay un replanteamiento de la manera en donde se
daban antes hacia dónde se dirigían los poderes hacia donde se marchaba. Este individuo es
construido con una autonomía mercantil, en donde no cede a autoridades de tipo intelectual o
cultural, sean de izquierda o de derecha, y acá esto genera en las personas una cierta
autonomía que lo libera de condicionamientos y presiones de grupos, ya que los grupos
subalternos pueden ver cierta posibilidad en el esfuerzo individual más allá de las actividades
de grupo, generando en su desarrollo una serie de prácticas que alteran las formas de
existencia de movimientos y organizaciones.
Por eso, no estamos sólo frente a una nueva forma de control. Ella trae consigo dispositivos
propios, lo que significa que pensarse de izquierda o derecha no es simplemente reeditar los
discursos del pasado, sino escribir de otra manera ese horizonte. Es decir, no es simplemente
crisis para construir la hegemonía, es el replanteamiento de que lo que es actualmente
subalterno tiene que construir un horizonte futuro de estar en el lugar de lo que es
actualmente lo hegemónico. Aquí se plantea una especie de modernidad socialista, que sería
en alguna medida “algo más avanzado que la modernidad burguesa”. Queda la seria
sospecha de si por ese viejo camino el proyecto capitalista sigue ganando aun perdiendo.
Las experiencias de algunos procesos en curso como el brasilero, vuelven a plantear la
pregunta sobre cómo un proyecto alternativo se viabiliza gobernando, y en ese sentido sigue
siendo un replanteamiento del poder entendido como la toma del poder para dar paso a la
reorganización de lo que sería construirlo, dando paso a una relectura de las relaciones
reforma-revolución. Allí aparecen preguntas como: la lucha por la construcción de la igualdad,
por la superación de la injusticia, por la emancipación de los pueblos, por la mejor vida y el
nuevo lugar de la presión social y la movilización. Ahí, en la pregunta por cómo afecta eso los
procesos globalizados, qué hay que recoger del ejercicio de la política planteada en los
procesos nacionales frente al mercado mundial, cómo se dan esas relaciones entre centroperiferia, comienzan a emerger respuestas sobre cómo construir otro mundo, por si es posible
la refundación de la nación que civilice al capitalismo o que lleve a otras formas de sociedad
(¿socialismo?), la afirmación de la radicalización de la democracia.
Aparece un horizonte donde la izquierda debe ser reconstituida en las críticas de las nuevas
formas de control y dominación, dándole continuidad y ruptura a las luchas del pasado, es
decir, que debe reconquistar el espacio de desjerarquización cedido al mercado y al
neoliberalismo y formulado como proyecto de poder de las élites, pero esto le significa pensar
nuevas formas de libertad, nuevas formas de desarrollo, de ejercicio de la ciudadanía y de la
democracia, e ir elaborando una práctica y una teoría que con claridad produzca un
desplazamiento real del capitalismo y su institucionalidad, tanto en los discursos como en las
prácticas.
4. Retos para construir movimientos sociales y populares en tiempos de globalización neoliberal
Está a la orden del día una relectura alternativa del poder, y en ese sentido que se plantee la
transformación de lo existente desde las consecuencias que este capitalismo globalizado tiene sobre
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los “desde abajo” y que en alguna medida siguen existiendo como subalternos en la sociedad
globalizada y neoliberal. Pero este ejercicio no saldrá de la simple buena voluntad ni de las opciones.
Requerirán volver al primer principio de la educación popular, del partir de la realidad y ella hoy nos
arroja una nueva lectura, en cuanto lo desarrollado en las páginas anteriores nos muestra que se está
configurando de una nueva manera.
Los movimientos sociales se han visto obligados a reestructurar sus agendas para construir una
capacidad real de conflicto y poder en las nuevas condiciones. También les ha requerido ampliar sus
bases de funcionamiento en cuanto les ha exigido en lo local construir en lo local de otra manera su
entramado de relaciones, que les ha llevado a construir un sentido propio que los lleve por senderos
de participación, democracia y reestructuración de ellos mismos. En ese sentido, van surgiendo una
serie de elementos clave para su desarrollo. Los principales serían:
a. En su construcción y reconstrucción.
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Inventar otras formas y procesos. La vida de las organizaciones necesita realmente ser
democratizada. El hecho de no haber pensado el poder en el mundo micro de ellas llevó a
creer que todo lo que se hacía allí era democrático y en función de la transformación negando
la manera como el sistema y su control existía en su vida. Igualmente, se va a requerir
potenciar el desarrollo de nuevos actores que han estado ahí cumpliendo funciones, pero que
no son reconocidos por una mirada estrecha de lo gremial o de los intereses de este grupo (el
ejemplo de la ampliación de lo educativo y el límite de lo gremial para verlo y organizarlo da
cuenta de ello). No son posibles estos procesos sin cualificar las agendas de los sectores que
los doten de proyectos y realmente los conviertan en actores para entrar en cualquier
negociación de paz con justicia social como base de su accionar.
Reapropiación colectiva de lo político. Salir del esquema de las necesidades no significa
abandonarlas, sino construir una nueva relación con la sociedad y la política. En ese sentido,
la nueva manera como se forman sus identidades muestra un horizonte que debe ser
transformado. Los derechos acumulados durante estos doscientos años entre capitalismo y
socialismo, y que han sido considerados como derechos humanos, económicos, sociales,
culturales y ambientales (DHESCA), se convierten en una plataforma como punto de partida
ante la ofensiva neoliberal de búsqueda de retorno a los derechos de primera generación. Por
eso, los movimientos sociales no pueden caer en el pragmatismo y deben mantener su
horizonte de construir proyectos de sentido que comienzan a convertirse en la nueva forma de
la utopía en estos tiempos.
Reconstruir las formas de la izquierda. Significa recuperar el pensamiento crítico y tener la
capacidad de mantener la bandera de que las desigualdades son producidas socialmente y
no pueden esconderse en el discurso liberal de la diferencia como ocultadora de
desigualdades. Por eso, es necesario avanzar conceptual y prácticamente para darle forma a
las desigualdades y a las injusticias que son constituidas en el nuevo horizonte de
globalización, evitando caer en discursos que negando el conflicto hablan de la incorporación
o cooptación como forma de estar en esta sociedad. En ese sentido, debe buscarse
mecanismos para visibilizar las prácticas de resistencia con las cuales los sectores luchan y
se oponen a esta cooptación y construyen las primeras formas de política alternativa.
b. Participar activamente en la reconstrucción de lo público. Uno de los grandes problemas en
nuestro medio es que lo público terminó siendo igualado a lo estatal y por vía de las
reivindicaciones asimilado a la disputa de los derechos. Los procesos de identidad muestran
que lo público está vivo, está siendo reconformado desde múltiples lugares y en ese sentido
es necesario plantear desde la izquierda una manera como los movimientos construyen y
organizan sus prácticas de sentido en otra forma del ejercicio del poder. Los principales
elementos de este aspecto serían:
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Un redimensionamiento de lo público, en donde se hace necesario tomar conciencia de la
erosión que la globalización hace de la ciudadanía liberal, fracturando ideas como autonomía,
soberanía, democracia, participación, exigiendo nuevas lecturas en donde los términos al
volverse profundamente polisémicos deben ser llenados de nuevos contenidos para salir de la
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despolitización que a través del ajuste en lo social logra el neoliberalismo. Igualmente, va a
requerir un profundo cambio en la manera como se construye la subjetividad de lo público,
más allá del Estado y la ciudadanía, en las prácticas sociales, haciendo que la esfera de lo
público sea desbordado por los espacios públicos que se constituyen en los nuevos
escenarios en disputa y construcción, aquello que Lechner había denominado “los patios
interiores de la democracia”.
Enfrenta la despolitización de la sociedad civil. En ese sentido, se hace necesario reconocerla
como no homogénea, ya que para muchos en cuanto algunas ONG han comenzado a cumplir
tareas de Estado neoliberal, han terminado por descalificar este espacio y no se entiende el
carácter conflictivo de unas fronteras cada vez más borrosas entre sociedad civil y Estado. Es
la apuesta por exigir en muchos lugares el que no puedan existir proyectos sin actores
sociales que se constituyen como proceso social en el desarrollo de esos proyectos. Y es
también la apuesta por la construcción de sujetos políticos empoderados a través de prácticas
en las cuales teniendo claras las apuestas, los proyectos, construyen esos empoderamientos
en diferentes niveles desde el nivel de la individuación, la socialización, la vinculación a lo
público, la participación en los movimientos y la disputa en lo masivo.
Conciencia de que el movimiento social construye y reconstruye lo público y acá debe hacer
pleno el entendimiento de que no controla la política. En ese sentido, lo que está haciendo es
crear espacios para volver a colocar en la sociedad y como responsabilidad de ella las
múltiples exclusiones que se dan, no sólo las políticas.
Las agendas se convierten en un elemento central que deben recomponerse y son urgentes y
activas. Por eso aparece con fuerza la idea de que no estamos hablando de la lista de
reivindicaciones como agenda, sino de esa nueva configuración de identidad y la manera
como se visibiliza en la sociedad para disputar en la esfera de lo público sus nuevas maneras
de construirse como actor político. Es decir, la forma como sus apuestas por la sociedad
distinta toman forma y configuración en su quehacer.
Genera coordinación y enredamiento de resistencias. Esto es, encuentra que debe construir
formas organizativas que le permitan hacer visibles y construir el enriquecimiento mutuo entre
experiencias que se conforman a partir de la apuesta de oposición y de protesta con
propuesta a las formas del poder establecido. Por ello establece estas redes en lo local, que
ha sido reconfigurado por la globalización tomando la forma de lo “glocal”.
En todos estos procesos, los movimientos sociales van encontrando en las redefiniciones sus
nuevos horizontes, y le van emergiendo las características del sistema político mayor que se
quiere construir. Es decir, la propuesta de sociedad alternativa también se hace y se
construye en el ejercicio de constitución de los movimientos en donde la política comienza a
tomar la configuración de lo alternativo construido intersectorialmente por diferentes
movimientos y procesos en marcha.
c.
Control de formas de gobierno desde pensamientos de izquierda. Se han venido
desarrollando en todo el mundo y en nuestro continente latinoamericano, proyectos
alternativos que llegan a los gobiernos conscientes de que no tienen el poder total de la
sociedad, pero que entienden que si logran un ejercicio alternativo de gobierno pueden
construir las formas alternativas del poder mostrando esos caminos. Esta discusión significa
un replanteamiento de miradas anteriores en el ejercicio del poder y es explicable en las
nuevas condiciones históricas de control de la globalización, pero requieren también un punto
de fuga para ir más allá manteniendo la tensión entre el ejercicio del gobierno y el proyecto
utópico. Algunas de esas características y tensiones en las cuales este ejercicio de gobierno
se verían involucradas serían:
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Conciencia de que se es gobierno pero no se tiene el poder. Uno de los grandes límites en el
ejercicio de la política actual es que la economía globalizada y neoliberal es transnacional,
colocando unas reglas de funcionamiento a la economía que con la caída de los socialismos
reales pareciera no mostrar otro camino, en cuanto no existe un modelo económico
alternativo construido para estos tiempos de globalización. Por ello, el ejercicio de gobierno
debe ayudar a la construcción de esos modelos económicos alternativos. Allí debe tenerse
plena conciencia de que se está en una experimentación para realizar el tránsito del
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movimiento al ejercicio de la política y que ésta en sus nuevas formas se instaura la búsqueda
de eso nuevo que hoy no está en ningún lugar territorial. Por eso hay que se consciente de
que hoy parte de la legitimidad de lo alternativo se juega en estos ejercicios de gobierno.
Aportar en otras lógicas de construcción de lo político. Significa construir poder desde el
gobierno por parte de los movimientos que están en condiciones de mostrar cómo se pueden
recoger las experiencias del movimiento social exitosas y que lo han ido conformando para
construir ya en el ejercicio del gobierno lo alternativo como parte de la política. Igualmente, va
a exigir pensar otras lógicas de construcción de la política, en el sentido de que va a tener que
buscarse una participación más amplia, un control y rendición de cuentas distinto, más
democrático, los procesos de manejo de los dineros públicos y lo público con transparencia,
que muestre que estamos realmente frente a otras maneras de la construcción de lo político.
Democratizar la democracia. En el sentido de este término manejado por Boaventura de
Sousa Santos, de que debe construirse un contradictor activo al neoliberalismo que esté en
condiciones de pelear y disputar a través del ejercicio práctico de la política la democracia
una democracia no neoliberal, que algunos denominan como radical. Esto significa salir de la
dictadura de la macroeconomía y es la posibilidad de preguntarle a ésta por la ética de lo
social, político, cultural y ambiental, exigiéndole cumplir con las responsabilidades sociales.
Pero además, mantener la autonomía de los movimientos sociales y que éstos a partir de su
diferenciación se reconozcan sujetos autónomos en relación con el gobierno lo que los coloca
en un horizonte crítico y de interlocución obligada de las políticas.
Los movimientos sociales que han acompañado procesos triunfantes que tenían un origen popular
con sus diferentes niveles y diferencias de planteamientos, el PT en Brasil, el chavismo en
Venezuela, el pachacuti en Ecuador, el polo democrático en Bogotá, muestran la necesidad de
una reflexión más de fondo sobre la manera como se ejercita el poder y se organiza desde
distintos escenarios planteados por la globalización capitalista. Esto hace visible que el poder no
está simplemente en el Estado o en la producción, sino que ha tomado múltiples caminos y que
así como hoy se está en el gobierno, esto ha sido la suma de infinidad de acumulaciones de
poder que se han producido en múltiples acciones desde abajo y que alcanzan a configurar estas
nuevas formas de la política que alcanzamos apenas a vislumbrar y deben ser enriquecidas cada
día con el debate y la discusión.
La educación popular ha sido prolífica en irrigar estas formas de poder que construyen en lo local
y sólo se ve su impacto en el momento de recoger la cosecha. De ello da fe el educador popular
brasilero Carlos Rodrigues Brandao cuando afirma en su regreso a los procesos sociales de la
Educación Popular:
“La Educación Popular, no es tanto una teoría o un método estricto de trabajo pedagógico,
relacionado a una tendencia ideológica única sobre la persona humana, la sociedad y la
educación. Ella es el imaginario y la vocación múltiple de una o algunas escuelas, de sujetos, de
modos de interacción, de sentidos y significados dados a los destinos y sentidos humanos a
través del saber. Escuelas que una vez establecidas, pueden ser pensadas dentro de más de una
teoría y pueden ser realizadas por medio de más de un método único.”4
4
Rodrigues Brandao, C. A Educação Popular na Escola Cidadã. Ed. Vozes. Petrópolis. 2002.
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