SAN PABLO DE LA CRUZ Rasgos de una vida P. Clemente Sobrado Misionero Pasionista Presentación - Con motivo de los 300 años del nacimiento de San Pablo de la Cruz, fundador de los Misioneros Pasionistas, he querido publicar una serie de folletos, siete en total, como un pequeño ramillete de temas que enmarcan su vida y que lo convierten en una de las figuras más importantes del siglo XVIII. - Después de leerlos, alguien se ha atrevido a preguntarme: ¿y quién es San Pablo de la Cruz? Es posible que muchos tengan que hacerse esta misma pregunta. ¿Quién es San Pablo de la Cruz? Sabemos que es el fundador de los Misioneros Pasionistas, pero ¿quién es él? Esta inquietud me ha movido a escribir este nuevo Fo1leto que quisiera titular “Rasgos de una vida”. Y decimos rasgos porque lo único que pretendemos es hacer como un pequeño diseño de su vida. Algunas líneas que nos vayan llevando de la mano, algo así como introduciendo en su interior. - Pienso que es interesante dar a conocer estos rasgos de la vida del Fundador de los Pasionistas, pues ayudarán a situar mejor su mensaje. E incluso podrán centrar mejor su mensaje. De todos modos reconozco que no me resulta nada fácil hacer este perfil de San Pablo de la Cruz. Y esto por algo muy simple y sencillo. Los Santos son igua1itos que nosotros, que los de a pie. Y a la vez son tan diferentes, tan distintos... El problema es cómo presentarlos para que su figura ni se achate tanto que sea uno más, ni se altere tanto que la gente la vea tan distante que termine diciendo que “esto no va para mí, esto no va conmigo”. - Y lo que pretendemos es precisamente todo lo contrario. Hacer ver que los santos son gente de carne y hueso como los demás. Que les duele el estómago como a los demás, y que también a ellos les salen caries en las muelas y tienen que ir al dentista. ¿No dice San Pablo que “Jesús se iguala a nosotros, uno de tantos...” ¿Y cómo, siendo uno de tantos, resulta luego tan distinto al resto?: interviene el misterio de la gracia. Ahí ya comienza el problema de Dios y de cada uno, la voluntad y los proyectos de Dios y la voluntad y los proyectos personales de cada uno. ¿Cómo lograr una armonía y una melodía musical entre la partitura escrita por Dios para cada uno de nosotros y la interpretación que cada uno de nosotros da a esa partitura? - Los caminos de San Pablo de la Cruz no fueron nada fáciles. Estuvieron demasiado empedrados de obstáculos y dificultades. Ya la vez, fueron caminos que siempre estuvieron iluminados por una luz central: el misterio del amor de Dios revelado en la Cruz de Jesús y la voluntad de Dios como faro y guía de sus andares por el mundo. Una de las cosas que más me ha sorprendido siempre de él, es ese sentido de unidad de su vida. Aparece como una sola pieza, como si no hubiese en ella fisura alguna. Incluso en los momentos más difíciles de la fundación de la Congregación, daría la impresión de que lo humano se resquebrajase en él, pero que sin embargo, no se rompía la unidad de su ser. - Esa unidad de pensamiento, de voluntad, de lucha y de esfuerzo se debe en San Pablo de la Cruz a las dos experiencias centrales de su vida: el amor crucificado de Dios, y la voluntad de Dios. Ambos son como los dos rieles sobre los que se irá deslizando su propia vida. Se cuenta que alguien preguntó al discípulo que no hacía sino hablar de su maestro: “¿Qué milagros ha hecho tu maestro?” El discípulo respondió: “Bueno, verás... hay milagros y milagros. En tu país se considera milagro el que Dios haga la voluntad de alguien. Entre nosotros se considera milagro el que alguien haga la voluntad de Dios”. Yo me atrevería a decir que San Pablo de la Cruz vivió en ese constante milagro de “buscar y hacer la voluntad de Dios”. - Personalmente, me sentiría feliz si después de leer este folleto, completado con los otros siete, alguien pudiera decir como Daniel Rops, de la Academia Francesa, al leer la vida de San Pablo de la Cruz escrita por Almerás: “Gracias a usted, he descubierto una figura admirable, y una vez más me maravillo de la riqueza de esta heredad inagotable en que la Iglesia cosecha las mieses de tantas almas, nacidas en su seno”. Lo pongo en tus manos. Léelo con cariño, con ese mismo cariño que yo, hijo espiritual de Pablo de la Cruz, lo escribí y dejá que también el Espíritu vaya haciendo su obra de gracia en vos. Tu hermano y amigo de siempre, Clemente Sobrado Misioneros Pasionistas Parroquia Virgen del Pilar San Isidro - Perú 1. LAS RAÍCES: SU TIEMPO Y SU FAMILIA - Carlos Almerás transcribe un proverbio árabe como encabezamiento de la vida de San Pablo de la Cruz, escrita allá por los años cincuenta. Dice: “Los hombres tienen más parecido con su tiempo que con su padre”. Y comenta Almerás que, tratándose de los Santos, “estos tienen más parecido con su madre que con su tiempo”. - Aplicado esto al Fundador de los Pasionistas, más bien habría que decir: que Pablo de la Cruz tiene un gran parecido con su madre, pero que en nada se parece a su tiempo. El tiempo de Pablo de la Cruz - El tiempo que le tocó vivir tenía muy poco de parecido con lo que fue su vida. Al contrario, su vida sería la contraoferta de Pablo de la Cruz precisamente a su tiempo. No olvidemos que si bien nació en el siglo XVII (1694), sin embargo, toda su vida se desarrolla en pleno siglo XVII. - Es el siglo dominado por la naciente filosofía de la ilustración con todo el bagaje de naturalismo, de increencia y de la liberación del hombre de la dependencia de Dios. No en vano se le ha llamado el siglo de la razón. Una razón capaz, de por sí, de explicarlo todo, el mundo, Dios, el hombre, la vida. Una explicación que no dejaba margen ni posibilidad a la fe como explicación del sentido hombre y de la vida. - Es el siglo de la revolución científica que, prescindiendo de todo dato revelado y religioso, inicia una nueva etapa en las ciencias. Una nueva ciencia que nacía, desde su misma cuna, con una gran virulencia contra todo lo religioso. Aunque también es preciso reconocer que tampoco la Iglesia supo tender su mano para entablar un diálogo franco y sereno ni entre la tradición del pasado y la realidad del presente. ni entre la razón y la fe. Siempre resulta más fácil cerrarse en si misma y condenar todo lo que viene de afuera. - Su tiempo fue, para el fundador de los Pasionistas, algo más que una realidad que lo configuraría en su pensamiento, en su personalidad y en su vida. Por el contrario, el siglo XVIII configuró a Pablo de la Cruz como e1 creyente que se sintió interpelado por esa nueva realidad y trató de buscarle nuevas respuestas. Y tal vez sea ahí donde resplandezca mejor su talla espiritual, ya que Pablo no buscó de ninguna manera una especie de matrimonio con las debilidades de su tiempo, sino que se distanció de él, no para salirse de él, sino para buscar horizontes más amplios que le permitieran respuestas más radicales y realistas. Así, por ejemplo, frente a una cultura secularizante de la razón, Pablo de la Cruz anunciará la cultura de la fe. Frente a la cultura de un deísmo que era la manera disimulada de negar a Dios, Pablo centrará su vida en Dios. y frente a un mundo enredado en la cultura de lo fácil y de la satisfacción, Pablo aparecerá anunciando a todos el misterio de la Cruz. la Pasión y la Muerte de Jesús. - Las dos Cortes europeas, la borbónica y los habsburgos se habían convertido en los dos grandes centros de la filosofía i1uminista, y po1íticamente estaban divididas en la lucha por la hegemonía europea. Italia será víctima de duras y largas guerras entre ambas casas reales. y de ellas participará sin duda Pablo de la Cruz. Esto 1e hizo conocer más de cerca las condiciones de las ambiciones humanas. Italia carecía de unidad. Fraccionada en Ducados era víctima segura de los invasores. Las fronteras de los Ducados se modificaban constantemente. Esto llegará a traerle consecuencias al mismo Pablo. Las raíces familiares - La historia de San Pablo de la Cruz es una historia que comienza con la prematura viudez de Lucas Danei. Lucas se había casado con María Catalina De Grandis. Una ilusión que duró muy poco. Sólo cinco años, ya que María Catalina murió cuando apenas había cumplido treinta primaveras. - La vida y la muerte llegaron casi juntas a su corazón. De María Catalina sólo le quedará a don Lucas Danei el recuerdo de una ilusión y una esperanza. Ilusión y esperanza que ella se llevó consigo, pues ni siquiera pudo dejarle un hijo que perpetuara su recuerdo. - La vida de Lucas se veía como apagada. Se veía privado de la llama que el amor había encendido en su corazón y ahora era una vela de altar a la espera de que un fuego nuevo la vuelva a encender. - Lucas se había transferido de Castellazzo a Ovada por uno de esos líos en que a uno le meten por tener cara de bueno. Los avivados siempre encuentran inocentes a quienes culpar. Se había cometido un crimen y alguien puso la puntería en Lucas Danei. Felizmente tenia un hermano sacerdote, don Juan Cristóbal, que conocía muy bien a Lucas y lo defendió, jurando que aquella noche Lucas había pernoctado Renacen las esperanzas -Los caminos de Dios no se detienen, por más que encuentran estorbos y a su lado en su casa. De todos modos, Lucas, temiendo cualquier posible enredo, decidió escaparse de Castellazzo a Ovada a donde no solía llegar la policía, aunque no distase sino unos 24 kilómetros. - Luego que se aclaró la inocencia de Lucas, éste no quiso regresar a su pueblo y prefirió quedarse en Ovada. Allí congenió estupendamente con don Gaspar De Grandis, arcipreste de Ovada. Fue así cómo llegó a conocer a María Catalina, sobrina de don Gaspar, hasta que se casó con ella. El mismo don Gaspar bendijo el matrimonio de su sobrina con Lucas el 25 de febrero de 1686. en el Oratorio de la Santísima Trinidad y San Juan Bautista, de Ovada. - Se habían encendido dos vidas en una misma hoguera. Pero pasaron dos años y Lucas y María Catalina seguían tan solitos como el día que comenzaron el camino juntos. En Ovada existía la Cofradía de la Anunciación. En 1787 Lucas hizo la ofrenda a “la primera cera», era un signo de inscripción y pertenencia a la Cofradía. Pero no falta quienes piensan que se trataba, a la vez, de un gesto de oración a la Virgen, pidiéndolo el regalo y don de los hijos. Sin embargo, éstos no llegaron. Muy por el contrario, el14 de agosto de 1790. María Catalina moría plácidamente cuando apenas contaba treinta años de vida. dificultades. Lucas Danei conoce entonces a una jovencita por la que se siente profundamente atraído tanto por su belleza física como por la belleza espiritual de su corazón. Se trata de Ana Mana Massari, hija también de una familia de comerciantes y miembro también de la Cofradía de la Anunciación. ¿Será que el comercio no siempre es competencia desleal sino que también sabe unir los corazones y las vidas? ¿O no será que tal vez la Cofradía no sólo hace cofrades sino también enamorados y esposos? ¿Quince años que son para el amor? -Ana Maria andaba entonces por los veinte años, mientras que Lucas le llevaba la ventaja de quince años más viejo. Esto no fue obstáculo para que el amor prendiese en sus corazones y decidiesen unirse “hasta que la muerte nos separe”. matrimonio de Lucas lo bendecirá el tío del novio, don Juan Andrés, con la delegación del arcipreste don Juan Benzo. ¿Competencia de tíos por ver cuál de ellos tiene mejor estilo de bendecir amores y corazones enamorados? - Y así fue. El de enero de 1792, Lucas Danei y Ana María Massari contrajeron matrimonio en el Oratorio de la Anunciación. El primer matrimonio lo bendecía el tío de la novia, este segundo - Pues si de competencia se trata. el tío de Lucas, don Juan Andrés, lleva las de ganar porque ahora sí que la cosa va para largo y las flores de la fecundidad también serán abundantes. Dieciséis hijos nada más - No todos están seguros Si fueron quince o dieciséis los nacidos del amor de Ana María y Lucas. Pareciera lo más seguro que fueron dieciséis. Lo que sucede es que la primera en iluminar el hogar de los Danei nació el 4 de enero de 1693, casi al año exacto de matrimonio. Su carrera por la vida fue demasiado corta. Justo el tiempo necesario para bautizarla de emergencia en la misma casa, pues moría a los tres días de nacida. Pasó por la vida sin nombre. Fue enterrada en la cercana Iglesia de la Madonna de las Gracias. - Un año más tarde, casi matemático, el 3 de enero de 1694 nació el primer varón y que seria la luz que encendería de luces el apellido Danei en la Iglesia. Eran las primeras horas de la mañana de un día domingo. Nació en día festivo, como luego su vida será una fiesta de santidad en la Iglesia. - Tres días más tarde, el 6 de enero, día de 1a Epifanía. Era bautizado con el nombre de Pablo Francisco. E hicieron de padrino, don Juan Andrés, que había bendecido e! matrimonio de Ana María y Lucas. y de madrina, la abuela materna María Catalina Massari. Lo de Pablo pareciera que se debe al recuerdo del abuelo paterno, muerto hacía unos meses, el 7 de octubre pasado. - Luego vendrán otros catorce. La mayoría de ellos morirían a muy temprana edad. De los dieciséis hijos sobrevivieron seis: Pablo, Juan Bautista, Teresa, Antonio, José y Catalina. Dos serán los cofundadores de la Congregación Pasionista. Pablo y Juan Bautista. Antonio ingresará más tarde a la Congregación. Teresa y José se quedarán en casa. Y Catalina murió relativamente joven a los veintitantos años, soltera. - Muchos hijos pero el apellido Danei no será perpetuado por el árbol genealógico. Más bien diríamos que el apellido sobrevivirá a la historia reemplazado por «de la Cruz» en la gran familia pasionista. Hay muchas maneras de supervivencia. La supervivencia biológica y la supervivencia espiritual. Los Danei pasarán a la historia más que como «Danei» como “Pasionistas”. 2. LAS SEMILLAS DE LAS MADRES NUNCA MUEREN - La vida de Pablo Danei quedaría marcada por la imagen de su extraordinaria madre. Pablo nació en un hogar sereno y tranquilo, sin grandes aspiraciones sociales pero muy rico de calor humano y ternura. - Mientras Lucas mueve el negocio del tabaco, la pólvora y cuanto puede venderse en un pequeño comercio de una pequeña aldea, mamá Ana Maria da calor humano a sus retoños que son la esperanza del mañana. Ella se dedica a sembrar en el corazón tierno de sus hijos. Porque Ana María es consciente de que la edad de la niñez, infancia y adolescencia es la etapa de la sementera. Lo que a esa edad no se siembra es difícil cosecharlo luego. Sembradora de motivaciones - Una de las cosas que más destaca en esa maternidad espiritual de mamá Ana María es que ella está convencida de que el hombre no se hace hombre en base a leyes o prohibiciones, sino en base a motivaciones. - Hay madres y padres que esperan lograrlo todo comprando la voluntad de sus hijos con regalos, premios y remuneraciones. Alguien llamó a éstos “hijos comprados”, “bondades pagadas”. Ana María tenía un sistema mucho más humano y más respetuoso de la dignidad de las personas. Ella no premiaba la bondad de sus hijos. Ni tampoco compraba su bondad con premios. Por el contrario, prefería sembrar valores, aspiraciones, ideales y motivaciones en el corazón de los pequeños. - Una de las cosas que menos agradan a los niños pequeños suele ser que les corten el pelo. Personalmente es de los peores recuerdos que conservo de niño. Mi peluquera era mi propia tía, quien a base de tijera ponía en orden mi cabeza. Pero a mí me fastidiaba. Me resistía y aún me escapaba. Mamá Ana Maria tenía una pedagogía muy práctica. Sabía que a Pablo tampoco le gustaba que le cortasen el cabello y como cualquier otro niño lloraba. Pero mamá Ana María inmediatamente solucionaba el problema. Comenzaba a contarle al pequeño Pablo la v1da de los Santos del Desierto, les hablaba de sus penitencias por el Señor o si no la vida de los Mártires, lo valientes que habían sido por confesar su fe. El pequeño Pablo se olv1daba de las tijeras que trabajaban en su cabeza y quedaba embebido de los relatos piadosos de su madre. - Pero el argumento fuerte de mamá Ana María era contarle al niño la historia de la Pasión y Muerte de Jesús. Cualquiera pensaría que era un plato demasiado pesado para el estómago espiritual de un niño, y sin embargo, el alma de Pablo iba asimilando callada y silenciosamente las enseñanzas maternas. Ha sido ahí, en el regazo materno donde Pablo descubrió por primera vez lo que es el amor de Dios y cómo nos ama. Es posible que todo quedase, como es lógico, en simples semillas. Pero semillas que luego comenzaron a brotar lozanas y vigorosas en el alma de Pablo. -Con ello, Ana María no hacía sino ir creando en el corazón de hijo motivaciones espirituales, motivaciones profundas de su espíritu. No había premios que comprasen sus lágrimas y sus silencios. Había algo mucho más serio y profundo. Los pequeños penitentes -Según confesiones de Teresa, los pequeños hermanos, Pablo y Juan Bautista, con frecuencia se subían al desván de la casa y allí pasaban horas haciendo oración y castigando sus cuerpos con duras penitencias. Eran los recuerdos de los santos del desierto y de los primeros mártires de la Iglesia, que comenzaban a estimular los ideales de santidad en aquellos corazones aún tiernos. - Silenciosamente salían de su habitación, se subían al desván, y allí poniendo un ladrillo por almohada y la dura madera por colchón, pasaban la noche. Alguna vez, Teresa, preocupada por la conducta de sus hermanos, llegó a reprenderles diciendo “si querían matarse”. - Es posible que a esa edad no tuviesen conciencia de sus comportamientos tan audaces. Pero revela cómo, cuando a los niños les ofrecemos ideales altos y elevados, ellos se sienten motivados a la imitación, se sienten empujados a ser también grandes de espíritu. La imagen de una madre - Pablo recordará siempre con un gran respeto y veneración la imagen infantil de su madre. Se diría que así como su ser humano fue modelado en el seno materno, también su espiritualidad se fue configurando desde muy tierna edad por ese otro seno materno que se llama “la educación”, “la formación”, “las motivaciones espirituales del corazón”. necesidad de líderes y no de ídolos". “Los jóvenes tienen necesidad de hombres que sepan comunicarles el gusto de lo difícil, el sentido de la disciplina, la audacia de la honestidad y la alegría del altruismo; no solamente e1 campeón en el estadio, sino el hombre, con su personalidad completa, quien debe convertirse en modelo de millones jóvenes”. - Con frecuencia confesará, ya de mayor, que le gustaría ser tan santo como su madre. Incluso llegará a afirmar que su madre está en el paraíso. Y a su muerte, escribiendo a sus hermanos, les pedirá que “hagan fiesta” por la alegría de saber que su madre está gozando ya de Dios. - De nuestra parte añadiríamos que los primeros líderes de niños y adolescentes son sin duda los padres. José Luis Martin Descalzo escribía que «Navidad, tiempo de gran aguinaldo del cielo. En los zapatos de la humanidad hambrienta de Dios puso nada menos que a su Hijo". Bien pudiéramos modificar la frase y decir que “en los zapatos del corazón de los niños Dios pone figura de los padres como una invitación a ser grandes en la vida”. Por eso damos la razón a F. Dostoievski, cuando dice que “el hombre que guarda muchos buenos recuerdos de su infancia, ése está salvado para siempre". Cuando el hombre conserva los grandes ideales sembrados en su infancia, ése está llamado a ser grande toda su vida. - Uno de los grandes peligros que corren los niños suele ser que les impedimos crecer. Con nuestros horizontes tan pequeños terminamos achatándoles el horizonte de los grandes ideales. Los niños necesitan juguetes, necesitan premios que los gratifiquen. Pero, sobre todo, necesitan ideales a los que configurar sus vidas. En 1990, con ocasión de la bendición del Estadio Olímpico de Roma, remodelado para el campeonato mundial de fútbol, Juan Pablo II dijo: “Los jóvenes tienen 3. DIOS EN EL CAMINO - A Dios le encantan los caminos, porque los caminos son bonitos, son sorpresivos, en cada momento nos deparan novedades. Por eso Dios aprovecha también los caminos para salir al encuentro de los hombres. Y es maravilloso encontrarse con los hombres de caminantes. A San Pablo lo sorprendió de camino a Damasco. Allí el camino del hombre se cambió en camino de Dios. El camino del perseguidor se cambió en el camino del santo y del apóstol. Marcado por Dios - Corría el año 1713. Pablo Danei ha cumplido sus diecinueve abriles. Su alma está llena de ilusiones y esperanzas. Su corazón es como una montaña que lleva dentro un fresco manantial y que sólo está buscando una rendijilla para salir afuera y hacerse cauce, hacerse arroyo y río. Aquellas semillas sembradas por su madre en sus primeros años no han muerto. Allí están dentro buscando el momento de brotar de echar tallo y florecer en espiga. - Por esas fechas, posiblemente e1 22 de julio, Dios asumió el timón de la vida del joven Pablo Danei. Dicen los historiadores que un día Pablo se sentó a escuchar una “charla familiar” del párroco. No sabemos ni dónde ni con qué motivo. Lo de charla familiar parece indicar que se trataba de algo informal o poco solemne. Allí, el joven Danei se siente tocado por lo divino. Dios se hace luz de mediodía en su corazón. Dentro se le enciende la presencia de Dios como sol esplendoroso que lo deja, como al otro Pablo de Tarso, ciego. Ciego, no porque Pablo no pueda ver, sino porque la luz que Dios irradia dentro es tan fuerte que todo queda interiormente iluminado. - Pablo Danei queda como fascinado por lo divino. Su corazón queda extasiado en el asombro. Y su vida queda marcada para siempre por la experiencia de Dios en su interior. Dentro de su alma se ha producido como un embarazo espiritual de lo divino. Está embarazado de Dios. Lo que nazca en delante de su corazón no será sino experiencia de lo divino. “Darse a una vida santa y perfecta” - Ese día, impulsado por ese asombro y admiración de lo divino que lo atrae irresistiblemente, Pablo decide “darse a una vida santa y perfecta”. - Delante de sí se le han borrado todos los caminos de la vida y sólo queda un sólo y gran camino, ser santo. La vida se decide en un instante. Un momento es suficiente para dar vuelta y media a la vida. A partir de ese entonces Pablo quedará marcado por su experiencia de Dios y por su infinito deseo de ser santo. Todo lo demás le parecerá inútil. - De regreso a casa, Pablo ya no es el mismo. Externamente nada ha cambiado. Pero por dentro Dios lo ha renovado entero. Todo lo parece estrecho. Siente como si el alma ya no le cupiera dentro. Sus sueños e ilusiones de andar caminos son como una sed infinito que le quema dentro. El Dios que desconcierta - Pero el Dios que arrebata y asombra es, a la vez, el Dios que desconcierta. El joven Pablo está seguro de Dios, pero ahora todos los caminos se le han borrado bajo sus pies, ¿por dónde caminar? ¿cuál es ahora el camino? Se siente como perdido en horizonte de las posibilidades de Dios en su corazón. En su corazón joven y generoso le bailan todas las ilusiones hechas posibilidades de Dios. Su mente y su corazón están regados y cruzados por mil caminos. ¿Pero cuál es el suyo? ¿Cuál es el camino que Dios quiere para él? ¿Cruzado? - El mes de mayo de 1715, el Papa Clemente XI anuncia un año jubilar a la Iglesia e invita a la cristiandad a una cruzada para unirse a la República de Venecia para luchar contra los turcos que amenazaban a la Iglesia. - Pablo sintió en ese llamado del Papa, como la voz de Dios que lo invitaba a unirse a esa cruzada de lucha por la fe. Y se dirigió a Crema para unirse a los que se preparaban para la guerra santa. - Sin embargo, poco a poco, ese camino de generosidad y riesgo comenzó a borrarse de su corazón. Dios no lo quería defensor de la fe con las armas ni con guerras santas. Y así, el jueves de carnaval de 1716, mientras oraba delante del Santísimo durante la exposición de las Cuarenta Horas, vio muy claro que debía echar marcha atrás y buscar nuevas andaduras espirituales. El místico de las soledades - El Espíritu es creativo. Y todo lo grande, lo bello y lo sublime encandila y enamora a las almas de los santos. ¿Hay algo más bello que las cumbres de las montañas para sentirse más lejos de todo y más cerca del TODO? Sentía especial predilección mística por la soledad, los bosques, los montes. Pablo no sólo era el místico de la contemplación de Dios, sino el místico que sentía y escuchaba a Dios en el vacío sonoro de las grandes soledades. - Un día camino de Génova logró divisar en la punta del Monte Gazzo, el santuario de la Virgen de la Misericordia. Su corazón comenzó a latir más fuerte que nunca. ¡Cuánto le gustaría instalarse allá arriba y vivir como tocando con la mano el cielo! Pablo describe esta experiencia con un El enamorado de la pobreza - Bien pronto a su soledad se unió en su corazón un deseo profundo de pobreza. Una pobreza total y absoluta. Desnudo de todo para sentirse más libre para el TODO. alma cristalina de enamorado: “... dos años casi después que mi amantísimo Dios me convirtió a penitencia, pasando por la ribera de Génova hacia Poniente, vi una pequeña iglesia en un monte sobre Sestri, llamada de la "Madonna Santísima del Gazzo, y al verla, sentí mi corazón conmovido por el deseo de aquella soledad. Pero como yo me veía detenido por el oficio de caridad debido a la asistencia de mis padres, no pude efectuar ese deseo, aunque siempre lo mantuve, en el corazón". - Sus aspiraciones y deseos no se cumplieron. Sin embargo, toda su vida se sentirá atraído por esas soledades: Monte Argentaro, San Ángel de Vetralla, etc. - Todas estas ilusiones místicas dieran la impresión de ser como grandes rodeos que lo dejaban cada día más desconcertado. Sin embargo, en esos caminos que no eran el camino, Pablo va siendo modelado por Dios para la iluminación y decisión definitiva. El contemplativo - Desde el momento de su conversión, según confesión de él mismo, Pablo de la Cruz siente una inclinación profunda por la vida de oración, por la vida contemplativa. Su confesor el P. Juan María Cioni confesará: “me confió que en diversas ocasiones el Señor le ha concedido una gracia espacialísima de oración hasta sentirse tan arrebatado por Dios que sería casi imposible que algo lo pudiese separar de Él”. - Al margen de las ocupaciones caseras a las que debía atender para solucionar los graves problemas económicos de la familia, se daba tiempo para entregarse a la oración. Renunciando al descanso del cuerpo, durante las noches, se retiraba a orar acompañado casi siempre de otra alma gemela a la suya, su hermano Juan Bautista. había buscado, la chica se sentía profundamente atraída por él. Y como no le resultaba fácil verse con él en la calle, ella se las ingeniaba. Sabía donde encontrarlo. Porque las mujeres saben mucho de amores... Sabía que en la Iglesia podría dar con él. Y como quien no quiere la cosa iba a sentarse o arrodillarse a su lado. Pablo no se inmutaba por ello. Siempre quiso ser muy discreto y educado con ella. Por otra parte, el amor puede ser grande pero las rodillas terminan por cansarse. Todos se preguntaban admirados; “¿cómo hace para estar tanto tiempo de rodillas? ¿Y cómo puede aguantar tanto tiempo con el frío que hace y con los pies descalzos?” Y así, antes se cansaba ella de esperar, que Pablo de estarse, de rodillas, a gusto con su Dios. - Se dice que después de haberse negado a su tío Juan Cristóforo a contraer matrimonio con la novia que él mismo le 4. CUANDO GRANEAN LOS TRIGALES - Era el verano de 1720. El sol doraba ya las espigas de los trigales y se doblaban reverentes ante la hoz del segador, dispuestas convertirse en el pan de cada día. - Todos hablan de la buena cosecha de ese año. Valió la pena sembrar y esperar los duros fríos del invierno. Ahora los segadores acarician con sus manos las pesadas espigas y les sonríen agradecidos. El otro trigo - Mientras los campos huelen a espigas y a siega, un nuevo trigo empieza también ya a granear en el corazón del joven Pablo. Aquellas semillas que desde 1713 llevaba el joven Pablo en corazón empezaban ya a echar tallo y espiga. Los caminos empiezan a clarearse y a definirse delante de sus ojos. - Será el mismo sembrador de aquellas inquietudes primeras, quien ahora vaya despejando la maleza y vaya marcando delante de él el que será el camino definitivo. Visiones del verano 1720 - Pero, ¿por qué no dejar que sea el mismo Pablo quien nos lo cuente con esa frescura del alma enamorada de Dios? "Luego, este verano último (no me recuerdo exactamente ni del mes ni del día, porque no lo escribí; tan sólo sé que era el tiempo en que se recogía el grano), un día de trabajo, recibí, aunque indigno, la sagrada Comunión en la Iglesia de los padres Capuchinos de Castellazzo. Y recuerdo que me encontré recogido. Después salí para irme a casa, y por el camino iba recogido, como si estuviera en oración. Cuando llegué a una calle para tirar hacia casa, me sentí elevado en Dios: con altísimo recogimiento, con olvido de todo y con grandísima suavidad interior. Y entonces, me vi en espíritu vestido de una vestidura negra que llegaba hasta la tierra, con una cruz blanca sobre el pecho, y bajo la cruz iba escrito el Nombre Santísimo de Jesús en letras blancas. Y en el mismo instante sentí que me decían estas palabras: ´Esta es la señal de lo cándido y puro que debe ser el corazón de quien lleve sobre sí esculpido el Nombre Santísimo de Jesús´. Yo, viendo y oyendo esto, me eché a llorar, y luego cesó”. -Es la primera vez que Pablo de la Cruz habla de estas Visiones o experiencias personales. Dios le va mostrando el nuevo camino vistiéndolo con un nuevo traje. Y marcándolo con un nuevo signo. La Cruz será el signo que le marque la dirección de su caminar bautismal. No es una cruz desnuda la que Pablo contempla. Es una cruz con el nombre de Jesús. La verdadera cruz es la suya. Pablo estrena espiritualmente su nuevo vestido - Pablo Apóstol insiste al cristiano en la necesidad de “revestirse de Cristo”. Cuando Jesús llama a alguien a una misión particular en la Iglesia, primero lo desnuda de todo, para luego vestirlo con ese vestido nuevo que será el distintivo externo de su vocación y de su misión. - En ese mismo verano de 1720, el joven Pablo acaba de cumplir 26 años. Los campos se están vistiendo de amaril1o. El sol veraniego quema la hierba. Los trigales segados parecen como si alguien los hubiese desnudado. Mientras tanto. Dios sigue vistiendo a Pablo. Esta vez su visión espiritual va tomando más forma. “De allí a poco me vi en espíritu revestido de la santa túnica, con el nombre santísimo de Jesús y la cruz blanca. La túnica era negra, y yo la abrazaba con gran júbilo del corazón...” - Dios va dibujando en el corazón de Pablo el nuevo camino. Pero un camino sin demasiado asfalto, con demasiadas piedras que duelen al caminar... “Estando en oración, veía un látigo en las manos de Dios, y el látigo tenía ramales, a modo de disciplina: y sobre ellos estaba escrito: amor”. No se puede caminar solo, se necesitan compañeros - La misión de Pablo va adquiriendo forma. El hábito negro al igual que la cruz y el nombre de Jesús, le están marcando el camino de su propia espiritualidad. Será el camino de la Cruz. Y será el camino del amor. La Cruz como revelación del amor de Dios. “Continuando pues con las maravillas de Dios, habidas esas visiones de la sagrada túnica con el santo emblema, me dio Dios mayor deseo e impulso de reunir compañeros y de fundar, la licencia de la santa madre Iglesia, una Congregación titulada: los Pobres de Jesús”. - Ahora siente que lo que Dios le pide no puede realizarlo él solo. Necesita reunir compañeros que sientan y vivan como él y juntos anuncien al mundo ese amor de Dios tan olvidado aún por los mismos cristianos. Nace en su corazón, ya con detalles suficientemente perfilados, la idea de la Congregación Pasionista. - La idea de la Congregación que Dios está poniendo en su espíritu queda enmarcada no sólo desde la exterioridad de unos como el hábito o la Cruz, sino de una misión muy concreta en la Iglesia: la de hacer Vivo recuerdo y memoria del amor de Dios revelado en el misterio de la Cruz. Escuchémosle a él: “Y sepan también, amadísimos, que el principal motivo por el que andamos vestidos de negro, según la particular inspiración que Dios me dio, es para guardar luto por la Pasión y Muerte de Jesús y para que no nos olvidemos nunca de hacer de él memoria y guardarle doloroso recuerdo”. naturaleza rayada y garabateada de infinitos pequeños riachuelos. Pero todos ellos confluyendo siempre a un gran río. El corazón de Pablo desde 1713 está arado, garabateado de infinidad de riachuelos de ilusiones, ideales y sueños, hasta que todos confluyen en el gran río que será su Congregación de la Pasión. - Cuando uno vuela sobre la selva peruana los ojos contemplan el espectáculo de una Debajo de unas escaleras - Los caminos de Dios en las almas no son de fácil lectura para los demás. Rompen nuestros esquemas de prudencias humanas y la lógica de nuestras coherencias. - Aunque seguro de las llamadas que Dios hacía en su corazón, Pablo se vio precisado a confrontar sus experiencias con el discernimiento de varios directores espirituales, entre ellos el P. Comumbano de Génova. El Obispo, Mons. De Gattinara no veía claro o simplemente tenía miedo a los riesgos del Espíritu. - El 22 de noviembre, Monseñor vestía a Pablo con el hábito de penitencia. Un hábito de ermitaño. Pero eso sí, no podrá llevar ningún signo externo que lo identifique. Pablo hubiera querido recibir el hábito de penitencia el día 21 por ser la fiesta de la Presentación de María, pero lo hizo al día siguiente, por ser viernes, un día para él tan querido por estar dedicado al recuerdo de la Pasión de Jesús. - Por mandato del Obispo, ese mismo día, Pablo da comienzo a un largo retiro espiritual de cuarenta días. Durante ese tiempo ocupará una salita al lado de la sacristía de la Iglesia de San Carlos, y que quedaba debajo de las escaleras. Durante ese tiempo Pablo deberá entregarse a la oración haciendo un discernimiento sobre su verdadera vocación. Sus sentimientos deberá ponerlos por escrito, para que su Obispo pueda juzgar con mayor serenidad. De esa experiencia nos ha quedado el llamado “Diario espiritual”, una verdadera joya de la mística y un verdadero retrato del mundo interior de Pablo. Ahí encerrado, Pablo oró, sufrió, sintió cada vez más viva su vocación de fundador de la Congregación. El frío, el hambre y el cansancio agotaban sus fuerzas físicas, pero su espíritu se vigorizaba al calor de la hoguera del amor de Dios. Ahí escribió las primeras Reglas de la futura Congregación. - Pese a todo, Mons. De Gattinara se negaba una y otra vez a aprobar en Pablo la idea de fundador. Podía vivir como solitario ermitaño. Pero, fundar una nueva Congregación, ni pensar. Es posible que no dudase de la legitimidad de las inspiraciones divinas en el corazón de Pablo, pero los cánones eclesiásticos en aquel entonces eran muy restrictivos sobre la fundación de Congregaciones Religiosas. 5. EL CAMINO DE ROMA CON MUCHAS DIFICULTADES - Pablo está convencido de que las puertas de la aprobación episcopal de la Congregación están cerradas y bien cerradas. Pero la fuerza del Espíritu no se detiene ni ante las puertas cerradas ni ante las dificultades. Pablo sueña con Roma. Sabe que por encima de todos está el Papa. y decide irse de frente a Roma. En su corazón está seguro de que las puertas del Palacio Pontificio del Quirinal se le van a abrir de par en par. ¿No es el Papa el representante de Cristo? ¿ Y si Jesús le habla tan fuerte al corazón, el Papa le dirá que no? - Pablo sale para Génova acompañado de su hermano Juan Bautista. Pero llegados aquí, Pablo obliga a Juan Bautista a que regrese a casa. Irá él solo a Roma. Juan Bautista, tal vez con esa intuición profética de los santos, le dice: “Iréis solo, pero me necesitaréis y volveréis a buscarme, pues no podréis estar sin mí”. - El Marqués de Pallavicino le dio hospedaje los días que permaneció en Génova y le brindó ayuda para el viaje. Hacía fines de agosto de 1721, Pablo se embarcó en una nave que iba rumbo a Civitavecchia. Llegados al Monte Argentaro los vientos se callaron y la embarcación debió detenerse. Esa fue una buena oportunidad para el joven Pablo. El Monte Argentaro con sus soledades, sus bosques y lo rico de su flora, le ganó el alma. - Después de algunos días, el viento comenzó a soplar de nuevo. Las velas volvieron a hincharse y los navegantes rumbearon a Civitavecchia. Allí llegaron posiblemente el 9 de septiembre. Roma ya no estaba lejos, pero fue necesario hacer la cuarentena. Civitavecchia era el paso obligado a Roma, y por precaución sanitaria, allí había que detenerse a fin de evitar llevar a Roma enfermedades, pestes y otros males. Posiblemente Pablo quedó allí unos doce días. - En realidad, el 20 de septiembre, entrando por la vía Aurelia, llega a Roma. Se hospeda en el Hospicio de la Trinidad de los Peregrinos. Pero su mente está pensando en el encuentro con el Papa. Al día siguiente, 21 de septiembre, Roma amanece iluminada por el sol de un verano que aún se acaba. Entra en un mundo nuevo, diferente al de su pequeño pueblo de Ovada y Castellazzo. --¿A primera enfila ?--al Palacio del Quirinal, entonces Palacio del Papa. El corazón le late más fuerte que nunca. Va a encontrarse con el representante de Cristo y además espera que sea él quien le de carta en blanco para la fundación de la Congregación. Eso le ratificará aún más en el convencimiento de que la Congregación es obra de Ojos y una obra querida por la Iglesia. Las ilusiones rotas - No todos escuchan la misma música del espíritu. Nada más llegado al Quirinal uno de los guardias lo despide con cajas destempladas: “Malandrines llegan aquí cada día, vía...” El árbol florecido de ilusiones del corazón de Pablo se sintió como si una helada nocturna hubiera secado todas las flores. Con el alma y las ilusiones rotas, Pablo no acierta a hacer otra cosa que sentarse junto a una fuente a compartir el pedazo de pan que aún le queda en el bolso con otro mendigo como él. La música del agua de la fuente parece reavivar en él las esperanzas rotas. Aún hay música en la Vida. La música del agua. El alma rota en el regazo de la Madre - ¿Adónde ir? Pablo no conoce Roma. Tampoco ha venido de turista con su cámara fotográfica a tomar fotos para el recuerdo. El ha venido a cumplir la misión que Dios le inspira dentro y que él no puede dejar de escuchar. - Como ave con el ala rota camina por las calles romanas por la actual Via Nazionale y la Cavour, hasta que llega a Santa María la Mayor. Como una suave brisa callada y silenciosa, la esperanza comienza a aletearle dentro. De rodillas delante de la imagen de la Virgen “Salus populi Romani”, Pablo siente que Dios sigue brillando en su corazón, aún en medio de las oscuridades humanas. Como hijo bajado de la Cruz se arroja en los brazos de la Madre y siente que algo le quema dentro. El amor del Crucificado. - Es entonces que, en medio de todas las inseguridades humanas, las certezas divinas se le agarran al alma y la reviven. De rodillas, no retrocede. Avanza. Mira hacia un futuro que no ve pero que presiente hondamente. Y hace el voto de “promover entre los fieles el misterio del amor de Dios revelado en Jesús Crucificado". Tonificado su espíritu, siente que no ha conseguido nada en Roma, pero a la vez, los caminos se han ensanchado. - Serían los días 26 ó 27 de septiembre y Pablo con las alas del corazón rotas pero con un espíritu fortalecido regresa de nuevo a Castellazzo. ¿Lo ven como un fracasado? Importa poco que los demás vean las cosas como éxito o fracaso. Él seguirá pensando en los triunfos de Dios aún en medio de los fracasos humanos. Rumbo al Argentaro - A fines de 1721, Pablo y Juan Bautista deciden abandonar la familia, y dirigirse al Monte Argentaro. De regreso de Roma, Pablo había tenido tiempo de inspeccionar un poco el Argentaro. Había varias ermitas. La de la Anunciación, antiguo convento de Agustinos y entonces ya en estado de abandono, la ermita de San Antonio. Ambos hermanos se sintieron atraídos por aquella soledad y ciertamente estarían más cerca de Roma. - Aquí en el Argentaro comenzarían las primeras dificultades. Porque, aún entre los hombres de Dios, nunca faltan los celos. En un principio la presencia de Pablo y Juan Bautista no cayó bien a los demás ermitaños que habitaban la montaña. - Mons. Pignatelli se sintió sorprendido por la vida de santidad de los dos hermanos y les ofreció toda una serie de posibilidades en su diócesis. Incluso, aún en contra del parecer de muchos sacerdotes, les encargó la predicación de los ejercicios espirituales a los seminaristas ordenados. - Sorpresivamente, a fines de 1722 los hermanos Danei recibían una cariñosa invitación de Mons. Pignatelli, sobrino de! Papa Inocencio XII para trasladarse a Gaeta. Comenzaba una nueva etapa y una nueva experiencia en sus vidas. Hacia 172526, Gaeta se convertirá un poco como en el centro de sus labores apostólicas. Incluso aquí, Pablo soñó contar con los ermitaños Michelini y Schiaffino. - Fue en esta relación con Mons. Pignatelli, igual que con Mons. Cavallien, Obispo de Troya, que Pablo pudo retocar ciertos puntos de las Reglas. Pero, sobre todo, su estadía en Gaeta le sirvió para convencerse definitivamente que la vocación de los dos hermanos, Pablo y Juan Bautista, no era la de ermitaños. Ellos aspiraban a otra cosa diferente. El año jubilar de 1725 -Mons. Cavallieri conservaba muy buenas relaciones con el Papa Benedicto XIII. Aprovechando la ocasión del año jubilar de 1725 recomendó a los dos hermanos visitar Roma. Le hubiese gustado acompañarles personalmente, pero su estado de salud no se lo permitía. - Pero Dios cierra una ventana y abre dos. Llegados a Roma, por una circunstancia fortuita, visitando la Basílica de San Pedro. Pablo y Juan Bautista conocieron a Mons. Crescenzi y al Cardenal Marcelino Corradini. Ambos quedaron impresionados por la personalidad espiritual tan recia y firme de los dos hermanos y les ofrecieron no sólo su amistad sino también su mediación con el Papa. Así, el21 de mayo de 1725, con ocasión de la visita del Papa a la Iglesia “La Navicella” pudieron hablar personalmente con Benedicto XIII. Este, muy amable y comprensivo con Pablo y Juan Bautista, les autorizó de viva voz poder reunir compañeros y echar a andar la Congregación. Tampoco este parecía el momento oportuno. Una autorización que no pudiese - A instancias del Card. Corradini, Pablo y Juan Bautista aceptaron dedicarse al servicio de los enfermos en dicho hospital, inaugurado el 8 de octubre de 1726. Era una nueva experiencia en su vida. En un principio parecería que Pablo encontró allí una respuesta a sus generosidades. Así escribe a su íntimo amigo don Tuccinardi: “Estamos en el santo hospital, que nos parece muy a propósito para sacrificarnos por el amor de Dios. Aún no se ha mostrarse con el sello y firma del Pontífice podría consolar las ansias del santo, pero no las exigencias de los Obispos. ¿Renuncia a su misión de fundador? - En 1726 daba la impresión como si Pablo y Juan Bautista cayesen un tanto en el desaliento con respecto a la fundación de la Congregación. Pablo renuncia al proyecto de Gaeta y se encuentra de nuevo en Roma. El Papa Benedicto XIII y el Cardenal Corradini abren el hospital de San Galicano para atender a los pobres de la ciudad y a los enfermos. Se trataba de una obra de bien social tan urgente y necesaria cuanto era el número de menesterosos y enfermos deambulando por las calles de la ciudad. inaugurado. Dentro de ocho o diez días el Papa consagrará la Iglesia y luego iremos todos, con gran alegría, a abrazarnos con nuestro querido Jesús por medio de sus pobrecitos... no faltarán sufrimientos y tampoco mortificaciones sobre todo teniendo que preocuparnos del propio desprecio...” “Haced esto en memoria mía” - ¿Juega Dios al escondite con las almas generosas? Apenas llevan unos meses al servicio del hospital y reciben la invitación para ordenarse de sacerdotes. La idea ya se la había manifestado Mons. Cavallieri y ahora se la ratifica Mons. Corradini. Como sacerdotes podrían ser de mayor utilidad a los mismos enfermos. - Prácticamente se sienten presionados a ordenarse de sacerdotes. El mismo Pablo lo confiesa cuando escribe a su amigo don Tuccinardi el 15 de marzo de 1725: “Los superiores quieren que seamos ordenados de sacerdotes con la licencia del Santo Pontífice para que podamos continuar llevando el mismo hábito y viviendo la misma vida”. - El 7 de junio de 1727 Benedicto XIII ordenaba a Pablo y Juan Bautista como sacerdotes en la Basílica de San Pedro. Ni Pablo ni Juan Bautista habían pensado en el sacerdocio. Y ahora la Iglesia les pedía este servicio ministerial. Pablo tenía un concepto muy elevado del sacerdocio y por eso ahora se siente como abrumado por las nuevas responsabilidades. El 8 de junio de ese mismo año, fiesta de la Santísima Trinidad, los dos hermanos celebran su primera Misa en el mismo Hospital San Galicano, en medio de los enfermos y pobres recogidos por la caridad cristiana. En un rincón del alma - Hacía como cinco o seis años que Pablo y Juan Bautista habían abandonado la casa paterna. No por eso habían dejado de sentir muy de cerca los problemas, penas y alegrías de la familia. Porque los santos, aunque muy enamorados y llenos de Dios, no dejan de tener un rinconcito en el alma que les duele con el dolor de los suyos. padre, Lucas Danei. Era un duro golpe para su corazón, primero por su amor de hijos, y luego porque con la muerte de papá Lucas las cosas de casa se pondrían peor y eso significaba una preocupación más para ellos. Aún sin pretenderlo, la pobreza en que quedaba la familia significaría una preocupación más para los dos hermanos. - Hacia mediados de agosto reciben la triste y dolorosa noticia de la muerte de su La soledad del Argentaro llama - Corría el año 1728, Pablo y Juan Bautista renuncian al hospital San Galicano y retornan al Monte Argentaro, convencidos cada vez más de que la voluntad de Dios era la de fundar la Congregación. que él quería. Así, en ausencia del Obispo, el párroco de Portércole les autorizó a instalarse en el eremitorio de San Antonio que mira, como vigía despierto, desde las alturas del Argentaro, hacia Orbetello. - Sin embargo los caminos no se han allanado, ni siquiera en el Argentaro, ya que a mediados de marzo, cuando llegaron a Portércole, se enteraron de que la ermita de la Anunciación ya estaba ocupada por Antonio Schiaffino, con quien el Padre Pablo se había convencido ya en Gaeta, no era posible formar una comunidad como la - San Antonio será el testigo mudo, hasta hoy, de la vida de aquellos dos hombres consagrados del todo a Dios. Vivirán allí hasta que la nueva comunidad religiosa pueda instalarse en el primer Retiro de la Congregación “La Presentación”, un poco más abajo y con una espléndida perspectiva hacia Orbetello. El espíritu mueve la cuna - La ermita de San Antonio estaba rodeada de castañales que cada año les ofrecían buenas raciones de castañas. Además todo el monte era un bello y hermoso bosque. La voz de la naturaleza se unía a 1a voz de Pablo y Juan Bautista en la alabanza al Señor. Pero la belleza del bosque no era un obstáculo a las dificultades cada día más dolorosas. Comenzaron a llegar 1os primeros candidatos a la vida religiosa inaugurada por Pablo y su hermano. La ermita era demasiado pequeña. Aún hoy se pueden ver las dos habitaciones que formaban todo el complejo. Una de ellas servía de Capilla y la otra de todo. Arriba armaron como pudieron el dormitorio. Pero, según iban llegando los nuevos candidatos se hacía cada vez más grande la - Es entonces que Pablo decide levantar el primer Retiro de la Congregación “La Presentación”. La obra se terminó, con la ayuda de sus amigos de Orbetello, en 1737. Pero, antes de trasladarse la comunidad, debieron pasar por una larga noche de dificultades y problemas. No resulta fácil entender muchas cosas, y menos cuando éstas provienen de gente de la misma Iglesia. El primero en oponerse a la instalación de la comunidad en La Presentación fue el Cardenal Altieli. ¿Por qué será que los hombres de Iglesia son los primeros en poner piedras en el camino a las obras de Dios? estrechez. Se llegó al punto de que fue necesario levantar un cobertizo fuera. - La década de 1730 a 1740 fue de un gran movimiento del Espíritu. Cantidad de jóvenes y aún adultos pedían ingresar en la nueva comunidad. La fama de santidad de Pablo y Juan Bautista era como una invitación a seguir los caminos de la nueva aventura religiosa. Sin embargo, los fervores de los comienzos suelen durar poco. La vida de la comunidad pasionista del Argentaro era demasiado dura y ponía a prueba la fortaleza de los más valientes. Así como entraban, también salían. Si los que entraban en la comunidad eran motivo de esperanza para Pablo, los que la abandonaban le dejaban el alma rota y quebrada por la desilusión. ¿Capellán de soldados? - Resulta sorprendente la flexibilidad espiritual de los Santos. El monte Argentaro, lleno de belleza y de soledad, sin embargo se convertía en línea fronteriza de conflictividad entre las dos Cortes Europeas, los borbones de España y los habsburgos de Austria. - El Argentaro era un enclave estratégico para cualquiera de los dos ejércitos. Uno y otro luchaban por lograr la plaza, y en medio de ambos ejércitos un pobre hombre que la única guerra que conocía era la de luchar contra el vicio, el pecado, la frialdad de la fe y la renovación espiritual del pueblo de Dios. los sacerdotes, los Monasterios de Monjas. - De ambos lados reconocían la santidad de Pablo, hasta el punto de permitirle unos y otros el tránsito libre de un ejército al otro para atender a los heridos en la batalla. Desde las más altas autoridades hasta los soldados sentían un aprecio particular hacia él. Llegó a darse el caso de ordenar el cese del fuego para no poner en peligro su vida. Sabían que sus intereses no eran ni políticos ni militares sino espirituales. - El 14 de septiembre de 1737 se bendecía el primer Convento de la Congregación, La Presentación. Esto significaba una gran alegría para el corazón de Pablo. Pero las alegrías humanas de los santos nunca son completas. El Cardenal Altieri no autorizó que se instalase el santísimo sacramento en la nueva Iglesia. Esto significaba para Pablo estar en una casa que huele a vacía. ¿Qué oscuros intereses había escondidos? ¿Qué insensibilidades espirituales se ocultaban en el corazón del purpurado? Por esos absurdos de la vida, los religiosos debían ir diariamente a la ermita de San Antonio a celebrar la misa ya que en la Iglesia del propio convento no se les permitía. Prohibido tener el Santísimo en casa - Fue necesario que Pablo acudiese a Roma y pasando por encima del capello cardenalicio, consiguiese del Papa la autorización necesaria para tener el Santísimo y bendecir la Iglesia como oratorio público. Los santos sufren, encuentran piedras en el camino, se les despuntilla el zapato, pero no se detienen. La fuerza del Espíritu que los anima es más fuerte que las dificultades de los hombres. 6. LA ESPERANZA SE LLAMA «SIEMPRE» - Maestro ¿cuánto tiempo tengo que esperar? - Siempre. - ¿Y cuánto es siempre? - Cuando todo te sale mal, esperar siempre que saldrá mejor. Cuando parezca perdido, esperar siempre que algún día llegará el éxito. - ¿Y qué pasa cuando uno, cansado de esperar, siente que todo se le nubla y que se ha perdido el sol? - Las nubes pueden ocultar el sol pero no apagarlo. Entonces seguir esperando a que cambien los vientos y se disipen las nubes y vuelva a lucir el sol. -Pablo de la Cruz es el hombre de la espera y de la esperanza. Es el que cada día amanece con nuevas esperanzas en el alma aunque prevea que tampoco hoy saldrá el sol. Todo había comenzado en 1720 y van pasando los años y nada acaba de clarificarse. En 1737 puede inaugurar su primer “Retiro de La Presentación”. Los compañeros comienzan a llegar. Pero Pablo aún no tiene aprobación oficial alguna de su Congregación. Puede reunir compañeros, y nada más, porque ni las Reglas ni la Congregación han recibido una aprobación definitiva de parte de la Iglesia. Dos estorbos en el camino - Por delante se encuentra siempre con dos estorbos que parecen, hasta entonces, insalvables. Por una parte, los encargados de revisar las Reglas las consideran demasiado duras, demasiado exigentes para la debilidad de la condición humana. Ya en 1736 el Cardenal Altieri frena la bendición del Retiro de la Presentación, porque cree que será imposible seguir una vida de tanta austeridad y sobre todo, de tanta pobreza. No se puede pretender que Dios haga un milagro permanente. E incluso llega a sugerirle un poco más de caridad para con el cuerpo. Por otro lado la idea de Altieri y de otros muchos era que la Congregación fuese de derecho diocesano, dependiente de los Obispos. Pablo tiene otras intenciones. Quiere una Congregación de derecho pontificio, y luchará por ella hasta el final. Más se consigue con la presencia que por carta - Pablo sabe que la influencia de Altieri puede condicionar la aprobación de las Reglas. En enero de 1738 se encaminó a Roma acompañado, esta vez, por el P. Fulgencio, una de las figuras más eminentes de la naciente Congregación. La Providencia no abandona a quienes confían. Llegados a Roma fueron recibidos con gran hospitalidad por el Cardenal Rezzonico. Los dos hermanos, más que pena daban lástima. Empapados por la lluvia, muertos de frío y con los pies sangrantes por las heridas del camino. En el mes de febrero la comisión encargada de revisar el texto de las Reglas emitió un voto desfavorable. - Los santos son muy dóciles a las llamadas del Espíritu, pero también son tercos cuando saben los caminos de Dios. Y no se achican por más negativas que puedan encontrar en los hombres. Así, en enero de 1740, Pablo vuelve a la carga. Esta vez aprovecha su amistad con el Cardenal Rezzonico para hablar personalmente con el Papa Clemente XII. Pero, el 6 de febrero una mala noticia sorprende a Pablo. La muerte del Papa. De nuevo habría que esperar. Almas gemelas - La espera se hacía larga. El Cónclave para la elección del Papa se vio entrampado en una serie de dificultades. Eran tiempos en los que los Gobiernos ejercían demasiadas presiones e incluso vetos en la elección del Pontífice. Pasaron seis largos meses para que saliese elegido Papa el Cardenal Lambertini, que subiría al solio pontificio con el nombre de Benedicto XIV. - Valió la pena esperar. El Papa Lambertini será considerado por la historia como una de las figuras más eminentes de su siglo. A Pablo se le abrió el corazón y las esperanzas volvieron a cantar en su alma. El nuevo Papa era un hombre de una profunda espiritualidad, con gran celo por la renovación de la Iglesia y que, pese al clima y ambiente cultural de la época, supo mantener una gran altura espiritual y una primacía de la misión espiritual de la Iglesia. Rompió una serie de marcos que impedían sus movimientos en la Iglesia, y así, cuentan los historiadores, era fácil verlo caminar solo por las calles de Roma charlando amenamente con la gente sencilla del pueblo. Esto lo hizo sentirse querido por todos, sobre todo teniendo en cuenta el buen humor que siempre marcaba su trato personal. - Abierto al Espíritu, fácilmente supo intuir la profundidad del alma de Pablo de la Cruz y el espíritu innovador de la nueva Bautista y recién ahí se le abrieron los ojos y logró intuir la profundidad de sus almas y Congregación. Por eso Pablo no dejó pasar el tiempo. Benedicto XIV había sido elegido el 17 de agosto de 1740. Inmediatamente Pablo escribió a los Cardenales Rezzonico y Corradini, quienes el 13 de septiembre presentaron al Papa la Congregación del P. Pablo. A mediados de noviembre, Pablo va de nuevo a Roma acompañado por el P. Juan Bautista. Es entonces que el Papa nombra una nueva comisión encargada de revisar las Reglas del nuevo Instituto. Formaban dicha comisión los Cardenales Rezzonico, Corradini y el Abad Pedro Maria Garagni. - ¿Por qué será que siempre tiene que haber alguna voz discordante que lleva la contra? Cuando Garagni vio a los dos hermanos, no les vio pinta. ¿Qué podrían hacer aquellos pobres hombres? Pablo y Juan Bautista no se preocupaban en demasía de cuidar sus apariencias, y pareciera que, aunque las apariencias engañan, son útiles para quienes no ven las cosas más que desde afuera. - Cuentan las crónicas que esa noche Garagni no pudo dormir. Sentía que algo no funcionaba bien en su actitud para con los dos hermanos Danei. Levantó a sus familiares para que lo acompañaran a orar a Dios a fin de clarificar su mente y su corazón con respecto a la obra que le habían encomendado. Al día siguiente llamó a Pablo y Juan la santidad de sus vidas. A partir de ese momento fue uno de sus mejores amigos en Roma. - La preocupación de Pablo se cifraba en su miedo de que la comisión encargada de la revisión del texto de las Reglas pudiese cambiarlas, mitigarlas y hacerles perder ese brillo espiritual de las exigencias del Evangelio. Hoy amaneció el sol - El 15 de mayo de 1741 será uno de los días más luminosos en el corazón de Pablo y de la nueva Congregación. Por fin, ese largo camino que había comenzado en 1720 parecía llegar a su meta. El Papa Benedicto XIV firmaba el escrito de aprobación de las Reglas de la Congregación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Por fin, la Iglesia hablaba con su palabra oficial y aceptaba la nueva Congregación. cierto que, pese a la luminosidad del sol, alguna nubecilla quedó aún notando en el cielo de sus preocupaciones. Se habían introducido algunos pequeños detalles que personalmente a él le disgustaban, y sobre todo, porque no se le habían concedido los “votos solemnes”. Pero eso no impedía que la alegría que sentía en ese entonces fuese más fuerte que sus pequeñas decepciones. Aún había tiempo por delante. - El P. Pablo estaba en el Monte Argentaro. Al conocer la noticia el alma se le llenó de alegría. La Comunidad se vistió de fiesta. Es La profesión religiosa - Junto a la aprobación de las Reglas, Pablo conseguía la autorización para conservar la Eucaristía en la Iglesia de la Presentación. Era el 1 de junio, festividad del Corpus Christi. - Inmediatamente la Comunidad entró en los Ejercicios Espirituales. Se respiraba un clima de fervor y de espiritualidad que hacía del Monte Argentaro como un pequeño corazón de la Iglesia. - El 11 de junio de 1741 los seis primeros religiosos pasionistas hacían su profesión religiosa oficialmente reconocida por la Iglesia. Cinco sacerdotes y un hermano coadjutor. La congregación acababa de nacer oficial y públicamente en la Iglesia. Una larga espera de 21 años. Larga espera y después de 21 años, sólo seis religiosos... Una semilla que crecía lenta pero vigorosa. - ¿Recuerda el lector aquellas visiones del verano de 1720? La Virgen se le aparecía a Pablo revestida con el “hábito” pasionista y el “escudo” con los signos de la Pasión. Por primera vez, Pablo puede llevar sobre su corazón este signo que le recordará a él y al mundo el misterio de amor y de dolor de su Jesús Crucificado. Un corazón de fondo símbolo del amor y recuerdo del amor. Una inscripción “Jesu Xpi Passio”, “Pasión de Jesucristo”. Y abajo los tres clavos expresión viva de las llagas dolorosas y amorosas del Crucificado. 7. NUBARRONES EN EL CIELO - Un largo camino de esperas. Un largo camino de ilusiones y esperanzas que cada día parecían más lejanas a la realidad. Un largo camino, como largos son los caminos de Dios. Pero un largo camino que es preciso andar con la antorcha de la esperanza siempre encendida en medio de tantas oscuridades. Las semillas de 1720-21 recién acaban de f1orecer en espiga. - Los partes meteorológicos no siempre anuncian buen día para mañana. Con frecuencia anuncian cielos nublados, lluvias, tormentas y hasta peligrosos ciclones que amenazan sembrar ruinas y muerte. También las almas y los corazones tienen su propia meteorología, que no siempre augura días fáciles. El florecer vocacional - La aprobación pontificia de las Reglas fue como un viento fresco que reverdeció el fervor y el entusiasmo de las almas. El mismo Pablo, en medio de su alegría espiritual, se sentía como confuso. Una confusión nacida de la admiración de la obra de Dios en la Iglesia. Lo dice él mismo: “El sumo Bien que es Dios, nos ha abierto el secreto de su altísima misericordia al concedemos la aprobación por parte del Sumo Pontífice, de las Reglas y Constituciones de nuestra Congregación. Es preciso darle gracias y mantenemos con gran humildad, pues de nuestra parte no tenemos nada que hacer en esta obra que es toda de Dios”. - Comenzaron a tocar las puertas de la Congregación figuras eminentes que fueron puntales de la misma y verdaderos hombres de Dios en la Iglesia. En 1742 ingresa como hermano coadjutor Santiago Gianiel, de origen suizo. Hoy ha sido ya declarado “venerable” por la Iglesia. En 1743, Marco Aurelio Pastorelli, natural de Niza (Francia). Provenía de la Orden de los Doctrinarios, y era profesor. El Retiro de la Presentación está lleno. Ya no hay habitaciones para más. Incluso, en una sola habitación fue preciso meter a cuatro hermanos coadjutores. A fines de 1747 los religiosos llegan ya al número de 38 en las tres comunidades existentes en aquel entonces. Nuevas fundaciones - Igualmente los pueblos comienzan a pedir al P. Pablo que funde su Congregación en sus comunidades. La primera de ellas será la de San Ángel de Vetralla. A ella seguirán muchas otras. - Pareciera que la semilla retenida en el surco de la tierra durante tantos años, ahora brota pujante y vigorosa por todas partes. El 2 de marzo de 1744 salían del retiro de la Presentación nueve religiosos acompañados del P. Pablo. Cinco de ellos fundarían la Comunidad de Vetralla, y los otros cuatro, la comunidad de San Eutiquio. La energía reprimida por tantos años, ahora se convertía en fuerza arrolladora. Una de las mayores ilusiones de los pueblos era poder contar con una comunidad pasionista. A donde quiera que fuese a predicar, el P. Pablo recibía el ofrecimiento de este o aquel santuario o convento vacío para que instalara allí a sus religiosos. - El 28 de marzo de 1746, el corazón de Pablo vuelve a sentir las caricias del amor de Dios. Era un lunes de la semana de pasión, y el Papa le regala una grata noticia. La primera aprobación de la Congregación y el nuevo texto de las Reglas. Pablo, lleno de santa alegría, fue personalmente a agradecérselo a Benedicto XIV. Aún le queda la espinita de la negativa a los “votos solemnes”, pero la Congregación está avanzando gozosamente en la Iglesia. A la vez, el Santo Padre concede a los Pasionistas el titulo de “misioneros apostólicos”, lo que le abría todo un horizonte de posibilidades apostólicas en la Iglesia. - Claro que no siempre el entusiasmo de la gente respondía a las exigencias del fundador. A veces encontraba las cosas ofrecidas generosamente por la Comuna de los pueblos, en tales condiciones que eran prácticamente inhabitables. El P. Pablo tenía fe en el fervor espiritual de sus hijos, pero también era consciente de un mínimo necesario para poder desarrollar la vida religiosa. Lo divino no impide lo humano. El P. Juan María Cioni describe así lo que encontraron al llegar a Cercano: “Había cuatro o cinco habitaciones contiguas a la Iglesia, pero en tal mal estado de conservación que servían para redil de las cabras... Los religiosos se veían obligados a dormir seis o siete en cada habitación, todo tan estrecho que difícilmente se podía pasar entre las camas. El pavimento estaba sembrado de estiércol de las cabras. Las ventanas estaban más abiertas que cerradas. Recuerdo que para la fiesta de Navidad, estando en el comedor almorzando, la nieve entraba por las ventanas hasta el punto de necesitar encender una fogata”. "Maestro, hemos visto a uno que hace milagros y se lo hemos prohibido” - No es fácil aceptar la competencia. Ni siquiera en los hombres que se dicen espirituales. Los mismos discípulos de Jesús no se sentían bien cuando alguien “en nombre” del Maestro “hacía milagros”. “Se lo prohibieron”. - La presencia de la nueva Congregación religiosa era como una suave brisa fresca de renovación espiritual de la Iglesia en el alma del pueblo fiel. Esto despertó inquietudes y preocupaciones en las antiguas Ordenes mendicantes que se sintieron como agredidas en su estabilidad. Se trataba de comunidades, muchas de ellas venidas a menos en su fervor religioso, debido precisamente a la decadencia de la fe en medio de una cultura de indiferencia iluminista. Este nuevo soplo con el que el Espíritu refrescaba el alma de la Iglesia, ponía más en evidencia la decadente espiritualidad de quienes instalados en sus privilegios se sentían incapaces de una renovación espiritual. - Y comenzaron los ataques. “Se lo hemos prohibido". Frente al nuevo frescor de la vida, pareciera que lo mejor es matar la vida, para que la vida no nos mate. Matar lo nuevo, para que lo viejo pueda seguir adelante. Es cierto que, en muchos casos, había situaciones que pudieran ser conflictivas con los cánones eclesiásticos. Pero, las razones de fondo, hay que situarlas en otros trasfondos. La luz descubre demasiado el polvo que se ha pegado a los cristales de las ventanas. La luz pone en evidencia el polvo adherido a los viejos muebles de la casa, y, cuando la luz molesta, lo mejor será apagar la luz. - Pablo siente como si todo estuviese en su contra, menos Dios. Mientras el Señor le envía buenas y santas vocaciones, los hombres levantan muros de dificultades y obstáculos. Los años 1748-1750 fueron una dura lucha entre la pobre Congregación, aún niña en la Iglesia, y las grandes instituciones tradicionales de la Iglesia. Lo viejo contra lo nuevo. Lo Viejo que se resiste a dejar nacer lo nuevo, y lo nuevo que se resiste a dejarse ahogar por unas estructuras esclerotizadas en la esterilizante costumbre. ¿Un Santo luchando contra otro Santo? - La cosa fue tan lejos, que los superiores obligaron bajo obediencia a San Leonardo de Puerto Mauricio a aprovecharse de su íntima amistad con el Papa para presentar un monitorio contra P. Pablo de la Cruz y su naciente Congregación. “Fue por obediencia que lo hice”, confesará el mismo San Leonardo. - Estas luchas se nos antojan las mismas de Jesús con la institución judía. Buscaban la manera de enredarlo por todas partes. Era la ley que se resistía a dejarse cambiar por el Espíritu, y también aquí se da el mismo fenómeno, que mientras los jefes se resisten contra Jesús, el pueblo sencillo lo aclama y lo admira y sigue. Aquí, son los pueblos los que intuyen la santidad de Pablo y el espíritu de su Congregación y sienten la necesidad de acogerle y ayudarle. Pero esto, si bien es satisfacción para su corazón, a la vez, le duele ver a la Iglesia dividida en bandos. Esto no le agrada en manera alguna. “Todos los pueblos, escribe al P. Fulgencio, se han unido para luchar contra los frati. Oh, cuánto me desagrada! He escrito una y mil veces para impedirlo... He dicho claramente que no quiero Retiros con luchas, sino en paz. Es necesario orar”. Un rayo de luz en la tormenta - El año 1750 trajo para Pablo un rayo de luz en medio de la tormenta. El Papa Benedicto XIV declaró el Año Santo con la finalidad de renovar la fe dormida del pueblo de Dios. El Vicario de Roma, el Cardenal Guadagni, quiso contar con los Pasionistas para la Misión de Roma. Se les encomendó la Iglesia de San Juan de los Florentinos. En un principio se había hecho cargo de la Misión el P. Struzzieri, pero cayó enfermo. Entonces debió suplirlo el mismo P. Pablo. Entre sus oyentes había cardenales y el mismo Papa. - No era tanto el hecho de predicar en presencia del Santo Padre. Era el hecho de que, mientras las grandes Ordenes Religiosas lanzaban todas sus baterías contra la Congregación, en Roma se le confiaba a la Congregación la predicación de la Misión. No era la solución a los problemas, pero sí un rayo de luz en medio de la más dura tormenta. Cuando el enemigo está en casa - Pero los dolores y sufrimientos de Pablo no provenían únicamente de fuera. Tampoco dentro de casa comenzaron las cosas a marchar siempre bien. ¿Crisis de crecimiento? Así lo llaman algunos. Lo cierto es que de 1755 a 1758, Pablo vio su alma sumamente afligida por los problemas internos de la Congregación. Ahora no luchaba contra nadie de afuera. Ahora su lucha era por mantener vivo el espíritu dentro. “Son años, escribe, en los que jamás había sufrido tantas angustias”. - No es fácil averiguar las causas. Son, posiblemente, muchas. Por una parte no resulta fácil seguir el ritmo de los Santos. Tampoco faltarían las imprudencias de Superiores un tanto improvisados. La Congregación estaba haciendo camino. Estaba aprendiendo a ser Congregación. - Pero lo peor es cuando uno se siente responsable o culpable de lo que acontece. Y esto fue lo que le sucedió a Pablo. El se creía el culpable de los problemas internos de la Congregación. Así, a fines de 1757 escribió a todos los religiosos anunciándoles la anticipación del Capitulo General, a fin de que se pudiese elegir a otro mejor que él y más capaz que él. “Todos sabéis que he decidido anticipar el Capítulo General algo más de un año. por el vivo deseo que tengo de retirarme a uno de nuestros retiros de mayor soledad, y no pensar en otra cosa que estar a los pies de Jesús Sacramentado, para orar día y noche mis muchos pecados y prepararme en oración, ayuno, silencio y esperanza, para una santa muerte”. - En la Carta de convocación del Capítulo habla de “con el fin de tratar varios y graves problemas de mucho peso y de los cuales depende en gran parte la utilidad y el desarrollo espiritual y temporal de esta naciente congregación”. ¿Cuáles eran esos “varios y graves problemas”? Ya hemos dicho que pudieron ser de distinta índole. Sin embargo, pareciera que una de las cosas que más preocupación estaba causando era el gran número de Religiosos que habían abandonado la Congregación. - Los religiosos eran bien conscientes de que los problemas que aquejaban a la Congregación no se debían en modo alguno a su gobierno. Así, pese a sus deseos de liberarse de la carga de Superior General, el Capitulo volvió a ratificarlo en su cargo. Era una muestra de confianza de la Congregación hacia él. Pero también era un volver a cargar de nuevo con la Cruz de las responsabilidades. La muerte del amigo - A lo largo de estos años, Pablo tuvo duros golpes al corazón. En 1746 sufre la pérdida de su madre. Aunque lejos de ella, sin embargo, la imagen de la madre la llevaba siempre muy guardada dentro de su corazón. - Y en 1758 pierde a uno de los mejores protectores de la Congregación, el Papa Benedicto XIV. Sin embargo, la muerte del Papa Lambertini quedó de alguna manera compensada al ser elegido como sucesor el Cardenal Rezzonico quien, juntamente con el Cardenal Cescenzi, tanto le habían ayudado y apoyado hasta entonces. Los santos lo dejan todo en las manos de Dios. Pero tampoco se olvidan de los caminos humanos. Hay desilusiones que matan el alma - Pablo persiste de una u otra manera para conseguir la aprobación de los votos solemnes para la Congregación. La Santa Sede, prudente en sus decisiones, prefirió hacer una encuesta sondeo sobre el parecer de cada religioso sobre el particular. Pablo estaba seguro de que todos estarían a favor de los votos solemnes. La Comisión de Cardenales, encargada de estudiar el asunto, invitó personalmente al P. Pablo a la reunión definitiva del 23 de noviembre de 1760. Allí, para sorpresa suya, le hicieron saber que no todos los religiosos estaban conformes con los votos solemnes. - Pablo lo sintió como un golpe bajo de parte de sus propios hijos. Bajó la cabeza y aceptó la realidad. Sin embargo una espina le punzaba dentro. ¿Por qué? y la única respuesta que encontró la expuso en una carta dirigida una semana más tarde a la Congregación: “Porque nuestra Congregación ha decaído de su primera observancia y fervor. Ya no resplandece en ella la caridad fraterna de antes, ni aquella ciega obediencia, ni aquella humildad. El fervor se ha apagado día y noche, y la pereza en los ejercicios prescritos por las Reglas se impone...” - Siempre había encontrado dificultades para los votos solemnes. Pero eran dificultades que venían de afuera. Pero ahora el virus estaba dentro y eso le preocupaba. Sintió como si el alma se le fuese vaciando del cuerpo por ese resquicio abierto por la sensación de frustración. Pese a todo, Pablo es admirable en resucitar constantemente las esperanzas. Unos párrafos abajo añade: “Concibo grandes esperanzas de todos vosotros y espero comencéis una apuesta a quien puede ser más santo”. Compartir el sufrimiento de los otros - Esta decepción de Pablo no lo encierra en sus heridas. Estas han adolorido duramente su sensibilidad espiritual. Pero no han logrado apagar su espíritu de generosa apertura hacia los demás. - Los años 1762-1767 fueron de una gran prueba para la mayoría de los pueblos. Se trata de una famosa carestía que dejó a los pueblos prácticamente hambrientos. Pablo, sensible ante esa dura realidad de las gentes, decidió cerrar por ese año el Noviciado, debido a la escasez de todo. Y mediante una Carta Circular anima y compromete a todos los religiosos a compartir las necesidades de la gente: “Más que a nadie, le toca al religioso participar del divino flagelo con la mortificación voluntaria, privándose de los alimentos y de cualquier otra cosa superflua, a fin de poder aliviar a la pobre gente que se muere de hambre”. - Pablo quiere que sus religiosos no vivan ajenos a la realidad del pueblo. La soledad de los Conventos será un camino de contemplación, pero de ninguna manera puede significar el marginarse de la realidad de los hombres. Arrecian los ataques a la Iglesia - A la miseria humana se unen ahora los duros ataques de las Cortes Iluministas sobre la Casa Borbónica contra la Iglesia. En Toscana sube al poder el gran duque Pedro Leopoldo de Lorena. Entre otras muchas ordenanzas está una que atenta directamente contra las Ordenes y Congregaciones Religiosas. “Recomiendo, entre otras cosas detener la reforma de los frati liberándolos de la dependencia de sus Superiores Generales de Roma, con la obligación de depender directamente de los Obispos de la Toscana, los cuales, por su parte, deberán ser escogidos entre aquellos indicados por el Gran Duque y que no tengan relaciones o dependencia de Roma”. Gran Duque. Una de las condiciones era su independencia de Roma, es decir del Papa. - Tales decisiones rompían el espinazo de las Ordenes y Congregaciones Religiosas al independizarlas de sus legítimas autoridades y ponerlas bajo la dependencia directa de cada Obispo. Y por otra parte, la elección y nombramiento de los Obispos quedaban condicionadas por el placet del - Es ahí donde Pablo siente más profundamente la necesidad del verdadero fervor y autenticidad de sus religiosos. La tibieza espiritual en las comunidades no contribuiría en nada a mantener firme la fe y la comunión eclesial. Pablo pierde la mitad de sí mismo - Pablo y Juan Bautista habían sido el sostén el uno del otro. Juntos habían compartido las mismas intuiciones fundacionales. Juntos habían recorrido los mismos caminos y amado las mismas soledades. Juntos sufrieron el golpe de los fracasos humanos, como juntos lograban hacer su pervivir siempre la esperanza. Los dos parecían formados de una sola pieza. El uno necesitaba del otro. No por una dependencia sino por una mutua complementación. - El lO de Julio de 1765, Juan Bautista caía enfermo. Eran los años de carestía. En el Retiro de San Ángel de Vetralla dieciocho religiosos estaban enfermos. El P. Juan Bautista era consciente de aquella dura realidad. Incluso 1legó a decir: “Ya no sé qué hacer para que nuestra humanidad se escape de la muerte. El 29 de julio celebró por última vez la Santa Misa. Era el 30 de agosto. El fin había llegado. Reunidos junto a la cama del enfermo, el P. Pablo entonó la “Salve Regina”. Y mientras la plegaria hecha canto sube al corazón de Dios, el P. Juan Bautista le entrega su propia alma. Pablo confesará que “se sintió como huérfano y niño sin padre”. 8. EL FUEGO QUE ARDÍA Y QUEMABA DENTRO - Un día se encontraron dos conchas en el mar. Una cantaba de alegría. Mientras tanto la otra se dolía porque algo le crecía dentro. Sentía como dolores de parto. La concha cantora se reía de la otra. Pero ésta le respondió: es triste ser feliz por estar vacía. Tu no llevas nada dentro. Cantas tu propio vacío. A mí me duele, pero mi dolor es de fecundidad. Dentro de mí está creciendo una bella y hermosa perla. - ¿Qué es lo que crecía dentro de Pablo? ¿Y qué es lo que le quemaba allá dentro que lo empujaba constantemente a darse y entregarse a los demás? El poder y sabiduría de la Cruz - La gran intuición de Pablo, desde 1720, fue el misterio de la Cruz. El poder y la sabiduría de la Cruz. Su fuerza espiritual era la fuerza de la Cruz. Y su verdadera sabiduría era la sabiduría que brota de la Cruz. - Si en 1713 quedó como absorto y asombrado por Dios, en 1720 caerá en el asombro del misterio del amor revelado en la Cruz. No fue un camino de búsqueda el que tuvo que andar. Fue un don de Dios, un regalo de Dios infuso en su alma. Durante toda su vida será conciente de que el descubrimiento del misterio de la Cruz no es fruto ni de una búsqueda ni de un estudio, sino de la pura gratuidad de Dios que se lo revela y se lo descubre. - Para Pablo de la Cruz, la Pasión de Jesús lo es todo. Porque en ella, Pablo encuentra a Dios, encuentra al hombre, descubre el amor de Dios y descubre el amor al hombre. La Cruz deja de ser un espectáculo más o menos sentimental y tierno del sufrimiento de Jesús para convertirse en el sacramento de la revelación, el sacramento de la fuerza de Dios, capaz de cambiar al hombre y transformar el mundo. - Para Pablo, el misterio de la Cruz trasciende el misterio del dolor humano y se convierte en problema de Dios. Porque, para él, la Cruz no termina en la punta del palo vertical. El palo vertical apunta mucho más allá de la Cruz misma: apunta a Dios. Se diría que ese palo vértice de la Cruz es como la antena parabólica a través de la cual Dios se revela y manifiesta en esa pantalla del Cristo colgado y en los televisores de cada corazón humano. La Cruz para Pablo no es ocultamiento de Dios sino revelación de Dios. La Cruz no es silencio de Dios sino revelación de Dios. La Cruz no es silencio de Dios sino Palabra de Dios. En la Cruz Dios se hace Evangelio. - Pese a vivir en un siglo donde la espiritualidad está recargada de dolorismo y sentimentalismo, Pablo de la Cruz descubrirá en la Pasión de Jesús el amor de Dios al hombre y a Dios mismo como amor. En una de sus cartas se expresa así: “De este mar procede el mar de la Pasión de Jesús, si bien ambos mares no son más que uno solo”. (Lt. II, 717) - Edith Stern, poco antes de ofrendar su vida a Dios en el holocausto nazi escribía: “no son las conclusiones humanas las que pueden venir en nuestra ayuda, sino la Pasión de Cristo, quiero participar en ella”. Frente a los racionalismos humanos de la Ilustración, Pablo de la Cruz se atreve a hacer la opción por “la necedad y lo absurdo” humano de la Cruz. Los verdaderos profetas no suelen ser aquellos que hablan lo que la gente quiere escuchar, sino lo que la gente se niega a oír. En medio de una cultura que rechaza este absurdo y está necedad de la Cruz, Pablo descubre en ella la única luz capaz de iluminar los caminos de los hombres y la única fuerza capaz de cambiar el corazón humano. Al estilo del Apóstol Pablo, este otro Pablo, que él mismo quiso apellidarse de la Cruz, dirá: “Se que por la misericordia de nuestro buen Dios, no deseo saber otra cosa ni quiero gustar consuelo alguno: sólo deseo estar crucificado con Jesús”. (Diario, 23-XI-1720) - De ahí que para Pablo, la Cruz es la puerta para todo. Una puerta que nos abre el camino de la contemplación de Dios, nos abre el camino para salir de nuestra condición de pecado y lo que es más importante, nos abre el camino de la perfección y santidad cristiana. Pablo lo encuentra todo ahí. y esa será su fuerza y su dinamismo. El olvido de este misterio de amor será la razón y la causa de todos los males del hombre y del mundo. - Por eso mismo, Pablo de la Cruz y su gran obra, la Congregación, se sitúan no en el plano de las soluciones fáciles o parciales sino en lo que viene a ser la raíz misma de la Iglesia. No se trata de una devoción. Se trata de renovar en la Iglesia sus mismas raíces. Tres grandes caminos - La vida de Pablo de la Cruz está marcada por tres grandes caminos, que en realidad convergen todos en uno solo. Pablo tiene esa virtud de síntesis y de radicalidad. La meditación o memoria - Una de las ideas fuerza de su vida será “el olvido y la memoria”. La raíz de todos los males del hombre y de la Iglesia es el olvido. Cuando el hombre ha olvidado a Dios, el hombre se siente amenazado en su condición humana y en su condición de creyente. Por eso repetirá insistentemente que “la causa de todos los males está en que el hombre ha olvidado el misterio del amor de Dios revelado en la Cruz”. - Para ello, todo su empeño y preocupación será el llevar al hombre a la meditación, como el mejor ejercicio espiritual de la Ministerio de la palabra memoria. Y en esto, el fundador de los Pasionistas se sitúa en lo más puro de la tradición bíblica y de la tradición sacramental de la Iglesia: "Haced esto en memoria mía”. - No se trata de un simple recordar, sino de un recordar haciendo presente el dinamismo del pasado. Es un recordar interiorizando. Y para ello, Pablo considera que la meditación es el camino más adecuado para este recordar y personalizar el pasado como dinamismo del futuro. - Por otra parte, Pablo de la Cruz siempre ha sentido como imperativo de su corazón el anuncio, la proclamación de la Palabra de Dios. Sintió como misión suya la predicación, sobre todo la predicación al pueblo sencillo, siempre ansioso de Dios. - Tanto él como la Congregación por él fundada tendrán como misión inmediata la predicación de la Palabra. Y la predicación precisamente a aquellos que más necesitados están de ella, y también más abiertos a ella. El pueblo sencillo. - En las Reglas y Constituciones, al marcar el fin primario de la Congregación, propondrá la predicación de la Palabra, y de manera muy concreta, las Misiones populares. Pablo de la Cruz es el hombre de la Palabra de Dios y es el hombre apóstol de la palabra. - Pero una palabra que no quiere ser simple palabra, sino que antes ha de pasar por la fecundidad de la soledad y la pobreza. La soledad, como clima propicio para dar fecundidad a la palabra en el corazón. Y la pobreza, como libertad para el anuncio. La Palabra de Pablo de la Cruz estaba siempre cargada de vida. Por eso, las Misiones predicadas por él eran momentos de verdaderas conversiones. Los pueblos quedaban, como solía decir, reconciliados, pacificados y renovados espiritualmente. La renovación del clero y de la vida religiosa - Por otro lado, Pablo era uno de esos convencidos de que la renovación de la Iglesia ha de comenzar precisamente por aquellos a quienes Dios ha puesto como “luz y sal de la tierra”. El mismo Jesús decía que «si la sal se pierde o corrompe» ya no sirve para nada. Y si la luz “se apaga” tampoco sirve para iluminar. - Una de sus grandes preocupaciones fue siempre la renovación espiritual y cultural de los eclesiásticos y la revitalización de la vida consagrada de los Monasterios. Sentía vivamente la pobreza de la formación del clero de su tiempo y la pobreza consiguiente de su vida sacerdotal. Le dolía ver a los sacerdotes vagando inútilmente por las calles o simplemente llevando una vida secularizada, cuando cada uno de ellos estaba llamado a ser un signo de la presencia salvífica de Jesús en la Iglesia. - Por lo demás, la Vida consagrada en los Monasterios de su tiempo dejaba mucho que desear. Prácticamente se había mundanizado y dentro se había caído en una gran pobreza de ideales del espíritu. Pablo dedicó sus mejores esfuerzos en devolverle el frescor del espíritu y esa nueva brisa renovadora de las almas que de nuevo volvían a emprender los caminos de la santidad. Las religiosas contemplativas pasionistas - Así como desde un principio sintió su vocación de fundador de una Congregación que fuese como un fermento de renovación espiritual de la Vida Religiosa en la Iglesia, desde los años 1730 una idea le revoloteaba constantemente en el alma: sembrar la semilla de la renovación de la vida contemplativa de los Monasterios femeninos, fundando en la Iglesia las Contemplativas de la Pasión, las Religiosas Pasionistas de Clausura. Dadas las dificultades de la fundación de la Congregación de la Pasión, la idea de la fundación de las Religiosas la echaba de su corazón como un sueño imposible. Con frecuencia hace alusión a este deseo y a su imposibilidad. Escribiendo a Tomás Fossi, le dice: “La obra que usted desea para las mujeres la veo cada vez más lejos y no me engaño: todavía no ha llegado la hora, y Dios no me da a conocer su santísima voluntad”. - La hora tardó en llegar, porque los caminos de Dios son largos y suelen carecer de atajos fáciles. Recién el 30 de septiembre de 1770 el Papa firma el rescripto de aprobación de las Reglas de las Religiosas Pasionistas. Y el 7 de abril de 1771 ya se puede bendecir el Monasterio de Tarquinia, aunque en realidad su apertura e inauguración tiene lugar el 3 de mayo. - La rama femenina de la Congregación quiere ser la expresión femenina de la experiencia contemplativa del misterio de la Cruz. Las religiosas serán como las palomas del Calvario que revolotean las veinticuatro horas del día en torno al Crucificado. Ellas, desde la estricta clausura y soledad de sus Monasterios, serán como el corazón de la Iglesia que late al ritmo del corazón del Crucificado y, a la vez, serán la memoria viva de esa memoria del amor crucificado. La dirección espiritual - Uno de los medios de renovación espiritual más queridos por Pablo de 1a Cruz fue siempre la dirección espiritual. Los cinco grandes volúmenes de sus cartas de dirección espiritual hablan a las claras de su espíritu y de su vocación de maestro de las almas. - ¿A qué se debe esta preferencia de Pablo de la Cruz por la dirección espiritual? A varios motivos. Así como la meditación es el mejor camino para la personalización del misterio de la Cruz, la dirección espiritual es la manera más personal del trato con las almas. Pablo siempre sintió muy honda y profundamente a la persona, y por eso siempre se sintió motivado para la atención y el trato personal. Además, conocedor como era del espíritu humano, sabía que la gracia de Dios también es muy personal. Dios no llama en anónimo, sino que Dios se personaliza en cada alma. - La dirección espiritual de Pablo de la Cruz tenía muy poco de condescendencia con la pura simpatía humana. Si dirigir a un alma era ponerla en camino y ayudarla a caminar hacia la santidad, Pablo tenía conciencia plena de que la santidad es obra de píos y que nadie puede interferir en ella. Por eso esperaba siempre a sentir que “era la voluntad de Dios el aceptar ser su Director espiritual. - La dirección espiritual es una de las facetas más ricas de la vida de Pablo. Religiosas, sacerdotes, seglares, solteros y casados. Toda una gama de experiencias que hicieron de él un verdadero maestro conocedor del don de Dios en las almas. Las denuncias proféticas - Los santos no son unos gritones ni unos lamenta-desgracias. Prefieren que sea su propia vida la que grita, denuncia y anuncia. Pablo de la Cruz intuyó, desde el comienzo, los dos grandes caminos proféticos de su tiempo: La soledad: en primer lugar la mística de la soledad que tan vivamente sentía ya allá por los años 1713-1720. No era la soledad ni del miedo al mundo ni de la huida del mundo. Pablo nunca se consideró extraño ni ajeno a las realidades de su tiempo. La soledad era para él el anuncio profético en la Iglesia de la primacía de Dios. En una cultura que se independizaba de Dios, Pablo reafirma la prioridad de Dios en la vida. Su soledad era encuentro con Dios, era diálogo con Dios, era consagración de la vida a Dios. Un Dios suficiente para llenar el corazón humano. Cuantos subían desde Orbetello al Monte Argentaro iban en busca de algo que no encontraban en las calles. Subían al encuentro con lo divino, con aquello que abajo, en el llano, se le negaba al hombre. No era una soledad vacía, sino llena. No era la soledad muda, sino la soledad donde se escuchaba la voz del Dios al que abajo se le había declarado mudo, como si no tuviese nada ya que decir al nuevo hombre que se estaba gestando. La pobreza: del otro lado, estaba la pobreza. Una pobreza que era carencia y desnudez total. Frente a una sociedad que luchaba disputándose el poder y frente a una vida cristiana entibiada que buscaba sus apoyos en el “tener” y la “seguridad y comodidad”, Pablo hace la opción por el “carecer de todo”, el “no tener nada”, el vivir al día colgados única y exclusivamente del milagro de la Providencia de Dios. - Cuenta uno de esos maestros orientales que había un pájaro que a diario se refugiaba en las ramas secas de un árbol que se alzaba en medio de la desértica llanura. Un día, el viento sopló tan fuerte que el árbol se cayó y se deshizo. El pobre pájaro se vio precisado a emigrar volando muy lejos. Al término de su viaje se encontró con un hermoso bosque lleno de árboles y lleno de la música de infinidad de pájaros. Hay muchos que prefieren quedarse en el árbol, aunque esté seco y vivir en la soledad vacía del desierto. Pablo no esperó a que el árbol de las seguridades humanas se cayese. El mismo renunció voluntariamente a él, y decidió levantar vuelo, sin nada, sin más equipaje para el camino que las propias inseguridades humanas. Pero fue precisamente eso lo que le hizo descubrir el bello y frondoso y sonoro bosque donde se encontró con Dios y con los hombres. - Pablo nunca fue el profeta gritón contra los ricos y cuantos ponen su corazón en las riquezas. Por el contrario, prefirió ser el signo vivo del pobre que carece de todo y encuentra razones para vivir sólo en las manos providentes de Dios a través de la caridad cristiana. 9. SERENO Y RADIANTE ATARDECER - Siempre me han fascinado los atardeceres, sobre todo, los atardeceres marinos. Me encanta poder contemplar el sol sin que sus rayos puedan cegarme y a la vez, recrearme en ese color rojizo del horizonte. Uno siente, por una parte, el gozo de la luz que ya no molesta, y por otra, siente como si la naturaleza se hubiese cambiado de ropas para la fiesta nocturna. - Esta idea me viene cuando veo a Pablo de la Cruz en esos últimos años de su vida. Uno siente que su vida se va haciendo tan serena y tan humana hasta el punto de que la santidad que la ilumina pareciera más asequible y a la mano. El obsequio de un amigo - Nada más caro al fundador de los Pasionistas que disponer de una casa definitiva en Roma. Durante algunos años había conseguido instalar una pequeña comunidad en el Hospicio del Santo Crucifijo muy cerca de la Basílica de San Juan de Letrán. Pero aquello era como poner el pie en el estribo y no poder subir al tren. - El Papa Clemente XIV le había prometido en diversas ocasiones una casa más amplia y cómoda en Roma. Llegó a ofrecerle la Iglesia y el Convento de San Andrés del Quirinal calle de por medio con el entonces Palacio pontificio. Sin embargo, otro amigo suyo, el Cardenal de Zelada, le propuso a Pablo un trueque. Que él y su Congregación se instalasen en la Casa-Basílica de los Santos Juan y Pablo al Celio, y que los Lazaristas, que la ocupaban hasta entonces se trasladasen a San Andrés del Quirinal. La idea tampoco desagradó al Papa. Pero las cosas no suelen ser tan simples. Otras Congregaciones también apetecían la Iglesia y Convento de San Andrés y por su parte, los Lazaristas exigían algunas Otro amigo que se va - En 1774 Pablo va a perder a otro de los grandes amigos. El P. Marco aurelio. Para Pablo significaba un duro golpe ya que era uno de los religiosos de mayor confianza para él. De todos modos, con el corazón roto pero aceptando el beneplácito divino. Pablo aún tuvo fuerzas para decirle: "Padre Marcoaurelio, cuánto me desagrada que me deje. Ayudará más a la Congregación cuando esté en el paraíso que estando aquí compensaciones por el cambio. Resulta simpático leer lo que Pablo escribe al Papa: “Siento que se levantan contradicciones y que contamos con enemigos que dicen que somos pocos, que somos de poca categoría, y que seremos incapaces de llevar con altura aquella Iglesia, y otras cosas más. Yo adoro la voluntad de Dios en todo... He dispuesto ya de 30 religiosos, catorce sacerdotes y siete hermanos laicos. Ruego a su santidad la gracia de poder establecemos en dicha casa de los Santos Juan y Pablo para mayor gloria de Dios, y poder demostrar a nuestros enemigos todo lo contrario a lo que dicen”. - Superadas todavía toda una serie de dificultades y obstáculos, el nueve de diciembre de 1773 Pablo de la Cruz pudo tomar posesión de la Casa y la Basílica, que hoy es la casa madre de toda la Congregación y la sede de la Curia Generalicia. Era el mejor regalo navideño que pudieran hacerle. en el mundo. Alégrese, Padre Marcoaurelio, que muy pronto pasará de esta celda al Cielo. No se olvide de mí, pobre pecador. Padre Marcoaurelio, le pido perdón, pues para esto he venido a visitarlo, para pedirle perdón de tanta paciencia que ha tenido siempre conmigo. Perdóneme y ruegue a Dios por mí, pobre viejo, que me quedo solo. Todos mis primeros compañeros se me han ido. Cuando llegue al paraíso hágame la caridad de adorar a la Santísima Trinidad y reverencie a la Santísima Virgen, juntamente con el P. Juan Bautista. Salúdeme al P. Fulgencio. Junto con el P. Juan Tomás y el P. Francisco Antonio juntamente con todos aquellos religiosos que han vivido con nosotros y que ahora gozan de la eterna bienaventuranza”. - ¿Hay acaso algo más humano y tierno que esta serenidad de espíritu y esta gozosa esperanza que la que manifiesta el corazón de Pablo? Los santos sufren como los demás. Pero los santos tienen esa capacidad espiritual de ver siempre las cosas por detrás. Detrás del dolor contemplan la alegría de la Pascua. Detrás de la muerte contemplan la vida. Al otro lado del tiempo ellos se divierten con juegos de eternidad. La última Navidad - El año 1774 fue un año de sufrimientos y enfermedades para el P. Pablo. Pero aún le fue posible celebrar la Misa en la basílica de los Santos Juan y Pablo. Fue su última Misa en su última Navidad. Al año siguiente la celebraría ya en el cielo. Como si se tratase de una Misa de despedida, antes de subir al altar, quiso pedir perdón a todos. Fue un momento cargado de emoción. Religiosos y seglares presentes sentían como los ojos de todos se llenaban de ternura y emoción espiritual. “Pido perdón, en primer Lugar a mi Dios, luego a los Consultores. Pido perdón a los Provinciales y a sus Consultores. Pido perdón a todos los sacerdotes de la Congregación, a todos los clérigos, a los hermanos laicos, a los terciarios. a los empleados que trabajan en el Retiro. Pido perdón al aire que he respirado, a la tierra que he pisado. En suma, pido perdón a todos del mal ejemplo que les he dado, aunque muy a pesar de mi voluntad”. - Nos imaginamos que esa Navidad el “Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres de buena voluntad”. volvía a resonar vivo en el corazón de todos. Mientras la liturgia anuncia el nacimiento de Dios, un santo hacía su despedida cargada de fe y de gozosa esperanza. Los amigos se visitan - Resulta simpática la relación de amistad entre el Papa Clemente XIV y el P. Pablo. El 8 de mayo había podido acercarse a visitar al Papa, y el Papa, para no ser menos, le devolvió la visita un mes más tarde, el 26 de junio, fiesta de los Santos Juan y Pablo. Pero, si Pablo ya estaba con una salud muy deteriorada, el Papa lo estaba aún más. Así, el 22 de septiembre de 1774 las campanas de Roma tocaban a duelo. El Papa Clemente XIV había muerto, y Pablo había perdido al mejor amigo de su vida y al mejor protector de su Congregación. - En medio de su pena pudo celebrar la Misa de honras fúnebres por su amigo. La tristeza del enorme vacío que dejaba en su c6razón le hizo recogerse dentro de sí mismo y rumiar a solas su propia soledad. Sin embargo, cuando estaba ya para terminar la comida, tuvo como una reacción interior, su rostro se despejó como un cielo nublado que vuelve a regalarnos el sol, y sorpresivamente dice a alguno de los religiosos: “Hoy es fiesta, vaya y dígale al P. Superior que ponga un extra a los religiosos”. Muere mi amigo, tengo otro amigo - Pareciera que “muerto el amigo, nace otro amigo”. Cinco meses después de la muerte de Clemente XIV, el 15 de febrero de 1775, es nombrado como sucesor, Pío VI. - Como quien tiene prisa para cumplir con un encargo, antes de un mes, el 5 de marzo, fue a visitar personalmente al Padre Pablo de la Cruz a la Casa de los Santos Juan y Pablo. ¿Razones? ¿Alguna amistad anterior? ¿La necesidad de encontrarse con hombres espirituales a los que poder confiar los problemas de la Iglesia? Después de visitar la Basílica, pidió subir a la habitación del Fundador. - Cuando Pablo ve entrar en su cuarto al Santo Padre se sintió estremecer de arriba a abajo. Sintió una gran confusión. ¿Quién era él para que el Papa, recién elegido, haya tenido esta delicadeza y finura de amistad? ¿Era acaso querer continuar las relaciones de su antecesor Clemente XIV? Sobreponiéndose a sí mismo no pudo menos de exclamar: “Beatísimo Padre, se lo digo en el Señor: después de la muerte de santa memoria de Clemente XIV, yo me siento huérfano, y he aquí que su Divina Majestad me ha regalado otro padre”. - Todo hace suponer que, aparte de una sincera amistad, el Papa buscaba apoyarse en hombres de la talla espiritual del P. Pablo. Era muy consciente de las dificultades que encontraría en el camino de su pontificado. No olvidemos que él fue testigo de la Revolución Francesa con todas las consecuencias culturales y espirituales de cambio que ésta significó. - Sólo la santidad de la Iglesia sería capaz de fortalecerla no para resistir los embates de sus enemigos sino para recobrar las energías necesarias para recuperar un nuevo vigor y vitalidad. Con una intuición profética, el P. Pablo comentaba un día con su amigo don Antonio Frattini: “Yo me llamo Pablo de la Cruz, pero sólo de nombre. Con mucha mayor razón puede decirse de la Cruz el Santo Padre”. Una nueva estrella en el firmamento - De cuando en vez, los astrónomos suelen hablar de un nuevo hallazgo en el firmamento. Una nueva estrella. Un nuevo astro. Cuando la vida del P. Pablo estaba ya declinando como un sol que no muere sino que va a alumbrar otros mundos, surge en su vida una nueva estrella. Rosa Calabresi. - No se conocían personalmente, aunque Rosa le había escrito por primera vez en 1766. Desde entonces entre ambos se cruzó una rica correspondencia espiritual. No sabemos si por iniciativa suya o a sugerencias del P. Pablo, ella quemó toda esa correspondencia. Nunca se habían visto. El primer encuentro personal tuvo lugar el 22 de abril de 1775 en la sacristía de la Basílica de los Santos Juan y Pablo. Durante su estadía en Roma, que duró dos meses, se veían diariamente. Sus encuentros fueron toda una experiencia mística de los dos. Fueron momentos tan ricos de experiencia de Dios, que la misma Rosa sintió profundo rechazo interior a declarar en los procesos de beatificación. Dicen algunos que fue necesaria una comunicación espiritual del mismo Pablo para que se decidiese a hablar de aquellas intimidades espirituales. 10. “PADRE, GLORIFICA TU NOMBRE” - Los árboles mueren de pie. Pero muchos mueren también caídos y carcomidos en el suelo. Los santos, como los demás mortales, suelen morir en cualquier sitio, en la calle, en la oficina o en la cama. También en ellos la enfermedad quiebra sus resistencias físicas. Pero, mientras sus cuerpos mueren tumbados en la cruz del dolor, sus almas siguen de pie, erguidas por la fe y la esperanza. - Cada vez que voy a Roma me encanta poder celebrar, cada día, mi Misa en la habitación donde el Fundador de mi Congregación, Pablo de la Cruz, pasó sus últimos días y donde entregó su alma a “su Sumo Bien”. Sencilla, llena de esa limpia pobreza que la hace más pura, más clara, e impide desviar la atención del espíritu, se presta al recogimiento, al silencio. La última vez que tuve la oportunidad de estar en Roma fue en septiembre de 1993. Diez escasos días. Cada mañana, procuraba levantarme muy temprano. Primero ambientaba mi espíritu paseando por la amplia huerta escuchando el despertarse de los pájaros. Luego, sin prisas, sabiendo que nadie estaba esperando turno, celebraba mi Eucaristía. Era un diálogo de sentimientos entre mi corazón, el corazón de mi “padre Pablo de la Cruz” y el corazón crucificado de Jesús. Los últimos meses él mismo había celebrado allí mismo la Misa, y cuando ya le era imposible, un sacerdote se la celebraba mientras él estaba tendido en la cruz de su enfermedad. Cuentan las crónicas que la última Misa que Pablo de la Cruz celebró fue precisamente el 15 de junio de 1775, día de la fiesta del Corpus. La enfermedad - Los dolores de los meses de junio a octubre eran cada día más fuertes. Como él mismo llegó a confesar “no tengo en todo el cuerpo ni cuatro dedos de espacio donde me sienta libre de dolor”. El cuerpo se le iba desmoronando por fuera, hasta el punto de que se le quedó totalmente paralizado, mientras tanto, por dentro, el alma se le iba abrillantando más, tal vez, porque las luces de la pascua eterna ya comenzaban a reverberar en ella. Recuerdo una mañana muy temprano que contemplaba el nacimiento del sol en el desierto de Judea. Aún no se veía el sol, y el desierto daba la sensación de irse coloreando de una especie de rojizo claro con unas chispas de bri11antes. Pienso en aquel amanecer del desierto, ahora que reflexiono sobre el ocaso temporal del Fundador de los Pasionistas, San Pablo de la Cruz, y su amanecer pascual en el cielo. El testamento - Quien toda su vida vivió sin querer tener nada, no poseer nada, ¿tenía algo que dejar en testamento? No siempre los que más tienen son los que más dejan. Hay hombres que no tienen nada que dejar y cuando se van nos dejan mucho. Cuando Jesús moría en la Cruz, ya le habían quitado y repartido sus vestidos, y aún entonces le quedaba lo principal por darnos: su vida. - El 29 de agosto el Dr. Giuliani, que lo atendía en su enfermedad, aconsejó administrarle los últimos sacramentos. Al día siguiente, Pablo pidió que se reuniese toda la comunidad en su habitación. Antes de recibir a su Jesús Sacramentado, quiso dejarles “sus últimos y principales recuerdos”. “Ante todo, dijo, les recomiendo vivamente la observancia de aquel santísimo recuerdo que nos dejó Jesús en la persona de sus discípulos: ´en esto conocerán todos que son discípulos míos, si os amáis los unos a los otros'. He ahí, mis queridísimos hermanos, cuanto yo deseo con todo el afecto de mi pobre corazón, de todos vosotros aquí presentes como de todos cuantos llevan este hábito de penitencia y luto en memoria de la Pasión y Muerte de nuestro amabilísimo Divino Redentor, y de todos aquellos a quienes la Divina Misericordia quiera llamar a esta Congregación en el futuro. Además recomiendo, especialmente a quienes algún día sean llamados al oficio de Superiores, que siempre florezca en la Congregación el espíritu de oración, el espíritu de soledad y el espíritu de pobreza. Y estén seguros que si mantienen vivas estas tres cosas, la Congregación resplandecerá como el sol en la presencia de Dios y de los hombres”. - No podía faltar, en esos momentos, un pensamiento y un recuerdo para el amigo, el Papa. Al Sumo Pontífice le obsequió una imagen de la Dolorosa que siempre había llevado consigo. Dicen que Pío VI la conservó como una preciada reliquia sobre el altar privado donde cada día celebraba la Misa. Tampoco faltaron palabras de reconocimiento para con otro amigo muy querido, el señor Frattini y el Dr. Giuliani, su médico de cabecera. manos y el alma ya está en la rama de la fe y la esperanza dispuesta a levantar vuelo hasta Dios, es el futuro de la Congregación. De ahí que en su testamento vuelva a insistir: “Te recomiendo, oh Jesús, ahora y siempre la pobre Congregación, fruto de tu Cruz y de tu Pasión y de tu muerte. Te ruego des a todos los religiosos y bienhechores de la misma tu santa bendición”. - El cuerpo puede estarse carcomiendo ya como tronco caído, pero el alma sigue en pie, atenta a todo. Atenta a la llamada de Dios y atenta igualmente a lo que fue la obra de toda su vida, la amada y querida Congregación. - Una de sus preocupaciones, aún en esos instantes en los que la vida se le va de las El sol no muere, se esconde - El mes de octubre preanunciaba el final. Pablo no estaba ni asustado ni preocupado. “Muero contento”, solía repetir. El P. Juan María Cioni, confesor del santo, estaba dando una Misión en Tolfa. Se le avisó de la gravedad del enfermo. Apenas terminada la misión se hizo presente en su habitación. - El día 7 de octubre se confesó de nuevo. Y el día 8 recibía la Unción de los Enfermos de mano de su mismo confesor. La noticia de la gravedad del enfermo ya había corrido por Roma. El Viceregente, Mons. Francisco Antonio Marcucci, también él fundador de la Congregación de las Pías Operarias de la Inmaculada Concepción, vino a visitarlo. - Pero aún falta alguien, Mons. Struzzieri había escrito que llegaría sin falta para el 18 de octubre. A alguien se le ocurrió preguntar al P. Pablo si lo esperaría. Pablo, con una gran serenidad de espíritu respondió: “Que esté tranquilo. Yo lo esperaré”. Ambos cumplieron su palabra. Pablo esperó y Monseñor llegó. La comunidad estaba para sentarse al almuerzo. Inmediatamente se dirigió a la celda del P. Pablo. Al verlo, la primera reacción del enfermo fue querer enderezarse para besarle reverentemente la mano. Mons. Struzieri intuyó las intenciones de Pablo y él mismo se anticipó a besar la mano de Pablo. - Como si la muerte tuviese tiempo para esperar, el enfermo llama al Hermano Bartolomé, su enfermero y le ruega haga venir al P. Juan María, manifestando el deseo de que sea él quien le asista a morir. No resulta fácil dejar morir a quien tanto se le aprecia, estima y quiere. Mientras Pablo está con los brazos abiertos para recibir la muerte, los Religiosos, como negándose a creer que el fin había llegado, se empeñaban en decirle que “no estaba tan mal”, “que la cosa no era para tanto”. - Es difícil engañar al corazón cuando éste está ya levantando vuelo. La fuerza del más allá ya es más fuerte que los deseos del más acá. Por eso Pablo pronunció las que pudieran ser sus últimas palabras: “Muero voluntariamente a fin de cumplir la santísima voluntad de Dios... Mis esperanzas están en la Pasión santísima de Jesucristo y en los dolores de María Santísima”. Era como hacer la síntesis de su vida en aquello mismo que fue la síntesis de toda la vida de Jesús: su muerte. Había Vivido colgado constantemente de “la voluntad de Dios” y había vivido su vida inmerso en el misterio del mar de amor que es la Pasión de Jesús. Y así será su muerte. Una muerte en la Muerte de Jesús. - El P. José Vigna describe así sus últimos momentos: “Su rostro mostraba una serena alegría sin turbación alguna, con los ojos vueltos al Crucifijo. De pronto, fijó sus ojos en el cielo, y como si quisiera sonreír, levantó las manos, que había tenido inmovilizadas hasta entonces, e hizo unos gestos como queriendo decir: fuera, fuera. Luego. parecía hacer señas a alguien invitándole a acercarse: venid, venid”. - Como es costumbre en la Congregación, presente toda la Comunidad, se leyó la Pasión según san Juan. Mons. Struzzieri dirigiéndose al enfermo le dice: “Padre Pablo, cuando esté en el Paraíso acuérdese de la pobre Congregación por la que tantas fatigas ha sufrido y por lodos nosotros sus pobres hijos”. - Eran las 16.45 horas del día 18 de octubre de 1775. El sol acababa de ocultarse tras el horizonte del tiempo y la eternidad. Pero sus resplandores iluminando el cielo seguían iluminando las arenas de la tierra. La Congregación quedaba huérfana. Había perdido a su padre. Ahora debía comenzar a caminar ella sola, por sí misma. En la conciencia de todos quedaba bien claro cuanto el Fundador había hecho para darle vida, hacerla nacer en la Iglesia. Tantos andares y sufrimientos no podían defraudar tantas esperanzas. Los Santos también mueren, pero no mueren. Porque los Santos tienen eso de especial, que cuando mueren, recién entonces comienzan a vivir de verdad, y su figura comienza a iluminarse y transfigurarse. Don Antonio Frattini fue el encargado de llevar la noticia al Papa. Pío VI sintió como si ahora el huérfano de padre fuese él. Inmediatamente reaccionó y se ofreció a costear por sí mismo una caja de plomo donde depositar los restos mortales, igual que la sepultura. - La muerte no es el sol que se apaga sino el sol que comienza a iluminar y calentar otros continentes. Cuando Jesús contempla de frente su muerte, no puede menos de exclamar: “Padre, glorifica tu nombre”. La muerte como un homenaje de fe y de esperanza en Dios. Morir con la esperanza pascual iluminando el sentimiento y el dolor de los que se quedan. Apenas el P. Pablo de la Cruz responde a la llamada de Dios desde el otro lado del tiempo, su imagen comienza a recobrar sus verdaderas dimensiones. En el corazón de cuantos le conocieron se iluminó una nueva claridad. Ha muerto un santo. - Pero ha muerto como muere la semilla de trigo sembrada en el surco de la tierra. Porque la semilla que muere, sigue viviendo en el tallo y la espiga, y Pablo de la Cruz, murió así, como grano hecho semilla, ya que su espíritu sigue viviendo desde entonces en sus hijos, los Pasionistas, en sus Religiosas contemplativas y en tantos otros Institutos de Religiosas Pasionistas que han ido floreciendo en la Iglesia al soplo vivo de su espíritu y carisma. Él glorificó a Dios en su muerte, y Dios no sólo lo ha glorificado a él al inscribirlo en el jardín de la santidad de la Iglesia, sino que lo sigue glorificando en la vida de sus hijos e hijas y de toda su Congregación, que viven de su espíritu y siguen recordándole al mundo “el amor crucificado de Dios”. INDICE El contemplativo Presentación Paginas 1. El tiempo de Pablo de la Cruz..……….5 Renacen las esperanzas ¿Quince años qué son para el amor? Dieciséis hijos nada más 2. Las semillas de las madres nunca……..9 mueren Sembradora de motivaciones Los pequeños penitentes La imagen de una madre 3. Dios es el camino……………………..12 Marcado por Dios “Darse a una vida santa y perfecta” El Dios que desconcierta ¿Cruzado? El místico de las soledades El enamorado de la pobreza 4. Cuando granean los trigales ………..15 El otro trigo Visiones del verano 1720 Pablo estrena espiritualmente su nuevo vestido No se puede caminar solo, se necesitan compañeros Debajo de unas escaleras 5. El camino de Roma con muchas dificultades.............………..…………..18 Las ilusiones rotas El alma rota en el regazo de la Madre Rumbo al Argentaro El Año Jubilar de 1725 ¿Renuncia a su misión de fundador? “Haced esto en memoria mía” En un rincón del alma La soledad del Argentaro llama El espíritu mueve la cuna ¿Capellán de soldados? Prohibido tener el Santísimo en casa Arrecian los ataques a la Iglesia Pablo pierde la mitad de sí mismo 8. El fuego que ardía y quemaba dentro……………………………………..34 El poder y sabiduría de la Cruz Tres grandes caminos La meditación o memoria Ministerio de la Palabra La renovación del clero y de la vida religiosa Las religiosas contemplativas pasionistas La dirección espiritual Las denuncias proféticas 6. La espera se llama “siempre”……….24 Dos estorbos en el camino Más se consigue con la presencia que por cartas Almas gemelas Hoy amaneció el sol La profesión religiosa 7. Nubarrones en el cielo…………….28 El florecer vocacional Nuevas fundaciones “Maestro hemos visto a uno que hace milagros” ¿Un Santo luchando contra otro Santo? Un rayo de luz en la tormenta Cuando el enemigo está en casa La muerte del amigo Hay desilusiones que matan el alma Compartir el sufrimiento de los otros 9. Sereno y radiante atardecer……….39 El obsequio de un amigo Otro amigo que se va La última Navidad Los amigos se visitan Muere mi amigo, tengo otro amigo Una nueva estrella en el firmamento 10. "Padre, glorifica tu Nombre"………43 La enfermedad El testamento El sol no muere, se esconde Colección Espiritualidad Pasionista Para uso interno Se cuenta que alguien preguntó al discípulo que no hacía sino hablar de su maestro: “¿Qué milagros ha hecho tu maestro?” El discípulo respondió: “Bueno, verás... hay milagros y milagros. En tu país se considera milagro el que Dios haga la voluntad de alguien. Entre nosotros se considera milagro el que alguien haga la voluntad de Dios”. Yo me atrevería a decir que San Pablo de la Cruz vivió en ese constante milagro de “buscar y hacer la voluntad de Dios”. Familia Pasionista