20110130IVOrdinario

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IV Domingo del Tiempo Ordinario z AÑO A z Mt 5, 1-12a
z
Primera lectura z So 2, 3; 3, 12-13 z “Dejaré en medio
de ti un pueblo pobre y humilde”.
z
Segunda lectura z 1Co 1, 26-31 z “Dios ha escogido lo
débil del mundo”.
z
Salmo z 145 z “Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos”.
z
Evangelio z Mt 5, 1-12a z “Bienaventurados los pobres
en el espíritu”.
A
l ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y
se le acercaron sus discípulos; y, abriendo su
boca, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados
los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de
Dios. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque
ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán
saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán ellos
llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justiacia, porque de ellos es el reino de Dios. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo
por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera
persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».
Para situar este evangelio
En las bienaventuranzas tenemos un “símbolo” y un resumen de la enseñanza de Jesús. Mateo, que ha distribuido
en varios bloques las enseñanzas de Jesús que ha podido
recoger, pone las bienaventuranzas como introducción al
primero bloque, denominado
sermón de la montaña.
En estas palabras tenemos
que buscar el que dan: la buena noticia de la misericordia
de Dios. encontramos pistas
sobre “el Reino del cielo” y sobre quien es este Dios que nos
hace “hijos y hijas”, al cual Jesús nos invitará a denominar
“Padre” y a dirigirnos con “el
padre nuestro”, invitación sita
en el corazón del sermón de la
montaña (Mt 6, 9-13).
Hay dos versiones de las
bienaventuranzas: las de Lucas llamadas “sermón del llano» (6, 17-49), llamado así
para distinguirlo del «sermón
del monte» (Mateo 5-7), que
también comienza con las
bienaventuranzas. Mateo sitúa esa larga predicación de
Jesús en un monte, debido a
su interés de releer la figura
de Jesús a la luz de Moisés en
el Sinaí, mientras que Lucas
la pone en una llanura, pues
su interés es situar a Jesús en
la base, junto al pueblo, al
lado del gentío.
En las palabras introductorias
a las bienaventuranzas resuena la Alianza de Dios en Israel. “La montaña” evoca el
Sinaí, donde Moisés recibió la
Ley (Ex 24, 12). Contexto de
paso hacia la libertad.
Pero, a diferencia de Moisés,
Jesús no es intermediario sino
que habla directamente, con
su propia autoridad. Por esto
“se sentó” y tomó “la palabra” -cómo
hace un Maestro- con “los discípulos”.
Y si la Ley era “para instruir los israelites” (Ex 24, 12), la palabra de este Jesús-Maestro es para todo el mundo. El
evangelista nos lo recuerda diciendo
que Jesús “sube a la montaña” motivado por “las multitudes” que ha visto. Y lo dice
después’de haber situado la primera actividad
de Jesús en tierras fronterizas, de mezcla (Mt 4,
12-25).
Para fijarnos en el Evangelio
El género literario de la bienaventuranza es clásico en la Biblia para expresar la felicidad que
proviene de Dios. Jesús adopta este lenguaje y
no el legislativo. Entre la antigua alianza y la
nueva hay continuidad pero Jesús aporta una
grande novedad: Él no da mandatos, como Moisès, sino que anuncia “el Reino del cielo” y señala quiénes la acogen como noticia que hace
“feliz”: “los pobres”, “los humildes”, “los limpios
de corazón”...
Con el término “compasivo-misericordiosos” se
habla de la ayuda a quienes están en apurosnecesitados (Mt 25, 31-46) y del perdón dado a
quienes han cometido una ofensa (Mt 18, 21-34).
“Los pobres en el espíritu” son quienes, lejos de
las riquezas, ponen su confianza sólo en Dios
con un corazón humilde. Dios da a los pobres
su Reino: esta es la buena nueva (Mt 11, 5).
“Los limpios de corazón” son aquellos a quienes
canta el salmista (Sal 24, 3-4; 15, 2-3): quienes se
comportan sinceramente serán admitidos a la
presencia de Dios por siempre jamás.
“El consuelo” de Dios había sido anunciado por
el profeta (Is 61, 2). La expresión “quienes lloran” se refiere, probablemente, a quienes padecen la injusticia y la opresión.
También la bienaventuranza sobre “quienes trabajan por la paz” encuentra un anuncio en los
profetas (Mal 3, 23-24). A la acción pacificadora
Dios corresponde con el amor de Padre. La acción a favor de la paz pasa por todos los campos de la vida personal y social.
“La posesión de la tierra” por parte de los “humildes” la cantaban los judíos en los salmo (Sal
37, 11). “Los humildes” son quienes se inclinan
delante de Dios y, en consecuencia, son pacientes, no se irritan, rehúyen toda violencia. Jesús
mismo lo vive (Mt 12, 15-21). “La tierra” que poseerán es la tierra renovada por el don del Reino.
“Hambre y sed de justicia”. Aquí la palabra
“justicia” no se refiere a la justicia salvadora de
Dios, ni tampoco a la justicia social. Es el deseo
de hacer caso de la voluntad de Dios de manera auténtica y efectiva, y de serle fiel (Mt 3, 15).
Pero no se ha de olvidar que la voluntad de
Dios es liberar los oprimidos.
“Perseguidos por causa de justicia” son quienes, como Jesús mismo, son rechazados por
hacer la voluntad de Dios (1Pe 3, 14).
“La recompensa” es la participación en el Reino
celestial. Es un regalo que Dios da a quien lo
quiere dar, más allá de cualquier exigencia o
reclamación por parte nuestra (Mt 20, 13-16).
z Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo
y, así, poder seguirlo mejor.
z Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado.
z Leo el texto. Después contemplo y subrayo.
z Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otras personajes, la BUENA NOTICIA
que escucho... ¿Qué descubro del Reino de los cielos y de Dios que nos lo da?
z Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... desde el evangelio. ¿En qué hechos vividos esta semana he experimentado la “felicidad” del Reino?
z Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso.
z Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
NO
Si dijese que sí, Señor,
que todo está muy bien,
que el mundo es justo y bueno,
que la historia trae claridad,
que nuestras leyes son tus leyes,
que cada cual es cada cual,
que todos tenemos lo que nos merecemos,
que estos tiempos no dan para más...
Si dijese que acaso
las cosas son así porque sí,
y ahí están y no les demos vueltas:
si éste está arriba y ese otro abajo
es por culpa de la vida;
si algunos van de puerta en puerta
con un saco de cenizas a cuestas
es porque son unos estúpidos...
Si dijese que sí,
que todos tenemos igualdad de oportunidades,
que el esfuerzo es lo que cuenta,
que la revolución es una quimera,
que los ricos también lloran,
que el ser pobre tiene sus ventajas,
que allá cada cual con su conciencia...
Si dijese lo que a veces se dice:
que el mundo no funciona con tus promesas,
que de nada sirve maldecir a los de arriba
y menos a los que triunfan,
que es bueno que haya libertad cívica
para todas las ofertas...
Si dijese que tus bienaventuranzas
son flores que encubren cadenas
o palabras que tranquilizan
a los que manejan los hilos de la historia...
Conformidad, resignación,
admiración, callar, callar,
y mucha precaución.
Si dijese que sí...,
entonces sería el momento de hablar seriamente
de los que anuncian paraísos en la tierra,
de los que dicen que tu evangelio aliena,
de nuestras cuentas secretas,
de mi vida y sus apuestas...
Pero no, Señor.
Ulibarri, Fl.
Si dijese que exageras,
que tus bienaventuranzas no sirven
para esta época,
que la pobreza, el hambre y las lágrimas,
son tierra baldía y yerma;
si buscase la aprobación
a mi status
y nadie hablara mal de mi persona...
Ver z Juzgar z Actuar
“Mucha gen.”te
pequeña..
VER
E
n una conversación sobre la situación actual, una persona manifestaba su
pesimismo no sólo ante el presente sino ante el futuro, porque según decía
“la gente cada vez es más egoísta y cada uno va a la suya”. Pero su interlocutor le respondió: “Si te paras a pensar, la sociedad no sólo se sostiene sino que
avanza porque, aunque parezca que no, hay más gente haciendo el bien
que gente haciendo el mal. Aunque lo malo es siempre lo que más se ve y
se nota”. Recordé unas frases de la Campaña de Cáritas para este año:
“Mucha gente pequeña, haciendo muchas cosas pequeñas en muchos lugares pequeños, puede cambiar el mundo. Otro estilo de vivir es posible”.
JUZGAR
L
a Palabra de Dios en este domingo nos invita a reflexionar acerca del
valor que para Dios tiene “lo pequeño”, lo humilde, así como la importancia y necesidad que “lo pequeño” tiene para la sociedad. En la 1ª lectura hemos escuchado que Dios,
para llevar adelante su plan de salvación, cuenta con «un pueblo pobre y humilde que confiará en el nom-
bre del Señor». Dios no va a buscar un pueblo
fuerte y poderoso al estilo de los poderes de este
mundo, sino que opta por «el resto de Israel, que
no cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua embustera». Porque
así quedará más patente la acción de la fuerza salvadora de Dios, y la confianza en el nombre del
Señor será la que evite las maldades y los abusos
que, de otro modo, se cometerían. Y ese “resto”
desde esa confianza convertida en acción, mostrará que “otro estilo de vivir es posible”.
Esa predilección de Dios por los pequeños y sencillos ha sido una constante a lo largo de la Historia de la Salvación y de la Iglesia. Y en Jesús y en
su anuncio del Reino Dios manifestó clara y definitivamente su opción, como hemos escuchado
en las Bienaventuranzas: «los pobres en el espíritu, los sufridos, los que lloran, los que tienen
hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los
limpios de corazón, los que trabajan por la paz, los
perseguidos por ser justos...». Éste será el distintivo de quienes formen el pueblo de Dios, éste es
el estilo de Jesús y éste debe ser el estilo de quienes nos llamamos sus seguidores. Y si lo hacemos
así, estaremos formando esa masa de gente anónima que, callada, discreta y humildemente, aportan
mucho positivo a la sociedad, de tantos santos
anónimos. Y si al hacerlo nos sentimos dichosos,
estaremos mostrando que “otro estilo de vivir es
posible”, porque aunque nos «insulten», y nos
«persigan», y nos «calumnien de cualquier modo»
por causa de Jesús, mantendremos la alegría y la
esperanza porque sabemos que nuestra «recompensa será grande en el cielo».
Por eso en la 2ª lectura san Pablo decía a los Corintios y nos recuerda a nosotros: «Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo
humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario... ha escogido... lo que no
cuenta para anular a lo que cuenta». Confiar en el
Señor, seguir el estilo de vida de Jesús es lo que
nos va a hacer capaces de anular el mal que encontramos en el mundo, porque se cumplirá que
“mucha gente pequeña, haciendo muchas cosas
pequeñas en muchos lugares pequeños, puede
cambiar el mundo”.
ACTUAR
A
veces, en la Iglesia, nos fijamos mucho en los
números, en cuántos somos o dejamos de
ser: ¿Tengo presente que Dios confía en un “resto
pobre y humilde pero que sea fiel”, o sigo creyendo que la cantidad es lo importante? Y desde la
conciencia de que debemos ser ese “resto de
Dios”, ¿cómo me autoevaluaría respecto a las
Bienaventuranzas? ¿Manifiesto que “otro estilo de
vivir es posible”? ¿En cuál o cuáles de las Bienaventuranzas debería crecer?
Como san Pablo, fijémonos en nuestra asamblea...
Sociológicamente somos “gente corriente”, pero
el Señor cuenta con nosotros para que vivamos y
anunciemos su Reino, para que aportemos a la sociedad todo lo positivo que contiene el Evangelio.
Él mismo se pone a nuestro lado con su Palabra y
con su Cuerpo y Sangre, para que “fuertes con la
fuerza de la eucaristía” podamos hacer vida las
Bienaventuranzas y nos sintamos alegres y contentos por formar ese “resto” pobre y humilde,
esa “gente pequeña que, haciendo muchas cosas
pequeñas en muchos lugares pequeños, pueden
cambiar el mundo” y que se haga realidad el plan
de salvación de Dios.
Acción Católica General
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