78 años de renovación

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78 años de renovación
Por: Felipe Moreno
Durante los últimos años la fuerza que ha motivado a la " transformación " de los
principales conceptos en materia jurídico - electoral ha sido la perfección de nuestro
sistema político electoral. No obstante la adopción de medidas apropiadas, éstas han
dado muestras de nulos resultados y limitados alcances. La prueba palpable es, que en
pleno umbral del siglo XXI, se sigue cuestionando la credibilidad de nuestros procesos
electorales, ante la infructuosa búsqueda de fórmulas que perfeccionen nuestra
democracia política. En consecuencia, " los golpes " al sistema político de México,
derivados del deficiente sistema electoral, siguen siendo el " pan " de todos los días.
En los últimos 78 años nuestro país ha llevado a cabo una constante renovación de sus
mecanismos político - electorales, apoyándose más en la cultura, la experiencia y la
manifestación de las fuerzas políticas del país. Es decir, en la mayoría de los casos se ha
partido del principio de " Peter ", - ensayo error - , donde los errores han sido
fundamentales en la conformación de nuestro sistema electoral.
A diferencia de lo que pudieran pensar o decir los partidos de oposición, sobre todo de
izquierda, los sistemas electorales de cualquier país no pueden ser una copia o adopción
de modelos ajenos. En el nuestro, después de agudos conflictos sociales, aún en los
mismos momentos de cambios de poderes - debido a la ausencia de instituciones
electorales confiables y partidos efectivos -, se ha logrado establecer un sistema
electoral que, además de impulsar la representación popular, también ha perseguido la
constante y progresiva pulcritud del sufragio universal y, sobre todo, garantizar la
vigencia de las prerrogativas de los partidos políticos, así como una constante atención
al incremento de los electores inscritos en un padrón electoral que, hoy por hoy, deberá
ser más confiable pues se encuentra sustentado con una nueva credencial con fotografía.
En nuestro sistema, todavía republicano, la legitimidad de las instituciones y los mandos
públicos están apoyados por la soberanía popular, donde la organización y ejecución de
los procesos electorales constituyen indicadores básicos para determinar el grado de
influencia real de la ciudadanía en la configuración de un gobierno. Un breve examen
de nuestra legislación electoral puede mostrar el nivel democrático alcanzado por
nuestras instituciones políticas, respecto de sus constantes mutaciones sociales.
Cambios y adiciones
Desde la promulgación de la Constitución de 1917, nuestra Carta Magna se ha
permeado de los cambios del momento, ha sufrido adiciones y modificaciones
electorales que han ampliado el marco democrático y político de participación
ciudadana en sus procesos electorales y en los cargos de elección popular
En pleno 1917, Don Venustiano Carranza impulsa una Ley
Electoral para la elección directa del Presidente de la
República, mediante el sistema de mayoría absoluta y, un
año más tarde, promueve la Ley para la Elección de Poderes
Federales, reinstalando el voto secreto y el sistema de
mayoría relativa.
En años subsecuentes, el sistema electoral
continúa sufriendo modificaciones. Adolfo de la
Huerta define, en 1920, los procedimientos para las
elecciones federales en turno, y Álvaro Obregón
precisa, en 1921, los casos de nulidad en
elecciones de diputados y senadores.
Diez años se mantendrían inmutables estos principios, hasta
que el General Pascual Ortiz Rubio reforma, en 1931, los
procedimientos para delimitar los distritos electorales.
A partir de las reformas de Obregón y Ortiz Rubio, las modificaciones
electorales serían menos esporádicas. Manuel Ávila Camacho, " el
último " de los presidentes militares, impulsaría cambios fundamentales
que irían más allá de una simple delimitación distrital, propuesta 1942.
En 1943 y 1946, respectivamente, precisaría funciones del
padrón electoral, ampliaría la base demográfica para la
erección de distritos electorales y fortalecería el concepto de
partidos nacionales y su obligación de registro. En este
mismo período constitucional se crea la Comisión Federal de
Vigilancia Electoral, quizá motivada por los sucesos
provocados en la contienda contra Almazán.
Con Miguel Alemán, nuevamente se dan cambios, - la ley de
1949, en la que se fortalecen las facultades del Consejo del
Padrón Electoral creado en 1946 -, surgiendo así el carácter
de Ley Federal. Al mismo tiempo se instaura la Comisión
Federal Electoral y el Registro Nacional de Electores.
La legislación electoral continúa transformándose. Una de
sus reformas más importantes, que incluso ha sido motivo de
referencia en los últimos años, ocurre en 1954, cuando
Adolfo Ruiz Cortines decide instaurar el voto universal
mediante la incorporación de los derechos ciudadanos de la
mujer. A partir de dicho sexenio, las modificaciones a la
legislación electoral serían más dinámicas y menos
esporádicas. Adolfo López Mateos introduce un sistema
electoral mixto, mediante diputados federales de partido y
prerrogativas a los partidos políticos. También instaura la
credencial permanente de elector.
El sistema electoral seguiría transformándose con Gustavo
Díaz Ordaz, quien luego del 2 de octubre de 1968, decide
incorporar a los jóvenes de 18 años a los derechos
ciudadanos. Tres años más tarde, en pleno echeverrismo, se
reduce la edad para candidatos a cargos de elección
popular, de lo cual puede dar cuenta el reivindicado
sonorense Carlos Armando Biebrich y otros más que, como
Pedro Joaquín Coldwell, Silvia Hernández, Beatriz Paredes,
entre otros, llegaron a las Cámaras Federales a muy
temprana edad.
El gran parteaguas electoral lo marcaría el paso de José
López Portillo por la presidencia de la República, quien
apoyándose en Jesús Reyes Heroles impulsaría una de las
reformas más ambiciosas en materia jurídico - electoral. Con
el veracruzano en gobernación, se amplía el registro a
nuevos partidos políticos, se instaura el sistema de
representación proporcional en la Cámara de Diputados, las
legislaturas locales y en los municipios más poblados. A
estas reformas propuestas en 1977 se sumarían otras en
1982. Casi a la salida de José López Portillo, se extendería
el principio de representación proporcional a todos los
ayuntamientos del país.
Imperfecciones.
No obstante este cúmulo de modificaciones, nuestro sistema
electoral seguía padeciendo por sus defectos y errores.
Apoyado en los principios que postula el artículo 3º
Constitucional, " donde la democracia es un sistema de vida
fundado en el constante mejoramiento económico, social y
cultural ", Miguel de la Madrid envía a la Cámara de
Diputados, el 3 de noviembre de 1986, un paquete de
reformas que pretenden trascender los meros aspectos
jurídicos y político - partidistas de un calendario electoral. Por
primera vez se envía a los legisladores un proyecto que no
es, de meros propósitos electoreros. En este sentido se
discutieron las propuestas de reforma electoral
delamadridista, cuyo propósito era impulsar la renovación
que la realidad política, económica y social reclamada.
El proyecto incluía la participación popular en las urnas y responsabilizar
conjuntamente a la sociedad, a los partidos políticos y al gobierno en la
legalidad y la limpieza de los comicios. Así también apuntalar nuevas
formas en el quehacer político que permitieran una mayor atención
ciudadana hacia los diversos aspectos de la convivencia social.
Según la propuesta de Miguel de la Madrid, se debía " consolidar un nuevo
estilo de relación entre gobernantes y gobernados basado en la
comunicación y la consulta permanente; nuevas actitudes de los partidos
políticos, de las asociaciones civiles, sindicatos, organizaciones
campesinas y populares; para representar mejor los intereses sociales,
articular sus demandas y orientar eficazmente su acción constructiva ".
El proyecto de Miguel de la Madrid suprime la Ley Federal de
Organizaciones Políticas y Procesos Electorales del lópezportillismo,
proponiendo un nuevo texto jurídico que incluyó varias innovaciones. Entre
éstas destacan: A).La derogación del procedimiento para la obtención de
registro para los partidos políticos condicionada a la votación;
B).Modificación de la integración y funcionamiento de los organismos
electorales: C). Cambio de la fecha de la jornada electoral del domingo al
miércoles, declarado día no laborable D).Modificación de los
procedimientos de cómputo, acortando considerablemente los periodos
entre el día de la elección y el de la publicación de los resultados: E). Uso
de una sola boleta para diputados de mayoría y de representación
proporcional: F). Ampliación de las garantías de los partidos políticos y
candidatos durante todas las etapas del proceso electoral: G). Ampliación
de las prerrogativas de los partidos y el establecimiento de un sistema de
financiamiento público para sus actividades: H). Creación de un tribunal de
lo contencioso electoral, dotado de autonomía e imparcialidad para
conocer y reparar toda irregularidad en las elecciones: I). Incremento del
número diputados uninominales a doscientos, así como el acceso del
partido mayoritario al reparto de estas posiciones, siempre y cuando no
llegara a superar las 350 curules de un total de 500, cifra que por cierto
nunca se alcanzó debido a la debacle priísta de 1988: J). Renovación por
mitad de la Cámara de Senadores cada tres años, medida que había sido
derogada durante los años del cardenismo y las modificaciones a los
artículos 65, 66 y 69 constitucionales, que instituyen dos periodos de
sesiones del Congreso de la Unión y la reducción a un sólo mes entre el
último informe de gobierno y la toma de posesión de un presidente electo,
este último a partir de 1994.
Las reforma delamadridistas pronto demostraron ser el fracaso más
grande en materia jurídico electoral. Debido a ellas el PRI estuvo a punto
de perder la Presidencia de la República en 1988. El principal motivo no
fueron los resultados electorales, el problema fue que los entonces
integrantes de la Comisión de Gobernación y Puntos Constitucionales en
San Lázaro en la LIII legislatura, no previeron una sobre representación en
la Cámara de Diputados por parte de los partidos de oposición, con el
correspondiente riesgo de no ver instalada la LIV legislatura y por lo
mismo, la no calificación del dictamen presidencial para el sexenio 88-94.
El nuevo estilo de relación entre gobernantes y gobernados, planteado en
la reforma de Miguel de la Madrid, fracasó y tuvo que ser modificado en la
siguiente legislatura, con los riesgos y componendas políticas entre el PRI
y Acción Nacional, que hoy todo mundo conoce como “la era de las
grandes concertacesiones”.
Nuevo Cofipe.
En el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, el 12 de julio de 1990, el "
matrimonio " PRI - PAN, que había dado la reforma electoral de 1989,
concretaba sus acciones en un nuevo Código Federal de Instituciones
Políticas y Procesos Electorales, - Cofipe - y establecía: a) el fin al
corporativismo; b).Mayoría hasta 301 diputados en el caso que un partido
acumule el 60 por ciento de la votación nacional; c). Sustitución de la
Comisión Federal Electoral por un Consejo General del Instituto Federal
Electoral, que seguiría siendo presidido por el titular de la secretaría de
Gobernación; d). Elección de Consejeros y Magistrados por la Cámara de
Diputados y Senadores, nombramientos que podrán ser impugnables; e).resultado inmediato de los comicios con apoyo de sistemas electrónicos; f).
En los seis años anteriores a su nombramiento los consejeros no deben
haber ocupado ningún cargo de elección popular; g).- Los muertos no
deberán volver a votar, el padrón electoral deberá ser sustituido por un
registro nacional ciudadano; h). Los partidos políticos podrán vigilar los
procesos mediante una terminal de computadora instalada en sus sedes;
i).- Se garantizará el respeto a los representantes de los partidos en las
casillas y, como se expusiera en el “punto de acuerdo PRI - PAN ", el
diálogo, la concertación, la integración de estos órganos por ciudadanos
con solvencia moral, la inclusión de las sanciones penales por fraudes
electorales y la credencial de elector con fotografía, entre otras
modalidades.
Así, en menos de tres años a las modificaciones anteriores se sumarían
otras
En este contexto de cambio vertiginosos se hablaría en mayo de 1993 de:
financiamiento a partidos, montos económicos para campañas de
proselitismo político, organismos electorales, tiempos y espacios en
medios de comunicación y reforma política para el Distrito Federal.
Hoy, los tiempos políticos reclaman otra serie de reformas, más profundas
y que garanticen la legalidad de los comicios. Por lo mismo, se hablara
siempre de eliminar el voto de los partidos en el IFE; dar una mayor
participación a los consejeros ciudadanos; modificar el artículo 41
Constitucional; que las decisiones del IFE recaigan en seis votos de los
consejeros ciudadanos, cuatro del poder legislativo y uno del poder
ejecutivo, - que sería el del presidente del Consejo General del IFE - , los
cuales sumarían un total de 11 votos. El equilibrio de dichas instancias
electorales quedarían de la siguiente manera: por las Cámaras se
destinaría a dos legisladores que representarían a los partidos de la
mayoría y la primera minoría. En el caso de los nueve partidos con registro
definitivoy condicionado participarían en el IFE con voz, pero sin voto; y, en
el caso del presidente del IFE, quien anteriormente tenía un voto de
calidad, desaparece esa calidad para quedar como un voto " normal ".
La reforma electoral del 94, aprobada en una apretada agenda, contiene
otros aspectos relevantes: desaparece la figura del consejero magistrado,
que debía ser abogado de profesión, y se impone la de consejero
ciudadano apartidista, de reconocida honorabilidad.
Asimismo, los consejeros ciudadanos deberán contar con el voto de las
dos terceras partes de las cámaras. También se habla de reformas al
Cofipe en materia de órganos electorales; auditoría al padrón electoral;
prevención de delitos electorales el mismo día de la elección y utilización
de boletas foliadas en los comicios.
El objetivo planteado es muy claro, no se trata de llevar a cabo en estos
momentos grandes cambios en materia electoral; lo fundamental es
garantizar una elección limpia y fuera de dudas donde, por ejemplo, las
tesis camachistas del 11 de marzo de 1993 de: " si después de mi labor en
Chiapas mis servicios son necesarios para la transición democrática ", bien
podrían ser aplicadas en la presidencia federal del IFE. A donde finalmente
llegó un personaje “apartidista”, que anteriormente estuvo identificado con
las principales corrientes de la izquierda mexicana.
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