Biblioteca Pública Municipal

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Biblioteca Pública Municipal
Herrán - Norte de Santander
Los libros, embalados en 42 cajas provenientes de Bogotá, llegaron cuando se avecinaban las
festividades de San Roque. En Herrán, municipio enclavado en las montañas del suroriente de
Norte de Santander a 1.922 metros de altitud, los esperaban con esa ansiedad con la que se
aguardan los regalos de Navidad: para diciembre. No llegaron y, como el Coronel de García
Márquez, se armaron de paciencia y esperaron hasta julio.
Guillermo Gómez es conocido por todos con el apodo de “Paciencia”. Se trata según Clelia
Omaira Delgado, la encargada de la biblioteca, “de un señor que con escaso segundo de
primaria es un ejemplo de gusto por la lectura para la comunidad”. Cotero de profesión, con las
manos dedicadas al difícil oficio de cargar cajas de tubérculos en los camiones que van para
San Cristóbal, Venezuela, cualquier día de hace diez años llego en busca de un libro que le
hablara de Simón Bolívar ¿Por qué Bolívar? Quizá porque además de estar cerca de su natal
Venezuela también en sus bolsillos se han mezclado desde siempre bolívares de la frontera
con pesos.
El libro fue elegido por el cotero y armado de estoicismo se dedicó a leerlo, todos los jueves a
la misma hora, intrigado por esas inmemorables campañas a caballo. “A ‘Paciencia’ le
inquietaba si podía él llevarse el libro a su casa, creía que no se le podría prestar y tendría que
estar leyendo todos los días en la biblioteca, el gesto de confianza que se le brindó desde allí lo
engancho y siguió yendo por más libros tan pronto hubo terminado el primero. Claro que volvió
tres meses después, pero con la firme intención de seguir leyendo y así lo ha hecho desde ese
jueves en la tarde, hace más de diez años; en ocasiones se nos pierde y no sabemos de él
hasta cuando regresa para contarnos que se estuvo leyendo un libro que algún amigo le trajo
desde Cúcuta para que le echara una leidita”, dice Clelia Omaira.
“Al fin llegaron los libros” dijo alguien cuando vio el camión de mercancías parqueado a las
puertas de la casa de la cultura. Clelia Omaira Pabón, encargada desde hace cuatro años de la
biblioteca respiró; la promesa de acariciar libros nuevos como premio a la gestión de la
biblioteca se hacía realidad. La paciencia había dado sus frutos. Es una mujer para la cual ser
bibliotecaria significa más: “más que un administrador de la biblioteca semeja un vendedor de
ilusiones”.
“Para los jóvenes somos como cómplices, que en sus momentos de nostalgia o de alegrías
requieren que se les recomiende la compañía de un libro muy especial y adecuado para ellos y
su estado de animo; para aquellos que inquietos y curiosos buscan descubrir de dónde vienen
las mariposas amarillas, por ejemplo. Somos como el puente que se tiende entre su ‘falta de
conocimiento’ y el sitio donde se pueden hallar el remedio a sus necesidades.: los libros”.
Ahí estaban, en efecto habían llegado. La noticia se propagó desde temprano y Clelia Omaira,
como dando gracias a San Roque , los desembaló y armó una exposición para que todos
pudieran contemplarlos.
En la frontera
Herrán, fundado en 1862, es un pueblo de frontera. Sus habitantes tienen la fortaleza del habla
norsantandereana, pero viven entre dos países y dejan constancia en su habla de la cadencia
que tiene la de los venezolanos. Cerca se alza el Páramo de Tará y su vecina es la población
de Chinácota. Encumbrado en la cordillera Oriental, es un municipio frío que ha aprendido a
leer también en territorios de frontera. “A través de programas radiales con nuestra emisora
comunitaria no sólo se ha llegado a la gran mayoría de los hogares herrranenses, se ha
traspasado la frontera. Las personas que residen al otro lado del río Táchira además de saber
de la existencia de la biblioteca – en ocasiones son más constantes – solicitan los servicios que
aquí se ofrecen. Hemos extendido entonces nuestro radio de acción”. Los libros viajan de una
orilla a la otra.
De igual forma este programa generó otra actividad, la charla persona a persona, que se hace
de manera informal y que sin duda alguna ha vinculado a la biblioteca a otros segmentos de la
población diferente a los estudiantes. Amas de casa, agricultores, jóvenes sin empleo, madres
de los hogares comunitarios, comerciantes han volcado su atención a la biblioteca convirtiendo
este sitio en una opción donde puede hallarse la solución a alguna necesidad y donde más
alternativas se encuentran para el buen uso del tiempo libre y el desarrollo de aptitudes y
vocaciones.
Fundada hace 19 años, esta biblioteca se ha nutrido por la vocación de gentes como don
Álvaro, un comerciante dueño del establecimiento “La Petaca” contiguo a la casa de la cultura y
la biblioteca. Ex alcalde y autodidacta aficionado a la lectura, durante quince años se hizo
cargo de la biblioteca y es, para muchos de los habitantes de Herrán, quien “más libros ha
leido; puede decirse que es toda una autoridad para recomendar libros a sus vecinos y
amigos”. En el período en que fue alcalde (1990 – 1992) se preocupó por la compra de libros
para la biblioteca, el primero. Fue uno de los impulsores de la creación y construcción de la
casa de la cultura, donde ahora tiene su asiento la biblioteca, y ha contribuido enormemente al
desarrollo de la Emisora Comunitaria, que también tiene albergue en la misma.
Don Álvaro tiene un programa radial llamado ‘Agenda Radial’ en el que también recomienda
sus títulos preferidos. Este programa es hecho con base en la lectura de muchos de los libros
de la biblioteca pública.
Tan pronto llegaron los libros del premio estuvo mirando títulos y temas de su interés. Los
jóvenes que imitaron su ejemplo decían: “Este para don Álvaro o este otro también”. Alguien les
dijo “Y para ustedes, ¿qué encontraron?”
Lo que encontraron
Los 38 metros que tiene la biblioteca comenzaron a ser invadidos inmediatamente. María
Elizabeth, mejor conocida como Maria Elisa o Elisa simplemente, una adolescente estudiante
de noveno grado del Colegio General de la localidad, y Liliana, una joven adulta que en su
época de lectura rompe récords, tiene un libro-o varios-qu les han quitado el sueño : los de
Harry Potter.
A Liliana los libros de Harry Potter le suscitaron interés cuando estaba a la espera del primer
volumen de El Señor de los Anillos. Como no llegaba, decidió ojear y hojear el primer libro de
Harry Potter. Leyó las primeras veinte páginas y decidió llevarlo en préstamo. “Dos días
después volvió a la biblioteca para decirme que venía por el segundo volumen, expresó que le
había parecido tan interesante que lo leyó de un jalón, me dijo: ’estuve hasta las tres de la
mañana leyendo y valió la pena la trasnochada”. Por espacio de mes y medio estuvo pendiente
de terminar lo antes posible las labores en su trabajo, para ir a leer los restantes volúmenes de
Harry Potter. Terminado el último de ellos, se acercó a entregarlo y a preguntar cuándo saldría
el quinto libro de la serie, pues estaba segura de que tenía que haber un quinto libro: la historia
no podía concluir ahí.
A María Elisa le ocurrió algo similar: llegó en busca de hacer algo en la biblioteca, tomó el
primer volumen del libro y como estaba en vacaciones se dedicó a leerlo todas las tardes. En
punto de las dos llegaba y se iba hacía las nueve de la noche, cuando era hora de cerrar. No lo
aturdían los molestos ruidos de los jóvenes y niños aprendices de música de la prebanda
municipal. Parecía que todo giraba alrededor de Harry Potter. En un lapso de más o menos
dos meses leyó todas las aventuras del aprendiz de mago y quedó también con la seguridad de
que saldría un quinto tomo.
“Aquí el retraso en la llegada de los libros-los esperábamos en diciembre del año pasadohabía generado tal vez más expectativa. No eran los muchachos solamente los que
preguntaban, ni algunos profesores; eran todas aquellas personas interesadas en temas
específicos, algunos comerciantes o agricultores, o madres y padres de familias, estuvieron
muy pendientes. Temas como el cultivo de frutales, labores y manualidades, jardinería han sido
de los más solicitados. Y no han faltado, por supuesto, los jóvenes con inclinaciones en áreas
como la música, hurgando entre los libros algunos que sean de instrumentos musicales, sobre
todo de cuerda”, aclara Clelia Omaira.
Una gran parte de la comunidad sabe que los libros ya llegaron. Fue noticia en el periódico
estudiantil “El Colpersano” de la institución educativa de la localidad. No obstante, “debemos
difundir aún más la noticia, pues hay dos comunidades a las que la señal de la radio aún no
llega y a las que debemos, por otros medios, hacer llegar la noticia”, concluye.
EL comentario desconsolado de Marien Juliana, una niña de seis años que cursa primero de
primaria en la institución educativa del área urbana, la verse rodeada de las cuarenta y dos
cajas que contenían los libros, fue: “Ahora si está feo, porque con tantos libros que llegaron y
yo todavía no sé leer bien”. Lo bueno es que ella tiene el interés por leer y toda una vida por
delante para hacerlo. Ya se fascinó con el cuento Sapo tiene miedo de Max Velthjuis. Desde
entonces tiene un motivo más para visitar la biblioteca.
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