Género y participación política: ¿Una combinación estratégica para el Peronismo?1 Por Macarena Brechner Vega [email protected] "Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa y juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste atada e impotente a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país" Eva Duarte de Perón-12 de marzo de 1947 Introducción Desde la década del ´50, la cuestión de la participación política de las mujeres en la toma de decisiones políticas y en la democratización de las relaciones sociales, comenzó a ser el centro de atención a la hora de hablar de igualdad de oportunidades, de derechos, y de responsabilidades. Debemos notar que en estos últimos años proliferaron una serie de publicaciones que tratan sobre la cuestión de género y de participación política de la mujer en Latino América (y especialmente en nuestro país). Los mismos ofrecen la posibilidad de enriquecer aún más el análisis, gracias a la cantidad de estudios de caso y comparados, que proveen a la Ciencia Política de teorías de alcance medio, y de una copiosa base de datos. Basándonos en la literatura especializada en el tema, el objetivo de este trabajo es demostrar que las políticas públicas o leyes, implementadas en el país en 1947 y 1991, orientadas a enfrentar o resolver el problema de la escasa participación de la mujer (como ciudadana y representante en los órganos de conducción del gobierno) representan verdaderos cortes a la contradicción del principio de igualdad y no discriminación entre sexos, que se daba en el pasado. Sin embargo, demostraremos que estos cortes solo se dan en el plano normativo2, ya que en la empiria, continúan existiendo prácticas culturales sexistas y discriminatorias. Como sabemos, la persistencia de las mismas en los planos decisorios y en los canales de acceso al poder de los Estados latinoamericanos, son evidencias de democracias deficitarias y de “baja intensidad”. Por ende, la ley 13.010 (1947), que consagra los derechos cívicos y políticos a las mujeres de nuestro país, como la ley de cuotas, 24.012 (1991) configuran en 1 Agradezco los comentarios, aportes y correcciones que Carla Carrizo hizo a un primer borrador de este trabajo. 2 Los avances en la legislación se dan solamente en el plano legal, sin obtener correlato alguno en la realidad. 1 palabras de Nélida Archenti y María Inés Tula (2008: Pág. 8): “oportunidades institucionalizadas para la construcción de un sistema de representación equitativo en términos de género, y aunque estas no constituyen su garantía legal, son su condición de posibilidad”. Dan fin, de esta forma, a la exclusión cívica y a cualquier intento por atentar contra el principio de representatividad y legitimidad de nuestra democracia. Queda expuesto entonces, que es en la reforma a la Constitución Nacional del año 1949, donde queda formalizada la igualdad de la mujer y el varón en tanto poseedores de derechos políticos3, como así también en la reforma del año 1994, más específicamente en el articulo 37, Capítulo II, "Nuevos Derechos y Garantías". Aquí se señala en el último párrafo que "La igualdad real de oportunidades entre varones y mujeres para el acceso a cargos electivos y partidarios se garantizará por acciones positivas en la regulación de los partidos políticos y en el régimen electoral.” Paralelamente, en el articulo 75, más precisamente en el inciso 23, se establecen protecciones especiales o medidas y acciones positivas que conducen a la igualdad de trato y de oportunidades; tutelando de este modo los derechos de determinados ciudadanos que se encuentran en situaciones particulares, garantizando la igualdad. En tal sentido, la Constitución plantea “Legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por ésta Constitución y por los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas discapacitadas”. Sin embargo, no debemos olvidar, que ante reformas de tal magnitud (sumándole los contextos en las que se realizan: la primera en el período de pos segunda guerra mundial y de ejecución del Primer Plan Quinquenal -1947-1951-, y la segunda en un período de crisis económica, reformas de mercado y crisis de credibilidad de los sistemas de representación y de los canales de mediación), las mujeres buscarán hacerse de un lugar donde puedan utilizar su voz, superando “ el período de las tutorías civiles”(Britos, 2002)4 Buscaremos dar cuenta, y éste será el objetivo específico de nuestro trabajo de investigación, de cómo los líderes del Partido Justicialista ven en el vuelco masivo de mujeres al padrón electoral como así también en la creación de una rama particular dentro del movimiento, y en la afiliación partidaria o en puestos de conducción, estrategias, o bien modos de contribuir a la supervivencia de la organización. Para ello, tomaremos como ejemplo, tanto la norma 24.012, ley de cuotas; como la norma 13.010, que reconoció el derecho a votar y a ser representadas en el congreso nacional de 4.225.467 mujeres. Intentaremos demostrar entonces, que la incorporación de alrededor del 48 % de la población (el 90% del padrón femenino concurrió a votar), 3 El artículo 1 de la Ley de Voto Femenino Nº 13.010/47 dispuso que las mujeres argentinas tienen los mismos derechos políticos y las mismas obligaciones que las leyes les acuerdan o imponen a los varones argentinos. Declaraba que “las mujeres argentinas tendrán los mismos derechos políticos y estarán sujetas a las mismas obligaciones que les acuerdan o imponen las leyes a los varones argentinos”. 4 Discurso radial de Eva Perón. 2 funcionó como un cálculo electoralista por parte del Justicialismo, ya que dicha participación fue determinante a la hora de que el peronismo obtenga mayorías en los comicios nacionales del 11 de Noviembre de 1951. Asimismo, el hecho de generar y consolidar un nuevo grupo de adhesión al liderazgo presidencial, contribuyó a aumentar los márgenes de maniobra del ejecutivo. Por lo tanto, buscaremos dar respuesta a una serie de interrogantes que guían esta investigación: ¿cuales son las estrategias que utiliza el partido para incluir a la mujer al ámbito decisional?, ¿porqué las reformas que permiten la inclusión política de la mujer ocurren durante los gobiernos peronistas, y no en otros de distinto signo político y cuales son los factores políticos que inciden en la decisión política de los presidentes peronistas para integrarlas efectivamente?, ¿cómo ante un cambio en el ambiente, la incorporación del genero femenino a la arena política contribuye a la adaptación y reconversión del Partido Justicialista? De este modo, queda expuesta nuestra hipótesis de trabajo: la decisión de los presidentes justicialistas de implementar políticas que tiendan a garantizar la participación efectiva de la mujer en la política se vincula menos a una cuestión programática o simbólica con el ideario peronista y más a una estrategia presidencial que cumple algunos objetivos más bien pragmáticos, como pueden ser la ampliación al interior de un partido sub-institucionalizado del margen de maniobra del Poder Ejecutivo, a través de la incorporación de nuevos grupos de adhesión sin intermediarios o la ampliación de la fuerza electoral del partido en un ambiente competitivo,-y poco propicio a la fidelización de adherentes por medio de contenidos programáticos-.5 Una explicación convencional pero que no logra dar una respuesta acabada a nuestra inquietud es que la inclusión de las mujeres a la política ocurre bajo gobiernos peronistas por una cuestión programática o de incentivos simbólicos-ideológicos vinculados a la tradición política y a la liturgia justicialista, (pensemos en la relación: cuestión de género y la figura de Eva Perón, como así también en la tradición erigida en torno a los lemas de igualdad, soberanía política y de justicia social). No obstante ello, esta explicación “popularmente aceptada” se torna insuficiente a la hora de encontrar una salida a nuestras inquietudes propias de la Ciencia Política. De este modo, y con el fin de responder a nuestras inquietudes, debemos primero dar cuenta, de nuestra variable dependiente: por que dichas leyes ocurren -tanto en situaciones de inestabilidad política como en situaciones de estabilidad- durante los gobiernos peronistas. Paralelamente, intentaremos demostrar que existen factores que podrían incidir en la toma de decisión de incluir a las mujeres en la participación política, como ser: la base electoral del PJ, el funcionamiento de los partidos ubicados en la oposición, el nivel de control que tiene el Presidente sobre el partido, el Estado competitivo del sistema de partidos, etcétera Los mismos, formarán parte de nuestra variable independiente. Cabe señalar antes de proseguir con el desarrollo de este trabajo que los arreglos institucionales implementados tanto por Juan Domingo Perón, como por Carlos Menem, con respecto a la efectividad de la participación igualitaria de la mujer en la arena política, (medidas tendientes a aumentar la participación política de las mujeres en los 5 Ambas políticas constituirán una ventaja electoral para el Partido Justicialista. La hipótesis de trabajo fue mejorada gracias a las sugerencias de Carla Carrizo. 3 procesos decisorios de la Nación y del gobierno), produjeron un impacto positivo en el incremento cuantitativo de las mujeres en el acto electoral, en los órganos legislativos, en los cargos de gobierno, como así también contribuyeron a la capacidad adaptativa del partido mayoritario. Contemplemos que hoy en día las mujeres son mayoría poblacional, y por ende mayoría en los padrones electorales. Con el pasar de las décadas, crecieron y progresaron económicamente, constituyéndose en una fuerza más del mercado que compite en igualdad de condiciones; aumentaron la cantidad de mujeres con matrículas profesionales, en escolaridad, en las filas partidarias, en movimientos sociales, y hasta en el Parlamento. De este modo, las mujeres quedan incorporadas a aquellos ámbitos donde tradicionalmente estaban relegadas, a través de determinadas estrategias institucionales (promovidas por líderes carismáticos) que incentivan el acceso de las mismas a los procesos de decisión (Archentti & Tula, 2008). Se erigen entonces, como un sector determinante a la hora de elegir a sus representantes y de tomar medidas. Sin embargo, daremos cuenta también a lo largo de esta investigación, que a pesar de obtener reconocimiento en el Congreso, en los hechos, el incremento cuantitativo de las mujeres no se corresponde con un avance en las posiciones claves dentro de la estructura parlamentaria (Tula, 1997). (No se verifican, entonces posiciones de liderazgo en las comisiones más importantes6). Por lo que la competencia por la distribución de recursos y posiciones no es en condiciones de igualdad. “Ciertas medidas destinada a promover la igualdad ente varones y mujeres no tienen un efecto automático sino que sus consecuencias solo se pueden observar a largo plazo” (Tula, 1997). En tal sentido, debemos sostener que no se trata simplemente de darle a la mujer un lugar formal, ya sea través de la igualdad de derechos políticos o a través de la ley de cupos, sino más bien de darle a este sector una participación efectiva que no se quede en la mera declaración. Nuestro pequeño aporte será entonces, demostrar cual es la realidad política de la mujer Argentina, y a su vez constatar que las medidas supuestamente destinadas a proveer condiciones igualitarias entre los sexos, no tiene un efecto en el corto plazo ya que se necesitaría un cambio en cuanto a los valores presentes en nuestras instituciones, en nuestra sociedad, en nuestras prácticas y en nuestra cultura.7 Es un desafío para la mujer Argentina, (como así también para nuestros representantes), dejar de ser pensada como una mera herramienta de proyección electoral o de estrategia de gobierno: su incorporación es determinante a la hora distribuir el poder político y a la hora de articular el sistema de partidos y las relaciones entre la oposición y el gobierno. Está en cada una de ellas, “efervecer” y “renacer” políticamente. 6 Sus tareas se desarrollan en los cargos de menor jerarquía y poder decisional. Por lo que podríamos afirmar que la ley de cupos, no fue acompañada por transformaciones profundas de carácter cualitativo. 7 “Hasta la actualidad la mujer argentina no está representada proporcionalmente en las Instituciones públicas, llámese partidos políticos, gobierno, ni tampoco en puestos de decisión en la educación superior”. Ver ( Frisch-Soto, 2006,Pág.424) 4 Estado de la cuestión. Los debates dados en la Literatura acerca del la incorporación de la mujer a la arena política y como la misma agregación trae consecuencias inmediatas en la distribución del poder político, han sido amplios y variados. Para esquematizar, y como forma de simplificar mi trabajo, dividiré mi estudio en dos: por un lado, trataré las diferentes etapas de politización de la cuestión de genero: previa a la llegada de Perón al poder, el posterior posicionamiento del Partido Justicialista en torno a dicho eje una vez ganada la primera presidencia, y finalmente la cuestión de genero en la época Menemista. Por el otro lado, intentaré clarificar el debate acerca de los derechos de discriminación positiva en tanto si los mismos se conceden o se conquistan. La primera etapa en la politización de la cuestión de género se inicia en el país, allá por los primeros años del siglo XX8. Es así, que grupos de elite y de clase media y alta, mujeres intelectuales y con acceso a la educación universitaria, de ideas mayoritariamente socialistas o liberales9, comienzan un largo peregrinar en la lucha para la concreción de la igualdad de derechos y oportunidades. El reclamo queda entonces vinculado a partidos como el Socialista que afirma que la “problemática femenina estaba directamente relacionada con la situación de las mujeres como trabajadoras” (Frisch-Soto, 2006, Pág. 422), o a grupos Feministas como el de “Las sufragistas” que adopta una agenda reformista pero no de cambio radical en torno a la cuestión de género. Sin embargo, es en el año 1919, que el diputado radical Rogelio Araya presenta la primera iniciativa en el Congreso sobre la concesión del voto a la mujer.10 Tras una serie de avances en tanto los derechos cívicos de la mujer, en el año 1928 el Diputado Mario Bravo por el partido Socialista, presenta un proyecto de ley acerca del sufragio femenino obligatorio. Tras insistir en el año 1932, el proyecto fue aprobado en la Cámara Baja. No obstante ello, la Cámara Alta dilató su sanción, dando fin al reclamo. Igual suerte corrieron los proyectos presentados en el año 1935 por éste mismo diputado y por Palacios. En 1938 y 1939, se vuelve a intentar la introducción del proyecto, sin obtener resultado satisfactorio alguno. 8 Aunque como la historia lo demuestra, la actuación pública de las mujeres remonta al siglo XIX. Entre estas mujeres encontramos a Elvira Rawson de Dellepiane (primer médica en el país que organizó el primer centro feminista), Cecilia Grierson Julieta Lantieri; (fundadora del Partido Feminista Nacional), Carmela Horne, Ema Costa, Carolina Muzzilli (militante socialista), Victoria Ocampo y Alicia Moreau de Justo, entre otras tantas. 10 En el año 1922 y 1925 se presentaron nuevamente proyectos de ley con ese fin, pero ambos fueron rechazados. 9 5 Queda expuesto entonces, que con el correr de los años fueron presentadas diversas iniciativas legislativas en el Congreso, por parte de múltiples partidos, con el fin de reglamentar el voto femenino. Ninguna de ellas alcanzó su cometido hasta que en 1947, y de la mano de Eva Perón, la mujer logró quedar finalmente reconocida en igualdad de condiciones ante la ley madre, adquiriendo de este modo, un rol protagónico en la escena política nacional y obteniendo los medios necesarios para canalizar la efervescencia política del sector, mediante la creación de un partido paralelo, único en la historia política latinoamericana, que logra institucionalizar a la mujer argentina como sujeto político, en plano de igualdad con el género masculino11. De este modo, se da inicio a la segunda etapa de la concreción del derecho al voto. Con el fin de movilizar al sector femenino y de incorporarlas a la vida pública, el Partido Justicialista asume el monopolio de la lucha por el sufragio femenino. La figura de Perón aparece en escena ya por el año 1944, a través de la conformación de la Comisión Pro Sufragio Femenino dependiente de la Secretaria de Trabajo y Previsión. La figura de Eva Perón, (a la par de la del General) se erige como única líder del movimiento femenino, haciéndose protagonista y conductora de la causa y de la campaña iniciada por el Estado. En el año 1946 - ya Perón en el poder-, el proyecto de ley iniciado por los peronistas recibe media sanción por parte del Senado. Tanto gobierno como oposición (cabe aclarar que partidos como la UCR o los Demócratas Progresistas, habían presentado también su proyecto a favor de voto femenino) estaban de acuerdo en aprobar dicha ley, aunque sectores de la alta burguesía se opusieron a la medida, a pesar de estar de acuerdo con el voto femenino. No obstante ello, estos sectores minoritarios no detuvieron el avance del protagonismo del peronismo en la sanción. Los representantes por la Unión Cívica Radical se opusieron a que la Cámara se constituyese en comisión para que se debata la ley, tras una moción por parte de los peronistas. Los primeros juntos con los conservadores pidieron que se discutiese en un día fijado, desplazando y postergando de este modo el debate. A pesar de que la minoría podía cerrarlo, ya que el peronismo en ese momento no lograba los 2/3 necesarios para imponer su criterio, la misma no lo hizo porque “el tema tenía una gran proyección electoral” (Sebastiani, 2001, Pág. 51). Finalmente, se acuerda fijar la fecha para votar la ley, para el 9 de Septiembre de 1947. Como demuestra la 32 ª reunión- sesión especial de la Cámara de Diputados de la Nación (Britos, 1999), tantos los peronistas como los radicales “Coincidían con la mayoría en las cuestiones referentes a la inscripción electoral y al voto obligatorio, pero insistieron en explicar los aspectos en que estaban en desacuerdo” (Sebastiani, 2001, Pág. 51). En tal sentido, las divergencias no eran profundas, y de hecho ambos partidos se opusieron a los Conservadores a la hora de plantear la no obligatoriedad del voto. Ya desde el año 1946 “se piensa en la creación de estructuras especiales para incorporar a las mujeres. El peronismo le abre la posibilidad de conformar un partido político nuevo” (Frisch-Soto, 2006, Pág.426) que por un lado contribuya a romper el rol tradicional de la mujer y por el otro, que coordine y colabore en la extensión de la obra y la doctrina de Perón. 11 6 Después de varios vaivenes, la ley fue aprobada por unanimidad de los diputados presentes. Los radicales propusieron enmiendas, sin embargo ante el poder mayoritario e inquebrantable del peronismo, terminaron desistiendo sus ansias de reformar determinados artículos, quedando finalmente la ley 13.010 sobre voto femenino, sancionada. 12 De aquí y hasta 1951, se libran numerosos capítulos en torno a modificaciones y enmiendas en los artículos de la ley 13.010, ya que como afirma la Licenciada Adriana María Valobra en “Las mujeres y sus luchas en la Historia Argentina” (Valobra, 2005, Pág. 107): “el sufragio fue objeto de disputa pues en el fondo se trataba de apropiarse de la idea de ciudadanía y refundarla”. Por ende, ante el miedo de pensar el sufragio como un problema que podía llevar a socavar las bases sociales y generar divisiones irresolubles, se privilegió pensarlo como “peronista”, dejando sin objeto de lucha al resto de los partidos y especialmente al feminismo. De este modo, y viéndose el Partido Justicialista con el monopolio de la causa, se busca ampliar la concepción de ciudadanía, explotando las potencialidades de la mujer en la arena política y recuperando junto a ella, las cualidades maternales y hogareñas de la figura femenina. Es así que este “vigorosísimo movimiento democratizador, aseguró los derechos políticos y sociales de vastos sectores hasta entonces al margen, culminando con el establecimiento del voto femenino y la instrumentación de medidas concretas para asegurar a la mujer un lugar en las instituciones”. (Romero, 1994, Pág. 154). Claramente y como la historia lo demuestra, siempre existieron límites al poder femenino en el acceso a los cargos de las diversas instituciones políticas.13 Retomando el pensamiento de D´Angelo y Reynoso (2006) “aun cuando los efectos de las reformas institucionales han tenido un peso decisivo en la elección de mujeres, todavía estamos lejos en materia de garantizar la equidad representativa que es de esperar en un sistema equitativo de representación. (…)Las legislaciones existentes en materia de acciones afirmativas tienen, por el momento, un alcance limitado que no ha permitido eliminar la brecha entre el derecho a elegir y el derecho a ser elegidas de las mujeres, pero que sí ha contribuido a disminuirla”. (Reynoso, Diego y Natalia D’angelo, 2006, Pág. 305). Finalmente, tomaremos como tercera etapa, a la sanción de la ley de cupos (1991) , durante la primera presidencia de Menem. 14 12 Sería insuficiente afirmar que la ley de voto constituye el único modo de ampliación de las bases de sustentación del movimiento peronista. No debemos olvidar que el mismo, erigió nuevas formas de integración y participación de las mujeres, por ejemplo a través de la creación de las Unidades Básicas Femeninas. Ver (Levitsky, 2008) 13 Un fiel ejemplo de ello, es el propio “renunciamiento” de Eva Duarte de Perón a su candidatura en el mes de Agosto de 1951. Paralelamente en la actualidad son pocos y raros los casos de mujeres que han alcanzado posiciones de poder en las instituciones públicas. Aquellas que lo han logrado, se vieron obligadas a adoptar una posición masculina o bien ambivalente. Por ende, siguiendo lo expuesto por LLano (2006, Pág. 14) “no se trata de darles un lugar formal (…) sino más bien de darles a tales sectores participación efectiva”. 7 De esta forma se inicia un nuevo período de cambio en tanto la estructura de oportunidades electorales para las mujeres. Se modifica el panorama existente desde 1947 (siendo esta fecha el puntapié inicial de una serie de conquistas cívicas y sinónimo de la herencia social y política de Eva Perón) lo cual brinda nuevas posibilidades para que el género femenino vuelva a reposicionarse. Dado este contexto, se establecerán las cuotas como una medida compensatoria y redistributiva para el sexo femenino. Según Moreira y Johnson (2003, Pág. 18) “la cuota por sexo se justifica como una medida temporaria y correctiva para hacer efectivo el derecho político de las mujeres a ser elegidas, un derecho que se ha visto coartado en los hechos por la incidencia de relaciones históricas de subordinación y discriminación en las posibilidades reales que tengan de competir en condiciones de igualdad con los hombres”. Sin embargo, la misma, no es sinónimo de un acceso igualitario al ejercicio de los cargos electivos ni de la conducción de los partidos políticos mayoritarios15. Por lo tanto, acompañando la apertura de una nueva etapa en el proceso histórico de incorporación y ampliación de la representación femenina se generan reformas institucionales que la facilitan y escoltan pero, como afirmamos anteriormente, no la efectivizan. Cabe destacar en este caso, la presencia activa de un grupo de mujeres pertenecientes al Partido Justicialista con cargos en el Congreso, (lo cual implicó la articulación de un movimiento que presiona por la sanción de este ley desde adentro) como así también el sostén del Partido Radical, La Red de Feministas Políticas, mujeres pertenecientes a determinados movimientos sociales que luchan por la causa feminista, ONG s, sindicatos, etc. (Maria Rigat-Pflaum: 2008, Pág. 02). El gobierno vio en la sanción de la ley de cuotas, una oportunidad política positiva, viable, y efectiva para ampliar los márgenes de representatividad, legitimidad y los niveles de democracia interna del partido. Es así, que reduciendo el número de actores de veto dentro del ámbito legislativo, se buscó generar menores costos en términos de negociación política, y por ende menores posibilidades de que se trabe la sanción de cualquier ley que buscase modificar el status quo imperante ( por ejemplo aquellas que remitían las reformas económicas). Menem ve aumentado su margen de maniobra ya que consolida un nuevo grupo de adhesión sin intermediario alguno. Paralelamente, como destaca María Inés Tula (2001, Pág. 211). “Después del sufragio femenino, el cambio más importante en la representación política de las Mujeres argentinas se produjo el 6 de noviembre de 1991 cuando el Congreso de la Nación sancionó la ley 24.012 “. 14 Tanto la ley 13.010 como la 24.012, no tuvieron una aplicación inmediata, sino que se aplicaron al tiempo que fueron sancionadas, en los comicios Nacionales de 1951 y en 1993 (renovación parcial de la Cámara de Diputados de la Nación), respectivamente. 15 Las mujeres se enfrentaron con grandes dificultades para generar su propio espacio de poder partidario. Como ser la reacción negativa de los partidos mayoritarios a la introducción de las cuotas en las cartas orgánicas partidarias. Flavia Freidenberg (2006, Pág. 7) afirma –refiriéndose a las cuotas- que en la práctica “muchos de los esfuerzos no se han traducido en una mayor participación de las mujeres en las decisiones partidarias”. 8 De este modo, mediante la ley 24.012 se buscó disminuir la brecha entre ambos géneros, corrigiendo las desigualdades y posibilitando la competencia por recursos, cargos o posiciones en igualdad de condiciones. No obstante, existen determinados condicionamientos para la efectividad de la ley de cuotas, entre ellos: determinados rasgos en la cultura política, en el sistema electoral y en los contenidos de las normas que establecen la acción afirmativa. (Archenti & Tula: 2008, Pág. 14) Este tema será retomado luego, al tratar las diferentes estrategias del PJ. Paralelamente, debemos considerar a la cuotificación no como un acto discriminatorio a favor de las mujeres, y en contra del sexo masculino. Constituye al contrario, uno de los variados mecanismos de acción afirmativa16, cuyas metas son corregir y/o minimizar las desigualdades percibidas como estructurales, a saber: étnicas, ideológicas, sexuales. Sin embargo, en nuestro país (como en otros tantos de América Latina) se favorece muchas veces, por razones culturales, a los hombres antes que a las mujeres a la hora de ordenar las preferencias en las listas partidarias. Es así, que de este modo, la Ley de Cupo Femenino quedaría casi sin impacto y los niveles de representación pasarían a ser muy bajos, a pesar de que su finalidad sea intentar frenar los efectos de las barreras estructurales anteriormente citadas. Siguiendo lo argumentado por diversos autores “en pocos casos los partidos políticos asumen la responsabilidad de cambiar estas prácticas y normas discriminatorias, o de implementar una política activa de reclutamiento y promoción de mujeres entre sus cuadros de más jerarquía, y por lo tanto se lucha por la adopción de medidas de discriminación positiva como una estrategia de último recurso”. (Moreira & Jonson: 2003. Pág. 22). 17 Históricamente, el debate sobre los derechos de discriminación positiva en la Argentina, se remonta a la aplicación de los instrumentos internacionales utilizados desde 1958. No obstante ello, y lo largo de los años, se siguieron gestando disputas en torno a la de la adecuación entre la igualdad formal garantizada por la Constitución Nacional y la igualdad material, o de hecho, propia de la acción afirmativa. Es así, que tras la reforma a la Constitución en el año 1994, se incorpora la acción afirmativa a través del articulo 37 donde queda consignada la igualdad real de oportunidades entre ambos sexos a la hora de acceder a los cargos electivos y partidarios. Por el artículo 75 inciso 22, las mujeres adquieren una protección más amplia, gracias a la adjudicación de jerarquía constitucional de los tratados 16 Entendemos por acción afirmativa “al conjunto coherente de medidas de carácter temporal dirigidas a corregir la situación de los miembros del grupo al que están destinadas en un aspecto o varios de su vida social para alcanzar la igualdad efectiva”. (Consejo Económico y Social, Comisión de Derechos Humanos, 2001). 17 Meléndez (2007, Pág. 62-65) destacará una tendencia: en las organizaciones más antiguas, como ser por ejemplo el PJ, y en comparación con las más jóvenes, la participación femenina se encuentra con mayores niveles de institucionalización. 9 internacionales que tratan del tema18. Finalmente, en el artículo 75, inciso 2319, se unifica el principio de igualdad junto al de no discriminación20, de esta manera las mujeres adquirieron un reconocimiento normativo para un accionar equitativo en la esfera pública. Por lo tanto la introducción de medidas correctivas bajo la forma de políticas de acción afirmativa (como ser la ley de cuotas,-24.012-) busca entonces, enmendar desigualdades, y eliminar o a lo sumo prevenir prácticas discriminatorias. Marco Teórico Antes de proseguir y teniendo en cuenta la tradición de Downs (1973), definiremos que entendemos por partido político. Los concebiremos como agentes maximizadores de votos, escaños o puestos. De este modo, los mismos “desarrollan estrategias, invierten recursos (políticos, económicos, organizativos, etcétera) y eventualmente conforman coaliciones con el fin de lograr la cantidad de votos necesarios para lograr la mayor cantidad de cargos políticos posibles, con los menores costos que sea posible.” (Alles, 2007, Pág. 3) Es por ello que los partidos, intentarán incorporar a los padrones y/o a sus listas partidarias candidatos capaces de representar a diversos sectores sociales como forma de tener mayores posibilidades de ganar una elección, y hasta de obtener mayoría en las cámaras21. En nuestros casos de análisis, mediante la incorporación de mujeres a los ámbitos políticos, se contribuye a que este sector obtenga un mayor nivel de representación, pero también a que muchas de las mujeres votantes apoyen al partido que inicie o motorice la “causa”. Es decir, que las medidas de incorporación femenina, configuran políticas que reportan un beneficio electoral redituable al gobierno. De tal modo, y siguiendo con lo expuesto en el párrafo anterior, las listas deberán estar conformadas, por candidatos eficientes en términos electorales y representativos del sector. No olvidemos que el éxito del partido también radicará en el mayor conocimiento y visibilidad de los candidatos, así como también en la capacidad para atraer nuevos y potenciales votantes. 18 Entre ellos El Pacto de Dan José de Costa Rica, El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su protocolo Facultativo, La Declaración Americana de Derechos del Hombre, La Declaración Universal de Derechos Humanos, y la Convención sobre la eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres. 19 Se ordena al Congreso “legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y los tratados internacionales vigentes sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con discapacidad”. (Dromi, Roberto y Menem, Eduardo ,1994). 20 A su vez mediante el recurso de amparo, ya sea individual o colectivo, (artículo 43 de la CN- sección Nuevos Derechos y Garantías) se puede combatir a través de la vía judicial los actos anticonstitucionales de discriminación. Ejemplo de ello, fue la causa “Merciadri Maria Teresa s/ presentación- Unión Cívica Radical” (Fallo CNE 1.565/93), “Darci Beatriz Sampiero s/ impugnación lista de candidatos a diputado nacional del PJ, distrito Entre Ríos (Fallo nº 1.602/93) entre otras tantas. 21 Ejemplo de ello, es el caso del presidente Perón quien decidía que candidatos serían los adecuados para los cargos electivos a ocupar, generando de este modo un mecanismo de selección de candidatos arbitrario y estratégico. A su vez, en el caso del cupo femenino a ocupar en el Congreso, muchas de las legisladoras son seleccionadas en tanto, sean mujeres obedientes o las mujeres “de” o las hijas “de”. Queda definido entonces, al cupo como un bien ganancial o de familia, lo cual muchas veces evita los lazos de solidaridad y de compromiso con el género. 10 Una vez expuesto nuestro argumento, debemos poner foco en las variables relevantes a fin de evaluar porque ambas leyes de integración efectiva ocurren en gestiones peronistas y porqué el partido busca adaptarse en contextos tanto de estabilidad como de inestabilidad política, electoral y económica. Dichos contextos se erigirán como desafíos planteados por el ambiente o bien como factores que afectan a la toma de decisión. Para ello, debemos ordenar los datos recolectados con el fin de construir determinadas dimensiones o indicadores (tres) que den cuenta del proceso de incorporación de la mujer. Es así, que a continuación trataremos la sanción de las dos leyes anteriormente citadas y la creación de la rama femenina del Partido Justicialista, ya que afirmamos que son determinantes a la hora de constatar un mayor grado de inclusión. De allí que nos proponemos hacer una síntesis de las experiencias en perspectiva comparada, para demostrar que constituyen estrategias presidenciales vinculadas a cuestiones pragmáticas. (Y no simplemente a cuestiones programáticas o de incentivos simbólicoideológicos) Se contemplará entonces, a ambas leyes de ampliación de la participación como estrategias de supervivencia o de adaptabilidad de la organización, existiendo determinados factores en ambiente que repercutirán de manera directa o indirecta en la sanción de dichas políticas (a saber: la base electoral, los partidos de oposición, el nivel del control del partido por parte del presidente, el estado competitivo del sistema de partido). Como hemos sostenido y siguiendo la propuesta de Malamud, desagregamos nuestra variable dependiente en tres dimensiones, según cual sea el propósito de adaptarse; (conseguir votos, cargos o llevar a cabo políticas públicas). Queda expuesto entonces, dos tipos de estrategias: una electoral, que refiere a la primera dimensión y otra gubernamental que se corresponde con la segunda y tercera. (Malamud, 2005). De este modo, consideramos en este trabajo, que el Peronismo toma dos medidas que le permiten llevar a cabo su adaptación22 con la finalidad de sobrevivir y reconvertirse; ya sea a través de una primera estrategia electoral: La incorporación de la mujer como ciudadana (1947) y la creación del Partido Peronista Femenino. Ya sea a través de una segunda instancia de adaptación, una estrategia de gobierno, que implica la incorporación de la mujer en las listas partidarias: ley de cuotas (1991) 23. 22 Esta fuerte adaptabilidad o bajo grado de institucionalización que posee el partido (Burgess y Levitsky, 2003), le permite adecuarse rápidamente a la coyuntura sin sufrir cuestionamiento alguno hacia el interior. (Pensemos que es un partido caracterizado por poseer un alto grado de verticalidad y una fuerte lealtad al líder, lo cual fomenta la toma de decisiones arbitrarias y la prevención de posibles planteos). 23 Siguiendo a Malamud en “A two tier approach to party adaptation (with application to Argentina, 19832003) intentaremos definir a la estrategia electoral como la capacidad de determinado partido, (mediante determinadas medidas y el apoyo de un sector), de ganar cargos políticos,-ya sea la presidencia o cargos legislativos- a través de elecciones libres, plurales y competitivas. La estrategia gubernamental queda definida como aquella capacidad del partido para finalizar su mandato presidencial en el cargo, (y según lo establecido en la Constitución), dada su capacidad de cambiar, adaptarse y de flexibilizarse, respondiendo siempre a los nuevos desafíos que impone el ambiente y sin tener la necesidad de alienar a su electorado tradicional. 11 Por lo tanto, podríamos señalar que a pesar de contemplar períodos de tiempo distantes en tanto la sanción de las leyes y su aplicación (1947-1951 y 1991-1993) ambas políticas podrán ser ordenadas en un continuum de inclusión femenina, ya que constituyen hitos de un proceso de evolución política y de perfeccionamiento en las prácticas democráticas. Sostenemos entonces, teniendo a estos casos como ejemplos, que cuando el Partido Justicialista controla el Poder Ejecutivo Nacional y posee mayoría en las cámaras Legislativas, se sancionan políticas que incorporan a la mujer24. Según este último criterio, podemos señalar que nuestra comparación es diacrónica, ya que se observan distintos momentos de un mismo caso. Siguiendo a Nohlen, la comparación es longitudinal, es decir, en tiempos distintos. Se desarrolla primordialmente dentro de un país y el número de casos es escaso (dos), las variables de contexto son relativamente constantes aunque, naturalmente, también sujetas al cambio. Una ventaja de este modo de comparar, consiste en que se pueden tomar en cuenta aspectos histórico-genéticos; una desventaja representa la situación desigual de los datos que puede mantener limitada la comparación al nivel de los datos agregados. (Nohlen, 1988). Como estrategia metodológica utilizamos, por un lado, el método comparado, considerado como uno de los métodos de control de generalizaciones, al cuál la Ciencia Política recurre con mayor frecuencia. De esta manera: “la razón que nos obliga a comparar es el control (…), comparar implica asimilar y diferenciar en los límites (…), las comparaciones que sensatamente nos interesan se llevan a cabo entre entidades que poseen atributos en parte compartidos (similares) y en parte no compartidos (y declarados no comparables)”. (Sartori, 1997: Pág. 29). Nos encontramos ante la necesidad de aclarar, que la comparación agudiza la capacidad de descripción y puede constituir un estímulo para formular conceptos. En otras palabras: “la comparación permite, siguiendo rigurosamente las reglas lógicas de la argumentación y recurriendo a enunciados descriptivos y no prescriptivos, alcanzar ciertas explicaciones causales acerca de fenómenos históricos-políticos y ponerlos a prueba”. (Castiglioni, 1997) Por otro lado, utilizamos metodología cualitativa, a través del relevamiento de documentos, tales como: estadísticas electorales; diarios (nacionales, provinciales); normativa pertinente, como ser la Constitución Nacional, el Código Nacional Electoral, la ley 13.010, la ley 24.012; y documentos oficiales entre ellos la Ley Orgánica del Partido Justicialista, el Estatuto del Partido Peronista femenino, los diarios de sesiones, y discursos pronunciados por Eva Perón. Para obtener una visión holística, tratamos de capturar las perspectivas de los actores frente a la incorporación de la mujer a la arena política, a través de la realización de entrevistas personales y exploratorias a informantes claves, que hayan 24 La adhesión a la política presidencial en el Congreso es más fácil cuando el partido que gobierna posee una baja institucionalización. De allí que Mustapic afirma que los sistemas que aseguran a los partidos el control de la nominación de los candidatos y el control del orden en la lista tienden también a asegurar al liderazgo del partido el control sobre el comportamiento de los legisladores” Ver en Mustapic Ana María (2000b, Pág. 574) “Oficialistas y Diputados: las relaciones ejecutivo-legislativo en la Argentina”. 12 tenido una participación activa en el proceso. De esta manera, recogemos fielmente las opiniones y los argumentos de los actores participantes, por medio de una serie de preguntas, referidas a los objetivos previstos, los intereses, la forma en que se involucraron, los recursos de los que dispusieron, las relaciones con los funcionarios estatales, y demás organizaciones civiles, entre otras. El Partido Justicialista y la inclusión femenina. Debemos notar, como lo hace Levitsky, que la estrategia de adaptación depende substancialmente del tipo de organización. Es así, que una adaptación exitosa de un partido populista puede ser entendida como “un conjunto de cambios en la estrategia y / o en la estructura, realizada en respuesta a las cambiantes condiciones ambientales que mejoran la capacidad de un partido, para ganar o mantener la base electoral” (Levitsky & Burgess, 2003, Pág. 883).25 El Partido Justicialista, es uno con una amplia base de apoyo electoral (fiel e incondicional), que le permite una rápida conversión en los momentos más álgidos y de crisis. Es decir, que esta distintiva configuración organizacional con una enorme infraestructura de base, (que hunde sus raíces en la clase trabajadora; mayoritariamente perteneciente al estrato bajo con bajos niveles educativos) y altos niveles de subinstitucionalización, le permiten promover de manera más profunda y sin cuestionamiento alguno, -gracias también a la extensa estructura de patronazgo-, metas políticas diversas y hasta opuestas a los valores principales del partido. Queda expuesto entonces, que este partido “popular de masas” combina fuertes lazos societales, altos grados de “flexibilidad estratégica” (Levitsky, 1998b, Pág. 446) gran “fluidez interna” (Levitsky, 2001), y por ende una amplia capacidad adaptativa. En conclusión, la sub-institucionalización de las reglas partidarias, así como también de los procedimientos (altos grados de informalidad), junto con su débil burocratización y su raigambre netamente populista, permite cambios rápidos manteniendo siempre su base de apoyo-, otorgando gobernabilidad y altos grados de legitimidad a las decisiones tomadas. (Levitsky 1998a; Levitsky 1998b, Levitsky, 25 Siguiendo a Levitsky (2003), para que un partido se adapte de manera exitosa, se debe cumplir con tres requerimientos, a saber: 1. Los líderes deben elegir una estrategia apropiada. 2. Los reformistas deben “vender la estrategia” (o bien imponérsela al resto del partido). 3. El partido debe ofrecer la nueva estrategia al electorado, ya que ninguna será exitosa si no gana votos. Paralelamente, los incentivos para adaptarse, según Levitsky y Burgess (2003) serán : 1. Una crisis económica profunda. 2. La ausencia de un partido político de izquierda con posibilidad real de ganar las elecciones. 3. Los altos grados de autonomía del Poder Ejecutivo. 4. Fluidez organizativa al interior del partido de gobierno. 13 1998c).Es así, que “el partido combina fuertes incentivos para adaptarse con una sustancial capacidad para hacerlo”. (Levitsky & Burgess, 2003, Pág. 905). Como hemos expuesto anteriormente, y siguiendo la postura de otros autores, la capacidad adaptativa y las respectivas estrategias, buscan dar respuesta a determinados cambios en el ambiente, ya sean éstos electorales o económicos. Esta capacidad puede ser atribuida tanto a los bajos niveles de institucionalización del partido como a la capacidad de maniobra y autonomía de los líderes. 26 Erigiéndose como uno de masas informal (Levitsky, 2001) y altamente descentralizado, el partido extiende vínculos a lo largo de toda la sociedad, sin la necesidad de que las ramas estén sujetas a la jerarquía central ni a la disciplina de la burocracia partidaria. Gracias a este diseño organizacional se crean espacios que contribuyen a la inclusión de fracciones y sectores antiguamente relegados de toda posibilidad de participación política. (Ejemplo de ello, será la rama femenina.). De allí, la multiplicidad de agrupaciones que en forma inorgánica siempre giraron en torno al Peronismo (Mustapic, 2000a). Por ende, estas subunidades son autónomas27, y permiten constituir un entramado laxo y heterogéneo. Esto último le otorga al peronismo su carácter de movimiento28. Asimismo, la clave de supervivencia de un partido de estas características se encuentra también en la capacidad de autonomizar la organización del líder, lo que es lo mismo, que dotar a la organización de un orden sucesorio propio. (Mustapic, 2000a). No obstante de que muchos teóricos afirmen que la capacidad de supervivencia de un partido este relacionada al alto grado de institucionalización de sus reglas y practicas, así como también a la capacidad efectiva de metamorfosearse según el contexto que le toque atravesar, el partido peronista es un caso paradigmático, ya que a pesar de poseer bajos niveles de institucionalización, su flexibilidad como su informalidad se convierten en atributos funcionales a la hora de adaptarse y de sobrevivir a los contextos cambiantes . Siguiendo lo expuesto por Melendez (2007), acerca de que los partidos previos a las tercer ola democratizadora (“los partidos antiguos”29) son los que mayor 26 Por ejemplo, el giro programático neoliberal del presidente Carlos Saúl Menem, en la década del ´90, ante los cambios rápidos, económicos y sociales, del ambiente. A pesar del abandono del proyecto socioeconómico tradicional del PJ y de la manipulación constante de las reglas, la mayoría de los líderes partidarios como así también los activistas, quedaron ligados al partido. (Levitsky, 1998). Por ende, podríamos afirmar, que el partido no enfrentó un desafío electoralpartidario serio ni decisivo, ya que conservó sus bases de apoyo. 27 Son las subunidades autoorganizadas quienes controlan el poder, los recursos, la información, las carreras y la asignación de cargos políticos de menor rango. Las mismas poseen vínculos débiles, no burocráticos, informales y altamente descentralizados, ya que no son creadas ni financiadas por el partido. Ejemplo de ello, son las unidades básicas femeninas que se encontraban instaladas en todos los barrios. Las mismas no recibían dinero para el mantenimiento cubriendo los gastos con sus propios ingresos. 28 Pensemos que la idea de “movimiento” denota un cambio de posición experimentado por un cuerpo con respecto al mismo, o con arreglo a otro. Describiendo de este modo una trayectoria. 29 El Partido Justicialista se caracteriza por ser uno de ellos ya que posee un alto grado de institucionalización en tanto sus niveles de inclusión de la mujer. 14 institucionalizan la participación femenina, creemos pertinente analizar primero, el proceso mismo de integración de la mujer argentina al mercado de trabajo pago y las reacciones que trajo aparejado a nivel político e ideológico. Constituyéndose como parte del incipiente proletariado nacional, la mujer argentina se vio obligada a modificar y a romper con las viejas estructuras y ataduras tradicionales, que la sometían. Ante este mayor nivel de autonomía se independiza del rol antiguamente asignado, sirviéndose del movimiento peronista como marco para una incipiente movilización política. La mujer argentina pasa de ser un grupo marginado, reducido al estado legal de minoría de edad y explotado dentro de la clase trabajadora, a parte activa y determinante a la hora de que el partido de gobierno gane las elecciones del año 1951, (constituyéndose como partido mayoritario en la cámara legislativa). De esta manera, la mujer logró erigirse como un actor relevante de la realidad nacional, gracias a la combinación de su costado social y de gestión práctica, con su creciente protagonismo en la esfera pública. A partir el año 1947, y a pesar de duras objeciones sobre la concesión de los derechos electorales a la mujer y su participación en la arena política (objeciones referidas a los graves daños que podría traer aparejada en la organización familiar) la obtención del derecho al sufragio, permite a las mujeres convertirse en ciudadanas, viéndose modificado su status en lo respectivo a los asuntos públicos. El voto femenino por primera vez les garantiza la posibilidad de ser electoras, ocupar cargos electivos y también afiliarse a los partidos políticos. Sin embargo, a pesar de este espíritu eminentemente progresista en materia institucional, algunos autores afirman que “no resultaron en el ejercicio igual el derecho a ser representantes; tampoco se tradujeron en la distribución equitativa de cargos públicos de responsabilidad ni de puestos de decisión en los partidos políticos” (Archentti & Tula, 2008). De este modo, como podemos observar, a pesar de existir un avance cualitativo, en tanto el número de mujeres incorporadas a los padrones electorales y uno en tanto el reconocimiento de las mismas como sujetos políticos con derechos y obligaciones, en la esfera de la praxis, persistieron ciertas dimensiones donde todavía se las excluía, como ser en el acceso a las posiciones de mando. No obstante el progreso en la vida política, la ley no garantizaba en los hechos, la igualdad de los sexos en el campo político. “La participación del hombre sigue siendo excluyente en la toma de decisiones de todo el espectro político y económico” (Allegrone, 2002, Pág. 47). Al continuarse con una “distribución no igualitaria del poder político en términos de género” (Archentti & Tula, 2008) se ve manifiesta la necesidad de implementar reformas que den fin a la inequidad de género. El único modo que permitió ampliar en el corto plazo la participación, fue mediante la incorporación de medidas en la legislaciones nacionales y luego provinciales, (en el año 1991), a través de la sanción de la ley de Cuotas. La misma obligaba a tener un mínimo de mujeres en la boleta partidaria que se presenta a 15 determinada elección, para contribuir a aumentar el peso cuantitativo de las mujeres en cámara. Este hecho fue determinante para terminar de consolidar y fortalecer la ciudadanía30 de las mujeres, sancionada el 9 de Septiembre de 1947. Ambas leyes pueden ser consideradas como un doble proceso, que implica la igualación, (ya que las barreras que antiguamente dividían y separaban a los sexos, van cayendo en virtud de un procesos de asimilación social) y otro que afirma tendencias de diferenciación. De esta manera, se suprimen normativamente las diferencias arbitrarias que impedían a la mujer emplear sus aptitudes y revelar sus verdaderas capacidades de decisión y dirección. Sin embargo y en los hechos se observa, la inclusión queda, la mayoría de las veces, reducida a la mera declaración. Por ello consideramos que la actuación política de la mujer es obligatoria y universal. Negarle el derecho de conformar la voluntad general es negarla y someterla a las decisiones arbitrarias de un grupo, que no contempla los requerimientos de universalidad, legitimidad y soberanía. Tras un hecho tan esperanzador como fue la vuelta a la democracia, en el año 1983, las mujeres se insertan en las legislaturas (de 254 diputados electos, el 4.33%, es decir 11 son mujeres y de 46 senadores, el 6.52%, 3 son mujeres)31 y de forma creciente en las organizaciones partidarias (aunque como afirmamos anteriormente en los planos elementales de la pirámide organizacional.). En la década del '90 ante una profundización de la desigualdad entre los sexos, las mujeres se vieron perjudicadas y tomaron conciencia que eran un grupo que corría en desventaja a la hora de tomar decisiones. Los movimientos de mujeres, con apoyo de determinados partidos políticos y demás sectores, conquistaron la Ley de Cuotas o de Cupo Femenino en los cuerpos colegiados electivos, (es decir, tanto en el Parlamento como en las Legislaturas Provinciales). "En los '90, la lucha por el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres se orientó hacia el proceso de toma de decisiones, en particular hacia los cargos de representación legislativa. La exclusión de las mujeres del proceso decisional que se traducía en un ejercicio incompleto de su ciudadanía fue considerado un déficit de la democracia” (Archenti, 2002, Pág.4). 30 Tomaremos el concepto de ciudadanía de Marshall (1998), entendiendo por este un status legal determinado compuesto por tres elementos, los derechos civiles, los derechos políticos y los derechos sociales. Se la concibe entonces, como una práctica de derechos y responsabilidades que se desarrolla y extiende en un tiempo y espacio específico. La igualdad ante la ley y la participación en una comunidad son dos rasgos definitorios del concepto, que se materializan en la adquisición y ejercicio de derechos y deberes. Siguiendo los lineamientos de Marshall, en este trabajo me propongo a analizar específicamente la ciudadanía política femenina. 31 Datos obtenidos del Consejo Nacional de la mujer. 16 La estrategia electoral del PJ Como sabemos, las causas que llevan a un partido a adaptarse, pueden ser por cambios en “el ambiente electoral” (Levitsky, 2003, Pág.10), por ejemplo en las preferencias de los electores o en la composición del mismo, es decir en su estructura, como así también puede responder a los cambios en el “ambiente económico”, por ejemplo ante una crisis de gran envergadura, como la acaecida en los ´90 en la Argentina. (Levitsky, 2003, Pág. 10.) En tanto estrategia electoral utilizada por el Partido Justicialista para adaptarse exitosamente al nuevo contexto eleccionario, el proceso de incorporación de la mujer a la política en el año 1947 constituyó la forma de ampliar el padrón electoral; y la creación del Partido Peronista Femenino, el modo de conformar un movimiento compuesto exclusivamente por mujeres al servicio del Peronismo, de mantener la cohesión interna y de fomentar la unidad de acción. Como demostraremos luego, Perón vio en la creación de la rama femenina, es decir en este arreglo institucional, una estrategia para encauzar las escisiones internas que se venían gestando. Carolina Barry, especialista en el tema, afirma que “este tipo de partido busca organizar y movilizar a nuevos sectores antes excluidos de la competencia política, tarea que los partidos tradicionales de representación individual no pueden llevar a cabo” (Barry, Carolina, “Puntos y contrapuntos de la militancia femenina peronista en el barrio de Belgrano (1946-1955)”). Es así, que mediante la creación de esta rama el 29 de julio de 1949,en el marco de la primera Asamblea Organizativa del PJ, se permitió la incorporación masiva de la mujer a la política para dar fin a las negaciones e injusticias “ de no tener derecho a elegir ni ser elegida, como si ella, que era la garantía del hogar y de la vida y la educación de sus hijos, desde la cuna hasta la madurez, resultara un peso muerto para el perfeccionamiento político de la colectividad” ( Eva Perón,1949)32. Evita presidía al movimiento que supuestamente “no hacía política sino acción social” (Barry, 2008, Pág. 3).El mismo formaba parte del movimiento peronista junto al Partido Peronista y a Confederación General de Trabajo33, sin embargo la creación de este partido paralelo, de esta organización política dividida por sexos y autónoma, no era una parte accesoria o un simple derivado, sino que una entidad en sí misma y diferenciada, con objetivos diversos y metas establecidas, todas ellas referidas a políticas destinadas a las mujeres. Erigiéndose Eva como nueva y única líder carismática a la par de la figura del General Perón, se buscaba evitar toda corriente interna que quisiera disputarle su preeminencia. De tal modo, se fomentaba la unidad de todos los centros femeninos ubicados a lo largo y ancho del país y por medio de la ejecución de un censo “de mujeres peronistas” se buscaba sumar nuevas y potenciales electoras para aumentar el 32 Discurso pronunciado por Eva Duarte de Perón, en el teatro Cervantes el 26 de Julio de 1949 Se establece que las tres ramas actuarán de manera independiente una de la otra, teniendo sus propias autoridades, sedes y unidades básicas –“estructuras políticas y celulares” (Barry, 2008. Pág. 7)-. A pesar de que tuviesen los mismos objetivos generales se ocuparían de sectores diferentes y de problemas distintos. De esta manera, se fomenta la creación de un formato organizativo, nunca antes dado en la historia argentina, ya que era un fiel reflejo de la diversidad tanto política como social de los integrantes del movimiento. 33 17 número de mujeres que apoyarían la reelección de Perón en las elecciones nacionales de 195134. Para esto las unidades Básicas femeninas, que poseían una fuerte presencia política en todo el territorio argentino, funcionaban como el órgano centralizador para capacitar, adoctrinar, difundir, adherir, afiliar y especialmente generar identidad y conciencia de “clase”o de “genero”. Para captar a nuevas afiliadas a la estructura partidaria, la participación política se escondía tras el velo de la mera acción social. Paralelamente, debemos afirmar, que una vez sancionada la ley 13.010, se comenzó con el empadronamiento de todas las mujeres. Los números demuestran que las mismas constituían la mayoría de la población del país. Es así, que en la elección del 11 de Noviembre de 1951 más cantidad de mujeres que hombres concurrieron a votar por el peronismo. El voto femenino se distribuyó de la siguiente manera: de un total de 3.816.654 mujeres: Partido Político Partido Peronista Unión Cívica Radical Partido Demócrata Partido Comunista Partido Socialista Otras fuerzas En blanco o Anulado Cantidad de votos femeninos obtenidos 2.444.558 1.117.051 80.987 29.644 23.270 4.249 59.985 Fuente: elaboración propia sobre la base de la fuente del Consejo Nacional de la Mujer. (http://www.cnm.gov.ar/areainterv/particpolit/lugdedecis.htm). Nota: Por los años 40, en la Argentina, la mayoría o un porcentaje alto de los analfabetos, eran mujeres. Debemos aclarar que la supervivencia y el activismo del partido “esta crecientemente basado en incentivos” (Mustapic, Pág. 15), por eso podemos sostener la suposición de que existe patronazgo a cargos en el Partido Justicialista. Un fiel ejemplo de ello, fue la selección de candidatos femeninos para la elección del ´51, dada la importancia que había logrado la rama femenina en el movimiento (el partido aseguraba el 33,33 % de los cargos para el sector, siendo éste Carolina Barry (2008) afirma que la “incursión política (de las mujeres) fue determinante para el triunfo de Perón a la segunda presidencia”, siendo este “uno de los objetivos políticos mas importantes del partido” (Barry, 2008, Pág. 7). Es así que la creación del PPF, funciona no solo como un método de control social sino también como una táctica electoral El propio partido construye su base política para la reelección y refuerza de manera conjunta, la adhesión a la causa peronista. 34 18 uno de los pocos partidos35 que decidió implementar la decisión. Esto modificó el carácter de “espacio cerrado a la participación femenina” de la arena parlamentaria)36. Sin embargo, en los niveles superiores o jerárquicos de la estructura del partido se torna invisible la presencia femenina más allá de la figura de Evita. Con el correr del tiempo la incorporación de las mujeres en las listas partidarias fue reducida de manera considerable. Como los hechos demuestran, el Partido Justicialista no volvió a aplicar el porcentaje del 33% de mujeres en la conformación de sus listas, empleado aquella vez en las elecciones presidenciales de 1951. La estrategia gubernamental. A pesar de que tanto las mujeres justicialistas como las radicales y las pertenecientes a otras organizaciones políticas y sociales - tanto gubernamentales como no-, cooperaron con la aprobación unánime y sin enmiendas de la ley 24.012, podemos considerar la obtención de la ley de cupos, como una estrategia gubernamental conservadora por parte del Ejecutivo peronista37, ya que como demostraremos luego, la misma no garantiza una llegada efectiva al poder por parte de las mismas. En tal sentido, “se cambia algo para que nada cambie”. El apoyo a la ley por parte del Presidente Menem figura ser una simple respuesta a los reclamos de las mujeres del partido (Barrancos, 2002), una forma de mantener el status quo en tanto la asignación de posiciones de poder, como así también una forma de generar grados de cohesión y disciplina hacia el interior del partido, y hacia el interior de las cámaras38. Debemos notar a su vez, que gracias a la subinstitucionalización propia del PJ, se ve facilitada la remoción de determinados líderes y la entrada de nuevos, en nuestro caso, las mujeres. Paralelamente, una vez sancionada y aplicada la normativa, aquellas mujeres que logran acceder a los cargos, se muestran poco inclinadas a dejar de lado la imagen femenina tradicional de una mujer dominada, obediente y retraída al ámbito privado, propia de nuestra cultura política machista, a su vez se ven poco incentivadas a llevar a 35 Cabe aclara aquí, que el radicalismo no tuvo mujeres en las listas de 1951. Aquellas que votaron por dicho partido, lo hicieron pero en menor medida que el sector masculino. El socialismo y comunismo también llevaron muchas mujeres en las listas, pero las mismas no consiguieron banca alguna. 36 En el año 1952, sólo las peronistas lograron acceder a puestos en la Cámara de Diputados y Senadores. Ocuparon sus bancas 23 diputadas (15.5 %) y 6 senadoras (9%). Sumando legisladoras nacionales, provinciales y delegadas se contabilizaron 109 mujeres electas. Ver en http://www.cnm.gov.ar/areainterv/particpolit/lugdedecis.htm 37 El propio Presidente Carlos S. Menem hizo suya la demanda por la introducción de acciones afirmativas. Creemos que su apoyo se debió, además de ser un símbolo de modernización, a la necesidad de dar respuesta a los reclamos planteados por las mujeres de su propio partido (Barrancos, 2002) y a la de capitalizar el voto femenino, tanto al interior de la Cámara de Diputados, como hacia el exterior. 38 Según Jones, durante el período 1989-1991 la disciplina en el Congreso ha sido relativamente alta. ( Jones, 1998) 19 cabo políticas públicas que promuevan cambios profundos en las condiciones de vida de las mujeres, y especialmente en la política. Ante la inminente subrepresentación de las mujeres en los órganos representativos de nuestra Nación desde los primeros años de la transición democrática hasta la sanción de la ley de cupo (1991)39, el sistema de cuota, surgió como modo de cooperar en la superación de los problemas de escasa participación de género. Es así, que se constituye como “un mecanismo institucional para corregir gradualmente el desequilibrio existente en los ámbitos de decisión entre los hombres y las mujeres” (Tula, 2001, Pág.209) imponiendo que en las listas de los partidos políticos, frentes o alianzas electorales, se respete un mínimo de 30% de mujeres en lugares expectables, es decir en lugares que tengan posibilidades reales de acceder a una banca. (A pesar de ello, debemos aclarar que, al interior de los partidos se continuaba con un proceso de selección de candidatos del tipo cerrado, lo cual no garantizaba la participación de mujeres al interior de la organización). Como los hechos demuestran la aprobación de la ley de cupo responde a una estrategia gubernamental propia del Peronismo, ya que permite mantener el status quo imperante, no poniendo en jaque la estructura y la distribución de poder existente .A su vez, cumple con parte de la tradición política-ideológica-simbólica del peronismo en tanto la cuestión de género. La sanción de la misma. “nunca significó una gran amenaza para las aspiraciones de los políticos hombres”. (Tula, 2001, Pág. 218).Ello demuestra que mediante el ingreso de las mujeres a las esferas de la representación, se producen nuevas brechas en los ámbitos reales del poder público. Por lo que se busca cumplir minimamente con lo estipulado en la ley electoral, obstruyendo el ingreso justo y equitativo. Claramente, la sanción de la ley no significó un cambio radical a favor de políticas pro-femeninas. Es por esto, que un aumento cuantitativo en el número de bancas no significó obtener más poder40. En síntesis, las mujeres siguen relegadas a la hora de obtener una cuota de poder al interior del parlamento, muchas de ellas, como hemos afirmado anteriormente, han sido designadas gracias a las relaciones de parentesco- hijas, hermanas, esposas-”o “vínculos de confianza” con hombres relacionados a la esfera pública. Esto implica en cierto modo, controlar informalmente cualquier instancia de oposición a la hora de aprobar una ley. 39 En el período que va de 1983 a 1991 las mujeres ocuparon -en promedio- el 4% de las bancas. Paralelamente, el registro más alto alcanzado fue el año 1989 con el 6,7%. Ante la aplicación de la ley de cupos, la tendencia se revierte: las mujeres ocuparon el 13,6% de los escaños para subir al 27,2% en 1995, mantenerse en un 28% en 1997, descender al 26,2% en 1999 y finalmente aumentar en el 2001 – a partir de este año la ley de cupo opera también para el Senado- al 30,4%. (Tula, 2001). Gracias al decreto reglamentario numero 379/93 se dispuso que se amplíe la participación femenina a todos los ámbitos parlamentarios, sean éstos nacionales, provinciales, municipales y/o vecinales, siendo el 30% un porcentaje minino y no un techo máximo como llegó a ser considerado por la oposición 40 Ejemplo de ello, es que los bloques y las comisiones más importantes y de mayor peso político están presididos por varones (pocas mujeres pudieron ubicarse en las posiciones de liderazgo pero ninguna en el cargo de mayor jerarquía del bloque partidario: la presidencia), lo que implicaría un retroceso en la participación de las mujeres en los lugares claves de las diversas instituciones y su designación para las comisiones consideradas femeninas o menores. 20 Podríamos finalmente, afirmar que en el Partido Justicialista, prevalecen conductas reacias, conservadoras, tradicionalistas, y arraigadas, al armar sus listas partidarias y efectivizar la representación estipulada por la ley. Es por esto, que la sanción de la misma, no tiene un correlato categórico, sino que funciona como un simple “cumplimiento burocrático”. Los Factores Políticos Más allá de hacer una breve descripción acerca de las dos estrategias, nuestra motivación también es darle un marco a ambas leyes en el entorno de la política argentina, es decir que procuraremos entender cuales son los factores políticos que inciden (tanto de manera directa, como indirecta) en la decisión de incluir (y de normar) la participación efectiva de la mujer. Es por ello que consideraremos relevantes ciertos aspectos que se asocian con esta regularidad originada durante los procesos democráticos peronistas, como ser: La Base electoral del Partido Justicialista. A la hora de vislumbrar cual es la base electoral que apoya al Peronismo debemos notar la diferencia existente entre aquella que le da sustento en el periodo que va de 1945-1951 y aquella que lo apoya durante 1989-1995. En tanto la primera etapa cabe aclarar que el peronismo se caracterizó por su policlasismo, era más que un movimiento de base obrera o de clase baja. Siendo un movimiento socialmente complejo y con “una poderosa infraestructura de base” (Levitsky, 2000, Pág.8) estaba compuesto por diversos sectores “populares”con distintos recursos y objetivos. Es así, que Perón se erigía como conductor y aglutinador de una alianza frágil, y no de una clase o bloque homogéneo y monolítico. Para dar cuenta de los sectores que apoyaban su candidatura, debemos remontarnos a los tiempos anteriores a la creación del movimiento. Tras constituirse la alianza entre la Junta Renovadora (Radicalismo Pro-Peronista o también denominados disidentes de la UCR), sectores conservadores e independientes del nivel local y el Laborismo, el líder logró hacerse de los votos de actores ideológicamente diversos: los políticos profesionales y los principiantes, los trabajadores independientes, los obreros del sector primario (no sindicalizados) como así también, los dirigentes sindicales y los grupos de afiliados pertenecientes a las clases bajas de las ciudades provinciales. Es así que autores como Germani, Mora y Araujo y Llorente (1980), señalan que en las elecciones de 1946, Perón obtuvo votos provenientes de variados sectores: de los trabajadores manuales “viejos” del ámbito urbano41, de los trabajadores rurales 41 A pesar de que el Partido peronista abarca un amplio espectro de sectores y de variadas corrientes ideológicas, Perón obtuvo su apoyo más fuerte en las zonas industriales de las grandes ciudades, que se encontraban densamente pobladas y con una gran cantidad de analfabetos y de desplazados. (Las mismas poseían una estructura ocupacional más bien tradicional) Es así, que el proletariado industrial nativo, fue el actor que cumplió el papel político más decisivo y consecuente. 21 (pequeños hacendados y empresarios agrícolas de las zonas rurales relativamente pequeñas, atrasadas económicamente y poco desarrolladas- más que de un proletariado rural o campesinado-) y finalmente de lo migrantes internos (que habían sido desplazados a las grandes ciudades producto de lo grandes cambios socioeconómicos y socioculturales que atravesaba en país42. Por ende, podríamos afirmar que Perón tuvo éxito con dos clases específicas de trabajadores, aquellos que se encontraban desocupados e iban a incorporarse a la nueva industria, y aquellos bien pagos; “ambos (sectores) vivamente susceptibles a los temas económicos” (Mora y Araujo, 1980, Pág. 69). Paralelamente se le asigna también un rol preponderante a los trabajadores sindicalizados, a los sindicatos y a la CGT. Estos últimos se transformarán en instrumentos administrativos, de movilización y de socialización como así también, en factores relevantes en la creación de la base electoral y política que sustentará durante estos tiempos al peronismo y especialmente a Perón como líder carismático indiscutido. (Mora y Araujo, 1980). Asimismo no debemos olvidar el rol que juega la mujer a partir del ´47, como apoyo electoral y político y la figura de Eva como conductora de la rama. La mayoría de las mujeres que acompañan al Peronismo, eran mujeres de bajos niveles educativos, dedicadas al cuidado del hogar y a la crianza de los hijos. Sin embargo, no debemos dejar de aclarar que durante este período, la Argentina atraviesa una época de reactivación económica y cambios sociales, gracias a la transformación sustancial de su política económica -mediante la aplicación del Primer Plan Quinquenal: (1947-1951)-, en tal sentido a la hora de analizar la base electoral debemos también contemplar a la mujer trabajadora, incorporada a la industria, a la producción y a la comercialización. En cuanto a la base electoral que apoya el peronismo de la década del ´90 debemos considerar antes de proseguir, el giro ideológico y por ende la abrupta transformación del partido43. Es decir, que el hecho de haber dejado de lado las políticas estatistas, nacionalistas, distribucionistas y proteccionistas implicó el acercamiento de nuevos sectores nunca antes imaginados. -Esto mismo sin generar amplios niveles de oposición y sin perder su tradicional caudal de votos-. Por ende, como afirma Gervasoni (1998, Pág. 4) “la estabilización y liberalización de la economía coexistió con resultados electorales favorables al oficialismo”. Los sectores populares mantuvieron su apoyo electoral, (constituyéndose como una masa fiel al partido y a la identidad peronista), a pesar de que luego vieron las consecuencias que el programa de reformas trajo aparejado. Como argumenta dicho autor en el desarrollo de su investigación, el PJ en el ´89, logró retener una cantidad mucho mayor de votantes que la UCR44. Por ende, se lo considera al primero, como “el partido con más continuidad” ya que es el único que Luego los mismos pasarán a constituir el “nuevo” proletariado industrial. Gervasoni (1998) considera al “nuevo” PJ, como un partido liberal conservador. 44 Este ultimo, cede parte de sus votos -un 21.2%- , al Partido Justicialista. 42 43 22 logra retener a sus votantes anteriores (los del ´83), y a su vez se nutre de los votos de los ex radicales y Alfonsinistas y ya para el año 1995, cautiva los votos de la derecha liberal. (Gervasoni, 1998). Es así, que ante la aparición del FREPASO en la arena electoral, el PJ perdió votos por la izquierda, pero los recupero por la derecha: los de los “Liberales y radicales de centro derecha, tácticamente menemistas” (Gervasoni, 1998, Pág. 14), que se vieron beneficiados con las políticas ortodoxas de gobierno implementadas. En síntesis, el gobierno Menemista fue apoyado por una vasta estructura de apoyos, provenientes de sectores diversos y antagónicos, y con objetivos e ideologías diferentes: aquellos “leales al PJ o peronistas menemizados45”, identificados con el partido y especialmente con Menem; de nivel económico, educativo y ocupacional algo menor al promedio; los “atraídos por el PJ”: que eran hombres de buen nivel económico, educativo y ocupacional, que casi nunca antes habían votado por el PJ ( si por la Alianza de Centro y por la derecha radical), y que si lo hicieron fue por la política económica llevada a cabo por el gobierno. De ideología liberal, privatistas, productivistas e históricamente antiperonistas y de centro derecha; y finalmente un sector mínimo de los “fugados de la UCR o radicales desencantados. Los mismos, de nivel socioeconómico y educacional por encima del promedio y de tradición radical se vuelcan de manera minoritaria por el nuevo perfil del PJ. (Gervasoni, 1998, Pág. 14). Asimismo, debemos notar que según en análisis de los datos cuantitativos, el PJ logró dar fin a su tradición de “partido de los desposeídos” y a la de “partido de las mujeres”, por lo que el voto a su favor no siguió estando atado al nivel económico de la clase que lo elegía (como dijimos ciertos sectores de las clases medias y altas votaron por el mismo) ni tampoco atado a la cuestión de genero. Sin embargo, su asociación con los sectores menos educados, siguió profundizándose ya que los sectores terciarios/ universitarios mantuvieron su antiperonismo. (Gervasoni, 1998, Pág. 20- 21). Paralelamente, los desocupados fueron quienes votaron en mayor medida a favor del oficialismo en las elecciones presidenciales y en las legislativas, a pesar de que el gobierno tomase medidas que iban en contra de la equidad y la justicia social. Es as, que “el castigo electoral al oficialismo asociado con estar desempleado fue solo moderado” (Gervasoni, 1998, Pág. 26). En conclusión, la coalición justicialista logra retener a su electorado típico a pesar, de hacerse “menos popular y obrera”. Pasará a ser una coalición “horizontal, más policlasista y con una ideología liberal y capitalista”, que representa a nuevos sectores que antiguamente negaban al peronismo, comos ser las clases medias y altas. (Gervasoni, 1998, Pág. 28). De este modo, pierde importancia el clivaje peronismo/antiperonismo gestado en los `50, ya que los sectores oscilan de un campo al otro. 45 Cabe aclarar, que en 1989, la lealtad y la identificación partidaria para con el PJ fue mayor que en el año 1995. Dicho resultado está asociado con el giro programático implementado por Menem. Por lo tanto, cualquier acercamiento al peronismo en estas épocas, se relaciona más con la aceptación a las políticas introducidas, que con “la opinión que se tiene acerca del partido”.(Gervasoni, 1998, Pág. 19) 23 El rol de los partidos de oposición. A pesar de que la medida de incorporación de la mujer a la política de 1947, era una cuestión compartida históricamente por varios partidos46, ya que acarreaba grandes implicaciones institucionales, la definición del tema por parte del peronismo significó una nueva distribución del poder político y una nueva estrategia electoral que redefiniría la relación gobierno- oposición47. Es así, que el debate llevó a que ambos sectores (gobierno y oposición) defendieran cuestiones que serían determinantes para el diseño institucional de la Nación, oponiéndose a la posición conservadora, que no veía al sufragio como un derecho propio del régimen democrático. No obstante de que el tema gozaba de consenso entre los primeros, se generaron dificultades – no sustanciales- en torno a cuestiones técnicas, a quien había dado origen a la medida, y en torno a la fecha en que debía ser votada. La oposición quería desplazar el debate para otro momento, (desviando la atención de los demás Congresistas), ya que su sanción implicaba un cambio fundamental en la vida institucional y en el mismísimo sistema de partidos- si la UCR se enfrentaba al PJ de manera tajante, no habría posibilidad de hacerse del voto femenino en las próximas elecciones; en tal sentido, solo mediante una posición análoga a la del PJ, podrían llegar a obtener un margen importante de votos-. De hecho, tanto Peronistas como Radicales buscaban capitalizar la cuestión en debate. Asimismo, los radicales, demostraron tener ciertos grados de poder y control parlamentario, cumpliendo de esta manera su rol de oposición, ejemplo de ello fue el pase del debate para otra fecha. Sin embargo, a la hora de imponer ciertas cuestiones relativas a los artículos que conformaban la ley,- de forma de demostrar que también ellos también tenían fuertes y fundados argumentos acerca del tema- terminaron desistiendo de sus propuestas al ver que la mayoría se mostraba impenetrable. La oposición de esta forma, (y a pesar de sus protestas) vio restringido su poder de veto quedando, finalmente, aprobada la ley por unanimidad de los presentes. En tanto a la ley de voto femenino, el radicalismo en particular la vio como un obstáculo mas en su carrera electoral, sumado a la figura que Eva Perón representaba para las potenciales electoras48. Esto último era también garantía de que la mayoría de los votos femeninos se volcarían a favor del peronismo (Grossi & Gritti, 1989). Y con respecto a la creación de la rama femenina, la oposición argumentó que era sinónimo de “fraude electoral”, un “instrumento” de Perón, ya que “el desdoblamiento de los partidos políticos al servicio del oficialismo permitía combinaciones que podría resultar en la elección de una cámara de diputados con una misma lista por equipos políticos, 46 Tanto el partido radical como los demócratas progresistas presentaron proyectos que trataban acerca del tema. 47 En tanto el rol de la oposición o minoría parlamentaria, quedó en manos de los radicales, los conservadores, los demócratas progresistas, los Bloquistas de San Juan y a los radicales antipersonalistas de Corrientes. 48 De este modo, el derecho de la mujer argentina a sufragar y a ser elegida quedó fuertemente asociado al peronismo y especialmente, a la figura de Eva Perón 24 que pretendieran o simulasen disputarse la mayoría y la minoría de un comicio”. (Barry, 2008, Pág. 11). Dado que el derecho al sufragio no había sido suficiente para que las mujeres pudieran efectivamente participar en las estructuras decisorias de la Nación y de los partidos políticos, en los noventa, se comenzaron a generar argumentos en el Congreso tanto a favor como en contra de la participación de las mujeres en dicho ámbito. De este modo, algunos de nuestros representantes se vieron ante la necesidad de llevar a cabo una medida de acción afirmativa ya que las mujeres - más de la mitad del electoradoconstituían una pequeña minoría en el Parlamento, no estando debidamente representadas en el recinto. La oposición que ejercieron determinados legisladores49 (en ambas cámaras) y las organizaciones feministas, en tanto a la institución de cupos legales, giró en torno a que los mismos trasgredían al juego democrático y claudicaban la lucha de las mujeres políticas. (Archenti & Tula, 2008). Es decir, que las razones para hacerlo se sintetizan en el cuestionamiento acerca de la constitucionalidad de la norma, su pertinencia, los problemas técnicos derivados de su implementación y de la sobre-representación de mujeres que de una mala aplicación podría resultar. (PNUD, 2007). De esta manera se oponían a la visión de considerar a las cuotas como aquel mecanismo mediante el cual la mujer queda limitada a conformar un grupo especial y diferenciado, que necesita de derechos especiales para ejercer una cuota de poder en las instituciones Argentinas. Asimismo, planteaban que dicho sistema era una medida que buscaba contrarrestar las ventajas políticas detentadas históricamente por los hombres, pero de manera ilegítima. En tanto la oposición ejercida especialmente por la UCEDE “se inscribió fundamentalmente en la defensa del liberalismo” (PNUD, 2007, Pág.185).De allí, que argumentó en contra de la ley, ya que constituía una negación al principio de igualdad y libertad, y un factor que implicaba la participación del Estado en los asuntos públicos: “la instauración de una cuota femenina por ley implicaba una injerencia desmedida del Estado en la dinámica interna de las organizaciones partidarias. Una medida especial para apuntalar candidaturas femeninas lesionaría el reconocimiento de aquellas mujeres que, por su trayectoria, habían logrado conquistar espacios propios en la política institucional de la Argentina” (PNUD, 2007, Pág. 185).50 Paralelamente, muchos políticos varones de la UCEDE, vieron en la incorporación de la mujer a la arena política un desafío y una amenaza, ya que su agregación significaba la potencial perdida de ciertos lugares en las listas partidarias. El cuanto al Movimiento al Socialismo (MAS) el argumento en contra a la incorporación de la mujer al recinto Legislativo, se basó en que ello “no modificaría la situación de las mujeres, cuya situación de explotación no les permitiría dedicarse a la 49 A pesar de ello la sanción de la ley contó con el apoyo de los partidos mayoritarios y el respaldo del presidente Menem. En tanto los partidos de oposición que impugnan la sanción de la ley encontramos a: Unión del Centro Democrático (UCeDé)- que votó en contra-, y Movimiento al Socialismo (MAS)- que se abstuvo-. 50 Ver también en Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la Nación. Reunión 46.Sesión ordinaria de prórroga (especial).Ciudad de Buenos Aires, 6-7 de Noviembre de 1991 25 política. No tienen tiempo para hacer política dado que viven totalmente explotadas”. (Diario de Sesiones, Cámara de Diputados de la Nación. Reunión 46.Sesión ordinaria de prórroga (especial).Ciudad de Buenos Aires, 6-7 de Noviembre de 1991). Claramente, concebían a la ley de cupos como una mera concesión otorgada por los hombres. Liderazgo presidencial y nivel de control del partido por parte del Presidente. El partido Justicialista se destaca por sus bastas redes o infraestructuras informales, por su debilidad burocrática, sus altos grados de descentralización, y por el surgimiento de fuertes liderazgos que aglutinan y unen las divergencias. Con el fin de dar cuenta la manera en que el líder, ya sea este Perón o Menem, controlan al partido, primero debemos señalar que es lo que entendemos por liderazgo presidencial, y cuales son las características primordiales de los liderazgos durante los gobiernos justicialistas. Entendemos por liderazgo presidencial a aquella capacidad del presidente de conducir y controlar el proceso de toma de decisiones y de formulación de políticas públicas en el marco de las instituciones de gobierno. (Llanos & Margheritis, 1998). Tanto el de Juan Domingo Perón como el de su sucesor, Carlos Saúl Menem, pueden caracterizarse de carismáticos, siendo éste, aquel tipo de liderazgo donde la legitimidad del dominio se basa en las cualidades sobrenaturales o extraordinarias del líder propiciadas gracias a una situación de crisis moral, política, social o económica (Weber, 1972). Una vez aclarado terminologicamente el concepto, afirmaremos que los mandatos de Perón se caracterizaron por su fuerte liderazgo personalista, incentivando el verticalismo, relaciones de patronazgo, altos grados de centralización y una cultura a su figura, nunca antes vista en la historia argentina. “La presencia del carisma, el vigor de su mensaje y la capacidad de suscitar fuertes adhesiones” (Mustapic, 2000a, Pág. 3) así como también obediencia, permitieron deshacer cualquier tipo de tensión que se gestaba al interior del partido entre las diversas fuerzas y grupos que convivían y lo apoyaban. Por lo tanto, la figura del líder, permitía unir, aglutinar, dar estabilidad y cohesión a sus bases de apoyo, superando así, cualquier línea de fractura interna o cualquier intento de deserción por parte de alguna fracción. De allí, que este “polo organizativo carismático”, en torno a la centralidad de Perón, hacia de los cuadros dirigentes unos menos expresivos y más sintonizados a las directivas del líder (Mackinnon, 2002). Sin embargo, y a pesar del arduo intento por mantener la estabilidad del partido y de neutralizar las disidencias (dadas mayoritariamente por las diferencias sociales, políticas, e ideológicas -pensemos en la heterogeneidad de sus integrantes-), las divisiones no desaparecieron. 26 El líder (sinónimo de partido51) se vio ante la necesidad de encauzarlas mediante un arreglo institucional nunca antes visto en la realidad latinoamericana: la creación de tres ramas, (entre ellas la femenina, que hemos tratado anteriormente). Ello genera espacios propios, recursos diferenciados para cada sector, y sobre todo contribuye a la consolidación de una posición de “líder indiscutido” con poder casi absoluto sobre la organización que monopoliza, controla y centraliza. Moira Mackinnon afirma que el partido peronista se mueve hacia una salida organizativa que”legitima las diferencias y se propone administrarlas, dándoles una organización separada dentro de la rama Sindical, la Política, y la Femenina”. (Mackinnon, 2002, Pág. 121) Por lo tanto, viéndose Perón asegurada la contención de la diversidad 52 y la unidad del accionar de las diferentes redes (sean estas formales- ramas- como informales -Unidades básicas autónomas que se autoorganizan y autooperan; agrupaciones, etc.-), advierte la capacidad de poder imponer sus criterios personales y hasta arbitrarios, obviando cualquier estructura partidaria burocrática, así como también las reglas y procedimientos estandarizados que regulaban la vida interna del PJ. En tanto en la época menemista, se retuvieron ciertos aspectos propios del peronismo como movimiento, como ser la permanencia de las sub-unidades informales y autónomas: unidades básicas, agrupaciones53, redes interpersonales, instancias de patronazgo estatal, una baja burocratización del partido, reminiscencias carismáticas en la nueva figura del partido, y una densa infraestructura territorial. (Levitsky, 2001). Sin embargo, con la llegada del Menem al poder, se colapsa con los altos niveles de centralismo propio de Perón, ya que no hay una estructura que logre coordinar las actividades de los diferentes grupos que integran al peronismo. Ante esta situación de segmentación y semianarquía, Menem busca (muchas veces invocando a la figura de Perón) proveer de dirección al partido y otorgar centralidad y estabilidad política a su conducción. De este modo, busca acumular recursos políticos e institucionales, como ser aquellos arreglos establecidos en la Constitución Nacional. Mediante estrategias variadas, sumado a sus atributos especiales que caracterizaban un estilo de gestión carismática, busca resolver los conflictos que se le presentan de manera unilateral (herencia peronista) así como también la reorganización del partido. 51 Siguiendo a Mustapic (2000a) el partido se identifica y se compenetra con el líder, se subordina a su voluntad, generando vínculos personales y de lealtad. Pues entonces, el líder será “el único interprete de la doctrina” (Mustapic, 2000a, Pág. 7). 52 Pensemos que luego del ascenso de Perón a la presidencia, se inicia un proceso conflictivo entre los distintos sectores que dieron apoyo a su candidatura. El conflicto de intereses y de ideologías entre los grupos que habían formados la coalición peronista, se inicia tras el desacuerdo en torno al formato organizativo y en torno a la dirección del partido (Mackinnon, 2002). De este modo, el liderazgo carismático de Perón surge, como fuerza unitiva, como nexo que imposibilita la formación de líneas internas de fractura. 53 Las mismas controlan el poder, los recursos, la información, las carreras políticas e incluso la selección de los candidatos. 27 Dado el apoyo y la legitimidad popular y partidaria (en este caso Menem impone estrategias y hasta candidatos a los lideres locales del partido, mediante practicas disciplinantes como ser el mecanismo de premios y castigos, es decir mecanismos basados en el carisma y en el patronazgo tradicional) sumado a la ausencia de un alternativa opositora, logra el éxito en las cámaras, contribuyendo de esta forma, a la construcción de una posición de liderazgo tanto al interior del PJ como en el Parlamento, (que luego refrendará su giro programático). En síntesis, su autonomía de acción (y de decisión) con respecto al aparato partidario, su oportunismo, su rapidez, su capacidad de mando, su flexibilidad ideológica, su adaptación pragmática y su ruptura a las ataduras dogmáticas, hace de este personaje, un líder movilizador y dúctil que da fin al disenso al interior del partido, neutralizando los poderes de veto. De este modo, Menem se transforma en un dirigente que concentra y centraliza el poder de decisión hasta llegar a los límites autocráticos. Cuenta con amplios márgenes tanto para persuadir y presionar como para moldear el proceso de toma de decisión, controlando su formulación, su definición y solución. A pesar de ello, y de las críticas formuladas en torno a las políticas implementadas por dicho gobierno, tanto las organizaciones peronistas, los militantes, como el electorado tradicional y el nuevo, se comprometieron y se mantuvieron estables, reforzando la figura del líder, el formato organizativo de movimiento descentralizado, y sosteniendo la subcultura y la identidad partidaria que se extiende a través del peronismo. (Levitsky, 2001). El estado competitivo del sistema de partido y la competencia intrapartidaria. En tanto el estado competitivo del sistema de partido debemos notar que en el año 1945, el peronismo funcionaba como “partido predominante”, es decir que existía una desigual distribución del poder institucional a favor de este, no existiendo posibilidad alguna de que haya alternancia de partidos en el poder. De este modo, se instaura un formato de bipartidismo predominantemente polarizado54, donde la estructura de la competencia era “cerrada y predecible” (Abal Medina & Cao, 2002) Ante la existencia de un único partido opositor relevante, se busca negarlo y neutralizarlo. Se gesta así, según De Riz (1991) “una tradición de desconfianza mutua, de identidades difusas y debilidades programáticas y organizativas” (De Riz & Adrogue, 1991, Pág. 242) que impiden cualquier tipo de acuerdo con el partido opositor: El Partido Radical. Queda demostrado entonces, que desde la década del cuarenta, y ante la existencia de un alto grado de fragmentación; se funda el clivaje peronismo/ antiperonismo –rol asumido por el radicalismo-55. Aunque debemos aclarar antes de 54 La polarización llega a su clímax, en el año 1949, con la radicalización de la oposición, ante la negativa a la reforma de la Constitución Nacional. Ver en Abal Medina & Cao, 2002. 55 “A lo nacional y popular, se opone la dominación, la oligarquía antipatria” (Grossi & Gritti, 1989, Pág. 40). 28 proseguir, que entre ambos “concentraban mas del 90% del caudal electoral” (Zelaznik & Rovner, 1995, Pág. 201). Este periodo se caracterizo por ser uno donde había “competencia pero con (un) bajo grado de competitividad” (Grossi & Gritti, 1989, Pág. 30), ya que se buscaba restringir los márgenes de la oposición política, es decir, se buscaba constantemente negar al adversario y erigirse como dominante. De esta forma, tanto el PJ como la UCR, buscaba crear un sistema de partido predominante excluyendo al otro.56 El peronismo se postulara como el partido que represente lo popular, y de las mayorías nacionales, y el radicalismo como única oposición posible. Finalmente, durante 1949 y 1951, el Peronismo logra erigirse como “fuerza mayoritaria imponiendo un sistema de partido predominante” (Grossi & Gritti, 1989, Pág. 56) ejerciendo un control total sobre la oposición. Ya a partir del año 1951, podemos notar el transito hacia un sistema de partido hegemónico. (Nuevamente la dimensión competitiva sobre la cual se desarrolla, fue la oposición Peronismo/ antipernosimo). Como afirmamos anteriormente y señalan Zelaznik & Rovner, “tal polarización se siguió basando principalmente en “visiones alternativas de la política y de la sociedad” (Zelaznik & Rovner, 1995, Pág. 202)). A nivel competencia intrapartidaria debemos aseverar, como ya lo hemos hecho previamente, que el peronismo de esta época, se caracterizó por la gestación de luchas internas y enfrentamientos entre las diversas fuerzas de base que compusieron en sus orígenes a la coalición peronista: el sector laboral-sindical y el renovador-político. Dichos enfrentamientos fueron “motorizados por las divisiones originales pero también por las rivalidades provinciales y la lucha por cargos” (Mackinnon, 2002, Pág., 121). Por ende, la disputa quedo planteada en torno a la distribución del poder y de los recursos al interior del partido, como así también en torno al diseño del formato organizativo57. Sin embargo, gracias a mecanismos alternativos de transacción, como ser la representación por cuotas en las listas electorales y partidarias, de ambos sectores, y más tarde, en 1950, la separación de la organización en ramas, se logro encauzar dichos puntos de inflexión, legitimando y administrando las diferencias ( Mackinnon, 2002). El año 1989 constituye un hito en nuestra historia, ya que se consolida un formato bipartidista de competencia, donde se alternan dos partidos en el poder a través Siguiendo el planteo de Grossi y Gritti (1989, Pág. 52) “el sistema a doble partido con intención dominante es un sistema con un formato bipolar en el cual los partidos en competencia reclaman para si la representación de las mayorías nacionales y operan con la lógica de partido dominante”. El mismo “puede transformarse según cualquiera de las tipologías propuestas por Sartori, aunque el resultado mas probable (especialmente en un sistema presidencialista) es el bipartidismo o el sistema predominante”. En síntesis, a partir de 1949, este sistema de doble partido tiende a comportarse como uno de partido predominante como fuerte tendencia a la hegemonía. 56 “El problema era como alcanzar la tan necesaria estabilidad organizativa en un partido cuyos integrantes, con sus distintos orígenes sociales y diversas experiencias políticas, no solo se miraban con profunda desconfianza y hostilidad, sino que también tenían visiones muy diferentes sobre la forma que debía adoptar la organización partidaria” ( Mackinnon, 2002, Pág. 119) 57 29 de elecciones libres y competitivas, es decir sin proscripciones. Las distancias ideológicas se acortan, moderándose el sistema y perdiendo así su condición de polarizado. En paralelo a la creciente despolarizacion resultante de la fuerte disminución de los votos obtenidos por la UCR y de la alta volatilidad del mismo58, Adrogue sugiere que para esta época, se comienzan a incluir nuevos actores partidarios a la competencia política, y permanecen o se fortalecen fuerzas políticas a nivel distrital o provincial. Lo cual lleva a generar una tensión entre la fragmentación de la vida política regional, y el bipartidismo –aunque moderado- a nivel nacional, dominado por el PJ y la UCR. (Adrogue, 1995). Abal Medina & Cao (2002), señalan que la estructura de competencia se trasforma en una “abierta e impredecible (Abal Medina & Cao, 2002, Pág. 177), ya que ningún actor político tiene asegurado el lugar que ocupará tras la elección. Es aquí, donde las opciones se disputan el centro, (ya que ideológicamente se acercan), posibilitando una alternancia real y efectiva. De este modo, este formato logra poner fin al de partido dominante que venia gestándose desde la aparición del peronismo en la esfera pública, allá por 1946, y a su vez, impide el surgimiento de otra fuerza que busque disputarle a los partidos mayoritarios su predominio a nivel nacional. Haciendo memoria, tras el desgaste del gobierno radical, tanto el PJ como algunos partidos provinciales, vieron incrementado el número de votantes59. Sin embargo y a pesar de que se geste esta tendencia decreciente en la polarización del voto, la misma “continuo siendo lo suficientemente alta como para que ningún otro partido cuente con perspectivas razonables de acceder a la presidencia”, (De Riz & Adrogue, 1990, Pág.246). Es por ello que Adrogue señala que “la fragmentación de la vida política a nivel provincial y el bipartidismo nacional no han significado ingobernabilidad o fragilidad del sistema en su conjunto” es decir, que la misma fragmentación no ha “afectado la estabilidad del sistema de partidos, por lo que ambas realidades podrían seguir coexistiendo en forma paralela” (Adrogue, 1995). En tanto, la competencia (y a diferencia de los años cuarenta) giró en torno a “cuestiones”, (dificultando establecer un clivaje ideológico) y luego en torno “a los candidatos”. De esta manera los electores otorgan su voto ya no más en función de identidades partidarias o programas. 58 La clara declinación del potencial político de la UCR, la perdida de su rol de oposición y la consecuente división del voto opositor hacia otras fuerzas políticas, se vio acompañado por un leve incremento del potencial y de la performance del PJ (De Riz & Adrogue, 1990, Zelaznik & Rovner, 1995). Es así, que el radicalismo vio reducido su margen de maniobra al “no poder canalizar el voto de la oposición al gobierno”. ( Zelaznik & Rovener, 1995, Pág. 209) 59 Pensemos que al poseer ambos partidos mayoritarios, ideologías difusas y ubicarse en el centro del espectro ideológico, comparten gran parte del electorado, lo que hace que una gran porción del mismo pueda cuestionar la mala gestión de gobierno y castigue al partido, votando a la oposición, sea este el PJ o terceras fuerzas. 30 Paralelamente, y en tanto a la competencia intrapartidaria del PJ en la década del `90, esta posee rasgos característicos como ser la posibilidad de poder escindirse y conformar un nuevo partido político sin renunciar al peronismo como identidad60 (Mustapic, 2000a). En palabras de Mustapic, “el Justicialismo admite, entonces, la posibilidad de reformular los términos de la competencia”. (Mustapic, 2000a, Pág. 21), transformándose el propio partido, en un espacio más para la competencia. De este modo la sub-unidades que componen al partido, poseen altos grados de autonomía, permitiendo la creación de líneas internas con poder y recursos, que contribuyen a la supervivencia de la organización. Queda así demostrado que la escisiones al interior del PJ (sea ésta en ramas o en sub-unidades) son funcionales a la reconversión y conservación del partido en la arena electoral y también gubernamental. Claramente, el líder es determinante a la hora de soldar las líneas de fractura. Conclusión En conclusión, este estudio constituye una primera aproximación en la búsqueda por resolver mi hipótesis de trabajo, a partir de la sistematización de la información acerca de lo que las leyes prescribían para la participación efectiva de la mujer en la esfera política. De este modo, he avanzado tímidamente en la suposición que guía la investigación, demostrando que la decisión del PJ de incluir a las mujeres en ambas gestiones responde, más a una estrategia para consolidar o ampliar la base electoral del partido, o bien para garantizar la supervivencia en contextos de alta competitividad, de volatilidad o contextos donde existían dificultades para consolidar a las organizaciones en base a criterios estrictamente ideológicos61. Es así, que la incorporación de la mujer, se vincula menos a una cuestión programática o simbólica del ideario peronista y más a una estrategia pragmática y presidencial. Como hemos constatado, las mujeres de nuestro país traen consigo una historia de exclusión y marginación de la arena político institucional. A pesar de ello, en el año 1947 se le abre paso a la mujer en la hasta el momento, restingada esfera pública, mediante la sanción de la ley de sufragio femenino (13.010). Como pudimos observar, el hecho significó una estratégica ampliación de la base electoral para las posteriores elecciones de 1951- donde se jugaba la reelección de Perón y la supervivencia del partido en el poder-, ya que determinados factores ambientales contribuían a que la mayoría de las mujeres optaran por éste último candidato. (Pensemos que la sanción de la ley era sinónimo de que la mayoría de los votos femeninos se volcaran a favor del peronismo ya que era el partido que motorizaba realmente la causa). 60 Se evita que la escisión sea penalizada, para un posible retorno del candidato al partido ante un potencial éxito electoral. De esta formar se suma o acumula apoyos. ( Mustapic, 2000) Ver Gervasoni, Carlos (1998), “Del Distribucionismo al Neoliberalismo: los Cambios en la Coalición Electoral Peronista Durante el Gobierno de Menem”. Latin American Studies Association. Chicago. September 24-26 61 31 Es así, que la incorporación femenina y la creación de una rama particular para aglutinar al sector, significaron una nueva distribución del poder político (favoreciendo y fortaleciendo el liderazgo de Perón y Evita). Además, representó una nueva estrategia electoral que le permitía al partido hacerse de la hegemonía, siendo en aquel momento la única opción viable y posible, al quedar la oposición relegada a un segundo plano por no poseer los recursos necesarios para competir en igualdad de condiciones. Durante varias décadas, y a pesar de haber conquistado el derecho político más elemental y trascendente para el género, como ser la posibilidad de emitir su voto, las mujeres no lograron integrarse efectivamente –como miembros legítimos elegidos soberanamente- en las instituciones representativas. De hecho, en un lapso de tiempo bastante prolongado y tras la sucesión de diferentes gobiernos, de color político opuestos al peronismo, algunos democráticos y otros autoritarios; no hubieron avances contundentes en tanto la incorporación femenina. No obstante ello y a partir del proceso de redemocratización iniciado en la década de los ´80, las mujeres comenzaron a reclamar y a luchar por medidas que permitiesen dar fin o bien neutralizar las desventajas y diferencias que se erigían en la arena competitiva. Sin embargo, podemos asegurar que las instituciones representativas continúan siendo hoy en día, trincheras donde imperan los códigos, las lógicas, las dinámicas y las maniobras masculinas, lo cual indicaría que en la realidad no han sido superados los estereotipos que asocian a la mujer al hogar y al cuidado de los hijos62. En tal sentido, podemos apreciar fielmente, la “creencia popular” en que la mujer posee una competencia política menor, para ocupar cargos públicos de manera eficiente y eficaz en las diferentes instituciones. De ahí deviene la “necesidad”, (amparada bajo pretextos inocuos), de determinados actores de seguir excluyéndolas. En el año 1991, ante un nuevo panorama político más moderado, y signado por una creciente despolarización y una alta volatilidad, se realiza la reforma a la legislación electoral y se sanciona la Ley de Cupo Femenino -24.012 –. La misma implicaba que el conjunto de partidos políticos se vea obligado a incorporar mujeres en sus listas electorales “en un mínimo del 30% de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidad de resultar electas”63; de esta manera la Argentina se transformó en el primer país del mundo que adoptó una cuota mínima de candidaturas legislativas para el sexo femenino, intentado poner fin y reconociendo la necesidad de superar los déficit estructurales que atravesaban a las mujeres a la hora de competir por un puesto. 62 A pesar de que hoy en día muchas de las mujeres que posen una banca en las cámaras, poseen elevados niveles educativos y amplias trayectorias en la participación política en las arenas de socialización política. 63 En un principio, esta norma solamente se aplicó para las listas de candidatos a diputados nacionales, dada la elección indirecta de los senadores. Sin embargo, en el año 2001, la ley de Cupo comenzó a aplicarse a las candidaturas también de la Cámara Alta, ante el cambio en la forma de elegir a los Senadores: de indirecta a directa. 32 Por lo tanto, a lo largo de este trabajo de investigación, consideramos a la ley de voto femenino y a las cuotas, como políticas de acción afirmativa y a su vez como estrategias en manos del PJ, cuyos objetivos eran: delimitar modestamente el predominio histórico y político del hombre moderno (dando, de este modo, fin a los obstáculos que se erigían en contra de la mujer); y contribuir a la supervivencia de la organización. A pesar del reconocimiento explicito y normativo que implicó la sanción de ambas leyes en términos de la igualdad de condiciones, en la praxis, el déficit todavía no está superado ni resuelto, ya que muchas veces las mujeres no pueden hacer uso de su derecho a sufragar al no tener los medios económicos para acceder al recinto donde se lleva a cabo la votación, no poseer los niveles mínimos de instrucción, o simplemente “no tener con quien dejar a sus hijos”. Paralelamente tampoco en nuestro país existe un efectivo acceso a los puestos decisionales de los ámbitos institucionales y por ende, al ejercicio real del poder en condiciones de libertad e igualdad. Es habitual que a la hora de seleccionar a los candidatos que ocuparán un lugar en las lista partidarias, sean los hombres más importantes del partido, en nuestro caso los que se hacían del poder Ejecutivos: Perón y Menem, quienes negocien y decidan las candidaturas, pues la incorporación de la mujer significaba para los mismos, un desafío político a resolver: la potencial perdida de determinados lugares claves en las listas y en el Parlamento. De este modo, gracias a los recursos políticos e institucionales, y a la baja institucionalización del partido, ambos líderes concentraban y centralizaban el poder de decisión, contando con amplios márgenes para persuadir, presionar y negociar, como así también para moldear los procesos de selección y de decisión. Por lo tanto, el nivel de participación y de injerencia de las mujeres en la toma de decisión es muy limitado, o más bien nulo, ya que supone ser más estratégico gubernamentalmente (ante la necesidad de mantener los niveles de autoridad, de disciplina, de liderazgo y de poder), que sean los hombres (fieles a la organización) quienes tengan a cargo la banca o alguna mujer que tenga un fuerte lazo con algún hombre importante del partido. De hecho, pudimos inferir, mediante el análisis de datos, que una proporción considerable de las representantes mujeres poseían algún familiar que ejerció o ejerce algún cargo público y/o partidario. Por lo tanto, nos animamos a señalar la importancia y la influencia de las relaciones de las parlamentarias con su entorno familiar a la hora de postularse, de conservar el poder partidario y de apoyar ciertas políticas “arbitrarias” de gobierno. “Muchas veces el cupo se utiliza para que [las candidatas] sean las parientes de, las mujeres de, las novias, las esposas, las primas, y no realmente por la capacidad que tiene que tener la mujer” (PNUD, 2008, Pág. 155). Por ende, varias mujeres parlamentarias tienen una posición podríamos denominarla, “machista” y muy pocas veces, presentaron proyectos “feministas” o a favor a los de los derechos de las mujeres. Serán entonces las relaciones familiares un factor condicionante y determinante para que ciertas mujeres se dediquen a la política así como también para que mantengan 33 el poder en “ buenas manos”, ya que como pudimos observar mediante las entrevistas realizadas, la incorporación de ciertas mujeres gracias al cupo femenino, posiciona y aumenta el poder de algunos lideres partidarios tradicionales. Finalmente, debemos considerar que a pesar de que ambas legislaciones queden habitualmente relacionadas con el Partido Justicialista, constituyendo un aspecto más de la liturgia peronista, según nuestro punto de vista, las leyes exceden la mera cuestión programática y forman parte de una serie de decisiones convenientes y redituables al partido de gobierno. Es así, que como pudimos constatar, existen determinados factores políticos que deben ser tenidos en cuenta al describir y explicar el proceso de incorporación de la mujer, ya que son relevantes a la hora de que los líderes evalúen y tomen posteriormente una decisión política de tal envergadura. Tras la exposición de estos resultados espero poder completar la investigación que en este artículo simplemente he esbozado, y avanzar luego en la línea de interrogantes y planteos que he trazado hasta aquí, con el objetivo de poder realizar un estudio más abarcativo y sustancioso sobre el fenómeno de la incorporación de la mujer en la política. Es por ello, que como buenos politólogos, no debemos quedarnos en la “minoría de edad” y contentarnos con lo que nuestros ojos ven (y muchas veces quieren o nos imponen ver), sino ir más allá; siendo el cuestionamiento, la deliberación, el debate y la reflexión, el camino correcto para poder develar que es lo que se esconde tras el velo. 34 Bibliografía Abal Medina, Juan (h) y Suarez Cao, Julieta (2002)“La competencia partidaria en la Argentina: sus implicancias sobre el régimen democrático, En El asedio a la política: los partidos latinoamericanos en la era neoliberal, editado por Marcelo Cavarozzi y Juan Manuel Abal Medina. Rosario: Homo Sapiens - Konrad Adenauer Stiftung. Adrogué, Gerardo, (1995) “El nuevo sistema partidario argentino”, en Acuña, Carlos (Comp.), La nueva matriz política argentina, Editorial Nueva Visión, Buenos Aires. 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Art. 3 - Para la mujer regirá la misma ley electoral que para el hombre, debiéndosele dar su libreta cívica correspondiente como documento de identidad indispensable para todos los actos cívicos y electorales. Art. 4 - El Poder Ejecutivo, dentro de los dieciocho meses de la promulgación de la presente ley, procederá a empadronar, confeccionar e imprimir el padrón femenino de la Nación en la misma forma en que se ha hecho el padrón de varones. El Poder Ejecutivo podrá ampliar este plazo en seis meses más. Art. 5 - No se aplicarán a las mujeres las disposiciones ni sanciones de carácter militar contenidas en la Ley 11.386. La mujer que no cumpla con la obligación de enrolarse en los plazos establecidos estará sujeta a una multa de cincuenta pesos moneda nacional o a la pena de quince días de arresto en su domicilio, sin perjuicio de su inscripción en el respectivo registro. Art. 6 - El gasto que ocasione el cumplimiento de la presente ley se hará de rentas generales, con imputación a la misma. Art. 7 - Comuníquese al Poder Ejecutivo. Reforma de la Ley En el año 1948 fue modificado el artículo 4°, que sufrió el siguiente agregado: "Con la sola excepción de que en la impresión del padrón femenino no se consignará el año de nacimiento". Ley 24.012 y decreto reglamentario 379/93 Ley de cupo. Código Electoral Nacional - Sustitución del art.60 del dec 2135/83 41 Sanción: 6 de Noviembre de 1991 Promulgación: 29 de noviembre de 1991 Publicación: BO 3/12/91 Citas legales: Ley 23247 XLV-D 3531; Ley 23476: XLVII-A, 109;d 2135/83: XLIIIC, 2815 Art.1º - Sustituyese el art. 60 del dec. 2135/83 del 18 de agosto de 1983, con las modificaciones introducidas por las leyes 23247 y 23476, por el siguiente: Art. 60 Registro de los candidatos y pedido de oficialización de listas. Desde la Publicación de la convocatoria y hasta 50 días anteriores a la elección, los partidos registrarán ante el juez electoral la lista de los candidatos públicamente proclamados, quienes deberán reunir las condiciones propias del cargo para el cual se postulan y no estar comprendidos en alguna de las inhabilidades legales. Las listas que se presenten deberán tener mujeres en un mínimo del 30% de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidad de resultar electas. No será oficializada ninguna lista que no cumpla estos requisitos. Los partidos presentarán juntamente con el pedido de oficialización de listas datos de filiación completos de sus candidatos y el último domicilio electoral. Podrán figurar en las listas con el nombre con el cual son conocidos, siempre que la variación del mismo no sea excesiva ni dé lugar a confusión a criterio del juez. Art.2º Comuníquese etc. Visto la ley 24012 y Considerando: Que la citada Ley estatuye la participación efectiva de la mujer en las listas de candidatos a cargos electivos que representan los Partidos Políticos, obligatoriedad que llega hasta la prohibición de oficialización de listas que no contemplen el porcentaje mínimo exigido por la Ley. Que la misma es de aplicación para la presentación de listas de candidatos a cargos electivos nacionales y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Que la finalidad de la Ley es lograr la integración efectiva de la mujer en la actividad política, evitando su postergación al no incluirse candidatos femeninos entre los candidatos con expectativa de resultar electos. Que se hace necesario por vía de la reglamentación unificar los criterios generales en la aplicación de la norma citada en el Visto a fin de dar un tratamiento homogéneo al tema en todos los Partidos Políticos evitando así posteriores impugnaciones partidarias o judiciales. Que el presente se dicta en uso de las atribuciones conferidas en el Artículo 86 inciso 2) de la Constitución Nacional. 42 EL PRESIDENTE DE LA NACION ARGENTINA DECRETA Artículo 1º: El ámbito de aplicación de la Ley 24012 abarcará la totalidad de los cargos electivos de parlamentarios nacionales y en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires de Concejales y Consejeros Vecinales. Artículo 2º: El TREINTA POR CIENTO (30%) de los cargos a integrarse por mujeres, según lo prescrito por la ley 24012, debe interpretarse como una cantidad mínima. En los casos en que la aplicación matemática de este porcentaje determinara fracciones menores a la unidad, el concepto de cantidad mínima se regirá por la tabla que como Anexo A integra el presente decreto. Artículo 3º: El porcentaje mínimo requerido por el Artículo 1º de la Ley 24012 se considerará cumplido cuando dicho porcentaje alcance a la totalidad de candidatos de la lista respectiva, incluyendo los que cada Partido Político, Confederación o Alianza transitoria renueve. Artículo 4º: Cuando algún Partido Político, Confederación o Alianza Transitoria se presentara por primera vez, renovara un candidato o no renovara candidatos se tomará en cuenta, a los fines de lo establecido en el Artículo anterior, que la cantidad de cargos es igual a uno. En este caso será indiferente colocar en el primer puesto a mujer o varón, pero en los siguientes lugares de la lista se incluirán regularmente UNA (1) mujer por cada DOS (2) varones hasta que se cubra el porcentaje mínimo que exige la Ley 24012 dentro del número total de cargos. Artículo 5º: En el caso en que el Partido Político, Confederación o Alianza Transitoria renueven dos cargos, al menos uno de los candidatos propuestos debe ser mujer. Artículo 6°: Las Confederaciones o Alianzas Transitorias deberán ajustarse a lo establecido en los Artículos precedentes, garantizando la representación del Treinta Por Ciento (30%) de mujeres en la lista oficializada, con independencia de su filiación partidaria y con los mismos requisitos establecidos por los Partidos Políticos, sin excepción alguna. Artículo 7º: Los Partidos Políticos, Confederaciones y fusiones tanto de distrito como el orden nacional deberán adecuar sus respectivas normas internas para posibilitar la plena vigencia del régimen establecido en la Ley 24.024 antes de la elección de renovación legislativa de 1993. Artículo 8º: Si por el procedimiento del Artículo 61 del decreto Nº 2135 del 18 de agosto de 1983 modificado por las Leyes 23247, 23476 y 24012 el Juez con competencia electoral determinara, que algunas de las candidatas que componen el mínimo exigido del TREINTA POR CIENTO (30%) no reúnen las calidades exigidas por la Ley, el Partido Político, Confederación o Alianza Transitoria deberá proceder a su sustitución en el término de cuarenta y ocho horas (48hs). Artículo 9º: Regístrese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese. 43