CIRCULO PRO VALORES ESPIRITUALES

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CIRCULO PRO VALORES ESPIRITUALES
PLATAFORMA DE ACCION
Valores espirituales, matrimonio y familia, y educación moral de las nuevas
generaciones como los pilares para
una renovación ética y social del Uruguay
ORIGEN Y PROPÓSITO DEL DOCUMENTO
E
l citado documento promueve primero una reflexión sobre el
grado de vigencia y solidez que tienen “los valores espirituales,
el matrimonio y la familia, y la educación moral de las nuevas
generaciones” en el Uruguay de fin de siglo. Propone, también, principios y
líneas de acción para el fortalecimiento, la defensa y la promoción de aquellos
aspectos, que definimos, “como los fundamentos básicos de la sociedad y la
nación” y cuyo fortalecimiento, defensa, y promoción, ayudará a lograr “ la
imprescindible renovación ética y el progreso social de nuestro país”.
Los motivos para elaborar este documento y presentarlos a los
gobernantes nacionales son fundamentalmente dos:
Uno, la convicción de que es necesario una reflexión sincera, serena y
profunda sobre el actual estado espiritual, ético y social de la nación llevando
esa reflexión a los ámbitos de quienes son los gobernantes de este país. Una
reflexión que no sea un mero análisis crítico sino que aporte
constructivamente en pro de mejorar el actual estado de cosas.
Dos, la certeza de que es necesario actuar con celeridad para lograr un
reavivamiento espiritual y ético, si queremos evitar una mayor decadencia
social y lograr proyectar al Uruguay hacia un destino luminoso en la nueva
época histórica que se abre con el comienzo de un nuevo siglo y milenio.
INTRODUCCION
E
L gobernar implica tomar decisiones diariamente, en distintas
esferas de actividad de la vida nacional como son la economía,
las finanzas, el trabajo, la educación, la administración del
Estado, las relaciones internacionales, la seguridad pública, entre muchas
otras. Generalmente la acción de gobernar esta determinada por la premura y
la presión que imponen los hechos, los que imponen una lógica pragmática,
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que deja poco espacio para la incidencia de una visión más espiritual e
idealista en las decisiones públicas.
Tan cierto como lo anterior lo es también que no se puede gobernar
eficazmente sino es a partir de principios y valores permanentes, de raíz
espiritual, que dan forma a una visión sobre la vida y la sociedad, una visión
que no se limite exclusivamente a lo económico y político, sino que sea
integradora de otros aspectos y esferas de la vida humana. Ese tipo de visión
más amplia, sumada a las dotes intelectuales, el conocimiento y la experiencia
que posean los líderes y los gobernantes, otros elementos imprescindibles
para gobernar, como son una fuerte fe, esperanza, y una convicción espiritual
y moral, que den la fuerza íntima, para sortear las dificultades del presente y
ver los asuntos públicos con una mayor profundidad y alcance.
Hay cinco aspectos básicos que pensamos que los gobernantes, los
líderes de diferentes ámbitos de la sociedad, y la ciudadanía en general,
deberían tener en cuenta en el momento de hacer una agenda de prioridades
nacionales. Ellos son:
1. La naturaleza espiritual y moral, y la trascendencia de la existencia
humana;
2. Las raíces espirituales y morales que tienen los graves problemas
sociales que la nación y el mundo enfrentan;
3. La fase espiritual y moral que tiene la solución a todos esos
problemas;
4. Las consecuencias espirituales y morales que en esta generación y en
las venideras, tienen los diferentes actos públicos;
5. La esfera espiritual y moral que todo liderazgo y toda
responsabilidad cívica contienen dentro de sí.
Teniendo en cuenta esas premisas creemos que el estado de una nación
no se puede medir sólo a partir del avance o retroceso de los indicadores
económicos o financieros, o de otros aspectos que tienen que ver con la
estructura política o económica de la nación.
No afirmamos que esos aspectos, y su avance o retroceso, no sean
asuntos importantes de ser considerados. Por supuesto que lo son. Lo que
afirmamos es que el estado de una Nación es mucho más que eso teniendo en
cuenta que los seres humanos no somos meros “homos económicus” o “homos
políticus”.
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El ser humano ha sido dotado por su Creador, de un espíritu eterno, de
un propósito moral superior para su existencia, y de la potencialidad de
desarrollar valores y virtudes cuya manifestación plena en nuestras vidas nos
hace a todos verdaderos seres humanos. Creemos por ello, que el análisis de
la situación de la Nación debe partir justamente de la vigencia y la fortaleza
que muestren esos valores espirituales; por el estado moral y la conducta
social que pongan en evidencia los niños y adolescentes que son los líderes y
ciudadanos del futuro, y por el estado de la familia, que como señala
inequívocamente el artículo 40 de nuestra Constitución, es la base de la
nación.
Por ello y mirando el estado de la nación y la sociedad desde este
ángulo, que enfatiza lo básico - aquello sobre lo cual se edifica la estructura
social, económica y política - no podemos sino que mostrar una gran
preocupación por la expansión de un conjunto de fenómenos muy graves.
Fenómenos que son claros síntomas de decadencia social.
Sabemos que esta preocupación abarca a muchos actores y sectores de
nuestra sociedad, sin distinción de religión, ideología política o condición
social, desde donde se han escuchado y escuchan voces alertando sobre la
gravedad de esos fenómenos y como ellos están afectando el futuro del país.
Entre esos graves fenómenos de decadencia moral y social están sin
duda los siguientes:
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Disminución creciente del número de matrimonios;
Aumento acelerado del número de divorcios;
Aumento del número de “uniones libres”, especialmente entre
parejas jóvenes;
Graves problemas psicológicos entre los niños cuyos padres se
divorcian;
Violencia familiar;
Iniciación sexual precoz y un manifiesto abuso del amor sexual
entre los adolescentes;
Aumento del número de embarazos solteros;
Aumento del número de hogares monoparentales;
Bajo crecimiento demográfico en los hogares más pudientes y
con mayor educación y alto crecimiento demográfico en los
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hogares de más bajos recursos económicos y menor preparación
educativa;
Un número cada vez más altos de hogares con jefatura femenina;
“Epidemia” depresiva;
Aumento del consumo de drogas entre los jóvenes y una edad
cada vez más temprana del inicio del mismo;
Altos niveles de consumo de alcohol entre los adolescentes y una
edad cada vez más temprana del inicio del mismo;
Aumento de la delincuencia entre jóvenes, de sexo masculino, y
menores de 25 años;
Conflictividad y violencia en los centros de enseñanza;
Alto consumo de psicofarmacos;
Un alto índice de suicidios e intentos de suicidio entre jóvenes;
Alto número de accidentes de tránsitos con lesiones mortales
donde el alcohol es un factor determinante;
Impacto de la televisión en la formación de los niños y
adolescentes y la primacía de programas televisivos que
promueven valores negativos;
Excesos y violencia en la forma en como los adolescentes se
divierten;
Descreimiento de la juventud en los líderes e instituciones
políticas;
Baja de la ascendencia espiritual y moral de padres y maestros
sobre sus hijos y alumnos;
Falta de confianza y desasosiego entre la población frente al
futuro pese a la existencia de signos alentadores. Se enfatiza lo
negativo más que lo positivo.
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La suma de todos estos fenómenos, que por demás tienen una profunda
interrelación e interdependencia entre sí, nos lleva a afirmar que nada bueno
auguran en la medida de que son fenómenos que están en pleno desarrollo, en
algunos casos con un gran vigor expansivo, y de los que comenzamos ahora a
recoger sus amargos frutos. Frutos que se manifiestan especialmente entre los
niños y los adolescentes. No podemos ocultar una verdad dolorosa. La pérdida
de los puntos de referencia, los fenómenos de decadencia moral y social, y las
angustias y desconcierto que muestra el mundo adolescente tiene sus raíces en el
mundo de los mayores.
La agenda de prioridades de los gobernantes y dirigentes nacionales deben
tener en cuenta estos fenómenos y exige de ellos que desde el ámbito de la
conducción del Estado y del Gobierno se marque una plena atención de esta
problemática, y se emita una voz principista y moralmente no ambivalente.
Exige también que se lideren y armonicen los esfuerzos públicos y privados en
pos de reanimar espiritual y moralmente a la nación, y en la búsqueda y puesta
en práctica de proyectos que sean un aporte sustancial a un cambio del actual
estado de cosas.
Todos los fenómenos sociales anteriormente citados, nacen, crecen, y se
multiplican bajo el impulso y aliento negativo de tres expresiones de una forma
de ver y vivir la existencia humana: el individualismo egocentrismo, el
hedonismo, y el relativismo moral. Ellos han inundado la cultura y la vida
humana en las últimas décadas y amenazan con hacer sucumbir la herencia
espiritual y ética de las naciones. Frente a ellas, Estados y Gobierno, en cuanto
salvaguardias de esa misma herencia, no pueden ser neutrales ni de palabra ni de
hecho.
La historia demuestra que el auge o la decadencia de las civilizaciones y
de las naciones siempre esta vinculado al estado de sanidad espiritual y moral,
que es el que tonifica y da permanencia, al desarrollo social, económico y
político.
REFLEXIONES Y PRINCIPIOS BASICOS PARA
LA ACCION POSITIVA
E
l Estado y el Gobierno deben ser tolerantes y comprensivos con
diferentes opciones de vida y formas de pensar siempre que ellas
no crucen el límite de la ley pero no pueden ni deben ser
moralmente neutrales frente al hecho de que esas opciones y pensamientos
socaven o fortalezcan los pilares y valores básicos de la sociedad y la nación.
Un ejemplo claro es el embarazo precoz de adolescentes solteras. El
Estado y el Gobierno junto con otras organizaciones de la sociedad civil deben
tener una atención especial hacia las madres adolescentes solteras y sus hijos.
Pero lo anterior no puede llevar a ser neutral ante la disyuntiva que es lo mejor
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para la nación: hijos que nacen fuera de un matrimonio o hijos que nacen en el
matrimonio; adolescentes que se preparan y educan para vivir en matrimonio o
familia o adolescentes que viven en promiscuidad sexual y carecen de
estabilidad afectiva y social.
Otro ejemplo claro de esta primera premisa la acción es el caso del
matrimonio. El Estado es tolerante de la decisión de hombres y mujeres que
deciden separarse por diversas razones. Le pone un marco legal a esta decisión.
Pero no puede ser neutral frente a que es mejor para los destinos del país: el
divorcio o la fortaleza y vigencia del matrimonio. Más allá de esto debe tener
una participación activa en promover los esfuerzos para desalentar una cultura
divorcista y fomentar una cultura del matrimonio.
Un tercer patrón básico son los valores nacionales y sociales. El Estado y
el Gobierno no deben ni pueden imponer por la fuerza un sistema de valores
éticos y morales determinados. Pero ello no implica que sea neutral frente a
cuestiones axiológicas. El Estado y el Gobierno debe basar su acción y la nación
desarrollarse, bajo un sistema de valores espirituales y éticos permanentes, que
le den contenido a la acción de aquel y sinteticen el alma y propósito de la
nación.
Por lo tanto el Estado y el Gobierno deben apuntar claramente a través de
su discurso, de su agenda de prioridades, de sus planes, y de sus acciones
concretas a:
1.
2.
3.
4.
5.
Fortalecimiento de los valores espirituales y éticos;
Defensa y promoción de la familia y el matrimonio, monogámico y
heterosexual, y los valores familiares.
Desarrollo de una educación moral y ética para niños y adolescentes
en los centros de enseñanza empezando por las escuelas;
Promoción de una cultura acorde con los valores espirituales y
éticos;
Recuperar la ascendencia moral de los liderazgos sobre las nuevas
generaciones.
Esto no implica solamente un ejercicio teórico ni un mero y vano
idealismo, implica por sobre todo, que esos valores espirituales y éticos, sean
una guía para la acción y se vean plasmados en obras concretas que alienten la
esperanza y la certeza, de que es mejor para una sociedad, el vivir en la virtud
que en el vicio.
Exhortamos a los gobernantes que para llevar adelante este tan necesario
reavivamiento espiritual, ético, cívico y social de la nación profundicen la línea
de cooperación y acercamiento con las iglesias y organizaciones de índole
religioso, espiritual y ético. Podríamos hacer un largo listado de señales de un
cambio favorable en donde los sucesivos gobiernos y los principales líderes
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nacionales, desde 1985 a la fecha, han ido marcando claramente que un Estado
Laico es un Estado que no toma partido a favor de religión alguna pero no es un
Estado por ello hostil o que desconozca la importancia del fenómeno religioso o
de las manifestaciones de la espiritualidad humana.
Creemos que cada uno en su lugar, y con misiones diferentes, Gobierno y
Partidos Políticos, e iglesias y organizaciones religiosas o espirituales pueden
llevar adelante un esfuerzo común en varias áreas vitales como son algunas de
las ya señaladas y otras más: valores espirituales y éticos; familia y matrimonio;
educación moral de las nuevas generaciones; lucha en contra de la droga y otras
adicciones; promoción social para eliminar la pobreza y la marginalidad;
prevención del crimen, y la rehabilitación de los delincuentes, por mencionar
algunas.
Los gobernantes que necesariamente deben tratar con los diversos efectos
de enfermedades espirituales y morales necesitan de la ayuda de aquellos que
como las religiones tienen como la misión primordial de su existencia ayudar a
resolver esos males que afectan al alma de los seres humanos y se extienden
desde el individuo, a la familia, a la sociedad, a la nación y al mundo. En su
ansiosa búsqueda de resultados prácticos la experiencia histórica muestra que los
gobernantes encuentran en instituciones como la familia, la escuela y las iglesias
las fuentes que alimentan las grandes virtudes que hacen a su vez fuertes y
vigorosas a las naciones y culturas.
Sería importante pues que en este período de Gobierno que se abre, los
nuevos gobernantes, pudieran crear ámbitos de intercambio y de cooperación,
con las iglesias y organizaciones religiosas y espirituales establecidas en el país,
así como otros grupos promotores de la causa de los valores, la formación de los
jóvenes, defensa de la familia, para elaborar un programa de principios y de
acción común.
LINEAS DE ACCCION Y ALGUNOS OBJETIVOS POSIBLES
Proponemos como líneas de acción y objetivos generales los siguientes:
A.
Promoción de los valores espirituales , éticos y morales, así como
de las virtudes cívicas. Alentar y apoyar la promoción y la difusión,
pública y privada, por todos los medios disponibles en la sociedad,
de esos valores y virtudes, así como de ejemplos de vida acordes
con los mismos.
B.
Definir un Código de Valores y Virtudes espirituales, éticas y
cívicas que definan el ser nacional.
Ejemplos de pasos concretos que se podrían tomar son:
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C.
-
Elaboración de un Manual que contenga el referido Código;
-
Difusión por distintos medios de comunicación de historias
reales o de ficción donde se resalten la importancia de esos
valores;
-
Difusión por distintos medios de comunicación de vidas
ejemplares de ciudadanos uruguayos o de otras
nacionalidades;
-
Promoción de concursos para la producción de programas de
radio, T.V. o textos que estén en sintonía con los dos ítems
anteriores.
Promover cambios en la Educación a fin de que los niños y los
adolescentes reciban en la Enseñanza Primaria y Media:
-
Educación para el amor, el matrimonio y la familia

Incorporar a las opciones educativas y a la publicidad
estatal dirigida hacia los jóvenes la “abstinencia
sexual” antes del matrimonio para la sanidad espiritual
y moral, y la física. Esto no debe hacerse desde una
postura negativa y restrictiva sino desde una óptica
positiva fomentando una verdadera comprensión del
amor, su contenido y propósito, y el valor del
matrimonio y la familia para la vida de las personas.
-
Educación de valores espirituales y éticos
-
Educación cívica
Esto implica:
-
Realizar modificaciones en los currículos educativos para
introducir las materias a través de las cuales dar ese tipo de
enseñanza;
-
Preparación de maestros y profesores que sean expertos para
dar esos cursos y que tengan no sólo la técnica pedagógica
sino la convicción de enseñar dichos valores
-
Apoyar financieramente a instituciones privadas a fin de que
elaboren programas educativos que reúnan los requisitos de
calidad y contenido para ser usados en las tres formas de
Educación propuestas.
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Todo debe hacerse en un grado acorde con la jerarquía e
importancia fundamental que tienen esas formas y contenidos
educativos para el futuro de los estudiantes y de la sociedad en su
conjunto.
D.
Fortalecer el vínculo entre la Familia y la Escuela, los padres y los
maestros dándole a los padres mayor participación y espacio de
libertad en el proceso educativo de acuerdo al papel que le asigna la
Constitución de la República.
E.
Defensa irrestricta del matrimonio heterosexual y de la familia,
como la base de la nación. Entre las medidas propuestas a fin de
lograr esos objetivos podrían estar:
-
Creación de un Instituto Nacional del Matrimonio y la
Familia integrado por personalidades del mundo secular y
religioso que defiendan la importancia de ambas
instituciones;
-
Formación en el marco del mismo de una Escuela para
Esposos y Padres;
-
Apoyo a los proyectos ya presentes u otras iniciativas futuras
privadas que provean a las parejas jóvenes de formación
prematrimonial y a las llamadas “escuelas de padres”.
-
Buscar formas de alentar a las “uniones libres” a formar
matrimonio;
-
Apoyar a los matrimonios jóvenes con distintas medidas de
promoción y aliento. Entre ellas pueden estar de orden:




Impositivo
Acceso al crédito
Vivienda
Cursos educativos de actualización
-
Apoyar a las madres solteras adolescentes y a sus hijos para
romper el círculo vicioso que conduce a la marginación y
diversas inconductas sociales.
-
Apoyo a todas las organizaciones religiosas o no, que desde
un punto de vista no sectario, trabajan a favor de dichos ideal
y modelo familiar.
9
F.
Promover y apoyar esfuerzos públicos y privados para el desarrollo
de una cultura moralmente sana que surja como una alternativa
creíble frente a la decadencia de la cultura que se trasmite
especialmente por los medios de comunicación masiva,
fundamentalmente la televisión.
Incorporar a la reflexión y el esfuerzo a dueños de los medios,
empresas anunciantes, publicistas, periodistas, actores, y otros
agentes culturales y de la comunicación.
Promover formas de recreación para los jóvenes: deporte, música,
esparcimiento sano, que estén acorde con los valores y virtudes
espirituales y éticos.
Entre las medidas que se pueden adoptar están:
-
Multiplicar los esfuerzos en atraer a los adolescentes a
actividades deportivas combinadas con la enseñanza de los
valores del deportista (mente sana, corpore sano);
-
Acrecentar los esfuerzos en atraer a los adolescentes a
actividades de vida natural combinadas con la enseñanza de
armonía con la naturaleza;
-
Organizar círculos de solidaridad juvenil con los necesitados;
-
Realizar actividades para desarrollar entre los niños y
adolescentes el amor al campo y al mar;
-
Desarrollar círculos de cultura que tengan entre sus motivos
principales un mayor conocimiento del legado cultural
nacional visitando museos, lugares históricos, personajes
relevantes, etc.;
-
Llevar adelante actividades artísticas para jóvenes que
promuevan opciones diferentes y reflejen gustos estéticos y
éticos más elevados;
-
Elaborar campañas para alertar lo negativo de las formas de
diversión actual;
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CONCLUSION
T
odos, gobernantes, líderes, hasta el más simple de los ciudadanos,
seremos juzgados por la historia por la misma vara. Esa vara es la
herencia espiritual, ética y social que dejemos a quienes nos
sucedan.
Uruguay al igual que el resto del mundo esta en una era de cambios de
una trascendencia histórica nunca vista. Ellos traen consigo desafíos y retos de
diversas índole. Sin embargo el más grande desafío y reto es para todos rescatar
la mejor herencia espiritual y ética de nuestro pasado y proyectarla, superándola,
hacia el presente.
Para nosotros, eso pasa indefectiblemente por un compromiso activo, de
los gobernantes, de los partidos políticos, y de la sociedad en su conjunto con los
valores espirituales y éticos, con el matrimonio y la familia, con la buena
educación que forme a nuestros descendientes como personas moralmente
rectas, con crear un ambiente de reavivamiento nacional que nos otorgue la
fuerza y la convicción de luchar y superar unidos diferentes problemas sociales
como la marginación, la pobreza, la droga, el crimen, la violencia entre otros.
Aunque la ciudadanía aguarda ansiosa de los gobernantes soluciones
concretas a problemas también concretos no deberíamos dar la espalda a una
gran verdad, la que los grandes cambios, perdurables y sustentables, siempre
nacen en el corazón del ser humano y no en los cambios estructurales.
Por eso entre todas las cosas que uno debe esperar, la más importante es
tal vez, que los gobernantes asuman su cuota de responsabilidad en despertar el
alma y el corazón adormecido de la nación y potencien cada célula de esta,
desde la más elemental a la más compleja, dándole fuerza espiritual y virtud
moral, idealismo y valores. Con ellos y sólo con ellos Uruguay transitara seguro
en el siglo venidero. Nuestros antepasados y nuestros descendientes estarán
eternamente agradecidos por la valentía, visión y coraje que demuestren en la
obra de cumplir esa misión y por el grado en que todos nos comprometamos en
esa gran obra.
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