DOMINGO II DESPUES DE NAVIDAD 2015

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DOMINGO II DESPUES DE NAVIDAD 2015
DOMINGO II DESPUES DE NAVIDAD 2015
Todavía estamos en Navidad. Hemos celebrado el Nacimiento del Hijo
de Dios y la fiesta de su Madre, la Virgen María, y pasado mañana
celebraremos la fiesta de la Epifanía, o sea, la manifestación del
Salvador a todas las naciones. Pero antes nos reunimos en este domingo
que parece que sea de transición. Pues no, de transición nada.
Las lecturas de hoy nos ayudan a entender mejor lo que representa para
nosotros el que el Hijo de Dios haya tomado nuestra naturaleza humana.
Le podemos mirar como al
Salvador y Mesías enviado
por Dios, o como al Médico
que nos cura los males del
alma y del cuerpo, o como el
Maestro y Profeta que nos
enseña la Verdad de Dios.
Pero hoy las lecturas nos lo
han presentado como LA
PALABRA misma de Dios,
como LA SABIDURÍA verdadera, encarnada y esto nos ayuda a
profundizar en nuestra celebración de la Navidad. Nos lo ha dicho el
autor de la primera lectura, el Sirácida: la Sabiduría de Dios,
personificada, habita en Jacob, se ha establecido en Sión, en Jerusalén,
ha echado raíces en medio del pueblo elegido de Dios, Israel.
La alegría que este pueblo sentía porque nada menos que la Sabiduría de
Dios, hecha persona, habitaba en medio de ellos, la deberíamos sentir
nosotros con mayor razón, porque sabemos que Cristo Jesús, el Hijo de
Dios, no sólo nos ha traído la Palabra de Dios, sino que El mismo ES
LA PALABRA viva de Dios.
Nos los ha dicho san Juan, en ese himno poético con que empieza su
EVANGELIO: "en el principio era la Palabra, y la Palabra era Dios". Y
esa Palabra, que hizo con su poder todo el universo creado, ha venido al
mundo, se ha hecho hombre, ha puesto su tienda en medio de la
humanidad y hemos contemplado su gloria.
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Amigos, es esto lo que celebramos en la Navidad. Es esto lo que nos
debe llenar de alegría a los cristianos, porque esto es lo que da sentido a
nuestra existencia. Nuestro Dios no es un Dios lejano: NOS HA
DIRIGIDO SU PALABRA, y esta Palabra es Cristo Jesús que se
hace como uno de nosotros.¿De verdad que es esto lo que sentimos y
por lo que celebramos la Navidad?.
Por eso y ante la duda viene el paso siguiente que nos ha narrado el
evangelio el evangelio de S. Juan. ¿De verdad le recibimos?¿Acogemos
en nuestra vida a esa Palabra, a esa Sabiduría de Dios que es Cristo?
Juan ha dicho: "la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió",
"vino a su casa y los suyos no la recibieron".
¿Podemos decir que el mundo de hoy se ha enterado de esta Luz y de
esta Sabiduría que Dios le ha regalado? ¿Podemos decir que cada uno de
nosotros, aunque seamos cristianos, nos hemos dejado interpelar
profundamente por esta Palabra que Dios nos ha dirigido? Si es así, ¿por
que no cambia la vida de no pocos cristianos?
SAN PABLO nos ha exhortado a que nos dejemos iluminar por esa Luz.
Dios nos ha bendecido "con toda clase de bendiciones espirituales", nos
ha predestinado "a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo"¿pero como
respondemos a tantas bendiciones y dones que recibimos?¿De verdad
afectará la Navidad para bien en nuestras vidas durante este año?
Mirad, celebrar la Navidad, es
convencernos de que en la familia de
Dios todos somos hijos, porque el
Hijo de Dios se ha hecho nuestro
Hermano y a partir de eso, todos
somos hermanos.¿Eso es de verdad
lo que celebran muchos cristianos?
Celebrar la Navidad quiere decir que
no estamos viviendo en las tinieblas, porque Dios nos ha iluminado con
su Palabra, con su Sabiduría, con su Verdad. Todos necesitamos la
Verdad. Y más en este mundo que vive en confusión y sin horizonte.
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A lo largo de todo el año, cuando nos reunimos para celebrar la
Eucaristía, es Cristo Jesús el que nos dirige su Palabra salvadora, el
que se nos da como alimento espiritual en las lecturas de nuestra
celebración, y el que se nos da en la comunión de su Cuerpo.
Solo iremos asimilando su Sabiduría si vamos comparando su Palabra
con las muchas palabras que escuchamos en este mundo, y vamos
aceptando sus criterios y su mentalidad y las ponemos a mandar en
nuestra vida. Es decir, celebrar la Navidad exige una respuesta de
vida por parte del cristiano. Si solo se trata de montarse en esta noria
de apariencia y consumismo en que muchos están, la Navidad es una
autentica farsa.
Y si no sabemos como responder, fijémonos en la Virgen María, ella
respondió al anuncio del ángel con unas palabras que son el programa a
seguir para cualquier cristiano: "hágase en mí según tu Palabra". Y la
Palabra de Dios, Cristo Jesús, la llenó con su gracia.
Así se responde amigos, así respondió la Virgen y así han respondido
tantos y tantos a lo largo de la historia. Haber si se entiende que ser
seguidor de Cristo significa responder con la vida al mensaje que nos
ofrece el evangelio y no simplemente acatar solo unas verdades y una
serie de normas y requisito.
Si le aceptamos en verdad también sucederá para nosotros lo que el
evangelio de hoy nos anunciaba: viviremos en la luz, seremos hijos en la
casa de Dios, creceremos en esperanza y seremos palabra de sabiduría
para los demás.
¿De qué somos signo? ¿Qué expresamos? ¿Qué engendra nuestra
palabra cuando la escuchan los demás? Con razón se nos invita hoy al
silencio, porque solo en el silencio nos encontramos con nosotros
mismos y con Dios y desde el silencio sabemos poner el evangelio a
mandar en nuestra vida. Ese silencio por medio del cual nos volcamos
hacia dentro y nos preguntamos qué hay dentro de nosotros.
Es triste que muchas veces, para no encontrarnos con ese interior,
hablemos, rellenando nuestra nada con sonidos huecos. Cuando
llenamos nuestro interior con toda clase de ruidos es cuando
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prostituimos la Palabra que Dios nos dirige y además nos hacemos
inútiles para trasmitir esa Palabra que es la única que da sentido a la
vida.
Cuando un cristiano tiene miedo de encontrarse con su mundo interior,
con lo que hay de auténticamente evangélico en él, entonces suele hablar
tonterías y se convierte en un parlanchín Y su palabra suena a mentira, a
mascarada a farsa. Por eso hay muchos cristianos que no tienen
identidad: ya no saben quiénes son ni para qué están en el mundo. Están
llenos de mentiras, son pura fachada, porque su interior está vacío o
corrompido.
Amigos, la verdadera palabra, la que puede hacer
cambiar el sentido de nuestra vida solo brota
del silencio. Y a la vez nos ayuda para que
otros encuentren el sentido de sus vidas.
No hace falta hablar mucho, no hace falta
hacer muchas cosas. Hace falta hacer
silencio y dejar que el Señor haga en nosotros,
y después y solo después, ponerse a testimoniar
lo
que el Señor nos mande. Ese es el camino de la
sabiduría de Dios: ser uno mismo, sentirse uno mismo, vivir lo que se es
y lo que se siente.
Eso es encarnarse como lo ha hecho Cristo. Encarnarse es estar con el
hombre como hermano entre los hermanos. Como lo hizo Jesús en todas
las páginas del Evangelio. Estar con el hombre hermano, no por encima,
ni al margen, ni a distancia. Así se salva al hombre, siendo solidarios,
cercarnos, no por la ley, ni por la autoridad, ni desde los despachos, ni
con secretos de informes o "dossiers". Hay que encarnarse, ir al
hermano, acercarse. Y esto vale para el Papa, los obispos, los curas, y
para todos.
Viendo a Jesús Niño, y viéndole predicar por Palestina, hay que
reconocer que éste el mejor método pastoral. Y anda que nos damos
vueltas y vueltas para encontrar métodos, cuando resulta que lo tenemos
hace 2000años. Se trata de un estilo de vida, es que nos enseña el
evangelio.
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Y el meollo de todo, el amor y la lealtad. No la ley. Según Juan, Dios es
amor y, por lo tanto, la única respuesta válida del hombre a Dios es el
amor. "Ante todo, un amor que responde a su amor", nos dice. Y
expresamente se nos dice, para que no haya lugar a equivocaciones, que
el amor a Dios es al amor al hermano, no podía ser de otra forma.
Me atrevería a haceros UNA PROPUESTA PARA ESTE AÑO
NUEVO: que cada uno se deje interpelar por la Palabra de Dios que
escucha cada domingo ,como una palabra que critica todo lo que hay de
defectuoso en nosotros y nos ayude a abrirnos a la Vida que es de Dios.
Y que tengamos ratos de silencio con Él y descubriremos con
agradecimiento que:
+Siempre nos acompaña en la hora de la incertidumbre, y que nunca
desaparece de nuestro lado aunque a veces no le veamos.
+Que muchas veces no le entenderemos, pero nos daremos cuenta de
que ha merecido la pena seguirle.
+Descubriremos que estamos menos solos que antes, que, nuestra
soledad, es la suya y que, nuestras inquietudes, van con Él, en ese rostro
que, hoy por amor, se nos muestra en Belén y mas tarde por amor
infinito podremos contemplar en el calvario con la pasión.
+Y notaremos que en el
silencio, sigue hablándonos su
amor. Y en la oscuridad, sigue
brillando su estrella. Y en el
portal, sigues esperándonos. Y
en la humildad, y la sencillez
del
prójimo,
sigue
enseñándonos, porque es el
camino
preferido
para
encontrar a Dios
+Cuando nos acostumbremos al silencio redescubriremos el encanto de
creer y el encanto de amar, la ilusión de esperar y la alegría de vivir.
+Y, le daremos gracias porque por venir hasta nosotros, nos sentimos
afortunados y dichosos y saldrán de nuestros corazones expresiones
como: ¡Nunca nos había ocurrido algo parecido! ¡No te vayas, Señor!
¡Quédate junto a nosotros, Señor! ¡Deja que sigamos adorando tu
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divinidad! ¡Permite que te dejemos los dones de nuestra fe, esperanza y
caridad!, los tres cofres mas preciosos.
"Y los suyos no la recibieron". No suceda que también nosotros que nos
creemos "suyos" -que pensamos que lo conocemos porque seguimos
una serie de oraciones y ritos- resulta que después no sepamos recibirlo,
acogerlo y testimoniarlo en la vida. Porque ese debe ser el resultado
de haber celebrado y vivido la Navidad.
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