EDITORIAL Cuando le ofrecen a uno la posibilidad de escribir la nota editorial de la revista de nuestra Facultad de Medicina, se siente una gran responsabilidad mezclada con agradecimiento y porque no… orgullo. Esta es una revista que se nutre y mantiene en el tiempo con el esfuerzo de muchos profesionales, unos como autores, otros como organizadores y administradores. El orgullo se siente porque la mayoría de ellos son NUESTROS DOCENTES. Nuestros docentes son muchos, distribuidos en los distintos ciclos de la carrera: básico, clínico y la práctica final obligatoria. Tienen profesiones distintas dentro del campo de la salud pero comparten todos el ser docente. Ser docente, antiguamente en nuestra Facultad, era para algunos un “hobby”, un entretenimiento, daba “status”. No había conciencia de la función formadora que se desempeñaba, bien o mal. Cada cual enseñaba como podía o como él había aprendido. La Facultad de Medicina, como institución formadora de médicos, siempre se preocupó por la docencia y sus docentes y así como proponía la capacitación en el área profesional para alcanzar el título de Doctor en Medicina, ofrecía una Carrera de Formación Docente para capacitación en esta área con el título de Docente Autorizado en la materia en que desempeñaba este rol. Estoy hablando del siglo pasado, alrededor de los años 70. Desde entonces hasta hoy, la preocupación por la profesionalidad en el campo docente sigue vigente y es uno de los temas centrales de esta gestión. La oferta de capacitación de la Facultad fue modificándose a través de los años, tratando de cubrir mejor los distintos tópicos de la tarea docente y además estimular líneas de investigación en educación médica. Así la carrera de Formación Docente se transformó en Carrera de especialización en Docencia Universitaria, orientación Medicina-Enfermería. Paralelamente a esta Carrera se crea la Maestría en Educación Médica, oferta de formación cuaternaria para todos los docentes de las Facultades de Ciencias de la Salud del país. El número de docentes que cursó la carrera de FORMACIÓN DOCENTE fue aumentando año tras año. Podría decir que aproximadamente el 80% de la planta docente actual realizó algunas de las opciones de capacitación en docencia. Esta inquietud por capacitarse en el rol, por avanzar en la formación, por conocer los avances pedagógicos, para adecuarse a los nuevos tiempos, permitió el fortalecimiento de nuestra planta docente y facilitó la planificación de cambios en nuestro plan de estudio. La posibilidad de capacitación, la profundización en el estudio, el descubrimiento de lo nuevo nos lleva a reflexionar sobre nuestra actividad, nos planteamos que hacemos, porque lo hacemos, como lo hacemos, que resultados conseguimos y el darnos cuenta nos permite plantear un cambio en nuestro accionar docente. Compartir nuestras reflexiones con los colegas compañeros de cátedra, plantear nuevas estrategias didácticas para enseñar, implementar mejoras para la relación docente/alumno, seleccionar nuevos ámbitos para la enseñanza, estimular la responsabilidad de los alumnos, favorecer la construcción del conocimiento, revisar los sistemas de evaluación y tantos otros temas surgen de la reflexión profunda del ejercicio del rol. Así nacen los cambios, debería decir nacieron los primeros allá por los años 1986, cuando luego de análisis, reflexiones, estudio de las necesidades de la comunidad, acuerdos, consensos, se propone el Plan Nuevo (1988), con todas las características ya enunciadas en la nota editorial del número anterior de la revista. Se sucedieron otros cambios y ahora trabajamos en la integración curricular, que como se mencionó en la editorial anterior tiene tres áreas: integración del ciclo básico, integración del ciclo clínico e integración básico-clínica. El proyecto de integración del ciclo básico está preparado. Empezó el trabajo con un grupo de docentes de las básicas a mediados del año 2000. Poco a poco se incorporaron la mayoría de los docentes de este ciclo. La tarea no es simple, requiere esfuerzo, estudio, análisis, crítica, discusión, reflexión, acuerdo, colaboración, decisión, trabajo, capacitación, voluntad, tiempo y sobre todo la responsabilidad y el compromiso de nuestros docentes... Apostar a la educación médica continua y a la profesionalización en el campo docente nos permitirá seguir avanzando en los procesos de mejoramiento de la calidad educativa y contar con una planta docente reflexiva, crítica, responsable y cada vez más comprometida con su rol: ser Docente. Prof. Dra. Marta Valverde de Budeguer Vice Decana Facultad de Medicina - UNT 2 REVISTA DE LA FACULTAD DE MEDICINA - VOL. 8 - Nº 1 (2007)