IDE INCONSTITUCIONAL En relación al Impuesto a los Depósitos

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IDE INCONSTITUCIONAL
En relación al Impuesto a los Depósitos en Efectivo que inició su vigencia el
pasado 01 de julio de 2008 se interpusieron numerosos amparos por considerarse
inconstitucional al violentarse el artículo 31 fracción IV de la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos.
En nuestro caso particular hicimos valer diversos conceptos de violación que
abarcaron desde el proceso legislativo de creación de la ley así como relativos a la
inequidad, proporcionalidad, legalidad y destino del citado impuesto.
Con fecha 25 de marzo de la presente anualidad se dicto sentencia en el Juzgado
Sexto de Distrito en el Estado de Michoacán en la cual se CONCEDIÓ EL
AMPARO Y PROTECCIÓN DE LA JUSTICIA FEDERAL de la cual se transcriben
las partes medulares de la misma:
SEXTO. El concepto de violación que enseguida se estudia, es fundado y
suficiente para conceder a alas quejosas el amparo y protección de la Justicia
Federal.
Las promoventes del amparo aducen, en el cuarto y quinto de sus conceptos de
violación, que los artículos 1º, 2, fracción III y 3º, de la ley de Impuesto a los
Depósitos en Efectivo, infringen, en su perjuicio, los principios de proporcionalidad
y equidad Tributaria, consagrados en el articulo 31, fracción IV, de la Constitución
Federal, por que la base gravable sobre la que se sustenta el cobro del impuesto a
los Depósitos en Efectivo no refleja la verdadera capacidad contributiva de los
sujetos pasivos, pues un deposito superior a los $25, 000. 00 (veinticinco mil
pesos 00/100 M.N.), no es si no la capacidad contributiva por el solo hecho de
realizarse en efectivo.
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La inconstitucionalidad de los artículos 1º, 2º, fracción III y 3º de la ley invocada,
se aprecia cuando no existe parámetro lógico ni jurídico para estimar que la sola
recepción en efectivo superior a $25,000.00 veinticinco mil pesos en moneda
nacional es indicativo de riqueza, es decir, el monto mínimo de causación se fijo al
arbitrio del legislador basado en indicadores proporcionados por la Comisión
Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros,
sin que pueda sustentarse objetivamente que ejemplifica capacidad contributiva
de su tenedor, como el resto de los impuestos directos. Tan es así, que en la
iniciativa de ley, el Ejecutivo Federal propuso un monto mínimo mensual de
$20,000.00 (veinte mil pesos 00/100 M.N), en los siguientes términos:
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Si bien, con base en estudios económicos promedio fue fijado el monto a gravar –
excedente de $25,000.00 (veinticinco mil pesos 00/100 M.N.)Objetivamente no puede demostrarse que la recepción de tal monto en efectivo
inexorablemente demuestre que el sujeto pasivo de la relación tributaria cuenta
con la capacidad de entregar al fisco el 2% dos por ciento de ese dinero.
A diferencia de otros tributos de la misma naturaleza jurídica (directos), como el
desaparecido impuesto al activo, y el que grava la propiedad o la tenencia de los
vehículos, el impuesto sobre depósitos en efectivo, no justifica la capacidad
contributiva del sujeto pasivo.
En el caso del impuesto que gravaba al activo, la ratio legis consistía en que el
sujeto pasivo contaba con elementos que le generarían riqueza; en el supuesto de
la propiedad, el objeto que demuestra capacidad contributiva es el inmueble del
que se disfruta, a mayor suntuosidad del bien raíz mayor el impuesto y viceversa;
finalmente, en el caso de la tenencia de vehículos, el objeto a gravar demuestra
por sí solo la riqueza del contribuyente, por que las características físicas del
automotor permiten establecer una base real y objetiva sobre la cual se aplicará la
tasa del tributo.
Tales ejemplos demuestran sin lugar a dudas que quien realiza el hecho imponible
cuenta con capacidad para contribuir, ya que el objeto no depende de ninguna
circunstancia ajena éste, lo que se demuestra fácilmente bajo el razonamiento de
quien no tenga capacidad contributiva no realizará el hecho imponible, porque en
todos los casos depende de la voluntad del sujeto pasivo comprar un automóvil,
adquirir una casa o maquinaria para su negocio.
En cambio, recibir más de $25,000.00 (veinticinco mil pesos 00/100 M.N.). En
efectivo no genera certeza de la capacidad contributiva del sujeto pasivo, dada la
innumerable cantidad de razones por las cuales se puede materializa el hecho
imponible. Actualizar la hipótesis de causación no depende solo de la voluntad del
titular de una cuenta bancaria, sino de eventos cotidianos y azarosos.
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Con lo anterior, se demuestra que el impuesto reclamado grava de manera
desproporcional a los sujetos pasivos, ya que el objeto no permite apreciar
objetiva y razonablemente su capacidad contributiva en todos los casos.
Es así, pues el parámetro elegido por la norma para que se contribuya al gasto
social no es demostrativo de riqueza, ya que la persona que reciba la cantidad de
$50,000.00 (cincuenta mil pesos 00/100 M.N.), en efectivo estará obligada a pagar
el impuesto a los dos depósitos de manera distinta –transferencia electrónica,
traspasos de cuenta y cheques, excepto el de caja- no lo pagará.
No impide considerar la inconstitucionalidad de los artículos 1º,2º, fracción III y 3º,
de la ley del impuesto a los Depósitos en Efectivo, que la misma nació con un
declarado fin de política extrafiscal, que se aprecia en la exposición de motivos del
ejecutivo Federal, como sigue:
“En este orden de ideas, la finalidad extrafiscal del impuesto que hoy se propone
cobra especial relevancia y se enmarca en la facultad que la Suprema corte de
justicia de la Nación ha reconocido al legislador para establecer contribuciones
que, aunado al propósito recaudatorio, tengan el de servir los instrumentos
eficaces de política financiera, económica y social que el Estado tenga interés en
impulsar o desincentivar.”
Es así, pues el análisis constitucional de los medios utilizados por el Estado para
allegarse de recursos, debe realizarse en estricto apego a los lineamientos de
nuestra carta magna marca sobre el particular, entre ellos los contenidos en el
artículo 31, fracción IV, es decir, en este casi la constitución limita la
discrecionalidad del Poder Legislativo o del Ejecutivo.
En cambio, tratándose de los ingresos que emanen de los mecanismos de
causación, que se otorga a los poderes públicos una amplia discrecionalidad de
regularización, lo cual tiene como consecuencia que el control judicial no sea
riguroso, precisamente para que el Poder Judicial Federal no anule la referida
libertad y no interfiera en las competencias propias de otros poderes.
Ahora, a lo largo del proceso legislativo que siguió la normatividad reclamada, se
argumentó que la persecución de fines extrafiscales de la misma obedece a una
necesidad social de rectoría económica, actuando como equilibrio entre esta y las
peticiones del interés público.
Es así que, los fines que persigue la Ley del impuesto a los depósitos en efectivo
son:
a) Combatir la elusión y evasión fiscal por parte del sector de la economía
informal;
b) Tener un control más cercano sobre los contribuyentes que están dentro del
registro federal de contribuyentes que obtienen ingresos pero no los
declaran al fisco, o bien, se encuentran registrados pero se mantienen en
suspensión de actividades, no obstante que continúan con su actividad
empresarial; y
c) Ampliar la base de contribuyentes para equilibrar la obligación de asistir al
gasto público.
Lo anterior, bajo el cobijo del acreditamiento a que se refiere el artículo 7 de la Ley
del impuesto a los depósitos en Efectivo.
Así las cosas en el caso específico del mecanismo del impuesto a los depósitos en
efectivo, que pertenece a la primera categoría, es decir, a los medios utilizados por
el Estado para allegarse de recursos, se encuentra sujeto al cumplimiento estricto
de las limitantes que establece la Constitución Federal, por lo que al no cumplir
con los principios de proporcionalidad y equidad, como se analizó con antelación,
la existencia de los fines fiscales (recaudación en el ámbito de la economía
informal) y extrafiscales (evitar elusión fiscal y evasión) no puede convertirse en un
elemento aislado que justifique la violación a los principios consagrados por el
artículo 31, fracción IV, de la Ley Fundamental.
Sirven de apoyo a lo anterior, el criterio sustentado por la primera sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, visible en la página 551, del tomo XXIX,
Enero de 2009, Novena Época, del semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, que establece:
“FINES EXTRAFISCALES Y DE POLÍTICA FISCAL. CUANDO PERSIGUEN UNA
FINALIDAD AVALADA POR LA CONSTITUCÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS APORTAN ELEMENTOS ADICIONALES PARA EL
ESTUDIO DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE UN PRECEPTO.
Así como el criterio sustentado por pleno de la Suprema Corte de la Justicia de la
Nación, visible en la página 529, del tomo I, Novena Época, del Apéndice al
Semanario Judicial de la Federación, que establece:
“CONTRIBUCIONES. LOS FINES EXTRAFISCALES NO PUEDEN JUSTIFICAR
LA VIOLACION AL ARTÍCULO 31, FRACCIÓN IV, DE LA CONSTITUCIÓN
POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.
Además, no puede soslayarse que el tributo reclamado desalienta el ahorro en las
instituciones bancarias, conservando en el mejor de los casos el efectivo en el
domicilio o empresa, lo que provoca, entre otros efectos colaterales, el
estancamiento de la economía e incremento de los indicadores delictivos
primordialmente en el ilícito de robos.
En tales condiciones, si los artículos 1º, 2, fracción III y 3º, de la ley del impuesto a
los Depósitos en Efectivo, no agrava de manera proporcional a los sujetos pasivos
de ese impuesto, pues el hecho imponible no permite apreciar la capacidad
contributiva de los mismos, entonces, es evidente que vulneran, en perjuicio de las
quejosas, de los principios de proporcionalidad y equidad tributarias, consagradas
en el artículo 31, fracción IV, de la Constitución Federal.
Congruente a lo anterior, se concede a las quejosas “_____ S.A DE C.V.”, Y
“_______, S.A.DE C.V,”
El amparo y protección de la Justicia Federal, para que el efecto de que no se les
aplique los preceptos legales declarados inconstitucionales y se les desincorpore
de su esfera jurídica, de la obligación de pagar el impuesto a los depósitos en
efectivo, y en consecuencia se les devuelva las cantidades que enteraron al fisco
federal a través de las entidades bancarias correspondientes con motivo de ese
impuesto, tanto en el acto de aplicación a que se refiere esta sentencia, como los
que se hayan generado hasta el cumplimiento de la misma.
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