Santa MARIA de la PASCUA

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MARIA - ESPIRITUALIDAD
SANTA MARÍA de la PASCUA
A la luz de la Palabra de Dios
Juan 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el
primero de la semana, estaban
los discípulos en una casa, con
las puertas cerradas por miedo a
los judíos. Y en esto entró
Jesús, se puso en medio y les
dijo:
- «Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las
manos y el costado. Y los
discípulos se llenaron de alegría
al ver al Señor.
Jesús repitió:
- «Paz a vosotros. Como el
Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
- «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados,
les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos».
Reflexión
Seguimos caminando tras los pasos de MARÍA, con las posibilidades que
nos ofrece la liturgia. Ahí vamos descubriendo elementos muy
interesantes que nos están ayudando a tomar conciencia de cuanto ha
pasado por el corazón de aquella mujer: sus alegrías, sus interrogantes,
su constante ABRIRSE a Dios y dirigirle sus preguntas, y un largo etcétera.
Cada año, en este mes, se nos propone un MOMENTO CRUCIAL en ese
camino. Hace unos días, le dejábamos a María en el CALVARIO, tras el
camino recorrido, y era un camino de Pasión. ¡Cuántos momentos de
silencio callado…! Sí, esos silencios guardados en el secreto del corazón
y de los que los evangelios apenas nos dicen nada. Sólo unas
insinuaciones, breves y discretas, como invitando a respetar el dolor de
la Madre, que seguro lo vivió de forma profundamente intensa.
Ahí nos encontrábamos, en esa escena impresionante del Calvario, con la
invitación del “discípulo amado” a descubrir y contemplar ese gesto
único y enormemente simbólico: era el OFERTORIO SOLEMNE de la
Madre que ofrece al Dios de la Vida a su propio Hijo.
Pero, en ese momento, una nueva propuesta se le hacía a María: “Mujer,
ahí tienes a tu hijo”, “Ahí tienes a tu Madre”. Era la nueva Misión-tarea
para aquella que se había puesto al servicio de Dios. Hasta ahí hemos
llegado.
¿Qué ocurre a partir de este momento? ¿Dónde está María? Si es
verdad que el SILENCIO es la “nota” dominante de su peregrinar a lo largo
de su vida… ¿Qué explicación tiene ese “silencio” y “ausencia” de
María en los relatos evangélicos de la Pascua? ¿Cómo podemos entender
este hecho que es evidente?
Mi corazón creyente está convencido de que la experiencia pascual de
María tuvo que ser PROFUNDA y, seguramente, ÚNICA. Me resulta
imposible pensar y concluir que el Señor Resucitado no se hiciese
presente, de forma muy especial, en la desconcertada y dolorida Madre
que, fiada en las promesas del Dios fiel, espera con avidez en el triunfo
de la VIDA y de las PROMESAS sobre las “evidencias” de la muerte.
Este silencio total y este estar en un “segundo plano” de María en este
tiempo pascual, posiblemente tiene una explicación que me atrevo a
proponer: María está en estado contemplativo de cuanto está
aconteciendo. Es tan grande, le desborda de tal forma, que lo único que
hace es CONTEMPLAR. Gustar y degustar cómo la FIDELIDAD y el
AMOR de Dios no se han detenido, ni siquiera en la muerte de su Hijo,
por solidaridad y por salvar a sus otros hijos. Ella contempla esta
maravilla, para aprender en esta “ESCUELA” de Dios. Y adora… y
alaba a Dios.
Pero este silencio y esta contemplación es “roto” por una sencilla, pero
significativa anotación del evangelista Lucas, en su “segundo libro”, en
los Hechos de los Apóstoles, cuando afirma, de forma clara y nítida, cuál
es la TAREA de María: “Entonces volvieron a Jerusalén… Cuando
llegaron, subieron al piso superior donde se alojaban… Todos ellos, con
algunas mujeres, la madre de Jesús y sus parientes, persistían unánimes
en la oración” (Hechos 1, 12-14).
Por lo tanto, María no “anda despistada” sino que está EN MEDIO de
aquel grupo, en clima de oración para posibilitar el ENCUENTRO con
el Resucitado. Aquella “experiencia”, única y personal, solamente era
posible en este ambiente, y seguro que la Madre tiene tanto que aportar en
ese momento. Y es que a pesar de todas las “oscuridades” vividas por Ella,
nadie como Ella esperó y creyó en la FUERZA del AMOR de Dios que
tenía que decir la última palabra en la causa del Hijo amado.
Es por ello que, seguramente, Ella nos invita en este tiempo pascual, a
esa CONTEMPLACIÓN. Nos señala el camino que nos lleva más allá de
las disquisiciones mentales en nuestros intentos de explicar el hecho de la
resurrección de Jesús. Al contrario, Ella nos está animando a contemplar
la fidelidad de Dios y su “locura” de llevar a cabo su PROYECTO de
VIDA en favor de los hombres, que no termina en la muerte de Jesús,
sino en ese acontecimiento final y definitivo que sucede en la
RESURRECCIÓN.
Desde esta actitud contemplativa, podremos descubrir a qué nos invita
el “Canto” (que se nos ofrece): a “resucitar”, porque “nos ha redimido”,
y es que en Él “hemos renacido”, hasta el punto de que “todos somos
hijos”. Por todo ello… ¡MARÍA, ALÉGRATE!
¡Es la PROPUESTA de la cincuentena pascual!
Oración
MARIA,
te contemplamos como ANUNCIO PASCUAL,
y te llamamos “Madre de la Pascua”,
aquella que anuncia la liberación plena y total.
Desde tu silencio y tu discreción,
te sentimos en esa CONTEMPLACIÓN fascinante
para sentir cuanto ha sucedido en tu Hijo,
porque Dios ha hablado definitivamente
y para siempre,
poniendo la meta en esa VIDA en PLENITUD,
aquella plenitud que es ya una realidad en Jesús;
aquella plenitud que Tú la sientes cercana;
aquella plenitud en la que ACOMPAÑAS
a aquel grupo de los amigos de tu Hijo.
Haznos a nosotros
CONTEMPLATIVOS de ese don y de ese misterio.
Que aprendamos de Ti
que, en el silencio y en la discreción,
está la LLAVE para gustar y disfrutar,
para “entender” cuanto ahí se nos ofrece.
¡GRACIAS por acompañarnos en ese camino!
¡GRACIAS por ser nuestras MAESTRA en ese proceso!
¡GRACIAS por ser ANUNCIO PASCUAL para nosotros!
Canto
MARÍA, ALÉGRATE
Porque Cristo, nuestro hermano,
ha resucitado,
María, alégrate (2).
ALELUYA. ALELUYA. ALELLUYA.
ALELUYA. ALELUYA. ALELLUYA.
Porque Cristo, nuestro hermano,
nos ha redimido,
María, alégrate (2).
ALELUYA. ALELUYA. ALELLUYA.
ALELUYA. ALELUYA. ALELLUYA.
Porque en Cristo, nuestro hermano,
hemos renacido,
María alégrate (2).
ALELUYA. ALELUYA. ALELLUYA.
ALELUYA. ALELUYA. ALELLUYA.
Porque en Cristo, nuestro hermano,
todos somos hijos,
María, alégrate (2).
ALELUYA. ALELUYA. ALELLUYA.
ALELUYA. ALELUYA. ALELLUYA.
(Cesáreo Gabaraín – Disco: “ERES TÚ, MARÍA” – Ed. Paulinas)
Compromiso de vida
- Trato de descubrir cuanto MARÍA va sintiendo y haciendo suya y
parte de su vida en su caminar de cada día, en el tiempo pascual.
 Porque necesito descubrir el MENSAJE pascual, CADA DÍA de
esta temporada, leeré y meditaré el Evangelio de cada día,
acompañándome de un comentario de ayuda.
(NOTA: en esta misma web, en el apartado “ESPIRITUALIDAD” – “La Palabra de Dios” – “Caminar con el Evangelio” se
ofrece una ayuda interesante)
- Quiero expresar lo que voy descubriendo en mi caminar en este tiempo
pascual.
 CADA DÍA, haré mía la ORACIÓN que se ofrece más arriba
(u otra similar) para identificarme con cuanto María vivió en su
peregrinación.
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