Opiniones y actitudes de la sociedad española ante la dimensión cotidiana de la religiosidad y el laicismo Autora: Carolina Bescansa Hernández. Universidad Complutense de Madrid. Palabras clave: religiosidad, laicismo, vida cotidiana, encuestas, España. Resumen/Abstract La realidad sociológica española en materia religiosa describe una sociedad heterogénea, abierta y en cambio. Durante los años 2011 y 2012 y en colaboración con la Fundación Pluralismo y Convivencia, la profa. Carolina Bescansa y el prof. Ariel Jerez llevamos a cabo dos encuestas distributivas destinadas a conocer las principales opiniones y actitudes de la sociedad española ante los aspectos de la religiosidad y el laicismo más vinculados a la vida cotidiana. Este trabajo profundiza en algunos de los hallazgos alcanzados a través de estos estudios y aborda cuestiones que, por razones de extensión, no fue posible tratar en las publicaciones derivadas de estos estudios (Bescansa y Jerez, 2012). Los análisis y temas para la discusión que aquí se proponen se basan en los datos cosechados a través de dos encuestas nacionales cuya población objetivo fue el conjunto de españoles y españolas mayores de 18 años. El tamaño muestral de cada estudio fue de 2.000 y 1.700 entrevistas en el primer y en el segundo caso que, con un nivel de confianza de 95.5%, arrojan errores muestrales de +/- 2.2% y +/- 2.4% respectivamente. Ambos estudios se llevaron a cabo mediante entrevista telefónica asistida por ordenador (CATI). La afijación de las muestras fue proporcional en ambos casos, con muestreos polietápicos, estratificados por conglomerados, con selección de las unidades primarias (municipios) de forma aleatoria proporcional, y de las unidades últimas (individuos) por rutas aleatorias y cuotas de sexo y edad. Como primera aproximación a la cuestión, la heterogeneidad de la sociedad española en relación a la religiosidad integraba en 2011 básicamente tres grandes grupos: el primero y más numeroso lo componían los creyentes no practicantes (40%); el segundo incorporaba a ateos, agnósticos e indiferentes a la cuestión religiosa y en él se situaba un tercio de la población (32%); y, por último, uno de cada cuatro españoles se declaraba creyente practicante (27%), conformando una amplia y significativa minoría en el conjunto de la sociedad (Bescansa y Jerez, 2011). Estos datos son conocidos y se han 1 venido estabilizando a lo largo del tiempo. Nuestros datos han confirmado que si bien la sociedad española es hoy mayoritariamente creyente, esas creencias sólo comportan prácticas religiosas para una minoría. En los estudios realizados, el acercamiento a las principales opiniones sobre el cómo y el qué de la de la organización de la diversidad religiosa revela la existencia de importantes mediaciones en la construcción de la opinión. A nuestros ojos, las más relevantes estadística y socialmente son la edad, el nivel de estudios y la posición ideológica. En este trabajo me ocupo del análisis de la influencia de todas ellas en la modulación de algunos aspectos muy concretos de la religiosidad y el laicismo. En primer lugar, describo las mayorías sociales existentes en términos de creencias y prácticas religiosas. En segundo lugar, doy cuenta de las grandes posiciones sobre la ubicación de los nuevos centros de culto en la ciudad/vecindario, entendiendo que las opiniones sobre la distribución espacial del pluralismo constituyen indicadores indirectos del grado de convivencia en integración comunitaria. En tercer lugar, abordo la cuestión de la formación religiosa y la presencia de símbolos religiosos en la enseñanza (crucifijos en las aulas, pañuelo islámico, etc.). Por último, ofrezco algunas conclusiones relativas únicamente a los datos presentados en esta ponencia. 2 Presentación Durante los años 2011 y 2012 y en colaboración con la Fundación Pluralismo y Convivencia, la profa. Carolina Bescansa y el prof. Ariel Jerez llevamos a cabo dos encuestas distributivas destinadas a conocer las principales opiniones y actitudes de la sociedad española ante los aspectos de la religiosidad y el laicismo más vinculados a la vida cotidiana. Este trabajo profundiza en algunos de los hallazgos alcanzados a través de estos estudios y aborda cuestiones que, por razones de extensión, no fue posible tratar en las publicaciones derivadas de esos primeros estudios (Bescansa y Jerez, 2012). Los resultados obtenidos a través de la I y la II Encesta sobre las Actitudes y Opiniones de los Españoles ante la Dimensión Cotidiana de la Religiosidad y su Gestión Pública nos ayudan a conocer con considerable profundidad las opiniones de la sociedad española ante la cuestión religiosa en su dimensión más convivencial. Ambas investigaciones aportan, por un lado, información muy valiosa sobre el estado de la cuestión religiosa en su dimensión convivencia y, por otro lado, señalan la dirección de las tendencias de evolución en la sociedad española. Ficha técnica de las investigaciones Las dos encuestas que se presentan en esta ponencia son el resultado de la colaboración entre la Fundación Pluralismo y Convivencia y la Universidad Complutense de Madrid. En los años 2011 y 2012, dentro del marco de sendos contratos de investigación suscritos entre ambas partes y bajo la dirección de los profesores C. Bescansa y A. Jeréz, llevamos a cabo dos estudios cuantitativos de ámbito nacional sobre el conjunto de la población española mayor de 18 años. En ambos casos, las entrevistas se realizaron telefónicamente desde el Laboratorio de Técnicas Cuantitativas de la UCM. En 2011, se realizaron 2014 entrevistas telefónicas entre el 20 de Octubre y el 5 de Noviembre. Para un nivel de confianza del 95,5% (dos sigmas), y P = Q, el error es de +/- 2,2 para el conjunto de la muestra y en el supuesto de muestreo aleatorio simple. Para tratar la muestra en su conjunto se aplicaron coeficientes de ponderación a las Quiero agradecer desde estas páginas la enriquecedora colaboración de P. García en la elaboración de este trabajo. Los hallazgos más relevantes de estas investigaciones se deben a la comprensiva orientación de su mirada experta. 3 cuotas de tamaño de municipio dentro de algunas provincias a los efectos de otorgar el peso correspondiente a cada una de ellas en la muestra final. Se contactó con 257 municipios en 50 provincias y las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla. El muestreo realizado fue polietápico, estratificado por conglomerados, con selección de las unidades primarias de muestreo (municipios) y de las unidades secundarias (secciones) de forma aleatoria proporcional, y de las unidades últimas (individuos) por rutas aleatorias y cuotas de sexo y edad. Los estratos se formaron por el cruce de las 50 provincias con el tamaño de hábitat, dividido en 7 categorías: menor o igual a 2.000 habitantes; de 2.001 a 10.000; de 10.001 a 50.000; de 50.001 a 100.000; de 100.001 a 400.000; de 400.001 a 1.000.000, y más de 1.000.000 de habitantes. En 2012, se realizaron 1.725 entrevistas entre el 11 al 21 de Diciembre. Para un nivel de confianza del 95,5% (dos sigmas), y P = Q, el error es de +/- 2,4 para el conjunto de la muestra y en el supuesto de muestreo aleatorio simple. El muestreo se llevó a cabo en 245 municipios en 50 provincias y las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla. El procedimiento de muestreo fue polietápico, estratificado por conglomerados, con selección de las unidades primarias de muestreo (municipios) y de las unidades secundarias (secciones) de forma aleatoria proporcional, y de las unidades últimas (individuos) por rutas aleatorias y cuotas de sexo y edad. Los estratos se formaron por el cruce de las 50 provincias con el tamaño de hábitat, dividido en 4 categorías: menor o igual a 10.000 habitantes; de 10.001 a 50.000; de 50.001 a 400.000, y más de 400.000 de habitantes. 4 Creencias y prácticas religiosas En el trazo grueso, las orientaciones genéricas de la sociedad española hacia la cuestión religiosa no han cambiado significativamente en el período transcurrido entre 2011 y 2012. La mayoría de los españoles se declara creyente no practicante (37%). El resto de la sociedad – 62%- se distribuye en dos grandes grupos de peso casi idéntico: el de los creyentes practicantes (31%) y el de los ateos, agnósticos e indiferentes a la cuestión religiosa (31%). Así las cosas, en el año 2012 podemos seguir afirmando que la sociedad española es mayoritariamente creyente -68%-, si bien sólo una minoría transforma esas creencias en prácticas religiosas. Desde el punto de vista de la identidad cultural religiosa, en 2012 una amplia mayoría de la sociedad (83%) se definió como católica, seguida de una minoría significativa (14%) que se expresa carente de identidad cultural religiosa. Muy por detrás, aparecen las religiones minoritarias que, a buen seguro, tienen una presencia cuantitativa mayor a la que reflejan nuestros datos. No es este el lugar para abordar la cuestión de los límites metodológicos de las herramientas distributivas para el conocimiento de las minorías sociales. Baste apuntar que los desajustes porcentuales entre los datos de nuestro estudio y la información disponible sobre el tamaño de los grupos religiosos en nuestro país deben ser explicados, en parte, desde la proporción de los que se definen carentes de identidad cultural religiosa y, en parte, desde los límites metodológicos de la encuesta telefónica como herramienta de investigación social. 5 En relación a la intensidad con la que se vivencia el hecho religioso, las pautas detectadas en 2011 se repiten en 2012. La religión es muy importante en la vida del 15% de los españoles, mientras que no tiene ninguna importancia en la cotidianidad del 24% de ciudadanos. Los totales se distribuyen creando una mayoría del 53% para quienes la religión es poco o nada importante en su vida, frente a un 46% de ciudadanos que expresan que la religión es muy o bastante importante en su vida. Sin embargo, estas grandes distribuciones no dejan ver las grandes modulaciones que encierran los datos. Nuestra investigación evidencia grandes diferencias generacionales, que se complementan con variaciones significativas de acuerdo con el nivel de estudios y el género. 6 En lo generacional, todos nuestros indicadores señalaron diferencias muy relevantes que evidenciaban un peso comparativamente muy superior de la cuestión religiosa entre los mayores de 55 años y la expansión mayoritaria de las posiciones más desvinculadas de las creencias o las prácticas religiosas entre los menores de 35 años. En este sentido, mientras el 23% de los mayores de 55 años declararon que la religión era muy importante en sus vidas, la proporción de los que opinaban lo mismo entre los menores de 35 era del 8%. Los datos revelan que ocurre algo similar con la práctica religiosa semanal: mientras el 31% de los mayores de 55 años declara acudir a los oficios religiosos esa frecuencia, esta proporción es de apenas el 7% entre los menores de 35 años. En general, la mayoría de la sociedad española considera que la religión es para ellos menos importante de lo que lo era para la generación de sus padres (54%) o, en su caso, igual de irrelevante (9%). Por el contrario, son algo más de una cuarta parte (28%) los que declaran que la religión es para ellos tan importante como lo era para sus padres y un 7% los que la perciben como más importante que para sus progenitores. En términos generacionales las diferencias son marcadas y tres cuartas partes de los menores de menores de 35 años declaran que la religión es para ellos menos importante que para sus padres o igual de irrelevante. Los contrastes generacionales son aún más marcados cuando observamos las tasas de reproducción de la educación religiosa en el ámbito familiar. En términos absolutos, son una amplia mayoría (58%) los que han educado/educarían a sus hijos siguiendo los preceptos de una confesión, frente a la proporción de los que no han educado/educarían a sus hijos siguiendo criterios religiosos (39%). Sin embargo, esta distribución se invierte e incluso se acentúa cuando observamos los resultados de este indicador en el grupo de los menores de 35 años. Entre este grupo, la proporción de los que educaría/educó a sus hijos siguiendo criterios religiosos disminuye al 36%, mientras que la proporción de los que no han educado/educarían a sus hijos de acuerdo con criterios religiosos crece hasta el 61%. En un sentido complementario, cabe señalar que son los católicos y los islámicos los que ofrecen tasas más bajas de reproducción de sus posiciones religiosas a través de la educación de la familia –66% y 67% respectivamente-, frete a las altísimas tasas de reproducción de posiciones que refieren los evangélicos (89%) y los no creyentes (88%). Continuando con esta aproximación al ámbito de las creencias de acuerdo con su distribución en lo social en términos sociodemográficos clásicos, es necesario subrayar que todos los indicadores analizados evidencia importantes diferencias de acuerdo con 7 el género. La mujeres confieren más importancia a la cuestión religiosa que los hombres (18% vs 11%), acuden con mayor regularidad a los oficios religiosos (23% vs. 14%) y se expresan más dispuestas a la reproducción de sus posiciones religiosas en el ámbito familiar (62% vs. 53%). Más allá de las modulaciones específicas en términos generacionales o de género, el análisis de la evolución de los datos para el total de la población revela un leve incremento del porcentaje de creyentes practicantes (+3%) y una disminución, también, muy leve de la proporción de creyentes no practicantes (-3%). Estas variaciones están apenas un 0.6% por encima del margen de error del estudio de 2012, pero merecen ser reseñadas en tanto que apuntan una tendencia no consistente con la evolución histórica de la práctica religiosa en España. La desagregación de los datos apuntan una disminución de un 6% de la proporción de aquellos que, definiéndose culturalmente como católicos, se consideraban creyentes no practicantes. A su vez, el análisis de la secuencia de datos señala que esta variación se reparte del siguiente modo: un incremento del 4% del grupo de católicos que se definen como creyentes practicantes y un aumento paralelo del 2% de los católicos culturales que se definen como ateos o no creyentes en lo religioso. Es bien cierto que las modificaciones son muy pequeñas y apenas superan el margen de error del estudio, pero la naturaleza contracíclica de la tendencia hace imprescindibles futuras exploraciones de la evolución de esta pauta y la incorporación de nuevas variables diseñadas para su exploración causal (crisis económica como crisis de valores, nuevas prácticas evangelizadoras, análisis diferencial de las distintas religiones, etc.). En definitiva, en el año 2012 la sociedad española seguía siendo mayoritariamente creyente (68%), aunque sólo un 36% declaraba transformar esas creencias en prácticas religiosas. El 37% de los españoles se declaró creyente no practicante y el 31% restante se identificó como agnóstico, ateo o indiferente a la cuestión religiosa. Aunque nuestros datos señalaron un incremento leve pero significativo de las prácticas religiosas y del número de los que se identifican culturalmente como católicos, estas variaciones resultan demasiado pequeñas como para revertir la posición generacional marcadamente declinante de las creencias y prácticas religiosas entre católicos e islámicos. Las acusadas diferencias en todos indicadores de nuestras investigaciones en función de la edad dibujan un escenario general en el que las prácticas religiosas y, en menor medida, las creencias, tienen importantes dificultades para garantizar su transmisión intergeneracional en el mediano-largo plazo. 8 Dimensiones convivenciales del pluralismo religioso: la ubicación de los nuevos centros de culto Nuestras investigaciones incorporaron baterías de preguntas relativas a varios aspectos del pluralismo religioso. Los cuestionarios implementados en 2011 y 2012 contaron con preguntas sobre la percepción de libertad religiosa, la gestión de la diversidad en el ámbito de la sanidad y otros indicadores destinados a conocer las opiniones sobre el cómo de la gestión pública del hecho religioso (interlocución de las comunidades religiosas desde los niveles institucionales, opiniones sobre la subvención a las actividades promovidas por organizaciones religiosas, organización de enterramientos en los cementerios públicos, etc.). Sin embargo, la extensión de este formato de reporte investigador obliga a elegir un número mínimo de indicadores. Tras el análisis de toda la información recabada a través de estos proyectos, he seleccionado, además de los indicadores básicos sobre la extensión e intensidad de la religiosidad y el laicismo, dos grandes grupos de variables: las relativas a las opiniones sobre la ubicación en la ciudad/vecindad de los nuevos centros de culto y las baterías relativas a la enseñanza religiosa y el uso de símbolos religiosos en la escuela. La elección de estos ámbitos responde a dos criterios: por un lado, la capacidad de ambos temas para describir los principales rasgos de las opiniones de la sociedad española sobre la diversidad religiosa en aspectos muy vinculados a la cotidianeidad de las mayorías sociales y, por otro lado, porque este conjunto de variables pone de manifiesto niveles importantes de inconsistencia, visibilizando –en tanto que síntomas- la escasa articulación del discurso convivencial mayoritariamente extendido en lo social. Comenzando por la descripción de las variables que dan cuenta de las actitudes hacia la ubicación de los nuevos centros de culto, cabe señalar que nuestras encuestas incorporaron dos preguntas básicas. La primera buscaba la identificación genérica de las actitudes hacia la convivencia cotidiana con la diversidad religiosa. La segunda se construyó para arrojar luz sobre la mediación que cada una de las confesiones posee en los posicionamientos de las mayorías. La lectura de los resultados cosechados en estos dos niveles permite obtener algunas conclusiones claras: la mayoría de la sociedad española mantiene opiniones tolerantes (59%) o indiferentes (14%) hacia el ejercicio de la libertad religiosa en los ámbitos espaciales próximos, siendo minoría los que apuestan por la segregación espacial de los nuevos locales de culto (24%). El análisis 9 desagregado de estos datos resulta revelador en muchos sentidos y dibuja tendencias comunes a muchos de los aspectos considerados en esta investigación. De manera significativa, las posiciones más tolerantes hacia la apertura de nuevos espacios de culto se encuentran más extendidas entre los menores de 35 años (64%) que entre los grupos de más edad (54% de los mayores de 55 años). En un nivel de análisis diferente, la disposición a que se abran templos allí donde los creyentes decidan también encuentra significativamente más peso entre los que poseen estudios universitarios (66% frente al 52% de tolerantes entre los que tienen estudios primarios). A la cuestión generacional y educativa, hay que añadir una tercera medicación relevante: la posición ideológica de la gente. De manera significativa, los que se sitúan en posiciones de izquierda son notablemente más favorables a la apertura no segregada de centros de culto que los que se sitúan en posiciones de derecha (69% vs. 54%). La exploración de los grados de tolerancia a la convivencia con los centros de culto nos llevó a formular una serie de preguntas pensadas para diferenciar el grado de aceptación/rechazo a los distintos tipos de centros de culto de acuerdo con la religión de pertenencia. Aunque los niveles de tolerancia explícita fueron más o menos similares a los que encontramos en la pregunta genérica sobre la ubicación de centros religiosos, la formulación más concreta de las preguntas como “tolerancia hacia la apertura de una mezquita/sinagoga/iglesia ortodoxa/iglesia 10 evangélica/iglesia católica en las inmediaciones de su casa” dio como resultado niveles de tolerancia muy similares o incluso superiores a los de la pregunta genérica, pero también dio entrada a la expresión concreta de importantes tasas de rechazo referidas, fundamentalmente, a las mezquitas y, en menor medida, a las iglesias evangélicas a las sinagogas. Además de identificar el peso de la cuestión generacional, educativa e ideológica, nuestras investigaciones trataron de dar entrada a las mediaciones provenientes con el grado real de convivencia con las minorías religiosas crecientes. Para ello, incorporamos una variable destinada a dar cuenta el grado de visibilidad de mujeres o niñas con pañuelo islámico en el propio vecindario. En este sentido, la sociedad parece dividida en tres grandes grupos de peso casi idéntico: los que ven cotidianamente en su vecindario niñas o mujeres con el pañuelo islámico (35%), los que ven niñas o mujeres con el pañuelo de manera ocasional (31%) y los que nunca ven en su vecindario niñas o mujeres con el pañuelo islámico (34%). Pues bien, la lectura cruzada de los datos revela que los mayores niveles tolerancia a la eventual apertura de una mezquita en las inmediaciones del propio domicilio provienen de aquellos que ven niñas o mujeres con el pañuelo sólo de forma ocasional. Tanto lo que ven el uso del pañuelo islámico 11 cotidianamente como los que no lo ven casi nunca, ofrecen mayores niveles de rechazo que los que declaran niveles bajos de convivencia en el vecindario. Con variaciones significativas, aunque no muy acentuadas, los datos parecieran señalar que la mayor convivencia en el vecindario con los grupos islámicos no incrementa, por si mismo, posiciones más proclives a la libre apertura de centros de culto en los vecindarios de referencia. Más bien son los grupos que declaran ver sólo ocasionalmente el uso del pañuelo islámico en su vecindario los que expresan posiciones de mayor tolerancia sobre la libre apertura de centros de culto en cualquier zona de la ciudad o en el propio barrio. Pluralismo religioso y educación pública En el terreno educativo, la sociedad española expresa opiniones mayoritariamente abiertas a la presencia de la educación religiosa en las escuelas. La formación religiosa de carácter voluntario en los centros de enseñanza recibió el respaldo del 65% en 2011 y del 67% en 2012. En general, parece la formación religiosa en el ámbito escolar parece una cuestión normalizada. En 2012, sólo un 27% de los españoles se expresaba en contra de la enseñanza de una asignatura de religión en los colegios. De manera consistente con el conjunto de datos de nuestros estudios, esta posición está más extendida entre los mayores que entre los jóvenes. La extensión de un tipo de tolerancia más o menos indiferente como rasgo básico de la sociedad española se expresa también en el respaldo de la apertura formativa de la escuela a todas las religiones. Nuestros datos más recientes señalan que, del total de españoles que se expresa a favor de la 12 enseñanza de una asignatura de religión en los colegios (67%), algo más de la mitad entiende que todas las religiones tienen cabida en ese espacio religioso (54%). Nuevamente, la variable generacional resulta clave. Tomando como referencia los datos cosechados en 2011, mientras que para el 47% de los mayores de 65 años sólo debiera enseñarse la religión católica, el 61% de los menores de 30 años consideraba que cualquier religión debe tener entrada si así lo demanda la comunidad. Nuevamente, las mayorías expresaba posiciones de aceptación de la diversidad del hecho religioso, entendiendo mayoritariamente lo religioso en un sentido abierto, pluriconfesional y vinculado a las comunidades de referencia que operan en cada caso concreto. 13 Pero este análisis resultaría muy incompleto si no dedicase parte de la exploración de los datos a esa considerable minoría que se expresa favorable a que la enseñanza de la asignatura de religión se restringa a la religión católica (38% de los que apoyan la enseñanza de la asignatura de religión en los colegios; 26% del total de la población). Los resultados cosechados en esta y otras variables dan cuenta de la existencia de una sólida minoría católica de rasgos opináticos específicos. Esta minoría parece apostar por un modelo de convivencia pluri-religiosa en lo social que establezca reglas distintas para cada una de las distintas religiones y que preserve con exclusividad los particulares derechos con los cuenta la iglesia católica en el marco normativo español. Y este constituye, tal vez, el límite más claro a la preservación del actual status quo de la iglesia católica en España. En la medida en que la gestión pública del hecho religioso constituye un objeto de atención marginal para las grandes mayorías sociales, la posición tolerante y más o menos indiferente acepta la conservación del status quo católico. Ahora bien, cuando se pregunta sobre eventuales intervenciones del Estado orientadas a preservar las distintas religiones y sus libertades, esas mismas mayorías se expresan partidarias que la libertad religiosa se preserve precisamente sin mediación pública. De manera más concreta, el 53% se declara partidario de que el Estado apoye menos a la iglesia católica, frente un 24% que defiende el actual estado de cosas y un 20% que reclama mayor respaldo. La proporción de los que creen que sería conveniente un menor apoyo estatal a las religiones minoritarias (Islam, evangélicos, etc.) crece hasta el 57%. Es decir, la tolerancia fundamentada en la indiferencia respalda en gran medida la actual posición de la iglesia católica en distintos ámbitos (educativo, sanitario, etc.) siempre que esa posición de privilegio funcione como argumento para el reconocimiento de similares derechos a las minorías religiosas (islámica, evangélica, etc.). En el momento en el que se plantea el derecho a un status quo igual, la mayoría tolerante se inclina sistemáticamente hacia las posiciones favorables a la restricción de derechos de la iglesia católica. El uso de los símbolos religiosos en el ámbito educativo: el caso del pañuelo islámico y otros símbolos religiosos con presencia en las escuelas. Todos los indicadores de nuestros estudios dibujan un escenario general dominado por las mayorías tolerantes hacia la diversidad religiosa en España. Sin embargo, del conjunto de religiones minoritarias existentes en España, el Islam recaba, 14 comparativamente, valoraciones más negativas. El estudio realizado en 2011 puso de manifiesto que una proporción de entre el 35% y el 40% de los españoles expresaba opiniones de profunda desconfianza hacia el Islam. Así, una importante minoría respaldó la idea de que el Islam promueve la violencia (41%) o que es incompatible con la democracia (38%). De manera más directa, un 8% declaró abiertamente que preferiría que no abriesen una mezquita cerca de su casa porque no le gustan los musulmanes, un 4% porque preferiría tener un vecindario culturalmente homogéneo y un 3% porque creía que una mezquita cerca de su casa supondría un incremento de la inseguridad ciudadana. En definitiva, el conjunto de los datos revela la existencia de grupos sociales poco permeables a la interculturalidad religiosa y con opiniones confluentes con lo que se ha dado en llamar islamofobia. En los estudios de 2011 y 2012 incorporamos indicadores destinados a chequear el grado de aceptación/rechazo de los componentes simbólicos del pluralismo religioso en el ámbito educativo. Los datos pusieron de manifiesto importantes diferencias en el grado de tolerancia a la presencia de simbología religiosa islámica o católica en la escuela. Posiblemente, el contraste de datos más destacable es el que resulta de la comparación del alto nivel de tolerancia (50%) hacia la presencia de símbolos católicos en las instalaciones educativas (nivel de práctica religiosa institucional), con la posición mayoritariamente prohibicionista (51%) sobre el uso del pañuelo islámico en la escuela (nivel práctica religiosa individual). 15 Conclusiones La cuestión religiosa en España ha evolucionado combinando una tendencia que describe una pérdida de importancia relativa de la cuestión religiosa en la vida cotidiana de las grandes mayorías, con otra pauta que apunta un incremento en términos relativos y absolutos del número de los miembros de las religiones minoritarias. Ambas tendencias confluyen en un escenario cuya principal característica es la tolerancia con 16 que la sociedad española afronta la dimensión convivencial del pluralismo religioso; existen, es cierto, sectores significativos en posiciones discursivas marcadas por el extrañamiento, pero en su mayoría, la sociedad española expresa, aunque sea con importantes niveles de inconsistencia, opiniones tolerantes. Se trata, en definitiva, de un escenario opinático típico de los temas que la sociedad ha situado en lugares periféricos de su agenda, en este caso, como resultado de la comprensión mayoritaria del hecho religioso como una realidad de naturaleza privada. Como se desprende de la lectura del conjunto de los datos presentados, aunque existen diferencias relevantes entre grupos, en general, cabe decir que las mayorías que coexisten en la sociedad española afrontan la dimensión cotidiana de la diversidad religiosa con niveles de implicación personal medios o medios-bajos y posiciones básicamente tolerantes. En general, los grandes grupos expresan opiniones tendentes a favorecer la convivencia interreligiosa, sobre todo en lo que se refiere a las expresiones más cotidianas del pluralismo, y afrontan con pragmatismo la resolución de las nuevas situaciones nacidas del incremento del número de miembros de las religiones minoritarias. Como primera consideración, cabe señalar la existencia de pautas transversales relacionadas con las características estructurales de nuestra sociedad que afectan, de manera significativa y consistente, a la mayoría de las opiniones sobre los aspectos más cotidianos y próximos del pluralismo religioso. La primera de estas variables estructurales -y posiblemente la más relevante en términos históricos- es la edad. Los distintos grupos de edad que conviven en España sostienen posiciones significativamente distintas sobre el deber ser de la gestión del pluralismo religioso. Como tendencia general, podría decirse que las generaciones de los que hoy tienen menos de 45 años se expresan más indiferentes hacia la cuestión religiosa que los mayores de 45 años, pero también significativamente más tolerantes hacia el uso de símbolos religiosos minoritarios en la escuela pública, las prácticas alimenticias y las costumbres de los creyentes practicantes musulmanes y judíos. La edad imprime importantes diferencias en las opiniones relativas a todos los ámbitos, desde el de las creencias hasta el de las prácticas, desde el cómo gestionar los espacios de culto en los hospitales hasta cómo organizar los enterramientos en los cementerios públicos. La segunda variable estructural sobre la que se articulan diferencias significativas en las opiniones sobre la gestión de la pluralidad del hecho religioso es el nivel de estudios de los entrevistados. La formación condiciona significativamente el sentido general de las 17 opiniones. Las pautas con las que acabamos de describir las posiciones mayoritarias entre las generaciones más jóvenes son las mismas que caracterizan a los segmentos de población con niveles de estudios más altos, cuestión que sin duda está relacionada con su parcial solapamiento en el nivel estructural, pero no sólo. De manera general, los que han concluido estudios universitarios confieren menor importancia a la cuestión religiosa y se declaran indiferentes, agnósticos o ateos en una proporción significativamente superior (42.1%) que los que sólo poseen estudios primarios (16.8%). Por señalar algunos ejemplos, los grupos con menor formación se expresan menos partidarios de la incorporación de menús especiales en escuelas y hospitales o menos favorables a permitir el uso del pañuelo islámico en los colegios. Por el contrario, los grupos con mayores niveles de estudios -y también los de menor edad-, apoyan en su mayoría el establecimiento de menús especiales en los centros públicos o respaldan mayoritariamente el uso pluriconfesional de los espacios de culto en los hospitales. Estos son sólo algunos ejemplos. La lectura del conjunto de los datos del estudio ofrece resultados claros: la edad y el nivel de estudios, además de otras variables, están muy relacionados con el sentido de las opiniones sobre la gestión del hecho religioso en su dimensión cotidiana y, de manera consistente, los sectores más jóvenes o con mayores niveles de estudios expresan posiciones de mayor aceptación hacia la normalización de las prácticas de las religiones minoritarias en los ámbitos de lo común y de lo público. En un segundo nivel de análisis, los estudios ofrecen resultados de notable interés para un mejor conocimiento de las opiniones mayoritarias en lo social sobre el hecho religioso. Por lo que se refiere al uso del espacio próximo o común con fines religiosos, en 2011, el 52% sostenía que los creyentes practicantes de cualquier religión deberían ser libres para abrir lugares de culto en las zonas de la ciudad que consideren oportunas, a los que, para una correcta interpretación del dato, tal vez debiéramos añadir el 18% que declara que esta cuestión le resulta indiferente. En 2012, la proporción de los que defendían las posiciones tolerantes creció hasta el 59%. Las posiciones segregacionistas son marcadamente minoritarias en todos los grupos de edad y apenas rondan el 20% de los menores de 45 años. De manera consistente, el 57% declaraba que le daría igual que abriesen una mezquita junto a su domicilio. Este porcentaje crececía hasta un 63% cuando preguntamos por la apertura de una sinagoga en las inmediaciones del domicilio del entrevistado/a y subía un punto más, hasta el 18 64%, en el caso de una iglesia evangélica. La mayoría expresa un porcentaje máximo de tolerancia vecinal, 79%, cuando preguntamos sobre la eventual apertura de una iglesia católica. Es decir, si bien existe una modulación vinculada a cada una de las religiones presentes en el país, las mayorías se expresan en todos los casos tolerantes –o indiferentes- a la apertura de centros de culto en las inmediaciones de su domicilio. Paradójicamente, son las minorías más indiferentes a la cuestión religiosa en términos de creencias las que declaran posiciones más abiertas a la proximidad de los centros de culto de distintas religiones. Pero en todo caso, es un hecho que las mayorías de todos los grupos, con independencia de sus creencias, su edad, su género o su formación, expresan posiciones de apertura -o indiferencia- a la vecindad con los centros de culto católicos, musulmanes, evangélicos, protestantes, ortodoxos o judíos. Esta tolerancia despreocupada o despreocupación tolerante afecta a la mayoría de los aspectos relacionados con la organización de los espacios públicos. …… Por último, los indicadores sobre el uso de símbolos religiosos en las escuelas públicas ofrecieron resultados desiguales y, como el resto de los datos, se encuentran muy mediados por las variables generacional, educativa e ideológica. Pero, en todo caso, los datos de este estudio son claros: las mayorías de todas las generaciones adultas se expresan partidarias de la prohibición del uso del pañuelo por parte de las niñas musulmanas en las escuelas públicas. En 2011, el 51.2% de los españoles apoyaba su prohibición, mientras que una minoría del 34.1% considera que debiera permitirse su uso y un 13.0% entiendía que no debiera legislarse sobre esta cuestión. Para las generaciones de los que hoy tienen menos de 30 años las proporciones se invirtieron: mientras el 51.9% consideraba que debiera permitirse el uso del pañuelo en las escuelas públicas, el 36.2% entendía que debiera prohibirse. Para concluir esta lectura general de ambos estudios, en un tercer nivel de análisis, debemos señalar que el conjunto de la encuesta describe opiniones y posiciones opináticas con grados desiguales de cristalización. A menudo, los datos revelan la existencia de grupos con posiciones frecuentemente contradictorias o inconclusas que parecen poner de manifiesto la ausencia de un debate público sobre la diversidad religiosa en España y, por consiguiente, la ausencia de estructuras argumentativas elaboradas y consistentes sobre el cómo de convivencia y la diversidad religiosa. En definitiva, los datos describen una sociedad heterogénea que mayoritariamente ha situado lo religioso en el ámbito de las creencias privadas, entendiéndolas como 19 íntimas. Las grandes mayorías sociales declaran conferir una importancia sólo relativa a lo religioso y se expresan abiertas, despreocupadas o indiferentes a la convivencia en vecindad con las costumbres de los creyentes practicantes de las religiones con mayor y menor peso en el país. Las generaciones más jóvenes son significativamente más proclives a aceptar los usos de las religiones minoritarias en lo público y lo privado, mientras que los adultos mayores, los que poseen menos estudios y los ideológicamente más conservadores expresan más reticencias ante las prácticas de las religiones minoritarias. Diferencias generacionales e ideológicas muy relacionadas con los niveles de formación que dibujan una sociedad en cambio, sumida en un proceso -simultáneo y ajeno al debate público- de transformación de propias creencias y construcción de sus opiniones sobre las dimensiones más cotidianas del pluralismo religioso. 20 Bibliografía - Bescansa, Carolina y Jerez, Ariel (2012): I Encesta sobre las Actitudes y Opiniones de los Españoles ante la Dimensión Cotidiana de la Religiosidad y su Gestión Pública. Madrid. Colección de Encuestas del observatorio del Pluralismo religioso en España. - Kohut, Andrew et al. (2008): Unfavorable views of jews and muslims on the increase in Europe. Washington. www.pewglobal.org. - Kohut, Andrew et al. (2010): Views of religious similarities and differences. Results from de 2009 Annual Religion and Public Life Survey. Washington. www.pewglobal.org. - Metroscopia (2010): Valores, actitudes y opiniones de los inmigrantes de religión musulmana. Madrid. 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