Opiniones y actitudes de la ... religiosidad y el laicismo

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Opiniones y actitudes de la sociedad española ante la dimensión cotidiana de la
religiosidad y el laicismo
Autora: Carolina Bescansa Hernández. Universidad Complutense de Madrid.
Palabras clave: religiosidad, laicismo, vida cotidiana, encuestas, España.
Resumen/Abstract
La realidad sociológica española en materia religiosa describe una sociedad
heterogénea, abierta y en cambio. Durante los años 2011 y 2012 y en colaboración con
la Fundación Pluralismo y Convivencia, la profa. Carolina Bescansa y el prof. Ariel
Jerez llevamos a cabo dos encuestas distributivas destinadas a conocer las principales
opiniones y actitudes de la sociedad española ante los aspectos de la religiosidad y el
laicismo más vinculados a la vida cotidiana. Este trabajo profundiza en algunos de los
hallazgos alcanzados a través de estos estudios y aborda cuestiones que, por razones de
extensión, no fue posible tratar en las publicaciones derivadas de estos estudios
(Bescansa y Jerez, 2012).
Los análisis y temas para la discusión que aquí se proponen se basan en los datos
cosechados a través de dos encuestas nacionales cuya población objetivo fue el conjunto
de españoles y españolas mayores de 18 años. El tamaño muestral de cada estudio fue
de 2.000 y 1.700 entrevistas en el primer y en el segundo caso que, con un nivel de
confianza de 95.5%, arrojan errores muestrales de +/- 2.2% y +/- 2.4% respectivamente.
Ambos estudios se llevaron a cabo mediante entrevista telefónica asistida por ordenador
(CATI). La afijación de las muestras fue proporcional en ambos casos, con muestreos
polietápicos, estratificados por conglomerados, con selección de las unidades primarias
(municipios) de forma aleatoria proporcional, y de las unidades últimas (individuos) por
rutas aleatorias y cuotas de sexo y edad.
Como primera aproximación a la cuestión, la heterogeneidad de la sociedad española en
relación a la religiosidad integraba en 2011 básicamente tres grandes grupos: el primero
y más numeroso lo componían los creyentes no practicantes (40%); el segundo
incorporaba a ateos, agnósticos e indiferentes a la cuestión religiosa y en él se situaba un
tercio de la población (32%); y, por último, uno de cada cuatro españoles se declaraba
creyente practicante (27%), conformando una amplia y significativa minoría en el
conjunto de la sociedad (Bescansa y Jerez, 2011). Estos datos son conocidos y se han
1
venido estabilizando a lo largo del tiempo. Nuestros datos han confirmado que si bien la
sociedad española es hoy mayoritariamente creyente, esas creencias sólo comportan
prácticas religiosas para una minoría.
En los estudios realizados, el acercamiento a las principales opiniones sobre el cómo y
el qué de la de la organización de la diversidad religiosa revela la existencia de
importantes mediaciones en la construcción de la opinión. A nuestros ojos, las más
relevantes estadística y socialmente son la edad, el nivel de estudios y la posición
ideológica. En este trabajo me ocupo del análisis de la influencia de todas ellas en la
modulación de algunos aspectos muy concretos de la religiosidad y el laicismo. En
primer lugar, describo las mayorías sociales existentes en términos de creencias y
prácticas religiosas. En segundo lugar, doy cuenta de las grandes posiciones sobre la
ubicación de los nuevos centros de culto en la ciudad/vecindario, entendiendo que las
opiniones sobre la distribución espacial del pluralismo constituyen indicadores
indirectos del grado de convivencia en integración comunitaria. En tercer lugar, abordo
la cuestión de la formación religiosa y la presencia de símbolos religiosos en la
enseñanza (crucifijos en las aulas, pañuelo islámico, etc.). Por último, ofrezco algunas
conclusiones relativas únicamente a los datos presentados en esta ponencia.
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Presentación 
Durante los años 2011 y 2012 y en colaboración con la Fundación Pluralismo y
Convivencia, la profa. Carolina Bescansa y el prof. Ariel Jerez llevamos a cabo dos
encuestas distributivas destinadas a conocer las principales opiniones y actitudes de la
sociedad española ante los aspectos de la religiosidad y el laicismo más vinculados a la
vida cotidiana. Este trabajo profundiza en algunos de los hallazgos alcanzados a través
de estos estudios y aborda cuestiones que, por razones de extensión, no fue posible
tratar en las publicaciones derivadas de esos primeros estudios (Bescansa y Jerez, 2012).
Los resultados obtenidos a través de la I y la II Encesta sobre las Actitudes y Opiniones
de los Españoles ante la Dimensión Cotidiana de la Religiosidad y su Gestión Pública
nos ayudan a conocer con considerable profundidad las opiniones de la sociedad
española ante la cuestión religiosa en su dimensión más convivencial. Ambas
investigaciones aportan, por un lado, información muy valiosa sobre el estado de la
cuestión religiosa en su dimensión convivencia y, por otro lado, señalan la dirección de
las tendencias de evolución en la sociedad española.
Ficha técnica de las investigaciones
Las dos encuestas que se presentan en esta ponencia son el resultado de la colaboración
entre la Fundación Pluralismo y Convivencia y la Universidad Complutense de Madrid.
En los años 2011 y 2012, dentro del marco de sendos contratos de investigación
suscritos entre ambas partes y bajo la dirección de los profesores C. Bescansa y A.
Jeréz, llevamos a cabo dos estudios cuantitativos de ámbito nacional sobre el conjunto
de la población española mayor de 18 años. En ambos casos, las entrevistas se
realizaron telefónicamente desde el Laboratorio de Técnicas Cuantitativas de la UCM.
En 2011, se realizaron 2014 entrevistas telefónicas entre el 20 de Octubre y el 5 de
Noviembre. Para un nivel de confianza del 95,5% (dos sigmas), y P = Q, el error es de
+/- 2,2 para el conjunto de la muestra y en el supuesto de muestreo aleatorio simple.
Para tratar la muestra en su conjunto se aplicaron coeficientes de ponderación a las

Quiero agradecer desde estas páginas la enriquecedora colaboración de P. García en la elaboración de
este trabajo. Los hallazgos más relevantes de estas investigaciones se deben a la comprensiva orientación
de su mirada experta.
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cuotas de tamaño de municipio dentro de algunas provincias a los efectos de otorgar el
peso correspondiente a cada una de ellas en la muestra final. Se contactó con 257
municipios en 50 provincias y las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla. El muestreo
realizado fue polietápico, estratificado por conglomerados, con selección de las
unidades primarias de muestreo (municipios) y de las unidades secundarias (secciones)
de forma aleatoria proporcional, y de las unidades últimas (individuos) por rutas
aleatorias y cuotas de sexo y edad. Los estratos se formaron por el cruce de las 50
provincias con el tamaño de hábitat, dividido en 7 categorías: menor o igual a 2.000
habitantes; de 2.001 a 10.000; de 10.001 a 50.000; de 50.001 a 100.000; de 100.001 a
400.000; de 400.001 a 1.000.000, y más de 1.000.000 de habitantes.
En 2012, se realizaron 1.725 entrevistas entre el 11 al 21 de Diciembre. Para un nivel de
confianza del 95,5% (dos sigmas), y P = Q, el error es de +/- 2,4 para el conjunto de la
muestra y en el supuesto de muestreo aleatorio simple. El muestreo se llevó a cabo en
245 municipios en 50 provincias y las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla. El
procedimiento de muestreo fue polietápico, estratificado por conglomerados, con
selección de las unidades primarias de muestreo (municipios) y de las unidades
secundarias (secciones) de forma aleatoria proporcional, y de las unidades últimas
(individuos) por rutas aleatorias y cuotas de sexo y edad. Los estratos se formaron por el
cruce de las 50 provincias con el tamaño de hábitat, dividido en 4 categorías: menor o
igual a 10.000 habitantes; de 10.001 a 50.000; de 50.001 a 400.000, y más de 400.000
de habitantes.
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Creencias y prácticas religiosas
En el trazo grueso, las orientaciones genéricas de la sociedad española hacia la cuestión
religiosa no han cambiado significativamente en el período transcurrido entre 2011 y
2012. La mayoría de los españoles se declara creyente no practicante (37%). El resto de
la sociedad – 62%- se distribuye en dos grandes grupos de peso casi idéntico: el de los
creyentes practicantes (31%) y el de los ateos, agnósticos e indiferentes a la cuestión
religiosa (31%). Así las cosas, en el año 2012 podemos seguir afirmando que la
sociedad española es mayoritariamente creyente -68%-, si bien sólo una minoría
transforma esas creencias en prácticas religiosas.
Desde el punto de vista de la identidad cultural religiosa, en 2012 una amplia mayoría
de la sociedad (83%) se definió como católica, seguida de una minoría significativa
(14%) que se expresa carente de identidad cultural religiosa. Muy por detrás, aparecen
las religiones minoritarias que, a buen seguro, tienen una presencia cuantitativa mayor a
la que reflejan nuestros datos. No es este el lugar para abordar la cuestión de los límites
metodológicos de las herramientas distributivas para el conocimiento de las minorías
sociales. Baste apuntar que los desajustes porcentuales entre los datos de nuestro estudio
y la información disponible sobre el tamaño de los grupos religiosos en nuestro país
deben ser explicados, en parte, desde la proporción de los que se definen carentes de
identidad cultural religiosa y, en parte, desde los límites metodológicos de la encuesta
telefónica como herramienta de investigación social.
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En relación a la intensidad con la que se vivencia el hecho religioso, las pautas
detectadas en 2011 se repiten en 2012. La religión es muy importante en la vida del 15%
de los españoles, mientras que no tiene ninguna importancia en la cotidianidad del 24%
de ciudadanos. Los totales se distribuyen creando una mayoría del 53% para quienes la
religión es poco o nada importante en su vida, frente a un 46% de ciudadanos que
expresan que la religión es muy o bastante importante en su vida. Sin embargo, estas
grandes distribuciones no dejan ver las grandes modulaciones que encierran los datos.
Nuestra
investigación
evidencia
grandes
diferencias
generacionales,
que
se
complementan con variaciones significativas de acuerdo con el nivel de estudios y el
género.
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En lo generacional, todos nuestros indicadores señalaron diferencias muy relevantes que
evidenciaban un peso comparativamente muy superior de la cuestión religiosa entre los
mayores de 55 años y la expansión mayoritaria de las posiciones más desvinculadas de
las creencias o las prácticas religiosas entre los menores de 35 años. En este sentido,
mientras el 23% de los mayores de 55 años declararon que la religión era muy
importante en sus vidas, la proporción de los que opinaban lo mismo entre los menores
de 35 era del 8%. Los datos revelan que ocurre algo similar con la práctica religiosa
semanal: mientras el 31% de los mayores de 55 años declara acudir a los oficios
religiosos esa frecuencia, esta proporción es de apenas el 7% entre los menores de 35
años. En general, la mayoría de la sociedad española considera que la religión es para
ellos menos importante de lo que lo era para la generación de sus padres (54%) o, en su
caso, igual de irrelevante (9%). Por el contrario, son algo más de una cuarta parte (28%)
los que declaran que la religión es para ellos tan importante como lo era para sus padres
y un 7% los que la perciben como más importante que para sus progenitores. En
términos generacionales las diferencias son marcadas y tres cuartas partes de los
menores de menores de 35 años declaran que la religión es para ellos menos importante
que para sus padres o igual de irrelevante.
Los contrastes generacionales son aún más marcados cuando observamos las tasas de
reproducción de la educación religiosa en el ámbito familiar. En términos absolutos, son
una amplia mayoría (58%) los que han educado/educarían a sus hijos siguiendo los
preceptos de una confesión, frente a la proporción de los que no han educado/educarían
a sus hijos siguiendo criterios religiosos (39%). Sin embargo, esta distribución se
invierte e incluso se acentúa cuando observamos los resultados de este indicador en el
grupo de los menores de 35 años. Entre este grupo, la proporción de los que
educaría/educó a sus hijos siguiendo criterios religiosos disminuye al 36%, mientras que
la proporción de los que no han educado/educarían a sus hijos de acuerdo con criterios
religiosos crece hasta el 61%. En un sentido complementario, cabe señalar que son los
católicos y los islámicos los que ofrecen tasas más bajas de reproducción de sus
posiciones religiosas a través de la educación de la familia –66% y 67%
respectivamente-, frete a las altísimas tasas de reproducción de posiciones que refieren
los evangélicos (89%) y los no creyentes (88%).
Continuando con esta aproximación al ámbito de las creencias de acuerdo con su
distribución en lo social en términos sociodemográficos clásicos, es necesario subrayar
que todos los indicadores analizados evidencia importantes diferencias de acuerdo con
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el género. La mujeres confieren más importancia a la cuestión religiosa que los hombres
(18% vs 11%), acuden con mayor regularidad a los oficios religiosos (23% vs. 14%) y
se expresan más dispuestas a la reproducción de sus posiciones religiosas en el ámbito
familiar (62% vs. 53%).
Más allá de las modulaciones específicas en términos generacionales o de género, el
análisis de la evolución de los datos para el total de la población revela un leve
incremento del porcentaje de creyentes practicantes (+3%) y una disminución, también,
muy leve de la proporción de creyentes no practicantes (-3%). Estas variaciones están
apenas un 0.6% por encima del margen de error del estudio de 2012, pero merecen ser
reseñadas en tanto que apuntan una tendencia no consistente con la evolución histórica
de la práctica religiosa en España. La desagregación de los datos apuntan una
disminución de un 6% de la proporción de aquellos que, definiéndose culturalmente
como católicos, se consideraban creyentes no practicantes. A su vez, el análisis de la
secuencia de datos señala que esta variación se reparte del siguiente modo: un
incremento del 4% del grupo de católicos que se definen como creyentes practicantes y
un aumento paralelo del 2% de los católicos culturales que se definen como ateos o no
creyentes en lo religioso. Es bien cierto que las modificaciones son muy pequeñas y
apenas superan el margen de error del estudio, pero la naturaleza contracíclica de la
tendencia hace imprescindibles futuras exploraciones de la evolución de esta pauta y la
incorporación de nuevas variables diseñadas para su exploración causal (crisis
económica como crisis de valores, nuevas prácticas evangelizadoras, análisis diferencial
de las distintas religiones, etc.).
En definitiva, en el año 2012 la sociedad española seguía siendo mayoritariamente
creyente (68%), aunque sólo un 36% declaraba transformar esas creencias en prácticas
religiosas. El 37% de los españoles se declaró creyente no practicante y el 31% restante
se identificó como agnóstico, ateo o indiferente a la cuestión religiosa. Aunque
nuestros datos señalaron un incremento leve pero significativo de las prácticas religiosas
y del número de los que se identifican culturalmente como católicos, estas variaciones
resultan demasiado pequeñas como para revertir la posición generacional marcadamente
declinante de las creencias y prácticas religiosas entre católicos e islámicos. Las
acusadas diferencias en todos indicadores de nuestras investigaciones en función de la
edad dibujan un escenario general en el que las prácticas religiosas y, en menor medida,
las creencias, tienen importantes dificultades para garantizar su transmisión
intergeneracional en el mediano-largo plazo.
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Dimensiones convivenciales del pluralismo religioso: la ubicación de los nuevos
centros de culto
Nuestras investigaciones incorporaron baterías de preguntas relativas a varios aspectos
del pluralismo religioso. Los cuestionarios implementados en 2011 y 2012 contaron con
preguntas sobre la percepción de libertad religiosa, la gestión de la diversidad en el
ámbito de la sanidad y otros indicadores destinados a conocer las opiniones sobre el
cómo de la gestión pública del hecho religioso (interlocución de las comunidades
religiosas desde los niveles institucionales, opiniones sobre la subvención a las
actividades promovidas por organizaciones religiosas, organización de enterramientos
en los cementerios públicos, etc.). Sin embargo, la extensión de este formato de reporte
investigador obliga a elegir un número mínimo de indicadores. Tras el análisis de toda
la información recabada a través de estos proyectos, he seleccionado, además de los
indicadores básicos sobre la extensión e intensidad de la religiosidad y el laicismo, dos
grandes grupos de variables: las relativas a las opiniones sobre la ubicación en la
ciudad/vecindad de los nuevos centros de culto y las baterías relativas a la enseñanza
religiosa y el uso de símbolos religiosos en la escuela. La elección de estos ámbitos
responde a dos criterios: por un lado, la capacidad de ambos temas para describir los
principales rasgos de las opiniones de la sociedad española sobre la diversidad religiosa
en aspectos muy vinculados a la cotidianeidad de las mayorías sociales y, por otro lado,
porque este conjunto de variables pone de manifiesto niveles importantes de
inconsistencia, visibilizando –en tanto que síntomas- la escasa articulación del discurso
convivencial mayoritariamente extendido en lo social.
Comenzando por la descripción de las variables que dan cuenta de las actitudes hacia la
ubicación de los nuevos centros de culto, cabe señalar que nuestras encuestas
incorporaron dos preguntas básicas. La primera buscaba la identificación genérica de las
actitudes hacia la convivencia cotidiana con la diversidad religiosa. La segunda se
construyó para arrojar luz sobre la mediación que cada una de las confesiones posee en
los posicionamientos de las mayorías. La lectura de los resultados cosechados en estos
dos niveles permite obtener algunas conclusiones claras: la mayoría de la sociedad
española mantiene opiniones tolerantes (59%) o indiferentes (14%) hacia el ejercicio de
la libertad religiosa en los ámbitos espaciales próximos, siendo minoría los que apuestan
por la segregación espacial de los nuevos locales de culto (24%). El análisis
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desagregado de estos datos resulta revelador en muchos sentidos y dibuja tendencias
comunes a muchos de los aspectos considerados en esta investigación.
De manera significativa, las posiciones más tolerantes hacia la apertura de nuevos
espacios de culto se encuentran más extendidas entre los menores de 35 años (64%) que
entre los grupos de más edad (54% de los mayores de 55 años). En un nivel de análisis
diferente, la disposición a que se abran templos allí donde los creyentes decidan también
encuentra significativamente más peso entre los que poseen estudios universitarios
(66% frente al 52% de tolerantes entre los que tienen estudios primarios). A la cuestión
generacional y educativa, hay que añadir una tercera medicación relevante: la posición
ideológica de la gente. De manera significativa, los que se sitúan en posiciones de
izquierda son notablemente más favorables a la apertura no segregada de centros de
culto que los que se sitúan en posiciones de derecha (69% vs. 54%).
La exploración de los grados de tolerancia a la convivencia con los centros de culto nos
llevó a formular una serie de preguntas pensadas para diferenciar el grado de
aceptación/rechazo a los distintos tipos de centros de culto de acuerdo con la religión de
pertenencia. Aunque los niveles de tolerancia explícita fueron más o menos similares a
los que encontramos en la pregunta genérica sobre la ubicación de centros religiosos, la
formulación más concreta de las preguntas como “tolerancia hacia la apertura de una
mezquita/sinagoga/iglesia
ortodoxa/iglesia
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evangélica/iglesia
católica
en
las
inmediaciones de su casa” dio como resultado niveles de tolerancia muy similares o
incluso superiores a los de la pregunta genérica, pero también dio entrada a la expresión
concreta de importantes tasas de rechazo referidas, fundamentalmente, a las mezquitas
y, en menor medida, a las iglesias evangélicas a las sinagogas.
Además de identificar el peso de la cuestión generacional, educativa e ideológica,
nuestras investigaciones trataron de dar entrada a las mediaciones provenientes con el
grado real de convivencia con las minorías religiosas crecientes. Para ello,
incorporamos una variable destinada a dar cuenta el grado de visibilidad de mujeres o
niñas con pañuelo islámico en el propio vecindario. En este sentido, la sociedad parece
dividida en tres grandes grupos de peso casi idéntico: los que ven cotidianamente en su
vecindario niñas o mujeres con el pañuelo islámico (35%), los que ven niñas o mujeres
con el pañuelo de manera ocasional (31%) y los que nunca ven en su vecindario niñas o
mujeres con el pañuelo islámico (34%). Pues bien, la lectura cruzada de los datos revela
que los mayores niveles tolerancia a la eventual apertura de una mezquita en las
inmediaciones del propio domicilio provienen de aquellos que ven niñas o mujeres con
el pañuelo sólo de forma ocasional. Tanto lo que ven el uso del pañuelo islámico
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cotidianamente como los que no lo ven casi nunca, ofrecen mayores niveles de rechazo
que los que declaran niveles bajos de convivencia en el vecindario.
Con variaciones significativas, aunque no muy acentuadas, los datos parecieran señalar
que la mayor convivencia en el vecindario con los grupos islámicos no incrementa, por
si mismo, posiciones más proclives a la libre apertura de centros de culto en los
vecindarios de referencia. Más bien son los grupos que declaran ver sólo
ocasionalmente el uso del pañuelo islámico en su vecindario los que expresan
posiciones de mayor tolerancia sobre la libre apertura de centros de culto en cualquier
zona de la ciudad o en el propio barrio.
Pluralismo religioso y educación pública
En el terreno educativo, la sociedad española expresa opiniones mayoritariamente
abiertas a la presencia de la educación religiosa en las escuelas. La formación religiosa
de carácter voluntario en los centros de enseñanza recibió el respaldo del 65% en 2011 y
del 67% en 2012. En general, parece la formación religiosa en el ámbito escolar parece
una cuestión normalizada. En 2012, sólo un 27% de los españoles se expresaba en
contra de la enseñanza de una asignatura de religión en los colegios. De manera
consistente con el conjunto de datos de nuestros estudios, esta posición está más
extendida entre los mayores que entre los jóvenes. La extensión de un tipo de tolerancia
más o menos indiferente como rasgo básico de la sociedad española se expresa también
en el respaldo de la apertura formativa de la escuela a todas las religiones. Nuestros
datos más recientes señalan que, del total de españoles que se expresa a favor de la
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enseñanza de una asignatura de religión en los colegios (67%), algo más de la mitad
entiende que todas las religiones tienen cabida en ese espacio religioso (54%).
Nuevamente, la variable generacional resulta clave. Tomando como referencia los datos
cosechados en 2011, mientras que para el 47% de los mayores de 65 años sólo debiera
enseñarse la religión católica, el 61% de los menores de 30 años consideraba que
cualquier religión debe tener entrada si así lo demanda la comunidad. Nuevamente, las
mayorías expresaba posiciones de aceptación de la diversidad del hecho religioso,
entendiendo mayoritariamente lo religioso en un sentido abierto, pluriconfesional y
vinculado a las comunidades de referencia que operan en cada caso concreto.
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Pero este análisis resultaría muy incompleto si no dedicase parte de la exploración de
los datos a esa considerable minoría que se expresa favorable a que la enseñanza de la
asignatura de religión se restringa a la religión católica (38% de los que apoyan la
enseñanza de la asignatura de religión en los colegios; 26% del total de la población).
Los resultados cosechados en esta y otras variables dan cuenta de la existencia de una
sólida minoría católica de rasgos opináticos específicos. Esta minoría parece apostar por
un modelo de convivencia pluri-religiosa en lo social que establezca reglas distintas
para cada una de las distintas religiones y que preserve con exclusividad los particulares
derechos con los cuenta la iglesia católica en el marco normativo español. Y este
constituye, tal vez, el límite más claro a la preservación del actual status quo de la
iglesia católica en España. En la medida en que la gestión pública del hecho religioso
constituye un objeto de atención marginal para las grandes mayorías sociales, la
posición tolerante y más o menos indiferente acepta la conservación del status quo
católico. Ahora bien, cuando se pregunta sobre eventuales intervenciones del Estado
orientadas a preservar las distintas religiones y sus libertades, esas mismas mayorías se
expresan partidarias que la libertad religiosa se preserve precisamente sin mediación
pública. De manera más concreta, el 53% se declara partidario de que el Estado apoye
menos a la iglesia católica, frente un 24% que defiende el actual estado de cosas y un
20% que reclama mayor respaldo. La proporción de los que creen que sería conveniente
un menor apoyo estatal a las religiones minoritarias (Islam, evangélicos, etc.) crece
hasta el 57%. Es decir, la tolerancia fundamentada en la indiferencia respalda en gran
medida la actual posición de la iglesia católica en distintos ámbitos (educativo,
sanitario, etc.) siempre que esa posición de privilegio funcione como argumento para el
reconocimiento de similares derechos a las minorías religiosas (islámica, evangélica,
etc.). En el momento en el que se plantea el derecho a un status quo igual, la mayoría
tolerante se inclina sistemáticamente hacia las posiciones favorables a la restricción de
derechos de la iglesia católica.
El uso de los símbolos religiosos en el ámbito educativo: el caso del pañuelo islámico
y otros símbolos religiosos con presencia en las escuelas.
Todos los indicadores de nuestros estudios dibujan un escenario general dominado por
las mayorías tolerantes hacia la diversidad religiosa en España. Sin embargo, del
conjunto de religiones minoritarias existentes en España, el Islam recaba,
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comparativamente, valoraciones más negativas. El estudio realizado en 2011 puso de
manifiesto que una proporción de entre el 35% y el 40% de los españoles expresaba
opiniones de profunda desconfianza hacia el Islam. Así, una importante minoría
respaldó la idea de que el Islam promueve la violencia (41%) o que es incompatible con
la democracia (38%). De manera más directa, un 8% declaró abiertamente que preferiría
que no abriesen una mezquita cerca de su casa porque no le gustan los musulmanes, un
4% porque preferiría tener un vecindario culturalmente homogéneo y un 3% porque
creía que una mezquita cerca de su casa supondría un incremento de la inseguridad
ciudadana. En definitiva, el conjunto de los datos revela la existencia de grupos sociales
poco permeables a la interculturalidad religiosa y con opiniones confluentes con lo que
se ha dado en llamar islamofobia.
En los estudios de 2011 y 2012 incorporamos indicadores destinados a chequear el
grado de aceptación/rechazo de los componentes simbólicos del pluralismo religioso en
el ámbito educativo. Los datos pusieron de manifiesto importantes diferencias en el
grado de tolerancia a la presencia de simbología religiosa islámica o católica en la
escuela. Posiblemente, el contraste de datos más destacable es el que resulta de la
comparación del alto nivel de tolerancia (50%) hacia la presencia de símbolos católicos
en las instalaciones educativas (nivel de práctica religiosa institucional), con la posición
mayoritariamente prohibicionista (51%) sobre el uso del pañuelo islámico en la escuela
(nivel práctica religiosa individual).
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Conclusiones
La cuestión religiosa en España ha evolucionado combinando una tendencia que
describe una pérdida de importancia relativa de la cuestión religiosa en la vida cotidiana
de las grandes mayorías, con otra pauta que apunta un incremento en términos relativos
y absolutos del número de los miembros de las religiones minoritarias. Ambas
tendencias confluyen en un escenario cuya principal característica es la tolerancia con
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que la sociedad española afronta la dimensión convivencial del pluralismo religioso;
existen, es cierto, sectores significativos en posiciones discursivas marcadas por el
extrañamiento, pero en su mayoría, la sociedad española expresa, aunque sea con
importantes niveles de inconsistencia, opiniones tolerantes. Se trata, en definitiva, de un
escenario opinático típico de los temas que la sociedad ha situado en lugares periféricos
de su agenda, en este caso, como resultado de la comprensión mayoritaria del hecho
religioso como una realidad de naturaleza privada.
Como se desprende de la lectura del conjunto de los datos presentados, aunque existen
diferencias relevantes entre grupos, en general, cabe decir que las mayorías que
coexisten en la sociedad española afrontan la dimensión cotidiana de la diversidad
religiosa con niveles de implicación personal medios o medios-bajos y posiciones
básicamente tolerantes. En general, los grandes grupos expresan opiniones tendentes a
favorecer la convivencia interreligiosa, sobre todo en lo que se refiere a las expresiones
más cotidianas del pluralismo, y afrontan con pragmatismo la resolución de las nuevas
situaciones nacidas del incremento del número de miembros de las religiones
minoritarias.
Como primera consideración, cabe señalar la existencia de pautas transversales
relacionadas con las características estructurales de nuestra sociedad que afectan, de
manera significativa y consistente, a la mayoría de las opiniones sobre los aspectos más
cotidianos y próximos del pluralismo religioso.
La primera de estas variables estructurales -y posiblemente la más relevante en términos
históricos- es la edad. Los distintos grupos de edad que conviven en España sostienen
posiciones significativamente distintas sobre el deber ser de la gestión del pluralismo
religioso. Como tendencia general, podría decirse que las generaciones de los que hoy
tienen menos de 45 años se expresan más indiferentes hacia la cuestión religiosa que los
mayores de 45 años, pero también significativamente más tolerantes hacia el uso de
símbolos religiosos minoritarios en la escuela pública, las prácticas alimenticias y las
costumbres de los creyentes practicantes musulmanes y judíos. La edad imprime
importantes diferencias en las opiniones relativas a todos los ámbitos, desde el de las
creencias hasta el de las prácticas, desde el cómo gestionar los espacios de culto en los
hospitales hasta cómo organizar los enterramientos en los cementerios públicos.
La segunda variable estructural sobre la que se articulan diferencias significativas en las
opiniones sobre la gestión de la pluralidad del hecho religioso es el nivel de estudios de
los entrevistados. La formación condiciona significativamente el sentido general de las
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opiniones. Las pautas con las que acabamos de describir las posiciones mayoritarias
entre las generaciones más jóvenes son las mismas que caracterizan a los segmentos de
población con niveles de estudios más altos, cuestión que sin duda está relacionada con
su parcial solapamiento en el nivel estructural, pero no sólo. De manera general, los
que han concluido estudios universitarios confieren menor importancia a la cuestión
religiosa y se declaran indiferentes, agnósticos o ateos en una proporción
significativamente superior (42.1%) que los que sólo poseen estudios primarios
(16.8%). Por señalar algunos ejemplos, los grupos con menor formación se expresan
menos partidarios de la incorporación de menús especiales en escuelas y hospitales o
menos favorables a permitir el uso del pañuelo islámico en los colegios. Por el
contrario, los grupos con mayores niveles de estudios -y también los de menor edad-,
apoyan en su mayoría el establecimiento de menús especiales en los centros públicos o
respaldan mayoritariamente el uso pluriconfesional de los espacios de culto en los
hospitales. Estos son sólo algunos ejemplos. La lectura del conjunto de los datos del
estudio ofrece resultados claros: la edad y el nivel de estudios, además de otras
variables, están muy relacionados con el sentido de las opiniones sobre la gestión del
hecho religioso en su dimensión cotidiana y, de manera consistente, los sectores más
jóvenes o con mayores niveles de estudios expresan posiciones de mayor aceptación
hacia la normalización de las prácticas de las religiones minoritarias en los ámbitos de
lo común y de lo público.
En un segundo nivel de análisis, los estudios ofrecen resultados de notable interés para
un mejor conocimiento de las opiniones mayoritarias en lo social sobre el hecho
religioso. Por lo que se refiere al uso del espacio próximo o común con fines religiosos,
en 2011, el 52% sostenía que los creyentes practicantes de cualquier religión deberían
ser libres para abrir lugares de culto en las zonas de la ciudad que consideren
oportunas, a los que, para una correcta interpretación del dato, tal vez debiéramos
añadir el 18% que declara que esta cuestión le resulta indiferente. En 2012, la
proporción de los que defendían las posiciones tolerantes creció hasta el 59%. Las
posiciones segregacionistas son marcadamente minoritarias en todos los grupos de edad
y apenas rondan el 20% de los menores de 45 años. De manera consistente, el 57%
declaraba que le daría igual que abriesen una mezquita junto a su domicilio. Este
porcentaje crececía hasta un 63% cuando preguntamos por la apertura de una sinagoga
en las inmediaciones del domicilio del entrevistado/a y subía un punto más, hasta el
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64%, en el caso de una iglesia evangélica. La mayoría expresa un porcentaje máximo de
tolerancia vecinal, 79%, cuando preguntamos sobre la eventual apertura de una iglesia
católica. Es decir, si bien existe una modulación vinculada a cada una de las religiones
presentes en el país, las mayorías se expresan en todos los casos tolerantes –o
indiferentes- a la apertura de centros de culto en las inmediaciones de su domicilio.
Paradójicamente, son las minorías más indiferentes a la cuestión religiosa en términos
de creencias las que declaran posiciones más abiertas a la proximidad de los centros de
culto de distintas religiones. Pero en todo caso, es un hecho que las mayorías de todos
los grupos, con independencia de sus creencias, su edad, su género o su formación,
expresan posiciones de apertura -o indiferencia- a la vecindad con los centros de culto
católicos, musulmanes, evangélicos, protestantes, ortodoxos o judíos.
Esta tolerancia despreocupada o despreocupación tolerante afecta a la mayoría de los
aspectos relacionados con la organización de los espacios públicos. ……
Por último, los indicadores sobre el uso de símbolos religiosos en las escuelas públicas
ofrecieron resultados desiguales y, como el resto de los datos, se encuentran muy
mediados por las variables generacional, educativa e ideológica. Pero, en todo caso, los
datos de este estudio son claros: las mayorías de todas las generaciones adultas se
expresan partidarias de la prohibición del uso del pañuelo por parte de las niñas
musulmanas en las escuelas públicas. En 2011, el 51.2% de los españoles apoyaba su
prohibición, mientras que una minoría del 34.1% considera que debiera permitirse su
uso y un 13.0% entiendía que no debiera legislarse sobre esta cuestión. Para las
generaciones de los que hoy tienen menos de 30 años las proporciones se invirtieron:
mientras el 51.9% consideraba que debiera permitirse el uso del pañuelo en las escuelas
públicas, el 36.2% entendía que debiera prohibirse.
Para concluir esta lectura general de ambos estudios, en un tercer nivel de análisis,
debemos señalar que el conjunto de la encuesta describe opiniones y posiciones
opináticas con grados desiguales de cristalización. A menudo, los datos revelan la
existencia de grupos con posiciones frecuentemente contradictorias o inconclusas que
parecen poner de manifiesto la ausencia de un debate público sobre la diversidad
religiosa en España y, por consiguiente, la ausencia de estructuras argumentativas
elaboradas y consistentes sobre el cómo de convivencia y la diversidad religiosa.
En definitiva, los datos describen una sociedad heterogénea que mayoritariamente ha
situado lo religioso en el ámbito de las creencias privadas, entendiéndolas como
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íntimas. Las grandes mayorías sociales declaran conferir una importancia sólo relativa a
lo religioso y se expresan abiertas, despreocupadas o indiferentes a la convivencia en
vecindad con las costumbres de los creyentes practicantes de las religiones con mayor y
menor peso en el país. Las generaciones más jóvenes son significativamente más
proclives a aceptar los usos de las religiones minoritarias en lo público y lo privado,
mientras que los adultos mayores, los que poseen menos estudios y los ideológicamente
más conservadores expresan más reticencias ante las prácticas de las religiones
minoritarias. Diferencias generacionales e ideológicas muy relacionadas con los niveles
de formación que dibujan una sociedad en cambio, sumida en un proceso -simultáneo y
ajeno al debate público- de transformación de propias creencias y construcción de sus
opiniones sobre las dimensiones más cotidianas del pluralismo religioso.
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Bibliografía
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los Españoles ante la Dimensión Cotidiana de la Religiosidad y su Gestión Pública.
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Madrid. Marcial Pons.
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Síntesis.
Estudios de referencia del Banco de datos del CIS:
ES2824| BARÓMETRO DICIEMBRE 2009
ES2819| ACTITUDES ANTE EL CAMBIO RELIGIOSO
ES2776| RELIGIÓN (II) (ISSP)
ES2759| RELIGIOSIDAD (II)
ES2752| RELIGIOSIDAD
ES2443| ACTITUDES Y CREENCIAS RELIGIOSAS
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