“La participación de las familias ... Análisis de los modelos y propuestas de los CEIP de...

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“La participación de las familias en las dinámicas de los centros educativos.
Análisis de los modelos y propuestas de los CEIP de Inca (Mallorca)”.
Ferra Rotger, Jaume; Mulet Trobat, Batomeu; González Paredes, Francisco
Introducción
La familia es un concepto complejo por su diversidad y evolución histórica, y ello
aunque se considere la más universal de las instituciones sociales y que en las
sociedades occidentales esté presente como institución básica de relación social, aunque
sea puesta en cuestión.
Por otra parte, en el contexto de la modernidad, la escuela surge como instrumento
socializador y homogeneizador del Estado. A partir de este momento se inicia un
proceso creciente por el que las familias van delegando en la escuela una parte
fundamental de esta tarea socializadora. En el contexto de la postmodernidad, los
procesos de individualización han conducido a una concepción plural del contenido de
la familia; lo que nos lleva a hablar de familias en un contexto de crisis de la familia
como institución de primera socialización. Por otro lado, la proliferación de las
tecnologías de la comunicación y de la información ha aportado un nuevo agente
socializador y unos nuevos modos de socialización, cuya potencia indiscutible compite
con los agentes tradicionales, como elementos de transmisión de cultura.
Los cambios en la estructura familiar provocan que la escuela reciba nuevas
competencias educativas que tradicionalmente asumía el entorno familiar, y aquí nos
interesan, además de la familia como agente socializador, las posibilidades que tiene
como agente de participación democrática en la escuela y como la escuela percibe esta
participación como institución democrática moderna, en contexto concreto como el de
los centros de educación primaria de la localidad de Inca (Mallorca).
Ha habido, en las últimas décadas, propuestas y proyectos en los centros educativos así
como cambios en la legislación educativa tanto autonómica como estatal que han
querido consolidar una escuela más participativa. Todo ello no ha traído modificaciones
en las actitudes de los sectores implicados.
1. La familia como agente socializador y educativo.
La familia, en principio, la podemos considerar un agente socializador y educativo: es
una forma organizativa básica para la sociedad, especialmente en el sentido educativo y
socializador, a pesar del hecho de que es un concepto que hoy puede tener un
significado más amplio que lo que aquí damos y la problemática de la familia resulta
más compleja que esta simple abstracción.
La familia es la institución, grupo u organización social (estructura) donde comienza el
aprendizaje social y se transmiten las primeras pautas sociales, especialmente en lo que
respecta a la socialización primaria o temprana, lo que hace que se considere como un
agente socializador de primer orden, aunque hoy en día tiene competidores como la
escuela y los medios de comunicación. O, simplemente, la familia se puede entender
como una unidad formada por un grupo de personas ligadas entre ellas por relaciones de
matrimonio, parentesco o afinidad (Salvador Cardús, 1999), pero que la realidad social
le exige, aunque sea relativamente, la participación la educación de sus hijos a nivel
interno y del sistema educativo más amplio.
La familia como agente socializador y educativo, incluso como forma de organización
instituida, en los tiempos que nos ha tocado vivir ha sufrido cambios significativos dado
que su función de enculturación entra en conflicto con los mecanismos
transculturadores de la socialización terciaria o mediática, y ha delegado importantes
funciones socializadoras primarias a la escuela. Ello complica su papel real en la
participación socializadora y educativa, por tener un tipo de organización formal muy
diversificada y con unos intereses particulares distintos a la escuela.
Hoy la familia difícilmente cumple las funciones que le fueron asignadas
tradicionalmente, en el sentido funcionalista: “la familia es un grupo social
caracterizado por una residencia común, cooperación económica y reproducción.
Incluye adultos de ambos sexos, de los que al menos dos mantienen una relación sexual
socialmente aceptada y uno o más hijos, propios o adoptados, de los adultos que
cohabitan
sexualmente”
(Murdoock, G.P. 1994, p. 1)1, lo que no encaja en las
características de algunos grupos actualmente considerados como familia.
Históricamente la familia como institución ha evolucionado de manera bastante radical
y aunque siempre ha tenido una función socializadora como transmisora de cultura y
subculturas de estilos de vida y convivencia de grupo, no siempre ha tenido la
consideración en el marco de las sociedades concretas (por ejemplo la familia como
modelo nuclear es muy reciente en el marco de la historia, es un fenómeno urbano
moderno).
Es a partir de la revolución industrial que se implanta la familia que se entiende como
moderna, es decir nuclear (formada por padres e hijos. Existe la familia nuclear,
completa e incompleta; en este último caso falta algún elemento que numéricamente
complete la familia nuclear). La familia nuclear, aunque se considere como la familia
normal en la España moderna, no se llega a generalizar como tal y pueden apreciarse
topologías de familias extensas enmarcadas en el paso de la familia tradicional hacia la
nuclear fusional, así como tipos de familia consideradas emergentes como son la
monoparental, la cohabitación o las reconstituidas. Una cuestión sí que queda clara:
cando se habla de modelos de familia en la actualidad y su incidencia en la función
educadora aparecen los conceptos de crisis y cambios de valores en las aproximaciones
y análisis de tipo sociológico.
Históricamente cabe indicarse que en la mayor parte de sociedades, en especial las
preindustriales, las familias han tenido la responsabilidad de educar y socializar a los
hijos. Ha sido en el marco de la industrialización y del capitalismo que se ha generado
la necesidad de delegar estas funciones a la Escuela como instrumento de socialización
eminentemente secundaria y formal.
El paulatino reconocimiento de los derechos de la infancia o como indica Ariès la
transición a la modernidad conlleva “el descubrimiento de la niñez”. La filosofía de la
Ilustración subraya la importancia de la educación en la formación y desarrollo del
individuo como persona. Paralelamente, se produce una transición de la sociedad
tradicional estamental a la sociedad industrial de clases, teóricamente más abierta,
1
Citado por José Taberner, 2012. P. 93
donde la formación adquiere una importancia fundamental para la promoción social.
Los esfuerzos educativos se observan primeramente en la clase burguesa ascendente que
desea construir y afianzar una posición social de privilegio.
La creciente preocupación por la educación y la salud se irá trasladando a las clases
medias. A fines del siglo XIX se inicia un “proceso de civilización higiénica de las
familias de los trabajadores" (Frévert, 1985) lo que implicará nuevas demanda
educativas formales para conseguir posteriormente la generalización de la educación
institucional.
“Este derecho filial, que empieza con la época moderna, no cesará de recibir cada vez
un mayor impulso en tiempos posteriores” (Beck-Gernsheim, 1989). Los progresos de
la medicina, la psicología y la pedagogía son fundamentales en este proceso.
Por otro lado, la disminución del número de nacimientos hace que “las ambiciones, las
inversiones de los padres se concentran en su descendencia, como “recurso escaso”, por
lo que “cada vez se hace menos lícito tomar al hijo tal como es” (Beck, 2003).
Para analizar todos estos aspectos en su conjunto y para realmente poder completar su
función socializadora en la sociedad moderna y democrática, cabe revisar el contacto de
la familia y la escuela, y cómo institucionalizar más eficazmente la participación
democrática de las familias en la escuela.
La familia se puede definir como un grupo de personas que se encuentran relacionadas
por lazos de sangre, matrimonio o adopción, que forman una unidad económica, como
dice Anthony Giddens, y donde los adultos del grupo se responsabilizan de los niños.
(Giddens, A. 1992, pág. 764-765). Socialmente se considera una microestructura con
sus derechos y deberes.
La familia, a nivel de institución, designa a un grupo social constituido por personas
vinculadas por lazos de sangre, el matrimonio o la adopción, caracterizado por una
residencia común, cooperación económica, reproducción y cuidado de la descendencia
(Giner y otros (1998).
Según George Murdock, la familia incorpora cuatro funciones que le son
fundamentales: sexo, procreación, socialización y cooperación económica. Lo que,
según Salvador Giner, es especifico de la familia es la integración de estas funciones en
una misma unidad institucional como fórmula comunitaria de convivencia. (Giner, S.
2010, p. 131).
Diferenciamos la familia nuclear básica compuesta de matrimonia e hijos y que, como
visión dominante en las sociedades occidentales, entra en crisis. (Gavinia, R. 2003, p.
43) y las familias denominadas extensas, entidades más complejas en cuanto a
responsabilidades y funciones, en el sentido de que entran en juego diversas
personalidades y amplían las posibilidades de la unidad familiar, formando un grupo de
personas que desarrollan diversas potencialidades: A) económicas; B) culturales; C)
sociales.
La “familia” es la institución, socializadora y educativa, donde se inicia el aprendizaje
social y se transmiten las primeras pautas sociales (socialización temprana y primaria).
Este hecho la convierte en el primer y principal agente socializador, aunque esta
afirmación puede relativizarse al tener la familia una diversidad de competidores,
agentes socializadores externos a ella, que actúan desde la socialización primaria,
secundaria y terciaria.
El abanico de contactos familiares que experimenta el niño no es igual en las diferentes
culturas. Generalmente, en las sociedades patriarcales, el cuidado que del hijo hace la
madre la convierte en la persona más importante durante los primeros años de la vida
del niño, aunque las características de las relaciones entre madres e hijos están influidas
por la forma y la regularidad de sus contactos. A su vez, esta relación se ve afectada por
el carácter de las instituciones familiares y su relación con otros grupos de la sociedad,
grupos de iguales, medios de comunicación, escuela, etc.
En las sociedades modernas la mayor parte de la socialización temprana tiene lugar
dentro de un contexto familiar reducido. La mayor parte de los niños occidentales pasa
sus primer años de vida en una unidad familiar compuesta por madre, padre, y quizá
uno o dos hijos más. Sin embargo, en otras culturas, los tíos, tías y abuelos suelen
formar parte de la misma unidad familiar y acostumbran a tener cuidado de los niños.
En nuestra sociedad, algunos niños crecen en hogares monoparentales y otros niños son
criados a cargo de dos agentes, materno y paterno (padres divorciados, padrastros o
madrastras). Actualmente, también un importante número de mujeres con hijos trabajan
fuera de casa y se incorporan al trabajo poco tiempo después de dar a luz.
Con todo, y a pesar de circunstancias y variaciones, normalmente la familia sigue
siendo el principal agente de socialización desde los primeros años de vida hasta la
adolescencia, y posteriormente, en una secuencia de desarrollo que conecta las distintas
generaciones.
En el marco de la estratificación, de los grupos, las instituciones y organizaciones de la
sociedad, las familias ocupan diferentes posiciones dentro estructura social. En la
mayoría de las sociedades tradicionales la familia en la que había nacido una persona
determinaba indefectiblemente su posición social para el resto de su vida. En las
sociedades modernas la posición social no se hereda de la misma manera, si bien el
ámbito territorial y la clase social de la familia en la que se llega al mundo afectan a los
modelos de socialización, posibilitando que los niños adquieren características de
comportamiento de sus padres o de otras personas de su entorno, es decir, barrio,
comunidad y grupo.
Los diferentes sectores de las sociedades muestran modelos de educación y disciplina,
así como valores y expectativas muy variados. Así podemos entender la influencia de
los diferentes tipos de contexto familiar si pensamos cómo es la vida para un niño que
crece en una familia pobre, perteneciente a una minoría étnica y que reside en un área
urbana empobrecida y la comparamos con la vida de otro niño en una familia “blanca”,
acomodada y que vive en un barrio residencial.
Naturalmente pocos niños –o ninguno– asumen incondicionalmente los puntos de vista
de sus padres, y eso es más cierto en las sociedades contemporáneas, donde el cambio
es tan rápido y tan generalizado. También hay que señalar que existe todo un abanico de
agentes socializadores en las sociedades modernas que producen múltiples divergencias
entre los puntos de vista de los niños, los adolescentes y la generación de los padres.
La socialización suele considerarse como un proceso mediante el cual las personas
aprenden y asumen la cultura de una sociedad, de un grupo o clase social. Es la opción
de la sociedad para lograr la adaptación de las personas a la sociedad o los grupos. Es el
aprendizaje de roles y posiciones dados por las características de nuestra participación
en el sistema social. Es el aprendizaje de la vida social en el ámbito de la estructura
social. La socialización es un proceso vivido por las personas como resultado de su
enculturación, aculturación y transculturación, con el que se integran en la sociedad. La
socialización siempre es un proceso incompleto o no terminado para las personas, dado
que dura toda la vida, y hay que considerar las diferencias personales frente a este
fenómeno social.
Este proceso se vive a través de los agentes socializadores como las instituciones, la
familia, la escuela, los grupos en general, los grupos de edad, las organizaciones, el
medio ambiente socio-cultural, la clase social, los grupos étnico-culturales, los
sindicatos, los partidos políticos, los clubes deportivos, los clubes de ocio, etc., y
adquieren un papel muy significativo los medios de comunicación, incluyendo Internet
y las Nuevas Tecnologías. El efecto de estos agentes varía según el tipo de
socialización: primaria es la que se lleva a cabo a partir del aprendizaje de las normas
básicas de comportamiento y en un ámbito de relación primaria, fundamentalmente en
la familia y en el ambiente más directo que vive el niño, es la primera socialización o
socialización informal; la secundaria se refiere al segundo estadio, cuando una vez
adquiridas las normas básicas de convivencia social las personas se abren a nuevos
aprendizajes sociales y de relación humana, como por ejemplo en la escuela (o
socialización institucional o formal); la terciaria es a través de intermediarios
tecnológicos (o mediática).
TV, vídeos y juegos de ordenador son elementos decisivos, pero debemos ser
conscientes de que el tema va mucho más allá, especialmente desde el boom de las
nuevas tecnologías e Internet. También los parques temáticos que aglutinan multitudes
o masas y que ejercen el atractivo del gran espectáculo, más allá del hombre
telespectador del que habla Jean Cazeneuve (1977), homo videns en una sociedad
teledirigida y mediática, con un denominador común: tele-ver (Giovanni Sartori, 1989,
p. 11) u homo digitalis en el ámbito de la modernización en la era de la sociedad digital
(Pierre Lévy, 2007). Se prepara el proceso de occidentalización a la americana, donde el
ocio se considera no solo el futuro, sino la fuente de bienestar espiritual y material, que
se convierten por ellos mismos como agentes socializadores.
Entendemos la socialización como un proceso de aprendizaje de la vida social, en el
sentido de una evolución concretizada en el ámbito de la convivencia social. Un proceso
mediante el cual las personas aprenden a interiorizar los elementos socioculturales y del
medio ambiente, es decir, que el sujeto aprende a integrar en la estructura de su
personalidad la cultura adquirida para así adaptarse a su entorno social con posibilidades
de crear vivencias culturales no meramente adaptativas, aunque puedan estar
condicionadas para las características concretas de su entorno sociocultural. La cultura
social pierde el sentido que podría tener a partir de la tradición y la transmisión oral en
un contexto de culturas poco complicadas y vivenciales y como consecuencia se
producen fenómenos transculturadores, dado que la cultura no es inicialmente la
primaría a partir de un contexto reducido , sino que tiene una amplitud considerable y
compleja, aunque menos directa y vivencial.
Podemos considerar la socialización como el proceso donde el individuo interioriza
y asimila los modelos sociales que le rodean y los asume como propios. (Jordi
Busquets, 2005, p. 56). Aunque, como Theodore Caplow indica, la socialización es el
proceso por el que el individuo se prepara para participar en la actividad del grupo,
aprendiendo las normas del grupo y los roles propiciado por éste (<biblio>); la
socialización favorecería la vida de comunidad. Probablemente el problema se plantea
cuando se dan influencias externas al grupo y con carácter dominante, una socialización
aculturada, sea por los medios de comunicación, sea desde un contexto artificial, como
por ejemplo, el marketing, la publicidad, el de las nuevas tecnologías y planteándose
problemas de identidades complejas y transculturadas.
El concepto de socialización de Guy Rocher indica que es un proceso donde la
persona aprende e interioriza, en el decurso de su vida, los elementos socioculturales de
su medio ambiente, los integra en su estructura de la personalidad, bajo la influencia de
su experiencia y de los agentes sociales significativos, y los adapta al entorno social
donde debe vivir (Rocher, G. 1980, p. 134).
Así, la participación es puramente formal, desde la racionalidad moderna, pero con
los atractivos artificialmente dirigidos a objetivos impuestos desde el poder, en este caso
desde el poder económico de la cultura mediática. Es una socialización artificiosa, si no
artificial bajo los intereses mercantiles y de la industria cultural descontextualizadora.
La familia y escuela deben colaborar para conseguir que el peso de la socialización
terciaria favorezca una socialización mercantilizada, mediática y poco comunicativa.
Una de las nuevas formas de socialización surgidas de la tecnología urbana es la
preparación para la cultura del ciberespacio, un nuevo medio social donde, desde la
infancia a los adultos, nadie que se precie de moderno puede escapar a la utilización de
las autopistas de la información. Se trata de una preparación para aceptar las prácticas
sociales y culturales dominantes, en un sentido virtual.
La TV y el ordenador contribuyen a la comercialización del aula, producto de la
mercantilización de la vida, pero también tienen efectos de guardería, dado que distraen
y entretienen a los niños y mientras están pendientes de estos artefactos no molestan.
Así no se necesita estar preocupado por los peligros que ofrece la calle, en un contexto
urbano, de conflictos, tráfico, etc. y los adultos pueden estar cerrados en el armazón de
su casa. Así el niño o la niña quedan descontextualizados de su entorno social más
próximo que no sea su casa, va a la escuela en coche, no lleva vida de barrio y su
contexto es la máquina.
Seguramente ésta es la forma de vertebrar la vida social, de transmitir las reglas de
conducta y clasificar a las nuevas generaciones, de manera más o menos sofisticada,
más o menos compleja. Estamos ante la necesidad que tiene una determinada sociedad
de institucionalizar sus modelos sociales a través de la transmisión de cultura según las
jerarquías sociales, los grupos y la estratificación social. (Varela J. y Álvarez, F. 1991,
p. 9). Es éste uno de los canales de socialización de que dispone la sociedad actual,
según su organización compleja, que desborda sus formas tradicionales en el ámbito
familiar y también de la escuela, entran en el juego de los medios de comunicación
social –tal vez más eficaces en el sentido del estandarización sociocultural, informal y
atractiva, pero igualmente intencional–, a favor de una homogenización cultural
revestida de una diversidad cultural aparente y asimétrica.
La familia, la escuela, los grupos, las clases sociales, los medios de comunicación y
las condiciones medioambientales condicionan nuestro proceso de socialización,
siempre según la dinámica jerarquizadora de la estructura social, si bien como actores
sociales podemos conformarnos o no con ella.
Nos adecuamos a las exigencias y necesidades de la sociedad burguesa-tecnocrática
y tecnológica del capitalismo de nuevo cuño, que algunos denominan post-moderna,
surgida como fruto de la “modernización”, pero que nos hace entrar en multitud de
contradicciones que nos afectan en la vida cotidiana, y que la socialización y la
educación nos deberían ayudar a superar y no parece que eso vaya a suceder mediante la
aceptación de la racionalidad moderna impuesta a través de la sociedad del bienestar y
del consumo, ni simplemente con un Estado del bienestar que entre en crisis en manos
del neoliberalismo vigente; al menos, para poder superar la dinámica de exclusión social
y cultural en que nos encontramos, a pesar de los voluntarismos solidarios existentes.
Está claro que socialización y control social van de la mano: la socialización
estimula conductas por podernos incorporar a la sociedad. El control social es la presión
que la sociedad ejerce para intentar eliminar las conductas que dificultan esta
incorporación a las normas sociales. Es por esto que la socialización puede ser
considerada como un instrumento de control social en el sentido de que condiciona a las
personas en el contexto de la sociedad. Si desde la socialización se actuase
correctamente el control social no actuaría punitivamente, sino que se adecuarían los
comportamientos a las exigencias de la sociedad.
Según Fernández Enguita constantemente nos replegamos a las exigencias de la
estructura social. Asumimos que hay una serie de pautas de comportamiento que
derivan no del hecho general de ser persona, sino del papel que juegan cotidianamente
en la sociedad concreta donde vivimos (Fernández Enguita, M. 1995. pp. 19-20). Es la
presión social que actúa sobre nosotros con una fuerza de cuya acción es difícil escapar.
Ello no quiere decir que a veces no podamos tener una actitud contraria a los intereses
de la dinámica social y juguemos un papel más combativo y vivamos sin ninguna
dificultad añadida a lo que es considerado como normal, y todo a pesar de que a veces
no somos conscientes de la presión que ejercitan las diversas estructuras de la sociedad
sobre nuestro comportamiento o forma de actuar.
La socialización puede ser de varios tipos, primaria y secundaria, funcional
(informal) o metódica (formal o institucional). En ellas operan las instituciones y los
agentes socializadores. En este ámbito podemos considerar a la educación como un
elemento más de este proceso más general que es la socialización. La socialización y la
culturización son procesos que se llevan a término de manera "simultánea" a través del
ambiente sociocultural que viven los individuos, de manera formal e informal, tanto por
la presión ejercida como por el ambiente institucional escolar y cultural.
Educación y socialización son procesos que incidirán durante toda la vida de forma
continuada, dado que la sociedad nos exige que nos adaptemos o asimilemos las normas
de convivencia social y eso requiere un aprendizaje, que se lleva a cabo a través de la
enculturación (aculturación y transculturación incluidas).
La educación y la socialización nos definen como seres humanos en el decurso de la
vida por las presiones que ejercen sobre nosotros, o completan al ser humano, como
dice Antoni Tort (1997.
p. 111). No son únicamente la familia y la escuela las
instituciones que socializan, hay otros instancias que también lo hacen. En el proceso de
integrar socialmente los niños y jóvenes, son los encargados de moldearlos para
hacerles adquirir unas pautas sociales de adaptación al grupo social. Aquí entran en
conflicto las generaciones adultas y las no adultas al no coincidir en sus aspiraciones. El
adulto intenta que el niño/a acepte las reglas de funcionamiento social y el ejercicio de
la autoridad (Tort, A. 1997).
En estos contextos diversificados entran en juego los sistema mediáticos, los
condicionantes de la vida cotidiana: publicidad, marketing, mecanismos de poder e
ideologizadores, hábitos de vida, mentalización social ambiental, estrategias de las
culturas dominantes para perpetuarse, etc.
En este sentido, los indicadores de los condicionantes socializadores o de los
agentes socializadores no declaradamente educadores
resultan bastante más
significativos de lo que en un principio podríamos creer. Los hábitos que generalmente
conforman nuestra manera de vivir son fruto de un proceso de socialización que
vivimos a lo largo de toda nuestra existencia. Si no asumimos o asimilamos nuestro
comportamiento social adaptativamente según los ritmos y dinámicas establecidas por
la estructuración social en los márgenes de su tolerancia, según los grupos y las culturas
corremos el peligro de quedar excluidos o silenciados. Para no entrar en el proceso de
exclusión dejamos de lado comportamientos sociales, relaciones sociales que nos
afectan en la vida cotidiana y que pasan a formar parte de nuestra historia cultural o se
folklorizan y se generan nuevas dependencias o necesidades según la estructura social.
Este mecanismo acontece a pesar de que los actores podamos tener un margen para
aceptar o no esta dinámica social y podamos dar pasos para contestarla o matizarla, y así
tener una cierta libertad limitada en el ambiente social en que vivimos.
Pero la cuestión resulta más compleja dado que los actores intervinientes –escuela y
familia– en el marco de las relaciones institucionales están condicionados por actores
externos a estas propias instituciones, además de las características de las nuevas formas
de relación social, en una sociedad globalizada y acondicionadora de las relaciones
comunitarias y de ciudadanía. Siguiendo a Josep Mª Rotger y Joan Subirats en
cuestiones de educación y territorio, deducimos que en un mismo territorio pueden
encontrarse una diversidad de modelos de escuela: escuela barrio (alumnos del barrio
pero sin proyecto educativo implicado en él), escuela utilitaria (sin implicación en el
territorio ni en proyecto educativo de los actores), escuela identitaria (con identidad,
pero sin vinculación en el entorno territorial ni social), escuela comunidad (fuerte
implantación en el territorio y activa aceptación de la diversidad social del mismo y un
proyecto de centro bien definido), (Rotger , J. Mª 2003, pp. 423-424 y Subirats, J.
2002). Sería este último modelo el que cabría impulsar para facilitar la incorporación y
participación de las familias y conseguir una mayor implicación de éstas en la escuela.
2. Como se percibe en la escuela la participación democrática.
La familia moderna –institución social en crisis– tiende a convertirse en fuente de
tensiones y conflictos que, a veces, posibilitan su destrucción como unidad de
convivencia social. A menudo conflictivas relaciones paterno filiales o generacionales,
extensión ruptura matrimonial. Que es uno de los mecanismos que hace posible la
disolución de la familia nuclear típica y la aparición de otras formas de familia. El
aumento del número de divorcios repercute tanto en el crecimiento de hogares
unipersonales como en el de hogares monoparentales (habitualmente hijos más madre).
La proliferación de los hogares unipersonales se debe, en muy buena medida, a las
nuevas condiciones de vida de las personas mayores (Apuntes de Ciencia Política y
Sociología
(2011)
Sociología
de
la
Familia,
http://usuarios.multimania.es/politicasnet/apuntes.htm. p. 79).
La familia en muchos casos se aleja del prototipo padre+madre+hijos biológicos por los
procesos de modernización vividos por una sociedad definida mayoritariamente como
tradicional y conservadora con dos realidades diferenciadas, la urbana y la rural (Palmaurbana y Part Forana, el resto de la isla).
Cada vez es más frecuente encontrar familias en las que ha habido una separación o
divorcio, las monoparentales, las adoptivas, los niños acogidos por familiares, padres o
madres homosexuales, las familias sustitutas, etc. y todavía hay una tendencia a
considerar como indeseables, negativas o al menos problemáticas para el desarrollo de
los hijos las composiciones familiares que más se alejan de la tradicional. Sin embargo
la investigación ha acumulado incontables evidencias que muestran que en lo que el
desarrollo infantil respecta, lo importante no es el tipo de familia en que se crece sino el
tipo de relaciones que en la familia se dan entre los adultos y entre los adultos y los
niños. Es evidente que la familia juega un papel fundamental al ser el contexto en el que
las niñas y los niños establecen sus primeros vínculos afectivos, en donde aprenden las
primeras cosas y en donde el mundo comienza a cobrar sentido. También es cierto, que
la red social de apoyo de la cual disponía la familia (abuelos, vecinos, ...), que de alguna
manera ejercía una función de coparentalidad, ha ido mermando su presencia debido a
transformaciones socioculturales de diversa índole como la pérdida de la primacía del
modelo familiar, la incorporación de la mujer al mundo laboral extradoméstico, el
retraso en la edad de la maternidad, el cambio en las tipologías familiares o el
incremento en la esperanza de vida (Aparici, 2002).
Este tipo de relaciones cabe contextualizarlo en la red de relaciones que tienen sobre
todo los adultos con el entorno laboral y económico. La falta paulatina de tiempo para la
dedicación a la educación de los hijos obliga a proyectar en otros ámbitos –como la
escuela– dichas tareas. La estructura familiar y los procesos de socialización tienen aquí
su importancia en el sentido de que van a proyectar en la institución educativa
necesidades que ésta se verá obligada a asumir.
Como propuesta de análisis futura nos centraremos en la evolución de los modelos
familiares en las Islas Baleares y su relación con el sistema laboral predominante del
sector servicios, en concreto el sector turístico. Este sistema laboral, por sus
características, podrá darnos un panorama sociológico de las dinámicas familiares en
cuanto a su organización y por supuesto lo que ello implica en el proceso de
socialización de los hijos.
Estamos en una primera fase de una investigación que viene marcada por el contexto
teórico y una aproximación a los modelos de participación familiar en los centros
educativos. En este caso nos centramos en los centros del municipio de Inca, tercera
ciudad en población en la isla de Mallorca. Tiene consideración de partida judicial y de
capital de comarca (zona norte). Tiene una tradición industrial desde los años 50 con la
industria del calzado básicamente. Con una población cercana a los 80.000 habitantes,
está dotada de 3 centros de Infantil y Primaria públicos y 6 centros concertados. Nos
referiremos a la dotación en la etapa de infantil y primaria, ya que nuestro objetivo es
conocer los modelos de participación en dicha etapa.
3. Propuestas de participación en los centros de educación primaria de Inca
(Mallorca)
Las AMPAs han sido el cauce de participación de los padres y, muchas veces, han
suplido las carencias de la Administración. Existe una percepción por parte de los
profesionales de la educación de una baja implicación de la familia en los procesos de
educación de los hijos y en concreto se percibe un modelo familiar con dificultades para
acercarse al centro escolar. Se constata que cuando hay sintonía en los planteamientos
entre los equipos directivos y las asociaciones de padres y madres la participación es
positiva.
Se plantea el concepto de escuela participativa en la que la opinión y la participación
implican asumir responsabilidades. La propuesta de analizar en el contexto de los
centros de primaria de una zona (municipio de Inca, Mallorca) los modelos y protocolos
de relación con las familias que los centros educativos establecen para colaborar. Desde
la acogida a la entrada, las salidas, las reuniones informativas de centro (tutorías, por
ciclos), escuelas de padres, participación en proyectos comunitarios y propuestas y
colaboraciones con AMPAs.
Para consolidar esta primera aproximación en esta parte de investigación nos basamos
en el análisis de los modelos de participación individual y modelos de participación
colectiva. La participación individual tiene su propio instrumento: las tutorías. La
tutoría y la orientación son parte esencial de la función docente. La función tutorial y
orientadora del alumnado se desarrollará a lo largo de todas las etapas y enseñanzas. El
alumnado tiene asignado un tutor o tutora que conoce su expediente académico y su
situación personal en el centro escolar y se ocupa de la relación con su familia. En la
actualidad la tutoría abarca un conjunto de actuaciones plenamente integradas en la
función docente, actuaciones que no pueden limitarse al mero seguimiento del progreso
académico del alumnado, sino que deben ser entendidas como la manera de alcanzar un
mayor conocimiento de los alumnos y las alumnas y con ello mejorar su integración
escolar y social y su proceso de enseñanza y aprendizaje.
La participación de las familias puede hacerse también a través de sus entidades
representativas, las asociaciones de madres y padres del alumnado (AMPA), lo que
permite abordar de manera colectiva los problemas y organizar soluciones y actividades
para conseguir unos fines comunes. El marco legal vigente hasta ahora nos proporciona
una tercera posibilidad: los consejos escolares (de centro, municipales, autonómicos y
estatales). En el caso de los consejos escolares de centro, la participación implica
capacidad de toma de decisiones y en el resto, capacidad de opinar y asesorar a las
administraciones (Montañés, Francisco; 2007).
En un primer momento se pretende valorar la participación de tipo individual por parte
de los padres o tutores legales de los niños escolarizados: tutorías, reuniones periódicas
con las familias y otras formas, así como la valoración de los profesionales de la
educación de la participación de las familias en estos aspectos. Así pues estamos ante
una propuesta de análisis de participación de las familias des de la óptica de los
profesionales, los maestros, de una parte; y de otro lado se analizará la percepción que
tienen las familias de las experiencias de participación tanto en lo que refiere a su
relación como padres o tutores como en el ámbito mas dinámico y grupal. En este
sentido se pretende analizar desde el grado de organización de los centros en los
procesos de comunicación, información y participación (organización de curso,
comunicados, reuniones informativas por curso o ciclos, actos oficiales, fiestas
participación en eventos municipales o supra-municipales de tipo cultural o deportivo)
hacia los padres hasta la evaluación tanto cuantitativa como cualitativa de los mismos.
El Municipio de Inca tiene una población de 29.996 habitantes (padrón 2011) y resulta
significativo que cuenta con 5035 habitantes extranjeros: 1632 son de la UE, 2094 de
África (1539 de Marruecos) y 1.168 de América Latina. A grandes rasgos se trata de un
municipio donde el sector industrial, sobre todo vinculado a productos de la piel y
zapatos tiene mucha importancia. Le sigue el sector alimentario y de servicios sin
menospreciar una parte importante del sector agrario. Buena parte de la migración
extraeuropea ha ido sentándose en la ciudad y han ido consolidándose los procesos de
reagrupamiento familiar y de crecimiento de la población. La ciudad de Inca es capital
de comarca i ofrece varios servicios a los municipios de alrededor. Es partido Judicial y
dispone de hospital comarcal. En cuanto a los servicios educativos cuenta con 3
Escuelas publicas de Infantil y Primaria de doble línea y dos Institutos de secundaria
con diversos Bachilleres y Ciclos formativos de grado medio y superior; a su vez cuenta
con 6 Centros educativos concertados de Infantil y Primaria, la mayoría de ellos cuentan
con Secundaria y Bachiller. A falta de comprobar los datos en la segunda fase de la
investigación, la población escolar de origen inmigrante se reparte por todos los centros
de la ciudad si bien hay una densidad mayor en los centros públicos.
Con el objetivo de considerar una primera aproximación a estos modelos de relación
familia-escuela en los centros públicos y concertados del municipio de Inca hemos
analizado dos entrevistas a dos profesionales itinerantes de Orientación Escolar. Se trata
de dos profesionales del Equipo de Orientación Psicopedagógica Educativa del sector
de Inca los cuales atienden semanal o quincenalmente los centros de primaria (públicos
y concertados). En concreto, se trata del perfil profesional de Trabajador Social o
Profesor Técnico en Servicios a la Comunidad, quien tiene entre otras funciones la de
colaborar con el centro educativo para las relaciones con las familias y los recursos
socioeducativos de la zona. Esto implica que se coordinan con diversos profesionales de
los sectores sociales y sanitario como educadores sociales, mediadores culturales,
pediatras, etc..
Se propuso en la entrevista que nos hablasen de cómo perciben esta participación de la
familia en los centros donde ejercen sus funciones, haciendo especial hincapié en la
relación tutor-familia. Uno de los aspectos que propusimos era la de valorar su
percepción de participación de las familias Podemos extraer cuatro conclusiones a
grandes rasgos, las cuales serán el punto de partida para la investigación posterior que
nos servirá para ahondar en el conocimiento más pormenorizado de los nueve centros de
Infantil y Primaria:
A) Se percibe una mayor participación de las madres en detrimento de los padres.
Son las madres que asisten a las tutorías, recogida de notas, gestiones de
compras de libros o material y comedor, etc… Si bien se percibe una
participación de los dos o mas miembros de la familia cuando se realizan
eventos culturales, deportivos o festivos.
B) Hay una mayor participación e implicación por parte de las familias con hijos
que presentan Necesidades Educativas Especiales.
C) No aprecian diferencias en la participación por el origen de la familia; sea
inmigrante o no. Se aprecia una mayoría de inmigración de origen marroquí y
también son las madres las que asisten al centro para los acompañamientos,
tutorías y demás.
D) Aprecian que los tutores manifiestan diversidad de situaciones familiares con las
cuales resulta laborioso llegar a acuerdos de colaboración en pro del rendimiento
escolar. Entienden que por diversas razones los padres dedican poco tiempo a
estar con los hijos por lo que refiere cuestiones educativas en general y escolares
en particular.
4. Conclusión y propuesta
La percepción desde la escuela de la implicación y participación de las familias en la
Educación primaria (Inca–Mallorca) será analizada a partir de los cuatro ítems
señalados en una segunda fase de la investigación. La propuesta pretende clasificar los
centros por su adscripción pública o concertada. Llevar a cabo el análisis de
participación de los progenitores por género, el origen de las familias y las situaciones
familiares desde la óptica de los tutores serán los objetivos de la investigación.
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