Fides y ratio en “El curioso impertinente” (Quijote, I, 33-35)

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Fides y ratio en “El curioso impertinente” (Quijote, I, 33-35)
Por Alicia Parodi de Geltman
Universidad de Buenos Aires
Si miramos el Quijote de 1605, estaremos de acuerdo en afirmar, que “La novela del
curioso impertinente”, parte la estructura de intercalaciones novelescas por la mitad, con
tres episodios de un lado y tres del otro. No es casual que sea la única historia leída,
simultánemente por el público de la venta y por los lectores. A su vez, la novela del Curioso
recibe una intercalación entre sus dos finales por parte de la historia de don Quijote.En
medio de la lectura del Curioso, a la que no asiste don Quijote que se había retirado a
dormir, Sancho proclama la victoria de su amo sobre la gigante Pandafilando de la Fosca
Vista, un gigante que ‘hila la enemistad en el conocimiento’, como vemos por su nombre.
Cuando aparece el triunfador, sus galas de dormir son tan escuetas que la dama Dorotea
pudorosamente se retira sin poder honrarlo. En realidad, había desangrado los odres de
vino del ventero. No se trata de un suceso banal para don Quijote, ya que matar al gigante,
según leemos en el capítulo 1, es parte de un plan minuciosamente calculado. La victoria
sobre el gigante le aseguraría que su nombre sería expandido hasta llegar a oídos de la
inalcanzble amada, Dulcinea del Toboso. Como se puede anticipar, el periplo del héroe no
tendrá el fin por él esperado.
Así las cosas, la historia del Curioso se presenta como un espejo de la de don Quijote.
En principio el gigante de la Fosca Vista y el epíteto del protagonista de la novela, el
Curioso, más el carácter de escritura leída de la novela intercalada, nos llevan a pensar en
la locura de don Quijote. Porque el dictamen del narrador nos dice de inmediato que su
enfermedad viene del mucho leer y poco dormir. Esto es, no se trata de una lectura en voz
alta, como la que ocurre en la venta. Don Quijote leía solo. Su primer síntoma fue la
sequedad del cerebro. Solo después vino esta manía de reeditar todas las particularidades
de sus historias amadas, de manera que no hubo cosa sin nombre de novela. Así fabrica su
pequeño mundo. Desgraciadamente los particulares de las historias de caballerías no
coincidían con los de la historia de España a comienzos del XVII. De manera que las
interferencias fueron muchas, y no siempre afortunadas.
Es justamente esta obsesión la que va a espejar el Curioso impertinente. Diremos que
las cosas comienzan a irle verdaderamente mal a don Quijote en la segunda salida, cuando
en el capítulo 8 incorpora a Sancho a su empresa. Los indicios de la imcompatibilidad entre
amo y escudero al principio son débiles, pero cuando en el capítulo 23 los héroes ingresan
a Sierra Morena, aparecen personajes con nombres, y cuando el autor usa nombres,
sabemos que hay cosas. Son personajes alegóricos.
El primero de ellos se llama Cardenio, y luego ‘El caballero de la Rota figura’. Como su
nombre lo indica, tiene el corazón destrozado. Es un doble intermediario, de don Quijote y
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del Curioso. Una historia con dos amigos como la del Curioso y un sin fin de cartas sin leer
o sin escuchar provocaron su locura.
Pues bien, en el soneto que don Quijote encuentra en la maleta olvidada de Sierra
Morena, hay un soneto , luego sabemos que escrito por Cardenio, que pregunta, como
todos los doloridos trovadores cortesanos por la razón de su sufrimiento:
Quién es la causa del mal
dice. Quién, no qué. La respuesta la encontraremos en otra maleta olvidada, esta vez en la
venta. Dentro de ella está nada menos que el manuscrito del Curioso.
El mismo personaje cordial que nos puso en la pista, Cardenio, más tarde, una vez que
su historia comienza a resolverse gracias al relato oral de Dorotea (regalo de Dios, como la
naturaleza que encarna), nos proporcionará el dato histórico: cuándo comenzó el mal.
Efectivamente, en otro soneto, esta vez cantado –con instrumento, aclaremos, porque
Cardenio es poeta de cortes- opone la “Santa amistad” del primer verso a la “discorde
confusión primera” del último (c.27).
La discorde confusión primera es la pelea entre ángeles, en la que Miguel ‘Quién
como Dios’ triunfó sobre Lucifer. Según Alonso de Villegas, autor de la Flos sanctorum más
leída en la época1, Lucifer se rebeló cuando Dios le comunicó el misterio de la Encarnación
y le ordenó imitar y adorar a su Hijo: un ángel, argumentó Lucifer, especie superior porque
le ha sido concedido ver el rostro de Dios, no debía imitar y menos adorar a un
hombre.Pecó de “soberbia e inobediencia”, según los Doctores de la Iglesia. Como
sabemos, Miguel opuso sus ejércitos celestiales a los de Lucifer y éste terminó
precipitándose a los abismos.
Éste es el tema del Curioso impertinente, que se articula novelescamente según el
tópico tradicional de “los dos amigos”2. Con su estructura triádica, clásica en una novella a
la italiana, se nos da cuenta de la amistad inicial entre Lotario y Anselmo, de la fractura que
se insinúa desde el casamiento de Anselmo con Camila, cómo desde el principio Anselmo,
no visitado por Lotario con la asuiduidad que correspondía a su anterior estado, “formó dél
grandes quejas”, cómo cuando Lotario persiste en su negativa, “en quejas de uno y
disculpas del otro se pasaban muchos ratos y partes del día”, y cómo inesperadamente, en
el tercer reclamo, Anselmo desplaza su deseo de amistad por otro: probar la virtud de la
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(Toledo, 1591: en R de la BN 14743, y copia microfilmada en el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas
“Dr.Amado Alonso, UBA). Alonso de Villegas relata este episodio del Apocalipsis, 12,7-9, el 29 de setiembre,
día de de la Dedicación de la Iglesia de san Miguel. Agrega el comenterio de “algunos doctores” al Evangelio
que se lee en las misas de los ángeles, que recuerda la cuesti´´on medieval sobre la superioridad de las
especies.
Ver los antecedentes en “El cuento de los dos amigos. Cervantes y la tradición literaria. Primera
perspectiva”, de Juan Bautista Avalle-Arce, en su Nuevos deslindes cervantinos, Barcelona, Ariel, 1975
(pp.153-211). En el mismo libro, también “Conocimiento y vida en Cervantes”, como antecedente del intento
de contextualización filosófica que se propone mi trabajo (pp.15-92).
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esposa. Una amistad, por tanto, no compatible con el matrimonio, por cierto. Tampoco
amistad: el amigo era necesario para tentar la virtud –puesto que ésta debía ser
comprobable en situaciones rigurosas- sin peligro de deshonra.
Lotario despliega una amplia argumentación en contra del plan de Anselmo, que
concluye con el mandato bíblico:”Por ésta dejará el hombre a su padre y a su madre, y
serán dos en una misma carne”. Éste es el mandato que no acata el luciferino Anselmo. En
el contexto novelesco es claro que remplazaremos “padre y madre” por “amigo”. Y además,
tienta al buen Lotario, quien finalmente accede a participar del experimento de Lotario,
asumiendo la variable “amante/ amigo desleal” . Lotario deja de encarnar al buen Miguel y
su largo discuro se convierte en un mero ejercicio de retórica.
El experimento funciona como había sido pre-visto por Anselmo: ausente el esposo, el
lugar vacío es cubierto por Lotario, y luego - también lo había previsto Anselmo, estamos
en condiciones de asegurarlo-, lo cubre Camila. Camila, ya adúltera, inventa, dirige y actúa
una melodramática farsa -simétrica al experimento de su marido- dramatizando
precisamente el adulterio. Anselmo, que como siempre controla su experimento, la espía
desde la recámara . Como ahora ya no domina todas las variables, no sabe que Camila se
arroga el papel de virtuosa, de modo que Anselmo comprueba finalmente su virtud,
“sabrosamente engañado”. Su “extraño deseo” ha sido, sin embargo, satisfecho porque
Camila se ha convertido, como él quería, en una “mujer fuerte”. En un extraordinario
esfuerzo de auto-construcción, Camila ha perdido la naturaleza de esposa que quiere el
Proverbio. Nada más perverso, engañar con la verdad.
Es justamente allí , antes de que Cervantes redima hasta al diabólico Anselmo con un
segundo final, cuando se interrumpe la lectura y aparece en cortas camisas y gorro frigio
rojo, el vencedor del gigante, don Quijote.
Aunque no supiéramos que viejas tradiciones veían al diablo en los gigantes, nos
basta analizar historia sobre historia para saber que Anselmo es el gigante de la Fosca
vista, vencido por don Quijote. En una palabra, que en cuanto
ambos se enfrentan, tienen algo de común y de opuesto. Son dobles, uno del otro.
Dejamos por el momento a Lotario y también a Camila. Para dilucidar esta extraña
pero indudable especularidad, nos la veremos sólo con Anselmo/Lucifer, el causante del
mal. Haremos una peregrinación por los nombres, habida cuenta de que, a diferencia de
don Quijote, Cervantes pone el nombre adecuado a las cosas.
Reparemos que el “caso” de la mala amistad se recorta sobre un episodio de la historia
de la Creación, que conocemos por las Sagradas Escrituras y por una larga tradición de
comentaristas que llegan hasta la época de Cervantes, por lo menos. Lotario tiene una
conexión más directa con las Escrituras porque su nombre remite directamente a Lot, cuya
historia tiene ángeles también como todo el mundo sabe. En cambio Anselmo remite a otra
fuente de sabiduría, la Filosofía. Por él nos podremos acercar mejor al tema “fides y ratio”.
Y, dado que Anselmo representa a Lucifer, podremos saber qué filosofía Cervantes está
demonizando.
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Sigo la interpretación de Juan Diego Vila, quien pone a san Anselmo de Cantorbery, y
su Cur Deus homo detrás de Anselmo3. Como vemos, la pregunta se puede alinear con las
otras: la de los ángeles, la del ‘Quién como Dios’ de Miguel y con la pregunta textual,’Quién
es la causa del mal’. Las asociaciones hermenéuticas guardan coincidencias: estamos en
el camino cierto, entonces.
San Anselmo de Cantorbery fue benedictino. Vivió entre el 1035 y 1109, y tuvo una
enorme influencia en el empeño raciocinante que la escolástica hereda de sus raíces
platónico-agustinianas, nos dice Joseph Pieper4. No heredó en cambio la “negatividad” que
comunicó a las escuelas Dionisio Aeropagita. Anselmo de Cantorbery, elogiadísimo por
Juan Pablo II en su reciente encíclica -creo que por un esfuerzo por balancer la ontológica
negatividad de nuestro postmodernismo-, responde con el llamado argumento judiciario a la
pregunta Dios se hizo hombre “porque el hombre no puede, en cuanto ser finito y limitado,
borrar la ofensa inferida a Dios por el pecado”. El Credo ut intelligam de san Agustín guía
a san Anselmo en la búsqueda de una prueba de la existencia de Dios nacida de la fe en la
Revelación, pero apoyada en la razón. Las escrituras mismas deben ser “razonadas”. Así,
la salvación del hombre se piensa “como si” nada se hubiera sabido de Cristo, o argumenta
que en el reino de los cielos necesariamente hay seres humanos en lugar de ángeles
caídos, o que Dios hombre tenía que nacer de una Virgen.
Algunas de estas preguntas subyacen a las que incitan a nuestro Anselmo a probar la
virtud de su mujer experimentalmente. Si bien el racionalismo de san Anselmo es un
antecedente del cartesiano, el presupuesto de la fe es en él poderoso, nos aclara Pieper.
Por otra parte, Anselmo parece más bien representar la otra vertiente del racionalismo: no
la cartesiana, en el que la razón opera por deducción a partir de principios generales, sino
más bien la que encarna Francis Bacon, quien propone experimentos. Anselmo es, por lo
tanto un san Anselmo y un no-san Anselmo.
Para quedarnos en España, y en el texto cervantino que nos dice que Anselmo,
terminado el experimento, se congratula de la honra de su “margarita preciosa”, deberemos
presentar ahora a Gómez Pereira, nacido en el 1500, en Medina del Campo. Su obra,
Antoniana Margarita, opus nemque physicis, medicis, ac theologis non minus utile, quam
cecessarium , debe su nombre, a los padres de Gómez, Antonio y Margarita, que eran
tenderos. El propósito no era honrar a sus padres, sino manifestar su método: dudar de
toda autoridad y operar con la sola fuerza de la razón. Marcial Solana 5 se enorgullece de
este ejemplo de cartesianismo español, más de medio siglo anterior al propio Descartes ¡y
con utilización de experimentos!
Cervantes pudo haber llamado Gómez a su personaje, pero quería un san Anselmo y
un no-san Anselmo para un personaje que finalmente iba a redimir, con una confesión, eso
sí, escrita, y fragmentada por la muerte, como corresponde a un experimentador de seres
Ver “nombre, conocimiento y verdad” en Cervantes, II, Mendoza, Universidad de Cuyo, Facultad de Filosofía
y Letras, Instituto de Literaturas Modernas, pp.289-303
4 en Filosofía medieval y mundo moderno. Rialp, Madrid, 1979.
5 En Historia de la filosofía española. Época del Renacimiento (siglo XVI), t.1,c.III “Gómez Pereira”, pp.209271. Madrid, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y naturales, 1941.
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humanos. Se salva, pero no disfruta del dialógo entre personas, propio de la confesión oral,
recomendada ya por san Agustín.
Por fin, para reconocer la radical no-sanalsemidad de Anselmo, recordemos que la
Flos de Villegas testimonia que la primera vez que se festejó la fiesta de la Inmaculada
Concepción fue en Inglaterra, por obra de san Anselmo. Nada más opuesto al experimento
de Anselmo con la honra de Camila. Cervantes usa a san Anselmo en la construcción del
sentido por la derecha, y por la contraria.
Para que el “orden natural” sea sustituido por el “orden racional”, en el siglo XVII,
antes ha debido ocurrir la disolución nominalista entre fe y razón, que a su vez presupone la
anulación de la razón como vínculo entre universales (nombres) y particulares (cosas) 6.A
menos de un siglo de la reforma luterana, propulsora de la escición entre fides y ratio, lo
que debió preocupar a Cervantes es la doble consecuencia de la ruptura: por un lado, el
fideísmo, por otro, el racionalismo.
Por eso cruza la novella del racionalista Anselmo con el episodio del nominalista y
por lo tanto fundamentalista don Quijote, quien en nombre de sus ideales produce
desastres. En uno, la negación de la experiencia vital ingresa en el conocimiento a partir de
una construcción lógica, el experimento. En el otro, la lectura solitaria, sin la mediación
racional que se expresa en la palabra oída, tuvo un resultado preciso: se le secó el cerebro.
Sin embargo, para ser justos con el texto, hay que decir que el Curioso
impertinete es verdaderamente la novela del origen del mal: la tragedia de la perversión.
En cambio, la victoria sobre el gigante por parte de don Quijote, intercalada en la novella
es apenas un entremés donde prevalece el ridículo sobre el daño: ¿por qué?
Un diagnóstico sobre el iluminismo del maestro Emilio Komar nos puede ayudar en la
respuesta7:
(La)...desvalorización del corazón como sede de la afectividad
está íntima y misteriosamente unida a la desvalorización del corazón como
núcleo recóndito de la personalidad, como su centro interior de reflexión e
iniciativa. La apatía afectiva de los iluministas es paralela al exitrinsecismo
cognocitivo. No hay penetración simpática en las cosas para usar una
expresión bergsoniana. Ahora la chatura ex parte objecti produce la chatura
ex parte subjecti. Los ecos débiles de las cosas no necesitan llegar a la
interioridad del corazón....
Todo esto está acompañado por una marcada desconfianza que llega a
la hostilidad por lo espontáneo, por lo natural y por todo lo que representa o
reproduce la naturaleza,...por lo animal en el hombre, por el cuerpo e,
inclusive, por la mujer, que en cierto sentido representa la naturaleza dentro
Para el camino del nominalismo al racionalismo, leo el capítulo IX “La filosofía en el siglo XIV”, en el tomo II
de La filosofía en la Edad Media, de Étienne Gilson. Madrid, Gredos, 1958.
7 En “Juliette o el iluminismo y moral”, en su “Orden y misterio”, Rosario, Fraternitas-Emecé, 1996, pp.39-40.
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de lo humano....Así se llega al perfecto homo duplex, es decir, al hombre
desdoblado: la razón y la voluntad deliberada por un lado, su naturaleza por
otro.
Es un buen diagnóstico para Anselmo, pero ¿lo es para don Quijote? Lo es
para su locura. Uno destruye a la amada; el otro la aleja tanto que nunca la va a encontrar.
Pero la locura no es todo don Quijote: sabemos que posee un animoso corazón como
todo héroe , que en el fondo, como decubrimos en el episodio del Caballero del Lago
(c.50) -un codificado de sus escrituras, los libros de caballerías, reinventado oralmente por
don Quijote-, hay una voz de mujer que llama en su auxilio al héroe. Don Quijote es un
“llamado” y responde con voluntad cordial. Le falta la razón.
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¿Qué podemos proponer nosotros, profesores de literatura, para fundar un nuevo
humanismo en nuestras universidaes? Cosas muy concretas:
1. Leer el texto: abrir a él nuestro corazón, y poner como intermediaria la razón entre las
cosas, que para nosotros son ficciones, figuras, particularidades, antes de deducir
interpretaciones.
2. Explico: abrir nuestro corazón es asociar, recuperar las recurrencias textuales,
entrecerrar los ojos y ver entre líneas, oír también -como decían los maestros de la
estilística (Spitzer, Vossler, Amado Alonso)- nuestro propio corazón. Cuando algo nos dice
clik, pensemos por qué nos dijo clik, decía Spitzer. Es la señal. Somos llamados por
nuestros libros, como don Quijote. Un consejo práctico: preguntar a los alumnos por los
subrayados, esos que hicieron distraídos con un lapicito en la primera lectura.
3. Un consejo para la razón: me la enseñó el maestro Eilhard Schlesinger, preguntarse en
todo momento por qué: por qué todo, hasta la ubicación de un adjetivo . El Qwid,
pronunciaba Schlesinger. Si algo tiene de bueno la de-construcción es que nos ayuda a
razonar.
3. Nunca, nunca!!! aplicar un modelo: ni cultural ni teológico. No leer bibliografía antes,
no leer teoría, no recortar ejes antes de describir la totalidad de las relaciones textuales y
haber encontrado el quid. Las teorías sirven como cotejo, siempre que conozcamos su
partis- pris ideológico. Es importante reconocer las diferencias ideológicas entre nuestro
objeto, la obra que leemos, y las bibliografías y teorías que podemos usar como
instrumento.
4. Lo mejor, buscar un interlocutor.
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