Cobelo, C.; Cardozo, A.; Schauman

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Desde la intervención focalizada al enfoque territorial. Desafíos para las
instituciones públicas en el SO de Río Negro.
Autores: Cobelo, C., Cardozo, A., Schauman, D.
Mail: [email protected]
Resumen:
La Rinconada de Nahuelpan es una comunidad indígena compuesta por 35 familias, ubicada
en el SO de la provincia argentina de Río Negro, en la Patagonia andina. Su proximidad al
centro de El Bolsón (5 km) ha permitido que, durante muchos años, su población fuera foco
de múltiples intervenciones por parte de diversos programas de desarrollo y referentes
políticos locales. El carácter cortoplacista y desarticulado de las mismas produjo una cierta
diferenciación interna en la comunidad provocada por el acceso diferencial a los recursos
otorgados.
Desde hace unos años se está ensayando un modelo de intervención más articulado, donde se
combinan reuniones con pobladores, entre instituciones, visitas a las familias, atención de
conflictos específicos- especialmente en cuanto al aprovechamiento de los bosques- análisis
de las problemáticas desde distintas perspectivas. Se han logrado pequeños avances en la
organización, así como algún grado mayor de confianza en las instituciones mediante el
ejercicio de la continuidad y coherencia en las intervenciones.
Esto permite iniciar una nueva etapa de trabajo que procure abordar más integralmente –con
las limitantes de recursos existentes- problemáticas como el acceso al agua, ingresos por
producción, inserción de los y las jóvenes, y mejoramiento de los niveles de vida. Y presenta
además el gran desafío de consolidar un equipo técnico interdisciplinario e interinstitucional
que sostenga y fortalezca esta modalidad de trabajo.
Palabras-clave: intervención; desarrollo; enfoque territorial; comunidades indígenas
1. Introducción
En el presente trabajo se discute un proceso de intervención que se está llevando a cabo en la
actualidad, en una comunidad indígena de la localidad rionegrina de El Bolsón, Patagonia
andina de la Argentina. Las modalidades de vinculación técnicos- pobladores y entre
pobladores, las diferentes perspectivas institucionales, la focalización de los programas y
líneas de intervención, son factores que inciden sobre la marcha del proceso. En la primera
parte se identifican algunos aspectos del contexto regional y local, luego se describe y analiza
la experiencia a la luz de los intentos por modificar los paradigmas de intervención, para más
adelante discutir los alcances de los cambios de enfoque enunciados.
La región1 andino-patagónica argentina se ha insertado tardíamente en la estructura
económica de nuestro país. Contrariamente a los estados provinciales, preexistentes a la
Nación y bases del Estado central, los territorios nacionales son una creación de la instancia
nacional. En la Patagonia, la Campaña del Desierto fue un hito fundamental en la apropiación
1
Al hablar de región, la definimos como un recorte territorial de nivel subnacional construido alrededor de
articulaciones sociales, económicas y políticas, que constituyen un subsistema en donde se dan fenómenos bajo
una lógica diferente a la que rige en el sistema nacional (Cao et al. 2003)
del territorio, que no contempló las formas de organización vinculadas a la etapa indígena
anterior. El proceso de ocupación de las tierras del área cordillerana del SO de Río Negro,
aunque poco estudiado, se ha visto atravesado por las campañas militares mencionadas y las
prácticas resultantes que perduraron en el devenir del siglo XX. El espacio de los territorios
nacionales en el que se insertaron las nuevas comunidades indígenas – nuevas en tanto
muchas veces eran conglomerados de familias que habían sido desplazadas de manera forzosa
de otras regiones- fue atravesado por distintas luchas por los recursos por parte de los sectores
dominantes. La agencia indígena desarrolló diferentes estrategias para acceder a las tierras.
La figura más importante que surgió de este proceso fue la de ocupación con tenencia precaria
de tierra (Delrío, 2005).
La provincia de Río Negro fue territorio nacional hasta 1957. En los ex territorios, en
particular los de la Patagonia argentina, las clases altas tienen en general un origen popular,
conforman burguesías comerciales sin tradición, cuyo poder económico se remonta a las
primeras décadas del siglo pasado. Más tarde ese poder se amplía y consolida con la fuerte
vinculación y/o del control del estado provincial, hecho que se concreta a mediados del siglo
XX. (Cao et al., 2003). Desde el retorno de la democracia en 1983, la provincia es gobernada
por un mismo partido, en el marco de una sociedad heterogénea y con una relativamente baja
conflictividad (Cao et al. op.cit). Esta falta de alternancia, sin embargo, dio como resultado un
sistema político conformado por numerosos actores políticos y gubernativos que asemejan
más a una sumatoria de ciudades que a un estado provincial unitario. De aquí resulta que las
pujas partidarias internas constituyan los principales enfrentamientos que se producen, y
aparecen sectores del mismo partido disputando espacios territoriales entre sí.
Delrio (2005, op.cit) describe diversos mecanismos desarrollados por los indígenas para
lograr el reconocimiento de sus ocupaciones de tierras. Estos reclamos continúan
produciéndose en la actualidad, reforzados por el relativamente reciente ingreso de las tierras
fiscales rionegrinas al mercado inmobiliario, que por el momento se mueve con criterios poco
transparentes. La constitución nacional de 1994, por su parte, admite la preexistencia étnica y
cultural de los pueblos indígenas; esto sustenta reclamos que se encuentran en distintos grados
de avance y con diferentes potenciales de resolución favorable a los pobladores de origen
mapuche.
En este contexto, la Rinconada de Nahuelpan es una de las pocas comunidades indígenas de
los alrededores de El Bolsón que dispone de título de las tierras que ocupan, o al menos de
gran parte de ellas. Surgida a partir de 8 familias originales, hoy cuenta con unas 35 familias
descendientes de aquellas. Aunque desconocemos las condiciones en que se pudo formalizar
la tenencia, sí podemos inferir que la capacidad de agencia de algunos de sus miembros tuvo
un papel destacado, estableciendo alianzas estratégicas con el poder político provincial.
El modelo clientelista presente en ámbitos locales reduce y condiciona la libertad de acción de
pobladores y de sus organizaciones, ya que dificulta el surgimiento de procesos de
organización social que lo cuestionen, interfiere en el crecimiento de organizaciones
opositoras y, además, genera sus propias formas adictas y funcionales de organización
(Manzanal, 2006). Nuestro ingreso a la Comunidad entonces se realizó en el marco de un
planteo que no cuestionó estas prácticas, aunque tampoco las promovió, a los efectos de no
contribuir a la generación de nuevas disyuntivas.
A fines de los ’80 comenzó la crisis de financiamiento de las provincias, que terminó a
mediados de los ’90 con el incipiente estado de bienestar provincial. Se consolidaron las
políticas sociales focalizadas, como una tendencia a lograr mayor equidad en el gasto,
buscando mayor selectividad de los beneficiarios, identificación de grupos más vulnerables y
una mejor distribución geográfica del gasto (Álvarez, 2000). Estas políticas apuntaron a paliar
situaciones individualizadas y demostrables en una orientación que privilegia la tranquilidad
social y la “gobernabilidad” más que algun concepto de desarrollo social, a la espera de que
los ingresos provistos por el mercado provean las soluciones de mediano y largo plazo.
(Campione, 2000). Se trata de políticas sociales sin aspiración integradora, orientadas a la
atención “caso por caso”. E algunos casos, los agentes de intervención fueron técnicos del
PSA, del ProHuerta, del Programa Manos a la Obra2. En otros, los más frecuentes, el modelo
focalizado se ajustó perfectamente a las prácticas clientelares provinciales y municipales.
Ya después del 2003/2004 comienza a discutirse como política de intervención en los
organismos nacionales como el INTA o el Programa Social Agropecuario (PSA, 2006) un
enfoque centrado en el desarrollo territorial, dando cuenta de la creciente diversidad de
lógicas que reorganizan y dinamizan los espacios rurales3. En el caso del INTA, varios
documentos institucionales plantean las caracteristicas de este enfoque necesario para el
modelo de extensión a reforzar (el más reciente INTA, 2007) dado que el pensar el desarrollo
sólo desde la base de las cadenas productivas se hacía cada vez más restrictivo y sesgado. Se
diseñaron instrumentos programáticos flexibles, como los proyectos con financiamiento
propio, enmarcados en el PROFEDER – Programa Federal para el Desarrollo de los
Territorios (Desarrollo Local, Minifundio, Productores Familiares) que permitieron plantear
problemáticas específicas de los espacios rurales, y promovieron las interacciones
interinstitucionales locales. Sin embargo, las administraciones provinciales mantienen sus
propios modelos de intervención. En El Bolsón, diferentes áreas del mismo municipio se
superponen con áreas técnicas provinciales con asiento local. El gran desafío es lograr
acuerdos de trabajo entre instituciones que intervienen en el mismo territorio o al menos en la
misma comunidad, manteniendo las particularidades de cada una pero enriqueciendo la visión
del conjunto.
2. Características de la experiencia
La comunidad indígena de la Rinconada de Nahuelpan se encuentra a 3 km de la ciudad de El
Bolsón, provincia de Río Negro. Tiene una superficie de 1162 ha, en la que habitan 35
familias, con alrededor de 120 habitantes. Un 60% de la superficie está cubierta por bosques
nativos (bosques de ciprés de la cordillera y bosques mixtos de ciprés/coihue) con niveles
altos de degradación. La parte restante corresponde a tierras de cultivo. La tierra es de
propiedad comunitaria, pero cada familia maneja individualmente sus lotes, realizando
huertas para autoconsumo, criando ganado o haciendo aprovechamiento de recursos forestales
sin planificación. Las tierras comunitarias propiamente dichas, con cobertura forestal, son
utilizadas de modo tal que se generan recurrentes conflictos.
2
PSA:Programa Social Agropecuario, dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería Pesca y
Alimentos, orientado a formular pequeños proyectos productivos de seis meses de duración con financiamiento y
asistencia técnica durante ese período. Proyecto Integrado ProHuerta, financiado por el Ministerio de Desarrollo
Social, promoviendo huertas familiares, y seguridad alimentaria. Manos a la Obra fue un programa destinado a
financiar emprendimientos de beneficiarios del programa Jefas y Jefes de Hogar Desocupados.
3
Sili (2005, Op.cit.) considera que esas diversas lógicas son la lógica de la fragmentación y la lógica
multiescalar, “ (…)ambas construidas a partir de la movilidad y la capacidad de los actores de vivir y actuar en
diferentes espacios no contiguos (pluriterritorialidad). Estas lógicas generan un funcionamiento rural de extrema
complejidad y diversidad, en donde conviven múltiples procesos contradictorios. Por un lado encontramos
factores de deterioro rural, y por otro hallamos las posibilidades de cambios, que debidamente aprovechadas
podrían dar lugar a dinámicas de desarrollo más integrales y socialmente más inclusivas”.
El incremento demográfico de la población de toda la comarca, el aumento de los índices de
desempleo en el ámbito local y nacional, y más recientemente la reactivación del turismo y de
la construcción en los valles cordilleranos han contribuido a la generación de fuertes impactos
sobre los recursos forestales. La extracción de estos recursos está regulada por la provincia de
Río Negro, por medio del Servicio Forestal Andino, quien otorga permisos de extracción
luego de verificar la mortandad de los ejemplares seleccionados. Debido a que la comunidad
tiene en su interior conflictos de intereses no resueltos, sus integrantes habían adoptado la
modalidad de solicitar permisos de corta individualmente. En forma similar, la cría de ganado
y las demás actividades en el mismo predio de la comunidad son realizadas de manera
superpuesta, con lo cual se ha generado una situación de sobre explotación de los recursos
forestales, con síntomas de sobrepastoreo evidentes. En los últimos años, luego de dos
inviernos con precipitaciones inferiores al promedio y veranos más secos, complementados
por el crecimiento demográfico de la población de la Comunidad y la construcción de nuevas
viviendas, se hizo perceptible para los pobladores el problema de la insuficiencia del agua. El
abordaje de la cuestión del uso del agua requerirá, además de los aspectos técnicos
específicos, de un fortalecimiento de la organización interna de la Comunidad, para establecer
acuerdos de uso y mantenimiento.
El Servicio Forestal Andino (SFA) y el INTA acordaron la realización de una intervención
conjunta en esta Comunidad a mediados del año 2004, cuando se hacía evidente que se
reanudarían las dificultades para acordar con los pobladores de manera individual un sistema
de aprovechamiento de la madera del bosque nativo del predio de la misma. En una primera
instancia, personal del SFA recorrió las casas, familia por familia, en algunas situaciones
acompañada por personal del INTA, para identificar las diversas situaciones que aparecían en
la Comunidad. Se realizaron consultas a técnicos que participaron en otras intervenciones
previas, como el ProHuerta, el Plan Social Agropecuario, el Ministerio de Desarrollo Social,
el Programa Producir y Comer en Casa de la provincia de Río Negro, la escuela de la
Rinconada de Nahuelpan (docentes y directivos), para identificar los principales aspectos
relacionados con la trayectoria de la Comunidad en cuanto a su relación con el Estado. De
todas estas consultas, aparecía como una constante la dificultad en establecer y mantener
acuerdos de trabajo en el marco de la mayoría de los proyectos. Prevalecía una visión
negativa sobre el conjunto de la comunidad, así como el reconocimiento de la existencia de
ciertos actores internos que, vinculados políticamente con referentes partidarios provinciales y
locales, tendían a desarticular los proyectos que se fueron generando.
Hasta esa época el INTA sólo había tenido una intervención en la Comunidad a través del
programa ProHuerta, sin haber abordado problemáticas productivas relacionadas con la
ganadería, la actividad forestal o actividades intensivas destinadas al mercado. Algunos
pobladores habían implantado cerezos, entregados por la provincia, sin asistencia técnica
posterior.
Además de las visitas individuales, convocamos a algunas reuniones para consultar a los
pobladores sobre la posibilidad de iniciar una etapa de trabajo con el INTA. En esos talleres
nos plantearon críticas a algunos modos de intervención previos, y su interés por abordar
cuestiones relacionadas con la ganadería y la producción de forraje. Se realizó, en el marco de
dichas reuniones, un listado de problemas y se avanzó en identificar líneas de trabajo.
Era necesario para los técnicos, además disponer de un mapa de la Comunidad, y de la
distribución de recursos existentes. Parte de este trabajo comenzó a realizarse en diciembre de
2004 con la participación de alumnos de Ingeniería Forestal de la UNLP coordinados por
técnicos del Servicio Forestal Andino y de la UNLP. Otra parte se realizó durante el año
2005, cuando INTA hizo un relevamiento de actividades agropecuarias y ubicación de
viviendas y fuentes de agua. Se identificaron los principales problemas y los principales
objetivos de los integrantes de la comunidad, se iniciaron acciones para incorporar algunas
prácticas tecnológicas apropiadas, vinculadas tanto al manejo de recursos naturales como al
mejoramiento de la producción agropecuaria que se realiza actualmente. Un aspecto
importante para enfocar el conjunto de los problemas era el fortalecimiento del Consejo de la
Comunidad, de reciente creación y con un funcionamiento errático hasta la actualidad.
En una primera etapa, con escasa disponibilidad de personal para el trabajo en terreno, la tarea
se concentró en establecer un sistema más ordenado de manejo forestal por parte del SFA. La
cuestión innovadora con respecto a intervenciones anteriores fue avanzar en un proceso de
reconocimiento del Consejo como organización comunitaria, y establecer un sistema
previsible de otorgamiento de permisos de extracción de madera, donde el mismo consejo se
ocuparía de hacer cumplir los acuerdos preestablecidos.
Mientras tanto, se intentó avanzar en otros acuerdos entre pobladores con actividades
comunes: aspectos como el encierro de carneros para estacionar los servicios, la realización
de tratamientos sanitarios en forma conjunta, que no lograron materializarse en resultados
concretos. La presencia de intereses contrapuestos entre pobladores y de antiguas rivalidades
impedía que los conflictos se expresaran abiertamente cuando se planteaban las acciones a
realizar en reuniones plenarias. Por lo tanto, se comenzó a trabajar en la búsqueda de
objetivos más sencillos de lograr y que tuvieran componentes más concretos, redefiniendo y
reelaborando lo acordado en el marco de las reuniones. Fue entonces donde comenzaron a
apoyarse pequeños proyectos productivos o a organizar pequeñas parcelas para instalar
nuevos cultivos –que en la zona tienen comprobado desempeño adecuado: también aquí los
resultados fueron erráticos. Algunos pobladores mantuvieron y fortalecieron los ensayos incorporando su propio conocimiento y agregándole valor- mientras otros dejaron abiertas las
parcelas para disponer de forraje antes de siquiera evaluar su crecimiento (en el caso de las
parcelas forrajeras). De todos modos, la debilidad de la intervención- no disponíamos de
técnicos fijos sino que debíamos convocar a técnicos que realizaban tareas específicas- fue
otro factor de suma relevancia para explicar la no concreción de algunos pequeños proyectos.
De hecho, los mayores avances durante esta etapa –entre la primavera del 2006 y el otoño de
2007- fueron logrados en el ámbito forestal donde el SFA organizó algunas capacitaciones en
cosecha de semillas de árboles autóctonos y se apoyó la realización de un pequeño vivero de
especies arbóreas. En cuanto a las parcelas de forrajes, tuvieron un ciclo completo en 3 de los
5 casos iniciados, y aunque se pudo trabajar algunos aspectos técnicos vinculados a la
implantación de cultivos, otros como la introducción del trébol rojo como variante para la
alfalfa en terrenos anegables no se pudieron concretar. Se iniciaron pequeños cuadros de
frutales menores en dos situaciones, para que los pobladores interesados se fueran
familiarizando con los cultivos de berries, y se fortalecieron algunos pequeños
emprendimientos individuales relacionados con la fruta fina.
A partir de inicios de 2006, en vista de que varias instituciones trabajaban desarticuladamente
en la Rinconada, nos propusimos realizar algunas reuniones para intercambiar información y
de puntos de vista, así como establecer mecanismos de colaboración entre las intervenciones y
acordar algunas recomendaciones. De estas reuniones participaron profesionales del Hospital
y de Salud Ambiental, agentes sanitarios, gente del Servicio Forestal involucrada en proyectos
de educación ambiental en la escuela de la Comunidad, además de los técnicos participantes
del proyecto de INTA y SFA. De allí se adquirieron libros en apoyo al trabajo en la escuela,
se elaboraron copias del relevamiento para completar la información que tenían los agentes
sanitarios y los médicos del Hospital, se intercambiaron materiales sobre medidas preventivas
para hidatidosis y Hanta Virus.
Durante el año 2007 se incorporó una ingeniera agrónoma por parte de INTA, y se iniciaron
algunos ensayos de manejo de reservas forrajeras. Se espera avanzar en un abordaje más
integral en la primavera del 2008, ya que se produjo un interés renovado por parte de otros
pobladores en implantar pasturas y berries. Las experiencias iniciadas en el año utilizando
alambrado eléctrico, tecnología que no se había utilizado en la Rinconada, la visualización por
parte de algunos pobladores de los resultados en cuanto al crecimiento de forraje explican este
interés renovado.
La mayor demanda para realizar cultivos agrícolas, sin embargo, sumada al incremento de la
población de la Rinconada –se construyeron entre 2005 y 2008 unas 4 viviendas adicionalesobliga a pensar necesariamente en realizar un trabajo más ajustado sobre el uso y manejo del
agua. Para esto, se ha convocado al Departamento Provincial de Aguas para colaborar en la
tarea y establecer algunas directrices.
Otro aspecto que hemos identificado como relevante, y que nos propusimos abordar, se
refiere a analizar más detalladamente las características de los ingresos extraprediales.
Algunos pobladores han observado que se han perdido algunas prácticas productivas
anteriores, como el pastoreo en zonas más altas, ocasionando una mayor permanencia del
ganado en las zonas más bajas del relieve, que están sufriendo síntomas de sobrepastoreo. El
cuidado de los cultivos intensivos, especialmente la fruta en cosecha, demanda mucha
atención, pero esta época coincide con la aparición de oportunidades de realizar trabajos
estacionales de variada índole. Asimismo, los jóvenes, especialmente los solteros, tienen
dificultades para organizarse en actividades pautadas. Estos aspectos serán abordados a partir
de la incorporación de personal técnico del Programa Social Agropecuario orientado a las
ciencias sociales, en la nueva etapa del proyecto.
3. Análisis del proceso realizado
Los miembros de la Comunidad Indígena de la Rinconada de Nahuelpan han tenido contactos
con instituciones y programas provinciales y nacionales, y con estructuras partidarias y
religiosas locales. Los resultados de dichas intervenciones han sido pobres; las mismas fueron
discontinuas, limitadas a la entrega de insumos, y desarticuladas. En muchos casos los aportes
materiales agudizaron enfrentamientos entre los miembros de la comunidad, ya que se
realizaron mediante el mecanismo de identificación externa de un líder o referente. El
mecanismo de recurrir a terceros para hacer prevalecer los intereses de un sector sobre otro ha
sido una de las estrategias utilizadas por algunos de sus miembros, que son visualizadas por la
comunidad como una práctica a erradicar.
En los últimos años se pretendió realizar una intervención más integral, contemplando los
intereses de los pobladores más que ofertando insumos materiales o abstractos. Sin embargo,
debido al encuadre institucional del grupo de intervención las actividades estuvieron
rondando los aspectos productivos agropecuarios, que, por otro lado, en muchos casos son de
gran complejidad, y demandan un nivel de organización y persistencia que no todos los
miembros de la comunidad están posibilitados de sostener.
En aquellos casos en que la familia contaba con un proyecto de trabajo agropecuario y
percibiera la necesidad de aportes técnicos, los emprendimientos pudieron avanzar, pero esto
dista de ser una situación común a la mayoría de los integrantes. O por lo menos, se hace
necesario generar resultados concretos sobre el mejoramiento de ingresos o de condiciones de
vida de las familias.
La parte de la historia que conocemos de la comunidad, por otro lado, nos está revelando que
la lograr una mayor organización interna es complicado pero necesario, y se debe trabajar más
o menos activamente en consolidarla, puesto que no median factores externos que colaboren
en su ordenamiento. Sabemos que existen redes informales de vinculación entre las familias,
pero aún no avanzamos en identificarlas, más allá de aquellas que se relacionan con la
actividad forestal-extractiva.
Otra tarea que debemos profundizar es la de la vinculación con otras instituciones. Aunque
nos reunimos y compartimos puntos de vista sobre la comunidad, queda mucho por avanzar
en la cuestión de la intervención. Cada institución o programa tiene su línea de trabajo y su
visión de los modos de intervención, y muchas veces el margen de maniobra de la gente que
trabaja en el terreno no es muy elevado.
Por otro lado, aunque creemos que vamos avanzando en la complejidad del abordaje, todavía
no estamos realizando un abordaje estrictamente territorial. Esto es así porque necesitamos
entre otras cosas interpretar mejor el fenómeno de la pluriterritorialidad (Sili, 2005). Este
autor se refiere a una pluriterritorialidad espacial, que se produce en términos de poder vivir
y frecuentar espacios alternativos, pero también a una pluriterritorialidad vertical que
consiste en la posibilidad que tienen las personas y los territorios que ellas controlan de vivir
y tener roles en diferentes niveles de organización territorial simultáneamente, según las
actividades que desarrollan. En este caso, por mencionar sólo dos ejemplos, se observa una
movilidad vertical relacionada con el nivel político, que se encuentra próximo, pero en la
planta urbana de la ciudad, y con una importante empresa extranjera, que emplea de manera
permanente a un elevado número de trabajadores de la localidad, donde algunos pobladores se
desempeñan. Estas distintas dimensiones y cómo cada familia se organiza respecto de ellas
explica parte de la diferenciación interna entre pobladores.
4. Reflexiones finales:
La historia de la conformación de las relaciones entre los pobladores y entre éstos y el poder
político derivaron en un sistema clientelar que, cuando actúa como satisfactor de intereses
materiales y simbólicos, genera lazos de lealtad y respeto (Álvarez, 2000). El carácter de la
mayor parte de las intervenciones que registramos, aunque en algunos casos se propusieran
evitar o contrariar las normas de funcionamiento clientelares, no lograban eludir este tipo de
vinculación. Scaglia et al. (2000) mencionan la necesidad de tener en cuenta que este
esquema de relacionamiento, en tanto pone en juego recursos del estado, es compartido por
los actores implicados, independientemente de las posiciones que ocupan en esta red.
Las intervenciones de corto alcance, aunque provenientes de programas focalizados,
ejecutados por cuadros técnicos independientes del accionar partidario, no resultaron en
estrategias superadoras y generadoras de mayor ciudadanía, posiblemente porque no se tomó
en cuenta la dimensión histórica y subjetiva de las relaciones clientelares . La especificidad de
estas relaciones es aún mayor si consideramos que se trata de pueblos originarios, cuya
historia de vinculación con el Estado tiene un elevado nivel de conflictividad.
Por otro lado, en muchas de las intervenciones focalizadas no se analizan debidamente las
convenciones sociales de los grupos que son objetivo de las mismas. Como dice Giddens
(1998) el saber que poseen los actores humanos (sobre convenciones sociales, sobre sí
mismo, sobre otros seres humanos) no es adjetivo para el diseño persistente de la vida social,
sino que es un elemento constitutivo de ese diseño.
Las intervenciones que propusieron un abordaje sistémico no se han constituido aún en una
instancia superadora, ya que existe un sistema social organizado para funcionar de una
manera asimétrica –donde el poblador pobre e indígena ocupa el papel subalterno. Sin
embargo esta asimetría no está exenta de tensiones, y no implica un sometimiento de los
pobladores a las consignas propuestas por las instancias técnicas, estatales y partidarias.
Otro aspecto a profundizar es cómo ven los miembros de la comunidad a las intervenciones.
Según resultó de algunos talleres al inicio de este proceso, hay una fuerte resistencia a la
imposición de sistemas de valores externos. Por eso procesos que ameritan mayor
comprensión de procesos y dinámicas biológicas, por ejemplo, sólo pueden ser abordados en
el largo plazo, porque chocan con la intención de la utilización inmediata de los recursos
naturales. Cabe recordar que, a decir de algunos pobladores, muchas de las prácticas
productivas de los antiguos se perdieron. Los años de desvalorización del trabajo rural y de
los productos agropecuarios y artesanales que caracterizaron la década pasada obligan a un
esfuerzo especial destinado a los más jóvenes.
Nos preguntamos también si a esta altura en muchos aspectos la Rinconada no es un barrio
más de El Bolsón, aunque sin urbanizar, con gente que está destinada a compartir un espacio
debido a la imposibilidad de expandirse y de conseguir más tierra o viviendas en la planta
urbana. El elevadísimo valor de la tierra y de la propiedad, el destino de tierras fiscales que
aún existen a proyectos de urbanización de alto valor son fenómenos que han cobrado gran
relevancia en los últimos años en la zona, asociados a una creciente promoción del turismo, y
limitan el acceso a la tierra a los que no sean inversores externos o locales.
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