En la Argentina, cuya matriz energética depende en un 90% de

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Política energética nacional o abismo (I)
Artículo enviado a Gabinete On Line
Autor: Federico Bernal *
¿Qué intereses privilegiar?
La Argentina cuenta con un horizonte de reservas comprobadas de petróleo y gas natural de 8,6 y
9,4 años respectivamente. Presenta, asimismo, el agravante de ser un país hidrocarburífero
dependiente, es decir, un 90,3% de la oferta de energía primaria proviene de dichos recursos. En
2005, la generación de energía eléctrica nacional fue de 92.176 Gw/hora (5,8% de aumento con
respecto al 2004) y su consumo de 87.778,5 Gw/hora. Del total, un 55% fue aportado por
termoeléctricas (alimentadas mayormente a base a gas natural) y un 40% entre centrales
hidroeléctricas (31%) y nucleoeléctricas (9%).
Analistas energéticos de variada estirpe coinciden en señalar que en 2005 la producción de crudo
cayó un 5,2% y la de gas un 1,4% respecto de 2004. Por su parte, especialistas del Instituto
Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG) y empresarios del sector abrazan iguales cifras y
responsabilizan la angustiante realidad a la creciente madurez de los yacimientos productivos y a la
falta de incorporación de nuevos descubrimientos. Para ellos, la solución pasa por ampliar las
fronteras de exploración, o bien, resignarse a comprar hidrocarburos en el exterior. No obstante,
puntualizan que la viabilidad de la primera alternativa dependerá de la concreción de alianzas
estratégicas entre el sector privado y el Estado nacional. Esto es, sin la participación estatal no habrá
inversiones en cuencas improductivas.
Ahora bien, ¿es correcto analizar esta cuestión en base a estadísticas abstractas o a los discursos de
los petroleros? ¿Acaso no resulta crítico comenzar por estudiar la diferencia entre los intereses
empresariales y los nacionales? Para identificar aquellas políticas energéticas contrarias al
desarrollo sustentable 1 es necesario de la reflexión sincera y objetiva. Por ejemplo, se omite que la
producción de crudo viene cayendo sin pausa desde 1998, año que alcanzamos el pico de extracción
y que de no haber mediado una explotación irracional, debería haberse tocado recién en 2010. De
igual forma, nada se dice de la relación entre producción y reservas certificadas, cuyo detrimento en
perjuicio de esta última se disparó a partir de 1989. Para el gas natural, se olvida que desde 1991 los
volúmenes de extracción superaron los de reservas, tendencia vigente (Secretaría de Energía).
Asimismo, se oculta que muy a pesar de la declinación de las reservas, de la atrasada matriz
energética y de la carencia de acceso al gas natural por redes para el 40% de los argentinos, se
permite exportar un 25% del petróleo y un 15% del gas extraídos. En relación a la energía eléctrica,
2 millones de compatriotas se privan involuntariamente de este servicio esencial, pero el 66,7% de
las empresas del sector consideran adecuada la capacidad instalada. Sin duda alguna, gravísimas
incongruencias.
1
Según el documento “Commission on Environmental and Development” (Ginebra, 1987), desarrollo sustentable es
aquel capaz de satisfacer las necesidades de la actual generación, sin amenazar las correspondientes a las generaciones
futuras, dejándoles a las mismas la opción de elegir su propio estilo de vida.
Inversiones umbilicales
Efectivamente, el último Informe Indicador Sintético de Energía (ISE) del Instituto Nacional de
Estadísticas y Censos de la República Argentina (INDEC-abril de 2006) evidencia la amenaza a la
que nos enfrentamos las generaciones presentes y futuras. Un 42,9% de las firmas gasíferas y un
87,5% de las petroleras exportarán en los meses sucesivos. En cuanto a inversiones en el segundo
trimestre, el 57,1% de las firmas pertenecientes al sector petrolero tienen previsto desembolsar
iguales montos que en períodos anteriores, mientras que el 21,5% prevé realizar nuevas inversiones
y el 21,4% restante no tiene previsto ejecutarlas. Ahora bien, analizando más puntillosamente el
destino de los desembolsos, merece destacarse que el 33,4% se orientará a mejorar la calidad del
producto o servicio [marketing], el 29,2% a optimizar el aprovechamiento de insumos, el 13,9% a
aumentar su participación en el mercado interno [marketing], el 9,7% a aumentar la producción e
igual magnitud a competir con el exterior.
En el sector gasífero, durante el segundo trimestre, el 83,3% de las firmas consultadas prevén
realizar nuevas inversiones, aunque de ese porcentaje, prácticamente la mitad se orientará a
aumentar la producción y el restante porcentaje a marketing. En el sector de electricidad, el 50% de
las empresas relevadas no tienen previsto realizar inversiones productivas en el segundo trimestre
del año. En cuanto al destino, el 75% se orientará a marketing y el 25% restante a aumentar la
producción.
La Argentina agotará sus reservas de hidrocarburos entre 2013 y 2015. En sintonía con un reciente
anuncio emitido por el INDEC: “las empresas multinacionales registran ganancias récord –superan
las obtenidas en los 90–, pero reinvierten menos del 10% de las utilidades”, el destino de las
inversiones y las ganancias, la liquidación del 70% de las divisas en el exterior, el resurgimiento de
la falsa dicotomía provincias-Estado Nacional y la continuidad de las exportaciones lejos están de
atenuar la escasez mencionada o de resolver el problema de fondo. Estas empresas conocen
perfectamente que sólo el 3% de las cuencas sedimentarias argentinas corresponde a lotes de bajo
riesgo, esto es, zonas comercialmente explotables. Por tal motivo resulta claro por qué invertirán
migajas del presupuesto total en exploración de nuevos pozos (siempre y cuando sean auxiliados
por el Estado). Las inversiones se destinan a satisfacer sus propias necesidades; no ven más allá de
su propio ombligo.
Política energética nacional o abismo (II)
Autor: Federico Bernal *
¿Cruz, Villarreal o los argentinos?
Con las reformas estructurales de 1989, la posterior privatización de YPF y Gas del Estado, el
control, la gestión y planificación del sector energético pasó del Estado a manos privadas. Durante
la década del 90, el aumento record de la extracción se sustentó únicamente por la explotación de
áreas maduras –descubiertas por la YPF estatal– sin haberse invertido un centavo en zonas de
mediano o alto riesgo, acciones ineludibles para la proporción en la que se explotaba, los volúmenes
exportados (un tercio de la producción) y la rentabilidad generada.
Carlos Cruz, gerente de Exploración de Pluspetrol 2 para el Norte de África, nos revela las razones
de la desinversión (noviembre 2005): “En los últimos 10 años no se han incorporado reservas por
descubrimientos. A partir del efecto Tequila, que se sumó a la caída del precio del petróleo a fines
de la década del 90, la exploración comenzó su decadencia y nunca retomó un buen ritmo. [Los
empresarios del sector] tenemos parte de la responsabilidad en la caída de la actividad. Quizás fue
por miedo, ya que por sus características la exploración puede representar un gasto en lugar de una
inversión.”
Por su parte, Fernando Villarreal, vicepresidente de Operaciones de Petróleo de Pan American
Energy 3 advirtió (noviembre de 2005): “la opción viable con vistas a incorporar nuevas reservas es
que el Estado brinde a las empresas un marco regulatorio y fiscal que aliente inversiones de riesgo.
Lo que se propone es establecer una política adecuada de estímulos fiscales que hagan rentables a
los campos marginales y no convencionales.”
Las compañías pretenden recibir más incentivos políticos y estímulos fiscales en el país que más
beneficios y utilidades otorga al sector. Los recursos hidrocarburíferos son considerados
estratégicos en el mundo entero, pero el oligopolio energético que nos tutela califica de “gastos”
ampliar el horizonte de reservas de petróleo y gas natural en un país cuya matriz energética depende
de los hidrocarburos.
Soberanía energética para la integración
El presidente Néstor Kirchner, en su discurso del pasado 5 de julio en Caracas con motivo de la
conmemoración del 195° aniversario de la independencia de Venezuela, alertó que «divididos
seremos esclavos», señalando más tarde que «en la actualidad ambos países siguen compartiendo la
misma convicción de que la región no puede seguir caracterizándose como un conjunto de países
potencialmente ricos con pueblos pobres».
Si bien es justo destacar ciertos cambios positivos, la esencia de la legislación hidrocarburífera
neoliberal (decretos y leyes de desregulación) siguen vigentes. La viabilidad de un proyecto
nacional, latinoamericanista y popular dependerá del giro inevitable que imprima el gobierno a esta
cuestión. Sólo la consolidación política y económica de América latina, sustentada en la integración
energética, nos hará libres.
Y este proceso ya encaminado requerirá obligadamente de una Argentina soberana en materia
energética, es decir, un país donde los intereses que representan los Cruz y los Villarreal no afecten
su normal funcionamiento y crecimiento socioeconómico; donde los intereses empresariales no se
confundan o privilegien por los nacionales. Recién entonces, veremos que la solución a mediano y
largo plazo pasa por la diversificación de la matriz energética (disminución de la dependencia en
hidrocarburos) y no por la ampliación de las reservas. La reinversión total de los 12 mil millones de
dólares de renta hidrocarburífera en el desarrollo de las energías nuclear e hídrica marcaría la
defunción del modelo energético promovido desde 1976.
* Bioquímico y biotecnólogo (UBA), autor del libro Petróleo, Estado y Soberanía: hacia la empresa
multiestatal latinoamericana de hidrocarburos (Biblos, Mayo 2005). Investigador del Instituto de
Investigación en Ciencias Sociales (IDICSO-USAL). Conductor del programa televisivo Conciencia y
Energía.
2
Compañía controlada por Repsol YPF. Concentra el 1,5 y el 6,9% de las reservas certificadas de petróleo y gas natural
del país (datos de 2004).
3
Concentra el 19,2 y el 9,9% de las reservas certificadas de petróleo y gas natural del país (datos de 2004).
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