las garantías procesales desde la óptica constitucional venezolana

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LAS GARANTÍAS PROCESALES DESDE LA ÓPTICA
CONSTITUCIONAL VENEZOLANA
Las garantías procesales constitucionales corresponden a lo
que se ha dado en llamar “Derecho Procesal Constitucional”,
expresión empleada a mediados del siglo pasado por Niceto
Alcalá Zamora y utilizada luego para sistematizar las
instituciones y los principios jurídicos procesales relacionados
con las garantías constitucionales. A pesar de no ser Kelsen un
teórico del derecho procesal se le atribuye la paternidad del
Derecho Procesal Constitucional por la promoción que en 1920
hizo de la Corte Constitucional en la Constitución Austriaca.
En 1928 Kelsen publicó un ensayo donde desarrolló los
principios e instituciones del derecho procesal constitucional y
ubicó esta Corte Constitucional como órgano competente para
conocer de las defensas de la Constitución. Fue ello lo que dio
origen a la famosa polémica con Carl Smith. A Kelsen se
sumaron, luego, Piero Calamandrei, Eduardo Couture y Mauro
Capelleti.
En la constitución austriaca de 1920 se estableció el control
concentrado de la constitución a través de un órgano
especializado. El control difuso apareció posteriormente en
América, en los Estados Unidos. Este control difuso establece
que no sólo existe un órgano especializado para el control de la
Constitución, sino que en los casos donde una disposición
legislativa contradiga el Texto Fundamental cualquier juez puede
ejercer el control de la constitución. Es esto precisamente lo que
se denomina control difuso de la Constitución.
DERECHO PROCESAL CONSTITUCIONAL
En nuestros días no existe unanimidad sobre la aceptación
del Derecho Procesal Constitucional como disciplina jurídica
autónoma a pesar de que existen legislaciones que la
desarrollan, tales como Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador,
Guatemala y Perú, donde existen tribunales constitucionales, y
de otros países, tales como Venezuela, Costa Rica, El salvador,
Honduras, Nicaragua y Paraguay, donde hay Salas
Constitucionales que se avocan al tema con competencia
expresa.
Por cierto, el primer tribunal constitucional de Latinoamérica
nació en Cuba en 1949 y tuvo su origen en la Constitución de
ese país de 1940, en la cual existía una sala denominada
Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales, posiblemente
sustentado en un órgano similar que en 1931 se encontraba en
la Constitución Española de la Segunda República.
La constitucionalización de las garantías procesales en
Europa trajo como consecuencia que, en las Leyes Supremas
americanas, se incorporaran normas para limitar el poder del
Estado cuando dicho poder se propusiera dejar sin efecto
libertades y/o derechos ciudadanos. Es así, como aparece en
América lo que, con acierto, ustedes han denominado: “Óptica
constitucional de las garantías procesales”.
DIFERENCIA ENTRE DERECHOS Y
GARANTÍAS CONSTITUCIONALES
Ahora bien, una cosa son los derechos constitucionales y otra
las garantías contenidas en la Carta Magna. Estas son medios
procesales para hacer efectivos los derechos constitucionales.
Por otra parte, las garantías procesales constitucionales son
vinculantes y obligatorias para los ciudadanos y ciudadanas aún
cuando sean o no ejercidas. En todo caso, la renuncia al ejercicio
de la garantía procesal constitucional no implica la renuncia al
derecho constitucional establecido.
LA TUTELA JUDICIAL Y EFECTIVA Y LAS GARANTÍAS
CONSTITUCIONALES.
Para algunos la tutela judicial efectiva es la suma de todos los
derechos y garantías constitucionales procesales contenidos en
la norma que contiene el debido proceso. Esta es la tesis que
sostiene la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia
venezolano, al interpretar los artículos 2, 26, 49 y 257 de la
Constitución de la Republica Bolivariana de Venezuela.
Para otros, es a la inversa. El debido proceso contiene la
tutela judicial efectiva. Estos consideran que la tutela judicial
efectiva se encuentra dentro del debido proceso. Para ellos tutela
judicial efectiva y debido proceso son garantías procesales
constitucionales diferentes.
La tutela judicial efectiva comporta el derecho al acceso a los
tribunales, el derecho a la efectividad de las decisiones judiciales
y el derecho al ejercicio de los recursos previstos en la ley y se la
debe tener en cuenta desde el momento en el cual se accede al
órgano jurisdiccional y hasta el instante en el cual se procede a
la ejecución de la decisión tomada. Para nosotros, la tutela
judicial efectiva y el debido proceso son garantías autónomas,
independientes, diferentes y, por ello, la lesión al debido proceso
no implica la lesión de ésta y viceversa.
GARANTÍA SOBRE LA PROGRESIVIDAD DE LOS
DERECHOS HUMANOS
El artículo 19 de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela garantiza, sin discriminación alguna, a todas las
personas, conforme al “principio de progresividad”, el goce y
ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente, de los
derechos humanos. Progresividad significa avance, derechos
cuyo desarrollo debe ser continuado e irreversible. Es el
desenvolvimiento sostenido -con fuerza extensiva en los
derechos fundamentales- mediante el cual se manifiesta la
protección y la relevancia evolutiva de esos derechos. Su
comprensión, interpretación y aplicación es indispensable para
que se la entienda como tal.
ALGUNAS MUESTRAS DE ESTA PROGRESIVIDAD EN LA
CONSTITUCIÓN VENEZOLANA
Garantía de la no discriminación. La no discriminación se
fundamenta en la igualdad y su propósito es que la ley sea real y
efectiva. No solo se trata de prohibir discriminaciones fundadas
en raza, sexo, credo, condición social y aquellas otras que
menoscaben o impidan el goce o ejercicio de los derechos, sino
de todas las que impidan el goce o ejercicio de las libertades de
la persona.
Es necesario para que no existan discriminaciones, que la ley
se aplique de manera uniforme, sin vacilaciones ni variaciones
perjudiciales, en todos los casos donde las situaciones sean
sustancialmente análogas. La igualdad debe comprenderse en
conexión con la libertad, por que entre una y otra existe una
relación totalmente complementaria. La igualdad, por lo demás,
es inseparable de la dignidad.
Garantía de la irrenunciabilidad a los derechos
constitucionales. La irrenunciabilidad debe entenderse en el
sentido de que ninguna persona está obligada, ni podrá ser
conminada, a renunciar a los derechos que le son propios. Ello
implica que no podrá establecerse la perdida de ningún derecho,
ni por iniciativa propia, ni por imposición ni por decisión o
mandato de algún ente del Estado.
La irreversibilidad a la cual hicimos referencia, cuando nos
referimos a la progresividad, se repite otra vez. Ella y la
irrenunciabilidad guardan estrecha relación toda vez que
formalmente reconocido el derecho constitucional de la persona,
automática y prácticamente, de inmediato, pasa ese derecho a
ser irreversible y se le debe tener como inscrito en la
enumeración constitucional que lo hace irrenunciable.
Tampoco es posible, desarrollando con mayor especificidad
el carácter irrenunciable de los derechos constitucionales,
considerar a estos con efectos parciales ni en porciones. Los
derechos, tanto los constitucionales como los legales, son
integralmente indivisibles y, por lo tanto, ni siquiera de forma
parcial pueden ser renunciados.
Garantía del principio de la interdependencia. En cuanto a
la interdependencia, esta característica es inherente a cada
derecho. Debe entendérsela como la sintonía y la mutua
reciprocidad entre el ciudadano y el Estado. Es un compromiso
de ambos que implica el equilibrio. Debe prevalecer para las
partes y para el órgano decisor que intervienen en el proceso.
Ello significa, como lo pregona la igualdad ante la ley, que
tanto la defensa como la acusación deben contar con iguales
oportunidades y recursos para hacer valer sus alegatos y
recursos. El juzgador es solo un vigilante activo que debe
mantener la igualdad y el estado de equilibrio entre las partes.
El DEBIDO PROCESO
Todo proceso judicial debe ser justo, razonable, confiable y
estar rodeado de un mínimo de garantías constitucionales
procesales que eviten la lesión a los derechos materiales de los
ciudadanos y ciudadanas. Nos referimos a un proceso judicial y
a un proceso administrativo.
El debido proceso tiene su fundamento en el principio de
igualdad ante la ley y debe garantiza los límites al poder
jurisdiccional del Estado para que no se convierta en una forma
de atropellar a los ciudadanos y ciudadanas. Nace en el principio
de la legalidad procesal, a través de un verdadero y eficaz
contradictorio donde se brinde a la persona la oportunidad de
ejercer plenamente su defensa.
Todo juicio debe ser imparcial, transparente, idóneo, confiable
y garantizar la defensa de la vida, la libertad, los bienes y demás
derechos del ciudadano o ciudadanas. Aglutina la suma de los
derechos y garantías procesales constitucionales que permiten
una justicia pronta y efectiva así como la notificación adecuada
de los hechos imputados.
El debido proceso es un derecho complejo que encierra
dentro de si un conjunto de garantías que, a la vez, se traducen
en derechos para el procesado. El justiciable no puede renunciar
al debido proceso y este no se articula de manera aislada,
puesto que se encuentra vinculado a otros derechos
constitucionales fundamentales.
Atiende, el debido proceso, un elenco de garantías procesales
1. El derecho a la defensa 2. La presunción de inocencia 3. El
derecho a ser oído 4. El derecho al juez natural 5. El derecho a
no ser constreñido para confesarse culpable contra sí mismo 6.
Al principio de la validez de la confesión sólo cuando se ha
realizado sin coacción 7. Al Principio de nulla crimen nulla poena
sine lege 8. Al derecho a la reparación del Estado por errores
judiciales.
BREVES NOTAS SOBRE ALGUNOS DE ESTOS DERECHOS
CONTENIDOS EN EL DEBIDO PROCESO
El tiempo limita y esta conferencia apenas permite abordar
algunos de los derechos concentrados en el debido proceso. Nos
referiremos a los más comunes.
Dentro de las garantías procesales constitucionales mínimas
en todo proceso jurisdiccional o administrativo se encuentra EL
DERECHO A LA DEFENSA. Es un derecho de rango
constitucional según el cual toda persona en las oportunidades
legalmente previstas se le permite realizar acciones, alegatos de
hecho o de derecho y excepciones que le sirvan para beneficiar
sus intereses o bien para producir pruebas que le favorezcan, e
incluso para contradecir, anular o modificar los hechos que se le
atribuyen. Puede ejercerse el derecho a la defensa, directamente
o a través de quien con asistencia letrada opere, en procesos
judiciales, el quehacer material y técnico-jurídico de la justicia.
Otra garantía constitucional contenida en el debido proceso es
EL DERECHO A SER JUZGADO POR JUECES NATURALES.
Estos jueces son los que han sido constituidos legítimamente y
están predeterminados por la ley, con antelación a la ocurrencia
del o los hechos por el cual o por los cuales se produce el
juzgamiento. Ellos se hallan investidos de jurisdicción y
competencia para actuar. No son ad hoc, ni excepcionales y
deben ser imparciales, independientes, idóneos e identificables.
Es decir con rostro visible y descubierto.
A partir del oprobio que significaron los tribunales del Santo
Oficio, cuyo pilar fundamental era la presunción de culpabilidad,
la Revolución Francesa dio origen al PRINCIPIO DE LA
PRESUNCIÓN DE INOCENCIA en lo que fue la primera
declaración sobre derechos humanos. La Presunción de
Inocencia es el derecho de aquellos, a quienes se les imputa la
comisión de un hecho punible, a que se les tenga o presuma
inocentes, hasta tanto no se establezca su culpabilidad mediante
sentencia firme”; lo que equivale a un trato adecuado a la libertad
y a la integridad personal de quien se somete a juicio. La
presunción de inocencia se mantiene en todo estado y grado de
la causa; no es una mera declaración de ideas y la moldea un
ideal que en conjunto debe proyectar todo el devenir procesal.
EL AMPARO CONSTITUCIONAL
Fernández Segado, catedrático de Derecho Constitucional de
la Universidad Complutense de Madrid y profesor honorario de
14 universidades de América Latina afirma que los primeros
indicios del amparo constitucional actual tienen su origen en la
Carta del Estado Mexicano de Yucatán del 16 de marzo de 1841.
Según el profesor Fernández Segado fue el jurista mexicano
Manuel Crescencio Rejón quien diseñó los rasgos fundamentales
del juicio de amparo, con base a la “revisión judicial”
norteamericana, la cual trasplantó al ordenamiento constitucional
de Mexico. Afirma Fernádez Segado que la denominación de
amparo la extrajo de un instituto jurídico hispano de la familia de
los interdictos posesorios, que en los textos más antiguos de
Castilla y Aragón se conoció como Amparo Colonial.
En Venezuela, el amparo comenzó a conocerse en la
Asamblea nacional Constituyente de 1947 aunque la Carta
Magna de esa fecha solo consagró, para ese momento,
solamente el hábeas corpus. No fue sino en la Constitución de
1961 cuando la Comisión Bicameral de esa época incorporó el
artículo 49 que establecía el amparo “a todos los habitantes de la
República en el goce y ejercicio de los derechos y garantías
constitucionales en conformidad con la ley”. La promulgación de
esta ley se llevó a cabo el 22 de enero de 1988 y con la
Constitución de 1999 esa Ley Orgánica de Amparo Sobre
Derechos y Garantías Constitucionales sufrió modificaciones,
para adaptarla al nuevo Texto Constitucional.
La nueva Constitución agregó a esta protección constitucional
los derechos y garantías inherentes a la persona aún cuando no
figuren expresamente en la Carta Magna o en los instrumentos
internacionales sobre derechos humanos; estableció para su
ejercicio todo el tiempo y la preferencia a cualquier otro asunto
así como la no afectación del mismo por la declaración de estado
de excepción o restricción de garantías.
En Venezuela, el amparo constitucional es una acción
autónoma de carácter extraordinaria destinada a proteger los
derechos y garantías contenidos en la Carta Magna y en los
Tratados Internacionales a través de un procedimiento oral,
gratuito, breve, no sujeto a formalidad alguna, que en ausencia
de medios ordinarios destinados a esa protección tiende a
restablecer el orden jurídico infringido por alguna lesión,
amenaza de lesión o bien por omisión de los ya referidos
derechos y garantías constitucionales.
Cuando tiene por objeto la libertad y seguridad personal se
interpone por ante los tribunales de control; y en los casos de
materias que nada tengan que ver con la pena, por ante
tribunales unipersonales competentes o afines con la materia
cuya violación o amenaza de violación se denuncia. Se tramita
en doble instancia y, en la última de ellas, la decisión puede ser
revisada de oficio o a petición de parte por la Sala Constitucional.
Puede intentarse el amparo incluso contra decisiones
judiciales cuando el órgano jurisdiccional ha actuado fuera del
ámbito de su competencia, usurpando funciones o
extralimitándose en sus atribuciones o abusando de su
autoridad.
EL HABEAS CORPUS
En Venezuela comenzó a tener expresión constitucional en la
Constitución de 1947 y rango expreso en la disposición
transitoria quinta de la Constitución de 1961. En la de 1999 pasó
a tener estructura de garantía procesal constitucional idónea
para proteger la libertad y seguridad de los ciudadanos y
ciudadanas. Es una de las especies del derecho al amparo
constitucional mediante el cual se protege a la persona frente a
la arbitrariedad del arresto o detención sin orden judicial, o con
orden judicial ilegítima o ilegal.
Protege, asimismo, contra la falta de identificación de las
autoridades que ejecutan las medidas privativas de libertad, así
como contra la falta de información sobre los motivos de la
detención. Igualmente protege contra la incomunicación y contra
la ausencia del examen forense que deja constancia del estado
físico de la persona para el momento de la aprehensión.
Finalmente, protege contra las penas infamantes y contra las que
excedan los treinta años.
En aquellos casos donde se interponga contra decisiones
judiciales, estas deben carecer de un medio ordinario de
impugnación o que dicho medio no sea el adecuado para la
protección constitucional que se pretende. No corresponde su
competencia al control concentrado de la constitución y puede
ser interpuesto ante tribunales ordinarios. La legitimación para el
ejercicio de esta garantía corresponde al afectado, a sus
familiares, al Ministerio Público y a la Defensoría del Pueblo.
EL HÁBEAS DATA
Es la garantía procesal constitucional para tutelar los
derechos personalísimos al honor, decoro, imagen, vida privada,
confidencialidad y personalidad de los ciudadanos y ciudadanas
mediante la obtención de oportuna y adecuada información que
se encuentre registrada en archivos del Estado o de particulares.
Los antecedentes de esta garantía se están en el amparo
constitucional y en el habeas corpus. la Constitución Brasileña La
denominó “corpus data”, con el propósito de dar privacidad a los
ciudadanos y ciudadanas, frente a la manipulación de datos o
informaciones inexactas o incorrectas.
El bien jurídico protegido por el hábeas data es el derecho a
no divulgar datos que puedan causar perjuicio a las personas
naturales o jurídicas y tiene eficacia aún después de fallecida la
persona natural. Hay jurisprudencia en Venezuela en la cual a
través de esta acción se protege la memoria de personas que
han dejado de existir.
El recurso con ocasión a esta garantía es extraordinario. Debe
tener como fundamento la violación a un derecho constitucional o
la inminencia de que esto pueda ocurrir. Se ejerce en forma
absolutamente gratuita y procede cuando se han agotado las
vías ordinarias que impidan u obstaculicen la reparación al daño
o a la garantía infringida. El no acatamiento de la decisión se
sancionará conforme a derecho.
El TRIBUNAL SUPREMO COMO GARANTE DE LAS
NORMAS Y PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES
El artículo 335 de la Constitución venezolana establece que el
Tribunal Supremo de Justicia garantizará la supremacía y
efectividad de las normas y principios constitucionales. Será el
máximo y último intérprete de esta Constitución y velará por su
uniforme interpretación y aplicación. Las interpretaciones que
establezca la Sala Constitucional sobre el contenido o alcance de
las normas y principios constitucionales son vinculantes para las
demás Salas del Tribunal Supremo, así como para los otros
tribunales de la República.
El principio de la supremacía de la Constitución requiere, por
parte de los operadores constitucionales, la voluntad de hacer
cumplir esta norma y, en consecuencia, sancionar a quienes no
acaten la supremacía de esta jerarquía. Tal labor implica
prudencia y sensatez para sortear el riesgo de no actuar
irreflexivamente al momento de tomar esa decisión de sancionar
a los infractores. Estas actuaciones exigen siempre un ejercicio
de ponderación para que no altere los supuestos de la norma
constitucional.
CARÁCTER VINCULANTE DE ESTAS INTERPRETACIONES
Debemos señalar, aun con la brevedad del caso, lo dispuesto
en la citada disposición legal respecto al carácter vinculante de
las interpretaciones que la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo pueda realizar sobre el contenido o alcance de las
normas y principios constitucionales; y señalar, igualmente, el
carácter vinculante de tales interpretaciones aún para las demás
Salas de dicho Tribunal.
Este artículo 335 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela es la única norma del texto
Fundamental venezolano que establece el carácter vinculante de
las sentencias que resuelven asuntos relacionados con la
interpretación de normas y principios constitucionales. Esto no
debe entenderse, sin embargo, como un monopolio de la Sala
Constitucional.
Todos los tribunales tienen, a través del amparo
constitucional, a través del control difuso de la Constitución y del
propio ejercicio jurisdiccional de administrar justicia, la necesidad
en algunos casos de interpretar leyes a la luz de la Constitución.
Sólo que cuando esa interpretación llega a la Sala Constitucional
es ésta la que acoge o desecha la interpretación que ha
realizado el tribunal de instancia.
La Sala Constitucional no tiene el monopolio del rechazo de
una ley por inconstitucional. Cualquier juez competente puede
ejercer esa facultad. La diferencia entre la decisión del juez de
instancia y la decisión de la Sala Constitucional está en que el
juez de instancia solo tiene competencia para desaplicar la
norma, mientras que la Sala Constitucional puede anular la ley o
la norma.
Todo este procedimiento nada tiene que ver con la institución
de la revisión constitucional mediante la cual la Sala
Constitucional puede, ya no revisar las interpretaciones de las
Salas del Tribunal Supremo, para ajustarlas al propósito del
constituyente, sino que, mediante la revisión, la decisión puede
expresarse con otro contenido, como anular la decisión de las
Salas.
Está claro que el carácter vinculante al que nos referimos
deviene de la jerarquía atribuida por el artículo 335 de la
Constitución venezolana y en lo que se refiere a las demás
Salas del Máximo Tribunal, diferentes a la Sala Constitucional, el
ejercicio de la revisión es un mero acto de lógica jurídica.
La Sala Constitucional del Tribunal Supremo es la máxima
instancia para interpretar la Constitución para concluir algunas
decisiones. Estas interpretaciones estarán sujetas, por mandato
constitucional, a la competencia de dicha Sala como instancia
jurisdiccional legítima para uniformar la constitución y, por tal
razón, sus interpretaciones se imponen sobre las demás Salas
del Tribunal Supremo, en atención a la competencia y no a la
jerarquía.
LA REVISIÓN CONSTITUCIONAL EN VENEZUELA
La revisión de sentencias definitivamente firmes es una
potestad inédita, excepcional y extraordinaria de control
constitucional creada por la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela de 1999 (CRBV).
Sin dudas constituye un límite a la cosa juzgada que hace
estable e inatacable la sentencia. Es una garantía de seguridad
jurídica, pero como todo derecho tiene limitaciones. Ya antes el
legislador venezolano había limitado el carácter definitivamente
firme de las sentencias mediante el recurso de invalidación
(Código de Procedimiento Civil); a través del recurso penal de
revisión (Código Orgánico Procesal Penal) y con la Ley Orgánica
de Amparo Sobre Derechos y Garantías Constitucionales,
mediante el amparo constitucional contra sentencias
definitivamente firmes.
En la teoría procesal la certeza jurídica que da justificación a
la cosa juzgada tiene límites. Eduardo Couture considera
necesario que la cosa juzgada no se acepte como un dogma o
valor absoluto. “La razón aconseja –afirma el teórico uruguayoque el escrúpulo de verdad tenga más fuerza que la certeza
judicial por cuanto la firmeza del fallo debe, en determinadas
condiciones, ceder ante la necesidad de la verdad”. De esta
manera -nos señala el maestro- que el derecho no es, ni puede
ser estático sino, por el contrario, bien dinámico y en
consecuencia tener como primer fin la justicia verdadera más
que el culto a los dogmas formales.
Claro está, que la potestad extraordinaria de revisión de
sentencias con carácter de cosa juzgada, sólo podrá ser ejercida
excepcionalmente y por causas específicamente establecidas en
la ley o en la propia Constitución. Esa potestad es restringida
porque de lo contrario se podría perder la integración, el
equilibrio y la coherencia que deben existir entre las normas y la
Constitución. (Esta potestad de revisión se halla establecida en
Venezuela en el artículo 336, numeral 10 de la Constitución).
Esta potestad revisora o de revisión carece de antecedentes,
tanto en Venezuela como en otros países, aún cuando existen
figuras similares en EEUU (certiorari), Alemania (amparo
constitucional), Colombia (revisión de sentencia de tutela) y
Argentina (recurso extraordinario federal), razón por la cual no
existe un amplio marco teórico acerca de dicha institución. No
cuenta aún Venezuela con una ley orgánica que establezca los
métodos, supuestos y limitaciones a la citada potestad revisora y
toda la doctrina sobre esta materia se ha construido con base a
la jurisprudencia de la Sala Constitucional del Máximo Tribunal.
Procede la revisión, a solicitud de parte interesada o por
remisión judicial. Pueden ser objeto de revisión las sentencias
definitivamente firmes de amparo constitucional y de control de
constitucionalidad de las leyes, dictadas por los Tribunales de la
República. La Constitución establece, además, que la finalidad
de la revisión es uniformar la interpretación de las normas y
principios de la Constitución; garantizar la uniformidad en la
interpretación de las normas y principios constitucionales y la
eficacia del Texto Fundamental y de la seguridad jurídica. Por
ello la revisión no debe considerarse como una instancia más
dentro del proceso, ni mucho menos una tercera instancia.
¿Contra quien puede proponerse? A) contra las sentencias de
amparo constitucional y las sentencias de control de
constitucionalidad. B) contra cualquier otra sentencia siempre y
cuando el fallo a revisar contraríe la interpretación vinculante
dictada por la Sala, o cuando la decisión, incluyendo las de las
Salas del Tribunal Supremo, haya incurrido en un error grotesco
(criterio establecido en varias sentencias: No. 409 del 19-05-200,
No. 1250 del 24-10-2000, No. 520 de 07-06-2000, No. 33 del 2501-2001, No.93 del 06-02-05 -caso Corpoturismo- y la No. 2815
del 14-11-2002)
Se entiende que en todos los casos señalados las sentencias
contra las cuales pudiera proceder la revisión son aquellas
dictadas con posterioridad a la Constitución de 1999.
LA INCONSTITUCIONALIDAD POR OMISIÓN
El órgano competente para ello en Venezuela es la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia. El ejercicio de
esta actividad debe desarrollarse de manera que no se la
entienda como invasión jurisdiccional temeraria respecto de las
atribuciones de los demás Poderes Públicos.
En la doctrina, el control sobre las omisiones constitucionales
dispone recomponer el imperio de la Carta Fundamental en
todos los casos en los cuales temporalmente se ha bloqueado la
acción funcional, y el órgano competente, por esa razón, no ha
podido cumplir lo que la Carta Magna le ordena. Vale recordar
que en estos casos de control de la constitucionalidad por
omisión son inseparables tanto el tema de la decisión a tomar,
como el espíritu y propósito del Texto Fundamental que se
expresa en una norma suprema.
La omisión constitucional, según la jurisprudencia venezolana
consiste “…en el incumplimiento de un acto o conducta de una
autoridad en menoscabo de lo ordenado por la Constitución, sea
total o parcialmente y, bastando para ello, que haya sido
constatado la falta de cumplimiento de la actividad
constitucionalmente prevista, motivo suficiente para que la Sala
Constitucional actúe, independientemente de que el acto haya o
no comenzado a concretarse, siempre y cuando no haya
culminado”. (Sentencia 1582 del 12 de junio del 2003)
COMPETENCIA PARA LA ACCIÓN POR OMISION
CONSTITUCIONAL
En Venezuela esta actividad compete exclusivamente al
control concentrado de la Constitución el cual se ejerce a
través de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, respecto de las leyes y actos del Poder Público que se
dictan en ejecución directa de la Constitución. La
inconstitucionalidad por omisión está prevista en el numeral 7 del
artículo 336 de la Constitución: “Declarar la inconstitucionalidad
de las omisiones del Poder Legislativo municipal, estadal o
nacional, cuando hayan dejado de dictar las normas o medidas
indispensables para garantizar el cumplimiento de esta
constitución o las haya dictado de forma incompleta y establecer
el plazo, y de ser necesario los lineamientos de su corrección”.
VISUALIZACIÓN DE LA OMISIÓN CONSTITUCIONAL A
TRAVÉS DE LA JURISPRUDENCIA
Veamos, pedagógicamente, con el fin de sistematizar
didácticamente la manera como se expresa esta institución. Un
ejemplo sencillo nos permitirá visualizar la experiencia. La
jurisprudencia data del 12 de junio del 2003 y fue recogida en la
Sentencia 1582 de la Sala Constitucional del Máximo Tribunal.
Los hechos: en mayo del año 2003 dos abogados, en fechas
distintas, interpusieron ante la Sala Constitucional una acción de
inconstitucionalidad por “omisión constitucional” contra la
Asamblea Nacional venezolana (Poder Legislativo), en razón de
no haber designado, tal como lo ordena la Constitución, los
miembros principales y suplentes del Consejo Nacional Electoral
(Poder Electoral). Ambas acciones tenían idénticos supuestos y
por lo tanto fueron acumuladas. El propósito de estas acciones
estaba destinado a que la Sala Constitucional llenara,
provisoriamente, el vacío causado por el Poder legislativo,
hasta tanto se diera cumplimiento a la obligación constitucional.
La Sala, al sustanciar el caso, acordó: 1. Ratificar la
acumulación de las causas 2. Admitir las acciones de
inconstitucionalidad por “Omisión legislativa” contra la Asamblea
Nacional (Poder Legislativo) 3. Negar el trámite de las acciones
como de mero derecho 4, Declarar de urgencia la causa, para lo
cual redujo los lapsos 5. Notificar al Presidente de la Asamblea
Nacional, la Procuraduría General, la Fiscalía General de la
República y al Defensor del Pueblo 6. Establecer los términos
para que las partes y los interesados alegaran y probaran lo que
estimasen conveniente y 7. Un lapso de 30 días contado a partir
de la admisión de las acciones, para dictar sentencia.
Previo a la decisión la Sala consideró: 1. Que el Poder Público
venezolano está integrado por 5 poderes, uno ellos el Poder
Electoral, razón por la cual para desarrollar el régimen
constitucional es necesaria la presencia de esos cinco poderes.
2. Constató la Sala los pasos cumplidos por el Poder Legislativo
para dar cumplimiento a la disposición transitoria supuestamente
incumplida 3. Detectó su cumplimiento parcial y que, el mismo,
no produjo la designación de los rectores electorales. 4. Indicó,
la Sala que esa elección, conforme a la ley respectiva, debió
haberse realizado en los 10 días continuos al momento de
haberse recibido por secretaría las postulaciones entregadas por
el Comité respectivo 5. Señaló, igualmente, la Sala que la
elección debió escoger los rectores principales y sus suplentes 6.
Que la omisión del nombramiento era un hecho que se
constataba por si solo 7. Que la omisión parcial –aún sin ser
ilegítima- conducía a que la Sala estaba en capacidad, conforme
a su competencia, de declarar la omisión, así como para
establecer un plazo para corregir la omisión 8. Que si el plazo
otorgado por la Sala no era cumplido, ésta podía hacer uso de la
competencia para delinear los correctivos correspondientes 9.
Que cualquier correctivo decidido por la Sala sería de carácter
provisorio hasta tanto el Poder Legislativo ejerciera sus
atribuciones constitucionales 10. Que tomada la decisión por el
Poder Legislativo, de inmediato cesarían las medidas provisorias
de la Sala, más no la legalidad y la validez de los actos que con
ocasión a la decisión de la Sala se hubiesen cumplido
provisoriamente.
Con base a estas consideraciones la Sala constató la omisión
y, con fundamento en los artículos 335 y 336 (numeral 7) de la
Constitución, otorgó al Poder legislativo un lapso de 10 días
continuos, a partir de la resolución adoptada, para que la
Asamblea Nacional venezolana designara, tomando en cuenta
los candidatos postulados por el respectivo Comité de
Postulaciones los Rectores Electorales y sus suplentes.
Concluyó la Sala que si, trascurrido el lapso de 10 días,
debidamente pautado, no se producían los nombramientos
aludidos, ella lo haría en un término de diez días continuos.
El 25 de agosto del 2003 la Sala explicó que la Asamblea
nacional no había designado a los Rectores del Poder Electoral
en el lapso establecido y procedió a tomar la decisión con base a
los siguientes supuestos: 1. Los nombramientos serían
provisionales 2. Fundó su decisión en la supremacía
constitucional para evitar el vacío institucional resultante de la
omisión en que había incurrido el Poder legislativo 3. Tomó en
cuenta para la decisión, los actos realizados por los Comités de
Postulaciones Electorales anteriormente constituidos ante el
Poder Legislativo, así como los nombres asomados por dichos
Comités, dejando a salvo la facultad para elegir a alguien no
propuesto por estos. 4. Garantizó la autonomía al Poder Electoral
provisorio electo por la Sala y procedió a su designación y
juramentación.
Creemos de esta manera haber visualizado en un caso
concreto la manera de aplicar en Venezuela el control de la
omisión constitucional por parte de la autoridad que, con
menoscabo de lo ordenado por la Constitución, no dio
cumplimiento a su atribución.
Nuestra Constitución expresa el Nuevo Constitucionalismo
Latinoamericano. Fue hecha para el cambio social y aún no lo ha
concretado plenamente. Ella reivindica un concepto integral de
soberanía y la necesidad de promover una democracia donde
haya una nueva y mejor relación entre el Estado y la sociedad,
así como el más amplio catálogo de derechos humanos. Es un
texto inconcluso, en transición que se debe revisar
continuamente, para adaptarlo a las nuevas realidades sociales,
económicas y políticas del país.
En ese sentido el artículo 2 de nuestra Constitución está
dirigido a democratizar el poder político y económico, profundizar
la democracia participativa, ir a un Estado democrático y social
de derecho y de justicia, propugnar valores superiores en el
ordenamiento jurídico, mejorar la vida individual y colectiva, la
libertad, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la
responsabilidad social, la preeminencia de los derechos
humanos, la ética y el pluralismo político.
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