MASTER EN DERECHO DEPORTIVO ASPECTOS FISCALES DEL DEPORTISTA PROFESIONAL Luciano Cordero Saavedra Marbella, 1 de junio de 2002 1. REFLEXIONES INICIALES. EL DEPORTISTA PROFESIONAL COMO TRABAJADOR POR CUENTA AJENA Y CONTRIBUYENTE. Hoy en día puede decirse abiertamente que constituye una realidad indiscutible, desde el punto de vista jurídico, que el deportista profesional es un trabajador que encaja en el omnicomprensivo concepto que recoge el Estatuto de los Trabajadores (ET) referido a quienes voluntariamente prestan sus servicios retribuidos por cuenta ajena y dentro del ámbito de organización y dirección de otra persona, física o jurídica, denominada empleador o empresario. Mas se trata de un trabajador que presenta singularidades tan relevantes como para llevar al propio ET a considerar que se trata de una relación laboral especial, precisada de regulación que atienda a determinar los aspectos que le hacen distinguir del régimen común u ordinario que establece la norma básica, y cuya competencia se atribuyó al Gobierno. El mandato imperativo se encuentra actualmente recogido en el Real Decreto 1.006/1985, de 26 de junio, por el que se regula la relación laboral especial del deportista profesional. Con todo, para conformar el régimen jurídico-laboral de estos trabajadores han de tenerse muy en cuenta los procesos de negociación colectiva concluidos en las distintas actividades deportivas profesionalizadas (fútbol, baloncesto, balonmano y ciclismo), cuyos resultados aparecen recogidos en los convenios colectivos siguientes: Convenio colectivo para la actividad del fútbol profesional (CCFP) [Resolución de la Dirección General de Trabajo de 22-6-1998 (BOE del 8 de julio)]. II Convenio colectivo de Trabajo ACB-ABP, para la actividad del baloncesto profesional (CCBCP) [Resolución de la Dirección General de Trabajo de 18-1-1994 (BOE de 3 de febrero)]. Convenio Colectivo del Balonmano Profesional (CCBMP) [Resolución de la Dirección General de Trabajo de 14-5-1998 (BOE de 4 de junio)] Convenio Colectivo para la Actividad del Ciclismo Profesional (CCCP) [Resolución de la Dirección General de Trabajo de 21-12-2001 (BOE de 16 de enero)]. Partiendo de estas premisas, nuestra perspectiva va dirigida a conocer el tratamiento fiscal que en el Derecho español reciben las retribuciones que perciben estos trabajadores, a los que tenemos que considerar como contribuyentes en tanto personas físicas que por el desarrollo de su actividad laboral obtienen rentas sujetas al Impuesto sobre la Renta. Ahora bien, para llevar a cabo este propósito debemos tomar en cuenta varios aspectos pues, a la postre, será lo que nos permita deducir en qué puede resultar singular el tratamiento fiscal de estos trabajadores en contraste con el que pudiera representar la carga tributaria de cualesquiera otros. Así, por lo pronto, debe decirse que mientras en cualquier otro sector o actividad productiva, la retribución es un elemento destacado en los convenios colectivos, y difícil va a resultar encontrarnos ante contratos de trabajo individuales que superen o introduzcan otros elementos retributivos y en cuantías diferentes a las negociadas colectivamente, cuando estamos ante vínculos entre entidades deportivas y deportistas profesionales, el contrato de trabajo adquiere una dimensión particular al respecto, al menos cuando se trata de conformar acuerdos con las figuras más afamadas. Siendo esto así, y encontrándonos ante trabajadores cuya vida activa laboral se concentra en períodos de tiempo reducidos, es patente que por esta corta vida laboral se proyectan retribuciones muy superiores a las que pudieran atribuirse a los trabajadores ordinarios, lo cual tiene su incidencia notoria 2 a la hora de soportar el gravamen impositivo. Además de ello, en esta actividad influye también la búsqueda empresarial de los deportistas que resalten no sólo en el territorio español, sino también en la Unión Europea u otros países extranjeros, como característica propia de la actividad deportiva que no puede omitirse a la hora de analizar los aspectos fiscales que correspondan a unos u otros. En fin, singular es igualmente que nos encontremos ante trabajadores donde la imagen personal juega un papel relevante para determinar retribuciones específicas vinculadas a este exclusivo hecho, y que es independiente a la contraprestación económica propia que se hace por la prestación activa del deporte. Todas estas circunstancias conminan a establecer la relevancia que presentan los aspectos fiscales de estos trabajadores y que impiden un tratamiento simplificado. Por ello, abordaremos las cuestiones relatadas desde una doble división, analizando en primer lugar la fiscalidad de los distintos componentes retributivos que cubren la prestación de servicios, dejando para una segunda parte la singularidad que pueden representan las rentas por cesión de derechos de imagen. 2. LOS DISTINTOS COMPONENTES DE RENTA DEL DEPORTISTA PROFESIONAL Y SU TRIBUTACIÓN. A tenor del artículo 6.2 de la Ley 40/1998 del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (LIRPF), la renta del contribuyente puede estar compuesta por: a) b) c) d) e) Los Los Los Las Las rendimientos del trabajo. rendimientos del capital. rendimientos de las actividades económicas. ganancias y pérdidas patrimoniales. imputaciones de renta que se establezcan por ley. Desde esta base, los deportistas profesionales, como personas físicas sujetas al IRPF, pueden obtener habitual o esporádicamente cualquier clase de renta de las relacionadas. Pero nuestro propósito es acotar las presumibles clases de renta que pueda obtener por su condición laboral por cuenta ajena, con lo que realmente nos limitaremos a las calificadas como rendimientos del trabajo, sin que podamos omitir la peculiaridad que representa en el modelo fiscal vigente la tributación como rendimientos del capital mobiliario devengados e imputados por la cesión del derecho a la explotación de la imagen, a los que luego aludiremos. 2.1. Rendimientos del trabajo. La normativa fiscal atribuye la denominación de rendimientos del trabajo a *todas las contraprestaciones u utilidades, cualquiera que sea su denominación o naturaleza, dinerarias o en especie, que deriven directa o indirectamente del trabajo personal o de la relación laboral o estatutaria y no tengan el carácter de rendimientos de actividades económicas+ (artículo 16.1), entendidas estas últimas como la ordenación por cuenta propia de los medios de producción y de recursos humanos o de uno de ambos, con la finalidad de intervenir en la producción o distribución de bienes o servicios, supuesto particular que no será objeto de nuestro tratamiento en tanto exclusivamente limitada nuestra perspectiva al deportista profesional que presta sus servicios por cuenta ajena. 3 A mayor abundamiento, y con un ánimo clarificador, la LIRPF prevé que, en todo caso, tienen la consideración de rendimientos del trabajo *las retribuciones derivadas de relaciones laborales de carácter especial+ [letra j), del artículo 16.2], quedando por tanto evidente que engloba las referidas a deportistas profesionales. Interesa destacar de la definición contenida en la LIRPF que tiene un concepto totalizador que abarca a toda percepción económica que deriva directa o indirectamente del vínculo contractual, lo que supone que sea irrelevante el nomen iuris utilizado y su propio origen (ley, convenio, reglamentación interior, acuerdo, pacto, contrato, etcétera), e incluso si ello aparece recogido en nómina o fuera de ella, periodicidad con la que se pague, parámetro utilizado para su abono, u otra circunstancia, pues basta que el trabajador experimente un aumento de capacidad económica personal en el marco de la relación de trabajo para que nazca la obligación tributaria siempre que, claro está, no aparezca la declaración legal de exención aplicable al supuesto. Ello supone que nos encontremos ante un concepto fiscal que abarca conceptos retributivos que no son coincidentes con el concebido estrictamente como salario en el orden laboral. La justificación hay que encontrarla en la visión y objetivo que persigue cada rama jurídica. Mientras que para el mundo laboral retribuir el trabajo o compensar gastos e indemnizar consecuencias lesivas para el trabajador reviste una trascendental importancia por cuanto que se trata de realzar el elemento esencial que reviste la relación de trabajo, cual es el equilibrio entre actividad desempeñada y retribuida, desgajando otro tipo de compensaciones económicas que aun siendo consecuencia de la relación, en su propia esencia, no remuneran actividad laboral alguna, por contra, la rama tributaria atiende a la capacidad económica del contribuyente al sostenimiento del gasto público, y de ahí que prácticamente todas las prestaciones económicas recibidas del empresario estén sujetas al deber de tributación, aun cuando no respondan al concepto técnico-jurídico de salario. Siendo esto así, encuentran acomodo en el concepto fiscal de rendimientos del trabajo no sólo partidas concebidas estrictamente en la rama laboral como salario, sino también otras calificadas como partidas extrasalariales, en una vis atractiva que denota la intención de abandonar el criterio causal a efectos de determinar si se debe tributar o no por un determinado rendimiento y su sustitución por un criterio finalista recaudatorio, sin que se impida que el Derecho Tributario también module este fin mediante declaraciones legales de no sujeción al tributo y de exenciones fiscales, que encuentran como apoyo o sustento básico los criterios de calificación jurídico-laboral. Desde esta óptica, poniéndolas en conexión con las posibles partidas retributivas que perciba el deportista profesional, deben considerarse como rendimientos íntegros del trabajo: a) Los sueldos y salarios. Bajo la estructura que integra el concepto de salario en el ámbito laboral, habría que entender que comprenden este bloque las cuantías económicas percibidas bajo la denominación de sueldo mensual, pagas extraordinarias, primas de fichaje, primas especiales, pluses de antigüedad, y cualesquiera otras retribuciones pactas en contrato individual y que respondan a la contraprestación por servicios profesionales del deportista. El sueldo mensual constituye la partida que atiende al conocido como *salario base+, fijado por unidad de tiempo y no por la cantidad de trabajo realizado en tanto que su devengo es totalmente independiente al hecho de participar o no en las competiciones oficiales y el número de las mismas. Tanto el CCFP como el CCCP incorporan definiciones expresas semejantes que así lo aclaran (art. 28 CCFP: *Es la cantidad que percibe el futbolista profesional con independencia de que participe o no en los partidos que éste dispute...+; artículo 21 del CCCP: *Salario mensual es la cantidad que percibe el ciclista profesional con independencia de que participe o no en competiciones oficiales y el número de las mismas...+), contrastando con la ausencia de toda definición en el CCBCP, y la 4 difícil técnica utilizada por el CCBMP (artículo 22), que utiliza una fórmula deductiva de conceptos para conseguir un resultado neto que atendería al concebido como salario. Las pagas extraordinarias son aquéllas que aparecen concebidas, de forma casi generalizada, como de abono por períodos superiores al mes pero que, en ningún caso debe entenderse que nos encontremos ante una partida que atienda a una concesión graciable del empresario por mucho que pueda adoptar incluso la denominación de *gratificaciones+, sino que constituye una entera obligación del mismo, para cuyo devengo se prescinde de cualquier otro elemento que no sea el meramente temporal. El CCFP recoge el derecho del futbolista profesional a dos pagas extraordinarias, por importe cada una de ellas del sueldo mensual pactado, incrementado por el plus de antigüedad, satisfechas durante los veinte primeros días de los meses de junio y diciembre. La permanencia inferior a una temporada genera, por lo demás, el derecho a percibir solamente la parte proporcional de las pagas que correspondan (artículo 29). El CCCP, en su artículo 22, reconoce por igual este derecho a dos pagas extraordinarias, por importe cada una de ellas del sueldo mensual pactado, sin que se propicie su incremento mediante los pluses de antigüedad, como lógica consecuencia de no encontrarse recogidos estos últimos como partida salarial. El momento de abono se difiere al pacto individual, cuya omisión produce como efecto que tenga que satisfacerse dentro de los meses de marzo y septiembre. El CCBMP alude a las gratificaciones extraordinarias dentro del concepto de salario, aunque omite con posterioridad su descripción (condiciones para su otorgamiento, número de ellas, determinación, momento de pago), en lo que debemos entender como una dejación al contrato individual para su determinación. El CCBCP nada dice respecto a las pagas extraordinarias, guardando sintonía con la ausencia de toda referencia a la estructura salarial. Las primas de fichaje o contratación constituyen las cantidades estipuladas de común acuerdo entre clubes o entidades deportivas y el deportista profesional por el hecho de suscribir el contrato de trabajo, a las que expresamente se refieren los convenios colectivos (artículo 24 del CCFP, artículo 18 del CCCP, y artículo 21 del CCBMP), excepción hecha del CCBCP. Se configura como complemento que se adiciona al salario base y que atiende a circunstancias personales del trabajador que retribuyen su calidad (STSJ de Navarra de 26 de mayo de 1997 -AS 1.985-). Dentro del concepto de primas especiales habría que incluir cualquier complemento salarial que atienda al trabajo realizado y a la situación y resultados de la entidad deportiva, de frecuente utilización en el deporte profesional al ir dirigidas a estimular la máxima entrega del deportista para conseguir no sólo metas individuales (la participación en un mayor número de encuentros, el conseguir un mayor rendimiento efectivo plasmado en goles o canastas, de asistencia, etcétera), sino también mayores beneficios a la empresa por cumplimiento de objetivos (primas de resultado: por una determinada clasificación del equipo en las competiciones en que participe, de permanencia, o de ascenso de categoría), aunque no falten casos en que el concepto retributivo se aplica como complemento que atiende al mero transcurso del tiempo (así la STSJ de Andalucía, de 15 de diciembre de 1996 -AS 4.941-, recoge el supuesto de contrato de deportista profesional que percibe de la entidad que le tiene contratado un sueldo mensual y una prima anual que se abona en un solo pago durante el transcurso de la temporada). El CCFP (artículo 27) y el CCBMP (artículo 24) aluden a la *prima de partido+, derivando en cuanto a la fijación de su cuantía y condiciones de percepción al pacto entre cada club o entidad deportiva y la plantilla de jugadores o con cada uno de ellos de forma individual. 5 El CCCP se refiere en su artículo 23 a las *primas especiales+ en general, como pacto previsible entre equipo y corredores, cuya cuantía y condiciones de vencimiento se establecerán entre equipo y su plantilla o con los corredores afectados de forma individual. También ha de incluirse en este apartado a los *premios+ referidos en el artículo 25 de este convenio, configurados como *aquellas cantidades contempladas en los Reglamentos de las pruebas ciclistas que satisfacen los organizadores de las mismas por todas las clasificaciones obtenidas por los ciclistas...+. Los pluses de antigüedad constituyen un complemento en función de circunstancias personales del deportista, tendentes a premiar la permanencia en el club o entidad deportiva. El CCFP y el CCBMP guardan sintonía literal, estableciendo como plus de antigüedad la cantidad que percibe el jugador cada dos años de permanencia en el mismo club o entidad deportiva; su importe es equivalente cada dos años de permanencia al 5 por 100 del sueldo mensual que perciba de su equipo. Como fórmula residual ha de acogerse cualquier otra retribución satisfecha a los deportistas profesionales que encuentren su razón de ser en el servicio profesional prestado. Manifestaciones concretas son frecuentes en el deporte profesional, conviniéndose compromisos contractuales referidos a abono de viajes a países de procedencia de jugadores no nacionales, acciones, aportación a seguros colectivos o fondos de inversión, abono de suministros corrientes en viviendas, gastos escolares de hijos, telefonía móvil, gastos de gasolina de vehículo, plaza de aparcamiento y otros similares. En tanto todas estas partidas encuentren su correspondencia en la contraprestación laboral, es evidente que nos encontramos ante percepciones salariales. Habría que entender igualmente incluido en este apartado el pago que se realice por la cesión del derecho de imagen cuando encuentre su razón de ser en el cumplimiento de la relación laboral y no para fines extralaborales, si tenemos en cuenta que se califican también como rendimientos del trabajo los que deriven *indirectamente+ del trabajo, cualquiera que sea su denominación *o naturaleza+. b) Las dietas y asignaciones para gastos de viaje. Aunque desde la vertiente laboral nos encontramos ante un concepto que tiene la naturaleza de retribución extrasalarial, lo que presupone su exclusión -dentro de ciertos límites- de la base de cotización a la Seguridad Social (artículo 109.2 del Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social), la LIRPF hace tributar a las dietas y asignaciones para gastos de viaje como rendimientos del trabajo *excepto los de locomoción y los normales de manutención y estancia en establecimientos de hostelería con los límites que reglamentariamente se establezcan+ [artículo 16.1 d)]. Por tanto, según el reglamento del IRPF, hasta cierto límite estas dietas revisten la consideración de mera compensación o indemnización de un gasto en el que incurre el trabajador por motivos laborales, y pasando aquél estaremos simplemente ante una retribución dineraria más. Obviamente hay que referirse a ciertas prácticas que se hacen para incluir bajo el concepto retributivo de dietas verdaderas partidas salariales. Así el CCBMP perfila un montante retributivo máximo por dietas que está vinculado al salario mensual que se perciba, y que no encuentra razonamiento alguno en cuanto a la verdadera esencia del concepto. Supone, por tanto, que estas cuantías han de ser satisfechas siempre y en todo caso aunque no se produzcan los desplazamientos, de modo que el derecho pactado entre las partes por las características de retribución permanente y de no ser contraprestación de desplazamientos, constituyen un concepto salarial nacido de la voluntad de los contratantes (así lo confirman, entre otras, las SSTS de 13 de mayo de 1987 -RJ 5.358- y 25 de mayo de 1992 -RJ 3.598-, y diversos pronunciamientos de los TSJ de las Comunidades Autónomas). 6 c) Otras percepciones económicas. Junto a estas consideraciones hechas desde el alcance de la previsión tributaria, y aunque no podamos atribuirle la consideración de sueldo o salario laboral, por no participar de la esencia que constituye el concepto, habría que extender su alcance para englobar como rendimientos del trabajo las cantidades que perciba el deportista profesional por un partido homenaje (así lo vino a convenir la contestación a la consulta planteada a la Dirección General de Tributos, el 19 de julio de 1989), justamente por la inmediatez que representa con el trabajo que ha realizado por cuenta ajena. También la indemnización recibida por un trabajador en virtud de sentencia judicial, por incumplimiento de un precontrato de trabajo en el cual se comprometiera la contratación definitiva en un plazo determinado, como posibilidad cierta en el ámbito del deporte profesional, donde la existencia de precontratos es una práctica que instituye un compromiso obligacional próximo, cuyo incumplimiento genera la posibilidad de solicitar la indemnización oportuna por los daños que irroga. 2.2. Rentas dinerarias y en especie. Bajo las referencias anteriores no dejamos de estar aludiendo a montantes económicos percibidos por los deportistas profesionales en metálico, pero no debe omitirse que el legislador laboral y el fiscal aluden en general a las contraprestaciones satisfechas por virtud del contrato de trabajo, lo cual presupone que pueden revestir la doble característica de ser salarios en dinero y en especie, consistiendo estas últimas en la entrega o uso de bienes a los que el legislador tributario establece una regulación separada. Según el artículo 43 de la LIRPF, *Constituyen rentas en especie la utilización, consumo u obtención, para fines particulares, de bienes, derechos o servicios, de forma gratuita o por precio inferior al normal del mercado, aun cuando no supongan un gasto real para quien las conceda+, matizando en el siguiente párrafo que *Cuando el pagador de las rentas entregue al contribuyente importes en metálico para que éste adquiera los bienes, derechos o servicios, la renta tendrá la consideración de dineraria+. Lógicamente, las citadas retribuciones en especie han de derivar, directa o indirectamente, del trabajo personal o de la relación laboral o estatutaria y no tener el carácter de rendimientos de actividades económicas. La legislación laboral mantiene ciertos recelos a esta fórmula de pago en especie, y de ahí que incorpore normas limitativas de los pagos que se hagan así, al impedir que la retribución total del trabajador se pacte de este modo. No es posible, por imperativo legal, que el salario en especie supere el 30 por 100 de las percepciones salariales del trabajador, y de ahí que podamos decir que nos encontraremos, en su caso, ante *salarios mixtos+. Hecha esta matización, y atendiendo a la cosa o elemento patrimonial que reciba el trabajador, puede convenirse una doble situación: una, el compromiso del empresario con su trabajador de cubrir el coste del bien, derecho o servicio que facilita a éste mediante una subvención que el empleado recibe en la nómina; otra, es la empresa asume el pago del bien, derecho servicio, directamente frente a quien los proporciona. Para el legislador fiscal, en el primer caso nos encontramos ante una mayor retribución dineraria, determinándose para el segundo que nos encontramos ante una auténtica retribución en especie. En cuanto a su valoración, la legislación fiscal contiene previsiones específicas. El artículo 44 de la LIRPF parte de la premisa general de valorar las rentas en especie por su valor normal en el mercado, si bien refleja un valor específico a los supuestos más característicos. 7 En lo atinente al valor normal del mercado permite utilizar como referencia el precio que se forma en un período de tiempo y no en el momento en que se valoran los bienes, estableciendo la ley que debe entenderse como tal valor *la contraprestación que se acordaría entre sujetos independientes, salvo prueba en contrario+, si bien también alude a un caso en que es más claro, cuales son los préstamos y operaciones de captación o utilización de capitales ajenos en general, casos en que deberá entenderse por valor normal en el mercado *el tipo de interés legal del dinero que se hale en vigor el último día del período impositivo+. Para casos singulares que especifica la norma tributaria, y que sin lugar a dudas resultan ser los más frecuentes, los rendimientos del trabajo en especie se calculan conforme a normas concretas que igualmente incorpora el texto legal (artículo 44.1.11), y que en su aplicación al ámbito deportivo interesan los que atienden a la utilización de viviendas en aquellos casos que se cede en íntima conexión con el desarrollo de la actividad deportiva; entregas o cesión del uso de vehículos automóviles; prestaciones en concepto de manutención, hospedaje, viajes y similares; primas o cuotas satisfechas por la empresa deportiva en virtud de contrato de seguro u otro similar; cantidades destinadas a satisfacer gastos de estudios y manutención del contribuyente o de otras personas ligadas al mismo por vínculo de parentesco; y contribuciones satisfechas por los promotores de planes de pensiones, así como las cantidades satisfechas por empresarios para sistemas de previsión social alternativos a planes de pensiones cuando sean imputados a aquellas personas a quienes se vinculan las prestaciones. La utilización de viviendas como renta en especie supone que se cuantifique monetariamente atribuyendo, como regla general, el 10 por 100 del valor catastral, y que se reduce al 5 por 100 en los casos de inmuebles cuyos valores catastrales hayan sido revisados o modificados de conformidad con los procedimientos regulados en la Ley reguladora de las Haciendas Locales. Si al momento del devengo el inmueble careciera de valor catastral o no se hubiera notificado al titular, se toma como base de imputación el 50 por 100 de aquél por el que debe computarse a efectos del Impuesto sobre el Patrimonio, aplicándose sobre ello el porcentaje del 5 por 100. El valor obtenido no puede exceder del 10 por 100 de las restantes contraprestaciones del trabajo. Pero tengamos en cuenta el doble tratamiento que puede recibir. Si el deportista profesional se encuentra en vivienda alquilada mediante pago directo del empresario, la valoración de la renta será el 10 por 100 del valor catastral. Por el contrario, si el arriendo lo hace el deportista, y el empresario abona a este último mensualmente el importe del alquiler para que haga el pago, la renta se consideraría ya como dineraria y su valoración coincidirá con lo realmente obtenido. En el supuesto de utilización o entrega de vehículos, se marca un triple criterio valorativo según se trate de la entrega, cesión de su uso, o de éste seguido posteriormente con su entrega. Cuando se hace una entrega, su valor será el coste de adquisición para el pagados, incluidos los tributos que grave la operación. En el caso de un mero uso del vehículo, el valor que se atribuye es el 20 por 100 anual del coste de adquisición referido anteriormente, cuando efectivamente haya adquirido la propiedad el pagador; caso contrario, el porcentaje se aplica sobre el valor de mercado que correspondería al vehículo si fuese nuevo. En fin, en el supuesto de uso y posterior entrega, la valoración de esta última se efectúa teniendo en cuenta la valoración resultante del uso anterior, y que debe entenderse que se refiere a la parte que reste del coste del vehículo tras descontarse las cantidades abonadas por el trabajador mientras lo ha estado utilizando. En el caso de prestaciones en concepto de manutención, hospedaje, viajes y similares, así como primas satisfechas en virtud de contrato de seguro, y cantidades destinadas a satisfacer gastos de estudio y manutención, aun teniendo en cuenta que no presentan afinidad entre ellas, mantienen en la ley una única y común regla de valoración, que es el coste para el pagador, incluidos los tributos que graven la operación. 8 Por último, las rentas en especie que se refieran a contribuciones satisfechas a planes de pensiones, se valoran bajo la regla conocida que representa el importe aportado. 2.3. Rentas exentas. El artículo 7 de la LIRPF se refiere a los supuestos de rentas exentas, concebidas como aquellas rentas en las que si bien se produce y nace la relación jurídica-tributaria que vincula al contribuyente con la Administración impositora, de forma simultánea se producen otros supuestos de hechos, tipificados por la ley, que conceden la exención. Como rentas exentas, y su posibilidad de deducirse para los deportistas profesionales, hay que referirse a los siguientes supuestos contenidos en la LIRPF: Las indemnizaciones como consecuencia de responsabilidad civil, por daños físicos o psíquicos a personas, en la cuantía legal o judicialmente reconocida [artículo 7 LIRPF, letra d)]. Podría entenderse incluido en este caso los supuestos en que el deportista profesional, en pleno ejercicio de su actividad, sufra un daño físico producido por una intervención dolosa o culposa de otros deportistas, espectadores, o incluso por personas físicas o jurídicas en general que hayan de responder por lesiones producidas en accidentes in itinere, en instalaciones deportivas, y esa responsabilidad y consiguiente indemnización sea reconocida legal o judicialmente. El CCFP prevé en su artículo 39 indemnizaciones al futbolista que como consecuencia de accidente con resultado de invalidez permanente absoluta le impida desarrollar cualquier actividad laboral. El artículo 30 del CCCP particulariza el hecho lesivo derivado de sucesos directos de la prestación de servicios del ciclismo, entendidos por tales los que se produzcan con ocasión de desplazamientos, preparación invernal, concentraciones, presentación de plantillas, entrenamientos y, en definitiva, todos aquellos en los que el ciclista se encuentre bajo las órdenes del equipo o representante del mismo. También el artículo 32 del CCBMP, aludiendo la posibilidad de cubrirse los riesgos indemnizables mediante la suscripción de la oportuna póliza de seguro colectivo. No así el CCBC, cuyo artículo 25 alude en exclusividad a indemnizaciones para cubrir el riesgo de muerte por accidente de los jugadores. Las indemnizaciones por despido o cese del trabajador, en la cuantía establecida con carácter obligatorio en el ET, en su normativa reglamentaria de desarrollo o, en su caso, en la normativa reguladora de la ejecución de setencias, sin que pueda considerarse como tal la establecida en virtud de convenio, pacto o contrato [artículo 7 LIRPF, letra e)]. El artículo 1 del Reglamento del IRPF condiciona la exención a la real y efectiva desvinculación del trabajador con la empresa, presumiendo, salvo prueba en contrario, que no se da dicha desvinculación cuando en los tres años naturales siguientes el despido o cese el trabajador vuelva a prestar servicios a la misma emepresa o a otra empresa vinculada a aquélla en los términos previstos en el artículo 16 de la Ley del Impuesto de Sociedades. Atendiendo al Real Decreto 1.006/1985, de 26 de junio, habrá que entender como exentas las indemnizaciones que se deriven de las siguientes causas extintivas del contrato de trabajo: 1. La ocasionada como consecuencia de lesión del deportista que le produzca incapacidad permanente total o absoluta o gran invalidez. La indemnización fijada en el artículo 13, letra d), a satisfacer por el club o entidad deportiva, se concreta, cuanto menos, en seis mensualidades si el evento lesivo tuviera su causa en el ejercicio del deporte. 9 2. La producida por disolución o liquidación del club o de la entidad deportiva correspondiente, acordada por la Asamblea General de socios, siguiendo el procedimiento fijado por la normativa laboral para el supuesto de extinción por causas tecnológicas [artículo 13, letra e)]. La indemnización se concreta en veinte días de salario por año de servicio, prorrateándose por meses los períodos de tiempo inferiores a un año, con un máximo de doce mensualidades. 3. Por crisis económica del club o entidad deportiva que justifique una reestructuración de la plantilla de deportistas, o crisis de otro tipo que impida el normal desarrollo de la actividad de aquél, de acuerdo con el procedimiento previsto en el artículo 51 del ET [artículo 13, letra f)]. La indemnización prevista legalmente coincide con la indicada en el punto anterior. 4. Por despido del deportista profesional [artículo 13, letra h)], que para deducir derecho a indemnización habrá que limitarlo al supuesto de despido declarado improcedente sin readmisión, esto es, cuando se acredita el incumplimiento alegado por el empresario en su escrito de comunicación de cese al trabajador. La indemnización, a falta de pacto, se fijará judicialmente, de al menos dos mensualidades de sus retribuciones periódicas, más la parte proporcional correspondiente de los complementos de calidad y cantidad de trabajo percibidos durante el último año, prorrateándose por meses los períodos de tiempo inferiores a un año, por año de servicio. 5. Por voluntad del deportista profesional, fundada en alguna de las causas señaladas en el artículo 50 del ET [artículo 13, letra i), y artículo 16.2], que constituyen supuestos de incumplimientos graves de sus obligaciones por parte del empresario, y que genera a favor del deportista profesional que resuelve su contrato una indemnización exenta que es coincidente con la prevista para el despido improcedente sin readmisión. Las prestaciones reconocidas al contribuyente por la Seguridad Social o por las entidades que la sustituyan como consecuencia de incapacidad permanente absoluta o gran invalidez. Beneficia a las pensiones reconocidas por la Seguridad Social y entidades que la sustituyen (mutualidades, fondos y previsiones), pero no por las empresas privadas, previéndose que la cuantía exenta tendrá como límite el importe de la prestación máxima que reconozca la Seguridad Social por el concepto que corresponda, con lo que se evita, de esta forma, la existencia de regímenes privilegiados. El exceso tributa como rendimiento del trabajo, entendiéndose producido, en caso de concurrencia de prestaciones de la Seguridad Social y de las mutualidades, en las prestaciones de estas últimas. 2.4. Rentas concentradas en períodos temporales reducidos. Determinados los aspectos anteriores, nos encontramos ante una base imponible del IRPF que está constituida por las contraprestaciones de cualquier tipo que hubiera recibido el deportista profesional por el desarrollo de su actividad, cuya cuantificación habrá que abordarla en atención al origen y fuente. Con todo, no puede obviarse el tratamiento tributario diseñado por la LIRPF distinguiendo entre tipos de rentas que se integran en la base imponible, atendiendo las concebidas como regulares e irregulares, concebidas estas últimas como aquéllas que necesitan varios años para su producción, de particular aplicación en algunos componentes de rentas que afectan al contribuyente que tratamos, singularmente cuando se trata de abonos de primas de fichaje o las percepciones por partidos homenaje. 10 La LIRPF ha venido a dar un nuevo enfoque al tratamiento de los rendimientos irregulares, al hacer desaparecer la distinción entre parte regular e irregular de la base imponible, para incorporar la novedosa partición en parte general y parte especial, que trae consigo importantes diferencias en cuanto a la integración de rentas irregulares y a la sistemática de su regulación. Así, se considera que los rendimientos generados a largo plazo deben integrarse también en la parte general de la base imponible del impuesto, y se gravan a las escalas, progresivas, estatal y autonómica o complementaria, y previstas con carácter general para períodos impositivos anuales. Y para atenuar el exceso de carga tributaria que esta integración supone, se someten previamente a la aplicación de un porcentaje reductor. En concreto, cuando se trate de rendimientos de trabajo que tengan un período de generación superior a dos años y que no se obtengan de forma periódica o recurrente, o bien cuando se califiquen reglamentariamente como obtenidos de forma notoriamente irregular en el tiempo, se aplicará un porcentaje reductor, generalmente del 30 por 100 (aunque para determinados seguros y sistemas de previsión social estos porcentajes son superiores). Consecuentemente, la prima de fichaje que pueda recibir un deportista profesional mantiene la condición de irregular cuando concierna a más de dos años de contrato, y no en cambio cuando sean rendimientos generados en más de un año pero no más de dos. Por otra parte, si se fracciona el cobro de esta prima a lo largo de más de un período impositivo, el tratamiento tributario determinaría su naturaleza irregular cuando dividiendo el número de años de generación por el de fraccionamiento o imputación temporal de los pagos arroja un cociente suprior a dos. De esta forma, el rendimiento que debe computarse en la base imponible, ya reducido, se integra y compensa junto con los restantes rendimientos dentro de la parte general de aquélla, de modo que el rendimiento irregular tributará al tipo marginal del contribuyente, pero no por su importe total, sino por el resultado que se obtiene después de aplicar la reducción. Con ello se logra que el gravamen que recae sobre este tipo de rentas arroje un resultado similar al que se obtendría en caso de someter la totalidad de las mismas (y no el importe reducido) a las operaciones de promediación que estaban previstas en la norma tributaria precedente a la actual en vigor. No obstante, debe tenerse en cuenta que la LIRPF contiene una restricción, por la cual la cuantía del rendimiento del trabajo sobre el que se aplicará la reducción del 30 por 100 no puede superar el importe que resulte de multiplicar el salario medio anual del conjunto de los declarantes en el IRPF por el número de años de generación del rendimiento, tomándose un plazo de cinco años cuando se trate de rendimientos obtenidos de forma notoriamente irregular en el tiempo según los casos que recoge el Reglamento del IRPF. La medida restrictiva, en sí misma, tiene su repercusión en los deportistas profesionales, atendida la previsible superación que de este tope legal pueda derivar de los rendimientos de trabajo que participan de las notas características que se acogen. 3. ESPECIALIDADES DE LOS CONVENIOS PARA EVITAR LA DOBLE IMPOSICIÓN. 3.1. La vertiente patrimonial del Derecho a la propia imagen. La consagración en nuestra Constitución Española (artículo 18.1) del derecho a la propia imagen como un derecho fundamental que deriva de la dignidad de la persona, íntimamente conexo a otros derechos de la personalidad, como son el honor e intimidad, supone que presente una dimensión *moral+ que 11 impide su renuncia y disposición en tanto que no tienen un inmediato contenido económico, aunque su eventual vulneración haga legítimo el derecho a la indemnización oportuna, como medio de compensación del daño. Precisamente por ello se predica la extrapatrimonialidad de los derechos de la personalidad. Mas esta contundente afirmación debe ser convenientemente matizada, toda vez que el titular del derecho a la propia imagen puede autorizar o consentir su captación y publicación, incluso a título oneroso, sin que ello represente una renuncia al derecho como bien jurídico, sino que, mediante estos actos dispositivos se permite lo que de otra forma sería una intromisión ilegítima en este derecho fundamental, por todo lo cual puede afirmarse que junto a la dimensión moral se conforma o posibilita un componente económico, en el entendimiento que esta explotación comercial encuentra su propio límite en el primero, que es inalienable, y como tal irreconocible y no expropiable. Esta realidad muestra su dimensión más destacada en personas públicamente conocidas, como acaece en actores o deportistas, donde la imagen es algo más que la mera aparición ante el público para brindar el espectáculo propio de su profesión, pues a la postre ello será la premisa que sustenta la popularidad a partir de la cual se posibilitan otras relaciones -llamémosle extralaborales- que tienden a comercializar la imagen con una extensión ilimitada, que se produce fuera del espacio y del tiempo a los que se circunscriben los eventos directamente vinculados a la profesión. Y corolario de este diseño es que surja la vertiente económica que permite esa explotación comercial, con incidencia fiscal notoria en atención a las elevadas cuantías que se barajan, y que incluso particularizan un régimen especial de tributación con claros fines antielusivos cuando se trata de operaciones inmersas en una relación tripartita en que se ven involucrados el trabajador, la empresa para quien trabaja por cuenta ajena, y un tercero que aparece como intermediario en negocios de cesión de la imagen de los ya vinculados por contrato de trabajo. Sistema que se ve mediatizado en su aplicación práctica según sea el diseño que se utilice en los negocios jurídicos que soportan las operaciones de cesión del derecho a la explotación de la imagen o del consentimiento o autorización para su utilización, y el distinto Estado entre el que se produzcan los rendimientos y el de residencia de quien los obtenga. Estas variadas circunstancias que rodean la explotación comercial son las que entrañan la verdadera complejidad jurídica, y las que obligan a la profusión en su estudio a fin de concitar la atención en la calificación que merezcan estas rentas desde el punto de vista de nuestro Derecho interno y las que brinden los convenios para evitar la doble imposición pues, en definitiva, y desde esta perspectiva internacional, es patente que puede revestir diferencias sustantivas, y buena muestra de todo ello representa que los interesados en obtener beneficios fiscales no sean extraños a diseñar ingeniosas fórmulas jurídicas por razones de conveniencia económica, a priori propiciando una legítima economía de opción en tanto no puedan concebirse como operaciones atípicas ni sean anómalas en relación con el fin que persigue, sobre todo si tenemos en cuenta que es notoriamente diferente el abuso y el legítimo uso de las posibilidades que da el Derecho. 3.2. Tratamiento tributario. 3.2.1. Percepción de rentas por persona física. La LIRPF. La vigente LIRPF incorpora dos referencias expresas a los derechos de imagen en sus artículos 23.4 e) y 76. El primero incluye dentro de la categoría de *otros rendimientos del capital mobiliario+ a los rendimientos dinerarios o en especie procedentes de la cesión de derechos a la explotación de la imagen o del consentimiento o autorización para su utilización, salvo que la cesión tenga lugar en el ámbito de una actividad económica, en cuyo caso la renta se entenderá no como de capital mobiliario, sino como de actividad económica, al producirse en el marco de una actividad empresarial o 12 profesional, esto es, ordenando por cuenta propia los medios de producción o los recursos humanos. El artículo 76 aparece referido a un régimen especial de imputación de rentas por la cesión de derechos de imagen cuando en la operación intervienen entidades interpuestas, al entender el legislador que resulta necesario introducir una norma que obliga a imputar al primer cesionario una renta determinada a través de un mecanismo que recuerda al de la transparencia fiscal internacional. Pero esta aparente fórmula simplista no puede conducirnos al equívoco en la calificación de las rentas que puedan tener por premisa la contraprestación económica por cesión de derechos de imagen, pues si la operación opera de forma directa entre un trabajador y un empresario, complementando al contrato laboral o en negocio jurídico independiente pero que refleja compromisos concebidos como insertos en el trabajo principal, a efectos fiscales no puede estarse ante otra calificación que no sea, como vimos, los propiamente concebidos como rendimientos del trabajo, atendida la naturaleza que representa la cesión. Apreciación que ha de hacerse incluso si acudir a una persona interpuesta es un mero artificio que ninguna relevancia jurídica suponga en la naturaleza de la cesión, por ser idéntica en su objeto a la que propiamente se hubiera podido convenir de forma directa. El artículo 16 de la LIRPF es sumamente claro cuando califica de rendimientos del trabajo todas las contraprestaciones o utilidades, cualquiera que sea su denominación o naturaleza, dineraria o en especie, que deriven, directa o indirectamente de la relación laboral *y no tengan el carácter de rendimientos de actividades económicas+. En cambio, cuando estamos en presencia de negocios jurídicos ajenos a la prestación laboral, cediendo la imagen para fines de rentabilidad comercial, la calificación de los rendimientos percibidos reviste las características propias para ser consideradas como de capital mobiliario, en tanto provenientes de derechos cuya titularidad corresponde al contribuyente, y siempre que, asimismo, no se hallen afectos a actividades económicas realizadas por el sujeto, como perfila el aludido artículo 23.4 de la LIRPF. Pero cualquiera que sea el diseño operativo, la LIRPF establece un tratamiento especial para imputar estos rendimientos, sin que se les incluya expresamente en alguna de las distintas fuentes de renta, cuando en las operaciones de cesión concurran los requisitos subjetivos y objetivos establecidos en el artículo 76. Se aplica, en este caso, una presunción iuris et de iure de que las cantidades satisfechas por la entidad que se beneficia de los derechos de imagen se perciben, de una u otra forma, por el titular cedente de dichos derechos. Los requisitos subjetivos suponen la existencia de una relación tripartita. Una, consistente en la cesión de la persona física sujeta por obligación personal de contribuir, del derecho a la explotación de su imagen o el consentimiento o autorización para su utilización, a otra persona o entidad (persona interpuesta), residente o no en España, siendo indiferente que la cesión se hubiese hecho cuando la persona física no fuese contribuyente por el IRPF, y sin que sea necesario que ostente la condición de socio de la persona interpuesta cuando sea jurídica, o tenga derecho a participar en dividendos o participaciones en beneficios. Otra, la existencia de una relación laboral (es indiferente que sea de carácter general o especial) entre la persona natural cuyo derecho de imagen se transmite, y una persona o entidad, residente o no. Y la tercera, deducida de la existente entre la persona o entidad con la que se mantiene la relación laboral (o cualquier otra persona o entidad vinculada con ellas), y la persona o entidad residente o no residente que explota el derecho de imagen, por virtud de la cual la primera obtiene de la segunda el consentimiento o autorización para la utilización, siendo indiferente que estos actos procedan del primer cesionario o de otra persona o entidad que a su vez lo obtuvo de otro cesionario. Pero además se precisa la concurrencia de un requisito objetivo para que esta regulación especial sea aplicable, consistente en que los rendimientos del trabajo obtenidos por la persona física cedente del derecho de imagen, derivados de la relación laboral referida, han de ser inferiores al 85 por 100 de la suma de estos rendimientos y la contraprestación total satisfecha por la persona o entidad con la que mantiene dicho vínculo laboral o una vinculada a ella, por la utilización del derecho de imagen, que 13 obviamente han de superar el 15 por 100. Concurriendo las circunstancias anteriores, el contribuyente debe incluir en la parte general de la base imponible del período impositivo, la cantidad total que el empresario satisfaga, o haya satisfecho con anterioridad a iniciar la relación laboral, por la cesión de los derechos de imagen del trabajador. Cantidad que se elevará al íntegro, al incrementarse con el importe del ingreso a cuenta correspondiente (el artículo 100 del Reglamento del IRPF fija en el 15 por 100), que la entidad cesionaria del derecho deberá efectuar cuando satisfaga en metálico o en especie las contraprestaciones a una persona o entidad que debe reunir la consideración de no residente, y se minorará en el valor de la contraprestación obtenida por el contribuyente como consecuencia de la cesión del derecho a la explotación de su imagen a una persona o entidad, siempre que la misma se hubiera obtenido en un período impositivo en el que la persona física titular de la imagen sea contribuyente por el IRPF. Y para corregir la situación de doble imposición que puede generar la inclusión en la base imponible de las rentas señaladas, en sede de la entidad cesionaria, de la persona física titular de los derechos, y en el ámbito de los socios de la entidad cesionaria, se perfilan legalmente una serie de deducciones aplicables sobre la cuota íntegra del IRPF. Estas deducciones atienden a la corrección por doble imposición internacional (impuesto o impuestos de naturaleza idéntica o similar al IRPF o sobre Sociedades que, satisfecho en el extranjero por la persona o entidad no residente primera cesionaria -sin alcanzar, por tanto, a segundos o sucesivos cesionarios-, corresponda a la parte de la renta neta derivada de la cuantía que debe incluir en su base imponible), por doble imposición interna (se autoriza la deducción por el sujeto pasivo titular originario del derecho a la imagen, del IRFP o sobre Sociedades que, satisfecho en España por la persona o entidad residente primera cesionaria, corresponda a la parte de la renta neta derivada de la cuantía que debe incluir en su base imponible), y por doble imposición de dividendos (el impuesto o gravamen efectivamente satisfecho en el extranjero por razón de la distribución de los dividendos o participaciones en beneficios distribuidos por la primera cesionaria, sea conforme a un convenio para evitar la doble imposición o de acuerdo con la legislación interna del país o territorio de que se trate, en la parte que corresponda a la cuantía incluida en la base imponible). Asimismo, por los impuestos soportados por el titular originario del derecho de imagen cuando todavía no había adquirido la condición de residente en territorio español, se contempla la posibilidad de deducir de la cuota íntegra el impuesto satisfecho en España por la contraprestación obtenida como consecuencia de la primera cesión del derecho a la explotación de su imagen o del consentimiento o autorización para su utilización y, con ocasión del mismo negocio jurídico, en el Estado en el cual era residente en el momento de la perfección del mismo. En fin, el impuesto similar al IRPF o al IS satisfecho en el extranjero por el contribuyente, con motivo de la contraprestación obtenida por la primera cesión del derecho a la explotación de su imagen. Estas previsiones legales se complementan con un triple mandato que afecta a su todas ellas. El importe de dichas deducciones no puede exceder, en su conjunto, la cuota íntegra que corresponda satisfacer en España; en ningún caso se permite la deducción de los impuestos satisfechos en territorios calificados reglamentariamente como paraísos fiscales; y que las deducciones se podrán practicar incluso cuando los impuestos satisfechos correspondan a períodos impositivos distintos a aquél en que se realiza la inclusión. Por último señalar que el artículo 70.2 b) del Reglamento del IRPF (Real Decreto 214/1999) somete a retención, independientemente de su calificación, los rendimientos procedentes de la cesión del derecho a la explotación del derecho de imagen. El tipo de retención aparece determinado en el artículo 94 de la norma reglamentaria, fijado en el 20 por 100 sobre los ingresos íntegros satisfechos. Porcentaje que se distingue claramente del que con carácter general se atribuye a los restantes rendimientos de capital mobiliario (18 por 100). 14 3.2.2. Perceptor persona jurídica. La Ley 43/1995, del Impuesto sobre Sociedades (LIS). El mecanismo frecuentemente utilizado como resorte para percibir las remuneraciones que afectan a los derechos de imagen se centra en sociedades que previamente han obtenido del titular del derecho o incluso un anterior cesionario- los derechos para la explotación de la imagen. Hay que precisar, por tanto, el tratamiento que corresponde a estos ingresos desde la vertiente propia que nos ofrece la LIS. El texto de esta norma viene a utilizar un concepto omnímodo de renta, de modo que se grava la totalidad de la renta obtenida por la entidad social, cualquiera que sea su fuente u origen, incluidas las ganancias de capital o plusvalías patrimoniales realizadas y las adquisiciones a título lucrativo. Por ello, lo percibido en concepto de derechos de imagen se suma al resto de las rentas obtenidas por la entidad jurídica, de forma que la base imponible se identifica en este impuesto con el resultado contable, respecto de los cuales se deducirán la totalidad de los gastos efectuados (como puede ser la contraprestación a la cesión de los derechos de imagen) con excepción de aquellos que se encuentran expresamente excluidos de deducción por el artículo 14 de la LIS. Una vez determinada la base imponible, la tributación se determina por la aplicación de un tipo proporcional que en general es del 35 por 100, muy inferior al tipo marginal máximo correspondiente al IRPF. En orden a las retenciones hay que tomar en consideración el artículo 146 de la LI (*Retenciones e ingresos a cuenta+), recogiendo en su apartado 6 que *El porcentaje de retención e ingreso a cuenta sobre las rentas procedentes de la cesión del derecho a la explotación de la imagen o del consentimiento o autorización para su utilización, será del 20 por 100+, determinándose de esta forma una uniformidad de tratamiento con el porcentaje de retención establecido en el IRPF. Desde otra perspectiva nos interesa destacar el particular régimen de transparencia fiscal contenido en el artículo 71.1 c) de la LIS, referido al supuesto des sociedades en las que más del 50 por 100 de sus ingresos del ejercicio procedan de actuaciones artísticas o deportivas de personas físicas o de cualquier otra actividad relacionada con artistas o deportistas (clara precisión, esta última, que engloba los ingresos obtenidos por publicidad o cesión de la propia imagen) cuando entre éstos y sus familiares hasta el cuarto grado inclusive tengan derecho a participar en, al menos, el 25 por 100 de los beneficios de aquellas. Concurriendo el supuesto, la base imponible de estas sociedades habrán de determinarse de acuerdo con las normas generales del IS con independencia de la naturaleza de las rentas de que proceda, tributando por la totalidad de la misma, por lo que, en este aspecto no se presenta peculiaridad alguna. Mas la singularidad radica en que las bases imponibles positivas obtenidas se imputan a los socios residentes, integrando así la correspondiente al impuesto personal de estos últimos en proporción a su participación en el capital de la sociedad transparente. Asimismo, los socios se imputarán las retenciones practicadas a la sociedad transparente, y la cuota satisfecha por ésta en concepto de pago del IS. La finalidad deviene con claridad, tratando de evitar el uso fraudulento de sociedades para diferir, disminuir e incluso evadir totalmente el gravamen de ciertos rendimientos cuyo sustrato último está en el socio y no en la sociedad. Pero tengamos en cuenta que una de las reglas que incorpora el régimen especial de imputación de los derechos de imagen del artículo 76 de la LIRPF, concretamente en su punto 7, regula los efectos que, sobre las sociedades transparentes contempladas en el artículo 75.1 c) de la LIS, tiene el régimen de imputación establecido por la LIRPF, y que se traducen en la neutralidad fiscal de los ingresos obtenidos y de los gastos realizados como consecuencia de la cesión de los derechos de imagen; es 15 decir, la cantidad que abona el empresario (con el que mantiene relación laboral el cedente del derecho) a la sociedad transparente (cesionaria de los meritados derechos) no se consideran ingreso fiscalmente computable por ésta y, a la inversa, no se consideran gastos fiscalmente deducibles las cantidades que la entidad en régimen de transparencia abona al titular del derecho de imagen. Las razones de ello se encuentran en que la primera cantidad se imputa directamente al socio, y la segunda se deduce de las rentas imputadas al socio en concepto de cesión de derechos de imagen. Con ello se trata de evitar un doble gravamen que se manifestaría a través de la imputación de derechos de imagen y de la imputación de las bases imponibles positivas obtenidas por la entidad en régimen de transparencia fiscal. 16 3.3.3. Percepción de rentas por no residentes. La Ley 41/1998, del Impuesto sobre la Renta de no Residentes (LIRNR). Cuando las rentas se obtienen en territorio español, pero el sujeto perceptor no es un residente en España, sino de un Estado con el que no se tiene suscrito convenio para evitar la doble imposición, nos encontramos de lleno ante la sujeción al IRNR, según las clases o categorías que de las rentas se precisan en el artículo 12, número 1, de la LIRNR, y que en cuanto ahora nos interesa se concretan en rentas y rendimientos de actividades o explotaciones económicas, y rendimientos del capital mobiliario. Se consideran obtenidas en España las rentas de actividades o explotaciones económicas realizadas mediante establecimiento permanente situado en territorio español y, por otra, los rendimientos de las mismas actividades o explotaciones alcanzadas sin mediación de establecimiento permanente. Dejando al margen el primer supuesto, por su difícil localización en el tema que nos ocupa, y ciñéndonos al segundo, la LIRNR presenta una extensión elocuente en su alcance, en tanto supone gravar no sólo los rendimientos estrictamente derivados de las actuaciones personales -artísticas o deportivas- en territorio español, sino también los provenientes indirectamente de ellas, siendo así que tendrían cabida los ingresos procedentes de los derechos de imagen. Resaltemos, además, la propia salvaguarda de imputación que realiza el legislador, al considerar la imputación aun cuando los rendimientos se perciban *por persona o entidad distinta del artista o deportista+, como prevención que no deshace la aplicación caso de interponerse otros sujetos, normalmente sociedades controladas directa o indirectamente por los artistas o deportistas. Por otra parte, los intereses, cánones y otros rendimientos del capital mobiliario se consideran obtenidos en territorio español cuando hayan sido satisfechos por personas o entidades residentes en el mismo o por establecimientos permanentes situados en él, y asimismo cuando retribuyan prestaciones de capital utilizadas en territorio español. Se atiende, en este orden, al criterio de pago, si bien el último inciso amplía la conexión más allá del criterio real del pago para introducir el del lugar de utilización, como podría acaecer por las cantidades obtenidas por la cesión de derechos de imagen a través de persona interpuesta. La obtención de rentas sin establecimiento permanente obliga a tributar de forma separada por cada devengo de renta sometida a gravamen, esto es, operación a operación, sin que exista un período impositivo en que puedan acumularse o compensarse las de igual o diferente signos, es decir, que no cabe la compensación entre plusvalías y minusvalías. La base imponible estará constituida por su importe íntegro, sin que pueda minorarse con ningún gasto; para obtener la cuota tributaria se aplica a la base imponible el tipo de gravamen legalmente establecido y que, con carácter general es del 25 por 100. De dicha cuota el artículo 25 de la LIRNR únicamente permite deducir las cantidades correspondientes a las deducciones por donativos, y las retenciones e ingresos a cuenta que se hubieren practicado sobre las rentas del contribuyente. 4. El régimen preferente previsto en los convenios para evitar la doble imposición. Tanto la LIRPF como la LIRNR contienen la previsión del régimen preferente que supone lo dispuesto en los Tratados y Convenios Internacionales que hayan pasado a formar parte del ordenamiento interno, propiciando así una jerarquía normativa, de forma que estos instrumentos normativos gozan de preeminencia sobre las normas de carácter interno emanadas del poder tributario español. Entre sus modalidades, pueden distinguirse los Tratados propiamente dichos y los Convenios de carácter bilateral, en particular en cuanto nos interesa, los Convenios de Doble Imposición, inspirados en los sucesivos Modelos de Convenio de la OCDE, que delimitan el reparto entre los dos Estados 17 contratantes de la soberanía tributaria sobre las diferentes categorías posibles de rentas recogidas, así como los elementos patrimoniales. Importante es resaltar, por lo demás, que estos Convenios deben ser interpretados conforme a sus propios criterios e instrumentos jurídicos, y en este orden son esenciales los Comentarios al Modelo de Convenio emitidos por dicha organización internacional. Señalemos, por lo pronto, que los convenios para evitar la doble imposición suscritos por España no contienen una definición de la residencia, remitiéndose para ello a la normativa interna de cada Estado, con lo que cabe la posibilidad que se establezcan criterios distintos con la consiguiente conflictividad por la dual consideración de residencias, para cuya resolución los convenios establecen previsiones, y que en el caso de personas físicas toma como principal criterio el de la vivienda permanente y en su defecto el centro de intereses vitales. De idéntica forma, cuando se trata de entidades, el posible conflicto se solventa bajo la consideración de que lo es solamente del Estado en que se encuentre su sede de dirección efectiva. En lo atinente a la consideración que deben recibir las rentas derivadas de la explotación de los derechos de imagen, partamos por señalar a priori que podrían verse subsumidas en las previsiones que recoge el Modelo de Convenio de la OCDE en distintos preceptos. Así su artículo 17.1, que alude a las rentas obtenidas por el ejercicio de una actividad personal en calidad de artista del espectáculo, actor de teatro, cine, radio y televisión, o músico, o como deportista; el artículo 7, alusivo a los beneficios de actividades empresariales; el artículo 14, concibiendo los rendimientos de una actividad independiente; y artículo 12, integrante de los cánones. Sin olvidar lo previsto en el artículo 17.2 para el caso de rentas que se atribuyen a una entidad interpuesta. El artículo 17.1 del Modelo establece la posibilidad de tributación en el Estado donde se realicen las actuaciones, confiriéndose un poder ilimitado de gravamen sobre todas las rentas percibidas por una actuación personal realizada, directa o indirectamente, ante el público. Es precisamente este aspecto, de exigir que la actividad se desarrolle públicamente, la que dificulta ostensiblemente la integración plena, pues no siempre se produce la explotación de la imagen con la presencia física del titular originario de la misma en el Estado en que se realiza, máxime cuando no estamos refiriéndonos al espectáculo público que, por citar un ejemplo, pudiera ofrecer un deportista profesional por la actividad laboral estricta, sino por medios publicitarios que son los que conllevan la comercialización de la imagen (con la especial incidencia que en la actualidad tiene el comercio electrónico), ahondando en la recepción de un mensaje que se percibe individualmente por medios que reproducen la imagen, aunque sea comprensiva de la suma de receptores que comprenda una amplia multitud. Y con esta dificultad, habría que acudir al Comentario número 9 que se da a este precepto del Modelo por parte del Comité de Asuntos Fiscales de la OCDE, concluyente en el sentido de que cuando no haya vinculación directa entre los ingresos y el espectáculo público, habrá que acudir a la aplicación de otros artículos del Modelo. Por su parte, y particularizando la situación de artistas y deportistas que, como parece lógico razonar, constituye el bloque sustantivo de sujetos que comercialicen la imagen, y que, además lo hagan con entidades interpuestas, por constituir el artilugio más apropiado para diseñar operaciones, el artículo 17.2 del Modelo ha venido a recoger, desde el año 1977, la llamada *cláusula antielusión+ por virtud de la cual se prevé que *cuando las rentas derivadas de las actividades ejercidas por un artista o deportista personalmente y en calidad de tal se atribuyan, no al propio artista o deportista, sino a otra persona, estas rentas pueden someterse a imposición en el Estado contratante en el que se realicen las actividades del artista o deportista+. Se coarta cualquier mecanismo evasivo, ciertamente frecuentado por la utilización de sociedades interpuestas residentes en otro Estado distinto al de obtención de las rentas, estratégicamente situadas para gozar de un tratamiento jurídico favorable (por englobarse dentro de las rentas propias de 18 actividades empresariales no sujetas a gravamen ante la ausencia de establecimiento permanente situado en el Estado donde se realiza la actuación, siguiendo al efecto la aplicación del artículo 7 del Modelo). Esta cláusula antielusiva se incorpora efectivamente en los nuevos Convenios de Doble Imposición que surgen desde el año 1977, si bien los que mantienen una vigencia anterior a esta fecha presentan una distinción a resaltar. Efectivamente, aun cuando los Comentarios al Modelo recomienden que los convenios existentes deberían interpretarse con el espíritu de los nuevos Comentarios aunque las disposiciones de tales convenios no contengan las matizaciones efectuadas por el Modelo de 1977, lo cierto es que si no aparece expresamente recogida esta cláusula no es posible exigir su estricta aplicación. Precisamente por ello se utiliza con frecuencia una vía de elusión por parte de artistas, músicos y deportistas, que operan mediante sociedades residenciadas particularmente en Holanda, y que privan al Fisco español de su acción sobre las rentas percibidas en España, máxime cuando en este Estado existe una amplia exención relativa, entre otros, a los incrementos de patrimonio procedentes de la enajenación de participaciones sociales, en tanto que no habría más que disolver la sociedad para que los socios de la misma disfrutasen no sólo de la exención en el país de la fuente, sino también, traduciendo los rendimientos en incrementos de patrimonio, en el país de residencia. Mas lo elocuente es que, siguiendo cuando decíamos respecto al artículo17.1, y en sintonía con el mismo razonamiento dado, bien parece que las rentas procedentes de la explotación de la imagen no encajan en las previsiones recogidas en el ahora analizado punto 2 del mismo precepto. Habría que plantearse, por tanto, si estas rentas provenientes de la comercialización de la imagen engrosarían los concebidos como beneficios empresariales en el artículo 7 del Modelo de Convenio, en atención a la especial utilización de sociedades interpuestas que obtienen los ingresos por la explotación, como resorte ciertamente favorable desde el punto de vista fiscal pues, como ya referíamos con anterioridad, la inexistencia de establecimiento permanente en el Estado de la fuente de los beneficios impediría que este último sometiera las rentas a gravamen, desviándose así al Estado de la residencia de la sociedad. Y para propiciar mejoras fiscales, el mecanismo pasa por encadenar sociedades entre Estados, pivotando todas ellas de una que esté residenciada en un paraíso fiscal. No parece existir dificultad alguna para incardinar en este concepto a las rentas provenientes de la explotación de los derechos de imagen si se parte por considerar la existencia de sociedades que tengan ese objeto social, realizando distintos negocios jurídicos con los titulares de la imagen que se las cedan para estos fines, a su vez residenciados en distintos Estados, obteniendo la sociedad unos ingresos que recibirán la consideración de rendimientos propios de su actividad, de los que obtendrían unos beneficios tras minorarlos con los gastos en que se hubiera incurrido. Pero debe tenerse en cuenta que la regulación del beneficio empresarial se desvanece cuando por mor del punto 7 del referido artículo 7 existan reglas determinadas para la regulación de las rentas de que se trate, al establecerse la aplicación preferente de la disposición específica. Habrá que considerar, por tanto, si puede advertirse la incardinación de las rentas por explotación comercial de la imagen en los concebidos como *cánones+, asumida la amplitud conceptual con la que se definen en el artículo 12.2 del Modelo de Convenio. Efectivamente, este precepto utiliza el término *cánones+ para significar *las cantidades de cualquier clase pagadas por el uso o la concesión de uso de un derecho de autor sobre una obra literaria, artística o científica, incluidas las películas cinematográficas, de una patente, marca de fábrica o de comercio, dibujo o modelo, plano, fórmula o procedimiento secreto, así como para el 19 uso de un equipo industrial, comercial o científico, y por las informaciones relativas a experiencias industriales, comerciales o científicas+, por lo que para involucrar en el concepto los ingresos que analizamos habría que atender a la proximidad entre aquello que se concibe como explotación comercial de la imagen y lo que representan los derechos de la propiedad intelectual e industrial. La solución no es pacífica si se acude a la literalidad del precepto, pero bien parece que podría mantenerse una cierta similitud o equivalencia con la marca comercial si se considera que el uso de la imagen puede revestir distinciones notorias, con presencia física o sin ella. La Ley de Marcas recoge en nuestro Derecho interno que *se entiende por marca todo signo o medio que distinga o sirva para distinguir en el mercado, productos o servicios de una persona, de productos o servicios idénticos o similares de otra persona+, añadiendo a continuación que estas marcas pueden consistir en palabras, imágenes, figuras, símbolos, grafismos, letras, cifras, etcétera, o bien la combinación de los signos o medios expresados (artículo 1). La explotación de las marcas se produce mediante la correspondiente cesión por cualquier medio que el Derecho reconoce, y también por licencia total o parcial de explotación de los productos o servicios para los cuales esté registrada y para la totalidad o parte del territorio español. En nuestro caso, puede realizarse plenamente un acto dispositivo directamente o a través de sociedades a las que se les hubiera cedido la marca registrada para su explotación. Nos encontramos de esta forma ante un activo inmaterial de la sociedad interpuesta. De igual modo, puede asumirse la marca comunitaria mediante solicitud presentada ante la Oficina de Armonización del Mercado Interior. Con esta inscripción se protege la ventaja de una protección unitaria en todos los países miembros de la Unión Europea. La propia esencia de lo que representa la explotación de una marca registrada permite que no se puedan asumir meros artilugios formales, sino que sustantivamente se está pagando por una explotación que aun siendo de la imagen, o exclusivamente del nombre, se hace bajo una dimensión extralaboral, para fines comerciales que interesan a quienes adquieren el derecho de explotación. En definitiva, su viabilidad es patente en cuanto se refiere a las operaciones que puedan devenir de esa marca registrada, siempre y cuando se haga un uso real y efectivo de ella conforme a lo exigido legalmente. la calificación como cánones no nos resulta exorbitante si verdaderamente se dimensiona la operación para operaciones de comercialización que resultan diferenciadas de la actividad laboral. Hay que tener en cuenta, por último, que la tributación variará significativamente según se consideren los pagos de estos derechos como cánones o no. Si reciben la consideración de cánones, el artículo 12.1 del Modelo de Convenio adopta el criterio de la tributación exclusiva de los mismos en el Estado de residencia del beneficiario efectivo, aunque la mayoría de los convenios de doble imposición suscritos por España establecen una potestad compartida de gravamen para los mismos entre los dos Estados contratantes. Con algunas excepciones, normalmente el tipo al que estaría sometido en España oscila entre el 5 y el 10 por 100, muy inferior al tipo general que opera en la LIRPF y LIS. 20