Cuánta renta genera el manejo por ambientes

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8 de junio de 2011
Mundo SojaMaíz 2011
Cuánta renta genera el manejo por ambientes
En el panel dedicado a la agricultura por ambientes se hizo hincapié en la importancia de
analizar la variabilidad en la disponibilidad de agua para elegir la estrategia productiva y
estabilizar el rendimiento de los lotes. Además, expusieron ensayos comparativos en los que el
manejo por ambientes permitió alcanzar beneficios de entre 11 y 69 dólares por hectárea.
La tarde del martes 7 de junio comenzó en Mundo Soja Maíz 2011 con una importante expectativa,
ya que desde las 15 horas Martín Díaz-Zorita (UBA-CONICET) y Fernando García (IPNI) dieron inicio al
panel dedicado al manejo por ambientes. La importancia del agua como factor determinante de los
rendimientos fue un denominador común a todas las disertaciones, y también quedó claro que indagar en
los elementos que hacen a las brechas productivas genera importantes beneficios económicos.
Para el caso, Martín Artigué (A&T y Asociados) mostró diversas experiencias de la aplicación del
manejo por ambientes y expuso un ensayo en el que se comparó un tratamiento de nutrición por
ambientes con otro a dosis fija, donde a igualdad de costos hubo un notable incremento de rendimientos a
favor del trabajo por ambientes que permitió no sólo 550 kilos más por hectárea, sino un beneficio de 69
dólares a favor. Otro ensayo en cuatro ambientes de Río Cuarto, donde se aplicó fertilización azufrada y
fosforada también mostró un beneficio de 15 dólares por hectárea a favor de la dosis variable en el azufre,
y de 11 dólares en el fósforo, a partir de la detección de que había buenas respuestas en lomas, y pocas
respuestas donde había napa. Finalmente, indicó cómo a partir del estudio de las densidades en relación
con el comportamiento a quebrado y vuelco de maíz lograron un beneficio de 24 dólares por hectárea.
“Tenemos claro que la agricultura por ambientes se presenta como más rentable y racional que la
convencional, pero es necesario conocer los ambientes, determinarlos y caracterizarlos, y ajustar en
consecuencia las estrategias de manejo”, concluyó.
Por un manejo dinámico
Ya en la apertura del módulo, Martín Díaz-Zorita había propuesto pensar a los ambientes en
función de una capacidad productiva homogénea, y abandonar las interpretaciones estáticas: “Un ambiente
no es sólo una posición de relieve; no se puede hacer ‘manejo por ambientes’ a priori, sino que hay que
manejar cada ambiente de acuerdo con los objetivos productivos que el empresario se propone”.
Desde su punto de vista, esto implica realizar segmentaciones a partir de las brechas productivas,
definir objetivos en función de los distintos rendimientos a los que se puede aspirar en cada uno de ellos,
tratar de definir los factores determinantes de las brechas de rendimiento, y a partir de allí analizar con qué
herramientas se va a buscar saldar la diferencia.
El especialista expuso un análisis en el que demostró que los rendimientos muestran variaciones
mucho más importantes entre sitios que entre campañas. Por ende, se hace mucho más importante saber
en qué lugar estamos produciendo, porque la respuesta al manejo varía de acuerdo al lugar en el que
estamos ubicados. “Los sitios más riesgosos son los de peor calidad, mientras que en condiciones más
favorables el manejo sólo pasa por aprovechar las oportunidades, ya que es difícil que por manejo pasemos
de rendimientos buenos a rendimientos malos. Por el contrario, en los ambientes frágiles se hace mucho
más importante planificar la producción, pensar en los efectos a largo plazo”, profundizó.
A su entender, considerar los rendimientos como elemento definitorio de la estrategia es
insuficiente, ya que las diferencias que aparecen reflejan variadas condiciones de producción y de
respuesta tecnológica. “Es importante reconocer que hay interacciones múltiples entre condiciones de sitio
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y de tecnologías según cultivos. Considerar solamente los rendimientos es insuficiente, porque hay que
entender qué elementos describen las diferencias productivas”, añadió.
Mirar el suelo
El segundo especialista del panel fue Rodolfo Gil, de INTA Castelar, quien abordó la disponibilidad
de agua y su variabilidad por ambientes, con el objetivo de poner de relevancia el rol del agua en como
recurso significativo en la generación de rendimientos. Gil comenzó su exposición explicando que en el
proceso fotosintético, cuanto más transpira una planta más dióxido de carbono incorpora, y que para
producir más cada vez deberíamos lograr que las plantas transpiren más. “La única salida del campo que es
rentable y sustentable es el agua que se va por transpiración. En ese intercambio de agua por dióxido de
carbono producimos materia orgánica, que es el otro elemento fundamental para mantener la estructura
productiva de los suelos”, agregó.
Al comparar los niveles de eficiencia en el uso del agua, realizó una comparación entre los cultivos
que definió que el maíz produce 25 kilos por hectárea por milímetro de agua, la soja 9 kilos y el trigo, 15
kilos. “La disponibilidad y utilización de agua depende de la textura y de la profundidad de los suelos. Pero
estos dos factores no los podemos manejar. Lo que sí podemos hacer es aumentar la capacidad de captura
del agua, a través del manejo, mediante la reducción de la evaporación y el escurrimiento del agua”,
sostuvo.
La situación, sin embargo, es más compleja, porque no todos los suelos “entregan” agua de la
misma manera, ni en todas las circunstancias los cultivos la extraen de igual forma. El especialista describió
que “Los dos elementos que definen la energía del suelo y su habilidad para entregar agua son la textura –
que no se puede manejar- y la cantidad de sales. Por su parte, la habilidad que tiene el cultivo de extraer
agua depende principalmente del desarrollo de las raíces, y su crecimiento es producto de dos factores: la
cantidad de agua en el suelo -las raíces no ‘buscan’ agua, sino que crecen porque hay agua-, y la
temperatura”.
Para concluir, recomendó pensar en los cultivos y en los suelos a partir de prever probabilidades de
estrés hídrico, aumentar la eficiencia de los barbechos, e incorporar la nutrición ambiental para mejorar la
captura del agua. “Debemos mejorar la estructura de los suelos y su cobertura, el nivel de materia
orgánica, lograr una nutrición balanceada; y es sumamente importante conocer cómo funcionan los
ambientes, es decir, alcanzar un cabal conocimiento de la relación entre el clima y nuestros suelos, buscar
la mejor genética y los ciclos de madurez más adecuados. Nuestro desafíos es generar conocimiento y
adaptar las tecnologías para cada ambiente, para que este manifieste su potencial con el mínimo disturbio”,
cerró.
El agua es determinante
Daniel Martínez presentó en Mundo SojaMaíz 2011 la experiencia que se llevó a cabo en General
Pico, La Pampa, donde los ambientes son muy dispares y utilizaron herramientas tecnológicas para
implementar agricultura por ambientes en lotes de 50 o 100 hectáreas con un 30% del lote de lomas.
Mediante bibliotecas de mapas de imágenes satelitales, monitores de rendimiento en las cosechadoras,
sistemas georeferenciales de análisis de suelo o la fotografía aérea multiespectral buscaron jerarquizar las
variables que definían los ambientes.
“En nuestro caso, una vez que conocemos los ambientes, el objetivo es hacer siembras variables.
Actualmente estamos trabajando con híbridos distintos, realizamos ensayos con distintas densidades, y
estamos logrando mayor estabilidad en las lomas, porque trabajamos con menores densidades e híbridos
prolíficos”, comentó.
En su opinión, a partir de la experiencia revalorizaron la agronomía. “Si bien el agua es el factor
determinante de la producción, el manejo del ambiente es dinámico, ante la incertidumbre de algunas de
las variables que definen su productividad”.
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A continuación, José Luis Costa, de INTA Balcarce, mostró la utilización de la rastra Veris como
mecanismo para medir la conductividad eléctrica del suelo, una herramienta que permite obtener
aproximadamente 110 datos por hectárea, detecta la presencia de sodio en el suelo y permite realizar
correcciones por zonas, a partir de la aplicación de yeso.
El experto mostró investigaciones en las cuales se pudo detectar el nivel de materia orgánica y de
potasio, información que si se la coteja con los niveles de rendimiento puede permitir modificar la
estrategia para incrementarlos. “En general, vemos que la respuesta a nitrógeno en una zona profunda es
lineal, mientras que como en zonas menos profundas se precisan más nutrientes, la respuesta es más
dispar. Además, nuestros datos preliminares indican que la profundidad de tosca debería tenerse en cuenta
al momento de decidir las dosis de nitrógeno”, añadió. Por esta razón, en su opinión el manejo diferenciado
entre lotes o dentro de uno puede beneficiar al productor, siempre y cuando las actividades de manejo
varíen dentro de un lote.
Más información de Mundo Soja Maíz 2011 en www.mundosojamaiz.com.ar
Para ver el programa en detalle: http://www.mundosojamaiz.com.ar/Programa.aspx
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