En los tiempos que corren donde una sola semilla de cannabis puede costar hasta 12 euros hay que esforzarse en buscar el método para que la germinación de nuestras plantas sea lo más fiable posible. A la hora de germinar hay que tener claras las necesidades de las semillas para que estas germinen en la mayor proporción y con la fuerza suficiente para después generar potentes y hermosotas plantas. Estas son las necesidades básicas: - Humedad. Oxigeno. Temperatura. Luz. (Carencia de esta) Manteniendo en un nivel aceptable estas variables la germinación es cosa dicha y hecha. Pero para ello profundicemos un poco mas para entender mejor estas necesidades. - Carencia de luz: Pongo esta al principio pues no es la mas necesaria, es mas, incluso con luz las semillas son capaces de germinar. Sin embargo, para que una vez germinadas las semillas, la raíz no sea dañada, es muy recomendable germinar las plantas en total carencia de luz o donde haya luz poco intensa. Recuerda, jamás debes germinar las semillas donde puedan recibir luz solar directa, pues la raíz se quemaría o incluso podría enverdecerse con lo que después seria más difícil su asentamiento en la tierra. -Temperatura: Es muy importante sobre todo mantener la temperatura en un rango aceptable y homogéneo, es decir entre 20 Cº y 28 Cº (Mejora 21 Cº o 22 Cº), temperaturas inferiores o superiores tienden a retardar e incluso a impedir la germinación si la temperatura es demasiado agresiva. Yo lo que suelo hacer es mantener las semillas en proceso de germinación en un lugar donde la temperatura no varíe en exceso como mi habitación, pues es la estabilidad de la temperatura la que mayores garantías de éxito da. - Humedad: Esta es la que hace “despertar” al embrión de la planta, los tejidos de la semilla se hidratan y comienzan a producirse en el interior de la semilla los procesos que la harán germinar, creo que sobra decir lo importante que es mantener un grado de humedad continuo durante todo este proceso, unas pocas horas sin la suficiente humedad provocara la muerte del embrión. - Oxigeno: Este es otro de los componentes sin el cual no puede germinar bajo ningún concepto una semilla. Mientras el embrión se prepara para salir de esta es imprescindible un ligero aporte de oxigeno ya que, al no poseer de órganos que puedan crear materia verde gracias a los procesos bioquímicas de la clorofila una carencia total de este significaría la muerte del embrión. El mayor problema a la hora de germinar las semillas suele ser el de mantener en niveles aceptables estas dos ultimas variables. No es muy raro el caso de las semillas que nunca han germinado por no recibir oxigeno al saturar el algodón con exceso de agua, o el caso contrario... mucho oxigeno pero prácticamente nada de agua. Por ello, os explicare un método con el que, en las veces que he tenido que germinar estas semillas he conseguido un promedio de germinación del 100% gracias a la facilidad con la que se pueden mantener estas variables. Es fácil de realizar, algo mas complicado que el método del algodón pero mucho mas fiable (y ya ni hablemos del método de germinar directamente en tierra del cual saca una gran ventaja en probabilidad de germinación). Este método, ya lo comente en el foro hace tiempo, pero prefiero ya que se acerca la época de cultivo, colgarlo aquí con imágenes y todo para que quede lo suficientemente claro y la gente pueda serle tan util como me ha sido a mí hasta ahora. Materiales: - Vaso de cristal o plástico. Servilletas de papel. Semillas que se desean germinar. Agua. Preparación: 1 - Coge una servilleta de papel y humedécela hasta que pueda ser enrollada sobre si misma sin perder la forma. 2 - Dobla uno de los extremos de la servilleta sobre si mismo como indico en la imagen, este doblez yo suelo hacerlo de dos centímetros, pero para esto no hay reglas fijas. Este doblez es para actuar de base y para impedir que las semillas caigan en el agua y se echen a perder, ya que como veréis mas adelante, las servilletas se colocaran en posición vertical. 3 – Coloca las semillas dejando algo de espacio entre ellas (1 Cm o así) justo en el borde de la servilleta hasta que se ocupe todo el espacio (recuerda que el doblez es de protección, no coloques semillas hay), no te preocupes por que no haya suficiente espacio para todas las semillas, se preparan mas rollos de estos y listo. 4 – Ahora empieza enrollando la servilleta por el lado donde se encuentran descansando las semillas hasta formar un rollo mas o menos compacto. Si observas la parte doblada de la servilleta podrás comprobar que esta se encuentra totalmente cerrada impidiendo que las semillas caigan por ese extremo. 5 – Rellena el vaso con agua hasta que llegue a una altura un poco inferior a la del doblez de seguridad (si el doblez era de 2 Cm, llena con 1,5 Cm de agua o algo menos). 6 – Introduce la servilleta con las semillas en el vaso dejando que la parte doblada de esta descanse en el agua. Ahora solo quedaría repetir hasta poner todas las semillas a germinar y echar de vez en cuando algo de agua al vaso. La ventaja de este método es que, es más difícil que nos pasemos con el agua, esta se encuentra en el fondo del vaso y las servilletas van poco a poco absorbiendo lo que las semillas necesitan, a la vez que el espacio que queda entre las semillas ofrece el suficiente oxigeno para todo el proceso de germinación. Después para mantenerlo, con rellenar un poco el vaso donde tengamos las servilletas de agua ya tendríamos todo solucionado (además, no hay que humedecer tan a menudo). Al cabo de un periodo de entre 2 y 8 días las semillas habrán germinado y estarán listas para ser plantadas en tierra, desenrolla la servilleta y observa todas las semillas que han germinado... ahora solo queda hacer un agujerito a la tierra de la maceta, dejar caer la semilla en su interior y esperar unos días a que los cotiledones sobresalgan de la tierra. Suerte en el cultivo! Brujo. Por: © José T. Gállego Tanto ha evolucionado la tecnología asociada al cultivo de maría que hoy encontramos en los grow shops algunos artículos inimaginables años atrás y que facilitan el mantenimiento del cultivo. El cultivo de marihuana en interior ha dejado de pertenecer al mundo del bricolaje. Quedan muy lejos aquellos días en que se compraban los componentes de una lámpara de sodio por separado y se montaban en casa intentando descifrar el croquis que nos había hecho el vendedor. Hoy hay grow shops por todas partes, algunos realmente especializados y conocedores del cultivo. El cultivo de cannabis en interior es una afición que siempre ha estado muy ligada a la tecnología puesto que depende fundamentalmente de recrear en un cuarto cerrado las condiciones de crecimiento ideales para el cannabis, una planta que suele vivir a pleno sol. Tanto ha evolucionado la tecnología asociada al cultivo de maría que hoy encontramos en los grow shops algunos artículos inimaginables años atrás y que facilitan el mantenimiento del cultivo. Desde que el cultivo de cannabis se ha convertido en un hobby en lugar de algo esotérico y misterioso más y más productos aparecen enfocados a los cultivadores de cannabis. El otro día estaba en una tienda y entró un joven treintañero bien vestido. Saludó y empezó a pedir: una lámpara, un sistema de hidroponia, un extractor, un ventilador, algo de plástico reflectante, abonos, un medidor de ph y Ec y líquidos para calibrarlos y dos bolsitas de semillas. El vendedor le preparó dos grandes cajas con el material, las cargó en su coche, pagó y se fue. Todo el proceso no había durado ni una hora, y yo tardé casi dos meses en poner en marcha mi primer cultivo. España va bien, al menos en grow shops. Control del aire y la temperatura Aire acondicionado El aire acondicionado no es un elemento imprescindible del jardín si cultivamos durante los meses fríos del año, vivimos en zonas frías o no nos importa tener una cosecha algo menor. Sin embargo, si contamos con un aparato de aire acondicionado nuestra vida de cultivadores será mucho más fácil y agradable, así como los resultados. En la Península Ibérica son habituales las temperaturas superiores a los 30º C durante el verano. Si la temperatura idónea para el jardín es 24º C, la única forma de lograrla será mediante el aire acondicionado. Sin él, la temperatura del cultivo se mantendrá siempre al menos dos o tres grados por encima de la temperatura exterior. En cultivos grandes con muchas luces resulta necesario instalar un equipo potente de aire acondicionado pero para un pequeño jardín con una o dos luces, puede bastar con un equipo portátil con ruedas. Extracción y limpieza antiolor El extractor es una de las piezas más importantes del equipo de cultivo. Debe tener potencia suficiente como para cambiar todo el aire de la habitación de cultivo en cinco minutos o menos. En las tiendas de cultivo especializadas podemos encontrar gran cantidad de modelos, desde el pequeño extractor de cocina hasta grandes turbinas de uso industrial. Hay algunos que cuentan con varias bocas de entrada de modo que se pueden conectar tubos provenientes de dos o tres cámaras de cultivo. Los filtros antiolor que limpian el aire antes de que salga al exterior se conectan al extractor y pueden tener varios filtros de diferentes materiales. El tamaño del filtro debe ir en consonancia con la potencia del extractor. Además del filtro antiolor, un ozonizador o un ionizador ayudarán a que el aire que salga al exterior no huela a nada. Los extractores se pueden conectar a un termostato de forma que se pongan en marcha cuando la temperatura exceda un nivel predeterminado o mantenerse funcionando de forma constante. Hay que tener en cuenta que son dos las funciones de la extracción. Por un lado controla la temperatura sacando el aire caliente del interior y metiendo aire más fresco de fuera. La segunda función del extractor es renovar el aire del cultivo para mantener altos los niveles de CO2. Ambas funciones son importantes, tanto mantener la temperatura como los niveles de CO2. El aire acondicionado controla la temperatura pero sigue siendo necesaria la extracción para renovar el CO2. Los generadores de CO2 hacen innecesaria la ventilación salvo en lo concerniente al control de la temperatura. Con ambos equipos, aire acondicionado y generador de CO2, la extracción y el control de olores dejan de ser problemas. Control de la luz Light Movers Estos aparatos sirven para desplazar la luz a lo largo de un rail e iluminar una mayor superficie con una sola lámpara. Curiosamente, el rendimiento por metro cuadrado no baja ya que la luz se mueve rápidamente y las plantas responden principalmente a los picos en la intensidad de la luz. Otros modelos hacen que la lámpara gire en círculos en lugar de desplazarse por un raíl. Ambos sistemas son buenos. Luces refrigeradas El sistema más ingenioso que he encontrado para eliminar calor de las lámparas consiste en un tubo transparente, dentro del cual se sitúa la bombilla. El extractor se conecta directamente al tubo y chupa el aire caliente sin que llegue a las plantas. Gracias a este sistema, el tubo que contiene la bombilla no se calienta demasiado y es posible acercar mucho más la bombilla a las plantas, con lo que se incrementa la intensidad de la luz. Reflectores anticalor El sistema consiste en una placa metálica, agujereada y doblada con un cierto ángulo, que se atornilla al casquillo de la bombilla de forma que queda situada unos centímetros por debajo de esta. Este dispositivo rebota gran parte del calor de la lámpara hacia arriba, con lo que la lámpara puede situarse más cerca de las plantas. Nuevas pantallas reflectoras Las pantallas reflectoras sirven para dirigir la luz de las lámparas de alta presión y de los tubos fluorescentes. Aumentan la eficiencia de las lámparas y logran una iluminación uniforme del espacio de forma que todas las plantas reciban igual intensidad de luz. Algunas permiten regular la apertura para que la luz cubra exactamente la superficie de cultivo. La pantalla reflectora es tan útil que puede aumentar hasta en un 30 por ciento la cantidad de luz que reciben las plantas. Lámparas de alta presión y pocos vatios En las tiendas especializadas en cultivo de interior tienen un gran surtido de lámparas de alta presión. Aparte de las más habituales de 400 y 600 w y los monstruos de 1000w hay otra gama de lámparas menos comunes pero bastante interesantes. Existen lámparas de alta presión de 80 w, 125w y 250w que resultan muy adecuadas ya que no desprenden tantísimo calor como sus hermanas mayores. Muchas salas de madres, esquejes o crecimiento vegetativo están iluminadas por fluorescentes mientras que los mismos vatios en una lámpara de alta presión darían mucha más luz. Es perfectamente posible iluminar un metro cuadrado para mantener madres y esquejes con una lámpara de 250w o dos o tres de ochenta vatios. Un pequeño armario de para crecimiento y floración de dos o tres plantas se podría iluminar con 80w o con 125w. En fin, todo un mundo de nuevas posibilidades para trabajar en pequeño. Algunas de estas pequeñas lámparas se ofrecen en montajes del tipo 2x80w o 2x125w que agrupan dos bombillas bajo una pantalla reflectora alargada. Plásticos y telas reflectantes Evitan tener que pintar las paredes y reflejan cerca del 100 por cien de la luz. Son ligeros y se pueden colgar para formar paredes alrededor de las plantas. Suelen salir algo más caros que pintar la habitación, pero se pueden mover de sitio y duran bastante. Control de nutrientes, sustratos Medidores de Ph y Ec Encontramos una amplia gama de medidores, los hay que no necesitan calibrarse nunca o que tienen grandes números o bombillas que se encienden para indicar de forma rápida el resultado de la medición. Otros se fijan a la pared y llevan un control continuo. Son imprescindibles en hidroponia y aeroponia y muy recomendables en cualquier cultivo de interior. Controladores automáticos de pH Algo bastante nuevo en los grow shops españoles. Tiene un sensor que mide el ph del tanque con la solución nutriente y dos tubitos uno de los cuales se introduce en el líquido para bajar o subir el ph (lo que haga falta). El otro tubito se mete en el tanque con la solución. Cada vez que el controlador observa que el ph ha variado inyecta en el tanque la cantidad necesaria de ácido o álcali para ajustarlo al nivel predeterminado. Centros de control de ph y EC Aún más avanzado que el anterior. Tiene bombas para tres abonos líquidos diferentes y para el corrector de ph. Ajusta el ph y la electroconductividad añadiendo los distintos productos en las cantidades necesarias. Es el producto ideal para un gran cultivo hidropónico pero demasiado para el cultivador amateur (vale más de 2.000 euros) Centros de control total Estos si que son lo máximo. Controlan los extractores, el aire acondicionado, los ventiladores, el ph y el EC y hasta te llaman al móvil si hay algún problema. Las instrucciones no dicen si se autodestruye cuando llega la pasma, te busca una coartada o sale por patas. Muy lejos del alcance del cultivador aficionado pero da gusto verlos. Nuevos sistemas aeropónicos, hidropónicos y NFT Cada poco sale un nuevo sistema de cultivo. Aeropónicos con tubos, con macetas, hidropónicos sencillos, complicados, caros, baratos y siempre, alguno curioso. La mayoría de estos sistemas se montan en un rato y vienen listos para poner en marcha. Suelen contar con un depósito donde se almacena el agua con los nutrientes y donde escurre la que sobra de las plantas. Los sistemas aeropónicos o NFT (técnica de película nutriente) son los más delicados puesto que las raíces no aguantan casi nada si se va la luz y se detiene el riego continuo, se recomiendan para cultivadores con experiencia. Los sistemas hidropónicos perdonan más los errores y algunos se pueden reconvertir fácilmente en sistemas aeropónicos. Planchas de cultivo Un buen sistema que se está extendiendo últimamente es el cultivo en planchas de fibra de coco. Las planchas tienen forma alargada y se colocan sobre una bandeja especial. Los esquejes se transplantan directamente a la plancha tras hacer un pequeño corte en el plástico que la cubre. Las raíces crecen dentro de la plancha y cuando se cosecha la planta, podemos deshacernos de la plancha. Como la fibra de coco es reutilizable y buen acondicionador del terreno podemos incorporarla a la tierra del jardín o usarla en las macetas de la terraza. En algún momento o determinada época del año, seguramente te se ha presentado la siguiente pregunta: ¿Qué puedo hacer para evitar tener que pedir a alguien que me riegue/abone/controlar el fotoperiodo o ventile la habitación donde están las Marías, mientras este de vacaciones? Pues yo creo que te podré ayudar en este aspecto, de forma casera y abaratando costes, ahora te explico..... Bueno lo primero es hacer una lista de los materiales que necesitas: -Dos garrafas de esas de 15-20 litros -Una o unos trozos de manguera -Un ventilador(calefactor si es invierno) -Dos programadores/temporizadores (de esos de la ferretería para programar lavadoras/peceras/etc) -Botes de fertilizante liquido(el que quieras) -Cinta aislante o elementos de sujeción -Dos extractores de humos/ gases(preferiblemente planos) -x metros de tubería(PVC o similar, o desperdicios de obra de igual diámetro que los extractores) -Pegamento resistente o silicona para bañeras y sanitarios -Sierra, taladradora y brocas -Rejillas de ventilación Lo siguiente es destacar las prioridades: 1º.- El riego: Es muy simple, lo único que has de hacer es poner los bidones o garrafas en altura 50 cm mas o menos(para que sea efectivo. *Por cada bidón: perforar un agujero(del diámetro de la manguera) a 2cm de la base, pegar la manguera en él(dejando introducida 5cm de ella en el bidón) ·Una vez secado el pegamento y comprobado que no hay fugas, tenemos dos opciones: cortar la manguera a 10cm del agujero y poner un conector de mangueras(nose como se llama ahora, pero sirve para que puedas quitar y poner una manguera fácilmente, son dos piezas, macho y hembra), para poder utilizar la manguera para otras cosas o bien dejarlo todo como esta. Lo siguiente es taponar el extremo opuesto (el que no se conecta al bidón) de la manguera con un corcho o similar, por ese agujero no debe salir ni gota de agua, después de esto lo que hay que hacer es perforar la goma con un clavo, 2-3 agujeros por maceta y sujetar la manguera a la maceta con cinta aislante. Con este método, el gota a gota, tienes asegurado el riego a tus plantas durante más de 20 días(dependiendo del nº de plantas que tengas) 2º.-Como abonarlas: Es muy simple y va unido al método de riego. Tienes dos opciones: disolver el fertilizante en el agua de los bidones o dejar la botella boca abajo con el tapón un poco abierto para que gotee en el bidón y se disuelva poco a poco(de esta manera no existe peligro de quemar la planta) 3º.-Ventilación:(si vas a utilizar el espacio de cultivo para otra cosa aparte te puede ser útil) Esto es un poco más complicado, has de programar uno de los temporizadores para que encienda el ventilador y el sistema de extracción introducción de gases, esto sirve para hacer que se mueva el aire y así evitar la aparición de hongos y mohos(con el ventilador te puede valer si no hay mucha humedad). De todas maneras te explico como construir un sistema de extracción de gases casero: *Lo primero es evaluar el lugar donde tienes tus plantas, si las puertas o paredes son muy caras o te costaría mucho repararlas en caso de que te salga mal.* Bueno después de la evaluación hay que elegir el lugar donde vas a instalar este sistema(se suelen colocar a la altura del techo), debes dibujar del recorrido(te recomiendo que sea en forma de t doble) con tiza para medir los metros de tubería que vas a utilizar. Marcar donde vas a situar el intractor(el que va a meter el aire a la zona) y donde vas a colocar el extractor(deberá ser la mitad de potente que el intractor). Hecho esto y comprado los materiales, lo siguiente es hacer los agujeros correspondientes a la situación de los extractores, deberán ser un poco más pequeños que las rejillas, ya que estas estarán situadas en el exterior, a continuación mide y corta los tubos de PVC, teniendo en cuenta que los tubos perpendiculares han de ser menores que el central. Para ello debes cortar el tubo central de modo que te quede un cuadrado del tubo abierto por abajo y a los lados(el hueco lo debes hacer en función del diámetro del tubo). Con los tubos perpendiculares se debe hacer lo mismo, de tal forma que encajen en el central. Después de esto se deben hacer 3 ranuras de 6 cm de largo x 0´5 cm de ancho y separadas unos milímetros, en la parte que de hacia debajo de todos los tubos y a una distancia de 25 cm de longitud entre cada grupo de ranuras. Después de todo esto lo que has de hacer es pegarlo todo con un adhesivo compatible con el PVC, taponar los extremos que no se vayan a conectar al intractor y anclarlo al intractor. Hecho esto y esperado el tiempo de secado comprobar que funciona, para ello recorta unas finas y largas tiras de periódico y mira si se mueven un poco(antes deberás conectar el intractor a la red eléctrica). Después de comprobar que funciona lo de veras fijar al techo de algún modo seguro(abrazaderas, etc.) *El tema del extractor es más fácil, sólo lo deberás fijarlo al sitio designado y conectarlo a la red eléctrica. Y para evitar que se cuele alguna cosa no deseada hay que poner las rejillas en el exterior, en cada agujero. Una vez acabado todo esto lo que debes hacer es programar un temporizador para que encienda el ventilador, a baja potencia, y los dos extractores durante 2 horas y media cada dos días(preferiblemente que sea por la noche o a primeras horas de la mañana. El aire es más fresco, en invierno utiliza un calefactor en vez de un ventilador y conéctalo aparte y a distintas horas de los extractores) 4º.-Fotoperiodo: En este tema lo único que necesitas es un terporizador/programador que te encienda la luz a una hora y la apague a otra, es muy útil para dejar la planta en crecimiento vegetativo y durante la floración ya que no has de apagar la luz o encenderla manualmente tu mismo a determinadas horas. *Pero si quieres llegar mas lejos y una vez presexadas las plantas y eliminados los machos hay un método para hacer que el fotoperiodo baje automáticamente, pero aun lo estoy investigando(no me convence al 100%) y hasta que no lo tenga claro y halle una forma barata de conseguirlo, seguiré probando y cuando lo consiga os lo comunicare(ya que el método que halle requiere unos cuantos conocimientos de electrónica y es un poco complicado de hacer y muy dado a cortocircuitarse y fundirse).* Un saludo de un inconformista de la vida. By chip_2001_es ® Los abonos orgánicos son la forma más respetuosa con el entorno, ecológica y segura de alimentar tus plantas. No atacan el medio ambiente y las plantas los toleran muy bien. Utilizando abonos orgánicos es más dificil matar la planta por exceso de fertilizante que cuando se usan abonos químicos. Algunos abonos, como el estiercol o el compost, acondicionan la tierra a la vez que la fertilizan. En realidad, cualquier materia orgánica que añadamos a la tierra se descompone y aporta elementos nutritivos al suelo. Pero existen algunas más apropiadas que otras: Compost: es materia organica descompuesta. Enriquece y acondiciona el suelo. Se puede hacer compost con casi cualquier cosa. Lo habitual es hacer un monton con desechos vegetales y dejarlo durante unos meses para que se descomponga. Hay que regarlo de vez en cuando para facilitar la descomposición. Si añadimos nitrógeno (por ejemplo en forma de orina) la descomposición se acelerará. Estiercol: es un estupendo fertilizante que ayuda a acondicionar el suelo y aporta todo lo que la planta necesita. Poned una parte por cada diez de mezcla. Humus de lombriz: es uno de los mejores abonos para el cannabis. Aunque pueden usarse grandes cantidades sin peligro para la planta no conviene poner más de un 30 por ciento de la mezcla. Guano: son deyecciones (cacas) de aves marinas. Aunque su composición es muy variable, suele contener bastante fósforo. Es de acción rápida y muy apropiado para abonar foliarmente, es decir, pulverizar las hojas de la planta. Se comercializa en forma sólida para mezclar con la tierra, o bien líquido para mezclar con el agua de riego o pulverizar. Harina de sangre: es sangre de matadero seca y pulverizada. Tiene un alto contenido en nitrogeno y actúa rápidamente.(usar 1 parte por cada 100). Polvo de huesos: Es un abono recomendable para una correcta floración debido a su alto contenido en fósforo. Libera el fósforo lentamente por lo que debe usarse bastante cantidad. Se mezcla con la tierra al prepararla. Pelos y plumas: Constituyen un abono de acción lenta rico en nitrógeno. Fosfato natural blando: beneficioso para las hojas y con un alto contenido en fósforo y potasio. De acción lenta. Orina: es una de las mejores formas de aportar nitrógeno a la planta. Hay que mezclar una taza de orina con cuatro litros de agua y regar con esta mezcla. Para que los nutrientes aportados por los abonos puedan ser absorbidos por el cánnabis, el Ph (valor que mide la acidez o alcalinidad) de la tierra debe ser neutro o un poco ácido. El Ph puede medirse con papel de tornasol o con kits especiales que se pueden encontrar en tiendas de peces o de jardineria. El valor Ph de la tierra debería estar entre 6 y 6'5. Es frecuente encontrarse con una tierra demasiado ácida para el cannabis, sobre todo, en zonas donde llueve mucho. Se puede subir el Ph añadiendo a la tierra cal viva, margas, cal de algas o incluso ceniza de madera (que, de paso, es rica en potasio). Hay que recordar que al regar las plantas, sobre todo en macetas, los nutrientes son "lavados" de la tierra y arrastrados con el agua que sale por los agujeros de drenaje del tiesto. Para evitar que la planta se quede sin alimento es mejor añadir periodicamente pequeñas cantidades de abono que ponerlo todo de una vez.. Un abonado cada dos semanas es suficiente para evitar carencias sin quemar la planta. © José T. Gállego ¿Hay algo más estimulante que recoger una cosecha de cannabis fragante y resinoso ? Pues sí, recoger dos cosechas. En la naturaleza, el cáñamo alcanza la madurez en otoño, cuando los días se van acortando, y después se va secando hasta que muere. Cultivando en interior esto no es necesariamente así. Una vez que las flores han alcanzado su madurez, la planta sigue respondiendo a los cambios en el fotoperiodo (duración del día y de la noche). Es decir, si aumentan lo suficiente las horas de luz, la planta volverá a echar nuevos brotes que seguirán creciendo hasta que un descenso en el número de horas de luz la haga florecer de nuevo. Este proceso a través del cual la planta que ya ha florecido vuelve a la fase de crecimiento vegetativo (es decir, comienza a brotar y crecer) se llama revegetación. El proceso para conseguir la regeneración de una planta después de cosechar es muy sencillo. Al recolectar, hay que cortar sólo los cogollos, dejando tantas hojas como sea posible unidas a la planta. Conviene dejar también algunos de los cogollitos más pequeños. Después hay que poner las plantas bajo, al menos 18 horas diarias de luz, aunque es mejor una luz continua (24 horas diarias). Es recomendable utilizar un abono rico en nitrógeno ya que favorece el crecimiento de hojas y tallos. En unas dos semanas, la planta empezará a brotar hojas simples, compuestas de un sólo segmento, después brotarán con tres segmentos y luego con cinco. De este modo la planta entra en el periodo vegetativo o de crecimiento de forma inversa a como entró en la floración cuando iban brotando hojas cada vez con menos segmentos hasta llegar a las hojas simples que brotan bajo cada flor. Una vez que la planta comienza a crecer normalmente, podemos reducir el fotoperiodo y dejarlo en 18 horas de luz y 6 de oscuridad hasta que la planta alcance el tamaño que consideremos adecuado para empezar la floración. Como la planta ya tiene desarrolladas sus raíces, crece mucho más aprisa que si partiésemos de semilla. Algunos estudios indican que una planta regenerada crecerá en un mes y medio lo mismo que crecería una planta que parta de semilla en dos meses y medio. Cuando queramos que florezca la pasaremos al fotoperiodo de floración (12 horas luz / 12 horas oscuridad). De este modo puede florecerse dos, tres e incluso más veces una planta. Aún así, no es recomendable regenerar las plantas mas de una vez. Las cosechas podrían reducirse si la planta se revegeta más veces. Otra técnica muy conveniente consiste en realizar la primera floración en interior y revegetar en exterior. Una planta cultivada en interior que se saque al exterior cuando los días son muy largos (aproximadamente entre mayo y agosto), se regenerará sola y volverá a florecer a final del verano con lo que se podrá recoger en octubre o noviembre. Podemos revegetar una planta cultivada en exterior y mantenerla viva todo el invierno para poder sacar esquejes al principio de la primavera. Si metemos la planta dentro de casa para evitar las bajas temperaturas y le aportamos luz artificial para mantener un fotoperiodo de 18 horas, sobrevivirá al invierno fácilmente. Aunque la luz artificial facilita el proceso, no es absolutamente necesario comprar lamparas especiales. En mi cocina tengo dos sátivas mejicanas que han sobrevivido al invierno sin más luz extra que la de los halógenos que iluminan la habitación. Será necesario, eso sí, que mantengamos las luces encendidas, al menos, durante parte de la noche. En primavera sacaremos las plantas fuera para que crezcan y florezcan o bien haremos esquejes para asegurarnos una plantación de hembras. No hay que ignorar el atractivo añadido de saber qué la calidad de la maría de los esquejes será igual a la que nos proporcionó en la cosecha anterior la planta madre, aquella a la que hemos cuidado con mimo durante el invierno. © José T. Gállego Después de meses de pacientes y dedicados cuidados, por fin se acerca el ansiado momento de la cata. Sin embargo, amigos, la prisa mata. No seáis agonías y dejad que los cogollos se tomen su tiempo, sin duda vuestras gargantas y psicoactivos cerebros lo agradecerán. Lo primero y más importante que se debe tener en cuenta es que, aunque tengáis la casa llena de cogollos recién cortados, aún quedan dos de las fases más importantes de la producción de marihuana: el secado y el curado. Si estos procesos no se realizan correctamente, la calidad del colocón final se vera tristemente afectada. Algunos consejos para secar y curar tu mejor marihuana Estos consejos están dirigidos a aquellos que quieren lograr una marihuana de primera calidad, con una buena potencia y un sabor agradable. La hierba recién cortada debe pasar por un largo proceso para desarrollar todo su potencial. La marihuana no muere en cuanto se corta. Mientras queden restos de humedad dentro de los tejidos se siguen sucediendo reacciones químicas que influyen de forma determinante en la calidad y sabor del producto final. Si te estás fumando la hierba menos de un mes después de cortarla, eres un impaciente. Espera un mes más y será mucho mejor. Al menos, deja que los mejores cogollos de cada planta se sequen y curen bien. Si no puedes aguantarte, fúmate los cogollos bajos y pequeños. Hay que tener muy presente que son necesarios dos procesos para que la marihuana esté bien buena. Por un lado, la hierba se tiene que secar, es decir perder el agua de sus tejidos, para que el THC sea psicoactivo (coloque). Este proceso se denomina secado y dura de una a cuatro semanas, dependiendo del clima. En segundo lugar, se debe curar la hierba. Durante el curado, se producen reacciones químicas en el cogollo que descomponen la clorofila (lo que da el color verde a las plantas). Gracias al curado, la marihuana tiene un sabor más suave que no irrita la garganta. Además pierde el sabor a “césped” y gana (mucho) en potencia. Para secar la hierba basta con colgarla en un lugar aireado, oscuro y seco. Cuando la parte exterior del cogollo tenga un tacto crujiente se puede empezar a curar. Si la hierba se seca demasiado, el curado no se realiza correctamente. Normalmente, en dos semanas la hierba está lista para empezar a curarla aunque en zonas muy secas puede ser antes y en la costa algo después. El curado de la maría consiste en acabar de secarla muy despacio. Cuando los cogollos están crujientes por fuera, aún tienen algo de humedad en el interior. Introduciremos la hierba en un bote de cristal o una caja de metal o madera tapados. Al día siguiente, la humedad interior del cogollo se habrá repartido y ya no estará crujiente. Durante las próximas semanas abriremos cada día una o dos veces la caja, durante un par de minutos para que se cambie el aire. La maría se va secando poco a poco mientras la clorofila se descompone. La hierba al curarse va perdiendo el color verde intenso conforme pierde la clorofila. El proceso de curado puede durar de dos a seis semanas, hasta que la marihuana alcanza su punto de humedad óptimo. Normalmente, se dice que la hierba esta lista cuando los tallos se quiebran con un chasquido en lugar de doblarse. Llegado este momento hay que envasar el cannabis para que se conserve en buenas condiciones durante largo tiempo. Si se guarda bien puede durar un año sin perder demasiado. Incluso más. Tres son los principales enemigos del THC: el aire, la luz y el calor. Por tanto, envasaremos la hierba en botes herméticos y los mantendremos en un lugar oscuro y fresco, sin grandes variaciones en la temperatura. Después de muchos meses de cultivo y otros dos meses de secado y curado, la hierba está, por fin, lista para ser consumida. Para apreciar al máximo sus cualidades, los cogollos se deben cortar con tijeras. De este modo no se pierde la resina entre los dedos y el cannabis mantiene intacto todo su aroma y sabor. Cosas que NO se deben hacer A pesar de los mitos que circulan, la hierba no coloca más, ni tiene más THC, ni sabe mejor cuando se entierra durante meses. Lo único que se consigue es llenarla de moho, algo muy perjudicial para tus pulmones. Da igual quien te lo cuente, NO LA ENTIERRES. Uno de los bulos más increíbles que circulan asegura que se debe arrancar la planta con las raíces y sumergirlas en agua hirviendo para que el THC fluya hasta los cogollos. Sabiendo que el THC se fabrica en las flores y no en las raíces, no puedo sino reírme al imaginar a un astuto cultivador intentando meter las raíces de un monstruo de tres metros en agua hirviendo, sin separarlas del resto de la planta. Las raíces del cannabis no tienen nada que coloque. Si se secan las plantas colgadas boca abajo es por comodidad, no para que el THC escurra hacia los cogollos. No tengas prisa en el secado. Todos los métodos de secado rápido que usan calor hacen que la maría pierda potencia. Tanto con el horno convencional como con el microondas, parte del THC de los cogollos se destruye. Si la impaciencia aprieta y no se puede aguantar, lo mejor es secar la hierba en el horno convencional a la temperatura mínima (en torno a 50º C) y con la puerta entreabierta. Es conveniente controlar la hierba cada pocos minutos para que no se seque demasiado. Este sistema es uno de los menos malos pero, aún así, destruye una parte del THC y la hierba no sabe bien, pica demasiado. © José T.Gállego La cosecha del cannabis es muy sencilla. En resumen consiste en cortar los cogollos y secarlos. La calidad del producto final, sin embargo, dependerá de cómo se haga este secado. Cosechar, manicurar, secar y curar son los cuatro procesos que, si se hacen bien, harán de fumar un gran placer. Desde que el ser humano inventó la agricultura, la cosecha ha sido un tiempo de felicidad. El trabajo de meses se ve recompensado con los frutos de la tierra y las épocas de escasez se olvidan en la abundancia. En este mundo acelerado, lleno de coches y asfalto, los cañameros seguimos disfrutando de este acontecimiento. Cosecha tus plantas con cariño, entre volutas de humo y sin prisas, te lo agradecerán. 1-COSECHAR La familiaridad con la variedad que cultivemos es la mejor regla. No todas las variedades tardan lo mismo en madurar. Una sativa como la mejicana madura más lentamente que una índica como la Northern Lights. Frente a una hierba desconocida hay que experimentar cosechando en diferentes momentos. Así al año siguiente, sabremos exactamente cuál es el momento adecuado para recolectar las plantas. En exterior, el momento óptimo para cosechar dura unas dos semanas. Cuando veas que la mitad de los pistilos tiene un color marrón o naranja, prepárate y vigila atentamente. La planta alcanza su máxima potencia cuando entre un 50 y un 90 por ciento de los estigmas o pelillos blancos de las flores han perdido el color blanco y tienen un tono marrón o naranja. Está en el punto óptimo para ser recogida. Como regla general, se puede decir que la planta cosechada con más pistilos blancos tendrá menor potencia y un colocón “mental” y alegre. Con más pistilos marrones o naranjas la hierba tendrá más THC (tetrahidrocannabinol) y el globo será “físico” y sedante. Esta regla no es, ni mucho menos, infalible y depende de cada variedad. Las sativas suelen ser estimulantes comparadas con las índicas, más relajadas y narcóticas. urante la semana anterior a la cosecha no hay que abonar la planta. Regadla sólo con agua para lavar los restos de fertilizantes. Esta simple medida mejorará el sabor de la hierba y rascará menos la garganta. Cosechad la planta después de un día de sol, hay que evitar recoger las plantas cuando estén mojadas ya que la humedad favorece la aparición de hongos y mohos. Al cosechar se puede cortar la planta entera o ir cortando cogollos conforme vayan madurando. A gusto de cada uno. Puedes cortar los cogollos superiores primero y dejar los más bajos para que terminen de madurar. 2-MANICURAR Después de cortar la planta se deben quitar las hojas grandes que no tienen glándulas de resina. Hay quien corta estas hojas después de secar las plantas. Así, al secarse, las hojas grandes recubren el cogollo y lo protegen evitando que se rompan las glándulas llenas de resina. Para hacerle la manicura a tus cogollos agarra la planta por el tronco y, mientras la sostienes boca abajo, ve cortando las hojas grandes con sus peciolos o tallitos. También puedes cortar las puntas de las hojas que sobresalgan del cogollo y no tengan resina. Cuanto más limpies el cogollo, más potente será. Mientras manipulas los cogollos ten cuidado y no los manosees. Las glándulas de resina se rompen con facilidad y el THC se oxida. 3-SECAR El THC del cannabis fresco no “coloca”, es decir, no es psicoactivo. Para convertirse en marihuana fumable, la hierba tiene que secarse. El proceso de secado influye mucho en la calidad del producto final. Una hierba mal secada rascará la garganta y perderá potencia. Por el contrario, si el cannabis se seca lentamente, el sabor y la potencia mejorarán. El cannabis se debe secar en un lugar seco, oscuro, fresco y ventilado. Si colgamos los cogollos cogerán una forma más redondeada que si los extendemos sobre un periódico o rejilla. Si los extiendes vuélvelos cada día para que se sequen uniformemente. Dependiendo del clima el secado puede durar entre una y tres semanas. Si no quieres curar la hierba, manténla secando hasta que el tallo central se quiebre al doblarlo. Si piensas curar el cannabis, cuando el cogollo se sienta crujiente al tacto pero un poco húmedo en el centro pasa al curado. Nuestro colaborador J.K.A. nos revela su sistema para hacer un buen secado y proteger los cogollos al mismo tiempo. Consiste en hacer una bolsa con una hoja de periódico que se dobla a lo largo y se pegan con cinta dos de los tres lados abiertos. Se deja abierto uno de los lados estrechos por donde se introduce el cogollo. La bolsa se sujeta al tallo del cogollo con una pinza y se cuelga el cogollo. Haz agujeros en la bolsa para que pueda entrar aire. La bolsa también sirve para recoger las glándulas de resina y las semillas que se puedan caer del cogollo durante el secado. El mayor peligro cuando secamos el cannabis es que aparezcan hongos. Pueden evitarse poniendo un ventilador que mueva el aire alrededor de los cogollos. Si se enmohece un cogollo sepáralo del resto para que no los contagie. Secarlo al sol directo durante al menos 24 horas debería acabar con los hongos. 4-CURAR Cuanto más lento sea el secado, mayor potencia y mejor sabor tendrá la hierba. El curado consigue que la hierba se seque más despacio. Una buena forma de curar es meter la hierba en cajas metálicas o de madera (no de plástico) que se abren una o dos veces al día. De este modo la hierba se acaba de secar más despacio lo que mejora su sabor y su potencia. La duración del curado depende de cuantas veces al día abras la caja y de las condiciones del clima. Vigila a diario la hierba en busca de moho. Las condiciones del curado pueden hacer aparecer hongos si no se va abriendo la caja para que se airee. Si aparecen, saca los cogollos de la caja y cuélgalos al sol. 5-CONSERVAR Una vez que la hierba esta bien seca (cuando el tallo se quiebra) se puede meter en tarros de cristal que cierren herméticamente y conservarla meses e incluso años sin perdida de potencia en un lugar fresco y oscuro. La hierba pierde potencia en contacto con la luz, el aire y el calor. Por eso hay que guardarla herméticamente, a oscuras y sin altas temperaturas. 6-FUMAR ...es un placer geniaaal...(¿o acaso necesitáis más instrucciones?) LO QUE NO SE DEBE HACER La marihuana no se debe enterrar para que se cure. Esta técnica produce la aparición de bacterias y hongos que pueden ser peligrosos. Algunos pueden provocar infecciones respiratorias muy graves. La resina no está en el interior de la planta: colgar la planta, arrancarla con raíces o hervir estas no incrementa la potencia de la hierba. Secar el cannabis en el horno o el microondas destruye parte del THC. Si aún así os puede la impaciencia, secadla con el horno normal al mínimo (50-70ºC) dejando la puerta un poco entreabierta. No subáis más la temperatura porque se destruirá demasiado THC. © José T. Gállego Cuándo cosecho mis plantas?.¿Las putas plantas no van a poder fumarse nunca o qué?, dicen los más exaltados. En fin, queridos cañameros, la paciencia, que decía mi abuelo cuando se ponía plasta, es la madre de todas las ciencias. Y como no, de la agricultura también, aunque sea psicoactiva. Desde el principio de los tiempos, los fumetas más ansiosos arrancan durante el verano, una tras otra, las hojas de sus plantas intentando conseguir un anticipo de colocón. Normalmente acaban cosechando un tallo esmirriado coronado por un pequeño cogollito que no dura más allá de la fiesta de la cosecha. Dejad las tijeras en paz y las plantas tranquilas. El buen cannabis requiere tiempo y la prisa mata. La maría, que es muy sabia, se toma las cosas con calma y por orden. Primero crece hasta tener un buen tamaño. Después de San Juan, cuando los días empiezan a acortarse y el calor veraniego le da marcha, se decide a florecer. Empieza sin prisas, se estira y alarga para dejar espacio a los cogollos. Los huecos los llena con flores. Al principio, unas pocas flores solitarias aparecen en las puntas de las ramas y, como por arte de magia, van surgiendo más y más. Se amontonan y comienzan a cubrirse de miles de pequeños puntos cristalinos llenos de resina. Estas glándulas de resina, al engordar, aparecen como pequeñas setas transparentes con su tallo y su sombrero. Si la flor ha sido polinizada, el cáliz se hincha para contener la semilla. Si la maría no tiene un macho cerca y se mantiene virgen, los cálices engordarán igualmente, en una especie de embarazo psicológico. Al mismo tiempo, se recubren de resina. Dentro de las glándulas o tricomas, la resina y el THC (tetrahidrocannabinol, lo que te coloca) se van acumulando. En la fecha ideal de cosecha la planta rebosa THC, las glandulas de resina o tricomas están tan llenas que parecen a punto de estallar. En fín, que da gusto verlas. Un cogollo es como un vaso agujereado: se va llenando de THC y, a la vez, parte del THC se va por los agujeros (en realidad se conviente en CBN). Como se destruye menos del que se forma, el vaso se va llenando. Llega un momento en que el vaso ya no se llena más porque la planta deja de fabricar nuevo THC. Este es el momento justo para cosechar. Si dejamos la planta más tiempo, parte del THC acumulado se destruirá y la hierba perderá potencia. La técnica más sencilla para decidir cuándo cosechar consiste en la observación atenta de los estigmas o pelillos que salen de las flores (también conocidos como pistilos). Los estigmas nacen blancos o rosados y, tras un tiempo, se marchitan y cogen un color marrón o naranja. Al mismo tiempo que los estigmas de las primeras flores se van marchitando aparecen nuevas flores con los estigmas frescos. Llega un momento en que ya no nacen nuevas flores y la mayoría de los pelillos tienen un tono marrón o naranja. Hay que cosechar cuando entre un 50 y un 90 por ciento de los estigmas se han marchitado. Este porcentaje depende de las variedades. Cosechad algún cogollo al 50%, otros al 70% y el resto al 90%. Después sólo hay que probarlos y decidir qué porcentaje es más adecuado para la variedad cultivada. Es importante no manosear los cogollos para evitar que las glándulas de resina se rompan. Las hojas más grandes, que no tienen resina, se pueden quitar antes de poner la planta a secar o bien cuando ya está seca. Agarrad la planta por la parte de abajo del tallo y recortad las hojas más grandes, empezando por abajo y subiendo hasta la punta. Para secar la hierba, colgad la planta boca abajo en un lugar oscuro, fresco, seco y ventilado. El secado durará de una a tres semanas dependiendo del clima. En el próximo número os hablaremos largo y tendido de las técnicas de secado y curado del cannabis. Secar bien la maría es fundamental para conseguir la máxima potencia. El curado, por otra parte, mejora el sabor de la hierba y logra que no rasque la garganta. © José T. Gállego Podar es cortar brotes, hojas o ramas de una planta. Esto se hace por varios motivos. Según que partes de la planta cortemos variarán los resultados. Podando los brotes de la planta incrementamos la ramificación mientras mantenemos la planta pequeña y compacta. Las ramas bajas sin desarrollar se eliminan para que la planta concentre toda su energía en los cogollos principales. Las hojas no se deben podar. Muchos cultivadores creen que podando las hojas más grandes la planta podrá dedicar toda su energía a los cogollos. En realidad estas hojas fabrican alimentos que luego reparten por todo el organismo. Si las quitamos, la planta pasará hambre y no florecerá correctamente. Observa la punta del tallo central de una maría. Verás las últimas hojas que han salido y, en el centro, el nuevo brote. Si cortas este brote, la planta echará dos ramas en el primer nudo que haya por debajo del corte. Los nudos son los puntos en que las ramas y las hojas se unen al tallo. Si después cortas los brotes de las ramas, se volverán a ramificar y en vez de dos ramas principales, tendrás cuatro. Los brotes son el lugar por donde crece la planta y miden la duración de la luz solar. Cuando los días comienzan a acortarse le indican a la planta que debe florecer porque el otoño se acerca. Si podas muy tarde la floración se puede retrasar porque la planta no mide correctamente las horas de luz. Un método seguro consiste en cortar el brote central cuando la planta ha echado cuatro pares de hojas, sin contar con los cotiledones que recubren la semilla. La planta echará dos ramas y, cuando tenga cuatro pares de hojas en cada una, volvemos a cortar los brotes. De este modo tendremos cuatro tallos principales y la planta será más compacta y frondosa. En algunos casos, retrasar la floración puede ser útil. Por ejemplo, si queremos que un macho de floración rápida polinice a una hembra tardía es posible conseguirlo podando los brotes del macho para impedir que florezca antes que la hembra. Las ramas pequeñas que no se desarrollan se podan para que el cannabis concentre su energía en las ramas más grandes. Hay que cortar las ramas a las que no llega bien la luz y quedan atrofiadas. Esto se puede hacer en cualquier momento y no daña a la planta. Algunos cañameros eligen las cuatro o cinco ramas más fuertes y quitan todas las demás. Sus plantas producen cuatro o cinco enormes cogollos y ocupan menos espacio. Aunque el rendimiento por planta puede ser algo menor, caben más y la cosecha es similar. Hay quien sólo deja que la planta desarrolle el cogollo central, sin ramificar. Estas plantas son muy estrechas y ocupan muy poco espacio. Uno de los innumerables mitos que circulan acerca de la marihuana dice que las hojas más grandes dan sombra y que cortándolas se desarrollan mejor los cogollos. Esto no es solamente erróneo sino que, además, es perjudicial para la salud de tus plantas. Las hojas más grandes actúan, primero, como fábricas fotosintéticas de alimentos y, después, mientras mueren, como almacenes de clorofila. Durante su vida, la hoja fabrica azúcares que distribuye por la planta para que fabrique tejidos y se alimente. Durante la floración, estas hojas amarillean y se secan pero antes envían la clorofila que contienen a otras zonas de la planta. Si podamos las hojas, el cannabis ha de fabricar más clorofila y no puede concentrarse en el THC, que es lo que a todos no interesa. Lo adecuado es dejar que las hojas se desprendan solas de la planta cuando se sequen. Si quieres comprobar personalmente la importancia de estas grandes hojas puedes hacer un experimento. Busca dos hojas que tengan una pequeña rama saliendo del punto donde el peciolo o tallo de cada hoja se une al tallo central. Corta una de las hojas y observa cual de las ramas crece más. © José T. Gállego Las plantas que con tanto cariño has cuidado a lo largo de la primavera, se acercan a un momento determinante en sus vidas: la floración. Durante los últimos meses, el cannabis ha dedicado toda su energia a crecer y desarrollar ramas. Ahora, con tus cuidados, comenzará a echar flores y segregar su anhelada resina. La floración del cannabis está determinada por el fotoperiodo, en otras palabras, necesita recibir un número mínimo de horas de oscuridad para comenzar a florecer. A partir de la noche de San Juan, el 24 de junio, los días son cada vez más cortos y las noches más largas; cuando se alcance el fotoperiodo crítico comenzará la floración. Floracion fotodeterminada La floración del Cannabis sativa se desencadena cuando la planta fabrica una hormona llamada "florigen". Para producir "florigen" el cáñamo necesita recibir un fotoperiodo concreto, que es distinto para cada variedad de cannabis . El fotoperiodo es el número de horas de luz y de oscuridad que recibe una planta (horas de luz / horas de oscuridad). Por ejemplo un fotoperiodo 18/6 significa que la planta recibe 18 horas de luz y seis de oscuridad. El fotoperiodo necesario para que la floración se produzca, no es igual para todas las variedades de cannabis y viene dado, fundamentalmente, por el existente en el lugar de origen de la planta. La duración de los días y las noches es diferente en los distintos lugares del planeta. Cuanto más nos acercamos al ecuador, menos variación encontramos en la duración de los días y las noches. En la misma línea del ecuador las noches y los días duran doce horas los 365 días del año. Evidentemente, cuanto más nos alejemos del ecuador, mayores serán las diferencias en el fotoperiodo. Por ejemplo cerca del polo hay fotoperiodos tan extremos como 23/1 o 1/23. El cannabis está adaptado al fotoperiodo de su lugar de origen. Por ejemplo, una sátiva colombiana que crece cerca del ecuador, donde hay muy poca variación en la duración de los días y las noches, necesitará noches de doce horas para florecer. En cambio, una planta aclimatada a la Península Ibérica florecerá con noches de diez horas. Por la misma razón, una planta ecuatorial cultivada en la Península es probable que retrase el comienzo de la floración hasta agosto o septiembre, cuando las noches son más largas y alcanzan las once o doce horas que necesita una maría ecuatorial. Esta es la razón de que algunas variedades ecuatoriales, cuando se plantan en España, no completen la floración correctamente. Como no comienzan a florecer hasta muy tarde, el invierno se les echa encima antes de que maduren. Si el cannabis no recibe las suficientes horas de noche interpreta que aún no es tiempo de florecer y no fabrica "florigen". Normalmente cuando se cultiva en interior la floración se hace con un fotoperiodo 12/12 que provoca la floración en cualquier variedad. En exterior no es posible regular el fotoperiodo pero si hay que tomar algunas precauciones. Es conveniente que las plantas no tengan ninguna luz cerca durante la noche, incluso unos minutos de luz pueden retrasar o incluso detener la floración. Por esta razón, no se debe plantar cannabis cerca de farolas u otras fuentes de luz.. Para que la floración comience correctamente la noche debería ser completamente oscura e ininterrumpida. Cultivando en interior, controlamos en que momento florecen las plantas simplemente cambiando el fotoperiodo de 18/6 a 12/12. Al aire libre hay que esperar a que la naturaleza haga su trabajo. Los machos florecen, habitualmente, antes que las hembras y no siempre esperan a que aumente el número de horas de oscuridad. En algunas variedades los machos florecen cuando alcanzan una determinada edad o tamaño, independientemente de cual sea el fotoperiodo. Cronología de la floración Al iniciar la floración, los machos se alargan para que su polen quede por encina de las hembras y las polinice más fácilmente. Las hembras fabrican tallos más gruesos, fuertes y cortos. Las hojas nacen cada vez con menos foliolos (cada una de las hojuelas que forman la hoja) hasta que nacen sólo con uno. Normalmente el patrón de crecimiento de las hojas pasa de opuesto a alterno, es decir las hojas dejan de nacer de dos en dos y enfrentadas y comienzan a nacer de una en una, a uno y otro lado del tallo, alternativamente I El desarrollo floral comienza lentamente. La planta pega un estirón y se alarga bastante, fabrica un "esqueleto" de ramas donde colocar sus cogollos. La distancia internudos es, en este primer momento, muy grande. Al principio, sólo aparecen unos pocos grupos de flores en las puntas de las ramas. Las flores tienen los estigmas frescos, normalmente de color blanco aunque pueden ser rosados o púrpuras. Los cálices de las flores femeninas tienen una pelusilla que los recubre pero aún presentan muy pocos tricomas. Los tricomas son unas glándulas que aparecen principalmente en las flores, aunque también están presentes en otras partes de la planta; segregan la resina que contiene los cannabinoides. Tienen forma de seta con un tallito coronado por una bolita de resina. En este primer momento la producción de THC es muy escasa y las bolitas son muy pequeñas; conforme avance la floración irán aumentando de tamaño. II En un segundo momento, comienzan a aparecen cogollos al acortarse la distancia internudos y crecer la producción de flores. La planta ya huele un poco y fabrica muchas flores. La mayoría de las flores tienen los estigmas frescos. La producción de THC, sin embargo, aún no es grande. A lo largo de toda la floración hay que manejar las plantas con delicadeza. Si manoseamos los cogollos, los tricomas se rompen y la resina se oxida, con lo que el THC se destruye. La lluvia intensa también puede perjudicar la cosecha. No sólo romperá y arrastrará algunos tricomas sino que también puede provocar que aparezca moho en el cogollo. Por esta misma razón, no se deben pulverizar las plantas una vez que la floración ha comenzado. III Algo después, la planta deja de crecer en altura y produce una gran cantidad de flores que van engordando los cogollos. Las hojas externas al cogollo se vuelven amarillas y se marchitan. La mayoría de las flores son fértiles y tan sólo aparecen unos pocos estigmas marrones y marchitos. La producción de resina es muy grande y comienza a cubrir los cálices. En condiciones naturales la planta sería polinizada y comenzaría a fabricar semilla. Cultivando "sinsemilla", matamos los machos e impedimos que las flores sean fecundadas. Esta técnica fuerza al cannabis a fabricar más resina para mantener las flores fértiles a salvo de las radiaciones solares, mientras espera un macho que nunca llegará. Los cogollos huelen intensamente, cargados de resina. Algunos cultivadores recolectan determinadas variedades en este momento, cuando aún hay muchos estigmas fértiles. La maríahuana obtenida es más cerebral y menos sedante debido a los bajos niveles de CBD y CBN presentes en la resina. La cantidad total de THC es, eso sí, algo menor. IV Llega un momento en que el cannabis deja de fabricar nuevas flores y los estigmas de las existentes van marchitándose. Las plantas pierden vitalidad. Muchas hojas grandes se han caido. Hojas, tallos y flores adquieren tonos otoñales; marrones, naranjas, amarillos y púrpuras aparecen en los cálices, tallos y peciolos.. Los estigmas se marchitan y algunos se caen. Suelen adquirir un color marrón seco. La resina, transparente al principio, conforme madura va adquiriendo un color ambar transparente. Hay que cosechar cuando el setenta por ciento de los tricomas tienen resina ambar o cuando entre el 60 % y el 90% de los estigmas se han marchitado y vuelto marrones. Si la resina presenta un color blanco opaco o marrón, el momento idoneo para cosechar la planta ya ha pasado y la resina se está degradando. Lucha contra pestes Las altas temperaturas del verano favorecen la aparición de plagas en las plantas. La mayoría de los bichitos que atacan al cannabis chupan su savia. De este modo le roban el alimento.Cuando detectemos una plaga es muy importante separar las plantas infestadas de las sanas para evitar que la invasión se extienda. Cuanto antes se detecte la presencia de una plaga, más fácil será librarse de ella. Si, por el contrario, la plaga se instala y se hace fuerte será una ardua tarea eliminarla. Nutrientes para la floración Para conseguir que el cannabis exprese todo su potencial, es necesario alimentarlo correctamente. Una buena nutrición es la mejor defensa contra las enfermedades y permítira a la planta desarrollarse al máximo. El cannabis absorbe a través de las raíces: agua, oxígeno y nutrientes. Una tierra porosa garantiza el aporte de oxígeno, el riego facilita el agua y el abonado los nutrientes. La maría necesita para vivir tres nutrientes principales (nitrógeno, fósforo y potasio), tres secundarios (cálcio, azufre y magnesio) y ocho micronutrientes (hierro, xinc, manganeso, boro, cobalto, cobre, molibdeno y cloro). Durante la floración las plantas necesitan gran cantidad de fósforo (P) y bastante potasio (K). El fósforo se utiliza en la formación de flores y raíces y en la transferencia de la energía solar a compuestos químicos. Acelera la floración y produce flores grandes. Las deficiencias de fósforo se observan primero en las hojas más viejas que adquieren un tono verde oscuro. Los tallos y peciolos se vuelven rojos o púrpuras. Este no es un indicador muy fiable ya que algunas plantas tienen los tallos y peciolos rojos como rasgo genético, independiente de la cantidad de fosforo que haya. En ocasiones, las puntas de las hojas se secan y se detiene el crecimiento. La deficiencia de fósforo retrasa la floración. El sistema respiratorio de la planta, el sistema encimático y las síntesis de proteínas y clorofila necesitan potasio. Ayuda a luchar contra las plagas y las enfermedades y a mantener la presion interna de agua que sostiene la planta. Si la planta piede esta presión se marchitará y los tallos serán débiles. Las plantas que se utilicen para producir semillas necesitarán un aporte extra de potasio ya que este elemento es básico para fabricar los cañamones. Cuando a una planta le falta potasio, en las puntas de las hojas y entre los nervios, aparecen zonas de tejido muerto y seco (necrosis) además de amarillear. Las raices se infectan fácilmente y los tallos débiles no sostienen a la planta. Las hojas pueden curvarse hacia abajo. Los fertilizantes comerciales llevan en la etiqueta las siglas N.P.K seguidas de tres números como: 3.5.7., 12.5.12., etc. Estos números indican el contenido de nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K) que tienen el abono. El fertilizante adecuado para la floración del cannabis ha de tener bastante fósforo y potasio y poco nitrógeno. Si además tiene microelementos mucho mejor. Para evitar sobredosis de abono que podrían matar a las plantas, lo mejor es seguir las indicaciones de la etiqueta. En caso de duda más vale quedarse corto que pasarse ya que es mucho más sencillo corregir una deficiencia de alimento que no un exceso. Si te pasas abonando las plantas puedes intentar salvarlas regando la maceta durante un largo rato para que el agua que sale por los agujero de drenaje arrastre el exceso de fertilizante. © José T. Gállego Cultivar cannabis es muy fácil. Basta con plantar una semilla y regarla. Cultivar marihuana potente y de calidad requiere un poco más de dedicación. En pocas palabras, se trata de conseguir el mejor ambiente posible para que la semilla desarrolle todo su potencial. Para cosechar el máximo de una planta hay que alimentarla en abundancia pero sin llegar a empacharla. La misión de la siguiente tabla es ayudar a identificar aquellos factores que puedan estar entorpeciendo el desarrollo de nuestra maría . Una planta de marihuana necesita para vivir luz, agua, aire, un substrato donde sujetarse con las raíces y unos ciertos nutrientes (nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio, calcio y microelementos que son necesarios en cantidades muy pequeñas). Para que la planta crezca bien todos los elementos deben guardar un cierto equilibrio ya que tanto el exceso como la falta de alguno de ellos entorpecerían su desarrollo. Como regla general es aconsejable aplicar todos los abonos muy diluidos para evitar sobredosis. Es más fácil corregir una carencia que una exceso de abono. Si cultivamos en macetas, como la cantidad de tierra es muy limitada, es fácil que las sales se vayan acumulando. Si no lo remediamos, la tierra se volverá tóxica y dañará las raíces. Para evitar que las sales se acumulen debemos lavar la tierra una vez cada 4-6 semanas. Regaremos cada maceta con dos litros de agua (sin abono) por cada litro de tierra. El agua se irá drenando por los agujeros del tiesto y arrastrará todas las sales acumuladas en la tierra. Esta práctica es especialmente útil en las zonas donde el agua del grifo es muy dura como la costa mediterránea. La receta para el éxito: aplica los abonos muy diluidos y lava la tierra una vez al mes. No todos los síntomas de una carencia se dan a la vez ni las carencias se presentan aisladas. Frecuentemente faltan varios elementos al mismo tiempo. Para remediar la mayoría de las carencias nutritivas el procedimiento a seguir tiene dos fases. En primer lugar se lava la tierra para asegurarnos de que los alimentos no están bloqueados por un exceso de sales. Cuando la tierra está limpia regamos con un fertilizante completo con microelementos que solucionará la carencia. Para que la marihuana pueda absorber correctamente los nutrientes, el Ph del substrato debe estar entre 6’5 y 7 si se cultiva en tierra y entre 5’8 y 6’8 en cultivos hidropónicos. Esto se consigue ajustando siempre el Ph del agua de riego dentro de este rango. Para medir el Ph existen varios métodos. Los más baratos son el papel de tornasol y los reactivos para acuarios. Se pueden encontrar en tiendas de animales. En las mismas tiendas podemos comprar los productos para subir o bajar el Ph del agua de riego. Bastante más caros pero mucho más cómodos son los medidores digitales. Problemas más frecuentes Demasiado abono Síntomas: La planta adquiere un color verde oscuro, al principio crece muy bien. Conforme el fertilizante se va acumulando, las hojas comienzan a quemarse en las puntas que se van curvando hacia abajo. La hierba demasiado abonada pica al fumarla e incluso chisporrotea por los restos de fertilizante. Remedio: Lava abundantemente la tierra para arrastrar todo el exceso de fertilizante. Usa al menos dos litros de agua por litro de tierra aunque, si el exceso de fertilizante es muy notable, puede ser necesario lavar la tierra dos o más veces. Cuando la tierra este bien limpia abona moderadamente con un fertilizante completo como microelementos Poco abono Síntomas: Las plantas adquieren un color verde claro y las hojas más viejas amarillean. El crecimiento se hace más lento o se detiene. Los síntomas son parecidos a los de una deficiencia de nitrógeno.Si está floreciendo, los cogollos son pequeños y no crecen. Remedio: Fertiliza la tierra con un abono completo con microelementos. La maría necesita abonados frecuentes pero suaves. En macetas, se puede regar con abono cada una o dos semanas. Si utilizamos el fertilizante muy diluido se puede abonar con mayor frecuencia. Demasiado riego Síntomas: La tierra está siempre mojada. Sale moho en la tierra o el tallo de la planta comienza a ponerse blando al nivel del suelo. El crecimiento se atrofia y las raíces crecen mal porque no tienen suficiente oxígeno. Remedio: Las plantas necesitan un periodo seco entre dos riegos. Espera hasta que la superficie de la tierra se haya secado antes de volver a regar. Si la mezcla de tierra que utilizas se mantiene húmeda demasiado tiempo, prepara una nueva mezcla con más perlita, vermiculita, arlita o arena que drene mejor y se seque antes. Si el tallo de la planta se ablanda es que los hongos le están atacando. Remueve la tierra y manténla más seca y aireada. Poco riego Síntomas: La planta crece poco. Cuando vamos a regarla tiene las hojas flácidas y mustias. La tierra se seca mucho entre riego y riego. Tiene pocas hojas y son pequeñas. Remedio: Siempre que reguemos una planta debemos usar agua abundante. Con poco riego, parte de la tierra no se moja bien y las raíces sufren y mueren. La mejor forma de asegurarse de que toda la tierra de la maceta se moja es regar hasta que el agua comience a salir por los agujeros del tiesto. Si la tierra está tan seca que no empapa el agua añadiremos unas gotas de jabón líquido biodegradable para vajillas en el agua de riego. Estos jabones contienen unos compuestos humectantes que ayudan a que el agua penetre en la tierra. Poca luz Síntomas: Las plantas crecen espigadas, estirándose en dirección a la luz. Se hacen larguiruchas, poco frondosas, con cogollos pequeños. En condiciones de poca luz suelen salir muchos más machos. Remedio: Moveremos las plantas a un lugar con más horas de sol o, si cultivamos en interior, instalaremos más luces o más potentes. Acumulación de sales Síntomas: Las plantas muestran deficiencias que no se corrigen cuando fertilizamos. Se ven restos secos de sales en los bordes de la maceta, en el plato donde reposa, en la tierra o en los tallos de las plantas. Las hojas se curvan hacia abajo como cuando padece un exceso de abono. Remedio: Es este uno de los problemas más comunes entre los cultivadores noveles. Cuando el riego es escaso y se fertiliza mucho las sales que se acumulan en la tierra pueden llegar a matar a la planta. La solución pasa por lavar la tierra con mucha agua, cuanta más mejor. Si las sales se han ido acumulando a lo largo de varios meses, lavaremos la tierra al menos dos veces con dos o tres litros de agua por litro de tierra. Si el problema persiste volveremos a lavar la tierra. Una vez que veamos que la planta mejora comenzaremos a abonar de nuevo, con fertilizantes muy diluidos. Como medida de prevención lavaremos la tierra cada cuatro o seis semanas durante toda la temporada de cultivo. Carencias de nutrientes Evitar las carencias de nutrientes no es, en realidad, una tarea ardua. Basta con fertilizar regularmente con un abono completo que contenga microelementos y asegurarse de que las sales no se acumulan en la tierra. La inmensa mayoría de los problemas de cultivo tienen que ver con el exceso de fertilizante y la acumulación de sales en la tierra. Para que el nivel de sales no aumente basta con regar bien (es decir, hasta que el agua escurra por los agujeros de la maceta) y lavar la tierra cada cuatro semanas. Si no sabemos si la carencia obedece a un exceso de sales o a una falta de abono el procedimiento más seguro y exitoso consistirá en lavar primero la tierra y abonar después con un fertilizante completo. Al lavar la tierra la dejamos a cero, es decir, sin nutrientes. Luego con el abonado restauramos el equilibrio de nutrientes. En un par de días notaremos que la planta mejora y reanuda su desarrollo. Carencia de nitrógeno (N) Síntomas: Amarillean las hojas viejas y se queman las puntas. Se caen las hojas más viejas. Se atrofia el crecimiento. El color de las hojas se pone verde pálido. Las plantas crecen larguiruchas y espigadas. Los tallos están blandos, no se sostienen bien. Remedio: Regar con un fertilizante alto en nitrógeno como la emulsión de pescado, el extracto de algas. También sirven los fertilizantes completos N-P-K para plantas verdes o cualquiera con bastante nitrógeno (N) y poco fósforo(P). Carencia de fósforo (P) Síntomas: Las hojas y los tallos cogen un color verde oscuro o púrpura. Las hojas son pequeñas y oscuras. Se para o atrofia el crecimiento de las raíces, tallos y hojas. Las hojas más bajas amarillean y mueren.Los tallos están duros y quebradizos. Remedio: Abonar con un fertilizante alto en fósforo como el guano. Todos los abonos completos para plantas con flores, geranios, rosas, etc. también sirven. Carencia de potasio (N) Síntomas: Amarillean las hojas más viejas, primero las puntas, luego toda la hoja adquiere un amarillo intenso. Las hojas se curvan hacia abajo. Las hojas más jóvenes se arrugan y se retuercen. Se mueren los brotes de crecimiento. Necrosis (tejidos muertos). Tallos blandos que no se sostienen o duros y quebradizos. Remedio: El potasio no siempre falta sino que, a menudo, está bloqueado en la tierra a causa de la acumulación de sales. Para tratar esta deficiencia hay que lavar la tierra y luego fertilizar con un abono alto en potasio. Los abonos para cactus suelen tener mucho potasio aunque vale cualquier fertilizante completo. Carencia de Magnesio (Mg) Síntomas: Amarillean las hojas viejas entre las venas, que se mantienen verdes. Las puntas de las hojas primero, y el resto de la hoja a continuación, se ponen marrones. Las puntas de las hojas se curvan hacia arriba y luego mueren. La planta entera puede palidecer en unas semanas y morir. Remedio: La carencia de magnesio es relativamente corriente porque la mayoría de los fertilizantes no contienen tanto como la marihuana necesita. El magnesio se puede añadir directamente al agua en forma de sales de Epson (sulfato de magnesio hidratado) a razón de una cucharadita de café por cada cinco litros. También puedes buscar un abono completo con bastante magnesio. Carencia de Hierro (Mg) Síntomas: La falta de hierro o clorosis, al igual que la carencia de potasio, suele ser una consecuencia directa de la acumulación de sales en la tierra o de un Ph demasiado alto. Normalmente no falta hierro en la tierra sino que las sales o el Ph hacen que no se pueda absorber. Los síntomas de ambas carencias son similares: amarillean las hojas entre las venas, aparece necrosis en los tejidos y las hojas se caen. Remedio: Como la carencia de potasio, se soluciona lavando la tierra, ajustando el Ph y abonando a continuación con un fertilizante completo con microelementos. En tiendas de jardinería puedes encontrar preparados para remediar la clorosis. © José T. Gállego Durante la primavera, cuando cultivamos en exterior, o durante mientras las tenemos con fotoperiodo de 18 horas en interior, las plantas se encuentran en lo que se llama ciclo vegetativo. Una vez que la semilla germina y la planta nace, trata de crecer lo más rapido posible. Desde el punto de vista de una planta de maría, más grande significa mayor probabilidad de reproducirse. Si la planta es más grande, tiene más ramas para que crezcan flores y, por lo tanto, más flores pueden ser polinizadas por un macho. Cuantas más flores sean fecundadas, mayor número de semillas producirá la planta y más fácil será que alguna llegue a sobrevivir. Ell cultivador de cannabis también está interesado en que su planta crezca todo lo posible ya que a grandes plantas, grandes cosechas. Debe aprovechar esta tendencia natural de la planta y procurarle los nutrientes y el entorno más adecuados. El cannabis requiere para crecer sano agua, sol y nutrientes y un suelo donde agarrarse. Agua Las plantas necesitan agua abundante, aunque un terreno encharcado no es recomendable. La tierra debe drenar bien y secarse un poco entre riego y riego. El cloro que contiene el agua corriente no es bueno para la maría. Si dejamos el agua en un recipiente abierto durante un día, se evaporará el cloro. Conforme los días vayan siendo más calidos hay que aumentar la frecuencia de riego. Si hace mucho viento las plantas necesitarán más agua porque la evaporación aumenta. Sol El sol es otro elemento indispensable para que el cáñamo crezca sano. No debemos olvidar que las plantas utilizan la energía solar para convertir el agua y los minerales que absorben del suelo en alimentos. La maría necesita al menos cuatro o cinco horas diarias de sol directo aunque crecerá mejor con más. Lo ideal es situarla orientada al sur para que reciba sol todo el día. Nutrientes Los nutrientes son minerales que el cannabis absorbe, disueltos en el agua, a través de las raíces. El cannabis usa doce minerales distintos. Siete de estos minerales hacen falta en cantidades muy pequeñas que suele contener la tierra. Se llaman microelementos y algunos abonos comerciales los incluyen. Los otros cinco minerales son los más importantes. Son nitrógeno (N), fósforo (P), potasio (K), magnesio (Mg) y calcio (Ca). Los abonos pueden incorporarse a la tierra antes de plantar, como se hace con el estiercol, o añadirse después. Los abonos comerciales indican en la etiqueta las letras N.P.K. seguidas de tres números que corresponden a las concentraciones de nitrogeno, fósforo y potasio. En estos meses de ciclo vegetativo, en que la planta crece mucho, se necesita, sobre todo, nitrógeno. Hay que buscar un abono que tenga una concentración alta de nitrógeno respecto de fósforo y potasio y utilizarlo según indique la etiqueta. Será mejor si contiene calcio, magnesio y microelementos. Después cuando comience la floración buscaremos uno con más fósforo que nitrogeno, ya que el fósforo es muy importante para la floración. Se puede abonar pulverizando agua con algún fertilizante líquido sobre las hojas. Las hojas de las plantas también pueden absorver agua y nutrientes. De vez en cuando hay que puverizar sólo agua para que se laven los restos de sales minerales que pueda haber sobre las hojas. No se debe pulverizar las plantas cuando están en floración porque la humedad favorece la aparición de moho en los cogollos. Tierra Las raices del cáñamo requieren humedad pero también oxígeno. La mezcla de tierra que utilicemos debe permitir que las raices crezcan fácilmente manteniéndose esponjosa y aireada. Para lograr que la tierra adquiera la textura ideal se le pueden añadir diversos materiales como arena, grava, perlita, arcilla expandida o lava volcánica que facilitan el drenaje del terreno y su oxigenación. Poda En estos meses de crecimiento podemos dirigir la planta por medio de la poda. Las plantas podadas se ramifican más. El resultado son plantas más frondosas y tupidas con más ramas y, por tanto, más lugares donde crecer cogollos. Por otra parte, las plantas podadas son más compactas y pasan más desapercibidas. Aunque existen varias formas de podar, la más sencilla y segura consiste en contar las yemas terminales de las plantas para que estas se ramifiquen. Hay que evitar podar las yemas cerca de la floración porque podría retrasarla. Sexado A partir de las seis u ocho semanas de vida el cannabis comienza a mostrar su sexo. El primer indicativo del sexo de la planta se puede observar en los nudos medios y superiores del tallo central, donde nacen las primeras preflores o embriones de flores. En este número explicamos la técnica que permite saber el sexo de la planta antes de que la floración propiamente dicha comience. Hay que fijarse en un nudo; donde nacen la rama lateral y el peciolo de la hoja que hay bajo la rama, detras de la estípula (una pequeña hojita alargada pegada al tallo), nacen las preflores. Aunque cuesta un poco distinguir a los machos de las hembras, con la ayuda de una lupa y un poco de paciencia lograrás llegar a sexar tus plantas casi con un cien por cien de aciertos. La floración del cannabis comienza cuando la duración de los días decrece. Después de la noche de San Juan que marca el solsticio de verano los dias cada vez son más cortos y las noches más largas. Podemos hacer que una planta, o una parte de esta, florezca antes de tiempo haciéndole creer que los días son más cortos de lo que en realidad son, y cosechar esta parte de la planta en junio o julio. Así, probaremos en verano una muestra de lo que cosecharemos en otoño. En resumen, durante estos meses hasta que llegue la floración debemos podar las plantas y determinar su sexo. Además de esto, bastará con regarlas cada pocos días y abonarlas de vez en cuando. No está de más vigilar cualquier indicio de plaga que afecte a nuestras niñas. Si no hay más que unos pocos intrusos, no será muy dificil librarse de ellos pero, si la infestación es grave, puede que no salvemos la planta. En cualquier caso, en cuanto se detecte que una planta tiene algún tipo de plaga debe ser separada inmediatamente del resto para evitar que la peste se extienda. ©José T Gallego Cuando se acerca la época de siembra y para que la plantación vaya bien y, en otoño, la cosecha sea cuantiosa y potente, hay que prepararse a conciencia. Muchos de los errores más frecuentes en el cultivo del cannabis se pueden evitar con una correcta preparación de la cosecha. El cannabis necesita un lugar soleado, tierra esponjosa rica en materia orgánica y abundante agua. Un poco de dedicación durante el cultivo se verá recompensado con una mejor cosecha. Para cosechar cannabis de calidad, la planta debe crecer en inmejorables condiciones. Por otra parte, si creamos un ecosistema adecuado para la marihuana, las plantas se desarrollarán sanas y fuertes lo que nos ahorrará más de un quebradero de cabeza y mucho trabajo. Para empezar hay que localizar un buen emplazamiento para el huerto. La mayoría de los agricultores urbanos están limitados a sus terrazas por lo que poco pueden hacer por mejorar la situación. Los cultivadores rurales o los que planten cultivos de guerrilla, sí pueden escoger. El lugar ideal estará orientado al sur para que reciba el mayor número posible de horas de sol directo. Cuanto más sol tenga la planta, más grandes y potentes serán los cogollos. La marihuana necesita abundante agua y es conveniente que la haya cerca de la plantación. No es nada divertido pasarse el mes de agosto, que es cuando más riego necesitan, acarreando litros y litros de agua para las plantas. Es recomendable buscar un lugar discreto, a ser posible invisible para extraños, cotillas o vecinos. Siempre que sea posible el huerto deberá estar protegido de los vientos fuertes; una brisa suave beneficia y fortalece las plantas pero si el aire es demasiado fuerte tiende a deshidratar las hojas y multiplica el consumo de agua. También puede destruir parte de las glándulas de resina. Contenedores y macetas Plantar cannabis en macetas tiene su truco. Una maceta contiene poca tierra si la comparamos con la que tiene una planta que crece en el suelo. Con tan poco substrato, los nutrientes se agotan pronto, la tierra se seca con rapidez y el nivel de sales de la tierra crece con cada riego. En general las marías, para crecer bien, necesitan cuatro o cinco litros de tierra por cada 30 cm de altura. Para una planta de balcón de un metro y medio o dos metros irá bien una maceta de veinte o treinta litros. Cuanto mayor sea la maceta más fácil será abonar sin sobrefertilizar ni quemar la planta. Un tiesto pequeño pide problemas. Los tiestos de barro transpiran más que los de plástico. Esto hace que se conserven más frescas algo muy importante en un clima tan caluroso como el nuestro, pero se secan antes y hay que regarlas más a menudo. Las macetas de plástico son más cómodas por su menor peso pero se calientan mucho, especialmente las de color negro. Las blancas funcionan mejor. Cuando la tierra se reseca y se contrae queda un espacio de aire entre la tierra y la pared de la maceta. Las raíces que viven entre la tierra y la maceta quedan expuestas al aire y las altas temperaturas lo que suele matarlas. Al morirse las raíces, el crecimiento y desarrollo de la planta se ven perjudicados. Para evitar que suceda hay que mantener la tierra húmeda y fresca (sombreando los tiestos si es necesario). Siempre que veamos un hueco entre la maceta y la tierra, debemos taparlo. Es importante poner en el fondo de la maceta, antes de echar la tierra, una capa de grava, arlita, roca volcánico, etc. de unos dos centímetros que facilite el drenaje de la tierra. Los riesgos de regar en exceso, como pudrir las raíces., se evitan en parte con esta capa de drenaje. Las jardineras funcionan bien porque cabe una gran cantidad de tierra y varias marías pero, si una de las plantas resulta ser un macho o tiene alguna plaga es difícil sustituirla sin dañar las raíces del resto. Plantación en el suelo: la madre tierra Aquel que tenga un suelo donde plantar, parte con grandes ventajas: la cantidad de tierra de que dispone cada planta es muy grande y no es tan fácil que las sales se acumulen. Durante los meses más calurosos la tierra no se calienta tanto como cuando está en macetas. Sin embargo, aún plantando en el suelo, se deben tomar algunas precauciones. ¿Cómo es la tierra? Casi todas las tierras suelen ser una mezcla de arcillas, arenas y materia orgánica en descomposición. Cuando una tierra tiene una gran parte de arena, se denomina tierra arenosa. Estas tierras retienen mal la humedad pero drenan excelentemente y las raíces reciben abundante oxígeno. Las tierras arcillosas, por el contrario, almacenan mucha agua pero a costa de un peor drenaje y una oxigenación más pobre de las raíces. Al cannabis no le gustan las tierras arcillosas. La tierra ideal debe ser poco arcillosa, drenar bien pero almacenar la humedad necesaria, ser esponjosa y permitir una buena oxigenación de las raíces. Al mismo tiempo, debe tener una gran cantidad de materia orgánica. Si tiene la textura adecuada, la tierra húmeda debe compactarse y formar una pelota al apretar un puñado entre las manos pero se debe poder deshacer con facilidad. Si la tierra de que disponemos es demasiado arenosa o arcillosa, mejoraremos su textura añadiéndole materia orgánica: el compost, el mantillo o el estiércol bien descompuesto son elecciones seguras. Si la tierra es muy pobre también hay que añadir elementos nutritivos sea en forma de abonos orgánicos (compost, estiércol, guano, harina de sangre o de huesos, humus de gusanos…) o abonos granulares de acción lenta. Es mejor añadir los acondicionadores, especialmente si son orgánicos, unos meses antes de plantar para que se vayan descomponiendo y liberando nutrientes. A menudo resulta más adecuado hacer un buen agujero en el terreno, de al menos 50 cm. de diámetro y otro tanto de profundidad, y rellenarlo con tierra comercial de saco que intentar arreglar la tierra que tenemos. Esta técnica nos permite controlar con exactitud qué contiene la tierra. Para reducir el consumo de agua, es práctico cubrir el fondo del agujero con plástico lo que evitar la excesiva filtración del agua manteniendo la humedad cerca de las raíces. Para mejorar la tierra Múltiples y variados son los elementos acondicionadores que mejorar la textura de la tierra. Listamos algunos de los más comunes junto con sus características sobresalientes: Arena: Mejora el drenaje de la tierra y la aireación de las raíces. No es conveniente usarla como único acondicionador para una tierra arcillosa pesada, no sería suficiente. Grava: Mejora el drenaje. Pesa bastante. Es muy adecuada como capa de drenaje al fondo de la maceta. Arlita: son bolitas de arcilla expandidas con calor. Pesan poco, mejoran el drenaje y la oxigenan las raíces. Es un acondicionador excelente, aunque resulta algo caro. Perlita: almacena aire y nutrientes en sus múltiples orificios. Airea muy bien la mezcla y drena con rapidez. Es un material muy ligero que se puede transportar fácilmente, por lo que es ideal para el cultivo de guerrilla. No es nada sano respirar el polvo seco de la perlita, hay que mojarla antes de manipularla o usar una mascarilla. Vermiculita: es mica expandida con calor. Se utiliza para dar textura a las tierras que drenan demasiado porque absorbe gran cantidad de agua y nutrientes. Rocas volcánicas : Se utilizan para dar mejor drenaje a la mezcla, también airean las raíces. Su superficie rugosa, llena de huecos y agujeros, almacena agua, aire y nutrientes para las raíces. Compost: es materia orgánica en descomposición. Para fabricar compost se amontona la materia orgánica (hojas y plantas muertas, estiércol, restos de comida…), se humedece y se le añade algún elemento alto en nitrógeno (guano, orina, estiércol de pollos..) antes de dejarlo descomponer durante un año. Se puede tapar con una lona para acelerar el proceso. Si se añade compost a la tierra antes de que se descomponga bien, robará el nitrógeno a las raíces en lugar de proporcionárselo. Esto ocurre porque la descomposición de la materia orgánica requiere nitrógeno. Un buen signo de que el compost está listo para usarse y que liberará nitrógeno en lugar de consumirlo es un fértil y rico color oscuro. El compost contiene en ocasiones muchas semillas de malas hierbas o huevos de insectos. Estiércol: Hay muchos tipos de estiércol, dependiendo del animal que los produce: caballo, vaca, oveja, cerdo, pollo, paloma… Aunque su contenido en nutrientes varía, tienen buenas cualidades como acondicionadores del terreno. En general, es mejor usar estiércol bien descompuesto. Humus de gusanos: Son cagarrutas de lombrices. Constituyen un excelente abono para el cannabis a la vez que aportan textura a la tierra. Es muy difícil pasarse porque no quema las raíces pero no conviene poner más de un 30% de la mezcla. Turba: La turba es materia orgánica parcialmente descompuesta. Viene de zonas donde el frío y la humedad han logrado que la descomposición se produzca muy lentamente. Absorbe mucha agua y da textura a la tierra aunque si se seca completamente resulta difícil volverla a humedecer. Es ese caso funciona muy bien añadir dos o tres gotas de jabón líquido concentrado por cada cinco litros de agua de riego. El jabón contiene unos compuestos humectantes que facilitan que el agua moje la tierra homogéneamente. Seis recetas de tierra Se puede cultivar cannabis en substratos muy diferentes. En realidad basta con que drenen bien, sean esponjosos y aguanten algo de humedad. La perlita, la arena y la lava volcánica dan drenaje y oxigenación a la mezcla. La tierra, el estiércol, el humus de lombrices, la turba o el compost añaden humedad y nutrientes. La vermiculita aporta principalmente humedad. Cualquier mezcla que aporte oxígeno, agua y nutrientes a las raíces servirá. Las siguientes recetas de tierra son todas válidas para el cannabis; unas son más húmedas, otras drenan mejor…pero todas funcionan bien. Es importante vigilar la calidad de la tierra que usamos. La tierra fértil de prado puede ser muy buena pero también es posible que contenga semillas de malas hierbas o huevos de insectos. La tierra comercial de saco suele estar bien equilibrada y tener un Ph adecuado, algunas también se esterilizan para matar las semillas y los huevos. No se debe usar tierra vieja ya utilizada. La tierra usada tiene sales acumuladas y deficiencias de nutrientes. Siempre merece la pena plantar en tierra nueva, especialmente cuando se cultiva un vegetal tan preciado. Es importante mezclar los componentes de las recetas a conciencia para que no queden terrones y el substrato sea homogéneo. 1) 5 partes de tierra 2-3 partes de perlita 2 partes de humus de gusanos 1 parte de arena 2) 1 parte de humus de gusanos 1 parte de estiércol 1 parte de arena 3) 1 parte de turba 1 parte de humus de gusanos 1 parte de perlita 4) 4 partes de tierra 1 parte de vermiculita 1 parte de perlita 5) 2 partes de tierra 2 partes de compost 1 parte de arena 1 parte de perlita 6) 2 partes de compost 1 parte de perlita 1 parte de arena 1 parte de lava Selección de semillas Quizás el factor más decisivo para cultivar buena marihuana sea la calidad de la semilla. Los genes de cada semilla son como su libro de instrucciones y contienen la información de cómo será la planta cuando crezca. Son los genes de una semilla los que determinan su potencial: cuánta resina puede producir, el tamaño de los cogollos o la duración de la floración. Si una semilla no tiene la información genética para producir mucha resina, nunca la producirá por muy bien que se cultive. Es imprescindible plantar semillas buenas para cultivar buena marihuana. Las semillas suelen venir de tres fuentes: un amigo que cultiva, encontradas en marihuana comercial o de un banco de semillas. De las tres fuentes, el banco de semillas es la que más garantías ofrece. Podemos estar seguros que la semilla corresponde a la variedad que hemos comprado y que su genética ha sido seleccionada para la producción de resina. Las semillas de los amigos y las de la hierba comercial pueden ser buenas o malas pero no lo sabremos hasta la cosecha, tras varios meses de cuidados. Las semillas deben ser oscuras y de aspecto céreo, brillante. El tamaño de la semilla no es necesariamente un indicador de calidad. Descarta las semillas de color claro o huecas, también las que se rompan al apretarlas ligeramente entre el índice y el pulgar . Germinación La germinación de una semilla es su nacimiento, y debe ser realizado con cuidado. Para germinar, la semilla necesita humedad, aire y calor. Algunos cultivadores germinan sus cañamones directamente en la tierra. Hay que plantarlas a medio centímetro de profundidad y regar la maceta. Se puede poner un trozo de plástico de alimentos cubriendo la maceta para mantener alta la humedad. En el momento en que las plantas germinen se retira el plástico para no favorecer la aparición de hongos. No hay que regar seis veces al día; si se usa el plástico, probablemente un riego justo después de la plantación será suficiente hasta que las semillas germinen. Una vez que ya han nacido hay que regar cuando la capa de arriba de la tierra de la maceta esté secándose. Otros cultivadores prefieren germinar las semillas antes de plantarlas. Colocan las semillas entre dos servilletas de papel, bien húmedas pero no empapadas, dentro de un recipiente cerrado que mantenga la humedad. Las semillas tardan de uno a siete días en germinar. Cuanto más vieja es una semilla más tarda. Los cañamones que no hayan germinado en una semana probablemente ya no lo harán o, si lo hacen, darán lugar a plantas débiles. La semilla debe estar en contacto con el papel húmedo para que pueda absorber humedad y germinar. La germinación se produce normalmente sin problemas a la temperatura ambiente del interior de las casas. Si hace mucho frío y la casa no está entre los 20º y 30º C de temperatura podemos colocar el recipiente con las semillas en un lugar templado (encima de la nevera es un buen sitio) pero no demasiado caliente. No uséis un radiador, la temperatura es excesiva. Es muy recomendable vigilar las semillas cada pocas horas y pulverizar algo de agua para que no se sequen las servilletas. Una vez que la cáscara de la semilla se ha abierto y asoma la punta de la radícula (la primera raíz) hay que plantarla lo antes posible. Se debe plantar la semilla como a medio centímetro de profundidad, sin compactar apenas la tierra de encima y con la punta de la raíz hacia abajo. Con tierra nueva, no hay que fertilizar por lo menos hasta que la planta tiene tres semanas o un mes ya que los nutrientes que contiene son suficientes. Una vez que la planta ronde el mes debemos comenzar el programa de fertilización. Durante los meses en que el cannabis crece, necesitará un fertilizante con bastante nitrógeno (N), poco fósforo (P) y algo de potasio (K). Todos los abonos que se venden en las tiendas, listan en sus etiquetas el porcentaje que contienen de estos tres elementos. Aparecen las letras N-P-K seguidas de los porcentajes de cada cosa (por ejemplo, 10.3.5 o 12.6.6.). Consigue un abono que tenga, además, microelementos. Es más seguro abonar poco que mucho porque siempre se puede añadir más pero no siempre se logra salvar una planta sobrefertilizada. Como regla general utiliza la mitad o la tercera parte de lo que diga la etiqueta del abono. Las marías no crecerán más porque eches el triple de abono sino que se quemarán. © José T. Gállego El término clonación es universalmente conocido en este final de siglo. La culpa es de Dolly, una oveja blanca. Sin embargo, los cultivadores de cannabis llevan décadas clonando sus plantas para mantenerlas vivas indefinidamente y reproducirlas a placer. Los esquejes son la base de los grandes cultivos de interior y la materia prima con la que juegan los bancos de semillas. Los esquejes son el futuro del cannabis. El cannabis se reproduce de dos formas: sexual y asexualmente. La reproducción sexual es la más conocida; el macho fecunda con su polen las flores de la hembra, que a continuación fabrica la semillas. La reproducción asexual consiste en que una parte de la planta emite raíces y se convierte en un individuo independiente. Aunque esto pueda sonar a ciencia-ficción, la reproducción asexual es muy conocida en otras variedades de plantas como los geranios. ¿Quién no ha plantado alguna vez un esqueje de geranio? Para sacar un esqueje cortamos una rama y la plantamos en una maceta. En unas semanas echará nuevas raíces y comenzará a crecer, convirtiéndose en una nueva planta. Lo más interesante de esta técnica es que los esquejes son genéticamente iguales a la planta de la que salieron. Son sus clones. Cultivar cannabis a partir de esquejes presenta varias e importantes ventajas. La más obvia es que se acaban los problemas de sexado. Todos los esquejes de una planta tienen el mismo sexo que la madre. Es decir, todos los esquejes de una hembra serán, a su vez, hembras. Si sólo cultivamos esquejes de hembras es seguro que no habrá ningún macho en la plantación. Cuando sembramos semillas debemos contar con un 50 por ciento de machos. Para cosechar diez hembras tendremos que plantar unos 20 cañamones. Durante meses, hasta que muestren su sexo, cuidaremos de veinte plantas. Sin embargo, diez serán machos y tendremos que eliminarlas. Cultivando esquejes, todas las energías del cultivador se emplean con hembras. Los machos no existen en la plantación. Otra razón de peso para hacer esquejes es que nos permite mantener viva indefinidamente la planta que queramos. Si plantamos diez semillas de una variedad, no todas las plantas serán iguales. Alguna cogollará más y producirá resina más potente. Elegiremos la mejor planta como madre. En la siguiente cosecha, con esquejes, todas las plantas serán “la mejor”. Los esquejes nos permiten cultivar plantas que ya conocemos y sabemos que nos gustan. Se acabó la incertidumbre de si será o no potente la planta que cultivo. El tipo de colocón y la potencia de todos los esquejes serán iguales a la madre. Todos los esquejes de una planta son idénticos en sus patrones de crecimiento, tiempo de floración, necesidades de fertilizantes, etc. Al trabajar siempre con plantas iguales resulta mucho más sencillo planificar el cultivo. Todo el jardín madura a la vez y está listo para ser cosechado al mismo tiempo, algo especialmente útil si cultivamos en un lugar remoto o bastante inaccesible. Normalmente una planta de cannabis cultivada a partir de semilla no estará lista para florecer hasta que tenga de seis a ocho semanas de edad. Esto causa que algunas variedades se hagan muy grandes a partir de semillas, algo muy incómodo en el cultivo de interior. Los esquejes se pueden florecer en cualquier momento y con cualquier tamaño ya que su edad genética es igual a la de la planta madre. Los esquejes son plantas adultas y maduras desde que los cortamos. Los cultivadores de interior casi siempre trabajan con esquejes y los ponen a florecer con 20-50 centímetros de altura. Cultivando en interior, muchas plantas pequeñas rinden más que pocas plantas grandes. Los aficionados al cultivo de cannabis más recalcitrantes suelen apreciar, por encima de todas las otras ventajas, la posibilidad real de experimentar con los esquejes. Como todos los clones de una planta son genéticamente iguales resultan ideales para hacer pruebas y experimentos. Cuando queramos probar la efectividad de un nuevo insecticida, fertilizante, complejo vitamínico, etc. utilizaremos dos esquejes de la misma madre. Le aplicaremos a uno el producto habitual y al otro el nuevo producto que deseamos probar. Como los dos clones son iguales cualquier diferencia que encontremos entre ellos podemos atribuirla al producto aplicado. Sin embargo, no todo son ventajas cuando tratamos con esquejes. Los clones son iguales que sus madres, ni peores, ni mejores. Si la madre no es muy buena, los clones tampoco lo serán. Además comparten con la madre no sólo sus virtudes sino también sus defectos. Si la madre es poco resistente a los hongos, los esquejes tampoco serán fuertes frente a ellos. Si una cosecha de esquejes sufre un ataque de una plaga todos los esquejes sufrirán igual, puesto que son idénticos entre sí. Si la infestación es grave se puede perder toda la cosecha algo que difícilmente pasaría en una plantación de semilla donde unas plantas serían más fuertes y otras más débiles, con lo que alguna sobreviviría. Al principio de este artículo hemos dicho que para sacar un esqueje basta con cortar una rama y plantarla. Con este simple sistema algunos esquejes llegarían a enraizar, pero muchos morirían en el intento. Cuidando algunas variables, el porcentaje de esquejes enraizados será mucho mayor. Cuando cortamos un esqueje y lo ponemos a enraizar, sufre un terrible shock. Imagináos, le hemos cortado su suministro de agua y de alimentos provenientes de las raíces. Además, las células del tallo deben cambiar completamente su función. Mientras el esqueje estaba unido a la planta madre, el tallo se ocupaba de brotar nuevas ramas y hojas. Ahora, debe brotar raíces. Aunque todas las células de las plantas están preparadas para realizar cualquier función, el proceso de cambio es duro y extenuante. La función del cultivador consiste en lograr que este cambio se produzca de la forma menos traumática para la planta de manera que retome el crecimiento lo antes posible. El principal riesgo para los esquejes en los primeros días es la deshidratación. No tienen raíces por lo que no pueden absorber ni agua ni nutrientes. Para evitar que se deshidraten y mueran hay que situar los esquejes en un lugar de humedad elevada (más del 90%). Lo mejor es una bandeja de enraizamiento con tapa transparente o un acuario con tapa de cristal. Durante los primeros días permanecerá totalmente cerrado salvo por unas pequeñas rendijas de ventilación. Más adelante iremos aumentando las aberturas para lograr una mayor aireación. Durante el proceso de enraizamiento los esquejes no necesitan mucha luz. En interior, basta con uno o dos tubos fluorescentes; en exterior, un rincón abrigado donde no le de el sol directo. La temperatura de los esquejes es otra variable decisiva en los índices de supervivencia. Cuanto más estable y constante sea (día y noche) mejor. La temperatura ideal sería 25-28º C en las raíces y tres o cuatro grados menos en torno a las hojas, lo que minimiza la transpiración, y por tanto la deshidratación de los clones. La manera más sencilla de mantener constantemente estas temperaturas es por medio de una bandeja de enraizamiento de esquejes con calefacción (muy cómoda y bastante cara), o bien con un cable para calentar terrarios y acuarios (menos cómodo y menos caro). Algunos cultivadores han desarrollado métodos propios para calentar los esquejes; en realidad lo más importante es que la temperatura no baje por las noches y que las raíces estén algo más calientes que el aire alrededor de las hojas. La composición de la mezcla de tierra en que enraicemos los esquejes debe ser tal que se mantenga húmeda entre riegos y permita una buena oxigenación de las nuevas raíces. Hay quien mezcla perlita y vermiculita a partes iguales, otros echan tierra de castaño y humus de gusano, muchos simplemente tierra del saco. Manteniendo una humedad adecuada y una temperatura correcta y constante, los esquejes enraizarán en cualquier substrato. Los substratos muy aireados, drenan mejor y aportan más oxígeno a las raíces pero requieren riegos más frecuentes. Por el contrario, los substratos que más agua absorben, necesitan menos riegos pero las raíces no cuentan con tanto oxígeno. Merece la pena hacer una mención a los cubos de enraizamiento de lana de roca (rockwool). La lana de roca es un material que absorbe la cantidad de agua que la planta necesita a la vez que mantiene mucho oxígeno en contacto con las raíces. Este substrato es sencillamente perfecto para enraizar esquejes aunque algo más complejo de utilizar que otros más tradicionales. Es necesario ajustar el Ph del agua de riego y añadirle siempre abono porque la lana de roca no tiene ningún nutriente. En Holanda, todos los bancos de semillas, incluso los más “orgánicos”, hacen sus esquejes en cubos de lana de roca. Los principales inconvenientes de la lana de roca son el precio (cada cubo de enraizamiento cuesta 50 pesetas) y que no se encuentra en casi ninguna tienda. La lana de roca no es reutilizable. Una ayuda importantísima a la hora de esquejar son las hormonas de enraizamiento. Se presentan en polvo, líquido o gel y estimulan la producción de raíces. Compra hormonas para esquejes de madera blanda. Aunque las hormonas líquidas o en gel son las mejores no se encuentran fácilmente. Las hormonas en polvo también funcionan y las tienen en cualquier tienda. Hay que seleccionar la planta madre y dejar de abonarla una semana antes de sacar los esquejes. De este modo, las ramas se robustecen y los clones son más fuertes. Se riegan abundantemente las plantas unas horas antes de cortar los esquejes para que estén bien hidratadas. Se pueden usar como esquejes las puntas de las plantas o las ramas más bajas. Se escoge una rama y se le corta la punta (10-30 cm.). Se realiza el corte a medio camino entre dos nudos. Inmediatamente después de cortar el clon, hay que introducirlo en un vaso con agua. El esqueje se ha de poner con rapidez en agua para evitar que una burbuja de aire pueda entrar en el tallo produciendo una embolia que mataría a la planta. Para estar seguros, una vez bajo el agua, se realiza un segundo corte un poco más arriba (córtale 0,5-1 cm. al esqueje). Se limpian las hojas de uno o dos nudos del esqueje. Estos nudos estarán bajo tierra y, de ellos, saldrán las raíces. Para que un esqueje enraíce es necesario que al menos un nudo esté bajo tierra. Hay que preparar las macetas o cubos donde vayan a enraizar. Se riegan a fondo y se le hace a cada una un agujero en el substrato con un lapicero. El diámetro del agujero tiene que ser algo mayor que el del esqueje. Se saca el clon del agua y se introduce en las hormonas de enraizamiento. A continuación se planta con mucho cuidado. Es importante presionar el substrato alrededor del esqueje para que haga firme contacto con el tallo. Para que el enraizamiento sea correcto es necesario que el substrato toque el tallo. Se introducen los esquejes en el acuario o la bandeja y se pulverizan con agua (mejor si es destilada). Se tapa la bandeja de enraizamiento y se enciende la calefacción del esquejero. Es importante pulverizar de vez en cuando los esquejes para que no se sequen. Hasta que tengan raíces sólo podrán absorber algo de agua a través de las hojas. Después de cinco o seis días lo peor ya ha pasado y podemos comenzar a airear cada vez más el acuario. Los esquejes tardan en enraizar de una a seis semanas dependiendo, fundamentalmente, de las condiciones de cultivo. Cuando asoman las primeras raíces por los agujeros de las macetas o las paredes de los cubos de enraizamiento, se trasplantan a contenedores mayores. Una vez que tienen raíces ya no necesitan vivir en una atmósfera tan húmeda. © José T. Gállego