11001-0203-000-2010-02199-00

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República de Colombia
Corte Suprema de Justicia
Sala de Casación Civil
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrada Ponente:
MARGARITA CABELLO BLANCO
Bogotá, D. C., diecinueve (19) de diciembre de dos mil
doce (2012).
REF: Exp. 11001-0203-000-2010-02199-00
Procede la Corte a resolver el recurso de revisión
interpuesto por la Cooperativa Nacional de Transportes Limitada Copenal, frente a la sentencia de 14 de julio de 2010, proferida
por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá, dentro del proceso ejecutivo singular que en su contra
adujeron Guillermo Rodríguez Herrera y Juan Carlos Rodríguez
Gómez.
ANTECEDENTES
1.- Los ejecutantes, en el libelo demandatorio que
originó el presente litigio, deprecaron que se dictase orden
ejecutiva a propósito de lograr el cumplimiento coactivo de la
obligación de hacer contemplada en la cláusula décimo cuarta del
Contrato de Vinculación de Vehículo Parque Automotor - Copenal,
suscrito el 3 de enero de 2002, esto de un lado; y, de otro, el pago
de los perjuicios irrogados desde el 5 de marzo de esa anualidad,
tasados en la suma diaria de $250.000.oo., M/Cte.
2.- Librada aquella, le fue notificada personalmente a
la
parte
demandada,
aquí
recurrente,
quién
planteó
las
excepciones de mérito denominadas “inexistencia e invalidez de
la supuesta obligación que con base en el documento de fecha 3
de enero de 2002 se pretende ejecutar”, “carencia de causa del
supuesto contrato que aparece en el documento que se exhibe
como título ejecutivo” e “inexistencia de la supuesta renovación
del contrato que inicialmente se celebrara el 5 de marzo de 1998”.
3.- Surtido el trámite de rigor, la primera instancia
culminó con fallo estimatorio proferido el 11 de febrero de 2008,
por el Juez Once Civil del Circuito de esta ciudad, determinación
que apelada por ambos extremos litigiosos, el Tribunal, en su
resolución de 14 de julio de 2010, confirmó unos numerales y
“revocó” (sic) el tercero en el sentido de indicar que la ejecución
debía proseguir “en los términos del mandamiento ejecutivo, pero
teniendo en cuenta que deberán pagarse por concepto de
perjuicios la suma de $4.293.824 mensuales”.
4.- Frente a esta providencia, la ejecutada interpuso el
recurso de revisión que es materia de decisión.
EL RECURSO DE REVISIÓN
La Cooperativa impugnante invocó las causales sexta
y octava de revisión, alusivas, en su orden, a la existencia de
“colusión u otra maniobra fraudulenta de las partes en el proceso”;
y “Existir nulidad originada en la sentencia que puso fin al
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proceso”, a fin de que se anule dicho proveído, las cuales
fundamenta, resumidamente, en:
i) que entre ella y los señores Guillermo Rodríguez
Herrera y Juan Carlos Rodríguez Gómez se celebró, el 5 de
marzo de 1998, a fin de cumplir con el “requisito interno” para
obtener o renovar la tarjeta de operación que era del caso en aras
de circular, mas no,
“para generar efectos contractuales”, el
Contrato de Vinculación del Vehículo de placas SGT-510, que
tenía una vigencia inicial de dos años prorrogables, por lo cual
terminó el 5 de marzo de 2002.
ii) Por esa época, exactamente, el 21 de enero del
citado año, su Consejo de Administración dispuso que el
representante legal les informara a aquellos la ausencia de interés
en ampliar la duración de ese acuerdo de voluntades, dado que
no detentaban la calidad de propietarios del referido automotor,
requisito estatutariamente exigido a esos fines, asunto del que,
efectivamente, se les avisó con la debida antelación.
iii) Que Luis Alexis Camargo Marín, valiéndose de un
registro de la cámara de comercio se arrogó indebidamente la
calidad de su representante legal, habida cuenta que no contaba
con la póliza de “manejo y cumplimiento”, ni tenía contrato laboral
por lo cual no estaba “posesionado legalmente y en ejercicio del
cargo”.
iv) Que en esa supuesta calidad y sin que hubiesen
cesado los efectos del convenido negocio, el 3 de enero de la
misma anualidad, ajustó con los demandantes el “premeditado”
contrato.
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v) Que el verdadero representante de la cooperativa
era el señor Álvaro Corredor Sanabria.
vi) Que “los documentos y pruebas aportadas por la
parte demandante” fueron estimados y, por ello, “conllevaron de
manera fraudulenta y engañosa a lograr sentencia favorable para
el pago de unos perjuicios que no son de responsabilidad de
Copenal”, lo que originó, en la sentencia proferida, la nulidad
ahora reclamada de acuerdo a la causal octava de revisión,
puesto que el Tribunal, en punto del documento que soportó la
pretensión ejecutiva, no consultó en manera alguna “las normas
reguladores del Estatuto Nacional de Transporte, los Estatutos
vigentes de Copenal, la Ley Cooperativa (Ley[es] 79 de 1988 y
454 de 1998), que son las que regulan [su] funcionamiento, al cual
están sometidos los asociados, pero s[í] dio plena aplicación al
artículo 488” del Código de Procedimiento Civil, con lo cual
vulneró ostensiblemente el artículo 29 Superior.
Atendiendo la fijación de las anteriores circunstancias
fácticas, el gestor del recurso sostuvo que el referido convenio no
nació a la vida jurídica por haber sido elaborado clandestinamente
y sin autorización del aludido Consejo, así como avenido por
persona que no se desempeñó “legalmente como gerente” ya que
del citado registro meramente se desprendían efectos de forma
ante terceros pero no de carácter interno para negociar a su
nombre, según era necesario para los contratos de vinculación.
Adujo, así mismo, que, por una parte, conforme a la causal sexta,
“está
demostrada
la
maniobra
fraudulenta
de
la
parte
demandante”, puesto que el mentado arreglo no tiene apego a
ninguna norma legal ni estatutaria, sino que se efectuó con el sólo
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propósito de “fundamentar” la improcedente demanda ejecutiva
que a la sazón se adelantó en su contra; y, por otra, teniendo en
cuenta que la decisión de no prorrogar la vinculación del rodante
antes referido, a la empresa gestora del recurso, provino del
Consejo de Administración, el mecanismo idóneo para reprochar
tal determinación está contemplado en los artículos 45 de la Ley
79 de 1988, y, 408 y 421 de la ley de ritos civiles, procedimiento
que fue preterido por los ejecutantes.
Acotó, en fin, que los perjuicios pudieron ser evitados
por los accionantes en tanto que la vigencia de la Tarjeta de
Operación cesaba hasta el 24 de marzo de 2003, acaeciendo que
durante dicho lapso no trasladaron el rodante en cuestión a sus
terminales
de
ruta,
aparte
que
pudiendo
solicitar
su
desvinculación administrativa no lo hicieron, por lo que la
inmovilización vehicular suscitada, de la cual se persiguió derivar
la acción ejecutiva, corrió por la exclusiva voluntad de aquellos.
CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA
Los opositores, enfrentándose a las pretensiones,
arguyeron, en esencia, que según quedó acreditado en el
proceso, el contrato de vinculación sí fue suscrito por el
representante legal de Copenal, hecho que no fue desvirtuado
probatoriamente.
Al
efecto,
plantearon
las
excepciones
perentorias denominadas: i) “inexistencia de colusión o maniobras
fraudulentas en el proceso en que se dictó la sentencia que le
puso fin, prevista en el numeral 6° del artículo 380 del C. de P.
C.”, la que fundaron en que tal providencia se dictó sin que
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mediara ninguna maniobra fraudulenta de su parte, así como que,
a la postre, no se le causó perjuicio alguno a la revisionista; y, ii)
la de “inexistencia de nulidad en la sentencia proferida por el
Tribunal”, que descansó en la circunstancia de no haberse
incurrido en actuaciones que pudieran dar lugar a la nulidad
invocada, puesto que se dio pleno cumplimiento al “principio de la
legalidad del proceso” de que trata el artículo 29 de la
Constitución Política; y, iii) la de “imposibilidad de la parte
demandante de interponer el recurso de revisión, por cuanto no
interpuso el […] de casación contra la sentencia impugnada, como
lo establece el numeral 8° del C. de P. C.”, que gravitó en haber
sido omitido el ejercicio previo de ese extraordinario medio
impugnativo.
CONSIDERACIONES
1.- La Corte, en varias oportunidades, ha resaltado
que la inmutabilidad de la sentencia ejecutoriada es un
fundamento esencial del orden jurídico y soporte de los derechos
de los justiciados, tal como lo reconoció el legislador al instituir
como principio medular, en el tema, el de la cosa juzgada;
empero,
este
postulado
no
es
absoluto,
por
cuanto
la
entronización de la garantía de la justicia conduce a exceptuar de
él los fallos proferidos en aquellos procesos en los que tales
principios hubieren sido conculcados, es decir, si el actuar del
juzgador contraviene la propia normatividad vigente o las
prerrogativas de los ciudadanos, eventos en que, sin duda, en
aras de permitir su restablecimiento y en los casos precisos que
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contempla
la
ley,
deviene
posible
la
revisión
del
fallo
correspondiente.
Con el propósito de remediar esa situación, en orden a
resguardar las garantías procesales en el evento de haber sido
vulneradas, fue concebido el recurso extraordinario de revisión,
dirigido a quebrar la fuerza de la decisión, en los específicos y
taxativos casos autorizados por el artículo 380 del Código de
Procedimiento Civil.
La naturaleza extraordinaria del señalado medio
impugnativo comporta, no sólo que los motivos que lo autorizan
sean restrictos, sino que, por regla general, deben originarse en
circunstancias exógenas al proceso dentro del cual se dictó el
fallo opugnado, constituyendo, en esencia, situaciones novedosas
que, de haberse conocido, habrían conducido a otro resultado.
Fluye, entonces, que a través de este mecanismo extraordinario,
la normatividad procura liberar el ejercicio judicial de elementos
perturbadores de su legalidad y legitimidad.
Por tanto, en línea de principio, con este recurso no es
factible controvertir los cimientos que sustentan la sentencia
censurada, o discutir los problemas debatidos en el pleito, menos
propiciar una nueva oportunidad para formular hechos exceptivos,
tampoco reviste el propósito de mejorar la prueba aportada al
litigio, pues ello implicaría abrir la compuerta a una tercera
instancia.
Es incontrovertible que, por la naturaleza de este
mecanismo de defensa, la relación procesal que informa el trámite
cumplido en las respectivas instancias ya está cerrada o
concluida, luego no es posible replantear el conflicto.
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2.- Conforme se acotó, en el asunto que concita la
atención de la Sala, la parte recurrente invocó como causales
para la revisión del fallo adoptado, las previstas en los numerales
6° y 8° del artículo 380 ejusdem, es decir, en su orden, la que
consiste en “[h]aber existido colusión u otra maniobra fraudulenta
de las partes en el proceso en que se dictó la sentencia, aunque
no haya sido objeto de investigación penal, siempre que haya
causado perjuicios al recurrente” y, la referente a “[e]xistir nulidad
originada en la sentencia que puso fin al proceso y que no era
susceptible de recurso”.
2.1.- Sobre las “maniobras fraudulentas” cumple
memorar que la Corporación, de antaño, ha dicho que deben
involucrar un comportamiento o "una actividad engañosa que
conduzca al fraude, una actuación torticera, una maquinación
capaz de inducir a error al juzgador al proferir el fallo en virtud de
la deformación artificiosa y malintencionada de los hechos o de la
ocultación de los mismos por medios ilícitos; es en síntesis, un
artificio ingeniado y llevado a la práctica con el propósito
fraudulento de obtener mediante ese medio una sentencia
favorable, pero contraria a la justicia" (Providencias de 30 de junio
de 1988 y 11 de septiembre de 1990, entre otras, G. J., T. CCIV,
página 45).
Por consiguiente, con miras a establecer, ciertamente,
un proceder caracterizado por tales vicios, implica evidenciar
"(…) una conducta fraudulenta, unilateral o colusiva, realizada con
el fin de obtener una sentencia contraria a derecho, que a su turno
cause perjuicios a una de las partes o a un tercero, y
determinante, por lo decisiva, de la sentencia injusta. Todo el
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fenómeno de la causal dicha puede sintetizarse diciendo que
maniobra fraudulenta existe en todos los casos en que una de las
partes en un proceso, o ambas, muestran una apariencia de
verdad procesal con la intención de derivar un provecho judicial o
se aprovechan, a sabiendas de esa aparente verdad procesal con
el mismo fin" (Sentencia 243 de 7 de diciembre de 2000,
Expediente 007643).
En pronunciamiento posterior dijo:
“(…) desvirtuar las presunciones de legalidad y acierto
de que se halla investida toda sentencia judicial ejecutoriada, por
cuya presencia queda ésta, en principio, a salvo de nuevas
discusiones; en esa medida, se ve diáfano que no alcanzan a
tener el carácter de maniobras engañosas las actuaciones propias
del devenir del proceso promovidas por las partes en su
transcurso y sin ninguna ocultación que, por lo mismo, fueron
sometidas a consideración de los jueces y estuvieron sujetas a
controversia, independientemente de cómo hayan sido finalmente
tratadas o resueltas; ni las que resultan de procedimientos
supuestamente irregulares, los cuales justamente por haber
estado sometidos al escrutinio judicial excluyen la maquinación de
las partes” (Sent. 13 de diciembre de 2001, Exp. 160).
2.1.1. En lo que concierne con este asunto, atinente
con
las
supuestas
maniobras
engañosas
o
fraudulentas,
innegable resulta que las circunstancias expuestas como
generadoras de las mismas se circunscriben al hecho de que
entre los señores Guillermo Rodríguez Herrera y Juan Carlos
Rodríguez Gómez y, Luis Alexis Camargo Marín, este último
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aduciendo la representación de la sociedad impugnante, sin serlo,
se ajustó el “premeditado y clandestino” contrato de 3 de enero de
2002, mediante el cual a aquella se vinculó el automotor de placas
SGT-510, sin que, por demás, al efecto mediara autorización del
Consejo de Administración. Y lo cierto era, dicen los reclamantes
en revisión, que no ejercía esa calidad, pues no estaba
“posesionado legalmente y en ejercicio del cargo”.
Así las cosas, debe expresarse que, del suceso
narrado, origen de la causal, no emerge en dónde pudiera anidar
la deformación artificiosa de los hechos o la ocultación de los
mismos por medios que resultaran fraudulentos. No deviene
patente un proceder unilateral o colusivo a través del cual, una o
las dos partes, hayan desplegado conductas constitutivas de
fraude o maniobras determinantes de un pronunciamiento judicial
contrario a derecho, y generador de un daño al otro extremo ó a
un tercero. Circunstancias, todas ellas, que, sin duda, dada su
ausencia, tornan frustránea la revisión, pues, se reitera, las
supuestas maniobras no aparece que hayan sido urdidas por
parte de uno o de los dos extremos de la contienda, al menos
nada se vislumbra sobre el particular.
La Corporación, sobre el particular, entre otros
pronunciamientos, patentizó así su criterio:
“Para que se configure la causal sexta de revisión es
menester que exista una actividad consciente de la parte
encaminada a falsear , en detrimento del recurrente, la verdad en
el proceso, sin que pueda perderse de vista que el engaño no es
el error de hecho y de derecho, porque cuando en una sentencia
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MCB Exp. 2010-02199-00
se ha incidido en error de hecho o de derecho, y se demuestra, se
rompe en casación el fallo, pero nunca en el recurso de revisión”
(Sent. 4 de diciembre de 1995, Exp. 5269).
Luego, validando su postura al respecto, expresó lo
que sigue:
“(…) se estructura cuando las partes, o una de ellas,
despliega
una
actividad
deliberada,
consciente
e
ilícita,
encaminada a falsear la verdad, con miras a inducir en error al
juzgador, malogrando los derechos que la ley concede a terceros
o a los otros sujetos procesales, comportamiento que, obviamente
debe aparecer plenamente probado, pues la presunción de buena
fe que campea como un principio del procedimiento civil, debe, en
todo quebrarse” (Sent. 25 de julio de 1997, Exp. 5407).
Síguese, entonces, que para la configuración de la
colusión o fraude es necesaria la presencia de una voluntad,
claramente dirigida a generar o concertar un daño, asunto que en
el sub examen no es posible establecer por ausencia de
elementos de prueba sobre el punto. Esta situación se hace más
evidente si se tiene en cuenta que la suplantación o suposición de
la representación de la sociedad transportadora, por parte del
señor Camargo Marín, generando la suscripción del contrato
aportado como título ejecutivo, no se encuentra acreditada.
Empero, si en gracia de discusión se aceptara que
aparece la prueba de esta última circunstancia, lo que ello
revelaría sería una inoponibilidad de dicho acto frente a la
sociedad cuya representación no estuvo bien ejercida, mas no,
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MCB Exp. 2010-02199-00
como así se reclama, la formación o consolidación de una
maniobra
engañosa,
máxime
que
faltaría
entonces
la
demostración de un proceder tendiente a engañar al funcionario
judicial, o ha generarle daño a la contraparte, o a un tercero.
2.1.2. Las falencias señaladas, como se advirtió,
impiden brindarle acogida al presente recurso extraordinario, lisa y
llanamente, porque el sustento probativo que se precisa para
aniquilar y dejar sin efecto la providencia proferida dentro del
proceso ejecutivo, no está acreditado con la suficiencia exigida
por la normatividad. Proceder en sentido contrario generaría abrir
la compuerta para que por esta vía se exigiera un nuevo examen
o una reconsideración libre y sin limitaciones de los elementos
persuasivos, como si simplemente se tratara de una instancia más
del debate procesal.
Por lo demás, en el escrito contentivo del recurso
objeto de estudio, informa su promotor, que cuando se enteró de
la decisión de apremio ejecutivo propuso excepciones de fondo, a
través
de
las
cuales
planteó
defensas
con
argumentos
semejantes a los expuestos en esta etapa extraordinaria, las
cuales como fueron debidamente controvertidas y examinadas en
aquel momento “no constituyen causa eficiente del motivo en
análisis, desde luego que como se trata de circunstancias
discutidas y aparecidas en ese conflicto, o que la Cooperativa
pudo alegar en él, este conducto extraordinario no tiene cabida,
pues, de permitirlo se desnaturalizaría por completo el principio de
inmutabilidad de la cosa juzgada que de excepcional pasaría a
convertirse en general y ordinario” (Sentencia de 19 de diciembre
de 2011, Exp. Rev. 2008-01281-00).
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MCB Exp. 2010-02199-00
En
suma,
no
fueron
acopiados
elementos
de
persuasión en procura de establecer que la parte ejecutante, a
sabiendas, hubiese celebrado el apuntado contrato en forma
dolosa y con el propósito de perjudicar a la demandada; lejos está
también la prueba de estructurar un acuerdo malintencionado con
una actitud orientada a afectar los intereses de la sociedad
recurrente, punto que, itérase, fue definido dentro de las
instancias. Por consiguiente, bien puede afirmarse que no se
observó la ocurrencia de la causal 6ª de revisión relativa a la
“inexistencia de colusión o maniobras fraudulentas en el proceso
en que se dictó la sentencia que le puso fin”.
2.2.- La segunda de las causales invocadas, esto es,
la consagrada en el numeral 8º del artículo 380 del C. de P. C.,
relacionada con la nulidad ocurrida en la sentencia no susceptible
de recurso, como lo ha patentizado la Corporación, se exige “(…)
ante todo, que la nulidad debe tener origen en la sentencia
misma. Es decir, el vicio debe aparecer con la sentencia, y no con
una actuación o trámite que le anteceda. Por lo tanto, en aquellos
eventos en que la causal de nulidad se presente con anterioridad
al fallo, no tendrá aplicabilidad la causal octava de revisión.
“De la norma se desprenden dos circunstancias más
sobre las cuales la Corte ha hecho énfasis en numerosas
oportunidades: la sentencia debe ponerle fin al proceso, y no ser
susceptible de recursos”.
(…)
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MCB Exp. 2010-02199-00
“En el proceso ejecutivo, la causal octava de revisión
hace referencia a aquellas sentencias con las cuales termina el
proceso y no son susceptibles de recursos. Tales sentencias son
las que declaran probadas las excepciones esgrimidas por el
ejecutado. Las sentencias que ordenan seguir adelante la
ejecución no le ponen fin al proceso, y son, por tanto, ajenas al
recurso de revisión con fundamento en la causal que se estudia, a
menos que la parte afectada con el vicio hubiere promovido, sin
éxito, incidente de nulidad”.
(…)
“‘Pero si planteada la nulidad de la sentencia no se
tiene éxito, ya sea porque el incidente se decide negativamente o
porque no se le da curso, entonces sí se torna procedente el
recurso de revisión, es decir, porque en tal caso se agotan las
oportunidades de hacer valer la defensa en el proceso’”
(Sentencia de 29 de julio de 1995, Exp. 4875).
2.2.1.- En punto de la causal octava objeto de estudio,
para su prosperidad,
como fue anunciado en precedencia, la
normatividad vigente consagra dos requisitos de imprescindible
concurrencia.
Uno de ellos, huelga resaltarlo, desde ya, alude a la
improcedencia de recurso alguno en contra del fallo sometido a la
revisión. Y, efectivamente, la sentencia involucrada en esta
censura extraordinaria, no admite impugnación, incluyendo la
casación, contrario a lo expuesto por los ejecutantes y opositores
en este trámite, pues, sobre el particular, el artículo 366 de la
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codificación procesal civil, expresamente excluye sentencias de
naturaleza coercitiva de este último medio impugnativo. Pero,
además, debe resaltarse que la decisión mencionada no generó la
terminación de la acción ejecutiva, contrariamente,
dispuso la
continuación del mismo en procura de realizar los bienes
cautelados.
De otra parte, relacionado con el otro de los requisitos,
es menester la existencia y demostración por parte de la
recurrente, que en el texto de la sentencia que finiquita el proceso
y que es objeto de revisión, existen irregularidades con la fuerza
suficiente para invalidar dicho fallo, esto es, que el vicio que
dimana como constitutivo de nulidad “debe ser de naturaleza
estrictamente procesal, lo que evidentemente excluye los errores
de juicio atañederos con la aplicación del derecho sustancial, la
interpretación de las normas y la apreciación de los hechos y de las
pruebas que le puedan ser imputados al sentenciador. En realidad,
dicho motivo de revisión tiene por finalidad abolir una sentencia
cuando en ella misma o con ocasión de su pronunciamiento se ha
vulnerado el debido proceso o menoscabado el derecho de
defensa, cual ocurre, por ejemplo, si se dicta contra una persona
que no ha sido parte en el proceso o pretermitiéndose la etapa de
alegaciones” (Sentencia de 22 de septiembre de 1999, Exp. Rev.
7421); no se trata, entonces, de cualquier irregularidad ni tampoco
de una equivocada fundamentación de la providencia, o de un
yerro del juez en la apreciación de las pruebas ora en la
aplicación de las normas que deben dirimir el conflicto.
De ese modo las cosas, cumple señalar, al rompe, que
la premisa en que ha de apuntalarse el presente motivo de
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revisión, alusiva a la nulidad engendrada en la sentencia, no se
cumple en estas diligencias. Ciertamente, el compendio de los
fundamentos de la impugnación permite establecer que el recurso
extraordinario viene a utilizarse con el propósito de denunciar
yerros de valoración probatoria que no están condensados, como
una novedad, en el fallo de segunda instancia que, itérase, no puso
fin al proceso y, por el contrario, sin duda, puede aseverarse que
los mismos provienen, inclusive, desde la determinación adoptada
por el a-quo, los cuales, valga decirlo, conforme la descripción
realizada por la recurrente, no son de naturaleza procesal, pues
tienen que ver con el fondo del negocio que sustentó la ejecución.
Deviene incontestable que el supuesto vicio se gestó
desde el trámite surtido ante el funcionario de primer grado, a tal
punto que los fundamentos fácticos de
las excepciones
propuestas, aunque propiciaron su estudio en la determinación
final pertinente, no resultaron suficientes para brindarles acogida.
En ese orden de ideas, la irregularidad que hoy vuelve a ponerse
de relieve ya existía para el momento de la decisión del ad-quem
y, por supuesto, el actor del recurso extraordinario debía
conocerla, lo que en efecto, así resulta ser, pues, por esa razón,
precisamente fue que decidió impugnar en apelación la sentencia
del a-quo. Luego, el Tribunal, cuyo fallo es objeto del recurso de
revisión, al confirmar la providencia recurrida, en verdad, no
originó
yerro
alguno
que
habilite
este
procedimiento
extraordinario.
No sobra advertir que si la nulidad existía antes de la
sentencia adoptada por el tribunal, lo que le correspondía al actor
era proponer el incidente pertinente, asunto que no asumió.
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2.2.2.- Fijados esos derroteros, al ser definido el punto
objeto de controversia en este recurso de revisión en la sentencia
del juzgador que conoció del asunto en primer lugar, de fecha 11
de febrero de 2008, su origen no aparece en la proferida por el
ad-quem, situación que resulta suficiente para declarar la
improcedencia de la impugnación en cuanto que es notoria la
“inexistencia de nulidad en la sentencia proferida por el Tribunal”,
asunto que es corroborado por la propia demanda de revisión
cuando afirma que, “[l]a nulidad a que hago referencia, se originó
evidentemente en la sentencia de primera instancia, confirmada
por el Tribunal, pues a causa de haberse decidido en ella
negativamente las excepciones de mérito formuladas por la
pasiva, constituida para el documento ejecutivo, a la desviada
interpretación de las normas que rigen las alternativas en la
operación y prestación del servicio público, vinculación y
desvinculación de equipos, tarjetas de operación, establecidas en
el Estatuto Nacional de Transporte, los Estatutos de Copenal, la
Ley Cooperativa y las normas civiles y procedimentales, que rigen
el Contrato de Vinculación del automotor de placas SGT-510” (fl.
122, del presente cuaderno).
Así, resulta de claridad incontrovertible que la revisión
no devendría con respecto a un vicio nacido en la propia sentencia
del Tribunal, sino, contrariamente, en la del a-quo, cuyo estudio hizo
la Corporación mentada en desarrollo del recurso ordinario de
apelación, de donde surge que las irregularidades denunciadas
pudieron ser corregidas a través de los mecanismos previstos para
ello, por
ejemplo, la nulidad que hoy depreca, pero que debió
formular en su debida oportunidad, como así lo exige la Ley
Procesal Civil.
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Finalmente, quiere reiterar la Sala, que el tema
esbozado como motivo de revisión no se adecúa al supuesto fáctico
de la causal 8ª del artículo 380 del C. de P. C., para estructurar una
anulación de lo actuado, sino que, por el contrario, refleja una
percepción diferente del recurrente en cuanto a la valoración de
pruebas que realizó el funcionario judicial de instancia al estudiar
los mismos hechos de este recurso, pero propuestos como
excepciones de mérito dentro del proceso ejecutivo.
3.- En compendio, examinados en conjunto los medios
probativos acopiados, la Sala considera que no están colmadas las
exigencias necesarias para despachar en forma favorable el
recurso de revisión estudiado, motivo por el cual en ese sentido se
pronunciará.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de
Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley,
RESUELVE
Primero: Declarar infundado el recurso extraordinario
de revisión objeto del presente pronunciamiento.
Segundo: Condenar a la recurrente a pagar a la parte
ejecutante
los
perjuicios
y las
costas
causadas
con
la
interposición del referido recurso. Los primeros deberán liquidarse
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por el trámite previsto en el artículo 384 del C. de P. Civil, y las
costas serán tasadas por la Secretaría de esta Corporación, para
lo cual se estiman las agencias en derecho en suma de tres
millones de pesos ($3’000.000,oo).
Tercero: Comunicar esta decisión a la aseguradora
garante de los referidos perjuicios y costas, para los efectos de su
incumbencia. Ofíciese en tal sentido.
Cuarto: Devolver, cumplido lo anterior, el expediente
al juzgado de origen, junto con copia de esta providencia. Una vez
lo anterior, archívese lo actuado.
Notifíquese y Cúmplase
FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ
MARGARITA CABELLO BLANCO
RUTH MARINA DÍAZ RUEDA
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MCB Exp. 2010-02199-00
ARIEL SALAZAR RAMÍREZ
ARTURO SOLARTE RODRÍGUEZ
JESÚS VALL DE RUTÉN RUIZ
20
MCB Exp. 2010-02199-00
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