UNA EVALUCION HACIA LA REFLEXION Datos del autor Nombre

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UNA EVALUCION HACIA LA REFLEXION
Datos del autor
Nombre: Carlos Mario
Apellidos: Ramos Gelvez.
Fecha de nacimiento: 3 de septiembre 1989
Ocupación: estudiante
Escuela: Normal Superior del Distrito de Barranquilla
Facultad: Educación
Énfasis: Educación Artística
Semestre: v
E-mail: [email protected]
Resumen
Durante años diferentes paradigmas y autores pedagógicos han opinado sobre
la relevancia e importancia del acto evaluativo en la educación y de cómo y de
cómo esta influye en el proceso de enseñanza y aprendizaje del estudiante.
Mirar en la actualidad la evaluación como un acto reflexivo es darle un nuevo
sentido a este proceso de vital importancia en la gestión académica.
Palabras claves

Evaluación.

Educación.

Enseñanza.

Aprendizaje.

Teorías.

Reflexión.

Investigación.
Abstracts
The evaluation is a process very important in the education, subjected of many
changes and discussions.
The evaluation must be and act reflexive and critic in the school.
Introducción
La evaluación escolar es un proceso fundamental en la gestión académica,
reconocida por el Ministerio de Educación Nacional como pilar fundamental en
el proceso de enseñanza y aprendizaje, objeto de muchas controversias y
candíos a través de la historia.
La evaluación es un acto de suma importancia en la medida que tenga como
objetivo primordial la mejora continua de los procesos educativos y que sirva
como acto de investigación y reflexión de los modelos pedagógicos que
sustentan nuestro quehacer. Desde Dewey hasta Guillermo Bustamante en la
actualidad hemos visto un afán por darle una nueva mirada al acto de evaluar y
en procura de que sea un proceso mas objetivo y transparente.
La evaluación es un proceso indispensable en la educación, es un pilar que ha
estado presente desde el principio y se ha mantenido a través de la historia
educativa y que pese a los cambios que consigo traen los paradigmas
pedagógicos, seguimos pensando de manera lamentable que el estado
educativo califica todo el proceso de aprendizaje que ha llevado en un
determinado periodo de tiempo. El pasado de la educación no es muy distante
a su condición actual seguimos viendo maestros preocupados por las notas y
las cifras; que entre otras etiquetas al estudiante y hemos dejado a un lado el
verdadero aprendizaje, quizá consideramos y damos por hecho que una
evaluación aprobada en un tema aprendido y comprendido.
Es decepcionante que la evaluación la justifiquemos
y la limitemos a una
recolección de notas, a una escala comparativa o un método para recoger
valores del aprendizaje.
Entonces hemos seguido la línea de evaluación planteada por Skiner y Gadñe,
cuyo objetivo “es medir, jerarquizar y seleccionar los objetivos del aprendizaje”
convirtiéndola en medio de opresión y manipulación.
Siendo la evaluación un proceso tan importante a nivel educativo y que a
permitido aplicar un modelo pedagógico apropiado a partir del conocimiento de
los estudiantes, no es justo que se le da tan poco aprecio o que se le
reconozca su papel formativo integrador, en nuestras aulas y desde hace
tiempo, vemos y conocemos solo dos tipos de evaluación, oral y escritas, en
cualquiera de las dos la mayoría de veces no se alcanza dar significado al
conocimiento, porque además de exigir memorización, deja el juicio de lo
aprendido en manos del maestro, colocando al estudiante en un ambiente de
tensiones, nerviosismo y convirtiendo una vez mas a la evaluación; en palabras
de Virginia Aguilar “ en un instrumento de control social”.
Se ha venido pensando en el examen como una prueba a la inteligencia
estudiantil y no como un acto reflexivo de los procesos educativos, cabe
entonces preguntarnos ¿estamos en pro del desarrollo educativo y el
aprendizaje significativo o preferimos evaluar para medir y emitir juicios sobre
la forma como los estudiantes asimilan el conocimiento que le brindamos?.
La evaluación existe porque es un medio eficaz para garantizar que el
estudiante este preparado para afrontar positivamente la situaciones que se le
presentan a diario en relación al conocimiento aprehendido, la evaluación
encuentra su justificación siempre y cuando se tome a evaluar nuestra
evaluación docente, la eficacia de los métodos usados en el aula y no para
darle valor a lo incalculable; el conocimiento de nuestros estudiantes.
Ahora valga la pena recordar que a lo largo de la historia se han preocupado
por el verdadero sentido de la evaluación en el proceso educativo y al igual que
en la actualidad, diversos autores intentaron proponer nuevas formas de
evaluar, tal es el caso de Stevhouse y Dewey que aplicaron un modelo
pedagógico basado en el desarrollo personal y social del ser y que la
evaluación debe tener un fin diagnostico que sirviera para mejorar el
rendimiento escolar, y aunque se seguía tomando la evaluación como un
“comprobante de…” se lograron grandes avances en cuanto a su sentido,
además plantea las bases para centrar el currículo escolar de acuerdo a las
necesidades del estudiante.
Ver la evaluación como un acto reflexivo es romper los paradigmas que hasta
entonces veníamos usando, es saber que con cada acto pedagógico existe un
proceso de evaluación y que a cada estudiante le corresponde un tipo de
evaluación diferente, es reflexionar y llegar a la autocrítica de el quehacer,
entonces el verdadero proceso evaluativo esta mas en la practica que en un
papel, y se llegaría a un aprendizaje significativo en la medida que podamos
aplicar y relacionar el conocimiento con nuestra cotidianidad.
Y entonces… ¿Cómo probar que nuestros estudiantes comprenden los temas?
Lo que necesitamos es saber si nuestros modelos pedagógicos cubren las
necesidades de nuestros estudiantes
y evaluar mediante juegos, charlas,
chistes, teatro o un baile, independientemente del saber específico.
Somos los maestros los responsables de transmitir un aprendizaje significativo
a los estudiantes y todo empieza en las estrategias que usemos en el aula y
aclaro que no es necesario llevar grandes inventos o diseños para realizar una
clase o una evaluación con sentido, quizá no nos damos cuenta que bastaría
con cambiar nuestro tono de voz, cambiar la organización del salón, salir del
salón y partir de la realidad para llegar al conocimiento, entonces ni salo
estamos evaluando el proceso estudiantil, si no nuestro proceso, la creatividad,
el interés y la expresión.
La solución no esta en eliminar la evaluación de la educación o evaluar sin que
el estudiante lo note, está en comprender que la educación es una constante
evaluación-reflexión.
Parlett y Hamiltton decían “no se puede fijar a priori el contenido de la
evaluación, pues el va apareciendo en la medida en que avanza la
construcción del programa”.
Notablemente fijar lo que se va a evaluar es limitar el proceso educativo, es
limitar el aprendizaje, ponerle una meta al conocimiento. No existen pautas de
lo que se debe o no evaluar, porque todo debe ser evaluado de una manera
integral y como explica Parlett y Hamilton que aparece en los procesos
colectivos.
Si sabemos que los métodos de evaluación memorísticos usados por Skiner no
lograron
un aprendizaje en nosotros; ¿Por qué insistimos en usarlo con
nuestros estudiantes? Y peor aun ¿Por qué no intentamos romper con dichos
métodos?
La evaluación debe ser un proceso integral de investigación y reflexión que
llene de sentido el proceso educativo; un proceso planeado y continuo, donde
interactué el maestro y el alumno en igualdad de condiciones, como parte
activa y central de la educación, contribuyendo a los procesos de enseñanza a
través de la investigación y auto valorando a si mismo los procesos y los
modelos teóricos usados en la enseñanza y el aprendizaje, entonces la
evaluación se convierte en un proceso de construcción de saberes y sentido en
la escuela.
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