EL OTRO RENATO POBLETE - Pastoral en el Lugar de Trabajo

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EL OTRO RENATO POBLETE
Es sobrino del famoso capellán del Hogar de Cristo y, como él, es sacerdote y trabaja en el mundo
de los más pobres. Desconocido por muchos, aquí cuenta su historia que incluye África y las
parroquias más complejas de Santiago. Él dice que "siempre me he negado a ser cura de
sacristía".
POR PAULA CODDOU B. | RETRATO SERGIO LÓPEZ
¿Ha sido una carga o una ayuda llamarse igual? -Ayuda no. Porque a mí me gusta ser yo responde.
En la Compañía algunos se lo decían para molestarlo, pero él mismo también hacía la broma. "Yo
decía: 'soy el padre Poblete hijo' " (se ríe).Lo cierto es que Renato Poblete Ilharreborde fue el único
sobrino cura de Renato Poblete Barth. El padre Renato era el hermano menor de Carlos -padre del
actual padre Renato- y de Sergio Poblete Bahr. Los tres nacieron en Antofagasta, tierra que el
padre Poblete sobrino conocería ya de adulto, cuando la Compañía de Jesús lo mandó a esos
cerros pelados que lo impactaron.La relación se estrechó cuando Renato sobrino ya era más
grande. En su infancia había sido el tío que venía de sotana a veces a la casa. Ese por el que la
abuela los hacía rezar "para que fuera un santo sacerdote". Se hicieron muy amigos más al final,
cuando padre Poblete tío estaba viejo. "Cuando no era ya el director del Hogar de Cristo e íbamos
los dos a Pichilemu a ayudar al cura en la Semana Santa. Llegaba el momento de la Resurrección
y yo decía: 'Escuchemos al padre Renato para ver cómo veía el Padre Hurtado al Cristo
resucitado'. ¡Y él se sentía feliz! Renato fue un hombre tocado por el Padre Hurtado", dice su
sobrino.Cuando el padre Poblete murió, el 18 de febrero de 2010, y llevaron su féretro en la
camioneta verde del Padre Hurtado, su sobrino Renato iba junto al conductor mientras lo llevaban
en medio de una multitud que lo despidió hasta el Hogar de Cristo. "Fue impactante. Impactante
ver a la gente A un curadito que yo conocía que se arrodilló. A mí se me caían las
lágrimas".También se emociona hoy al recordarlo, en la oficina de la Fundación Paréntesis, de la
que es capellán, ubicada en lo que fue la maternidad del antiguo Hospital San José. Ahí trabaja
con gente con problemas de adicción. Tiene la barba y el pelo más canosos que en una foto donde
aparece con Juan Pablo II, que tiene en una pared, pero igual de abundante. No heredó la "pelada"
del padre "Renato tío" -como le dice a veces-, pero sí la forma de cara, los ojos vivos y
transparentes, y el hablar acelerado y algo disperso. Viste una chaqueta de tweed con una cruz en
la solapa, una camisa oscura. Tiene 64 años, 42 de los cuales los ha dedicado al sacerdocio, en
Antofagasta, en África, en parroquias populares porque el mundo de los pobres ha sido el suyo.
También es capellán de "Esperanza Nuestra", que trabaja con adultos discapacitados, y que fue
fundada por un jesuita a fines de los 60; y de "Rostros Nuevos", para la discapacidad psíquica. Las
tres son del Hogar de Cristo. A todas les dedica tiempo. Fue en el Hogar de Cristo donde trabajó
en los 90 con Renato Poblete Barth, quizá el más célebre capellán de la institución después del
Padre Hurtado. Un lazo de sangre que a Renato Poblete Ilharreborde lo enorgullece, pero que
también le ha pesadoNo era fácil ser dos Renatos Pobletes. "Una vez tuve un choque en la
Costanera. Apareció por ahí que había chocado el padre Renato. En la noche llegaron unas
camionetas con luces y unas antenas a mi casa. '¿El padre Poblete vive aquí?' 'Sí, vive aquí'.
'¿Tuvo un choque?' 'Sí'. 'Y está bien?' 'Está bien'. '¿Podemos hablar con él?' 'Están hablando con
él' . Buuu, se bajaron las antenas -se ríe- y se fueron. Yo lo conversaba con el tío Renato. Él me
decía: 'Si a mí me va bien, te va a ir bien a ti'. No es fácil. Pero él me daba bastante libertad, creía
en lo que yo estaba haciendo". Juntos crearon la pastoral en el Hogar de Cristo, el
acompañamiento de la gente. Pero cuando muchos años antes sintió el llamado sacerdotal, quien
lo llevó a los jesuitas no fue su tío Renato. "No quise hablar con el tío Renato. No quería que
dijeran: esta es vocación por el tío. A la gente a veces le cuesta distinguir. Hasta en la Compañía lo
he sentido". Al padre Poblete tío le gustaba de su sobrino que era un hombre práctico, menos
teórico. El padre Renato decía: "A los teóricos ponlos en un lugar solos y se mueren de hambre".
"El tío Renato era práctico", dice su sobrino hoy.-¿Le costó mucho a él dejar el Hogar de Cristo el
año 2000?-Le fue difícil. Porque el Hogar de Cristo son rostros, personas concretas. No le dolió
dejar de ser director o capellán, sino ver si iba a tener ese contacto con las personas, no solo los
pobres sino las personas que ayudaban. Porque la genialidad del tío Renato era hacer puente.¿Qué lección le dejó el padre Poblete?-Que el cristiano no se debe jubilar nunca. El tío Renato
murió con las botas puestas. -¿Qué cree usted que habría pensado el padre Renato de la crisis de
credibilidad de la Iglesia?-Acuérdate que a él lo llamaban "el obispo ambiental" porque mostraba a
Jesús en todos los lugares. Yo creo que habría ayudado bastante. A él le preocupaba la Iglesia
haciéndose Iglesia, aportando. Ese era su gran valor.-¿Usted cree que habría retado a Felipe
Berríos por su entrevista en TVN o le habría encontrado razón?-Él quería mucho a Felipe Berríos,
le habría matizado algunas cosas, pero lo habría apoyado. Si Felipe dijo cosas muy lindas. Muchas
de las cosas que ha dicho Felipe las está diciendo este Papa: quiero una Iglesia pobre para los
pobres. Que no sea desde arriba, que sea capaz de ponerse en la situación del otro. Y eso es San
Ignacio. -¿Es verdad que él le dijo a Felipe Berríos que no se fuera a África?-No lo sé, no puedo
hablar por el tío Renato. El que le dijo que no se fuera fui yo, y le dije muchas veces ¡¿Qué estás
haciendo?! Tenemos un amigo en común, el padre Guillermo Marshall, que murió y fue Provincial y
me decía: "oye, llama a este gallo y dile que qué está haciendo allá en el África". Porque quería
tenerlo acá-¿Se sufre mucho en África? -No, cuando yo estuve en el África estuve feliz. Yo nunca
trabajé con Felipe directamente -él estaba en Infocap, yo en otras cosas- pero él no está allá
porque está arrancando. Hace tiempo que era lo que quería y está haciendo una misión
maravillosa. Renato Poblete Ilharreborde nació en Valdivia, porque sus abuelos tenían campo allá
y su padre agrónomo conoció allá a su madre, Paulette Ilharreborde, una francesa llegada a Chile
a los 14 años y que hoy tiene 92. "Todavía pinta, es alegre, de una apertura al mundo enorme, lo
menos moralizante que hay, tolerante", dice de su mamá. Él fue el cuarto de cinco hermanos. Se
vino de niño a Santiago por un asma de su madre y lo matricularon a mediados de los 50 en la
Alianza Francesa, para que aprendiera el idioma materno. "Lo que me gustaba de la Alianza -y que
eché de menos después, cuando fui crítico de otros colegios- es que era mixto. Me parecía algo
tan normal". Dice que esa formación mixta y laica le dio amplitud de mente. "Yo vengo de familia
católica donde hay curas por lado y lado. Y un pariente lejano cardenal (Echegaray). Tías monjas
por montones". Pero no fue problema.Se queda un momento en silencio y sonríe: "Hasta tercero
básico en la Alianza yo creí que era judío. Porque me preguntaron (para las catequesis) si era
cristiano y yo no había escuchado ese término. 'No', dije. 'Ah, entonces judío'. Hasta tercero básico,
en que le pregunté a mi mamá: ¿Qué son los cristianos? '¡Nosotros, pues!', me contestó. 'Pero
cómo, si yo estoy hace tres años con el rabino'". Y se ríe. "Lo pasábamos estupendo, eran
encantadores", dice y menciona las fiestas que celebraba. "Y cuando viene algún judío y me dice
'Padre, usted nos va a entender' les digo: 'Cómo no los voy a entender, si mi infancia fue judía' ".
Creció en una casa en El Bosque con Isidora Goyenechea. Su padre iba y venía de Valdivia
primero y luego de un campo que tuvo en Requínoa. De la Alianza Francesa lo cambiaron en
media al Luis Campino, colegio de hombres y católico. "Al comienzo me pateó. Me cargaba eso de
puros hombres, cerrado, llegaba una profesora medio feucha y la miraban... esa cosa tan artificial".
Renato Poblete decidió ser cura durante la Unidad Popular, mientras estudiaba Agronomía en la
UC. No era político, nunca enganchó, dice, con los gremialismos o el MAPU. "Yo era bastante libre
y mi parte cristiana tampoco la vivía en la política".Fue el sacerdote Mariano Puga, amigo de su
hermana, quien lo llevó a los jesuitas. "Yo quería ser diocesano, el seminario de Santiago estaba
cerrado. Mariano estaba enfermo, lo fui a ver a la casa y me dijo: 'Vente a la Compañía de Jesús.
Si los jesuitas son muchos más que tu tío, quién va a pensar que fue por tu tío'. Y la verdad, el tío
no influyó. Fue dos veces a verme al noviciado, muy poco. Me hubiera gustado que fuera más
veces, pero quizá pensó en dejarme libre. Nunca influyó en ninguna de mis decisiones". Estudió
Filosofía, Teología y partió a Antofagasta, tierra que no conocía pese a que ahí nació su papá.
Llegar a esos cerros secos, dice, fue difícil. Ahí hizo clases de Filosofía y Francés en el Colegio
San Luis. Se quedó allá un año. Y después de estudiar en Roma y trabajar en África volvería a
pasar otro período en el norte. Se ordenó sacerdote el año 81. El año 82 partió a Chad, África, por
el Servicio Jesuita de Refugiados, creado en 1980. "Fue una experiencia maravillosa. La gran
preocupación del padre Arrupe -en ese tiempo el provincial general de la Compañía eran los
refugiados", dice. Chad estaba en plena guerra con la Libia de Jadaffi por la franja de Auzú, en el
norte de su territorio. Cuando bajó del avión, en Yamena, estaba todo bombardeado. Lo mandaron
a una parroquia en la frontera con Camerún. Ya estaban volviendo los refugiados de la guerra y su
trabajo era ayudar en la reconstrucción de sus casas. Dice que era una pobreza tremenda, pero
que nunca le faltó para comer, que por las noches sentía el sonido maravilloso de los tambores, y
que vivía cuidado por la gente. Cuando volvió de África a Chile, le pidieron trabajar en la parroquia
Jesús Obrero, como mano derecha del jesuita Ignacio Gutiérrez, un cura muy carismático y
mediático que finalmente dejó el sacerdocio porque se enamoró de una mujer. Fue un escándalo
en ese entonces. "Él hizo un bien tremendo en la parroquia. Formó gente, un hombre de unas
condiciones extraordinarias. Pero, por otro lado, están estas cosas... Y también uno comprende las
pequeñeces del ser humano, pero poniendo en la balanza las cosas.Y la gente sencilla perdona,
se quedan con lo mejor.-¿Cree que algún día el juicio hacia Cristián Precht va a hacer ese
análisis?-La gente va a ser posiblemente misericordiosa. Ahora, a mí me molestó eso de "me
merecía mi tironcito de orejas", no. La embarraste. Me dolió. Me duelen las personas dañadas. Me
duelen esas situaciones de descontrol. Yo trabajo con chiquillos con dolor, en la droga, que te
abren sus vidas. Y de qué manera hacer el bien sin producir dependencia...Es tan fácil sentirse
importante, sentirse que los estoy ayudando. Si eso significa que estoy produciendo
dependencia.... Hay una línea que es fina. Es delicado. Sobre todo si han sido personas débiles,
frágiles.-¿No se ha replanteado el celibato con todos estos casos?-No es tema de celibato. He
escuchado tantos años casos de abusos en chiquillos. Yo creo que el celibato es una norma de la
Iglesia, que en muchos partes ha sido bueno. Yo, por mi trabajo, no me hubiera imaginado como
casado.Y saca a relucir su humor: "Tuve una polola de joven. Pero después de muchos años la
volví a ver y estaba tan gorda, que pensé que en puro pan ¡me habría costado un censo!". Luego
se pone serio y agrega: "Tengo la suerte de tener una linda madre, mi hermana, mi cuñado, y eso
ha sido un apoyo para mí. La imagen de la mujer tan positiva. También en la parroquia. ¡La
valentía de las mujeres!El padre Renato Poblete corre. Es la mañana del 2 de julio de 1986. Le
acaban de avisar que en un incidente entre jóvenes y militares en una barricada en el barrio Los
Nogales, en Estación Central, resultaron gravemente quemados Carmen Gloria Quintaba y Rodrigo
Rojas De Negri. Él murió cuatro días después. Ella quedó con el 62 por ciento del cuerpo
quemado. El padre Poblete era el párroco. -¿Usted nunca se radicalizó en esa realidad que le tocó
en esos años? -Uno no busca modelos, se da la situación. Me tocó acompañar a la familia de la
Carmen Gloria. Uno responde a esas situaciones completamente y me la jugué. Tratando de
explicar esta situación y mucha gente no creyéndome: "no, es que estos son así". Y esos curas
que la gente cree que están radicalizados no sienten odio. Desde el Evangelio lo hacen porque ahí
está Jesús. Uno se puede enterrar o se puede abrir. Y yo me abrí. En esos años también recibía
en su parroquia a alumnos del Colegio San Ignacio, que iban a hacer sus "trabajos de fábrica", a
compartir con la gente de las poblaciones. "Los marcaba. Y entre esos muy marcados está nuestro
actual canciller Alfredo Moreno, gran amigo mío", cuenta. En cambio le daba -y le sigue dandorabia cuando confesaba jóvenes "con complejos de culpa. ¿Quién te dijo?, ¿quién te metió eso en
la cabeza? Culpabilizados. Esos cabros -muchos de comunión diaria- a los 20 años mandan a la
cresta todo. Cuando dicen 'yo no quiero más misas porque me llenaron de misas obligatorias'. En
algunos de los colegios católicos, ¿qué manera de evangelizar es esa?", dice. -¿Y usted nunca
tuvo una crisis de vocación?-Eso siempre está. Pero crisis de crecimiento como dicen hoy día dice, y suelta una carcajada-. Crisis de crecimiento.-¿Pero las ha tenido?-De mi vocación misma,
no. Sí he tenido molestia, rabia, me molesta mucho cuando no se involucra suficientemente a la
gente. Yo entré a una Iglesia tremendamente viva, del cardenal Silva Henríquez. Vi esa Iglesia
concreta, jugada. No digo que todo lo que se hacía ahí era una maravilla, había cosas súper
ingenuas. Pero era una Iglesia que era identidad. Cuando volvió la democracia, en nuestra primera
reunión en la zona oeste oí: "Volvimos a lo propiamente nuestro". Me cayó como patada en la
guata. Muchos creían eso. La catequesis es un servicio por supuesto, pero lo propio de la Iglesia
es el mundo. "Volvemos a lo nuestro", como a la sacristía. No. No -dice con vehemencia-. Yo
siempre me he negado a ser cura de sacristía y la Compañía de Jesús tiene muy poco de eso. No
tener miedo a los grandes desafíos. No tener miedo al que piensa distinto. Y este Papa tiene esto.
La gente no se siente juzgada. Volver al Evangelio, como dice el Papa. A ser una Iglesia pobre, no
en lo material sino una Iglesia que pregunte. El pobre pregunta. Más misericordia. Como decía el
Padre Hurtado, y muchas veces se lo escuché al padre Poblete tío: no hay que moralizar lo que no
se ha evangelizado primero. Muchas veces hemos confundido con evangelizar. Y muchas veces
hacemos que la gente se acerque a uno con complejo de culpa, como cristiano de segunda
categoría.-¿Cree que es más complejo para los sacerdotes esta nueva realidad? El matrimonio
homosexual, la eutanasia, temas que en los 80 nadie hablaba.-Hay que tener cuidado cuando uno
habla de esos temas, hay que ser muy respetuosos. Hay que tener cuidado para no herir, para no
ser moralizante, no hablar en blanco y negro. Las cosas no son en blanco y negro. Son matices. ¿Qué piensa del matrimonio homosexual?-Hay situaciones que hay que solucionar. La Iglesia no
habla de matrimonio. Pero es muy injusto hacia personas que a veces han vivido, por ser
homosexual, situaciones de dolor, de atropello, la sociedad que no los apoyó. Y hay que
acompañar con mucho respeto. No acompañando como "nosotros que somos los buenos".... Una
sociedad tiene que pensar qué hacer legalmente para que no queden desprotegidos."Este
escritorio me costó 30 lucas", dice. Un escritorio fino que encontró en una bodega y que arregló por
esa plata, como ha arreglado miles de cosas en su vida. Renato Poblete tiene dotes especiales
para reparar y mantener cosas antiguas y es, entre otras muchas cosas, el encargado de la casa
de Calera de Tango de los Jesuitas (de 1776) lugar donde se hicieron casi todas las obras
importantes de orfebrería de la Colonia y fue una fuente de artesanos-¿No cree que usted debió
darse a conocer más entre la gente que toma las decisiones? ¿O fue una opción no hacerlo?-No,
tal vez me hubiera gustado que me escucharan, A veces en la Compañía de Jesús tampoco
escuchan a todos. Es más problema de uno no darse a conocer. Pero a mí no me gusta eso de
darse a conocer, sino más bien por los frutos. Una vez me entrevistaron por la discapacidad física,
y me molestaba que yo, cura, hablara de eso. Me gustaría que no solo me conocieron a mí sino a
la gente con que hemos crecido juntos. Dice que Paréntesis le ha significado mucho más que
conocer de cerca el mundo de la adicción. "Me significa haber aprendido a ser cura con la gente.
Uno no está acostumbrado cuando estás con los chiquillos en una terapia y de repente te
preguntan: ¿Padre, y usted no tiene ningún problema? Y ahí uno se da cuenta de que la debilidad,
en el buen sentido, te hace mucho más fuerte. No tener miedo a decir: 'Sí, yo también tengo
problemas' ".
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"Muchas veces hemos confundido moralizar con evangelizar. Y hacemos que la gente se acerque
a uno con complejo de culpa""Cuando volvió la democracia, en nuestra primera reunión en la zona
oeste oí: "Volvimos a lo propiamente nuestro". Me cayó como patada en la guata""Es más
problema de uno no darse a conocer. Pero a mí no me gusta eso de darse a conocer, sino más
bien por los frutos. Una vez me entrevistaron por la discapacidad física, y me molestaba que yo,
cura, hablara de eso"
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