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El padre - Manager
Autor: Javier Imbroda
Es digno de analizar por sus características de
actitud y comportamiento y, por supuesto por la
influencia que puede llegar a tener en el niño o joven,
éste, lógicamente por su edad, inmadurez y
ascendencia paterna o materna asiente a casi todo,
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desconociendo normalmente las consecuencias que
derivan de esa influencia. ¿Cómo distinguirlo?, es
fácil, no suele faltar a casi ningún entrenamiento y partido, pero ojo,
no confundir con padres que acuden por otro tipo de circunstancias (
transporte, desplazamiento,...), y que suelen tener una actitud
discreta, apoyando y animando a sus hijos de una forma elegante y
digna de elogio, los otros no, suelen tener una actitud activa, grabando
con vídeo, toman estadísticas, notas técnicas, cuentan los minutos de
juego, hablan ( ¿),..., para después utilizarlas en general de la
siguiente forma: su hijo ( y el pobre no tiene culpa ), casi siempre lo
hace bien, si lo hace mal, el responsable es el entrenador que no lo
entiende o incluso le quiere hacer daño, o que sus compañeros son
peores, no le pasan bien, no le bloquean, o que el club no le atiende sus
demandas económicas o de material,..., siempre hay algo. ¿ Cuántos
entrenadores, colegios o clubes, sobre todo en categorías inferiores,
han tenido que soportar a este tipo de personaje?, es decir, ese celo,
cariño y protección mal entendida, hace que al niño o joven lo vayan
liberando de responsabilidades progresivamente, convirtiéndose en un
niño consentido y "diferente" al resto, dentro de un grupo que debería
ser homogéneo y sobre todo que vaya evolucionando de una forma
natural en función de su edad, sin distinciones, uno más, que está
aprendiendo el valor de las cosas, ilusión y un espíritu de sacrificio
capaz de superar las adversidades que seguro se presentarán. Por
tanto, en vez de orientar sus inquietudes de una forma positiva,
terminan convirtiéndose en una especie de manager, defensor de los
llamados intereses de su hijo o ¿ cliente?, y todo ello, y asómbrense,
con chicos en edades tempranas. ¿Cuáles son las consecuencias?, pues
normalmente, cuando el hijo madura lentamente, ya que su proceso es
diferente al resto, no suele terminar agradeciendo el "apoyo prestado"
de su padre, aburrido del juego por la presión que ha tenido que
soportar, diluyéndose en un jugador más cuando pudo ser algo más
importante. ¿No se dan cuentan del daño que les hacen?. En deportes
individuales también se produce este fenómeno, por ejemplo en tenis,
estamos acostumbrados a verlo de una manera habitual, pero existe una
gran diferencia y es que sencillamente es individual, no participa dentro
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de un colectivo donde la convivencia es total, por ello entraríamos en
otro tipo de educación. Con algunos entrenadores pasa algo parecido,
asumen el papel de descubridor y manifiestan un tanto a la ligera y de
forma irresponsable, las grandezas de su jugador cuando todavía está
en fase de formación, jugador que es incapaz de asimilar lo que dicen
de él, entre otras cosas por su edad. Si este tipo de entrenador se
junta con un padre-manager, la mezcla puede ser explosiva para
desgracia del chico y su entorno. En mi experiencia como entrenador he
conocido diversos casos de este tipo que he ido analizando con el
tiempo, y las consecuencias no han sido demasiado agradables, y aunque
encontremos excepciones que confirmen la regla, no podemos adulterar
un proceso natural de formación educativa que es básica para el
desarrollo posterior de la persona con la excusa de tener un diamante
en bruto, porque en la mayoría de las situaciones termina siendo un
bruto que pudo ser diamante.
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A mis padres, a mis entrenadores, a mis mayores
Autor: Javierimbroda.com
Sé lo que ustedes quieren. Cada uno me lo demuestra en todo momento y en todas
partes y en honor a ese cariño que me brindan y que Yo también siento hacia ustedes
quiero que me den la posibilidad de ser libre, de crecer de la manera más pura, más
simple y desatada de obligaciones que pueda.
Déjenme jugar con la alegría que represento. Déjenme ser
un niño, que a mí me gusta serlo.
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No quieran que logre cosas que tal vez sean importantes,
pero para otro momento, y que buscarlas ahora representa
perder otras que para mí hoy son más
importantes....Déjenme vivir la edad que tengo, pues solo pasa una vez por mi
vida.
No planifiquen tanto con mi vida, ni con mi persona. No se desesperen por mis
derrotas y menos aún no se sientan derrotados, pues el dolor que me produce
perder termina un instante después y ya ni me acuerdo y enseguida vuelvo a sentir
alegría por jugar y ser niño.
No busquen triunfos a través mío, no pretendan hacerme como fueron o no
pudieron ser, no malogren mi tiempo. Soy un niño y quiero serlo.
A ustedes padres, elijan un Club donde mandarme, si es posible que me guste y
tenga alguien que me eduque para llegar un día a ser un buen jugador, pero hoy
quiero hacer lo que siento, lo que me gusta. No quieran que sea un chico grande,
confórmense con que sea un gran chico...
Sé lo que sufren al costado de la cancha cuando juego. No me gusta que sea así,
pues en ese momento soy feliz. Estoy jugando. Y desde adentro pareciera que
ustedes, los de afuera compitieran por nosotros, que tuvieran celos, que sufrieran
por el triunfo que no llega o la jugada esperada que no puedo brindarles.
Pero si me dieran tiempo y entendieran que eso ahora tiene que ser así, que en el
deporte como en la vida todo tiene su tiempo, seguramente un día podría dárselos.
Por favor .... Déjenme jugar sin presiones, sin retos, sin tantas correcciones, sin
verlos preocupados, discutiendo y hasta a veces peleando por mí.
Por favor..... dejen que juegue solo, dejen que me divierta, dejen que sea feliz. Soy
un niño, no lo olvides. Soy un niño... y solo un vez en la vida...
* Este texto nos ha llegado desde Argentina. El introducirlo para todos vosotros es
porque el tema es quizá de los más tratados por nosotros tanto en campus como en
la propia Web. Es probable que lo escribe este supuesto niño argentino sea lo que
quisieran decir muchos niños aquí...
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EL DEPORTE DE SER PADRE
Los padres deseamos lo mejor para nuestros hijos, en todos los aspectos de
la vida. El deporte no es una excepción. Sin embargo, a veces, la ansiedad asociada a la
consecución de ese deseo nos induce a manifestar conductas que tienen influencias
negativas en su proceso formativo y en la práctica del deporte.
Los padres excesivamente involucrados en la práctica deportiva de sus hijos, llegan
en ocasiones, a usurpar el puesto del entrenador. ¿Qué no? ¿qué no es para tanto? Si nos
fijamos en ese padre que da instrucciones constantes desde la banda a su hijo, está
impidiendo que su hijo descubra por sí mismo, como hacer frente a la situación deportiva
determinada que se le presenta. Le está limitando, presentándole la situación. Al niño, se le
plantea un dilema : tener que elegir entre una orden u otra. Obligatoriamente tiene que
desobedecer a alguien, con lo que el estrés que genera esta situación, está asegurado.
Aceptar el papel del entrenador es importante, los padres no podemos sustituir al
entrenador, aunque conozcamos el deporte, es importante que el entrenador tenga
confianza en nosotros.
Es básico aceptar los éxitos y fracasos de nuestros hijos. Algunos padres se
muestran compensados cuando sus hijos destacan y otros se muestran avergonzados por las
derrotas, cuando lo importante es que nuestros hijos disfruten y mejoren, mostrando el
interés adecuado, evitando los extremos. Los niños tienden a imitar la conducta de los
adultos. Si un adulto pierde el autocontrol con los adversarios, con los compañeros o con los
árbitros, la tarea del entrenador para enseñar y exigir deportividad a sus jugadores,
resultará mucho más complicada.
En definitiva, las líneas de comunicación entre padres y entrenadores,
coordinadores, directivos, etc, han de estar abiertas, han de ser fluidas y no debemos
olvidarnos, que para el deporte de ser padre, también hay que entrenarse cada día.
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