Exequias del P. Rogelio Briceño Guédez, Salesiano venezolano, perteneciente a la inspectoría de Medellín Probado, especialmente por el calvario de casi diez años de invalidez y de dolencias físicas ha vivido el misterio pascual de su maestro con su cruz asumiendo la hora de la muerte y su segura glorificación. De seguro ya el padre Briceño está transformado, glorificado por la misericordia de Dios y la fidelidad a las llamadas que el Señor le hizo a lo largo de su vida, bautismal, religiosa de y sacerdotal, han alcanzado con la perseverancia y la fidelidad el término de su vida en la tierra. Había nacido el padre Rogerio Briceño Guédez, en la ciudad de Barquisimeto en el departamento o provincia de Lara, Venezuela el 16 de mayo de 1924, o sea que cumpliría en los próximos meses sus 87 años de vida, de ser salesiano de Don Bosco 63, y de sacerdocio 57. Hijo de José Briceño y María Guédez, el segundo de siete hermanos, de los cuales le sobreviven 4 hermanos, entre ellos una mujer Minetha de Cacique. Era uno de los dos únicos extranjeros que permanecían en nuestra inspectoría. Inicia su camino salesiano, el padre Rogerio cuando llega a Bogotá en el año 44 a los 20 años, siendo bachiller del Liceo San José de los Teques para estudiar derecho en la Universidad Javeriana. Los padres Jesuitas, con los que había estudiado su primaria en Caracas, le ponen por condición que valide su bachillerato en un colegio de la capital materias que no ha cursado en su país, como eran literatura e historia de Colombia, Latín y algunos tratados de filosofía. Y es el padre Isaías Ojeda quien le recomienda que se presente a los salesianos del Colegio León XIII con la recomendación del sr. Asistente Rosalio Castillo, se interne y convalide estas materias e inicie su carrera profesional. Pero cambia su ruta vocacional debido a esos instrumentos que pone el Señor y en este caso fue la amistad en el colegio león XIII con el padre Tomás Martínez que cultiva su vocación salesiana y hace que una vez terminado su validación, pasa al año siguiente a Mosquera , año 45 a hacer un año de aspirantado dando clases para luego hacer toda su formación religiosa comenzando con su primera profesión en el en el año 46 luego de un año de noviciado prolongado, por eso el solía hablar de sus compañeros del primer noviciado y del segundo noviciado, con el Padre Luis Bonilla. Sigue en su preparación filosófica en Mosquera desde el 47 al el 48, y pasar así a la experiencia del magisterio o tirocinio práctico en el en el colegio San Medardo de Neiva, correspondientes a los años 49 y 50. En el año 51 emite su profesión perpetua y comienza su teología en La Cita en loa años 51 al 54, Recibe el presbiterado en La Cita, el 28 de octubre de 1954 por la imposición de manos de Mons. Emilio de Brigard, obispo auxiliar de Bogotá. Sus primicias sacerdotales, se inician en el Seminario conciliar de Barranquilla en ese tiempo encomendado a los salesianos como catequista en el año 55 permanece por tres años con este empeño. De ahí en adelante vieron y conocieron sus valores de salesiano y sacerdote, las obras salesianas de Medellín de los colegio de Tulúa, el aspirantado de la Ceja y San Jorge Ibagué, San Jorge, el Pedro Justo Berrío, tanto catequista como ecónomo, como ecónomo , el Pedro Justo Berrío. De la experiencia en el Aspirantado, muchos salesianos recuerdan su estadía por su desempeño y dinamismo. Igualmente recuerdo que leí en uno de los periódicos de Barranquilla algunos escritos del que fuera aspirante, Campo Elías Romero Fuenmayor, quien hablando de su vida recordaba en su época de seminarista, a un sacerdote venezolano que en “el seminario de La Ceja, llegó para revolucionar un ambiente con su 1 alegría y extroversión, sus carcajadas sonaras y chistes, su capacidad para construir y renovar con colores vivos el edificio e “inventar” mil maneras para fomentar el deporte, la buena alimentación, y la presentación personal de los mismos seminaristas”. Y vuele a Barranquilla como catequista en el año 64 y permanece luego como director durante tres años del 65 al 67, donde despliega toda su actividad organizativa y dedicación por el trabajo vocacional. Varios de los salesianos que actualmente estamos fuimos fruto de su acompañamiento y dedicación como guía espiritual y promotor vocacional. Un acompañamiento que permanecía a través del tiempo y que él cultivaba con dedicación porque hacían parte de sus preocupaciones, de amistad y detalles sinceros y de fraternal afecto….En Barranquilla Fue su única y última dirección, no quiso aceptar más direcciones, y el mismo pidió al padre Gil que lo exonerara de más direcciones. Volvió a sus cargos de ecónomo y catequista en varias obras, desde el 68 al 77 en los colegios de Cartagena, El Sufragio, Ibagué, Pereira y de nuevo a Barranquilla. En el año 7º dio comienzo a la experiencia de delegados para la pastoral vocacional en los colegios y el lo desempeñó por corto tiempo. Y estaba en su lugar, ya que fue un salesiano preocupado, como lo hemos dicho por las vocaciones y su acompañamiento. Desde el año 81 al 93, es claro en señala su deseo de dejar cargos y dedicarse como confesor y guía espiritual de los jóvenes. Esto lo lleva en los colegio del Pedro Justo, Cali, Pereira y Cali, hasta llegar a Medellín en año 93 como confesor en el Sufragio estuvo hasta el 202, porque el 2003 ya deteriorada su salud y casi paralizado pasa a la Parroquia del Sufragio. En noviembre del 2003 llega como uno de sus primeros habitantes a la casa de Salud de la Inspectoría donde permanece durante ocho años afectado por el mal de Alzheimer, y va pediendo su facultades y reduciéndose poco a poco. Su sufrimiento fue largo. Además de sufrir sus males físicos padecían y lo afectaba profundamente el ver morir a los que fueron año tras año compañeros de dolor y enfermedad en la casa de salud. Esto lo deprimía, pero luego perdida la memoria del hecho se recuperaba. Indudablemente la muerte del padre Jorge Nieto, a quien consideró siempre amigo y hermano, lo afecto en lo más profundo… Se nos va, salesiano amigo de sus amigos, leal en ese gran valor de la amistad. , un salesiano sincero. Abierto y franco. Alegre y espontáneo, fuerte de temperamento, pero noble y generoso en extremo. De familia acomodada en su Patria, supo desprenderse no sólo de su tierra, sino que nunca se sintió extranjero y amó mucho a Colombia, identificándose mucho con los valores autóctonos, y culturales de nuestra patria... Vibraba con los jóvenes, especialmente aquellos que a través de las clases, la confesión y dirección espiritual alcanzaban a verlo como padre y amigo. De carácter impulsivo, empeñativo y de decisiones firmes y radicales, era estricto y exigente como profesor tanto en lo académico como en lo disciplinar. Se impacientaba en extremo por cualquier brote de indisciplina o falta de silencio en sus clases. Por ello ciertamente no solo sufrió él sino que era temido por sus exigencias de notas y estricta disciplina. Pero no era hombre de rencores ni resentimiento. Corría el riesgo de decir las cosas de frente y valoraba el que se las dijeran a él. Y los que lo tratamos de cerca, valoramos aspectos tan de él como su capacidad de lector, su hábito de lectura que lo ponía al día en temas diversos. Su capacidad de acompañar espiritualmente con practicidad y mucha sinceridad. Su vida de oración profunda y responsable con lo pedido por la iglesia. Observante en su breviario, fiel a la eucaristía y asiduo a su confesión que la hacia y le gustaba impartir a los jóvenes. Firme y Seguro en sus convicciones como salesiano, aunque fue admirado siempre de fama de buen profesor por su exigencia y competencia, de confesor, director espiritual y catequista, pero no olvidemos su fuerte característica como de administrador, constructor y capacidad de gestión. 2 Mucho nos hacía pensar y sentir tristeza el ver un salesiano que siempre fue fogoso, activo y dinámico en su ser y hacer como salesiano, reducido en sus últimos años de inmovilidad y quietud sufriendo y padeciendo. Verlo a él tan hablador y hombre de palabra rápida, callado y sin poder articular palabra en sus últimos años de vida. Los caminos de Dios, definitivamente no son los caminos de los hombres. Pero purifican, construyen, santifican. Vale la pena dar un adiós a un sacerdote salesiano digno, fiel y muy querido por sus amigos que supieron valorarlo. Cuando uno hace memoria de un salesiano como el padre Briceño, sabedores de encontrarnos con un hombre que ha vivido el espíritu de las Bienaventuranzas, y que ha encarnado ese artículo 62 de nuestras Constituciones que nos habla del testimonio personal como el signo más convincente de nuestro anuncio evangélico, no debemos sentirnos tristes y derrotados, sino alegres y felices porque “el grano que vamos a sepultar ya ha fructificado en obras y acciones de fecundo apostolado y testimonio resplandeciente . Como en la muerte de su Hijo en la cruz, sentimos la presencia de María nuestra Madre, en este momento de pascua salesiana. Silenciosa y amorosa nos acompaña en nuestra tristeza y a la vez alegría cristiana, con su compasión maternal, y de ello estamos ciertos no sólo porque Don Bosco nos la señala como maestra, sino porque Jesús, en su hora suprema, nos confió a ella en la persona del discípulo amado como madre, por tanto ella es ahora para el padre Rogelio Briceño, la auxiliadora que lo toma de su mano y lo conduce a la gloria eterna. Que así sea. P. Vidal Niebles Medellín, enero 13 2011 3