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Video message: How the gay rights debate began at the UN
(Spanish version)
Hola, soy Navi Pillay, Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Hace tan solo 17 años, en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York, se adoptó una decisión que
tendría repercusiones históricas.
Fue el 31 de marzo de 1994. Un joven activista de los derechos humanos australiano llamado
Nicholas Toonen había presentado una causa ante el Comité de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas, órgano responsable de interpretar y aplicar el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos. El Sr. Toonen alegó que sus derechos humanos estaban siendo vulnerados a causa de una
ley de su estado natal de Tasmania que penalizaba todas las relaciones sexuales consensuales entre
hombres adultos, incluso las mantenidas en privado.
Tras examinar los argumentos de ambas partes, el Comité estuvo de acuerdo con el Sr. Toonen.
Decidió que Australia estaba violando sus obligaciones internacionales en virtud del tratado y que la
ley en cuestión violaba los derechos humanos del Sr. Toonen, al exponerlo a la amenaza de arresto,
detención y acción penal solo por ser homosexual en lugar de heterosexual. Además, la ley tenía un
efecto negativo en la sociedad en general, pues reforzaba los estigmas y los prejuicios.
La causa, conocida como Toonen c. Australia, marcó un hito con amplias repercusiones para los
derechos humanos de millones de personas. El Comité de Derechos Humanos dejó claro que todas
las personas (gays, heterosexuales, lesbianas o bisexuales) tenían derecho a vivir libres de
discriminación.
A veces la historia se hace entre grandes fanfarrias. Otras veces, como en el caso de las Naciones
Unidas, la historia ve la luz en ordinarias salas de reuniones, ante grupos de taquígrafos e
intérpretes, se registra en documentos oficiales de las Naciones Unidas y se traduce a varias lenguas.
Así ocurrió en este caso. Pero sus repercusiones se sintieron en todo el mundo. La sentencia fue
favorable a Nicholas Toonen. El Estado de Tasmania (Australia) retiró la ley infractora de sus
repertorios de jurisprudencia, con lo cual se envió una señal a todos los demás países que tenían
leyes similares.
Desde entonces, el Comité de Derechos Humanos ha reafirmado su posición en causas sucesivas,
consolidando en las normas de derechos humanos el principio de que ningún país puede discriminar
contra las personas basándose también en su sexualidad. Este principio ha recibido el apoyo de otros
órganos creados en virtud de tratados de derechos humanos de las Naciones Unidas dedicados a
otros ámbitos de las normas de derechos humanos, como la tortura, los derechos del niño, los
derechos económicos, sociales y culturales y la discriminación contra la mujer.
Desde 1994, más de 30 países han adoptado medidas para derogar el delito de homosexualidad.
Algunos han aprobado nuevas leyes que ofrecen una mayor protección contra la discriminación por
motivos de orientación sexual o de identidad de género. En muchas partes del mundo, hemos
presenciado un importante cambio en la opinión pública, a favor de una mayor aceptación de los
gays y las lesbianas.
Sin embargo, las sanciones penales se mantienen en más de 70 países, con lo que millones de
personas quedan expuestas al riesgo de ser detenidas, recluidas e incluso, en algunos casos,
condenadas a muerte, no porque hayan dañado a nadie ni planteen una amenaza para los demás,
sino tan solo por ser quienes son y por amar a otro ser humano. Por supuesto, en muchos países la
homofobia sigue estando muy extendida y las lesbianas, los gays, los bisexuales y las personas
transgénero siguen siendo víctimas de asesinatos selectivos, palizas, torturas y violaciones.
El año pasado, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, hizo un llamamiento para
la despenalización internacional de la homosexualidad y para que todos los países aseguraran
iguales derechos a todas las personas, sin importar su orientación sexual ni identidad de género. La
Declaración Universal de Derechos Humanos, dijo, consiste en eso. Es universal y se aplica a todos
nosotros, sin importar quiénes seamos, ni cuál sea nuestra apariencia, ni con quien compartamos
nuestras vidas. Sin excepciones.
Somos testigos de este debate. Apunta a nuestras creencias más fundamentales. Nos desafía a
respetar el principio fundamental en que, en definitiva, se basan todos nuestros derechos humanos:
la igualdad de valor y dignidad de todos los seres humanos.
Gracias.
FIN
31 de marzo de 2011
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