HORA SANTA MADRE ALBERTA - Religiosas Pureza de María

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HORA SANTA MADRE ALBERTA
Sábado 23 de Abril, 2005
Ven Espíritu Santo, ¡ven! a habitar en nuestros corazones.
Aquí estamos en tu presencia... te queremos consagrar esta hora santa... para
revivir el Espíritu de nuestra Fundadora que nos alienta y anima a continuar la obra
que nos dejó confiada.
Ven Espíritu Santo y déjanos saborear, aprender... del legado de los escritos
que nos dejó Madre Alberta... de todas aquellas palabras que ella hizo vida a través de
sus gestos y su “porte” sencillo, siempre reflejo de aquel rostro que incansablemente
ella buscó, en medio de gozos pero también en medio de cansancios y tribulaciones.
¡Sí! Ven Espíritu Santo y llénanos del deseo ardiente de buscar el Rostro de
Aquél que ya ha sido, es y será buscado por tantas hermanas nuestras.
Háblanos tú de la luz que de Él se desprende, de la mirada misericordiosa que
inunda de paz a todos los que se dejan penetrar por ella.
Háblanos tú de otra mirada enamorada que buscó con insistencia la Voluntad
divina. Es la mirada de una gran mujer que nos dejó en herencia una espiritualidad,
cristocéntrica y mariana; y un carisma, el de Madre y Educadora.
Nosotras simplemente nos disponemos a escucharte...
Su espiritualidad cristocéntrica os recordaría que “Nací para el cielo y a él
dirigiré todas mis aspiraciones”. Ella se sintió pequeña, débil y pobre... ¡ya veis!
Vosotras tenéis la dicha de conocer a través de sus escritos y testimonios, su secreto, la
intimidad que tenía con el Amado y verla totalmente abandonada en las manos de Aquél
que todo lo puede... “Todo lo puedo con Jesús”
El Espíritu de amor de Madre Alberta está sobre vosotras, sus hijas, pues
vosotras también queréis buscar al Esposo. “Amado Jesús mío, Esposo de mi alma, no
quiero no, hacer más el sordo a vuestros llamamientos, no quiero separarme más de
Vos, con Vos quiero vivir y morir”
Esto es lo que espera la Madre de cada una de vosotras... que abandonéis todas
las aficiones “Quiero hacerme indiferente a cuanto hasta hoy he codiciado” y os
entreguéis a esta única ocupación... buscad al Amado en todos los rincones de La
Pureza.
Esta es una tarea que no debéis hacer solas sino de la mano de quien con mucha
alegría quiso hacerse Madre de un Instituto... para no caminar huérfanas y al final
arrepentiros del trabajo comenzado.
Cumplid su consejo: “Pensaré que sólo Dios puede llenar y satisfacer mi
corazón”, contáis con sus oraciones, su ejemplo y sus consuelos.
Descubrid su vida entregada completamente a Jesús, ella vivió una intensa vida
espiritual... sus palabras siempre expresaron más que un propósito sincero, su deseo de
corresponder al Amor, de entregarse a Él y permanecer en su Presencia. “Somos obra
del Señor”. Él la pensó, la creó, y ella fue suya, se supo criatura delante del Creador, se
supo hija en brazos del Padre, barro en manos del Alfarero, se supo amada por el Amor.
Dios se os dio a través de ella, ella que compartió profundos y continuos
encuentros con Jesús sabía de Él... ¡cuánto le ansió su alma! ¡cuánto estuvo enferma de
amor!
Tanto que si aunque estuviera presente o ausente, el mismo deseo era ya su
certeza de encontrarle. Ella contempló los misterios de la historia de Jesús y se fue
impregnando de su persona, de sus actitudes, sentimientos, actividades, sin acabar de
encontrarle para nunca dejar de buscarle y deseándole cada vez con mayor intensidad.
“Pues la vida de Cristo no es otra cosa que un tejido de trabajos desde el
pesebre hasta la cruz...”
“Mi dulce Jesús predica en su nacimiento... obediencia, humildad y pobreza”
Prefería quedarse sin nada con el fin de obtener una única pertenencia, la
amistad con Jesús. Enriqueció la relación con el Señor con las caídas y levantadas.
“Dios mío, a Vos vuelvo, pues sé sois Padre amoroso y me recibiréis misericordioso”
¡Qué misterio!. Al optar por vivir de manera pobre obtuvo la mayor riqueza: la
confianza en la Providencia aunque hubiera tormentas... en el interior de su alma
permanecía la seguridad de que Dios, su Padre cuidaba de ella.
Y también de vosotras... que su Amor a Jesús contagie vuestro corazón para que
confíe mucho en el Señor y se abandone en Él. Abrid vuestros ojos para ver a un
corazón de Esposa que permaneció en vela con su lámpara encendida, le esperó y le
buscó con un deseo ardiente en su interior.
Dejad a la Madre enseñaros que Cristo es vuestro único Tesoro, que detrás de
cada noche se esconde una mañana cargada de la Presencia enamorada de Cristo, que
surja el deseo incontenible de abandonaros en el Amor, haciendo de vuestro trabajo una
ofrenda amorosa, ya sea en una portería, dando clase, de convivencia, en la coladuría,
en la enfermedad, en el trabajo más sencillo...
Tenéis el aroma de su entrega gozosa que aún se respira. Cantad con ella vuestra
pequeñez para que el Padre pueda hacer grandes obras y la Pureza siga naciendo. Que
todo en vosotras suene al Amado y gritad como hermanas consagradas en Pureza de
María que vuestra Pasión es Cristo y que vuestro corazón se conmueve por cada
hombre.
Canción...
Su espiritualidad mariana le hizo ser un alma enamorada de la Virgen. María era
su modelo de Madre, llena de fecundidad, de fe y de obediencia... “Virgen Piadosísima,
sed mi Madre por toda la eternidad”
Tuvo los ojos fijos en María y de ella aprendió esa limpieza y transparencia de
corazón que le permitió ver a Dios en todas las personas.
Así como María se reconoció “esclava del Señor”, también vuestra Fundadora
vivió esa misma disponibilidad a través de una actitud de humildad. “Pensaré que la
humildad es la base de todas las virtudes”
Imitó a María porque de esta manera también imitaba a Jesús. Ella fue para la
Madre Icono de Cristo. María es la mujer de fe firme, la que “cree en la Palabra del
Señor” y es así como Madre Alberta aprende de ella a fiarse de la voluntad del Padre en
su vida.
Seguro que en sus dudas y caídas se apoyaba en la pregunta de María: ¿Cómo
será esto puesto que no conozco varón? Sí... la Virgen al hacer esta pregunta
simplemente estaba reconociendo una limitación: la imposibilidad de llevar a cabo sola
una gran misión de amor... dar vida. Y realmente estaba en lo cierto, nada podía sola...
todo, todo, lo podía con Él. Ella tenía que decir que sí y aunque parezca contradictorio
esta pregunta ya era el comienzo de lo que diría después: ¡Hágase!. Esta pregunta
equivale a decir: Yo sola no puedo, necesito de un Tú para que se pueda cumplir el plan
de Dios en mí. Y ese Tú era el mismo Dios que quería hacerse todo en ella porque en el
corazón de María habitaba desde siempre un ¡SÍ!.
Si alguna duda le surgió en el camino a vuestra Fundadora seguro que fue
también la afirmación de su limitación, de sentirse pequeña, débil y pobre... para decir
finalmente... “Pediré al humilde Jesús me conceda poseer la inestimable virtud de la
humildad y me dé un verdadero conocimiento de mi nada por el que me tengo incapaz
de todo, y también me haga conocer sus infinitas perfecciones y conociendo que nada
soy, nada valgo, nada puedo, me entregue totalmente y con la santa indiferencia en sus
manos y que diga todo lo puedo con Jesús y así se cumpla en todo con su voluntad”
Una hija tiene mil detalles con su madre, y así podemos encontrar en Madre
Alberta muchos detalles dirigidos a su Purísima Madre. A través del rezo de Rosario iba
entrando en los Misterios de Cristo bajo la mirada maternal de María, por eso animaba a
las hermanas a rezar.
Si la vida de la Madre reflejó alguna actitud de María, sin dudar fue: “Haced lo
que Él os diga” porque María nos lleva siempre a Jesús.
Sed todas las hermanas “personas cristiformes” y “mariaformes” , que podáis
ofrecer a todos los hombres un creíble y alegre testimonio de “Dios con nosotros”.
Canción...
Ella era muy madre... decían que madre de las religiosas y madre de sus hijos.
Si Jesús os quiere por esposa, ella os quiere por hijas, sois sus hijas en la Pureza.
Como madre quería un ambiente de hogar entre las hermanas. ¡Qué amor tiene a
la familia que ella formó! “Procuraré con mi cariño y dulzura ganar la confianza de
todas mis hermanas y hacer me consideren su mejor amiga”
Como madre de familia numerosa desea comunidades religiosas donde se
verifique el cotidiano y paciente paso del “yo” al “nosotras”, de la búsqueda de “mis
cosas”, a la búsqueda de las “cosas de Cristo”.
Ella con su amor maternal lograba acomodarse al carácter de cada religiosa.
“Cuente con su madre en Jesús y para Jesús”
“Quiero a Vs. para Dios y por Vs. orará todos los días su madre”
Canción...
Madre Alberta no se contentaba con decir lo que había que hacer, sino que daba
ejemplo, fruto de la contemplación de Jesús, no se limitaba a enseñar, sino que estaba
abierta a aprender, vivía en constante actitud de docilidad. Era esa blanda cera que
dejaba imprimir el rostro de Dios y el rostro de los hombres, blanda cera en manos de su
Maestro y sus hermanos.
“La identificación con Cristo crucificado es la meta de toda hermana
consagrada, la que requerirá abandono y docilidad, dejarse cincelar como el tronco en
el taller del escultor”
Yo, como tercera persona de la Trinidad también educaba a la Madre en
santidad. La dirigía para cumplir la voluntad de Dios en todo y siempre. Dios la estaba
educando a través de la rebeldía de una niña, de la sonrisa de una hermana, de una
dificultad...
“En todas mis acciones procuraré imitar a Jesús y hacerme tan parecida a Él
como pueda”
Preguntaros si sois blanda cera y os dejáis educar por los acontecimientos,
recordad que la Pedagogía de Dios no es la vuestra.
Divino modelo era el nombre que usaba para hablar de Jesús, Aquél que le
enseñaba a ser lo que realmente era... Bien temprano le despertó Dios su oído para que
le escuchara sentada a sus pies, igual que sus discípulos... y Él le enseñó la ciencia del
Amor, la ciencia de la felicidad que se encuentra cuando se da la propia vida...
El educador es el que saca lo mejor de cada persona, y Dios, brillante Educador,
sacó una Madre y una Maestra.
“Quienes enseñan imitan a Cristo que enseñó al mundo la Buena Noticia de la
salvación. Imitan a la Virgen María que educó a Jesús, mientras fue niña y
adolescente”
La Madre intentaba vivir la pobreza del que está aprendiendo, del que está
abierta a la sorpresa de Dios, como los niños cuando aprenden.
“Vuestra Providencia me ha puesto en el mundo, la educación me ha enseñado
a vivir”
Acudía constantemente a su Maestra, aquella mujer de Nazaret que le educaba
en el silencio de cada jornada y cada noche, acudía a la más grande Maestra de oración.
La Madre tuvo que hacerse madero en el que el Señor pudiera extraer la hermosa
obra que vio en ella... ser Pureza de María.
Mujer sedienta de Dios, de sus palabras, de su mirada, del secreto de su corazón,
necesitó ser educada en el Evangelio y pidió a Jesús humildad, pobreza y obediencia...
“daré una mirada a la casa de Nazaret y veré qué lección me da mi Divino modelo”
Sed maderos, de los cuáles el Señor pueda modelar la obra... lo que estáis
llamadas a ser, Pureza de María.
“Yo os ayudaré con mis oraciones, con la protección de la Virgen santísima,
todo resultará bien”
Canción...
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