Lo que nos dejó el Día del Apagón mundial

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Región Ignota – Contexto Social. Una mirada a la realidad desde la Espiritualidad.
Una mirada a la realidad desde el punto de vista espiritual.
Lo que nos dejó el Día del Apagón Mundial
Sobre las 21:55 hora local del día 27 de mayo, debía darse una
situación en nuestro país que escasos habitantes pudieron enterarse.
Se trataba del apagón de 5 minutos que se planteó fuera a nivel
mundial, como forma de tomar conciencia acerca del daño que a diario
vive nuestro planeta y, para dejarlo respirar por 5 minutos.
Nada ocurrió en las proporciones que todos hubiéramos querido
que se diera, pero nuestro país atraviesa una situación de ahorro
energético planteada por el gobierno nacional que a visión satelital, tal
vez no quedamos como unos insensibles. Es decir, nada parte con
demasiada
fuerza
desde
las
instituciones mismas como para
lograr resultados que impacten en la
opinión pública y nadie está educado
para hacer un sacrificio de 5 minutos
de su programa favorito, su conexión
a Internet o su iluminación cálida y
direccionada que tiene en el living.
La propuesta circuló vía e-mail
y esto demuestra la inutilidad de este
sistema a la hora de plantear
colaboraciones que van más allá del copiado o el cambiado de
remitente. “Desengáñese compadre, que no hay ángeles cibernéticos”
sería la frase.
E aquí la proclama de la convocatoria y la realidad de “cabeza”
imperante en nuestro país.
Debemos tomar dimensión de la situación actual, de nada
sirve un apagón si éste no va acompañado de un cambio
de conciencia.
Esto en Uruguay lleva cientos de años intentándose.
Caminemos en trayectos cortos, usemos bicicletas en
trayectos medios y el transporte público en trayectos
largos.
Como es y está el transporte en nuestro medio, la mayoría que
tiene vehículo es para escapar de dicho servicio que es
impuntual, sucio, irrespetuoso del pasajero, (por ejemplo con
música de la preferencia del conductor a volúmenes
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ciertamente molestos) amontonador de personas a los gritos y
como algo “normal”, con frases como: “Moléstese” caballero;
apretando en el pasillo que hay lugar. Y para colmo de males
con frecuencias impredecibles.
Transportarse en bicicleta es un verdadero deporte extremo,
sin ciclovías y si las hay éstas no están señalizadas para los
vehículos por lo que se está en un riesgo de accidente en cada
esquina y las bajadas y subidas, cuando las hay, tienen la
altura inadecuada por lo que se castiga mucho los ejes y las
ruedas. En mi caso particular, soy ciclista asiduo; prefiero la
calle a la ciclovía.
Usemos limitadamente el auto, y si es imposible no
utilizarlo, compartámoslo con otras personas.
El automovilista trata en lo
posible de zafar de llevar
como un remis a la gente, el
costo del combustible así lo
determina y queda muy feo
cobrarlo, por lo que el
damnificado siempre es el que
tiene vehículo. Si no lo
utilizamos,
no
podemos
justificar el costo diario de
patente y seguro que genera,
solo por estar parado frente a nuestra puerta o en el garaje
que ciertamente es muy caro.
En casa usemos lámparas que ahorren energía y abramos
la heladera solo cuando sea necesario.
Es de perogrullo, pero sirve para tener en cuenta.
Algo que seguro resultará fácil de implementar, es no
dejar televisores, computadores o radios encendidos
cuando su uso no es estrictamente imprescindible.
En nuestras casas los televisores pasan prendidos todo el
santo día. Como una ventana virtual, como un integrante
más. A veces en los cuartos, porque nadie se rehúsa a
sacarlos de allí. Imposible de implementar si no se lo
transmitimos a los niños.
Lo más importante es ir implementando y concientizando
a la gente que lo que realmente se necesita es un cambio
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de mentalidad, un cambio de vida.
Eso incluye el hacer uso de nuestro poder de clientes,
rechazando aquellos productos que consumen mucho,
para que las empresas comiencen a proyectarlos mejor, o
vender solo los que ahorran energía.
Nada ni nadie se preocupa por el consumidor, sino es desde
alguna tienda política y si se amenaza tocar el bolsillo de
alguna falange factible de votos y por ende plausible de ser
defendida. La cultura de “los de afuera son de palo” está muy
arraigada en nuestra sociedad.
Por usted, por nosotros, por nuestros hijos, por nuestros
nietos, por la naturaleza, y por el planeta donde vivimos.
Es aquí donde recién nos involucra directamente. En la
enseñanza de los que vienen atrás. Porque ya nosotros cargamos
con flagelos que antes no existían. La droga masificada y
destructiva y el SIDA, entre otros. Las nuevas generaciones tienen
responsabilidades más grandes y la tarea de ser pívot casi sin
permitirse vivir “a piaccere” como sus antecesores. Vienen
directamente a trabajar, y ni siquiera por ellos, sino por el futuro
de la humanidad.
Jodida tarea les toca a nuestros angelitos.
Región Ignota.
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