La fiesta de Año Nuevo en los tiempos soviéticos: génesis del ritual

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La fiesta soviética de Año Nuevo: génesis del ritual moderno
El Año Nuevo es la fiesta preferida de mi infancia (nací en 1963), de la
infancia de mis padres (nacieron en 1930). La fiesta de la abuela con el olor a masa
fermentada de “kulitsch”* (*la tarta de pan de Pascua) era la Pascua, de la que los
padres no hablaban: eran los días de preocupaciones indiscutibles de la abuela.
Para los niños y los padres las fiestas principales eran los días de cumpleaños y un
Año Nuevo común para todos. Tenía un misterio. El niño y el padre igual sentían
el milagro de la ruptura de la corriente natural de la vida: el futuro próximo se
dividía en lo que sería antes del Año Nuevo y en lo que sería después. Lo que sería
después parecía mucho menos determinado, porque quedaba velado por la
Nochevieja como si ésta pudiera influir notablemente en el porvenir. “Cuando
niña, me gustaba más de todo el Año Nuevo… El Año Nuevo es una fiesta especial
– lo viejo termina, lo nuevo comienza” (fragmento de una entrevista).
Vamos a hablar de cómo fue construido aquel milagro soviético.
El sistema ritual pagano de las Pascuas de Navidad (según los materiales
etnográficos de los siglos XIX-XX) se componía de dos temas principales del rito.
El primer tema – el de conmemoración – se manifestaba en las acciones
mágicas destinadas para establecer contacto con “los padres” – los difuntos
antepasados de la estirpe. Para ellos las amas organizaban en la Nochebuena
comidas especiales invitándolos a probar “kutia”* (*una especie de pudin dulce
elaborado con granos de cereal, elemento tradicional de la cena navideña). A la vez
durante la Nochebuena los cantantes de villancicos navideños “koliadki” recorrían
las casas simbolizando la llegada de “los padres” (G.Vinográdova. La poesía ritual
de invierno de los eslavos. M., 1982). Durante la Nochebuena las mujeres salían a
la calle para invocar el Moroz*(*Frío, Escarche): “¡Moroz, Moroz, ven a comer
kutia!”, en otros lugares también invocaban a los antepasados, los bisabuelos, a
comer kutia: “¡Queridos padres, venid a comer kutia!” Esta fiesta se llamaba
también “Abuelos”. Los abuelos eran los espíritus de los antepasados.
El segundo tema ritual eran juegos y ritos de los jóvenes no casados. Las
pruebas espiritistas de las muchachas consistían en invocación de espíritus
malignos (de noche, en un lugar “impuro, maligno” – en el baño, en el cruce de los
caminos, en la mostelera) y las prácticas sagradas de los muchachos suponían
disfraz y máscaras y el comportamiento que imitaba al demonio (agresión, cambio
de voz, blasfemia). Como ejemplo de la combinación de los dos temas puede servir
el juego “Sídor y Dziud”: dos jóvenes representan a los ancianos jorobados con un
bastón decorado de un lazo (es símbolo fálico, atributo indispensable de Ded
Moroz moderno). A los ancianos los traen a la casa sentados en un banco de
espaldas uno a otro.
En este momento se les aproxima uno de los chavales presentes – “el novio”.
Pega un golpe en la joroba de un anciano:
– Dziud, Dziud, ¡ Quiero casarme!
– No es asunto mío, es el asunto de Sídor.
Entonces el chaval se acerca al segundo jorobado, éste le pregunta el nombre
y el muchacho dice el nombre de cualquir muchacha que asiste a la carava.
– Oh, la chica es buena, pero tiene una julinka* (*“defecto” en habla
rústica).
Sídor recitaba “julinkas”, entre las cuales figuraban tanto tradicionales,
como destinadas para un solo uso. En este caso se permitía decir las cosas más
escabrosas de cada muchacha (L.Boitsova, N.Bondar. “Sídor y Dziud” –
espectáculo de los disfrazados para las Pascuas de Navidad // Formas de juegos y
espectáculos de la cultura popular. SPb., 1990, p.192-196; P.Shein. Materiales para
el estudio de la vida cotidiana y la lengua de la población rusa de la región
noroeste. T.1, P.2 SPb., 1890; D.Zelenin. El rito popular de “calentar a los
difuntos” // Colección de materiales de la Sociedad de Historia y Filosofía de
Járkov. 1909. T.18).
N.S.Preobrazhénski escribía que, según las creencias de los campesinos de la
provincia de Vólogda, “antes de la Epifanía los demonios podían divertirse de lo
lindo en la tierra y tentar a los ortodoxos” (N.Preobrazhenski. Baño, juegos,
escucha del dia seis de enero // Sovreménnik. 1864. T.10, p.518).
El disfrazado representaba precisamente a un demonio “en carne y hueso”
actuando en su imagen y en su nombre. Se disfrazaban con la ropa deshilada y rota,
se tapaban las caras para que no los reconocieran. El disfraz más corriente eran las
máscaras de “ancianos” y “ancianas”. En la aldea rusa del siglo XIX las
diversiones paganas se celebraban en el período de las Pascuas de Navidad que
llegaba después del 25 de diciembre, el día de la Navidad, y pasando por el día de
Año Nuevo (solía llamarse el Día de San Basilio o su víspera, la tarde de San
Basilio) continuaba hasta la Epifanía.
El árbol de Navidad como elemento de la celebración navideña apareció en
la época de Pedro I: según el decreto del zar del 20 de diciembre de 1699 se
dictaba calcular el sistema cronológico no a partir de la creación del mundo, sino
del Nacimiento de Jesucristo, y trasladar el día del Año Nuevo del 1˚ de septiembre
al 1˚ de enero. Para el siglo XVII ya se había formado una costumbre representada
en la plegaria de “la despedida del año”. Se celebraba fuera de la iglesia, al aire
libre, antes de la liturgia del 1˚ de septiembre. Para fines del siglo XVII para
participar en esta plegaria en Moscú, en la Plaza de Juan del Kremlin, se reunían
unos treinta mil personas (G.Moguilévtsev. Celebración del Año Nuevo en Rusia //
Revista del patriarcado de Moscú. 1995. №10. p.74-76). Se imponía también la
costumbre occidental de la celebración del Año Nuevo. Con este motivo se
disponía lanzar bengalas, encender luces y “adornar las casas con árboles y ramas
de pino, de abeto y de enebro” (N.Ustriálov. Historia del reinado de Pedro el
Grande. SPb., 1983. T.3.p.496). La celebración laica del Año Nuevo resultó
incorporada en el período festivo de las Pascuas de Navidad ortodoxa, lo que no
estaba en contradicción con el estatuto ni con las tradiciones de la Iglesia ortodoxa.
Antes del decreto de Pedro I tenía lugar en los días festivos de la Virgen (después
del ayuno de la Asunción de María, entre las fiestas de la Asunción y el
Nacimiento de la Virgen), y ahora coincidía con las fiestas de Jesucristo: entre la
Navidad y la Epifanía. Durante el siglo XVII la costumbre de adornar las casas con
los árboles coníferos quedaba elemento de los disfraces “europeos” en la corte en
la época de las Pascuas, y el Año Nuevo no destacaba nada en la serie de otros días
festivos.
Aún en la década de los años 30 del siglo XIX el abeto – “árbol de Navidad”
– se percibía como atributo de la vida de los alemanes que vivían en SanPetersburgo. “En los lugares donde viven los extranjeros, sobre todo en la capital,
se hizo corriente celebrar el Año Nuevo. Para celebrarlo, eligen como regla el árbol
abeto que dió el nombre a la fiesta para niños. Lo adornan con juguetes y los
reparten entre los niños después de la fiesta” (A.Teréshchenko. La vida cotidiana
del pueblo ruso. T.7).
La propagación del árbol de Navidad como elemento obligatorio de la fiesta
navideña se refiere a la época en la frontera entre los años 30 y 40, al mismo
tiempo con la popularización del romanticismo alemán, sobre todo de la obra de
E.T.A.Hoffman que en aquel entonces estuvo al alcance de todos. “El
Cascanueces” y “Maese Pulga” se editan para la Navidad como libros de regalo
para niños con ilustraciones (E.Dúshechkina. El cuento ruso de las Pascuas de
Navidad. L., 1995. p.151). Pero hasta mediados del siglo XIX las diversiones de
Año Nuevo se quedan dentro de los límites de las fiestas navideñas en familia sin
tener importancia social independiente ni argumento determinado. La primera
fiesta de Año Nuevo para el público se celebró en 1852 en la sala de la estación de
Ekaterinhoff.
Cabe mencionar que el romanticismo ruso, con su especial interés hacia lo
demoniaco, comienza con las baladas de Zhukovski “Ludmila” (1808) y
“Svetlana” (1808-1812). Aparecieron en Rusia bajo la influencia de las baladas de
Schiller y Goethe. “Muertos, espectros, brujería, asesinatos bajo la luz de la luna”,
“la apasionada Lenore con el cadáver de su amante cabalgando” – todo eso, según
las palabras de F.Vigel, causó una profunda impresión al lector ruso de los años 20
del siglo XIX. Y el crítico continua: Zhukovski con sus baladas “nos ha otorgado
nuevas sensaciones, nuevos placeres. Así empieza el romanticismo en nuestro
país” (F.Vigel. Apuntes. M., 1892, p.137).
En aquel entonces empiezan a hablar y escribir mucho sobre “el espíritu
nacional ruso” o “El espíritu de la nación” (definición de Schelling), presentándolo
como algo arraigado en la historia pagana de Rusia. “Nunca había tal antigüedad,
es una antigüedad nueva”, – nota un personaje de N.Pomialovski respecto a las
ideas de los años 1860 (N.Pomialovski. Obras. M.–L., 1951, p.200).
La introducción de la diversión de Año Nuevo en la vida cotidiana festiva de
Rusia se realiza simultáneamente con la creación de la imagen de la antigüedad
ritual rusa por los escritores románticos. La fiesta del árbol de Navidad es una de
las innovaciones ideológicas: llega a ser elemento de la práctica festiva habitual del
lector “ilustrado” ruso que en los años 20-30 conoció “la seducción” de la tradición
nacional rusa gracias a las traducciones de la literatura romántica alemana. Cabe
decir que la costumbre más famosa de esta “antigüedad nueva” resulta “la
invocación del prometido”, sesión espiritista (eso se determinará para la segunda
mitad del siglo XIX) descrita en la balada de Zhukovski “Svetlana” y conocida por
cada escolar moderno debido a la mención en “Eugenio Oneguin”: “No vamos a
adivinar junto con Tatiana”. Así a mediados del siglo XIX gracias a los escritores
románticos el demonio de la espera espiritista de las Pascuas de Navidad se
concentra en la figura del prometido, del disfrazado (“El Cascanueces”, príncipe,
licántropo).
Todavía no existen Ded Moroz ni Snegúrochka. El Año Nuevo soviético
debe los nombres de sus nuevos demonios a N.Nekrásov y A.Ostrovski y al hecho
de que se establecieron en la literatura soviética en la década de los años 30 del
siglo XX. En un libro científico de los tiempos soviéticos dedicado a la historia de
la literatura rusa el autor interpreta la imagen de “Moroz, nariz roja” (en el poema
homónimo de Nekrásov editado en 1863) en el sentido mitológico que no tenía
base real en la tradición folklórica rusa: “La vida de la aldea está estrechamente
ligada con la naturaleza, por eso los paisajes del invierno ruso comentados
conforme al espíritu de la poesía popular y mifología de cuento de hadas entran de
una manera natural en la trama realista del poema… La figura de Moroz, señor de
la naturaleza invernal, producto de la conciencia antigua del pueblo, representa las
supersticiones seculares e ideas fantásticas respecto a las fuerzas misteriosas de la
naturaleza” (V.Zhdánov. N.Nekrásov // Historia de la literatura rusa: en 4 t. L.,
1982). Es evidente que un crítico literario soviético que escribió estas líneas en los
años 70-80 del siglo XX esté acostumbrado a la figura de Ded Moroz del Año
Nuevo soviético igual que otros, y de la misma manera lo reconozca como
herencia de “la antigüedad rusa”.
Vuelvo a repetir: en la naciente tradición urbana de la fiesta de árbol de
Navidad (en los años 30-50 del siglo XIX) no había Ded Moroz ni Snegúrochka
como personajes obligatorios del rito. Tampoco figuran en la tradición ritual
común de los eslavos.
La pieza “Snegúrochka” de A.Ostrovski fue editada por primera vez en la
revista “Boletín de Europa” (1873, №9). A partir del año 1865 se editan e
inmediatamente se hacen muy populares los tomos de “La apreciación poética de
la naturaleza de los eslavos” escritos por A.Afanásiev, donde todos los rituales y
folklore de los eslavos se interpretan con ayuda del “mito meteorológico” (la lucha
de la luz y la oscuridad, del calor y el frío, del sol y un nubarrón, ets.). En el
segundo tomo de la misma manera se expone la versión de Snegúrochka. La idea
de la pieza surgió bajo la impresión de esta obra. A.Lukonin investigando la base
folklórica de la imagen (cuentos sobre la chica esculpida de la nieve por los viejos
que perece o a mano de sus amigas, o del fuego de una hoguera de primavera),
señala que Ostrovski ha introducido en su pieza un conflicto que no figuraba en el
folklore – “el conflicto entre Moroz y el Sol, entre la oscuridad y la luz, la muerte y
la vida…”
Sin embargo, aún apareciendo como “máscaras de nieve” y “las doncellas de
hielo” en la poesía de simbolismo, la imagen de Snegúrochka no se incorporaba en
la tradición habitual de las Pascuas de Navidad como personaje indispensable en
aquella época. No aparece tampoco en las tarjetas de felicitación de las Pascuas –
ni en las de Navidad, ni en las de Año Nuevo que empezaban a popularizarse en la
frontera entre los siglos. No hemos encontrado ni una sola tarjeta con la
representación de Snegúrochka entre las editadas antes de la revolución (ni en el
departamento de estampas de la Biblioteca Nacional de Rusia, ni en la colección
del catálogo “La tarjeta de felicitación en Rusia). Eso demuestra determinadamente
que esta imagen no gozaba de popularidad antes de los tiempos soviéticos. Entre
las 88 tarjetas de principios del siglo XX aparece una sola representación de Ded
Moroz, entre las 200 imprimidas en Europa aparece tres veces (Iu.Kombolin. La
tarjeta de felicitación en Rusia. SPb., 1994).
En el libro de K.Lukashévich “La fiesta en la escuela – el árbol de Navidad”
(SPb., 1915) Snegúrochka falta en todos los textos. En esta antología Ded Moroz
se menciona en la lista de los disfrazados y otra vez aparece en un verso del autor
anónimo como personaje que trae regalos para los niños y los entrega a mamá para
que ella los reparta según el comportamiento de sus hijos (se reproduce la imagen
de Papá Noel europeo que procede inicialmente de San Nicolás). K.Lukashévich
añade que la fiesta “de árbol de Navidad” se celebra en uno de los días festivos de
la Navidad, en el comienzo de la fiesta los niños glorifican a Jesucristo. Esta
antología voluminosa (215 páginas), aunque contiene toda clase de textos de
escenas, cuadros vivos y textos a recitar en la fiesta, no ofrece ni un solo sujeto
sobre Ded Moroz tan acostumbrado para nosotros.
A fines del siglo XIX surge la necesidad de argumentar y explicar la fiesta
“de árbol de Navidad” que se fortaleció en medio siglo en la tradición urbana. En
1898 con el subtítulo “para institutores, maestros y padres”, “aprobado por la
censura 21.08.98”, se edita el libro de E.Shvidchenko (B.Bystrova) “La fiesta del
árbol de Navidad: su procedencia, sentido, importancia y programa”. El autor
explica la procedencia de la fiesta de las creencias antiguas:
“Casi todos los pueblos creían desde los tiempos remotos que las plantas son
seres vivos, que las almas de los muertos se incorporan en las plantas… Muy a
menudo nuestros antepasados sacrificaban lana, carne, pan, etc. a los árboles. Todo
eso fue destinado para el espíritu que vivía en el árbol” (p.13).
“Es conocido el proverbio ruso: cerca del abeto los casaban, y los demonios
cantaban” (p.14).
“Estos datos demuestran que muchos pueblos conocían la costumbre de
encender las velas en las ramas de los árboles; tenía una importancia religiosa, es
decir, era un rito pagano. Al mismo tiempo los datos enseñan que esta costumbre
no tenía nada que ver con las Pascuas de Navidad” (p.18).
Según el autor, para la costumbre de celebrar la fiesta de árbol de Navidad
sirvió de base la mezcla de las ideas medievales del árbol de paraíso y las creencias
paganas en el espíritu del árbol. Subrayando el contenido profano de la fiesta,
debido a su fundamento no cristiano, el autor pone de relieve la necesidad de
organizar esta fiesta sólo después de la Navidad en calidad de la diversión para los
niños: “El elemento religioso (la gloria a Dios) se permite no por la razón de que se
celebre la fiesta de árbol de Navidad, sino porque esta fiesta se celebra
precisamente en los días de la Navidad” (p.34). Pues, en este libro dedicado a la
historia de la fiesta del árbol de Navidad no se mencionan Ded Moroz ni
Snegúrochka.
El Año Nuevo soviético
En el primer Año Nuevo del poder soviético, con la llegada del año 1918, las
felicitaciones faltaron debido a las discusiones en prensa sobre la fecha cuando los
ciudadanos del nuevo estado debían empezar el año – el 1˚ de enero o el 25 de
octubre. Las fiestas de antes de la revolución se consideraron burguesas y se
sustituían por las representaciones y procesiones proletarias que iban elaborándose
intensamente en los años 20. El 30 de enero de 1918, sin dar ningunas
explicaciones ni argumentos, el nuevo poder promulga el decreto sobre la
introducción “del calendario europeo”. Hasta el año 1935 el Año Nuevo
oficialmente no se considedraba un día festivo.
La etapa siguiente en el proceso de la elaboración de los nuevos “valores
absolutos” a fines de 1935 llega a ser el artículo de P.Póstyshev titulado “Vamos a
organizar para los niños una buena fiesta para el Año Nuevo”. Fue publicado en
“Pravda” y sirvió de directriz para la elaboración del ritual soviético de Año
Nuevo.
“En la época de antes de la revolución los burgueses y los empleados
burgueses siempre organizaban para el Año Nuevo la fiesta del árbol para sus
niños. Los hijos de los obreros miraban con envidia a través de la ventana al abeto
brillante… Algunos intérpretes poco concienzudos, sin duda “izquierdistas”,
presentaron esta diversión infantil como una idea burguesa. Los komsomoles y los
instructores de pioneros tienen que organizar las fiestas colectivas de árbol de Año
Nuevo para los niños. En escuelas, orfanatos, palacios de pioneros y clubs
infantiles, en cines y teatros – ¡en todas partes debe celebrarse la fiesta de árbol de
Año Nuevo! No debe haber ni una sola granja colectiva, donde la administración
junto con los komsomoles no organice a vísperas del Año Nuevo la fiesta de árbol
para sus niños” (P.Póstyshev. Vamos a organizar para los niños una buena fiesta
para el Año Nuevo // Pravda. 1935, 28 de diciembre).
La fiesta de árbol de Año Nuevo se instituye en el nivel estatal como un acto
obligatorio para establecimientos públicos de infancia. Como todo debe seguir un
modelo determinado, la formación de la nueva tradición se realiza en pocos meses.
La Editorial estatal de literatura pedagógica, bajo la inspección del Comisariado
popular de educación, en los años 1936-37 publica conjuntos de artículos “Fiesta
de árbol de Año Nuevo” destinados para explicar con ejemplos concretos la
práctica de la organización del acto festivo para los niños de varias edades.
La primera edición (1936) empieza con el artículo de P.Póstyshev y el relato
de Bonch-Bruiévich “Vladímir Ilich en la Fiesta de árbol de Año Nuevo”:
“Vladímir Ilich quería mucho a los niños. En este libro dedicado a la fiesta de árbol
de Año Nuevo…”, etc. E.Flerina analiza detalladamente la primera experiencia de
la celebración del Año Nuevo en la URSS.
“En “Pravda” fue publicado el artículo del camarada Póstyshev sobre la
Fiesta de árbol de Año Nuevo. El 31 de diciembre en toda la Unión Soviética se
iluminaron con luces de diversos colores decenas de miles de abetos… La fiesta
recién organizada provocó una serie de preguntas: qué importancia tiene la fiesta
para nuestros niños… si deben figurar los disfrazados, y de qué tipo… si puede
aparecer Ded Moroz… si debe haber regalos…
La fiesta de árbol de Año Nuevo es una fiesta de invierno, para un preescolar
son temas abstractos y no hay que explicar nada. Si de un millón de niños se
encontrara uno que preguntara: “¿por qué el árbol? ¿para qué el árbol? – se podría
contestar: “Celebramos la llegada del nuevo año, queremos que sea alegre”, etc. El
carácter acostumbrado y de masas de la Fiesta de árbol de Año Nuevo, el amor de
los niños la hacen una fiesta tradicional, y por eso es poco probable que los niños
expresen alguna perplejidad… Es un ejemplo de pura fiesta de la temporada, de
invierno, de Año Nuevo. Es una fiesta de la belleza y alegría para todas las edades.
La Fiesta de árbol de Año Nuevo se recuerda para toda la vida. Fiesta
fabulosa, singular, impresiona profundamente al niño y le da rico material para el
desarrollo de la imaginación…¿Es que no es bastante? El que sienta la atracción de
esta fiesta, no necesita explicaciones sobre su importancia” (E.Flerina. Fiesta de
árbol de Año Nuevo en el jardín de infancia // Fiesta de árbol de Año Nuevo:
conjunto de artículos sobre la celebración de la fiesta (Aprobado por Comisariado
popular de educación de la Federación Rusa). M., 1936, p.10-11).
Así por primera y última vez se argumenta el sentido de la fiesta soviética de
Año Nuevo. Es un acto social (o sea no de familia): del jardín de infancia, de
pioneros, de komsomol, recuerdo para toda la vida, la fiesta “de la temporada” de
belleza y alegría. Todas las publicaciones posteriores dedicadas al tema de la Fiesta
de árbol de Año Nuevo van a repetir esta fórmula: “la fiesta tradicional de la
belleza y alegría”.
Es notable cómo se organiza el argumento de la fiesta: “Se recomienda no
introducir a los disfrazados al principio de la fiesta, para que los niños tengan
posibilidad de examinar el árbol… Para el momento de la entrega de regalos u
organización de un juego se puede introducir a uno o dos disfrazados. De un modo
interesante pasó el disfraz de Ded Moroz, pero los niños, desconociendo a este
personaje, lo tomaron por un abuelo del koljoz. “El abuelo de koljoz, lo
conocemos”, – declararon los niños. Este año la imagen fabulosa de Ded Moroz ha
de ser percibida de una manera distinta. De todos modos, los niños, pequeños o
mayores, lo recibieron con alegría” (Ibíd., p.16). Como se ve, los niños de
mediados de la década de los 30 desconocen la imagen de Ded Moroz; los
trabajadores de la cultura de masas lo conocen como una de las máscaras que entre
otras se prueba para el guión de la Fiesta de árbol de Año Nuevo.
En el mismo tiempo y en los mismos artículos se forman la ideología y la
estética “del milagro de Año Nuevo”, estética de ilusiones, engaño, reemplazo: “La
fiesta de Año Nuevo es fabulosa. En ella ocurre lo que no ocurre nunca. Nueces de
oro, manzanas de mazapán, un arca… y en ella no hay pellizas con naftalina, sino
chocolatinas. La fría nieve hecha de algodón caliente… Casi todo lo que rodea al
niño puede figurar en la Fiesta de árbol de Año Nuevo, pero en otro material y en
otros colores” (M.Ulítskaia. La Fiesta de árbol de Año Nuevo // Ibíd., p.22-24).
Ded Moroz y Snegúrochka se mencionan por primera vez como adornos del
árbol de Año Nuevo en el mismo artículo de Ulítskaia: “Mirad lo bonitos que son
los adornos en el árbol: ded moroz, snegúrochka, silvano, peces de oro y gallos
brillantes, abejorros y moscas…” (Ibíd., p.25).
La segunda edición del libro “La Fiesta de árbol de Año Nuevo” rectifica y
especifica el ritual de Año Nuevo analizando las deficiencias de los actos del año
pasado. Así se nota: “En los grupos de niños de 3-4 años entró Ded Moroz con un
bastón y cantó la canción “No es el viento que se enfurece sobre el bosque” (por
Nekrásov), y seis niños rompieron a llorar. Y a pesar de que la institutriz se le
quitó la barba y bigotes a Ded Moroz, los niños no se le acercaban y nadie quería
tomar el regalo. Lo mismo ocurrió en otros jardines de infancia. Estos hechos nos
enseñan el tratamiento cauteloso a los pequeños. Los disfrazados pueden darles
miedo, sobre todo si no encarnan una imagen alegre y bien conocida por los
preescolares” (La Fiesta de árbol de Año Nuevo. Conjunto de artículos y
materiales / bajo la redacción de S.Bazykin y E.Flérina. M., 1937, p.7-8).
De las descripciones de los argumentos que “tuvieron éxito” se compone el
panorama general del rito: bailes y rondas alrededor del árbol, disfraz, incluso con
los trajes nacionales, la llegada solemne de Ded Moroz en trineos, aparición
inesperada de Pulchinela, o llegada de monigote de nieve en trineos, o liebres.
Se probaban varios personajes para el papel del donador, pero sólo uno tiene
éxito: “La mayor alegría la provocó Ded Moroz. Fue la culminación emocional de
toda la fiesta” (Ibíd., p.14).
Así el año de nacimiento del Ded Moroz soviético y el ritual del árbol de
Año Nuevo resulta el famoso año 1937. Los rasgos stalinistas evidentemente se
revelan en la imagen de Ded Moroz (véase M.Zolotonósov. Buscando “el séptimo
prado” // El nuevo panorama literario. 1946, №6), pero el culto de Ded Moroz
resultó más fuerte que el culto de Stalin: el primero fue espíritu, el segundo fue
carne. Precisamente el año 1937 fue el primero que los niños del país soviético
celebraron junto con Ded Moroz y Snegúrochka en la Casa de las Uniones de
Moscú. Vamos a ver la discripción de este grandioso acto ideológico, en la cual yo
misma reconozco las fiestas de mi infancia.
En la Casa de las Uniones cada día se celebraban las Fiestas de árbol de Año
Nuevo. Para los niños de 8 a 12 años – desde las 12 hasta las 6 de la tarde, para la
edad de 12 a 14 años – desde las 6 hasta las 10 de la noche. A cada sesión
asistieron de 1000 a 1200 niños. Los niños pasan algún tiempo en las salas
adornadas. “La primera sala está adornada con flores, en la pared hay un gran
painel que representa a Stalin rodeado de niños, a lo largo de las paredes hay
sillas”. “Todos están intrigados por la oscuridad de la sala de columnas. En el
proscenio se encienden dos hogueras y se descubre Ded Moroz levantándose,
vestido de blanco, con una larga barba blanca y una alforja. Ded Moroz saluda a
los niños e invita a gritar en coro: “¡Arbol, ilumínate!” Los niños gritan juntos y de
improviso el árbol resplandece con fuegos de distintos colores”. La variante de la
representación para los alumnos de la escuela primaria: “A los niños los dejan
entrar en la sala de columnas en semioscuridad. El árbol se ilumina y ante los
niños en la escena aparece Ded Moroz… Ya no está solo, le acompaña
Snegúrochka – una chica traviesa que molesta a Ded Moroz comunicarse con los
niños y delata sus secretos. Eso crea una gran intimidad entre Ded Moroz y los
niños” (E.Ovchínnikova. La Fiesta de árbol de Año Nuevo en la Casa de las
Uniones // Ibíd., p.16-28). Así apareció Snegúrochka que en veinte años llegó a ser
un personaje indispensable de la fiesta de Año Nuevo.
En las clases las amigas
Charlan y se interesan:
¿Quién será Snegúrochka
En nuestra fiesta?
(A.Bartó // “Pravda”, 1956, 1˚ de enero)
En el mismo libro está aprobada “la iconografía” de Ded Moroz: en la
página 29 figuran tres variantes sancionadas. Las tres son bien conocidas por los
juguetes de algodón que representan a Ded Moroz (“antiguos”, como siempre
pensábamos), que se guardan con cuidado en familias y se exponen bajo el árbol de
Año Nuevo hasta hoy día.
En 1940 el “Boletín de repertorio” que se editaba por la Dirección de control
de espectáculos y repertorio sancionó la representación “Bajo el árbol de Año
Nuevo” (guión de V.Panova). “Los niños juegan al corro alrededor del árbol de
Año Nuevo adornado. Los juguetes se hacen vivos y se alegran junto con los niños.
Ded Moroz relata de lo difícil que era la vida de los pequeños ukranianos y
bielorrusos bajo el yugo de los panes polacos” (Boletín de repertorio: teatro,
música, variedades. M., 1940. №1-2, p.16).
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