EL FILÓSOFO ITALIANO DEFENDÍA EL DERECHO A LA

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EL FILÓSOFO ITALIANO DEFENDÍA EL DERECHO A LA VIDA
Un socialista contra el aborto: Bobbio
El filósofo socialista italiano Norberto Bobbio (1909-2004) concedía una entrevista al diario "Il
Corriere della Sera" el 8 de mayo de 1981, cuando se planteaba en Italia una eventual
legalización del aborto. Bobbio demostró por aquel entonces que es posible ser socialista y
estar contra el aborto. Más aún: lo irracional es estar a favor del mismo, sea cual fuere la
opción ideológica de uno. Por su extraordinario interés en los momentos actuales,
reproducimos lo esencial de aquella entrevista.
“Me sorprende que los laicos dejen a los creyentes el privilegio y el honor de afirmar que no se
debe matar”, decía el filósofo socialista italiano Norberto Bobbio (1909-2004) en una
entrevista publicada por Il Corriere della Sera en mayo de 1981, cuando se planteó en Italia
una eventual legalización del aborto.
Bobbio demostró como es posible ser socialista y a la vez estar contra el aborto. Más aún: lo
irracional es estar a favor del aborto, sea cual fuere la opción ideológica de uno. Por su
extraordinario interés en los actuales momentos, y la vigencia de sus palabras a pesar del paso
del tiempo, aquí reproducimos la esencia de aquella entrevista.
Norberto Bobbio: No hablo a gusto de este asunto del aborto. Es un problema muy difícil, el
típico problema en el que nos encontramos frente a un conflicto de derechos y deberes.
Corriere della Sera: ¿Qué derechos y qué deberes están en conflicto?
N.B.: Ante todo el derecho fundamental del concebido, el derecho a nacer, sobre el cual, creo
yo, no se puede transigir. Es el mismo derecho en cuyo nombre soy contrario a la pena de
muerte. Se puede hablar de despenalización del aborto, pero no se puede ser moralmente
indiferente frente al aborto.
CdS: Usted hablaba de derechos, no de un solo derecho.
N.B: Está también el derecho de la mujer a no ser sacrificada por un hijo que no quiere. Pero
hay también un tercer derecho: el de la sociedad, el derecho de la sociedad en general y de las
sociedades particulares a no estar superpobladas, y por tanto a ejercer el control de la
natalidad.
CdS: ¿Y no le parece que, puestas así las cosas, el conflicto entre estos derechos es
inconciliable?
N.B: Claro, son derechos incompatibles. Y cuando uno se encuentra frente a derechos
incompatibles, la elección siempre es dolorosa.
CdS: Pero hay que decidir.
N.B: He hablado de tres derechos. El primero, el del concebido, es el fundamental; los otros, el
de la mujer y el de la sociedad, son derechos derivados. Por otro lado, y para mí este es el
punto central, el derecho de la mujer y el de la sociedad, que suelen esgrimirse para justificar el
aborto, pueden ser satisfechos sin necesidad de recurrir al aborto, evitando la concepción. Pero
una vez hay concepción, el derecho del concebido sólo puede ser satisfecho dejándole nacer.
CdS: ¿Cuál es su crítica a la ley 194 [la ley italiana sobre el aborto]?
N.B.: Su primer artículo dice que el Estado “garantiza el derecho a la procreación consciente y
responsable”. Según creo, este derecho sólo tiene razón de ser si se afirme y se acepta el
deber de una relación sexual consciente y responsable, esto es, entre personas que conocen
las consecuencias de sus actos y están dispuestas a asumir las obligaciones que de ellos se
derivan. Reenviar la solución al momento en el que la concepción ya se ha producido, esto es,
cuando las consecuencias que se podían evitar no se han evitado, esto me parece que es huir
del fondo del problema (…).
CdS: ¿Y si derogando la ley se volviera al drama y a la injusticia del aborto clandestino? El
aborto es una triste realidad, no se puede negar.
N.B.: El hecho de que el aborto esté extendido es un argumento debilísimo desde el punto de
vista jurídico y moral. Me sorprende que se adopte con tanta frecuencia. Los hombres son
como son, pero precisamente por eso existen la moral y el derecho. El robo de automóviles,
por ejemplo, está muy extendido y es algo ya casi impune, pero ¿eso legitima el robo? (…).
CdS: ¿Existen acciones moralmente ilícitas pero que no son consideradas ilegítimas?
N.B.: Ciertamente. Cito las relaciones sexuales en variadas formas, la infidelidad, la misma
prostitución. Permítame recordar el Ensayo sobre la libertad de Stuart Mill. Son palabras
escritas hace más de cien años, pero actualísimas. El derecho, según Stuart Mill, debe
preocuparse de las acciones que hacen daño a la sociedad: “El bien del individuo, ya sea físico
o moral, no es una justificación suficiente”.
CdS: ¿Puede valer esto también en el caso del aborto?
N.B.: Dice también Stuart Mill: “Sobre sí mismo, sobre su mente y sobre su cuerpo, el individuo
es soberano”. Ahora las feministas dicen: “Mi cuerpo es mío y lo gestiono yo”. Parecería una
perfecta aplicación de este principio. Pero yo digo que aplicar ese razonamiento al aborto es
aberrante. El individuo es uno, singular, pero en el caso del aborto hay un “otro” en el cuerpo
de la mujer. El suicida dispone de su propia vida. Con el aborto se dispone de una vida ajena.
CdS: Toda su larga actividad, profesor Bobbio, sus libros, sus enseñanzas, son el testimonio
de un espíritu firmemente laico. ¿Imagina cuál será la sorpresa en el mundo laico por estas
declaraciones suyas?
N.B.: No veo qué sorpresa puede haber en el hecho de que un laico considere como válido en
sentido absoluto, como un imperativo categórico, el “no matar”. Y a mi vez me sorprende que
los laicos dejen a los creyentes el privilegio y el honor de afirmar que no se debe matar.
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