Ejercicios Espirituales 3

Anuncio
El Copo, 2 enero 2004, 7h,
Jaime Bonet
Hemos ido meditando cuál sería el ideal, la vocación, la misión, el proyecto de Dios
sobre cada uno de nosotros. La ayuda, el poder y la fuerza para bien de todo el Cuerpo
de Cristo, el mundo entero, la humanidad presente y futura, esto se extiende ya para
siempre si tenemos en cuenta el plan y el proyecto de Dios, destinado para una
eternidad. No nos llama para un momento en este mundo, sino para poder acoger y
reunir en este mundo todo el bien eterno, inmortal, propio y personal, para siempre,
dando al hombre la libertad, libre para decidir sin obligación, le da la libertad, la Vida.
Hemos ido viendo la forma de poder llenarnos de Dios, de la Vida divina, de la Vida
eterna, de la Vida inmortal, poderla comunicar. Veremos ahora cuáles son los consejos
evangélicos, los que a través del Evangelio Él nos ha comunicado, cada día, mirar la
Palabra de Dios, los proyectos, los designios para nuestra felicidad, nuestra herencia
eterna, inmortal.
68. Los miembros de la Fraternidad Misionera Verbum Dei practicarán y harán
profesión pública de los votos de pobreza, castidad y obediencia, para ayudar a nuestra
misión de hacer pensar a la gente y descubrir que muchas veces la gente no hace más
que imitar a los demás, es lo propio del hombre, imitar a los demás, según las personas
que ve y conoce, por eso hay tantas variaciones e imitaciones según las personas que le
afectan o conocen. Por eso nos prepara, nos da lo mejor, para que también nosotros
podamos ser para mucha gente camino, verdad y vida, aprovechar el brevísimo tiempo
de preparar la eternidad, para siempre, pero libre, voluntaria de cada uno, según Dios
nos va indicando.
Los miembros de la Fraternidad Misionera Verbum Dei practicarán y harán
profesión pública de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Lo pongo como
obligación y como ya dedicación. Si es voto perpetuo, para siempre. votos de pobreza,
castidad y obediencia. Las apetencias, los deseos del hombre que sólo sabe este mundo,
y nada más, y entonces nosotros les damos con Jesús, con todos los santos, con todos
los que han querido vivir el Evangelio, cambiar todos estos grandes valores, estos
valores que se pierden o se corrompen, se quitan o se abandonan. Vemos en las
naciones, los poderosos ahí, no con el poder humano, con las batallas y las bombas, a la
muerte. Vemos ahí naciones: “O sigues lo que te dice el presidente, o te vas a la cárcel,
o si no a la muerte”. Nos encontramos en un mundo así. Nosotros vemos lo opuesto, el
amor a todos. La igualdad, el querer ser uno, ser familiares, ser íntimos, hijos de un
mismo Padre, todos hermanos, todos uno.
Por eso tomamos el bien que no nos discute en este mundo para nada, porque es un bien
pasajero, un bien mortal, un bien que se pierde por nada. Por esto hacemos el voto de
pobreza en cuanto a lo material, a lo variable, a lo que cambia, a lo que se pierde, a lo
que se roba, a lo que se quita.
Voto de pobreza, a fin de garantizar bienes inmensos, bienes eternos, bienes máximos,
lo que llena el corazón del hombre y llena la mente del hombre. Pobreza, castidad y
obediencia, no por mi capricho, que no lo sé. Así como nosotros no nos atrevemos a
decir al médico qué tiene que hacer frente a mí. Le puedo decir: “Me encuentro así”,
pero no le voy a decir lo que tiene que hacer, porque sabe que el médico sabe más. Los
alumnos, lo que los profesores le digan. Es lógico que nosotros ante Dios: ¿Qué tengo
que hacer, qué es lo que me conviene? Cuando Él ha dado su Vida por nosotros. No es
un gusto o un capricho, que a mi me da la gana, pero mira cuanta gente ha invertido la
vida por ti, y te ayuda. Si uno reflexiona un poco, dice: ¿Qué hago yo? ¿Qué me
aconsejáis? ¿Qué me ayuda?
Por esto, a fin de poder convivir y anunciar el Reino con una pureza total de corazón
y libertad de espíritu, para repetir en sus vidas el amor universal, desinteresado y
sacrificado de Jesús y como “signo clarísimo del Reino de los cielos. Cuando uno lo
ve, lo descubre y lo experimenta, dice: Yo lo cambio todo por esto. Esto no vale nada,
esto es un momento, esto es inseguro, esto puede acabar hoy y puede perderse. Entonces
la gente capitalista, etc., tiene seguros y mira, por si acaso se pierde, y así y todo, el
banco puede llevárselo todo y quedarse sin nada. Igualmente la salud y la fuerza, no
estamos seguros de que el mes que viene haremos tal cosa o tal otra. No sabemos. Lo
único que nos ha presentado Dios mira: “En la vida y en la muerte tú tienes este tesoro”,
pero la Vida inmortal no desaparece, va en aumento, y esto es lo que vale, la Vida feliz,
la Vida divina, la Vida de Dios, la Vida segura.
69. La vivencia de los consejos evangélicos es para el mundo la prueba y argumento
más palpable y cercano y la evangelización más viva e interpelante de la existencia de
Dios y de la talla, fuerza, valor y poder de este Dios en el corazón del hombre. Es la
mejor revelación del rostro de Dios a toda la humanidad y expresión clara de lo que
supone, mide y pesa para nosotros y nos da íntegramente Jesús de Nazaret. Entonces
uno va pensando. Mi vida en este mundo es un momento, muy breve. La mayoría de
nosotros, de aquí a cincuenta años ya poco cantará. Esto no es nada. Y además llega un
momento en este mundo que no le interesa mucho estar aquí, lo mejor es estar con
Ellos, mejor estar en la eternidad, pero trabajar y ayudar para ayudar a todos. Por esto
en los consejos evangélicos lo primero ponemos el voto de pobreza.
Pobreza significa cambio de valores. Ya quiero cambiar de valores. No me quiero
apoyar en poderes inseguros, pobres, insatisfechos, que no me bastan para nada, para
llenar el corazón. No es que se quiera quedar pobre, sino que se quiere quedar rico, con
la riqueza de Dios. Lo cambio por lo divino, por lo inmortal, por lo que nadie me puede
robar, nadie me puede quitar, ni la muerte. Entonces lo cambia todo por lo inmortal, por
lo eterno, por lo mejor, por lo sublime. Por lo que miles de santos han visto en ello la
felicidad, lo han comunicado a los otros, lo que les ha llenado, que lo otro del mundo es
miseria comparado con esto, el honor de los hombres no me sirve para nada, pues la
mayor parte de las veces ni aciertan ni lo que soy ni lo que tengo, entonces, ¿para qué
sirve? Porque delante de Dios, Él ve la claridad de la persona. Pero las personas pueden
pensar y hacer, y se están equivocando constantemente. En la confesión, escuchamos a
la persona según Dios, y Dios que solucione según su sinceridad, su verdad. Yo no sé.
Dios sabrá. La sinceridad, la claridad con Dios, la familiaridad íntima con Él, igual que
uno hablara con un médico muy bueno, “Esto se te cura así y yo te quiero curar, yo te
quiero salvar”. Yo me he desviado, “Yo te pongo en camino”. Yo he perdido todo. “Yo
te regalo y te devuelvo todo”. Esto es Dios. Entonces nosotros hacemos lo que
queremos, porque el hombre es libre, y le interesa muchísimo la sinceridad delante de
Dios tal como es, y Él quiere que el hombre permanezca libre y con la libertad de Dios
pueda adquirir la riqueza de Dios, la felicidad eterna.
70. Para imitar a Jesús, que nació vivió y murió en suma pobreza, por eso pobreza
material. Esto no vale nada, qué más da, se pierde, se lo pueden quitar, y puede venir la
enfermedad, puede venir la muerte, o me pueden matar. Ahora es tan frecuente esto.
Entonces, no es que le preocupe, no quiero, no me interesa tener la riqueza del cuerpo,
¿para qué? Si esto es de paso, y muy pronto el hombre dice: “Ya me cuesta el pie para
pasar el escalón… ahora ya no puedo comer bien porque me faltan dos dientes… ¿y
ahora qué? Me tengo que poner una peluca porque se me perdió el cabello. Y ahora
resulta que el corazón me falla”. Bueno, pues aguanta como puedas. La vida es nada, es
un momento, es sólo el tiempo disponible, para tú decidir cómo quieres tu eternidad,
cómo quieres tú la Vida, porque esto es un paso, esto es nada.
Para imitar a Jesús que nació, a propósito por nuestro bien, por nuestro ejemplo, para
danos testimonio, para danos la Verdad. Vivió y murió en suma pobreza. Nosotros
hacemos lo mismo para ayudar a la persona. Pero pudieras ser rico: “Te regalo esta
casa”. Para vivir no. Si tengo que vivir en esto, no me interesa. Si lo puedo vender y
darlo a los pobres, sí. Lo digo porque a veces me lo han dicho, y a veces algún obispo:
“Si quieres, con toda la comunidad, puedes usar el palacio”. No me interesa. Si yo
quiero demostrarle a la gente que esto no vale nada. Por tanto mi deber es éste. Uno
ayuda, entonces, colabora a los otros: No te metas la mente y el corazón en estas cosas,
¿para qué?
La envidia, el odio, el querer ser más que el otro, ¿en qué? ¿En lo mortal? Esto es de
cabeza corta, esto es de bobos. No me interesa. Lo que vale es lo que Dios me dice, lo
que Dios me indica, y como Él me indica y me habla, no es que tenga que intentarlo. La
vida cambia mucho. ¿Por qué el santo –por ejemplo- se siente feliz de estar con un gran
enemigo más que estar con un amigo? Para amar como Cristo. Como Juan de la Cruz,
los otros, al ver que él llevaba una vida austera, le hicieron la vida imposible, porque
ellos querían vivir cómodamente, y comer y beber. Entonces optaron todos para echarle
fuera. “Bueno, si quieres aún ser de la congregación, hay aquí varias casas”. Entonces él
vio las dos casas a elegir porque hubiera muerto, no le daban nada de comer, y entre las
dos casas vio uno que le odiaba mucho, y siempre hablaba mal: “Si os da igual, yo voy
a esa casa, voy a convivir con es persona, y amarle lo más posible”. “¿Qué mérito tienes
si amas al enemigo? Si esto hace cualquier pagano. Ama al enemigo, ayúdale, apóyale,
sólo entonces serás hijo de Dios”. De otro modo vienes de otra raza, del yo mortal y
nada más. Y aunque sólo mires lo mortal, no creas que a la gente le interese mucho
guardar tu cuerpo, no creo que nadie lo quiera en tu casa. Antes, lo tenían algunos días
muy cerca, de noche y de día. Ahora, ni media hora en casa. Pagaremos el tanatorio…
“No, pero tienes que verlo y estar cerca”. “Sí pero con un vidrio delante que no quiero
que se acerque”.
Entonces uno tiene que ir delante de Dios. Sólo tenemos una vida, ¿cómo le vamos a
hacer? ¿Has perdido la fe? Si has perdido la fe puedes ahorcarte cuando quieras. ¿Qué le
vas a hacer? La vida imposible a ti y a los demás. Ahora, si tienes fe. Dice: De acuerdo.
Preparo mi Vida, no mi muerte. Mi Vida inmortal. Esta es nuestra razón, no hay otra. Si
no hubiera esto…pero si está, todo le cambia. La opinión de la gente, muy poco. Si es
una persona muy santa, le escucha, le atiende. Pero si es una persona que Dios no le
interesa: “No me interesa”. Le puede ayudar si quiere descubrir, si quiere ver. Nuestra
misión tiene mucho de esto, mucha gente que ha optado por la Vida inmortal, eterna,
por el Amor de Dios.
Para imitar más de cerca de Jesús. ¿Por qué? ¿Tú quieres ser hijo de Dios? ¿Quieres
ser de mi Padre? Yo te trazo el camino, te digo lo que vale y lo que no vale nada, te digo
lo que te daña y lo que te cura, lo que te perfecciona como propio hijo de Dios, o como
un alejado de Dios. Y uno no puede perder mucho tiempo, porque mira. Yo tardé un
poco tal vez, pero una cosa es lo que te dicen y otra la que uno piensa. A los catorce
años digo: Yo tengo que mirar de solucionar esto. ¿Está la Vida o no está la Vida? ¿Está
Dios o no está Dios? Si existes, -esto fue mi primera oración personal- Si existes… -no
le pedí una tontería, oración o sacrificio- Si existes, hazme feliz. Esta fue mi conversión.
Aquello fue tan poderoso, tan grande, que en mí no cabía. Digo: Esta felicidad me
supera, esto es grande. Cantidad de gente cambió su riqueza, su situación, sus placeres,
sus honores. Quiero gastar todo cuanto soy tengo para que todos sean felices. Esta es la
realidad, nuestra misión es esto. No es cosa de castigar a la gente, y que lo pase mal, y
que venga…No, no, no.
He visto personas que han venido así, con la indicación de fastidiar a todos. Unos
estudiantes, habían terminado sus estudios, muy buenos, de licenciatura y doctorado.
Algunos de ellos tenían mucha fe: “Oye Jaime, ¿no nos darías unos ejercicios?” ¿Estáis
todos? Estamos todos, unos 18, sólo falta uno, que es muy inteligente pero se ríe de la fe
y de todo. “¿Por qué no lo conquistamos?” ¿Y cómo lo vamos a conquistar? Decidle
que vamos a hacer una fiesta extraordinaria, una comida super. A ver decidle vosotros.
Y se presentó. Y cuando vio a los otros en la capilla, se reía de todos, descarado. Y ellos
todos serios. En la capilla hablaba y soltaba lo que fuera. Digo: Vamos a hacer el Via
Crucis. Le dije a uno: Toma el libro y léelo. Y el tipo fue y cogió el libro, y se reía del
libro: Jesús, cargado con la cruz. “¡Ja, yo estoy cargado con la cruz! Y ahora, ¿qué hago
yo por aquí”. Y ellos silencio. Segunda estación, igualito. Jesús, encuentra a su Madre.
“Sí hace tiempo que no la encontraba”. Y en la cuarta estación, precisamente allí con la
Virgen. “Jesús se encuentra con su Madre.” Y el hombre fue muy sincerote. Se paró, no
leyó, dábamos la vuelta no por la capilla sino que salíamos, había árboles, y entonces se
pone pegado a un árbol, se pone triste, se puso a llorar, da el libro a otro. Era el segundo
día por la noche. Yo pensaba: Qué sencillo, qué bueno es Dios. Se ha reído, se ha
burlado, y después más noche me llama: “No voy a cenar”. Digo: Bueno. Pero lo
tremendo, -era así de descarado-: “Y tú tampoco, porque me quiero confesar. Y necesito
una confesión dura. Yo no sabía”. Pasó a ser uno de los primeros y más eficaces en la
Escuela de Apóstoles: “Yo no sabía”.
Jesús está tan cerca. Uno tiene que ver que es la pobreza, la castidad. Es que el placer, el
honor. Es como aquel joven, yo en esto tuve un entusiasmo grande para la misión,
porque, qué cambio tan grande. Uno de ellos llevaba un cilicio en su pierna, de hilo de
hierro, apretado, y era un apóstol estupendo. A cuántos salvaba del pecado, de toda
clase de corrupción, de impureza por todas partes. Yo le decía: hombre, no lleves este
cilicio en tu pierna, porque el trabajo que tú haces, no te da seguridad de andar y
moverte, entre las obras que estás dirigiendo en el edificio, pudieras caerte. “No, no me
quito en todo el día el cilicio. Porque yo pecaba todos los días, y hace un año que no
tengo una falta de impureza, ni conmigo ni con nadie. Y no lo quito”. Uno va viendo
qué es lo que vale. Si Jesús da su sangre por mí, y se pone en la cruz, ¿qué voy a hacer
yo? Si soy yo el pecador, si soy yo el perdido. Y realmente, muchos de ellos una vida
penitente, orante, en ayuno. Ya puede la gente, una mujer que se le acerque. “No, tú eres
una desgraciada”, firme. Pero oración firme, oración fuerte. Y el bien que hacía él
superaba a muchos sacerdotes, en cuanto a convertir a cualquiera. “Lo que pasa es que
tú vives de la carne, no del espíritu, vives de tu yo perdido, corrompido, pero no vives
de Dios. Tal vez no lo conoces, pero yo te ayudo”. A mí me entusiasmaba ver jóvenes
así, a las tres de la noche ante el sagrario. Recuerdo uno que estaba yo también con ellos
y uno de ellos dormía. Pero uno de estos mundanos estaba pegado al sagrario, y en un
momento me llamó la atención fuerte, como hablando con Cristo y dice: “¡¡Te he dicho
que sí!! Quiero ser apóstol, quiero salvar a los otros. Te he dicho que sí”. Luego le digo:
¿Qué te pasa? “Nada. Yo veía que es urgente para muchos que sepan la verdad, pero son
muy pocos los que quieren jugarse la vida. Yo quiero jugarme la vida”.
Uno mira la pobreza, la castidad, la obediencia, no el yo, como si fuera el único rey del
universo. Y a la mejor delante de Dios es lo más miserable. Tiene que ver de qué forma
ama a Dios. Si no ama al hermano, no ama a Dios, al que sea, aunque sea un perdido.
Porque lo dice Jesús: “¿Qué mérito tienes si amas al amigo? Tú ama al enemigo y
entonces serás hijo de Dios”.
71. La caridad para con Dios y con el prójimo es el marco de nuestra pobreza
personal y comunitaria. Que lo vean, que lo sepan. Si dicen que soy un desgraciado,
tienen gran razón, porque he sido un perdido. El amor al Cristo tal nos exige. Entonces
si uno ya tiene el Amor de Dios, ya ama a los otros. Yo era peor que esto. Me llamaba la
atención en Norteamérica, una señora en Ejercicios, que quería dejar a su familia. Una
hermana suya que iba con las misioneras dice: “Padre Jaime dígale que no deje a su
esposo”. Y ¿dónde está? Dile que venga tu hermana. “No puedo, es un borracho, es un
perdido. Yo no aguanto eso”. Digo: No, pero se puede curar. Yo conocía uno de los
mejores apóstoles que había sido un borracho y perdido. Llámale a fulano, dile que
venga. Oye, aquí hay una mujer que quiere separarse de su esposo porque es un
borracho y perdido. “Estupendo, ¿dónde está?” Y le dio tal lección que era mucho más
terrible que su esposo: “Pero se puede solucionar, yo he sido más terrible que él.
Además yo le saludaré. Dígame donde está la casa y yo le saludaré.” Esto es nuestra
vida. Yo le voy a decir, yo le voy a hablar.
La caridad para con Dios y con el prójimo es el marco de nuestra pobreza personal y
comunitaria. El amor al Cristo total nos exige, hoy y siempre, una pobreza extrema,
real y efectiva. Quiere decir que lo otro no vale nada comparado con Dios, y por tanto
uno se mete en la extrema pobreza. Y señores de grandes valores: “Yo lo doy a los
pobres y me quedo en lo más pobre de todo”.
72. Viviremos comunitariamente la pobreza esforzándonos “en dar testimonio
colectivo de pobreza”, presentándonos vitalmente solidarios con nuestros hermanos
pobres y necesitados de toda la tierra. Sentirnos solidarios. …a los que hemos de amar
en las entrañas de Jesucristo, evitando todo consumismo, lujo, lucro y acumulación
de bienes. Nada. Yo voy bastante bien, digo yo. Pero no sé de quién son estos zapatos,
ni los pantalones y todo. ¿Te va bien eso? Yo creo que me va bien. No vamos a gastar.
El peluquero, no te hace pagar mucho, uno de los misioneros. No te tienes que peinar ni
siquiera.
74. Es necesario el desprendimiento de los bienes de esta tierra a quien dice creer en
la vida del más allá”. Por poca fe que tenga, …y más si quiere predicar…, más si
quiere dar a los demás, tiene que hablar con la vida más que con la palabra. La palabra
sólo tiene que dar razón, convencer a los hombres de la existencia de la vida eterna
vivir solidario con la situación de miseria extrema en que se encuentran gran parte de
nuestros hermanos. del mundo. Puede ser santo, puede ser feliz, yo prefiero más ser
así. “Ah, ¿tú pudieras tener?” Claro que sí, pero no me interesa. Hay algo más grande,
no me voy a distraer con eso.
Es necesario el desprendimiento de los bienes de esta tierra a quien dice creer en la
vida del más allá y más si quiere predicar y convencer a los hombres. Alguien pudiera
decir: “Esto es un pecado”. Yo no di nada a mis hermanos, y me apreciaban mucho.
“Nos interesa mucho comprar todo lo tuyo”. Yo veía el escándalo de gente religiosa, de
gente cristiana, ayudando a los sobrinos, a los parientes. No, esto no es amar, darles a
Dios. Entonces: “Hay un señor que me da una cantidad enorme.”. Y mi hermano mayor
me aprecia muchísimo. “Esto no lo podemos dar”. Pero después se reunieron: “Esto
tiene que ser nuestro y lo pagamos”. Pero yo ya había tomado el avión. Decían:
“Hombre, es lo que Él ha predicado, y todo el público se da cuenta de que esto es
verdad, aquí no hay ayudas y apoyos a los suyos”. Para que no hubiera muchas
discusiones, estuve más de un año sin ir a casa, y cuando fui, una sobrina ya mayorcita:
“Tío, tengo que pedirle perdón porque me he enfadado mucho con usted”. Pero me
perdonas, ¿no? “Sí, le perdono”.
Lo que interesa es el valor eterno, grande, según Jesús.
…convencer a los hombres de la existencia de la vida eterna y vivir solidario con la
situación de miseria extrema en que se encuentran gran parte de nuestros hermanos.
Tendría que ser el Verbum Dei así. La miseria extrema, pero más pobre el yo. Que
aquello no le sirve de orgullo, de vanidad, o de discusión. Primero el Amor, el Amor
puro, el Amor de Cristo. Amar a todos por igual.
75. El voto de pobreza lleva consigo la dependencia y limitación en el uso y
disposición de los bienes.
76. Mientras dure el voto temporal de pobreza, conservaremos la propiedad de los
bienes; sin embargo, antes de pronunciarlo cederemos libremente su administración,
uso y usufructo, por medio de un acto escrito en forma legal, adaptando a la
legislación del país. Nos interesa muchísimo delante de Dios.
Es lo que hacemos nosotros para ser Cristo, y para ser hermano de todos. Pobreza,
castidad y obediencia. Un verdadero Amor, no falso. No placer carnal, sino el Amor de
Cristo que es Vida eterna. Lo otro es muerte de la Vida eterna, es la destrucción, la
pérdida de todo. El Amor, la Vida eterna. Y obediencia en cuanto yo no soy quién para
dar el bien eterno de Dios, sino lo que Él me diga. Obaudire, escuchar. Escucha la
palabra, lo que Él te diga, y para asegurar que tú no te engañes, tienes el responsable, el
superior, que te diga. No interesa que el superior sea una eminencia en todo ni mucho
menos, simplemente la verdad, la obediencia. Es decir, que el que no quiere seguir, es el
yo. El que: "No puedo continua", es el yo. Entonces la consagración es falsa, no es
verdad. Tiene que hacerla en manos de Dios, a través lo que la Iglesia indica. Entonces
pone el responsable, el superior, para indicar.
Lo tenemos muy fácil, porque lo tenemos muy claro, en la pobreza extrema de Cristo,
aun ahora, hasta el fin del mundo, lo más pobre, lo más sencillo, súbdito a todos los que
se acercan, no le puedes negar la Eucaristía, aunque no se haya confesado, haya matado,
se va en la fila de comunión y comulga. Jesús manda y obliga: “Dale mi Vida.
Entrégame también”.
Cómo ha sido María, expuesta a la muerte, la más humillada de este mundo, muerto su
Hijo por ser tenido por malo, de los peores, crucificado, por mí, por todos. “Tú no
temas”. Tú guarda la Vida inmortal, la Vida eterna, la Vida divina, la Vida de Dios, y da
muerte a todo lo otro. A la soberbia a la avaricia, a la lujuria, a la ira, a la gula, a la
envidia, a la pereza al yo. Para ser de verdad Cristo, el que recibes. No recibas
inútilmente la Eucaristía. No recibas diariamente la Eucaristía, al Padre, al Hijo, al
Espíritu Santo y a María de una manera inútil. Esforzarte para ser el Cristo de la cruz y
el Cristo de la Eucaristía, cuanto antes. Ser puro Amor a todos, a amigos y enemigos.
De lo contrario la Eucaristía es falsa. No se recibe nada.
Hay que tenerlo e cuenta, cuando uno dice: Yo quiero ser Cristo, yo quiero hacer su
misión. Yo quiero ayudar a muchos a ser Cristo. Si Dios te hace este honor, este poder,
esta gracia. Si María está de acuerdo y te acompaña en todo momento, qué más quieres
más que reproducirlo, vivirlo, darlo y engendrarlo. Tendrás más hijos que toda familia
en el mundo. Te extenderás a derecha e izquierda, tu prole heredará naciones en toda la
existencia del mundo ahí serán millones y millones de hijos que tú con Cristo en ti y la
Trinidad habrás engendrado porque le habrás dado la Palabra. “Habéis sido
reengendrados por medio de la palabra.” Por eso te invito, te llamo, te insisto para que
tu seas Palabra Viva de Dios, otro Cristo. La Palabra en latín sería: Verbum Dei. Sé tú
la Palabra del Padre para todas las generaciones, hasta el fin del mundo.
Descargar