El Copo, 2 enero 2004, 7h, Jaime Bonet Hemos ido meditando cuál sería el ideal, la vocación, la misión, el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros. La ayuda, el poder y la fuerza para bien de todo el Cuerpo de Cristo, el mundo entero, la humanidad presente y futura, esto se extiende ya para siempre si tenemos en cuenta el plan y el proyecto de Dios, destinado para una eternidad. No nos llama para un momento en este mundo, sino para poder acoger y reunir en este mundo todo el bien eterno, inmortal, propio y personal, para siempre, dando al hombre la libertad, libre para decidir sin obligación, le da la libertad, la Vida. Hemos ido viendo la forma de poder llenarnos de Dios, de la Vida divina, de la Vida eterna, de la Vida inmortal, poderla comunicar. Veremos ahora cuáles son los consejos evangélicos, los que a través del Evangelio Él nos ha comunicado, cada día, mirar la Palabra de Dios, los proyectos, los designios para nuestra felicidad, nuestra herencia eterna, inmortal. 68. Los miembros de la Fraternidad Misionera Verbum Dei practicarán y harán profesión pública de los votos de pobreza, castidad y obediencia, para ayudar a nuestra misión de hacer pensar a la gente y descubrir que muchas veces la gente no hace más que imitar a los demás, es lo propio del hombre, imitar a los demás, según las personas que ve y conoce, por eso hay tantas variaciones e imitaciones según las personas que le afectan o conocen. Por eso nos prepara, nos da lo mejor, para que también nosotros podamos ser para mucha gente camino, verdad y vida, aprovechar el brevísimo tiempo de preparar la eternidad, para siempre, pero libre, voluntaria de cada uno, según Dios nos va indicando. Los miembros de la Fraternidad Misionera Verbum Dei practicarán y harán profesión pública de los votos de pobreza, castidad y obediencia. Lo pongo como obligación y como ya dedicación. Si es voto perpetuo, para siempre. votos de pobreza, castidad y obediencia. Las apetencias, los deseos del hombre que sólo sabe este mundo, y nada más, y entonces nosotros les damos con Jesús, con todos los santos, con todos los que han querido vivir el Evangelio, cambiar todos estos grandes valores, estos valores que se pierden o se corrompen, se quitan o se abandonan. Vemos en las naciones, los poderosos ahí, no con el poder humano, con las batallas y las bombas, a la muerte. Vemos ahí naciones: “O sigues lo que te dice el presidente, o te vas a la cárcel, o si no a la muerte”. Nos encontramos en un mundo así. Nosotros vemos lo opuesto, el amor a todos. La igualdad, el querer ser uno, ser familiares, ser íntimos, hijos de un mismo Padre, todos hermanos, todos uno. Por eso tomamos el bien que no nos discute en este mundo para nada, porque es un bien pasajero, un bien mortal, un bien que se pierde por nada. Por esto hacemos el voto de pobreza en cuanto a lo material, a lo variable, a lo que cambia, a lo que se pierde, a lo que se roba, a lo que se quita. Voto de pobreza, a fin de garantizar bienes inmensos, bienes eternos, bienes máximos, lo que llena el corazón del hombre y llena la mente del hombre. Pobreza, castidad y obediencia, no por mi capricho, que no lo sé. Así como nosotros no nos atrevemos a decir al médico qué tiene que hacer frente a mí. Le puedo decir: “Me encuentro así”, pero no le voy a decir lo que tiene que hacer, porque sabe que el médico sabe más. Los alumnos, lo que los profesores le digan. Es lógico que nosotros ante Dios: ¿Qué tengo que hacer, qué es lo que me conviene? Cuando Él ha dado su Vida por nosotros. No es un gusto o un capricho, que a mi me da la gana, pero mira cuanta gente ha invertido la vida por ti, y te ayuda. Si uno reflexiona un poco, dice: ¿Qué hago yo? ¿Qué me aconsejáis? ¿Qué me ayuda? Por esto, a fin de poder convivir y anunciar el Reino con una pureza total de corazón y libertad de espíritu, para repetir en sus vidas el amor universal, desinteresado y sacrificado de Jesús y como “signo clarísimo del Reino de los cielos. Cuando uno lo ve, lo descubre y lo experimenta, dice: Yo lo cambio todo por esto. Esto no vale nada, esto es un momento, esto es inseguro, esto puede acabar hoy y puede perderse. Entonces la gente capitalista, etc., tiene seguros y mira, por si acaso se pierde, y así y todo, el banco puede llevárselo todo y quedarse sin nada. Igualmente la salud y la fuerza, no estamos seguros de que el mes que viene haremos tal cosa o tal otra. No sabemos. Lo único que nos ha presentado Dios mira: “En la vida y en la muerte tú tienes este tesoro”, pero la Vida inmortal no desaparece, va en aumento, y esto es lo que vale, la Vida feliz, la Vida divina, la Vida de Dios, la Vida segura. 69. La vivencia de los consejos evangélicos es para el mundo la prueba y argumento más palpable y cercano y la evangelización más viva e interpelante de la existencia de Dios y de la talla, fuerza, valor y poder de este Dios en el corazón del hombre. Es la mejor revelación del rostro de Dios a toda la humanidad y expresión clara de lo que supone, mide y pesa para nosotros y nos da íntegramente Jesús de Nazaret. Entonces uno va pensando. Mi vida en este mundo es un momento, muy breve. La mayoría de nosotros, de aquí a cincuenta años ya poco cantará. Esto no es nada. Y además llega un momento en este mundo que no le interesa mucho estar aquí, lo mejor es estar con Ellos, mejor estar en la eternidad, pero trabajar y ayudar para ayudar a todos. Por esto en los consejos evangélicos lo primero ponemos el voto de pobreza. Pobreza significa cambio de valores. Ya quiero cambiar de valores. No me quiero apoyar en poderes inseguros, pobres, insatisfechos, que no me bastan para nada, para llenar el corazón. No es que se quiera quedar pobre, sino que se quiere quedar rico, con la riqueza de Dios. Lo cambio por lo divino, por lo inmortal, por lo que nadie me puede robar, nadie me puede quitar, ni la muerte. Entonces lo cambia todo por lo inmortal, por lo eterno, por lo mejor, por lo sublime. Por lo que miles de santos han visto en ello la felicidad, lo han comunicado a los otros, lo que les ha llenado, que lo otro del mundo es miseria comparado con esto, el honor de los hombres no me sirve para nada, pues la mayor parte de las veces ni aciertan ni lo que soy ni lo que tengo, entonces, ¿para qué sirve? Porque delante de Dios, Él ve la claridad de la persona. Pero las personas pueden pensar y hacer, y se están equivocando constantemente. En la confesión, escuchamos a la persona según Dios, y Dios que solucione según su sinceridad, su verdad. Yo no sé. Dios sabrá. La sinceridad, la claridad con Dios, la familiaridad íntima con Él, igual que uno hablara con un médico muy bueno, “Esto se te cura así y yo te quiero curar, yo te quiero salvar”. Yo me he desviado, “Yo te pongo en camino”. Yo he perdido todo. “Yo te regalo y te devuelvo todo”. Esto es Dios. Entonces nosotros hacemos lo que queremos, porque el hombre es libre, y le interesa muchísimo la sinceridad delante de Dios tal como es, y Él quiere que el hombre permanezca libre y con la libertad de Dios pueda adquirir la riqueza de Dios, la felicidad eterna. 70. Para imitar a Jesús, que nació vivió y murió en suma pobreza, por eso pobreza material. Esto no vale nada, qué más da, se pierde, se lo pueden quitar, y puede venir la enfermedad, puede venir la muerte, o me pueden matar. Ahora es tan frecuente esto. Entonces, no es que le preocupe, no quiero, no me interesa tener la riqueza del cuerpo, ¿para qué? Si esto es de paso, y muy pronto el hombre dice: “Ya me cuesta el pie para pasar el escalón… ahora ya no puedo comer bien porque me faltan dos dientes… ¿y ahora qué? Me tengo que poner una peluca porque se me perdió el cabello. Y ahora resulta que el corazón me falla”. Bueno, pues aguanta como puedas. La vida es nada, es un momento, es sólo el tiempo disponible, para tú decidir cómo quieres tu eternidad, cómo quieres tú la Vida, porque esto es un paso, esto es nada. Para imitar a Jesús que nació, a propósito por nuestro bien, por nuestro ejemplo, para danos testimonio, para danos la Verdad. Vivió y murió en suma pobreza. Nosotros hacemos lo mismo para ayudar a la persona. Pero pudieras ser rico: “Te regalo esta casa”. Para vivir no. Si tengo que vivir en esto, no me interesa. Si lo puedo vender y darlo a los pobres, sí. Lo digo porque a veces me lo han dicho, y a veces algún obispo: “Si quieres, con toda la comunidad, puedes usar el palacio”. No me interesa. Si yo quiero demostrarle a la gente que esto no vale nada. Por tanto mi deber es éste. Uno ayuda, entonces, colabora a los otros: No te metas la mente y el corazón en estas cosas, ¿para qué? La envidia, el odio, el querer ser más que el otro, ¿en qué? ¿En lo mortal? Esto es de cabeza corta, esto es de bobos. No me interesa. Lo que vale es lo que Dios me dice, lo que Dios me indica, y como Él me indica y me habla, no es que tenga que intentarlo. La vida cambia mucho. ¿Por qué el santo –por ejemplo- se siente feliz de estar con un gran enemigo más que estar con un amigo? Para amar como Cristo. Como Juan de la Cruz, los otros, al ver que él llevaba una vida austera, le hicieron la vida imposible, porque ellos querían vivir cómodamente, y comer y beber. Entonces optaron todos para echarle fuera. “Bueno, si quieres aún ser de la congregación, hay aquí varias casas”. Entonces él vio las dos casas a elegir porque hubiera muerto, no le daban nada de comer, y entre las dos casas vio uno que le odiaba mucho, y siempre hablaba mal: “Si os da igual, yo voy a esa casa, voy a convivir con es persona, y amarle lo más posible”. “¿Qué mérito tienes si amas al enemigo? Si esto hace cualquier pagano. Ama al enemigo, ayúdale, apóyale, sólo entonces serás hijo de Dios”. De otro modo vienes de otra raza, del yo mortal y nada más. Y aunque sólo mires lo mortal, no creas que a la gente le interese mucho guardar tu cuerpo, no creo que nadie lo quiera en tu casa. Antes, lo tenían algunos días muy cerca, de noche y de día. Ahora, ni media hora en casa. Pagaremos el tanatorio… “No, pero tienes que verlo y estar cerca”. “Sí pero con un vidrio delante que no quiero que se acerque”. Entonces uno tiene que ir delante de Dios. Sólo tenemos una vida, ¿cómo le vamos a hacer? ¿Has perdido la fe? Si has perdido la fe puedes ahorcarte cuando quieras. ¿Qué le vas a hacer? La vida imposible a ti y a los demás. Ahora, si tienes fe. Dice: De acuerdo. Preparo mi Vida, no mi muerte. Mi Vida inmortal. Esta es nuestra razón, no hay otra. Si no hubiera esto…pero si está, todo le cambia. La opinión de la gente, muy poco. Si es una persona muy santa, le escucha, le atiende. Pero si es una persona que Dios no le interesa: “No me interesa”. Le puede ayudar si quiere descubrir, si quiere ver. Nuestra misión tiene mucho de esto, mucha gente que ha optado por la Vida inmortal, eterna, por el Amor de Dios. Para imitar más de cerca de Jesús. ¿Por qué? ¿Tú quieres ser hijo de Dios? ¿Quieres ser de mi Padre? Yo te trazo el camino, te digo lo que vale y lo que no vale nada, te digo lo que te daña y lo que te cura, lo que te perfecciona como propio hijo de Dios, o como un alejado de Dios. Y uno no puede perder mucho tiempo, porque mira. Yo tardé un poco tal vez, pero una cosa es lo que te dicen y otra la que uno piensa. A los catorce años digo: Yo tengo que mirar de solucionar esto. ¿Está la Vida o no está la Vida? ¿Está Dios o no está Dios? Si existes, -esto fue mi primera oración personal- Si existes… -no le pedí una tontería, oración o sacrificio- Si existes, hazme feliz. Esta fue mi conversión. Aquello fue tan poderoso, tan grande, que en mí no cabía. Digo: Esta felicidad me supera, esto es grande. Cantidad de gente cambió su riqueza, su situación, sus placeres, sus honores. Quiero gastar todo cuanto soy tengo para que todos sean felices. Esta es la realidad, nuestra misión es esto. No es cosa de castigar a la gente, y que lo pase mal, y que venga…No, no, no. He visto personas que han venido así, con la indicación de fastidiar a todos. Unos estudiantes, habían terminado sus estudios, muy buenos, de licenciatura y doctorado. Algunos de ellos tenían mucha fe: “Oye Jaime, ¿no nos darías unos ejercicios?” ¿Estáis todos? Estamos todos, unos 18, sólo falta uno, que es muy inteligente pero se ríe de la fe y de todo. “¿Por qué no lo conquistamos?” ¿Y cómo lo vamos a conquistar? Decidle que vamos a hacer una fiesta extraordinaria, una comida super. A ver decidle vosotros. Y se presentó. Y cuando vio a los otros en la capilla, se reía de todos, descarado. Y ellos todos serios. En la capilla hablaba y soltaba lo que fuera. Digo: Vamos a hacer el Via Crucis. Le dije a uno: Toma el libro y léelo. Y el tipo fue y cogió el libro, y se reía del libro: Jesús, cargado con la cruz. “¡Ja, yo estoy cargado con la cruz! Y ahora, ¿qué hago yo por aquí”. Y ellos silencio. Segunda estación, igualito. Jesús, encuentra a su Madre. “Sí hace tiempo que no la encontraba”. Y en la cuarta estación, precisamente allí con la Virgen. “Jesús se encuentra con su Madre.” Y el hombre fue muy sincerote. Se paró, no leyó, dábamos la vuelta no por la capilla sino que salíamos, había árboles, y entonces se pone pegado a un árbol, se pone triste, se puso a llorar, da el libro a otro. Era el segundo día por la noche. Yo pensaba: Qué sencillo, qué bueno es Dios. Se ha reído, se ha burlado, y después más noche me llama: “No voy a cenar”. Digo: Bueno. Pero lo tremendo, -era así de descarado-: “Y tú tampoco, porque me quiero confesar. Y necesito una confesión dura. Yo no sabía”. Pasó a ser uno de los primeros y más eficaces en la Escuela de Apóstoles: “Yo no sabía”. Jesús está tan cerca. Uno tiene que ver que es la pobreza, la castidad. Es que el placer, el honor. Es como aquel joven, yo en esto tuve un entusiasmo grande para la misión, porque, qué cambio tan grande. Uno de ellos llevaba un cilicio en su pierna, de hilo de hierro, apretado, y era un apóstol estupendo. A cuántos salvaba del pecado, de toda clase de corrupción, de impureza por todas partes. Yo le decía: hombre, no lleves este cilicio en tu pierna, porque el trabajo que tú haces, no te da seguridad de andar y moverte, entre las obras que estás dirigiendo en el edificio, pudieras caerte. “No, no me quito en todo el día el cilicio. Porque yo pecaba todos los días, y hace un año que no tengo una falta de impureza, ni conmigo ni con nadie. Y no lo quito”. Uno va viendo qué es lo que vale. Si Jesús da su sangre por mí, y se pone en la cruz, ¿qué voy a hacer yo? Si soy yo el pecador, si soy yo el perdido. Y realmente, muchos de ellos una vida penitente, orante, en ayuno. Ya puede la gente, una mujer que se le acerque. “No, tú eres una desgraciada”, firme. Pero oración firme, oración fuerte. Y el bien que hacía él superaba a muchos sacerdotes, en cuanto a convertir a cualquiera. “Lo que pasa es que tú vives de la carne, no del espíritu, vives de tu yo perdido, corrompido, pero no vives de Dios. Tal vez no lo conoces, pero yo te ayudo”. A mí me entusiasmaba ver jóvenes así, a las tres de la noche ante el sagrario. Recuerdo uno que estaba yo también con ellos y uno de ellos dormía. Pero uno de estos mundanos estaba pegado al sagrario, y en un momento me llamó la atención fuerte, como hablando con Cristo y dice: “¡¡Te he dicho que sí!! Quiero ser apóstol, quiero salvar a los otros. Te he dicho que sí”. Luego le digo: ¿Qué te pasa? “Nada. Yo veía que es urgente para muchos que sepan la verdad, pero son muy pocos los que quieren jugarse la vida. Yo quiero jugarme la vida”. Uno mira la pobreza, la castidad, la obediencia, no el yo, como si fuera el único rey del universo. Y a la mejor delante de Dios es lo más miserable. Tiene que ver de qué forma ama a Dios. Si no ama al hermano, no ama a Dios, al que sea, aunque sea un perdido. Porque lo dice Jesús: “¿Qué mérito tienes si amas al amigo? Tú ama al enemigo y entonces serás hijo de Dios”. 71. La caridad para con Dios y con el prójimo es el marco de nuestra pobreza personal y comunitaria. Que lo vean, que lo sepan. Si dicen que soy un desgraciado, tienen gran razón, porque he sido un perdido. El amor al Cristo tal nos exige. Entonces si uno ya tiene el Amor de Dios, ya ama a los otros. Yo era peor que esto. Me llamaba la atención en Norteamérica, una señora en Ejercicios, que quería dejar a su familia. Una hermana suya que iba con las misioneras dice: “Padre Jaime dígale que no deje a su esposo”. Y ¿dónde está? Dile que venga tu hermana. “No puedo, es un borracho, es un perdido. Yo no aguanto eso”. Digo: No, pero se puede curar. Yo conocía uno de los mejores apóstoles que había sido un borracho y perdido. Llámale a fulano, dile que venga. Oye, aquí hay una mujer que quiere separarse de su esposo porque es un borracho y perdido. “Estupendo, ¿dónde está?” Y le dio tal lección que era mucho más terrible que su esposo: “Pero se puede solucionar, yo he sido más terrible que él. Además yo le saludaré. Dígame donde está la casa y yo le saludaré.” Esto es nuestra vida. Yo le voy a decir, yo le voy a hablar. La caridad para con Dios y con el prójimo es el marco de nuestra pobreza personal y comunitaria. El amor al Cristo total nos exige, hoy y siempre, una pobreza extrema, real y efectiva. Quiere decir que lo otro no vale nada comparado con Dios, y por tanto uno se mete en la extrema pobreza. Y señores de grandes valores: “Yo lo doy a los pobres y me quedo en lo más pobre de todo”. 72. Viviremos comunitariamente la pobreza esforzándonos “en dar testimonio colectivo de pobreza”, presentándonos vitalmente solidarios con nuestros hermanos pobres y necesitados de toda la tierra. Sentirnos solidarios. …a los que hemos de amar en las entrañas de Jesucristo, evitando todo consumismo, lujo, lucro y acumulación de bienes. Nada. Yo voy bastante bien, digo yo. Pero no sé de quién son estos zapatos, ni los pantalones y todo. ¿Te va bien eso? Yo creo que me va bien. No vamos a gastar. El peluquero, no te hace pagar mucho, uno de los misioneros. No te tienes que peinar ni siquiera. 74. Es necesario el desprendimiento de los bienes de esta tierra a quien dice creer en la vida del más allá”. Por poca fe que tenga, …y más si quiere predicar…, más si quiere dar a los demás, tiene que hablar con la vida más que con la palabra. La palabra sólo tiene que dar razón, convencer a los hombres de la existencia de la vida eterna vivir solidario con la situación de miseria extrema en que se encuentran gran parte de nuestros hermanos. del mundo. Puede ser santo, puede ser feliz, yo prefiero más ser así. “Ah, ¿tú pudieras tener?” Claro que sí, pero no me interesa. Hay algo más grande, no me voy a distraer con eso. Es necesario el desprendimiento de los bienes de esta tierra a quien dice creer en la vida del más allá y más si quiere predicar y convencer a los hombres. Alguien pudiera decir: “Esto es un pecado”. Yo no di nada a mis hermanos, y me apreciaban mucho. “Nos interesa mucho comprar todo lo tuyo”. Yo veía el escándalo de gente religiosa, de gente cristiana, ayudando a los sobrinos, a los parientes. No, esto no es amar, darles a Dios. Entonces: “Hay un señor que me da una cantidad enorme.”. Y mi hermano mayor me aprecia muchísimo. “Esto no lo podemos dar”. Pero después se reunieron: “Esto tiene que ser nuestro y lo pagamos”. Pero yo ya había tomado el avión. Decían: “Hombre, es lo que Él ha predicado, y todo el público se da cuenta de que esto es verdad, aquí no hay ayudas y apoyos a los suyos”. Para que no hubiera muchas discusiones, estuve más de un año sin ir a casa, y cuando fui, una sobrina ya mayorcita: “Tío, tengo que pedirle perdón porque me he enfadado mucho con usted”. Pero me perdonas, ¿no? “Sí, le perdono”. Lo que interesa es el valor eterno, grande, según Jesús. …convencer a los hombres de la existencia de la vida eterna y vivir solidario con la situación de miseria extrema en que se encuentran gran parte de nuestros hermanos. Tendría que ser el Verbum Dei así. La miseria extrema, pero más pobre el yo. Que aquello no le sirve de orgullo, de vanidad, o de discusión. Primero el Amor, el Amor puro, el Amor de Cristo. Amar a todos por igual. 75. El voto de pobreza lleva consigo la dependencia y limitación en el uso y disposición de los bienes. 76. Mientras dure el voto temporal de pobreza, conservaremos la propiedad de los bienes; sin embargo, antes de pronunciarlo cederemos libremente su administración, uso y usufructo, por medio de un acto escrito en forma legal, adaptando a la legislación del país. Nos interesa muchísimo delante de Dios. Es lo que hacemos nosotros para ser Cristo, y para ser hermano de todos. Pobreza, castidad y obediencia. Un verdadero Amor, no falso. No placer carnal, sino el Amor de Cristo que es Vida eterna. Lo otro es muerte de la Vida eterna, es la destrucción, la pérdida de todo. El Amor, la Vida eterna. Y obediencia en cuanto yo no soy quién para dar el bien eterno de Dios, sino lo que Él me diga. Obaudire, escuchar. Escucha la palabra, lo que Él te diga, y para asegurar que tú no te engañes, tienes el responsable, el superior, que te diga. No interesa que el superior sea una eminencia en todo ni mucho menos, simplemente la verdad, la obediencia. Es decir, que el que no quiere seguir, es el yo. El que: "No puedo continua", es el yo. Entonces la consagración es falsa, no es verdad. Tiene que hacerla en manos de Dios, a través lo que la Iglesia indica. Entonces pone el responsable, el superior, para indicar. Lo tenemos muy fácil, porque lo tenemos muy claro, en la pobreza extrema de Cristo, aun ahora, hasta el fin del mundo, lo más pobre, lo más sencillo, súbdito a todos los que se acercan, no le puedes negar la Eucaristía, aunque no se haya confesado, haya matado, se va en la fila de comunión y comulga. Jesús manda y obliga: “Dale mi Vida. Entrégame también”. Cómo ha sido María, expuesta a la muerte, la más humillada de este mundo, muerto su Hijo por ser tenido por malo, de los peores, crucificado, por mí, por todos. “Tú no temas”. Tú guarda la Vida inmortal, la Vida eterna, la Vida divina, la Vida de Dios, y da muerte a todo lo otro. A la soberbia a la avaricia, a la lujuria, a la ira, a la gula, a la envidia, a la pereza al yo. Para ser de verdad Cristo, el que recibes. No recibas inútilmente la Eucaristía. No recibas diariamente la Eucaristía, al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo y a María de una manera inútil. Esforzarte para ser el Cristo de la cruz y el Cristo de la Eucaristía, cuanto antes. Ser puro Amor a todos, a amigos y enemigos. De lo contrario la Eucaristía es falsa. No se recibe nada. Hay que tenerlo e cuenta, cuando uno dice: Yo quiero ser Cristo, yo quiero hacer su misión. Yo quiero ayudar a muchos a ser Cristo. Si Dios te hace este honor, este poder, esta gracia. Si María está de acuerdo y te acompaña en todo momento, qué más quieres más que reproducirlo, vivirlo, darlo y engendrarlo. Tendrás más hijos que toda familia en el mundo. Te extenderás a derecha e izquierda, tu prole heredará naciones en toda la existencia del mundo ahí serán millones y millones de hijos que tú con Cristo en ti y la Trinidad habrás engendrado porque le habrás dado la Palabra. “Habéis sido reengendrados por medio de la palabra.” Por eso te invito, te llamo, te insisto para que tu seas Palabra Viva de Dios, otro Cristo. La Palabra en latín sería: Verbum Dei. Sé tú la Palabra del Padre para todas las generaciones, hasta el fin del mundo.