AMOR DE OTRA VIDA

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Amor de otra vida
José a sus 33 años de edad se considera como una persona sumamente
curiosa que desea explorar la vida aunque es tímido y muy inseguro.
Manifiesta que durante muchos años fue persona con una mente muy
cerrada. Su divorcio hace ya casi seis meses le ha complicado todavía
más su vida. Sufre de mucha tensión y colitis. También, a pesar de
varios intentos, no logra aprender el idioma inglés.
-
Estoy recorriendo una gran planicie de color verde. Veo una
montaña cubierta de nieve. Hay cabras alrededor. El cielo es
azul, no se ve ninguna nube. Hay una pequeña cabaña a lo lejos.
Entré y la estoy recorriendo. Es una cabaña con una humilde
mesa y una lámpara de aceite sobre ella. Tiene chimenea y
muebles rústicos de madera. Veo sobre la pared una fotografía
en blanco y negro que muestra a una señora de antes. Se ve
como de unos treinta años. No sé si esto me lo estoy
imaginando.
-
No importa si lo estás imaginando o no. Parece que es
importante y algo tiene que ver con tu problemática actual. Es
importante que dejes las imágenes fluir. Quiero que toques la
foto y te dejes llevar hasta ese momento a ver lo que percibes
como si fuera en una película.
-
Al tocar la foto veo gente con ropa como de alrededor del año
1900. Estoy en una parada del tren. Hay un planché de cemento
con una baranda. Veo un tren de color negro y al frente mío a
un señor con sombrero de color blanco que no es de copa. Tiene
un chaleco negro con rayas blancas, camisa manga larga,
pantalón negro y bigote. No le veo la cara. Está viendo hacia
donde está el tren. No sé si lo está esperando. Está parado allí.
Gira la cabeza hacia donde estoy yo pero no hace contacto
visual ni me habla. Aquí está el tren, que al principio no estaba.
Tiene el número al frente pero no lo puedo ver bien. Este
hombre sigue allí. Hay gente que espera el tren. Veo como una
pulpería o comisariato. Tiene las ventanas abiertas hacia arriba
y tiene guindadas cosas para vender. Veo plátanos. Hay una
señora que está detrás del mostrador. Es gordita y morena con
pelo negro y una cola. No se pinta ni usa maquillaje. Tiene un
delantal. Me está viendo como si fuera a comprar algo. No
avanzo ni estoy comprando nada. Ella se queda viéndome. Se
me oscureció la imagen. No sé adonde ir.
-
Vamos a hacer lo siguiente. Quiero que busques el mejor lugar
para construir la casa de tus sueños y que cuando estés allí
hagas esa casa completamente a tu gusto y que me avises
cuando ya lo has hecho.
-
Ya la terminé. ¿Qué hago ahora?
-
Quiero que instales afuera, a un costado de la puerta principal
de entrada, un cajón grande donde vas a ir tirando todas esas
cosas que generaron miedos, temores, dudas, ansiedades.
Puedes visualizarlas como granos de arena, de polvo, piedras
pequeñas, medianas o grandes, o espinas.
-
Pienso que ya tiré todo.
-
Entonces ahora te quitas la ropa que andas puesta y también la
tiras al cajón de la basura. Quedas desnudo y entras a la casa
como una persona nueva, diferente. Entras, cierras la puerta y
me avisas cuando ya estás dentro.
-
Ya lo hice. Es una casa pequeña prefabricada color blanco.
Tiene espacio para la sala, muebles rojos, alfombra y veo dos
lámparas muy bellas colgando del techo. Hay buena
iluminación.
-
Muy bien. Ahora quiero que busques la bodega, que es ese
lugar donde tiras esas cosas que ya no ocupas o que no sabes ni
por qué las tienes. Podría ser un sótano, un estante, un cajón o
un baúl.
-
Ya la encontré. Es un recinto pequeño debajo de unas escaleras.
Hay una puerta de madera. Abrí y está oscuro el lugar. Ando
linterna. Este es un lugar muy estrecho. Veo varias repisas con
cajas muy pequeñas. Veo una muñeca Matrioska grande y
blanca. Es blanca y tiene cara de mujer.
-
Es importante que la toques a ver qué experimentas.
-
La toqué y siento escalofríos. Me dejo llevar en el tiempo y el
espacio y experimento la sensación de flotar. Tengo la muñeca
en la mano y tengo ganas de abrirla. La abrí y sale otra capa. La
anterior está hueca. Quito la siguiente que también está hueca.
Sigo quitando capa tras capa y ya llegué a la última. La quité y
salió un cartucho de color negro. Parece como un marcador de
color negro. No tiene la tapa, solo se ve la punta. Me manché la
mano.
-
Le hago una pregunta: ¿cuál será el mensaje de lo anterior?
-
No me llega nada. Lo tengo en la mano. Siento deseos de
escribir algo. Se me viene a la mente una pizarra y siento
deseos de escribir en ella. Hago letras redondeadas. Empiezo
con una letra G. Sigo y escribo la palabra Gaby. Veo cómo las
letras aparecen en la pizarra. Me pregunto si esto es real o
imaginario.
-
No importa si es real o imaginario. Debes dejar fluir estas
imágenes porque parecen importantes para aclarar tu
problemática. Quiero que te dejes llevar en el tiempo y en el
espacio para ver quién es Gaby o qué tienen que ver esas
imágenes con tu vida y problemas actuales.
-
Veo una mujer blanca, rubia con los labios pintados de color
rojo. No estoy escribiendo sino que en la pizarra se van
formando letras y símbolos. Deseo hacerme la pregunta de si
esto es real o lo estoy imaginando.
-
Entonces quiero que te hagas la pregunta de si eso es real o
imaginario y ahora mismo sabes la respuesta.
-
Siento que es real, me dicen que es real, pero sigo incrédulo. En
la pizarra veo estrellitas dibujadas alrededor de un nombre:
Gaby. Veo ahora una letra T y el símbolos #. Es como un
código. Aparecen y se quitan palabras que no puedo distinguir.
Ya terminé de escribir. Gabriela es la palabra que escribí.
Aparece y se va. No conozco a nadie con ese nombre.
Experimento la sensación de flotar. Sigue llegando a mi mente
la palabra Gabriela, Gabriela. Las demás palabras aparecen y
desaparecen pero la palabra Gabriela no. Me late fuertemente el
corazón y se me acelera el pulso.
Ahora veo una caja de cartón rectangular grande. Está en la
repisa y siento temor. Veo cosas pequeñas aunque no distingo
qué son. Lo que veo son como adornos, figurillas de color
negro. Toco una figurilla de color café y no me gusta; siento
escalofríos. Veo bisutería de mujer. Son cosas brillantes como
pulseras y anillos con piedras brillantes. Cuando toco la figura
café me dirige a la parada de trenes. Ahora veo el número 101.
Este es el número que veo en un tren. Veo a un señor de barba,
bigotes y ojos negros. Se queda viéndome. Es blanco y tiene
más o menos mi estatura. Ahora llegó otro señor mayor muy
elegante. Se parece a Winston Churchill. Tiene un bastón negro.
Se ve tocando el sombrero como diciendo buenos días. Está
como a unos cinco pasos del primero. Está como diciéndome
con la mirada ¿qué quiere?
Veo dos imágenes. Me vuelvo y me pongo frente a él. Lo
saludo y sonrío. Esto es como agarrar dos fotos. En una se ve
serio y en la otra está sonriente. Me viene a la mente una pistola
de color negro con barril. No se ve moderna. No me gusta la
idea de la pistola. Me siento incómodo. Nadie la tiene en las
manos pero está la idea de una pistola. Experimento una
sensación extraña como de peligro por venir o alerta. Sospecho
que ese hombre que me saludaba tenía malas intenciones. Me
saluda pero no confío en esa persona. Es como cuando se le
acerca a uno un maleantillo en la calle y le da la mano a uno y
uno no sabe si saludarlo o no. Me siento muy incómodo. El
pecho me tiembla. Siento frío en las manos. Es como si un
cartel apareciera de la nada con la palabra “Muerte” en color
negro con blanco. Sigo viendo la pistola pero como dibujada en
una foto. Está apuntando hacia el lado derecho y hacia arriba.
Tiene una cacha blanca. Es solo la pistola lo que veo. Me está
llegando la idea de estar escuchando las palabras: “Me
mataron”.
No sé si lo estoy imaginando pero ya me puedo ver yo. No
puedo verme la cara. Solo el cuerpo. Llevo ropa de vestir del
tiempo de antes: tengo un pantalón negro y camisa blanca a
rayas y saco de color azul. Está abierto y tengo sangre en el
pecho. No se ha oído ningún disparo; no veo a nadie corriendo
ni nadie asustado pero tengo sangre en el pecho y como una
mancha en la boca del estómago. Estoy viéndome y no pasa
nada. El cuerpo me tiembla como si estuviera recibiendo una
descarga de adrenalina. Siento que ese señor se ve preocupado.
Ahora se dibujó la pistola en la mano derecha de él y está
apuntándome al pecho. Me disparó. Me disparó al pecho y a la
boca del estómago.
Ahora estoy de pie. Tengo sangre en la mano. Subo y bajo la
cabeza viendo la mano y la cara del que estrechó la mano.
Siento mucho estrés. Me están temblando los músculos de la
cara y la mejilla derecha al igual que el pecho. Siento que la voz
se me está cortando. Siento frío, mucho frío y sudor en las
manos. Escucho el fuerte grito de una mujer, como en las
películas. Oigo gente que habla alrededor pero yo todavía estoy
de pie. Solo oigo sonidos. La imagen no ha cambiado. Sigo
sintiendo mucho dolor. Me tiembla todo el cuerpo. Ya no siento
nada de dolor ni nada. El dolor en el cuerpo persiste al igual que
el frío y la sensación de estrés. Lo que no siento es dolor ante el
disparo. ¡A la pucha! Me acabo de caer. No me puedo ver la
cara pero sí sé que soy yo quien cayó. Es como si lo estuviera
viendo todo en tercera persona. O sea, el que tenía la sangre era
yo, pero acabo de caer y como que quedé de pie viendo el
cuerpo que cayó, pero ese cuerpo que cayó era mío. A la vez
me veo en el piso sobre mi costado derecho. Me llegó la idea y
palabras “me morí”.
-
Vamos a revisar este proceso lentamente para entender lo que
sucedió. Moriste pero sigues con vida.
-
Estoy sobre mi costado izquierdo en el piso. Es una acera. Esta
limpia. Quedé en posición fetal. Tengo el brazo izquierdo hacia
delante, el derecho hacia el costado. La pierna izquierda se ve
sobre la derecha. No me puedo ver la cara. Acaba de cambiar el
cuerpo que yo vi caer, que es idéntico al del que me estrechaba
la mano y me disparó. Se ve igual. Con y sin el sombrero. El
sombrero ahora aparece y desaparece. El otro señor, el
agradable, que estaba al fondo está serio; se ve asustado. El que
disparó fue el me estrechó la mano.
Veo a una mujer. Es Gaby. Ella es rubia y blanca. Tiene los
labios pintados muy rojos. Sus ojos son de color negro. Es muy
bonita la muchacha. Lleva un vestido largo color amarillo al
estilo de la tela que usa la gente en la India. Ella está algo lejos.
Quiere acercarse pero no lo hace. Se ve como consternada; no
sé si está asustada por lo que está pasando. No puedo quitar la
mirada de ella. Está muy asustada. Tiene la mano en la boca
como diciendo “¡uy!”. Lleva un bolso café en el brazo. No se
aproxima.
Yo sigo en el piso en la misma posición y el que me disparó
sigue con la pistola apuntando. No corre, no se mueve. Está
estático viendo al frente, ni siquiera me ve a mí cuando estoy en
el suelo. Me adelanto en el tiempo y el espacio. No estoy seguro
pero siento que la muchacha se acercó y está a la par mía. Me
ve y me toca el brazo como viendo si estoy vivo. Tengo los ojos
cerrados pero no me distingo la cara. Tengo como una cinta
color negro en la manga derecha como se usaba en los tiempos
de antes para amarrar las mangas. Tengo un chaleco color negro
al frente y gris en la espalda. No llevo saco pero sí ropa de
vestir. Veo un charco de sangre. Es mucha sangre. La imagen
quedó estática y ella está moviéndome el brazo. Tiene la mano
izquierda sobre mi brazo derecho. No estoy seguro pero creo
que le vi una lágrima que rueda por su mejilla. Me viene la
imagen de un policía con saco azul y anda una macana negra en
la mano; su gorra es azul con birretes dorados plateados.
También tiene bigote. Es la misma cara la del atacante y la del
que está en el suelo. Todos son blancos; solo la señora de la
pulpería es morenita. Todos se ven agringados. Nadie habla,
nadie dice nada. Me llega a la mente que soy gringo y que por
eso que pasó no puedo aprender inglés. De fijo estoy muerto.
No me muevo ni respiro.
-
Vamos a ver lo que sucede una vez que abandonas tu cuerpo
físico y dónde te fuiste.
-
Acaba de dejar de temblar mi cuerpo. Ahora veo todo como en
cuarta persona. Está el cuerpo que era yo al principio, que está
en el suelo y la muchacha a la par; está el que salió de ese
cuerpo, que está de pie viendo el cuerpo caído; y ahora estoy
afuera viendo al que está viendo el cuerpo que yace en el piso.
Hay tres y los tres soy yo. El que está de pie tiene la misma
ropa que el que está en el piso. No puedo ver cómo es ese que
sé que soy yo viendo al que está de pie viendo al que está en el
piso. Estoy a unos diez pasos de donde debería estar la línea del
tren. Estoy como medio metido en el tren, como si parte de mí
estuviera afuera y parte de mí dentro de la locomotora del tren.
No me lo va a creer, estoy como en las películas cuando los
fantasmas traspasan las paredes. Estoy medio metido dentro de
la locomotora y la otra parte mía afuera. Es una sensación muy
extraña la que experimento. No sé si me estoy volviendo loco o
qué. No entiendo por qué, primero no entiendo por qué me
disparó el que me disparó. No sé quién es la muchacha. No
entiendo por qué el que salió del primer cuerpo está viéndolo
fijamente y no hace nada y no entiendo por qué yo en este
momento estoy viendo al que está viendo el cuerpo.
-
Vamos a hacer lo siguiente. Es importante entender qué fue lo
qué pasó, por qué te dispararon y qué relación tenías con Gaby.
Vamos a ver y entender la situación. Allí está toda la
información.
-
Me acaba de llegar la imagen de que le estoy acariciando
suavemente la cara a Gaby. Parece que somos pareja o hay algo
entre nosotros. La veo en ese lugar, la montaña que le describí
al principio. Ahí la veo. Estamos sentados sobre el zacate. Ella
está al frente mío. Estamos sentados como al estilo picnic. Le
estoy tocando agradablemente la cara y ella se ve muy contenta.
No me dice nada. Solo está allí sentada. Le estoy diciendo algo
aunque no entiendo o escucho qué es. Me está temblando el
cuerpo otra vez. A la puta, dice que está embarazada. Acabo de
oírla decirlo. Se le ve una pancilla. Hablo con ella. La casa, la
primera casa de madera está allí. Ahí vivíamos. Tiene un
vestido de mujer embarazada. Se ve bastante feo el vestido con
cuadritos amarillos y negros; es algo extraño. Tiene sweater
blanca. Es la misma cara. Lo que me gusta de ella es que tiene
los labios muy rojos; usa mucho rojo, como las señoras de
antes. Acaba de sonreír cuando le toqué la panza. Como que
pateó el bebé. Me siento incrédulo de que todo esto sea real.
-
No importa si es real o es pura fantasía. Es muy importante que
dejes salir todas esas imágenes porque allí posiblemente está la
problemática que vives y la solución de la misma.
-
Este es un día muy agradable. Es una montaña muy bella como
al estilo del Monte de la Cruz. Tenemos comida. Llevo el
mismo traje que llevaba cuando me mataron. Hay una especie
de alfombra sobre la hierba. Ella me habla y yo le hablo pero no
entiendo qué. Movemos los labios pero no entiendo qué.
-
Ahora van a hablar pero usted capta perfectamente en su idioma
lo que se dicen.
-
Me habla con una voz muy agradable. Mary es el nombre de la
bebé. Me acaba de llegar la idea. Esto es increíble. Ella tiene
una panzota enorme. El día de campo termina. Ella trajo una
cesta como de las que usa el oso Yogi. Está llena de cosas. Veo
un tarro de jalea.
-
Vamos a adelantarnos a ver qué cambios importantes ocurren.
-
Acabo de verla en labor de parto dando a luz. Es una especie de
cuarto como de hospital pero antiguo. Veo doctores vestidos de
verde. Ella anda bata color verde. Le levantan la espalda para
ayudarla. Yo estoy allí. Ella suda y le duele. Le tiembla el
cuerpo. Ya nació. Le veo el cordón umbilical. Es una niña. La
sacó un doctor. La tiene en las manos y me la enseña. Ya Gaby
está más tranquila. Está en mis brazos aunque todavía no le han
cortado el cordón umbilical. Ahora experimento ganas de llorar.
Es de alegría. Esta muchacha tiene la bebé alzada. Yo abrazo a
las dos. Es una bonita familia. Gaby ahora sonríe. Estoy feliz.
Avanzo en el tiempo. La bebé ahora tiene cinco años. Es
machita [rubia], su piel es de color blanco. Tiene un vestido
como el de las faldas de los escoceses y una boina verde con
negro con una especie de bombón arriba al centro. Está en la
casa al frente mío. Gaby está ahora parada contra el marco de la
puerta. La veo muy seria. Gaby no sonríe aunque tampoco la
veo triste. No me habla. Veo a Mary muy preocupada. Las dos
son bonitas. Sale humo de la chimenea de la casa. Veo la
montaña. Mary no me quiere hablar. Yo me arrodillo al frente
de ella. Tengo una rodilla sobre el piso y la otra flexionada.
Parece que le estoy diciendo algo pero no sé qué.
-
Entiendes perfectamente bien en tu idioma lo que le dices.
-
“No te preocupes, todo va a salir bien” es lo que le estoy
diciendo. Me adelanto más en el tiempo y el espacio y ahora
veo a una muchacha joven como de unos veinte años. Es blanca
y su cabello es largo. Hay algo que no me gusta de lo que estoy
viendo. La veo en una especie de ciudad. Mary es muy delgada.
A ratos me mira. No entiendo. Me veo nuevamente en la
estación de trenes. Gaby está a la par mía y está embarazada.
Este es el mismo embarazo. Sabe que me mataron. Yo sé que
estoy muerto pero esto no coincide con la muchacha de veinte
años.
-
¿Cómo entendemos esto?
-
Estamos hablando de 1930 por el estilo de ropa (este asunto de
Gaby). Veo la estación de trenes y distingo claramente el
número 101 de la máquina y el año 1930. A esta muchacha de
veinte años lo asocio con 1970 aunque no entiendo por qué.
-
Analicemos el problema. Necesitamos saber por qué le
dispararon.
-
Yo me enojé. No sé cómo pero me llega la idea de que el que
me estrechó mi mano y después me disparó molestaba a Gaby.
Yo le llegué a reclamar y se volvió como diciéndome “no, no,
no”. Yo seguí reclamándole. Él me decía que no y que me
tranquilizara. Ese hombre era mi amigo. Allá está Gabriela
parada a lo lejos pero nos está viendo. Mis reclamos siguieron y
él me disparó. Me quita la mano del hombro y aparece la pistola
en la mano y me dispara a la boca del estómago.
-
Hago una pregunta y tienes la respuesta. ¿Esa situación de
Gaby, los reclamos y el disparo y tu muerte te afectaron a nivel
físico, mental o emocional: sí o no?
-
Sí. Me viene a la mente que así es.
-
Entonces debes buscar en todos los lugares de tu cuerpo, mente
y emociones cualquier tipo de problema, temor, emoción
negativa de la clase que sea que haya nacido allí en ese
momento para que la arranques, la botes y mandes a la basura.
-
Esto está extendido. Es como si fuera mala hierba que me cubre
el cuerpo. Tiene el color verde; es urticante y tiene espinas.
-
Quiero que respires profundamente y sientas el aire que al
entrar a tu cuerpo cambia a un color verde esmeralda que va
limpiando, soltando, aflojando y sacando todas esas toxinas
generadas. También llega sangre fresca para llevarse a purificar
todo lo que no sirve. Llega a todos los rincones de tu cuerpo.
-
Le dije “maldito” al que me disparó. Se lo dije en la cara y allí
fue donde sacó la pistola y me disparó.
-
Ese aire con el color verde esmeralda va sacando todo ese dolor
y rencor extendido por todo tu cuerpo. Todo se va. Quiero que
te repitas el código sagrado 888, que es el código sagrado del
perdón. La vibración producida por este código es como un
torbellino que afloja, limpia y saca todo el resentimiento, rencor
y dolor acumulados. Esta vibración, más la sangre fresca que
también llega a llevarse todo lo que no sirve y el aire fresco te
limpian y ayudan a todas las células de tu cuerpo a trabajar
mejor.
-
Estoy preocupado. La volví a ver a ella. Él me disparó y ella
está llorando. Ella se va a quedar sola. Está embarazada. La
imagen de la niña de cinco años es previa a la de la estación del
tren. Hay otra imagen parecida a la de la casa. Este tipo llegó
directamente a la casa. No entiendo. Gaby está embarazada en
este momento y yo estoy con la niña de cinco años en el mismo
instante. Son dos hijos. Uno que ya existe y el otro que está en
camino. Él está aquí. Él la agarra de los hombros. ¿Será que ese
bebé no es mío y más bien es de él? Yo le reclamo. Él se enoja,
saca la pistola y me dispara. No sé qué se hizo la niña de cinco
años. Hay algo confuso. Esto no me calza. En la casa cuando
estaba embarazada ella me ve y lo hace con cariño. Ese tipo
llega y la agarra de los hombros como si le estuviera dando
cariño. No entiendo. No siento que sea infidelidad. En la parada
del tren estoy preocupado por ella y ella está preocupada por
mí. Me preocupa que quede sola. La imagen de la casa no
coincide. Hay algo que no entiendo. Yo pensé que la niña de
cinco años era la misma del embarazo.
Me dispararon. Estoy en la parada. Veo, como en las películas,
el túnel de luz. Vuelvo a ver hacia la derecha, estoy como
metido en el tren con parte de mi cuerpo dentro y parte fuera.
Ya no siento pena de verla a ella llorando. Mi otro yo está
todavía de pie como estático. No se mueve. No sé si irme hacia
la luz. Me aproximo pero no cruzo. Ahora sí me decidí a entrar
a la luz. Ya crucé.
Esto es increíble. El Concejo de los Doce Ancianos me acaba
de llegar a la mente. Son señores mayores con barba larga y
pelo blanco. Están sentados como en un estrado en forma de
herradura. Todo es blanco. Distingo a uno que es moreno pero
tiene todo el pelo blanco y también la barba y el bigote. Me
vuelve a ver. Quiere decirme algo aunque no me lo dice. Me ve
con desaprobación. No me habla con palabras. Es telepatía. Es
una mirada como de “no lo hiciste bien”.
Hay un símbolo de arpa en el estrado. Es como de mármol. Se
parece al que tienen en algunas iglesias. Tiene como un arpa
dorada y una especie de escoba con una hoja verde. Uvas
moradas, hoja verde, arpa dorada. No me dice nada. Yo sé que
me va a regañar. “Te lo dije; no me escuchaste”. Me sigue
viendo. Hay otro anciano que golpeó la mesa. El primero se
levantó. El que golpeó la mesa parece estar furioso. Está
señalando y gritándome aunque no le entiendo o no lo escucho.
No me importa. Es como si uno estuviera con un ser querido y
también hay un extraño que dice algo y a uno solo le importa el
ser querido. Me dice algo sin palabras. “Te lo dije y no hiciste
caso”. Me está regañando pero de una forma muy bonita. “Te lo
dije; te dije cómo tenías que hacer las cosas y no las hiciste así”.
-
Pregúntale qué es lo que no hiciste bien en esa vida. ¿Qué es lo
que debías haber hecho y no cumpliste y cuál era tu misión?
-
No hallo cómo preguntarle. Me quedé sin palabras.
-
Estamos hablando de seres de luz que son todo comprensión y
es muy importante lo que él te va tiene que decir. Pregúntale.
-
“Celos” es lo que me dice. Dice que fallé por celos. Le digo que
yo no soy celoso. Se enojó. Es como que no le quiero poner
atención. Le pregunto qué fue lo que pasó y no me responde.
-
Coméntale que el día de hoy eres una persona nueva y que
debes saber qué es lo que debías hacer y no hiciste o lo que
hiciste mal.
-
Me regresé al lugar en 1900. Allí veo la estación del tren y a
Gaby. Ya sé que pasé a la luz pero voy y vengo, voy y vengo.
Me mandan para ver lo que pasó. Me llega el mensaje aunque
no lo comprendo. Es como si leyera un libro en chino. Me llega
la palabra “No”. Me dejo llevar hasta la parada de trenes. El
señor es el papá de Gabriela. Acabo de ver que tienen facciones
parecidas. Hay cólera en el ambiente. Emana de mí. Es como si
fuera un vapor. Adelanto y atraso las imágenes. Él se iba a ir en
el tren y yo lo llegué a “joder”. Siento que alguien me dice “no
lo hagas, deja eso así ya”. Es Gabriela la que me lo dice. La
sensación de ira se dio cuando estaba vivo y de pie. Ya no la
tengo. Hay una palabra en el ambiente: “la violó”. Hay algo
extraño. No estoy seguro. Esto es una película completa. Un
momento: ella dice “no” con la mente. La bebé es mía. Yo
supuse que él andaba atrás de ella sin saber si era verdadero o
falso. No estoy seguro si él andaba atrás de ella pero ella no me
dio vuelta [no me fue infiel, quiso decir].
Hay algo que no sé. Veo un cofre de pirata con monedas. Es
como ver un tesoro. Está lleno de monedas de oro y hay joyas.
Asocio que el que me disparó me robó o me quería robar. No sé
si es oro o si representa algo. Ya sé, hay una V. “Valor” es lo
que dice. Veo papeles, cosas legales, pergaminos. Una
propiedad me viene a la mente. Es la casa. Son los papeles de la
casa. Él me quitó la casa. Esto es lo que me llega.
Estoy otra vez en el lugar blanco. El anciano me habla. “Te
apegaste a las cosas”, es lo que me dice. Me aclara que Gabriela
era lo importante y yo me apegué a las cosas. Claro, ya él se
había llevado lo que me quitó. Cuando yo estaba en la imagen
de la montaña y Gabriela en la puerta y la niña, era que él
llegaba a sacarlas y yo le decía a Mary, la niña, que todo iba a
estar bien. No era que yo me estaba yendo de la casa sino que él
llegó a sacarlas de la casa y les puso las manos sobre los brazos
como diciéndoles amablemente “váyanse”.
-
Vamos a pedir ayuda al anciano para que esos problemas no te
afecten nunca más. Veamos qué nos dice y qué
recomendaciones tiene.
-
Muevo la cabeza de un lado a otro como diciéndome “qué
hice”. Ya entendí lo que pasó. Ya sé lo que hice mal. Me
apegué a las cosas. “Ella era lo importante”, me dice el anciano.
“Vas bien pero te falta”, me dice. “Tú sabes exactamente qué
hacer”, es lo que me dice. En la escena del tren me veo
temblando y en el lugar blanco me veo completamente
tranquilo. Hay algo más en mi mente. No me puedo sacar el
nombre de Gabriela. Yo la amaba a ella. Siento como lástima
por ella. Sigo sin entender lo de la niña de cinco años. Pienso
que ella estaba embarazada y ya teníamos la de cinco. Ahora
veo a Mary con ella en la estación del tren. La agarra de la
mano. Mary no sabe lo que está pasando. Tiene la mano en la
boca como chupándose el dedo. Las dos tienen las manos en la
boca. Me viene la imagen de una amiga de muchos años que
tiene dos hijas. No sé por qué se me vino eso a la mente. Esa
amiga es la Gaby de aquella época.
-
Para no repetir errores debes eliminar todas esas imágenes de
celos, errores, odios y lo que sea que esté allí guardado y
afectándote.
-
Mi yo de aquella época no quiere soltar. Dice que no lo puede
soltar porque dejé cosas pendientes y que él debería haber
estado allí.
-
Vamos a hacer lo siguiente: tu yo de hoy va a tener una
conversación con tu yo de aquella vida pasada. Es importante
que hablen para ver en qué falló él y cómo debes hacer para no
repetir errores.
-
Ese yo de aquella época está muy molesto porque siente que las
dejó abandonadas. Sigo viendo al papá de Gaby. Hay una
imagen nueva donde veo a los tres: a Gabriela, a Mary y a la
bebé. El señor, que no expresa emociones, está con ellas. Todos
están juntos. Algo me dice que ellos están bien y que tengo que
soltar. Ese yo de esa época no quiere soltar. Me sigue diciendo
que él debería haber estado allí y no se perdona. Hay algo que
no tengo claro. Es la mujer como de veinte años que vive en la
época de los 70. ¿Qué relación tiene?
-
De alguna forma tienes que soltar todo eso para que puedas
vivir bien tu vida. Veamos qué problemas nacieron allí que
todavía te están afectando.
-
Quise darles demasiada protección. Quise proteger mucho a
Gabriela y de tanto que la protegí me mataron. Ella me decía
que no siguiera pero no le hice caso. Era un problema grave
pero se podría solucionar de otra forma.
-
Veamos qué otro problema presente en tu vida actual nació allí.
-
La inseguridad fue una de esas cosas. “Papá”, solo oigo eso. Me
faltó ser papá. En realidad era ser “más papá”. Si fui papá pero
no terminé.
-
Veamos con claridad lo sucedido: ¿por qué no terminaste?
-
Me quitaron la casa porque pude haber hecho algo mal. Me veo
escribiendo papeles en una mesa. Creo que saqué un préstamo y
no salieron las cosas bien. Un banco me quitó la casa. Me llega
un sentimiento de que yo era muy tímido y no me puse chispa;
no revisé lo que firmaba. No vi las cosas como eran en realidad
en el contrato que estaba firmando. Por mi timidez no quise
preguntar. Cuando me di cuenta fue que entré en cólera y la
timidez fue reemplazada por ira o furia.
Estoy tratando de localizar ese sentimiento de inseguridad. A
ver: el papá de Gabriela es adinerado y usa trajes caros. Yo no
me veo de plata. Ella era de plata y eligió irse conmigo, alguien
que no tenía dinero. Yo me sentí menos que él al tener menos
recursos. Así es. El señor usa leontina y ropa bastante lujosa.
Yo no me veía mal pero no me veía como el padre de Gabriela.
Un momento, Gabriela se ve con la ropa bastante descuidada y
barata. Yo no le podía dar lo que su papá sí podía darle. A ella
no le importaba. No perdimos el apoyo de su padre. Más bien
era yo con mi orgullo que no le permitía a ella recibirle nada a
su padre. Yo no dejaba que su padre nos ayudara. Por eso
vivíamos en esa casa de madera. Era lo único que nos podíamos
costear. A la pucha, yo no dejaba que su padre le ayudara, por
eso andaba ella descuidada. Como que yo quería darle más pero
no podía. El señor era muy buena persona. A la mamá no la veo
por ningún lado. El señor está contento con que ella y yo
estemos juntos. Existe eso de que nos vemos con poco dinero y
el señor con mucho. Siento que yo trabajaba para él.
Otra vez estoy flotando. Estoy en la parada del tren tratando de
entender la situación. Recapitulando, yo trabajaba para el papá
de Gabriela. Ella no trabajaba sino que se quedaba en la casa
con la niña de cinco y la nueva bebé. Ella era feliz conmigo.
Parecía que me conocía completamente. Metí las patas y firmé
algo que no debería haber firmado. No entiendo por qué. Yo era
muy cuidadoso. No entiendo por qué firmé. Me acaba de llegar
una idea de enfermedad. Tiene que haber sido alguno de
nosotros. Firmé porque necesitaba el dinero. Hipotequé la casa.
No veo a nadie enfermo. No sé si tendrá algo que ver con el
parto y la bebé con el cordón umbilical sin cortar. Sí nació y
nació bien pero hay algo que me dice que está mal ese cordón.
No se lo pueden quitar, sigue pegado a Gabriela y a la bebé. Es
como si no se lo hubieran quitado. No pudieron. Algo me dice
que no la pudieron ayudar a nacer bien. Algo pasó durante el
parto. Puede ser que por eso la niña estaba tan seria cuando yo
le dije que todo iba a estar bien.
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Vamos a analizar tu dificultad para aprender el inglés. ¿Qué la
causó?
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Yo soy de allí, de los Estados Unidos. Nací allí. Todos ellos son
gringos y yo también. El disparo y la muerte fue lo que me
afectó. La lógica que en esta vida he usado es que de nada me
sirvió haber hablado inglés porque me morí. Yo era de pocas
palabras. El anciano me dice que yo tengo que hablar el inglés
ya que no hay ningún impedimento. Me dice que no debo ser
tan crédulo porque por eso perdí la casa. No debes apegarte a
las cosas. Tienes que hablar más y no ser tan crédulo. La
vida sigue adelante. Veo a Gabriela con vestido de novia
cuando se casó conmigo. Los dos estábamos demasiado
contentos. Llevo la misma ropa del día del disparo. Es como un
uniforme. Era trabajo de oficina lo que yo hacía.
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Es importante que revises y borres todas esas imágenes de dolor
y celos de la película de tu vida. A como las borras pierden
completamente el impacto emocional y ya no te van a afectar
nunca más.
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Me estoy casando en este momento. No me lo va a creer, es una
iglesia demasiado bonita en Nueva York. Yo sé cuál es. Yo
estuve al frente de ella una vez que viajé con una empresa con
la que trabajé. Ella lleva vestido con encaje y una cola muy
larga. Qué guapa se ve. Ahí está el papá de ella. Está feliz y
sonríe. “Lo que perdí”, es lo que me llega a mi cabeza.
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“Lo que aprendí” es lo que debes decir. También “lo que perdí
por haber sido apresurado, por mis celos, por el rencor, por
haber seguido reclamando, por el apego”. A borrar todas esas
imágenes negativas de la película de tu vida y al hacerlo debes
sentir cómo pierden trascendencia y ya no te afectan nunca más.
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Ahora estoy en el mismo lugar donde estaban los ancianos. Es
el mismo sitio donde había estado anteriormente. “Este es un
templo de luz”, me dicen. Todo es blanco. El que me regañaba
al principio sigue de pie pero ya como que sabe que no le pongo
atención. El moreno con el que estoy hablando me dice: “ya
aprendiste, ya sabes”.
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Debes ahora despedirte de los ancianos dándoles las gracias y
asegurándoles que vas a vivir tu vida de una forma diferente.
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“Tú ya sabes qué hacer”, es lo que me dicen. Todos me sonríen
como diciéndome “confiamos en ti, vas a tener otra
oportunidad”.
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