el problema de la maleza

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MANEJO DE MALEZAS Y DINAMICA DE SUS POBLACIONES EN CULTIVOS BAJO
LABRANZA DE CONSERVACIÓN
Fernando Urzúa Soria
Depto. de Parasitología Agrícola
Universidad Autónoma Chapingo
Chapingo, México. C.P. 56230
INTRODUCCIÓN
La agricultura puede conceptuarse como "la acción del hombre encaminada a controlar
los flujos de energía provenientes de la radiación solar hacia plantas de su interés para
producir bienes y satisfactores"; en otras palabras, es la cosecha de energía solar . De
esta manera, a través de los años se ha desmontado gran parte de la vegetación
natural, sustituyéndola por plantas cultivadas. Hasta hace poco tiempo el desarrollo de
las grandes potencias económicas dependió en gran medida de su agricultura, donde el
arado y la mecanización fueron y en muchos casos siguen siendo, una herramienta
fundamental para lograr mayor producción, al abrir grandes extensiones de tierras al
cultivo. Sin embargo, su uso indiscriminado e irracional que continúa hasta nuestros días,
ha deteriorado los suelos de grandes superficies del planeta, al dejarlos expuestos a los
efectos climáticos de la erosión eólica e hídrica.
Las prácticas de remoción del suelo tienen como objetivo principal la preparación de la
"cama de siembra” y controlar la maleza. Pero ¿porqué preparar 10,000 m2 /ha de cama?.
¿Acaso la semilla lo necesita para germinar y desarrollarse?. Las prácticas agrícolas que
realizaban nuestros antepasados y los millones de hectáreas que hoy en día se siembran
bajo labranza cero de conservación, nos enseñan que para producir buenas cosechas
basta con depositar la semilla en el lugar a donde pueda ser abastecida de agua, aire,
nutrimentos y calor, y que esto puede lograrse abriendo un pequeño orificio o ranura para
enterrar la semilla al momento de la siembra. Afortunadamente en la actualidad se han
puesto en duda las “bondades" de la labranza intensiva como forma de incrementar la
productividad, debido al aumento en el costo de la maquinaria y su mantenimiento, los
combustibles, y otros insumos agrícolas.
Por otro lado, la población mundial cada día se incrementa, en tanto que la superficie
destinada a producir sus alimentos se reduce o deteriora, lo que nos obliga a todos a ser
más eficientes en el uso del suelo y sobre todo conservarlo e incluso mejorarlo, pues a lo
que a la naturaleza le llevó millones de años en formar, el hombre lo está destruyendo
rápidamente. En nuestro país, alrededor del 70% de la superficie cultivada presenta de un
moderado a severo grado de erosión, por eso se hace impostergable la adopción de la
labranza de conservación como una alternativa viable, rentable y sustentable.
Mientras que con la labranza convencional se hace todo lo posible por eliminar los
residuos de cosecha mediante quemas, sacado del rastrojo para el ganado, e
incorporación al suelo, todo con el único afán de dejar el suelo lo más limpio posible para
que puedan pasar los instrumentos de labranza y siembra; bajo la labranza de
conservación, el principio fundamental para tener éxito, es el dejar una cobertura o
mantillo de rastrojo sobre el suelo, el cual evitará la erosión, conservará la humedad y lo
hará más fértil. La naturaleza nos muestra en las áreas que aún tienen vegetación natural,
que el residuo orgánico sobre la superficie del suelo es la base donde se sustenta la
conservación de estos ecosistemas, los cuales mantienen multitud de cadenas tróficas e
involucran a una gran biodiversidad; y que cuando el hombre las abre al cultivo, una vez
que se degrada o destruye esta hojarasca, los suelos se empobrecen, erosionan, y las
plantas de cultivo que logran prosperar requieren el suministro de grandes cantidades de
energía (nutrimentos, plaguicidas y manejo agrícola).
EL PROBLEMA DE LA MALEZA
Se define "maleza" como toda planta que está presente en una área y en un momento
en el que no se le desea. Estas plantas son "indeseables" por los daños que ocasionan
a los cultivos, tales como competencia por luz, nutrientes, agua y espacio; además, en
ocasiones son alelopáticas, hospederas de plagas y enfermedades y dificultan la
cosecha. Normalmente son especies pioneras pertenecientes a las primeras fases de la
sucesión natural. Su función ecológica es el de crear condiciones para que otras
especies colonicen esas áreas y poco a poco se vaya restableciéndose la "vegetación
clímax" o propia de ese lugar. Su característica principal es la alta producción de
semillas, presencia letargo, alta tasa de crecimiento, tolerancia a condiciones adversas,
plasticidad, etc.
En todo cultivo se observa siempre la presencia de malezas. Su control es
indispensable para obtener buenos rendimientos. Para ello se utilizan métodos de
combate mecánicos, manuales, químicos, legales, biológicos, etc.; pero pocas veces
antes de combatirlas nos preguntamos lo siguiente: ¿porque surgen las malezas?, ¿qué
factores limitan su desarrollo?, ¿cómo manejarlas?, ¿qué métodos de control son los
más eficaces, más económicos, más aceptados por la sociedad, y menos dañinos al
medio?.
Bajo cualquier sistema de siembra, los cultivos siempre contarán con la presencia de
especies nocivas; la razón es simple, "en los suelos agrícolas se encuentran propágulos
en letargo (semillas, rizomas, tubérculos, bulbos, etc.) en espera de condiciones
propicias para su germinación y desarrollo", tales como humedad, temperatura, cierta
concentración de O2/CO2, luz, etc. (Harper, 1977).
El banco de semillas es considerado como un componente del ciclo biológico de las
poblaciones vegetales, y en la áreas agrícolas es la fuente principal de la maleza anual
(Buhler et al., 1992); por ello, una estrategia para controlar la maleza, es reducir al
mínimo esta reserva de semillas, impidiendo su reproducción o evitando desenterrar las
semillas que se encuentran en capas profundas del suelo. La proporción de semillas de
cada especie que se convierten en plántulas, varía en tiempo y espacio, según la
respuesta de ellas a las condiciones del medio, por ello para predecir las infestaciones
de maleza, se hace necesario de suficiente información sobre la biología de las
especies presentes.
Los cambios en los sistemas de labranza, afectan la composición, distribución vertical, y
densidad de las semillas del reservorio. Al sembrar los cultivos bajo labranza cero de
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conservación y controlar la maleza adecuadamente, el banco de semillas puede ser
poco a poco reducido, de manera tal que los propágulos que se encuentran
superficialmente se agoten gradualmente, haciendo que cada vez sea menor la
cantidad de individuos que emerjan (Buhler et al. 1992).
Al no ser necesarias escardas, puede reducirse la distancia entre hileras, haciendo que
el cultivo más rápidamente "cierre", el suelo quede sombreado, y con ello sea menor el
periodo de emergencia de las malezas.
Pero al no disponer de las escardas para combatir a las malezas, puede ocurrir que
ciertas especies no sean bien controladas por los tratamientos químicos empleados, y
que éstas poco a poco se conviertan en las principales malezas, para ello es
conveniente planear adecuadas rotaciones de cultivos y rotaciones de herbicidas.
Es innegable para técnicos y agricultores, que la maleza es uno de los problemas más
limitantes en el manejo de los cultivos bajo cualquier sistema de labranza; sin embargo, se
vuelve particularmente crítico bajo labranza de conservación, debido a la disminución o
eliminación las operaciones mecánicas de desmalezado, las cuales deben ser sustituidas
por otras medidas.
Bajo el sistema convencional, la preparación del terreno para la siembra y las escardas,
nos conduce a un círculo vicioso, ya que con la remoción del suelo, aunque se mate las
malezas que hayan germinado, también se extraen a la superficie parte de las semillas
que están enterradas, las cuales al tener condiciones del medio favorables germinan y
forman una nueva infestación. Al no remover el suelo, puede facilitarse a mediano plazo
el control de la maleza, si se evita la producción de nuevas semillas y no se desentierra
las que están en capas profundas; de esta forma es factible agotar el reservorio de
propágulos superficiales que son los que dan origen a nuevas infestaciones. Se
considera que la mejor forma de manejar la maleza es mediante lo que se le ha dado
en llamar manejo integrado.
MANEJO INTEGRADO DE LAS MALEZAS
"La predicción de la distribución y abundancia de las probables infestaciones de
malezas en cada una de las parcelas, puede ayudar a planificar y efectuar con
oportunidad las medidas de control, de una manera eficiente, económica y acorde con
la ecología y los intereses de la sociedad". El anterior enunciado queda enmarcado
dentro de lo que se conoce como "manejo integral de la maleza", cuyo objetivo principal
consiste en provocar desplazamientos de las especies difíciles de controlar, por otras
menos problemáticas y/o reducir la densidad de las poblaciones de plantas nocivas a
niveles que no causen daño (Shaw, 1982).
Una forma de efectuar predicciones a nivel parcelario, es analizando los registros de las
poblaciones que se desarrollaron en los últimos ciclos agrícolas en esas parcelas, lo
cual se logra mediante los muestreos que se les ha dado en llamar "Levantamientos
ecológicos".
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Según la National Academy of Sciences (1980), para inducir cambios poblacionales
como respuesta al manejo agrícola, se requiere entre otras cosas, conocer la biología
de las especies involucradas y las modificaciones microambientales que ocasiona cada
práctica agrícola; ya que el crecimiento de las poblaciones vegetales está limitado por
factores del suelo (fertilidad, textura, estructura, pH, humedad, remoción y topografía),
del clima (calidad y cantidad de la irradiación, fotoperíodo, humedad, temperatura,
precipitación, etc.), y de otros organismos (insectos, nemátodos, roedores, aves,
hongos, bacterias, virus, etc.)
Lo más importante de la biología de las especies que es necesario conocer para
entender la dinámica de las poblaciones de maleza y provocar "sucesiones favorables",
comprende: la identificación y caracterización de las especies presentes en el área de
estudio, su ciclo de vida y estacionalidad en su desarrollo, las formas y agentes que
utilizan para su diseminación, las condiciones del medio que evitan o favorecen su
establecimiento, y los atributos por los cuales puede ser catalogada como planta
nociva.
Según De la cruz (1992), quizás lo más relevante de la biología de las malezas y que
poco se ha abordado, esté en lograr definir y entender los factores propios de las
semillas que regulan su supervivencia; tales como la producción, dispersión,
almacenamiento en el suelo, letargo, longevidad y germinación; esto implica realizar
estudios ecofisiológicos que ayuden a conocer las respuestas de cada especie a los
estímulos de los diferentes medios.
Como puede verse, la tarea no es fácil, y menos cuando no se dispone de tiempo y
recursos suficientes; no obstante, como expondremos en este escrito, existen algunas
alternativas que pueden implementarse por prácticamente cualquier persona, y que de
llevarse a cabo, harán que el manejo de las malezas sea más sencillo, seguro y
económico; y se basa en tomar en cuenta las siguientes premisas (Urzúa, 1995):
1. Para que cualquier planta se establezca y persista en una determinada área, es
necesario: primero, que existan diásporas (semillas, tubérculos, rizomas o cualquier otro
medio propagativo) de ella en el lugar; segundo, que las condiciones del medio le sean
favorables; y tercero competir exitosamente con las poblaciones ya establecidas en el
lugar. Esto último implica, que por las diferencias morfológicas y fisiológicas existentes
entre las especies de plantas, se esté constantemente seleccionando a las más
adaptadas al clima, suelo y manejo agrícola, para que se establezcan, persistan y
lleguen a convertirse en dominantes (Daubenmire, 1982).
Yenish et al (1992), señalan que no es económico ni práctico tratar de erradicar las
especies más problemáticas ya establecidas, cuando es alta la presencia de ellas en el
reservorio de semillas del suelo; ya que éstas en la mayoría de los casos pueden
mantenerse bajo control, tomando en cuenta que si se propicia su germinación y se les
mata antes de que produzcan semillas, en un periodo de unos cinco años es posible
reducir el banco de semillas a menos de un 5%; no obstante también se debe
considerar, que en un sólo año que se dejen crecer libremente, la producción de sus
semilla puede ser suficiente para rebasar el 50% de la población original.
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2. La composición de especies en las diferentes comunidades, no siempre es la misma,
si no que cambia con el tiempo; a esto se le ha llamado sucesión. según esta teoría,
cuando el medio permanece relativamente constante, no se registran cambios de
consideración en la comunidad; pero cuando por alguna causa (natural o provocada por
el hombre) el hábitat es modificado, las especies adaptadas a las "condiciones
originales", dejan su lugar a aquellas para las cuales el nuevo ambiente sea más
propicio para su desarrollo. A la vez, al establecerse una determinada especie, su
presencia modifica de nuevo las condiciones del medio, y con ello favorece el
establecimiento de otras especies (Odum, 1980).
En los terrenos de cultivo el proceso de sucesión es diferente al que se da en las áreas
naturales, ya que las prácticas agrícolas (desmonte, subsoléo, barbecho, paso rastra,
siembra, escardas, riego, fertilización, deshierbes, combate de plagas, cosecha, etc.)
interrumpen e impiden el proceso de la sucesión natural, y en cada ciclo se vuelve a
empezar esta dinámica. Al suspender las operaciones agrícolas (abandono de las
tierras) se restablecen los procesos de sucesión en la vegetación (Sagar, 1982).
3. Con las prácticas que realiza consuetudinariamente el agricultor para producir sus
cosechas (labranza, riego, fertilización, aplicación de plaguicidas, etc.), favorece
involuntariamente el desarrollo de ciertas especies de arvenses, de tal manera que las
poblaciones que se presentan en las diferentes parcelas, reflejan el manejo agrícola
proporcionado a los cultivos en ese año y años anteriores.
4. La distribución y abundancia de las diferentes especies de maleza, puede variar
mucho de una parcela a otra, pero más o menos se conservan de un año al siguiente
en los mismos lugares, si se proporcionan similares prácticas de manejo. Esto implica,
que los cambios en las poblaciones son graduales, y que si se tiene el cuidado de
monitorear las parcelas y hacer un registro y mapéo de las especies de maleza
problemáticas, se podrá en los siguientes ciclos planificar y efectuar medidas de control
eficaces.
5. El daño de las malezas hacia el cultivo depende de las especies presentes, de la
densidad que alcance cada una, del estado en que se encuentre el cultivo cuando éstas
emerjan y de la duración de la competencia. En cuanto al tipo de especies, es bueno
saber, que aún cuando se tengan propágulos en el suelo de una gran cantidad de
especies (30 - 60), son pocas (menos de 10), las que llegan a convertirse en problema
durante el ciclo de algún cultivo en una determinada parcela. Ahora bien, se ha
comprobado que las primeras etapas de desarrollo del cultivo son las más sensibles a
la competencia por malezas; por ello, para el caso de sorgo y maíz, se recomienda que
permanezcan libres de malas hierbas durante las primeras cuatro o seis semanas;
posteriormente, sólo determinadas especies que dificultan la cosecha deben ser
controladas.
Lo anterior se relaciona con la intercepción de la luz solar y la producción de biomasa:
¿Quién debe cosechar la luz solar, el cultivo o las malas hierbas?, en la proporción que
lo haga la maleza, será el grado de reducción en el rendimiento del cultivo; por ello se
afirma que cuando el cultivo "cierra", ya no es importante la competencia de la maleza;
el período desde que se siembra hasta que esto ocurre puede adelantarse teniendo
menores distancias entre surcos y asegurando un crecimiento vigoroso del cultivo.
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6. Se dispone en el mercado nacional de al menos 60 ingredientes activos de
herbicidas, los cuales al ser seleccionados adecuadamente ante cada problema
particular pueden llevar a cabo un control eficiente de las malezas. Debemos recordar,
que para tener éxito no basta con adquirir y aplicar los herbicida más recomendados
para el cultivo; es necesario tomar en cuenta los factores que afectan la eficiencia de
acción de esos herbicidas, tales como:
 En aplicaciones postemergentes, las especies presentes, tamaño de éstas, su edad,
tasa de crecimiento y condiciones ambientales.
 En aplicaciones preemergentes, el tipo de suelo (textura, pH y contenido de materia
orgánica), humedad del suelo al momento de la aplicación y las especies de malezas
que se quiere controlar.
No debemos perder de vista, que para que el producto lleve a cabo su actividad
biológica, debe cumplir con las premisas de su modo de acción, que son las siguientes:
a) Ponerse en contacto con la maleza a combatir a una dosis suficiente.
b) Penetrar al interior de la mala hierba.
c) Moverse hasta el lugar donde efectuará su acción fisiológica.
d) Afectar alguna función vital.
7. Finalmente, si los herbicidas no se aplican oportunamente y en forma adecuada en
cuanto a dosis y cubrimiento se puede tener un mal control. Por lo anterior, es
necesario que se instruya y asesore adecuadamente a los agricultores sobre el manejo
de estas sustancias; mínimamente se debe insistir ante los usuarios, que antes de
aplicar cualquier producto lean la etiqueta (por ley todos los envases de los plaguicidas
deben llevarla), en ella se indica el nombre comercial, nombre común, formulación,
composición, toxicidad del plaguicida, permiso para su venta, cultivos y malezas para
los que esta autorizado, forma de prepararlo y aplicarlo, contraindicaciones,
incompatibilidad con otros productos, precauciones para su almacenamiento, transporte
y aplicación, tratamiento en el caso de intoxicaciones, medidas de protección al
ambiente y, la garantía del producto que otorga el fabricante.
CONTROL QUÍMICO DE MALEZAS EN LOS SISTEMAS SIN LABOREO
El problema de la maleza bajo el sistema de labranza cero de conservación, tiene dos
facetas: primero, debemos combatir las especies presentes antes de la siembra de los
cultivos; y segundo, controlar a aquellas que se establecen simultáneamente con el
cultivo. Aunque se puede practicar la labranza de conservación controlando la maleza
manualmente, el uso de herbicidas ha constituido la base para lograr buenos
rendimientos y aceptación por parte de los agricultores (Stougard et al.1984 y Tasistro,
1989).
Control de las malezas presentes al momento de la siembra
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En ocasiones al momento de la siembra, las áreas donde se va a sembrar con labranza
de conservación no presentan poblaciones de malezas (después de la cosecha de
cultivos, o de un período prolongado de sequía) por lo que no requieren ninguna
"preparación del terreno”. Sin embargo, si el terreno donde se va a sembrar presenta
malezas, éstas deben ser controladas para evitar la competencia de la maleza desde la
emergencia del cultivo. Lo anterior puede realizarse de alguna de las siguientes formas:
a) Si el terreno presenta especies anuales y perennes, gramíneas y/o dicotiledóneas,
una alternativa es la aplicación de productos sistémicos no selectivos y sin acción
residual, tales como el glifosato, el cual será absorbido por las hojas y translocado a
toda la planta. La acción de este producto es lenta (de 10 a 15 días para matar la
maleza); su agresividad se incrementa al adicionar a la mezcla de aspersión de 2.5
a 3.0 % m/v de sulfato de amonio o urea; también al aplicarlo con volúmenes bajos
de aspersión (de 50 a 100 l/ha). La adición de 2,4-D, puede incrementar su acción
sobre especies "aletargadas" o que normalmente presentan cierta tolerancia a este
producto (Ipomoea, Gnaphalium, Conyza, Eupatorium, etc.).
b) Si en el terreno existe sólo maleza anual, tanto gramíneas como dicotiledóneas
podrá usarse un producto no selectivo, sin acción residual, como el paraquat, el
diquat o mezcla de ambos; el cual será absorbido por el follaje y desecará las partes
con las que entre en contacto. No obstante, si la maleza presente tiene más de 30
cm de altura, es preferible chapearla una semana antes de la aplicación con el fin de
asegurar un mejor cubrimiento de la aspersión y con ello su control. El efecto se
observa antes de 24 horas de la aplicación, por lo que de existir fallas en el control,
da oportunidad de efectuar otro tratamiento de herbicidas antes de la emergencia del
cultivo.
c) Cuando las parcelas presenten a solamente maleza de hoja ancha, y el cultivo a
sembrar sea una gramíneas, las plantas nocivas presentes antes de la siembra
podrán ser controladas con productos hormonales, tales como 2,4-D, Si el terreno
presenta especies ya en etapa avanzada (floración) es conveniente la utilización del
hormonal mezclado con glifosato.
Control de las malezas que se desarrollan durante el ciclo del cultivo
Después de la emergencia de los cultivos, estos podrán infestarse nuevamente con
malas hierbas anuales o perennes, de hoja ancha o de hoja angosta; por ello deberá
planificarse la aplicación de herbicidas selectivos al cultivo que controlen esta maleza,
siendo estos preemergentes o postemergentes según la disponibilidad en el mercado y
costo de su aplicación. En general los herbicidas que se emplean en labranza de
conservación son los mismos que se utilizan bajo el sistema de labranza convencional,
a excepción de los que requieren incorporación.
DINÁMICA DE LAS POBLACIONES DE MALEZAS EN LABRANZA CERO
Froud-Williams et al. (1981) mencionan que al dejar de laborear el suelo y controlar la
maleza a base de herbicidas, el reservorio superficial de semillas rápidamente se agota,
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dando oportunidad a que otras especies adaptadas a las nuevas condiciones se
establezcan y prosperen.
Holzner et al.(1982), analizaron el cambio que sufrieron las poblaciones de malezas en
tres sistemas agrícolas, encontrando lo siguiente: a) donde el suelo se alteró poco y
muy superficialmente, se preservaron muchas especies de la vegetación natural; b)
donde se practicó control mecánico-manual, se favoreció a especies que alcanzaron a
cumplir su ciclo vegetativo entre el último deshierbe y la siguiente siembra; y c) donde
se hizo uso de control químico, se favoreció el incremento de las especies tolerantes a
los productos empleados.
Derksen et al. (1993) en una investigación que duró cinco años, no encontraron una
relación directa entre sistema de labranza y densidad de malezas; pero sí, de dicho
sistema y la presencia de determinadas especies. Bajo labranza cero de conservación
se incrementaron las poblaciones de Taraxacum officinale, Salsola iberica, Senecio
vulgaris, Conyza canadense, Hordeum juvatum y otras gramíneas, así como de. los
cultivos voluntarios (trigo, canola, cebada y lino). Por otra parte, Avena fatua que es la
especie más problemática para los cereales de grano pequeño, redujo sus poblaciones.
El cambio de la labranza convencional hacia los sistemas de labranza reducida y cero,
ha provocado incrementos de las especies perennes, gramíneas anuales de verano,
bienales y especies anuales de invierno; en tanto que las dicotiledóneas de semilla
grande han decrecido (Dao 1987; Teasdale et al. 1991; Buhler 1992; Vencil y Banks
1994; Locke and Bryson 1997).
Al eliminar la labranza, las semillas de ciertas malezas se acumulan en la superficie del
suelo, lugar donde germinan sin estar enterradas; y su incremento se da, si los
herbicidas aplicados no tienen buen control de ellas.
Experiencias en Chapingo, México
En Chapingo, México de 1994 a 1997 se llevó a cabo un estudio para determinar el
impacto de los sistemas de labranza convencional (LCO), mínima (LM), cero (LC) y de
conservación (LCC) en combinación con los métodos de control manual (CM), químico
(CQ) y sin control (SC) sobre las dinámicas poblacionales de las especies más
importantes de maleza de la rotación de cultivos maíz-trigo. A los 30, 60 y 120 después
de la siembra (DDS) se efectuaron recuentos de la densidad y la cobertura de cada
especie y al final del ciclo se evaluó la biomasa de ellas y el rendimiento del cultivo. Se
registraron 48 especies de arvenses, destacando las familias poaceae con 11,
asteraceae con 8 y brassicaceae con 5.
Las especies que fueron favorecidas por la remoción del suelo (LCO y LM) fueron
Amaranthus hybridus, Galinsoga parviflora y Eleusine multiflora; en tanto las que
tuvieron mejor desarrollo sin remoción de suelo (LC y LCC) fueron Cynodon dactylon,
Triticum aestivum, Bromus catharticus, Reseda leuteola, Rumex crispus y Taraxacum
officinale. Las especies que no mostraron diferencias en sus poblaciones ante los
sistemas de labranza fueron Chenopodium album, Brachiaria plantaginea, Cyperus
esculenthus, Sicyus deppi, Ipomoea purpurea y Malva parviflora.
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El rendimiento de maíz siempre fue superior en LCC; en tanto que el de trigo, sólo al
inicio del estudio fue mayor en LCC, posteriormente al infestarse las parcelas con
Cynodon dactylon e incrementarse la cobertura de paja, el rendimiento fue mayor bajo
LCO. En el método de CQ disminuyeron las poblaciones de las especies susceptibles a
los herbicidas empleados y se incrementaron las tolerantes; en tanto que en los otros
dos métodos se registraron pocos cambios.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
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