Otro mundo es posible.doc

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LA GLOBALIZACIÓN
DESDE LA PERIFERIA DEL MUNDO
“No se puede servir a dos señores”:
A Dios solidario y al capital explotador
La Globalización
El sistema capitalista, en la globalización, se rige por la ideología neoliberal
e idolatra al libre mercado, subyugando tanto a la civilización occidental como
a la oriental. La ambición de unas minorías por el acaparamiento del máximo
beneficio, provoca la explotación generalizada de las mayorías desamparadas.
En la globalización, la lucha de clases que comenzó en la empresa industrial
se ha expandido hasta los confines de la Tierra.
Sí, en la 1ª. Revolución industrial (1760-1830), de signo maquinista y textil,
era en la empresa capitalista donde se ejercía la opresión patronal contra los
obreros.
Ya en la 2ª. Revolución industrial (1870-1914), cuyos avances más
significativos fueron el motor de explosión, la electricidad y el teléfono, el
Estado oligárquico integrado por las facciones de la clase dominante, se
encarga de profundizar la explotación a la clase trabajadora.
En la 3ª. Revolución industrial (1945-1990), caracterizada por la
automoción, la robotización y la electrónica, se unen los Estados burgueses y
sus grandes empresas por áreas regionales, para desarrollar el sistema de
explotación contra los trabajadores y sus organizaciones.
Algunos dicen, que estamos ya en la 4ª. Revolución industrial (año
1995 en adelante), abarca la globalidad del planeta y configura la sociedad
del conocimiento. Los avances tecnológicos son espectaculares en todos los
órdenes del saber humano. Con la astrofísica ya se vislumbra la conquista de
lo grande (el espacio) y con la nanotecnología se dominará lo pequeño (el
átomo). Hay que añadir los progresos en biología y nanogenética. Tantas
mejoras científicas, ya están teniendo aplicaciones en diversas áreas, están
cambiando al ser humano y al mundo. Sin embargo, los múltiples
conocimientos actuales se están manipulando para que los países centrales
mantengan y acrecienten la opresión mundial contra los pueblos periféricos.
De ahí que, en la globalización los ricos son cada vez más ricos y los
pobres cada vez más pobres. Al menos eso afirman muchos, desde la Iglesia
Católica hasta el Banco Mundial pasando por las Naciones Unidas.
El capitalismo neoliberal y global, donde el sector financiero es cada
vez más hegemónico, funciona como una maquinaria infernal de muerte. Pues
de los cerca de 2.700 millones de pobres que hay en el mundo, 35 millones
mueren de hambre cada año. Un escandaloso genocidio al que hay que sumar
los genocidios del sida y de las guerras imperialistas y periféricas, así como
los asesinatos a manos del narcotráfico y del crimen organizado. Por la
globalización, África está desfalleciendo, Latinoamérica no acaba de despegar
y, parte de Asía sigue subsumida en la pobreza.
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La globalización capitalista divide a los seres humanos en dos clases
opuestas: la privilegiada y la sometida; manifestándose en las estructuras
económicas, políticas, sociales, étnicas, culturales, religiosas y cristianas.
Sectores de la clase media y sectores ingenuos de la clase empobrecida, suelen
ser manipulados al servicio de la clase dominante.
Mecanismos de explotación masiva
En la globalización capitalista neoliberal, el poder político está sometido al
poder económico y la democracia formal está mediatizada por las
corporaciones multinacionales; esos sistemas y estructuras, están organizados
para someter al movimiento social, y así, abusar sin cortapisas de los
trabajadores del mundo.
Los adelantos científicos y técnicos, pero especialmente la tecnología
avanzada aplicada a los medios de transporte (por tierra, mar y aire) y a los
medios de comunicación (prensa, radio, televisión, teléfono e Internet), han
favorecido las múltiples relaciones entre seres humanos y pueblos, en sus
respectivas diversidades culturales e independientemente de la localidad en
donde estén ubicados. Hoy se puede decir, todos los pueblos de la Tierra
constituyen la aldea global. No obstante, hay que distinguir las aportaciones
de los adelantos científicos y tecnológicos del nefasto sistema capitalista que
los manipula.
Aprovechándose de las grandes posibilidades que da la globalización,
los amos de la Tierra quieren imponer a los pueblos el pensamiento único
mediante un lavado de cerebro mundial de proporciones gigantescas y
aplicando la política hegemónica del palo y la zanahoria. Pretenden acabar
con las utopías, en esta era postmoderna, para evitar levantamientos y
rebeldías. Desde el Imperio salen voces sobre el fin de la historia; es decir, el
capitalismo, como un dios omnipotente y universal, se pretende que ya nunca
tenga rival a su altura.
Las constituciones democráticas y las legislaciones progresistas, con todo
su atractivo canto a la libertad y a los derechos humanos, están orientadas, sin
embargo, a dar primacía al capitalismo explotador. Toda libertad y toda
abundancia, para las minorías poderosas mundiales y sus aliados oligarcas en
el Tercer mundo; mientras que para las mayorías desvalidas, les queda
solamente la opresión y la pauperización.
No obstante, los dirigentes del mundo tienen mala conciencia de que no
actúan como es debido, por eso, de vez en cuando pronuncian declaraciones,
organizan foros, aprueban manifiestos para hacer ver que trabajan algo por los
empobrecidos de la Tierra. Entre estos acuerdos internacionales de escasísima
solidaridad, pueden citarse: el Consenso de Washington, el Protocolo de
Kyoto y la Asamblea de Nairobi, la Cumbre Mundial sobre Desarrollo
Sostenible, los Objetivos del Milenio, la Ayuda Oficial al Desarrollo, el
Perdón de la Deuda a los países más empobrecidos y otros casos más. Pero
desgraciadamente no suelen cumplirse ninguno de ellos a cabalidad.
Todavía hay gente que dicen: la pobreza de los países del Tercer mundo se
debe a la incapacidad colectiva de esos pueblos. Aunque puedan tener alguna
mínima parte de responsabilidad, afirmo que los pobres de la Tierra no son
culpables sino víctimas. Para demostrarlo, reflexionemos brevemente sobre
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algunos mecanismos de explotación de que se valen los poderes hegemónicos
del Primer mundo: La Deuda Externa y su servicio, encaminados a
empobrecer más a aquellos pueblos donde sus respectivos gobiernos caen en
las redes del FMI y del BM -dos instituciones dominadas por las
multinacionales y los países ricos-. ¡Desgraciado el país en vías de desarrollo
que obtiene un crédito!, puesto que ese capital junto con el porcentaje de
interés, suben y suben sin que haya modo de pararlo. Un préstamo, obliga a
más préstamos, y estos últimos a solicitar más, en cadena sin fin, hasta casi
ahogar al país deudor.
Otro mecanismo es el llamado Libre Mercado Internacional. ¿Puede ser
libre el corderillo frente al tigre?, pues en el mercado tampoco es libre un país
subdesarrollado frente a otro desarrollado. Por lo cual, en las transacciones
económicas internacionales, los Estados centrales obtienen las materias
primas, agrícolas y manufacturadas a precio de ganga, mientras venden sus
productos industriales a los Estados periféricos a precios astronómicos.
Además, como la inflación es mayor en países subdesarrollados de moneda
débil, que en países desarrollados de moneda fuerte, la diferencia de precios,
cada vez es más abismal en perjuicio de los países empobrecidos.
En cuanto a la inversión extranjera, son las multinacionales de los países
centrales las que se llevan la parte del león, alrededor del 80% en beneficios,
mientras que en los países tercermundistas sólo quedan un mísero 20% y mal
repartido; es decir, que se lo suelen distribuir las corruptas oligarquías
nacionales, para acabar en las arcas de las metrópolis mediante la
antipatriótica costumbre de la evasión de capitales.
Las privatizaciones, a su vez, van encaminadas a dejar manos libres a las
depredadoras corporaciones multinacionales que, como aves de presa, se
apoderan de todo bien perteneciente a naciones pobres para aumentar su
poder y sus riquezas. Las potencias capitalistas, ya no se conforman con
imponer a los países de escaso desarrollo la privatización de los recursos
naturales y mineros; pues ahora exigen, también, la privatización de servicios
públicos: luz, agua, salud, educación, régimen de jubilaciones, toda clase de
seguros sociales y pensiones, etc. Y no privatizan el aire que respiramos
porque todavía con las mejoras tecnológicas actuales no saben como hacerlo.
Por si no fuera suficiente, las potencias capitalistas exigen a los debilitados
Estados, la supresión de aranceles e impuestos; mientras ellos, con mil
artimañas y subvenciones a sus agricultores e industriales, evitan que entren en
sus fuertes países productos tercermundistas que no les interesa.
Los alicaídos gobiernos de la periferia del mundo, miran a otro lado
para que, impunemente, puedan las multinacionales sistemáticamente
incumplir los derechos humanos, civiles, constitucionales y laborales,
obteniendo así, más aumento de sus fabulosos beneficios. Las autoridades de
las naciones en vías de desarrollo, además de rebajarles aranceles e impuestos
a las transnacionales, se corrompen aceptando compensaciones económicas y
privilegios.
A las multinacionales de confección de ropa e industrias de montaje
norteamericanas y de otros países que operan en naciones débiles,
normalmente llamadas “maquilas”, los trabajadores centroamericanos las
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definen popularmente las “golondrinas”; pues de vez en cuando, alguna de
ellas cierra la empresa en un fin de semana sin que se entere nadie. Cuando
vuelven los obreros el lunes después del descanso semanal, se encuentran las
naves de la empresa vacías. La maquila ha dejado de existir y los directivos
han volado, llevándose los salarios de varios meses adeudados a su personal,
incluso las maquinas, mesas y sillas.
Otros mecanismos de explotación que practican las multinacionales:
Patentar técnicas indígenas sobre medicinas naturales y productos agrícolas,
para luego prohibírselas a la población autóctona. Diezmar a las poblaciones
pobres y enfermas de África y Latinoamérica, ante la imposibilidad de adquirir
medicamentos de elevado precio. Proporcionar a los campesinos de los
países en vías de desarrollo productos transgénicos que dan frutos sin
semillas, con la intención de controlar y acabar con la agricultura
independiente. A su vez, las multinacionales y países centrales evitan la
transferencia de tecnologías industriales avanzadas a los países periféricos.
El robo de cerebros es otra manera de explotación del capitalismo mundial.
Medio de extorsión global, es también, la feroz polución ambiental; pues
contaminan los países ricos en un 80% o más, y pagan las consecuencias,
mayormente, los países pobres. Se cuentan por miles y miles los fallecidos a
consecuencia de los cataclismos ambientales. Si no se pone remedio, puede
devenir una catástrofe mundial que diezme las especies y afecte trágicamente a
las poblaciones humanas.
Los organismos internacionales, políticos, económicos y militares: G8,
ONU, Consejo de Seguridad, OMC, FMI, BM, OTAN, junto con las grandes
potencias bajo la hegemonía de Estados Unidos, están en la globalización para
facilitar la explotación de los ricos contra los pobres a escala local, regional y
global.
Ante este panorama desolador de la globalización para las naciones en vías
de desarrollo, sólo les queda a las gentes más dotadas de la periferia del
mundo, emigrar. Emigrar, aunque les estafen las mafias traficantes de
personas; emigrar aun a pesar de las barreras, muros y alambradas que han de
saltar; emigrar aunque tengan que correr riesgos mortales en mares y desiertos;
emigrar aunque acaben sus días en alguna cárcel o los devuelvan otra vez a la
estremecedora pobreza en sus países de origen. Emigrar, sí, para ayudar a sus
familias y a sus países con las remesas, mientras los capitalistas nativos
perjudican a sus naciones y a los pobres con la evasión de capitales al
extranjero.
¡Desgraciado el país del Tercer mundo que intenta resistir al gran capital, o
nacionalizar sus minas, petróleo, gas, bosques, aguas, tierras agrícolas…! Pues
el Imperio desatará toda clase de males contra “ese atrevido”: presiones
diplomáticas, chantajes económicos, bloqueos comerciales, compra de
personajes importantes de la oposición y del gobierno, asesinato de líderes o
invasión armada. Obsérvese lo que le pasó a Guatemala democrática con
Árben de presidente, porque quiso expropiar (previo el pago correspondiente),
las tierras ociosas de alguna multinacional norteamericana y finqueros
oligarcas para ayudar al campesinado, pues golpe de Estado militar instigado
por Estados Unidos e implantación de una dictadura que ha durado más de
treinta años y ha causado unos 200 mil muertos. Y en Chile, bajo el gobierno
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de Allende, al querer controlar el cobre y algunas otras minas y bienes
nacionales, pues golpe de Estado de Pinochet apoyado por la CIA e
implantación de una fuerte dictadura que ha dejado miles de muertos,
torturados y desaparecidos. La guerra contrarrevolucionaria en Nicaragua y la
invasión a Granada son otros ejemplos más de la ley de hierro imperial.
Otros escandalosos problemas
No sólo las armas nucleares, químicas y biológicas, en manos de las
potencias mundiales, son de destrucción masiva; existen otros medios de
aniquilamiento de masas, tales como: el subdesarrollo de los pueblos; el
hambre y la desnutrición; los accidentes laborales, el paro y el trabajo
precario; las epidemias globales como el sida, el cáncer y la tuberculosis; la
adicción a la droga y al tabaco; la contaminación del medio ambiente; la
delincuencia generalizada.
Por si fuera poco, la desenfrenada carrera de armamentos, da como
consecuencia que para mantener esa industria tan productiva para las
potencias, Estados Unidos con sus aliados de la OTAN y otros países
industriales, han de organizar guerras en el Tercer mundo donde experimentan
sus armas y así mantienen la industria inmoral y mortal de armamentos. A
estos criminales genocidios los estrategas norteamericanos y europeos las
suelen llamar: guerras humanitarias (como en Kosovo y Bosnia) o guerras
preventivas (como en Irak, Afganistán y Líbano); también lucha contra el
terrorismo, generalmente musulmán, que pretenden sea el sustituto de la
Guerra Fría contra el bloque soviético. Ahora, terrorista es todo aquel que se
opone a las ambiciones de Washington. Sin embargo, el terrorismo de Estado
ejercido por Norteamérica, Israel y las grandes potencias es el verdaderamente
peligroso y destructivo. En las guerras actuales, el principal enemigo a
aniquilar, ya no es el ejército contrario, sino la población civil. Más parecen
guerra de cobardes combatientes empeñados en matar a niños, ancianos y
mujeres indefensas.
Los gobiernos de Occidente, junto a su hipócrita ideología neoliberal
mantienen una ética de doble rasero, pues condenan al pueblo palestino a la
miseria y al enfrentamiento entre hermanos, mediante la retira de la ayuda
humanitaria por haber elegido al gobierno de Hamás, mientras aplauden o
callan el genocidio de Israel contra los propios palestinos por reivindicar sus
tierras. Y sin embargo, pretenden dar lecciones de democracia y de respeto a
los derechos humanos. Condenan el programa nuclear iraní y callan ante el
arsenal atómico israelí. Estados Unidos invade a Irak valiéndose de dos
grandes mentiras: colabora con Bin Laden y tiene armas nucleares. Las
víctimas irakíes se elevan ya de 300.000 a 650.000 en los tres años de
genocidio y está el país al borde de la guerra civil. Ahora se dan cuenta los
“neocons” de que no pueden ganar la guerra y ya están pensando en
marcharse. Dejar un pueblo en la ruina y destruido, para los republicanos de
extrema derecha, debe ser algo así como pisar un hormiguero sin darse cuenta.
No se van a parar a ayudar a las hormiguitas si hay cosas más importantes que
hacer. Pero un pueblo destruido es algo más que un hormiguero.
Las llagas del Tercer mundo
En la Globalización, el sistema capitalista, controla e inutiliza las posibles
acciones liberadoras de los pueblos en vías de desarrollo, mediante
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instrumentos de coerción, entre los cuales destacan: La dependencia, que
asfixia la posibilidad de desarrollo económico de las naciones empobrecidas.
La corrupción, donde los poderes del Estado junto con las facciones
oligárquicas, acaparan la riqueza del país impunemente, extorsionando y
dejando sumidos en la miseria a las clases populares. La explotación, ejercida
por la gran empresa y las multinacionales, apoyadas por los poderes del
Estado, contra las clases subalternas: trabajadores, obreros, campesinos,
indígenas y pequeños comerciantes. La delincuencia y el narcotráfico, que
funciona como un estado dentro del Estado, manteniendo a las poblaciones
desamparadas en la angustia y el miedo, así como en la pérdida constante de
vidas humildes a manos del crimen organizado. La opresión ejercida
impunemente por autoridades civiles, policiales y militares invalida, en la
práctica, las garantías democráticas, de seguridad ciudadana, de libertad y de
derecho. Por último, podemos considerar como un instrumento más de
alienación del que se vale el gran capital, la robotización o lavado de cerebro
a las mayorías populares, valiéndose de los medios de comunicación de masas,
la propaganda generalizada y la ideología burguesa; también sirven a la causa
de la enajenación popular los planes de estudio, la religiosidad espiritualista, la
cultura ambiental y la promoción de aficiones deportivas, artísticas y de ocio.
Se trata, con todo ello, de mantener dóciles y sumisos a los pobres de la Tierra,
para que acepten con resignación las condiciones insuficientes de vida a que se
les somete.
Por todo ello, los pueblos del Tercer mundo, malviven en la pobreza, la
desintegración familiar, la incapacidad de satisfacer sus necesidades de
alimentación, de salud y de educación. Son conculcados sus derechos a una
vivienda digna, a un salario suficiente, a un trabajo estable, a una defensa
jurídica. Muchos ciudadanos, han de emigrar para poder salvar sus vidas del
hambre y la enfermedad.
Conclusión
Por la desintegración de la Unión Soviética en 1989, finalizó la Guerra Fría
bajo la estrategia bipolar de las dos grandes superpotencias que se repartían la
Tierra y donde se entrecruzaban las luchas Este-Oeste y Norte-Sur. Comenzó
el Nuevo Orden Internacional (NOI), acentuándose la lucha del Norte rico
contra el Sur pobre. Los republicanos “neocons” impulsaron el dominio del
mundo con la estrategia unipolar, minusvalorando a las Naciones Unidas,
despreciando al Tribunal Penal Internacional, incumpliendo tratados,
valiéndose de las guerras de agresión a Afganistán y a Irak y declarando eje
del mal a Corea del Norte, a Irak y a Irán. El que no está con los Estados
Unidos está contra ellos, amenazó Bush al mundo, aprovechando la ocasión
que le brindó el 11-S. Todos deben encuadrarse a las órdenes de la
administración imperial en la lucha contra el terrorismo. El Imperio, inaugura
un nuevo nazismo, al establecer la estrategia de la seguridad con detrimento de
la libertad, conculcar los derechos humanos y civiles, e implantar la tortura, el
secuestro y las cárceles clandestinas.
Pero, dado lo mal que va el conflicto en Irak, tarde o temprano han de
salir de allí. ¿Otro fracaso como en Vietnam? En Afganistán se rehace la
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defensa armada. Las elecciones internas norteamericanas las han ganado los
demócratas. En Líbano, a pesar de la masacre de civiles realizada por Israel,
no han podido con Ezbolá. Irán, que hace poco estuvo al borde de sufrir una
invasión, más parece que está fortaleciendo su influencia en la región de
Oriente medio. Tal vez el orgullo norteamericano tenga que rebajarse ante Irán
y Siria para solucionar los conflictos internos de Palestina, Líbano e Irak.
Además, China, India y Rusia están en ascenso y la fortaleza del euro se
consolida como superior al dólar. Aunque hay Imperio para largo, no van a
tener más remedio los usa-americanos que reconocer y aceptar la estrategia
multipolar.
América Latina considerada el patio trasero del Imperio, ha sufrido en
épocas pasadas escollos económicos, dictaduras militares, oligarquías
corruptas, intervenciones militares de Estados Unidos y control neo-colonial.
Todo ello, la ha impedido hasta la fecha montar en el tren del desarrollo. Pero
está felizmente dando pasos moderados hacia su segunda independencia. Si las
respectivas insurgencia populares no vencieron en las guerras de liberación
durante los 70 a los 80 del siglo pasado frente a las dictaduras de la “Seguridad
Nacional y la Tierra Arrasada”, ahora, una diversidad de socialismos están
ganando las contiendas electorales democráticas. Ello, traerá más capacidad
nacional para zafarse del yugo norteamericano, unidad latinoamericana de los
pueblos de la región y un progreso económico más justo.
Para lograr otro mundo, para hacer posible el hombre nuevo, para
construir la civilización solidaria, es necesario transformar la globalización de
brutal en humana, y de humana en liberadora.
Nosotros, hoy, no sólo llamamos a los proletarios a la unidad como lo
hizo Marx, sino a toda la humanidad. Sí, proletarios, trabajadores, indígenas,
campesinos, mujeres, religiosos de base, intelectuales, periodistas, científicos,
estudiantes, jóvenes de los cinco continentes, unámonos todos en la lucha
contra el monstruoso capitalismo global. Afirmemos con los movimientos y
organizaciones enmarcados en el Foro Social Mundial: “Otro mundo es
posible”.
Si queremos la paz, comprometámonos por la justicia, recordando
subversivamente en el siglo XXI las palabras del obrero Jesús, que en el siglo
primero de nuestra era profetizó: “He venido a liberar a los oprimidos”
Madrid, 21 de diciembre de 2006
Pedro Serrano
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