“Mirad que llegan días –oráculo del Señor-, en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá”. (Jr.33,14) EL ADVIENTO ES SOÑADOR. He tenido un sueño.... Soñé que un día las naciones de la tierra escuchaban el clamor desgarrado de los pobres de la tierra. De repente, se les abrieron los oídos y sus corazones se estremecieron ante tanto sufrimiento, sus ojos se abrieron para contemplar los millones de hermanos que morían cerca, muy cerca de ellos y al ver sus rostros demacrados y al cruzarse su mirada con aquellos ojos enormes, silenciosos, océanos de sufrimiento y humillaciones incontables, sintieron que eran carne de su carne y sangre de su sangre. Y se reunieron, alrededor de una inmensa mesa redonda, representantes de todos los pueblos, tribus, razas y naciones. Y todos eran iguales. No hubo muchas palabras, ni discursos; al mirarse a los ojos, comprendieron que el mundo no podía seguir así y estrecharon sus manos y anudaron sus brazos en una inmensa cadena de solidaridad fraterna. E hicieron un pacto de no agresión y de amistad, que sellaron con pan y con vino; y nunca el pan les supo tan sabrosos, ni el vino tan embriagador. Y un día convenido, una gran luminaria se encendió sobre la tierra: en una pira inmensa quemaron los cañones, las pistolas, los fusiles, obuses, misiles y lanzaderas, y fundieron el hierro, con el que hicieron tractores.... Y de nuevo se sentaron alrededor de la mesa redonda para repartir equitativamente los bienes de la tierra, de forma que ya no existiera más hambre, ni paro, ni injusticia. EL SUEÑO Una vez, en un el lugar más hermoso del universo, vivía un niño llamado Sueño, el cual anhelaba crecer y conocer otros mundos. Sueño se entretenía por allá arriba, por las nubes, jugando y jugando todo el día. Un día, Sueño, se dio cuenta de que él no crecía como crecían sus amigos; además empezó a sentirse muy débil y, poco a poco, perdió sus ganas de jugar. De pronto, llegó un mensajero que llevaba consigo un maletín muy especial, el cual contenía alimentos para fortalecer y hacer crecer a Sueño. Desde el mismo instante en que aquel mensajero llegó, Sueño empezó a sentirse mejor y mejor, ya que cada día aquel mensajero lo alimentaba con aquellos manjares. Muchos caldos de constancia con fuerza, platos muy nutritivos de voluntad y trabajo, postres hechos a base de paciencia, fantásticos jugos hechos con decisión…. y, lo más importante, tratándolo con mucha confianza. Sueño creció y creció y llegó a dejar de ser Sueño para convertirse en Meta, y claro que siguió jugando, pero ya no por las nubes, sino aquí en la tierra, conociendo cada vez más mundos, como la felicidad y la satisfacción. Y un buen día Meta dejó de ser Meta y se transformó en Realidad. (“Regálame la salud de un cuento”. Sal Térrea) ¡VEN! ¡VEN! ¡VEN! Yo no soy un Buda feliz que arrancó la raíz de los deseos. los sufrimientos de los enfermos marginados cantan a coro: Ven. Yo soy el amigo que dice: Ven Yo soy la novia que grita: Ven Yo soy la madre que espera: Ven El mundo lucha y evoluciona. Es la historia que está de parto, que ha sido fecundada por el Espíritu, que prepara la llegada del hijo nuevo. El Adviento. Los trabajos del científico y del obrero, las luchas del guerrillero y del no-violento, los desvelos de los padres y los líderes, Las ilusiones de los niños, las esperanzas del joven, el tedio de los ancianos, el canto de los que triunfan y el llanto de los caídos no dejan de repetir: Ven Un Adviento creciente, hijo de la esperanza y la paciencia, padre de la ilusión y del esfuerzo. Una fuente secreta y un murmullo repetido, orquestado por el Espíritu: ¡Ven! ¡Ven! ¡Ven! REBOSAR DE AMOR “Que el Señor os come y os haga rebosar de amor” (1 Tes. 3,12) Que el Señor nos colme de su amor hasta saciarnos y más. Nos llene de amor mutuo y de amor universal. Y nos haga rebosar. REBOSAR DE AMOR Que el Señor nos colme de buenos sentimientos y palabras afectuosas, capaces de llegar al corazón y conmover las entrañas. Y nos haga rebosar. REBOSAR DE AMOR Que el señor nos colme de sensibilidad al dolor ajeno y conciencia lúcida y avispada para salir al encuentro del mal. Y nos haga rebosar. REBOSAR DE AMOR Que el Señor nos colme de actitudes cordiales y bondad tangible. Un amor solidario, traducido en gestos altruista, en acciones humanitarias. Y nos haga rebosar. REBOSAR DE AMOR Joaquín Suárez Ant. En Dios pongo mi esperanza y confío en su palabra Cristo trae esperanza a todos los que la han perdido Luz a todos los que viven en la oscuridad. Justicia a quienes viven bajo el yugo de la opresión. Él viene como salvación para todos. ¿Te dice algo todo esto?.. ¿Sientes dentro de ti la necesidad de gritar, con todas tus fuerzas “Ven Señor”? Si no lo sientes, tal vez sea porque el lugar que debe ocupar Dios en tu vida de cristiana, esté ocupado ya y esperas luz, salvación, justicia…. de otros dioses a quienes das culto: el dinero, la comodidad, el consumismo… o porque no te preocupa demasiado que haya en el mundo marginados, víctimas de la guerra, estructuras injustas de poder… El Señor está cerca…. Él viene…. ya está ahí…. Pero sólo para quienes lo esperan ansiosamente. “SEÑOR, ENSÉÑAME TUS CAMINOS” (Sal.24) A ti, Señor, levanto mi alma. No te pido que me escuches, porque todo está abierto a tu presencia, porque tienes tu oído pegado a mi corazón y oyes el flujo de mi vida y escuchas hasta mis silencios. Sólo pido que yo sepa escucharte. No te pido que me enseñes tus caminos, porque ya los has enseñado maravillosamente. Tus caminos están abiertos ante mí y están perfectamente señalizados. Sólo te pido que mis pasos no se desvíen ni un milímetro de tus caminos. Ayúdame a recorrer los caminos que me has enseñado, el Camino que me has regalado. No es camino de estrellas, ni de leyes ni de libros, es un camino de carne. Es un camino cimentado en el amor, asfaltado por la misericordia, señalizado por el servicio y la entrega. Tu Camino es el Hijo del amor y la misericordia. Tu Camino son los hijos necesitados del amor y la misericordia. Que yo sepa andar por tus caminos, despacito y vigilante, para no dejar pasar ninguna de sus señales, para llenarme y derramarme en amor y misericordia. ORACIÓN Señor, Jesús, al comenzar este tiempo de Adviento, ponemos en ti nuestra confianza. Fortalece nuestra esperanza para saber descubrirte ya presente entre nosotr@s . Despiértanos de nuestros sueños y levántanos de nuestras pasividades e indiferencias. Haz, Señor, que este Adviento nos empuje hacia ti; nos ayude a vivir centradas en tu Hijo Jesucristo. Que sea un tiempo de salvación. Un tiempo de encuentro y de conversión. A pesar de dificultades y contratiempos seguimos confiando. Tu presencia entre nosot@s nos ilumina y fortalece en el camino de la fe. Te esperamos y salimos a tu encuentro, pues Tú eres nuestra esperanza. “Revista Dabar”